Año XLVI - Domingo XXIII del Tiempo Ordinario /A - 4 de Septiembre de 2011
Remesa V Nº 40
L
AMAR ES CUMPLIR LA LEY
a vida es convivencia desde el primer instante de su existencia. La convivencia, a partir de ese segundo inicial, es absolutamente necesaria para sentirse vivo, importante y único. En la convivencia es imprescindible la comunicación, la relación de intimidad, la comprensión, la aceptación y el perdón. Igualmente, acogerse, compartir y coadyuvarse es fundamental para el crecimiento humano y espiritual. Así mismo es imprescindible saber respetarse en la privacidad, en la intimidad y en la corrección. Y resalto la corrección. No se puede crecer en corporeidad mutua sin corrección fraterna. Nuestra real condición humana necesita advertencia de afuera, cercana y sincera. Por falta de valor en la corrección, se crean distancias molestas y degeneradoras de la comunión familiar. Cuando en la fraternidad humana, dimensionada por la fe y por el amor, uno encuentra paz, alegría y comunión, sin pretenderlo el grupo se convierte en rostro Si tu hermano ha pecado, vete humano y comunitario del Señor. “Donde a hablar con él a solas para dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí reprochárselo (Mt 18,15) estoy yo en medio de ellos”. En el amor se debe decir la verdad y en la verdad se crea la comunión. No cargues nunca con el fardo de otro por falta de valor en el corregir. Desata nudos y serás libre en el amor. ¿Amas de verdad? ¿Perdonas de corazón? ¿Eres justo en tus juicios? Contempla a Jesús en medio de su grupo, observa su palabra y sus gestos. Y percibe cómo el mandamiento del amor se le convierte en plegaria: “Sean uno como el Padre y yo somos uno, así el mundo creerá que el Padre me ha enviado”. Y concluyo con Pablo: “Amar es cumplir la ley”. Antonio Gracia, pasionista Señor, que no seamos sordos a tu voz (Sal 94)