Colección Novenas & Novena bíblica al Divino Niño EQUIPO DE REDACCIÓN DE EL DOMINGO & Novena a la Divina Misericordia EQUIPO DE REDACCIÓN DE EL DOMINGO & Novena a Nuestra Señora del Carmen MONS. ARCENIO RAÚL CASADO & Nueve visitas al Santísimo Sacramento FERNANDO TESEYRA & El Rosario y los misterios de la luz, JUAN CARLOS PISANO & El Espíritu Santo prometido, JUAN CARLOS PISANO & Rosario de sanación, GUSTAVO E. JAMUT & Novena de las familias EQUIPO DE REDACCIÓN DE EL DOMINGO & Novena a la Madre Teresa EQUIPO DE REDACCIÓN DE EL DOMINGO & Novena bíblica a san Cayetano EQUIPO DE REDACCIÓN DE EL DOMINGO & Novena a santa Teresita del Niño Jesús MARÍA CECILIA JAURRIETA, OFS & Meditando el rosario en clave franciscana MARÍA CECILIA JAURRIETA, OFS & Novena a san Juan de la Cruz MONS. ARCENIO RAÚL CASADO & Rosario de bendiciones, GUSTAVO E. JAMUT & Rosario de resurrección, GUSTAVO E. JAMUT & Novena a San Martín de Porres, FERNANDO TESEYRA & Rosario de bendición familiar, GUSTAVO E. JAMUT & Rosario de alabanzas, GUSTAVO E. JAMUT & Rosario de sanación intergeneracional, GUSTAVO E. JAMUT & Rosario para ser libre de los temores y de los miedos, GUSTAVO E. JAMUT
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P. GUSTAVO E. JAMUT, OMV
ROSARIO DE ALABANZAS
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Distribución San Pablo: Argentina Riobamba 230, CI025ABF BUENOS AIRES, Argentina. Tels. (011) 5555-2416/17 - Fax (011l) 5555-2439. www.san-pablo.com.ar - E-mail: ventas@san-pablo.com.ar
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Dedicatoria
Perú Las Acacias 320 -Miraflores, LIMA 18. Perú, Telefax (51) 1-4460817. E-mail: dsanpablo@terra.com.pe
Jamut Gustavo E, Rosario de alabanzas - I° ed. - Buenos Aires: San Pablo, 2007 64 p.; 15,5x11 cm.I.S.B.N. 978-950-861-923-5 I. Libros de devoción I. Título CDD 242.74
Dedico este trabajo al pueblo de Corrientes, bajo cuya inspiración surgió este Rosario de alabanzas. Pueblo fiel y sufrido, en el que he misionado en diferentes lugares durante veinte años. Pueblo de gente con corazón abierto, que, a pesar de las dificultades vividas a lo largo de su historia, sigue avanzando con paso firme tras las huellas del Señor, llevado de la mano por su Madre, la Virgen de Itatí.
Con las debidas licencias / Queda hecho el depósito que ordena la ley 11.723 / © SAN PABLO. Riobamba 230. C1025ABF BUENOS AIRES, Argentina. E-mail: director.editorial@san-pablo.com.ar / Impreso en la Argentina en el mes de julio de 2007 / Industria argentina. I.S.B.N.: 978-950-861-923-5
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Introducción Alaben el nombre del Señor, alábenlo, servidores del Señor, los que están en la Casa del Señor, en los atrios del Templo de nuestro Dios1. El Llanto del bebé cuando es dado a luz es un grito de alabanza de vida nueva que se eleva hacia la presencia de Dios, aun sin que el niño tenga conocimiento de ello. La criatura todavía no sabe, conscientemente, que ese llanto habla de vida y no de muerte. Por eso, los padres y los doctores se alegran al escucharlo llorar por primera vez. Todos nosotros hemos sido creados para vivir en estado de alabanza, y somos llamados por Dios para abrir nuestros labios y nuestras mentes, a fin de alabarlo, pues la alabanza es un claro signo de un corazón que late porque está vivo y que, a la vez, comienza a rebalsar de vida nueva. Y no es que Dios necesite de nuestra alabanza, sino que somos nosotros quienes tenemos necesidad de ella.
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Salmo 135, 1-2.
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Algunos niños, en el momento de nacer, precisan una suave palmada en las nalgas, la cual los hace reaccionar. Al prorrumpir en llanto, expulsan el líquido amniótico que aún queda en su boca y limpian sus vías respiratorias para que no haya obstáculos que le impidan respirar. Asimismo, hay personas que sufren un bloqueo interior que no les permiten alabar a Dios con espontaneidad. Estos bloqueos se originan por la falta de práctica en la oración de alabanza, por la vergüenza a lo que pensarán los otros al oírlos alabar en voz alta y por muchos motivos más. Por eso, el Rosario de alabanza quiere ser como esa suave palmada dada al niño en el momento de nacer, con el fin de que todo su ser se inunde de vida nueva.
so a usted y a quienes lo rodean. Que Nuestra Señora del magnificat nos acompañe a recorrer este camino.
¡Aleluya! ¡Alaben, servidores del Señor, alaben el nombre del Señor! ¡Bendito sea el nombre del Señor ahora y para siempre! ¡Desde donde sale el sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor! Salmo 113,1-3
Las Sagradas Escrituras están colmadas de alabanzas que nos invitan a abrirnos a esta forma de oración. El mismo canto del magnificat es una alabanza de la Virgen María a Dios (Lucas 1, 46 y ss.). El Catecismo de la Iglesia Católica, también, nos anima a crecer en la alabanza por medio de los números 2639 al 2643. Este libro permite abrirse a la oración de la alabanza, de tal modo que se pueda experimentar la alegría que produce el dar gloria a Dios. Por eso, lo invito a pedirle al Espíritu Santo la gracia de abrirse a este don, el cual enriquecerá enormemente su vida espiritual y emocional, otorgándole un nuevo impul-8-
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Venciendo el temor a la alabanza A ti, Señor, te corresponde un canto de alabanza2.
Las primeras veces que participé en grupos de oración en los que se alababa espontáneamente, sentí en mí una resistencia a proclamar en voz alta las maravillas del Señor. Tenía el deseo de hacerlo, sin embargo, no lo hacía, por no estar habituado y por no comprender bien en qué consistía la alabanza. Como sacerdote, en la liturgia de las horas, por medio de los salmos, proclamaba a diario las maravillas del Señor, pero siempre tomando las palabras de aquellos hombres y mujeres que, antaño, alabaron a Dios y no uniendo a ellos mis diarias vivencias. Por lo tanto, la rutina comenzaba a teñir lo que debía ser un memento de encuentro revitalizador de la jornada; y, así, iba perdiendo gradualmente el entusiasmo. El encuentro con la oración de alabanza espontánea me ayudó a revalorizar la liturgia de las horas y a descubrir el poder que los salmos encie-
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Salmo 66 (65), 2.
rran, pasando de lo solamente estructural a una equilibrada combinación con lo espontáneo. De hecho, la oración de la mañana en la liturgia de las horas se llama “laudes”, que traducido del latín significa precisamente: alabanzas. Una de las mejores definiciones sobre la oración de alabanza nos la brinda el Catecismo cuando afirma: La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que él es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que lo aman en la fe antes de verlo en la Gloria. Mediante ella, el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Cfr. Rom 8, 16), da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: “un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros” (1Cor 8, 6)3. La celebración eucarística también es un sacrificio de alabanza a Dios. El Catecismo nos recuerda que: La Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la “ofrenda pura” de todo el 3
CIC 2639.
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Cuerpo de Cristo “a la gloria de su Nombre” (Cfr. Mt 1, 11); es, según las tradiciones de Oriente y de Occidente, “el sacrificio de alabanza”4. Cuando en las oraciones litúrgicas de la santa misa, tanto el celebrante como los fieles manifiestan una actitud de alabanza interior, entonces, unen a la voz, el corazón y la mente, y surge un nuevo fervor que contagian y derraman mutuamente. El Concilio Vaticano II, en la constitución que se refiere a la liturgia, habla de la necesidad de las disposiciones personales, invitando a quienes participamos, a poner nuestras almas en consonancia con nuestras palabras, de manera que participemos en ella consciente, activa y fructuosamente, para asegurar la plena eficacia5. La alabanza espontánea que, en ciertas celebraciones se realiza en algún momento, puede ser considerada como un medio para abrir aún más el corazón a las maravillas que Dios obra con su Palabra y con su Cuerpo y Sangre. Es digno de tener en cuenta lo que dice el Concilio Vaticano II: La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la 4 5
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CIC2643. Cfr. Sacrosantum Concilium, n° 11.
comunidad, ni siquiera en la Liturgia: por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpatía y, si puede, conserva, íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a veces lo acepta en la misma liturgia, con tal que se pueda armonizar con el verdadero y auténtico espíritu litúrgico6. Los pueblos de América Latina tienen un corazón naturalmente dispuesto a la alabanza, que tiende a glorificar a Dios por todas las maravillas que él realiza, por lo que al alentar la alabanza, no sólo en los grupos parroquiales, en los encuentros de oración y en los movimientos, sino también en algunos momentos de la oración litúrgica, se genera una paz y una alegría que atraen incluso a quienes se han alejado de la Iglesia. El padre De Grandis, cuando habla sobre la alabanza, dice: A los católicos se los ha llamado: “los congelados elegidos de Dios”. Un nuevo espíritu de alabanza puede ayudarnos a experimentar mayor felicidad en nuestro diario caminar con Jesús7.
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Sacrosantum Concilium, nº 37. De Grandis, Alaba a Dios diariamente, AMS, p. 4.
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Todos los pueblos alaben a Dios Oh Dios, Que te alaben los pueblos; ¡que todos los pueblos te alaben!8.
Todos los pueblos alaben a Dios: Acaba de resonar la voz del antiguo salmista, que ha elevado al Señor un canto jubiloso de acción de gracias. Es un texto breve y esencial, pero que se abre a un inmenso horizonte, hasta abarcar idealmente a todos los pueblos de la tierra9. Con estas palabras, el papa Juan Pablo II comenzó la catequesis del 9 de octubre de 2002, animando al pueblo de Dios para abrirse a la alabanza. Además, el Santo Padre, apoyándose en san Agustín cuando comentaba el salmo 67 (66), nos recordaba que la alabanza es liberadora de “espinas”, es decir, de todo aquello que nos hace daño; y nos abre a “la lluvia”, es decir, a las Bendiciones que Dios quiere derramar sobre la tierra. Pero, además, que es la misma gracia de Dios la que nos bendice con el espíritu de alabanza: En efecto, “la tierra estaba llena de espinas”, explica. Pero “se ha acercado
la mano del escardador, se ha acercado la voz de su majestad y de su misericordia; y la tierra ha comenzado a alabar. La tierra ya da su fruto”. Ciertamente, no daría su fruto “si antes no hubiera sido regada” por la lluvia, “si no hubiera venido antes de lo alto la misericordia de Dios”. Pero ya tenemos un fruto maduro en la Iglesia gracias a la predicación de los Apóstoles: “Al enviar luego la lluvia mediante sus nubes, es decir, mediante los Apóstoles, que anunciaron la verdad, la tierra ha dado su fruto con más abundancia; y esta mies ya ha llenado el mundo entero’”10. En efecto, la práctica de la alabanza consiste en: 1. Reconocer la gloria de Dios La alabanza nos saca de nosotros mismos y nos centra en Dios. La alabanza consiste en glorificar y celebrar a Dios por lo que el es, a través de la proclamación de sus atributos divinos y maravillas. 2. Darle gracias a Dios por sus maravillas La alabanza es un reconocimiento del trabajo que el Señor hace en nosotros, para nosotros, y a través de nosotros. Dar gracias consiste en retor-
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Salmo 67, 4. S.S. Juan Pablo II, catequesis del 9 de octubre de 2002, Todos los pueblos alaben a Dios, nº 1.
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S.S. Juan Pablo II, catequesis del 9 de octubre de 2002, Todos los pueblos alaben a Dios, nº 5.
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Alabar también en la contrariedad
nar al Señor su gloria por sus maravillas, sin adueñarnos de lo que a él le pertenece. La alabanza es un camino para la humildad. 3. Reconocer que de él precede la bendición divina La alabanza es el reconocimiento de que todo bien procede de Dios. Es proclamar la fidelidad de Dios que se manifiesta en sus bendiciones: ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!11.
Ofrezcamos sin cesar a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su Nombre12.
A medida que nos tomamos el tiempo para observar la belleza de la creación y contemplar que todo lo creado, de un modo u otro, alaba al Creador, surge en nosotros el deseo de entrar en armonía con todas las obras del Señor y empezar a alabarlo. El espíritu de alabanza nos debe acompañar no sólo en los mementos de serenidad y bonanza, sino también en los momentos de dificultad y crisis, sirviéndonos de fortaleza y guía para superar los escollos de la vida. Por ejemplo, cuando surja en su trabajo o en su hogar, un contratiempo, usted al empezar a alabar, aunque sólo sea en silencio, en lo íntimo de su corazón, en lugar de quedar atrapado en el enojo, el dolor o el temor, percibirá una fuerza interior que lo ayudará a superar la primera reacción negativa. Recuperará así, el equilibrio emocional y tendrá una visión clara para superar la situación de crisis.
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Salmo 118 (117), 1-2.
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Hebreos 13, 15.
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Decir: “Bendito seas, Señor”, cuando uno perdió el colectivo o cuando nos han robado, o hemos sufrido algún accidente, puede sonar artificial y antinatural. Sin embargo, la alabanza, hecha aun con el corazón destrozado, permite abrirnos a la gracia de Dios que penetra hasta la sangre y los huesos, impidiendo que nos tensionemos en exceso y permitiendo que Dios se haga cargo, junto con nosotros, de esa situación desafortunada. Después de la alabanza en la crisis, podremos ver las cosas de un modo nuevo. Como expresa la palabra de Dios: A aquel que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros13. Cuando alabamos a Dios en las contrariedades, estamos proclamando victoria sobre esa situación que nos preocupa o nos duele, pues, por medio de la alabanza, reconocemos que Dios es más grande que la dificultad y que siempre está a nuestro lado. Uno de los mejores ejemplos del poder de la alabanza en la tribulación lo encontramos en Pablo y Silas, quienes, a pesar de haber sido llevados presos, golpeados despiadadamente y sujetados los pies en un cepo, oraron y cantaron las alabanzas de Dios. La alabanza logró que las puertas se abrie-
ran y se produjera la conversión del carcelero y de toda su familia14. San Pablo exhorta: Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espiritu15. Ejercicio de oración para abrirse a la alabanza ¿Cuáles son sus cautiverios? ……………………………………………………... …………………………………………………....... ………………………………………………........... Alabe al Señor. ¿Cuáles son las situaciones que lo angustian? …………………………………………………....... …………………………………………………....... ………………………………………………........... Alabe al Señor. ¿Qué es lo que teme? …………………………………………………....... …………………………………………………....... ………………………………………………........... Alabe al Señor. La alabanza producirá en su vida cambios maravillosos.
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Efesios 3, 20.
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Cfr. Hechos 16, 23 ss. 1Tesalonicenses 5, 17-19.
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Testimonios del poder de la alabanza
por su bondad que se manifestaba en tantos regalos que me hacía.
1° Testimonio: Superando la crisis matrimonial
También empecé a alabarlo por la vida de mi esposo y por mi matrimonio. Entonces, me ocurrió algo hermoso, porque, al cuarto día de estar alabando a Dios, comencé a ver las cosas con una nueva luz y me di cuenta de que la crisis de nuestro matrimonio no se debía a problemas económicos o de trabajo, sino que venía de mucho antes. Descubrí que yo era responsable de que, así como no alababa a Dios, tampoco elogiaba a mi esposo por las cosas buenas que hay en él o por sus logros. Al contrario, más bien era de quejarme y de echarle en cara las cosas que no me gustaban.
Comerán abundantemente hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor, su Dios, Que ha hecho maravillas con ustedes16.
“Mi matrimonio estaba atravesando una crisis bastante profunda. Yo pensaba que esto se debía a los problemas laborales por los que estaba pasando mi esposo. En ese tiempo, me invitaron a participar en un taller de alabanza guiado por el padre Gustavo y por algunos servidores de su comunidad. Allí comprendí que yo nunca había alabado a Dios por la vida de mi esposo, ni le había agradecido suficientemente todo lo que había recibido de él en los veinte años de casada. Tampoco había alabado a Dios por el regalo del sacramento del matrimonio. El motivo era muy sencillo: yo no sabía alabar y, menos aún, que la oración de alabanza me podía unir tanto con Dios y ayudarme a ver las cosas de un modo diferente. Por eso, después del taller, me planteé el propósito de comenzar a alabar diariamente a Dios 16
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Joel 2, 26.
Asumí que tenía que pedirle perdón a Dios por esto y confesarme, y, también, pedirle perdón a mi esposo. Me arrepentí y enseguida me confesé, pero tardé alrededor de quince días en decidirme a pedirle perdón a mi esposo y a conversar con él. En todo ese tiempo, no dejé de alabar a Dios como había aprendido en el taller y fui notando que, cada día, gozaba de mayor alegría y vitalidad, a la vez que empezaba a ver a mi esposo con una mirada diferente y a mostrarme más afectuosa con él. Asimismo, él notó el cambio en mí, porque ya no estaba a la defensiva, y se volvió más comunicativo. -21-
Cuando finalmente me animé a conversar con él sobre todo esto y a pedirle perdón, sentí que me sacaba un peso de encima y advertí que, en esos días, la alabanza había producido cambios no sólo en mi corazón, sino también en el de él. Hoy esa crisis está superada. De vez en cuando aparecen otras, pero ya hemos aprendido que podemos derrotarlas con el poder de la oración de alabanza”.
2° Testimonio: Libres del temor (...) los que buscan al Señor lo alabarán. ¡Que sus corazones vivan para siempre! 17.
“Yo siempre fui una persona muy miedosa. Cualquier cosa me preocupaba y me angustiaba, y de cada problema hacía un mundo. Hace dos años, me invitaron a un retiro donde se daba una enseñanza sobre la alabanza. Yo no sabía para que podía servirme participar pues estaba atravesando un período de mucho dolor y oscuridad, pero la amiga que me había invitado y que integraba un grupo de oración me insistió tanto, que terminé aceptando, más para darle el gusto a ella que por verdadera convicción. Allí, el padre contó que el apóstol Pablo, cuando estaba en la cárcel, alababa y le cantaba a Dios y que se abrieron las rejas que lo encerraban. También dio algunos testimonios de personas muy heridas, que, alabando a Dios, vencieron el enojo, el miedo y la frustración... En ese momento, me pareció que me estaba hablando a mí. Yo, hasta ese entonces, pensaba que no comprendía mucho el sentido de la alabanza y no sabía 17
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Salmo 22, 27b.
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que podía ayudarme con la sanación de mis miedos, pero, en ese encuentro, comencé a darme cuenta de que era todo lo contrario.
ROSARIO DE ALABANZAS
A partir de ese día, cada mañana, antes de salir para mi trabajo comencé a rezar el Rosario de alabanzas; y, cada vez que siento miedo a algo, o cuando mi mente se dispara y empieza a fantasear con catástrofes, hago como nos enseñaron en el retiro: alabo a Dios porque él está a mi lado, y es más grande que mis problemas y mis miedos. Así, logro vencerlos.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Realmente, he tenido cambios sorprendentes. Mis amigos me han dicho que me notan más serena y segura; en el trabajo, estoy más contenta, y un par de personas me lo han hecho ver. Lo más importante: siento que Dios está conmigo como un amigo en todo momento, y lo alabo en mi corazón. Bendito seas, Señor”.
G.: Guía T.: Todos
Puede hacernos llegar sus testimonios y comentarios a la siguiente dirección de correo electrónico: secretaria@sanroquercc.com Que Dios lo bendiga.
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Señor, abre mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Pidiendo perdón en clave de alabanza
Te alabo y te bendigo, Padre amado, por tu gran misericordia: G.–Señor, ten piedad. T. –Señor, ten piedad. Te alabo y te bendigo, Señor Jesús, porque con tu sangre me lavas de mis pecados: G. –Señor, ten piedad. T. –Señor, ten piedad. Te alabo y te bendigo, Espíritu Santo, porque tú me purificas y me traes el perdón: -25-
G. –Señor, ten piedad. T. –Señor, ten piedad. Pidamos el Espíritu Santo para que él nos conceda el don de la alabanza
Te alabo y te glorifico, Señor, pues me proteges. Te alabo y te glorifico, Señor, pues quieres bendecir mi familia. Te alabo y te glorifico, Señor, pues en ti sé que no tengo nada que temer.
G. –Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. R. –Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Te alabo y te glorifico, Señor, pues me quieres dar salud.
G. –Envía tu Espíritu Creador. R. –Y renueva la faz de la tierra.
(Cada uno de los participantes agregue las peticiones-alabanzas que le inspire el Espíritu Santo.)
G. –Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre del bien y gozar de su consuelo, y para abrirnos, cada día un poco más, al don de la alabanza. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Te alabo y te bendigo, Señor, pues me irás transformando con tu gracia.
NOTA: En cada misterio, antes de cada Ave María, he colocado una alabanza. Con el correr de las semanas, a medida que usted vaya orando con este Rosario, es posible que sienta el deseo de alabar a Dios más espontáneamente. Deje, entonces, que la alabanza fluya libremente.
Peticiones – Alabanzas En este momento, podemos unir la petición a la alabanza. A continuación, cito algunos ejemplos, y luego cada uno de los lectores déjese guiar por el Espíritu Santo. Alabemos a Dios por quien es él y por lo que quiere obrar en nuestras vidas. -26-
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1º MISTERIO Alabemos a Dios por todo lo creado Con el salmo 148, 1ª parte Reflexión: Toda la creación (cada criatura a su manera) alaba a Dios. La tierra alaba dando alimento y vida; los ríos de montaña lo hacen formando torrentes espumosos al chocar contra las rocas sus aguas cristalinas; los ríos de llanura alaban a Dios en sus serenas aguas que perezosamente se arrastran para fundirse en el mar y reflejar los rayos del sol; el mar lo hace con la voz de sus olas; el sol, resaltando los colores de todo lo que existe; las montañas alaban a Dios recordándonos que debemos seguir ascendiendo, día a día, en un crecimiento integral de nuestras vidas. También nosotros nos unimos a la creación para alabar a Dios. Te alabamos y te glorificamos porque eres Nuestro Padre. G. –Padre Nuestro... R. –Danos hoy... -28-
1. “¡Aleluya! Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas”. Dios te salve, María... 2. “Alábenlo todos sus ángeles”. Dios te salve, María... 3. “Alábenlo el sol y la luna, alábenlo todos los astros de luz”. Dios te salve, María... 4. “Alábenlo los cielos y las aguas por encima de los cielos”. Dios te salve, María... 5. “Alaben el nombre del Señor, pues lo ordenó y todo fue creado”. Dios te salve, María... 6. “Alaben al Señor desde la tierra, monstruos del mar y todos sus abismos”. Dios te salve, María... 7. “Alaben al Señor el fuego y el granizo, la nieve y la neblina”. Dios te salve, María... 8. “Alaben al Señor las montañas y todas las colinas”. Dios te salve, María... -29-
2º MISTERIO
9. “Alaben al Señor los árboles frutales y todos los cedros”. Dios te salve, María... 10. “Alaben al Señor los animales salvajes y domésticos”.
Alabemos a Dios por cada ser humano, creado a su imagen y semejanza
Dios te salve, María...
Con el salmo 148, 2ª parte
Te alabamos y te glorificamos, Trinidad Santa. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo... Oración Mi buen Jesús, te alabo porque perdonas nuestras culpas. Te glorifico porque nos libras del fuego del infierno. Te bendigo porque llevas al cielo a todas las almas y socorres especialmente a las más necesitadas de tu misericordia. Oración: Señor Jesús, cúbrenos con tu preciosísima sangre, escóndenos en tus santas llagas, líbranos de todo peligro y de todo mal. Envía a tus santos ángeles y arcángeles para que nos acompañen y nos guíen a lo largo del camino. Amén.
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Reflexión: Nosotros podemos alabar a Dios, no sólo por el mundo vegetal y animal, sino, también, en nombre propio y en nombre de cada habitante de esta tierra, especialmente, por aquéllos que nunca alaban a Dios y también en nombre de los que, queriendo ponerse en el lugar de Dios, viven pendientes de las alabanzas de los demás. De este modo, nos hacemos solidarios con las personas que aún no han experimentado el amor de Dios, y nuestra alabanza puede traerles liberación. Te alabamos y te glorificamos porque eres Nuestro Padre. G. –Padre Nuestro... R. –Danos hoy... 1. “¡Aleluya! Alaben al Señor todos los reyes de la tierra”. Dios te salve, María... -31-
2. “Alaben al Señor, todas las naciones”. Dios te salve, María... 3. “Alaben al Señor los príncipes y los que gobiernan la tierra”. Dios te salve, María... 4. “Alaben al Señor los jóvenes y las muchachas”. Dios te salve, María... 5. “Alaben el nombre del Señor, los ancianos con los niños”. Dios te salve, María... 6. “Alaben el nombre del Señor, pues su Nombre es el único sublime”. Dios te salve, María... 7. “Alaben el nombre del Señor, pues su majestad excede tierra y cielo”. Dios te salve, María...
10. “Alaben al Señor para Israel, el pueblo que a él se acerca”. Dios te salve, María... Te alabamos y te glorificamos, Trinidad Santa. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Oración: Mi buen Jesús, te alabo porque perdonas nuestras culpas. Te glorifico porque nos libras del fuego del infierno. Te bendigo porque llevas al cielo a todas las almas y socorres especialmente a las más necesitadas de tu misericordia. Oración Señor Jesús, cúbrenos con tu preciosísima sangre, escóndenos en tus santas llagas, líbranos de todo peligro y de todo mal. Envía a tus santos ángeles y arcángeles para que nos acompañen y guíen a lo largo del camino. Amén.
8. “Alaben al Señor, pues levantó la cabeza de su pueblo”. Dios te salve, María... 9. “Alaben al Señor, fortaleza para todos sus amigos”. Dios te salve, María... -32-
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Índice Dedicatoria ........................................................... Introducción ......................................................... Venciendo el temor a la alabanza ..................... Todos los pueblos alaben a Dios ....................... Alabar también en la contrariedad ................... Testimonios del poder de la alabanza .............. Libres del temor .................................................. ROSARIO DE ALABANZAS Pidiendo perdón en clave de alabanzas ...... Pidamos el Espíritu Santo para que él nos conceda el don de la alabanza ...................... Peticiones – Alabanzas .................................. 1º MISTERIO Alabemos a Dios por todo lo creado ................ 2º MISTERIO Alabemos a Dios por cada ser humano, creado a su imagen y semejanza ....................... 3º MISTERIO Alabemos a Dios Padre ...................................... 4º MISTERIO Alabemos a Dios Hijo ......................................... -58-
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5º MISTERIO Alabemos a Dios Espíritu Santo ....................... Por el Santo Padre y por toda la Iglesia .......... ORACIONES FINALES 1. Salmo 66 - Invitación a la alabanza ......... 2. Daniel gr 3 - Cántico de alabanza de los tres jóvenes ............................................... 3. Bendito sea Dios ........................................ 4. Bendito sea el Nombre de Nuestro Señor ................................................................ 5. A la Virgen de Itatí ....................................
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