Año XLVI - Domingo XVIII del Tiempo Ordinario /A - 31 de Julio de 2011
QUIEN SE DA, NUNCA SE ACABA
Remesa V Nº 35
E
n un secadero de café y sentado en el suelo, estaba reunido con un grupo de delegados de la Palabra de Dios. Y pregunté: ¿Qué razón obligó a Jesús a multiplicar los panes? Y uno de los Delegados, campesino, respondió: “Una razón muy sencilla: cuando uno da todo lo que tiene, a Jesús no le queda más remedio que hacer el milagro”. Y se hizo un gran silencio. Esto me sucedió en Honduras hará alrededor de 40 años. Y aún lo recuerdo. En la vida se requiere dar y darse en el dar. Son realidades humanas fundamentales sin las cuales no existe la posibilidad de milagros. Bajo a detallar el evangelio a la luz de la sabia respuesta del Delegado. Jesús se da cuenta de que el pueblo tiene hambre de su palabra, pero también advierte el hambre material que cargan encima. Siente lástima y dolor y por eso pregunta qué se puede hacer. Y ante la ofrenda de los pocos panes y peces que le ofrecen, realiza el milagro y sacia el hambre de la Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y los bendijo multitud. El hombre es unidad de cuerpo y (Mt 14,19) espíritu. Por eso debe ser atendido en su dimensión espiritual y humana. Jesús sabe lo que hace cuando multiplica los panes. Como decía al principio, si los discípulos no le hubieran traído los cinco panes y los dos peces, quién sabe si Jesús hubiera hecho el milagro. Porque él no hace milagros baratos, a favor del egoísmo o de la falta de solidaridad. Pero como le dieron todo lo que tenían, Jesús tuvo que poner el resto, e hizo el milagro. Dar y darse en el dar, es la expresión del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. ¿Eres generoso en el dar? ¿Eres solidario en el darte o das para quedar bien? No tengas miedo a dar. ¡Quién se da, nunca se acaba! Antonio Gracia, pasionista Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores (Sal 144)