Año XLVI - Domingo XVII del Tiempo Ordinario /A - 24 de Julio de 2011
¿DÓNDE ESTÁ TU TESORO?
Remesa V Nº 34
N
adie sabe lo que vale, mientras no se descubre por dentro. El valor de la vida no está en el tener, en el poder, en el apantallar. El valor del ser está en el ser. Esa es la perla preciosa. Las apariencias no deben matar nunca el valor de la persona real. Mientras la persona no descubre esa perla preciosa, lo malbarata todo. No se valora. Se autodesprecia y se margina a sí mismo o en sí mismo. En cambio cuando uno se advierte como perla preciosa, como tesoro, y penetra en su yo, comienza a contemplarse con mirada de Dios. ¿Qué tesoro ha descubierto Dios en mí, que es capaz de darme a su Hijo para que yo tenga vida en abundancia? Decidirse por el tesoro de sí mismo requiere un discernimiento sereno, serio y radical. Hay muchas cosas alrededor de ti que te atraen y te subyugan. ¿Pero has descubierto como sabio mercader cuál es la perla preciosa de tu vida? ¿Conoces el valor que Jesús dijo a sus discípulos: tienes para Dios? El sabio de verdad, cuando encuentra el tesoro real de su vida, lo vende “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un todo, cueste lo que cueste, por conseguirlo. campo” (Mt 13,44) Arriesgarse por ser perla de Dios, implica valor y mucha fe. La cobardía no sirve para nada. A los que se aman en Dios, todo les sirve para el bien. Conocer a Dios en ti, es vivir conforme a su voluntad; es sentirte predestinado a ser imagen de Jesús; es sentirte justificado y glorificado en el Señor. La opción por el Reino es, realmente, hacer tuyo el ideal de Cristo y realizarlo desde tu vida. No tengas miedo a los fracasos; el Espíritu Santo es la fuerza de tu debilidad. En tu pobreza se revela el poder de Dios. ¿Dónde está tu tesoro? ¿Vives el gozo de ser perla de Dios? No olvides la frase de Jesús: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. Antonio Gracia, pasionista Yo amo, Señor, tus mandamientos (Sal 118)