Año XLV! - Domingo XXXII del Tiempo Ordinario /B - 11 de Noviembre de 2012
APRENDE A SER LIMOSNA
Remesa VII - Nº 54
D
ar limosna, satisface el corazón, crea cercanía de admiración. Ser limosna para el necesitado, acaso no tenga versos de ponderación, pero recrea mucho más la satisfacción interior. Limosneros, hay. Personas ofrecidas en limosna de amor, no abundan tanto. El relato de la viuda de Sarepta es de una sencillez encantadora. Las palabras del profeta Elías, la generosidad de la viuda, el milagro de Dios sobre su pobreza, revelan, no tanto el valor de la bondad humana, cuanto la bendición de Dios sobre la generosidad del que se ofrece en lo que da. Igualmente el relato de Marcos sobre la limosna de la viuda en la alcancía del templo, refrenda, en labios de Jesús, la gracia de ofrecerse en la limosna. Es interesante la observación que hace Jesús sobre los que depositan su limosna a favor del templo. Dar limosna de lo sobrante, no merece alabanza. En cambio depositarse en limosna en lo poquito Jesús entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “Yo les aseguro que que se da, merece el aplauso de Dios. Y esta viuda pobre ha dado más que es que los ojos de Dios miran el corazón todos los otros” (Mc12,43). en la ofrenda y no la cantidad de cosas ofrecidas. En la vida, no sólo hay que dar los diezmos, sino ser diezmo humilde a favor de cuantos te necesiten. En la bondad es más importante el amor que el real. Aquello que decimos: En el amor es más importante, darse que dar. ¿Eres generoso o mezquino? ¿Te das en lo que das, o sólo das migajas de tu mesa? Piénsalo. La ofrenda del pobre es un corazón abierto y entregado. Aprende a ser limosna y serás bendición de Dios para el pueblo. Antonio Gracia, pasionista Jornada del Abrazo en Familia