31 Visitas y Quince Minutos a JesĂşs sacramentado Trisagios - LetanĂas - Siete Lunes
Tomado del “Devocionario católico” de E. Sálesman
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6ª Reimpresión 2010
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QUINCE MINUTOS BÍBLICOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS sACRAMENTADO (Todas las frases que están en negrilla son de la Santa Biblia).
Voz del Maestro No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho. Basta que tengas fe y me ames con fervor. Si quieres agradarme más, confía más, si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente. Háblame pues como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías a tu madre o a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, sea el de tus padres, el de tus hermanos, amigos o personas encomendadas a tus cui dados... Dime enseguida qué quieres que hiciera actualmente por ellos. Yo he prometido: “Pedid y recibiréis. Todo el que pide recibe” (Mt 7, 7). Pide mucho, mucho... no vaciles en pedir. Pero pide con fe, pues Yo he dado mi palabra: “Si tenéis fe aunque sea tan pequeña como un gra nito de mostaza le podéis decir a una montaña: Quítate de ahí y lánzate al mar, y os obedecerá. Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que ya os ha sido concedida, y la obtendréis” (Mt 17, 20). Me gustan los corazones generosos, que llegan en cierto momento a olvidarse de sí mismos, para atender a las necesidades de los demás. Así lo hizo mi Madre en Caná en favor de unos esposos en cuya fiesta se había acabado el vino. Me pidió un milagro y lo obtuvo. Así lo hizo aquella mujer
cananea del evangelio, me pidió que sacara de su hija el demonio, y consiguió esa gracia especial. Háblame pues con sencillez de los pobres a quienes quieres consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelan volver al buen camino, de los amigos alejados que quisieras ver otra vez a tu lado, de los hogares desunidos para los cuales deseas paz. Recuerda a Marta y María cuando me suplicaron por su hermano Lázaro y obtuvieron su resurrección. Recuerda a santa Mónica que después de rezarme durante 30 años por su hijo que era tan pecador, obtuvo que se convirtiera y llegará a ser el gran san Agustín. No olvides a Tobías y su esposa que con sus oraciones obtuvieron que les fuera enviado el Arcángel san Rafael a que defendiera a su hijo en el largo viaje, lo librara del demonio y de los demás peligros y lo devolviera sano, rico y muy feliz al lado de sus familiares. Dime por muchas personas una palabra siquiera, pero una palabra de amigo, palabra de corazón y fervorosa. Recuérdeme que he prometido: “Todo es posible para quien tiene fe. Mi Padre dará co
sas buenas a quienes se las pidan. Todo lo que pidáis a mi Padre en mi nombre, os lo concede rá” (Mt 7, 11).
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, como una lista de tus necesidades y ven y léela en mi presencia. Recuerda el caso de mi siervo Salomón que me pidió sabiduría y le fue concedida en gran manera. No olvides a Judith, que imploró gran valor y lo consiguió. Ten presente a Jacob, que me pidió prosperidad (prome tiéndome dar para obras buenas la décima parte de lo que ganara) y le concedí muy generosamente todo lo que deseaba y mucho más. Sara me rogó y le alejé del demonio que la atormentaba. Magdalena oró con fe y la libré de sus malas costumbres. Zaqueo por su oración dejó su apego dañoso al dinero y se transformó en un hombre generoso. Y tú... ¿qué es lo que deseas que te conceda? Dime francamente que sientes orgullo, amor a la sensualidad y a la pereza. Que eres egoísta, inconstan te. Que descuidas tus deberes. Que juzgas muy severa
mente a tu prójimo olvidando mi prohibición. “No juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados por Dios” (Mt 7, 1). Dime que ha blas sin caridad a los demás. Que te preocupas más por el qué dirán los demás de ti, que por el “qué opinará Dios”. Que te dejas llevar por la tristeza y por el mal genio. Que reniegas de tu vida, de tu pobreza, de tus males, de tus oficios, del trato que recibes, olvidando lo que dice el libro Santo: “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Mt 6, 31). Dime que tienes la costumbre de decir mentiras, que no dominas tu vista ni tu imaginación, que rezas poco y sin fervor, que tus confesiones son hechas casi sin dolor y sin propósito y que no evitas después las ocasiones de pecado y por eso vuelves a caer siempre en las mismas faltas. Que tu misa es mal atendida y que tus comuniones son hechas casi sin preparación y con poca acción de gracias. Que tienes pereza y miedo hacia el apostolado. Que a veces pasas varios días sin leer una página de la Biblia... Y Yo te recordaré mis enseñanzas, que pueden traer una transformación total para tu vida. Te diré de nuevo: “Dios humilla a los orgullosos, pero a los hu mildes los llena de gracia...” (Lc 1, 52). Si eres des
cuidado en tus pequeños deberes, también lo serás en los grandes. De toda palabra dañosa que digáis, tendréis que dar cuenta en el día del Juicio. Dichosos los que escuchen la Palabra de Dios y la practiquen. No te avergüences, ¡pobre alma! Hay en cielo tantos justos y tantos santos de primer orden, que tuvieron los mismos defectos que tú tienes. Pero rogaron con humildad y poco a poco se vieron libres de ellos. Porque: “Yo no vine a buscar a los justos sino a los pecadores” (Mt 9, 13), y porque: “Un corazón arrepentido, Dios nunca lo recha za. El mejor regalo para Dios es un corazón arre pentido” (Sal 51, 19). Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales. Salud, memoria, simpatía, éxito en el trabajo, en los estudios o en los negocios. Entenderte bien con todas las personas. Ideas nuevas para tus empresas, amistades que te sean provechosas, buen genio, paciencia, alegría, generosidad, amor a Dios, odio al pecado, etc. Todo eso puedo darte y lo doy, deseo que me lo pidas, en cuanto no se oponga, antes bien, favorezca y ayude a tu santificación. Pero en todo debes siempre repetir mi oración del huerto: “Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya. No
se haga como yo quiero, sino como quieres Tú” (Mt 26, 39), porque muchas veces lo que una persona pide no conviene para su salvación, y entonces nuestro Padre Dios le concede en cambio otros regalos que le harían mayor bien.
Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? Si supieras los deseos que tengo de favorecerte. Yo di de comer a cinco mil hombres con sólo cinco panes, porque vi que lo necesitaban. Yo calmé la tempestad cuando los apóstoles me despertaron. Yo resucité a la hija de Jairo cuando su padre me pidió que fuera a resucitarla. Tú también tendrás que repetir con el profeta: “¿Quién ha clamado a Dios y no ha sido escuchado?”.
¿Tienes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas, qué deseas? ¿En qué puedo ayudarte?
Ojalá recordaras siempre la frase del salmista: “Lo que nos trae éxitos no son nuestros afanes. Lo que nos trae éxitos es la bendición de Dios. Encomienda a Dios tus preocupaciones y se te cumplirán tus buenos deseos”. Los israelitas deseaban ocupar la tierra prometida. Me lo suplicaron y se lo concedí. David deseaba vencer a Goliat. Me rogó y lo obtuvo. Mis apóstoles deseaban que les aumentará su fe. Me imploraron ese favor y les fue otorgado con enorme generosidad. Y tú..., ¿qué deseas que te conceda? ¿Qué puedo hacer por tus ami gos, por tus superiores, por las personas que viven en tu casa, en tu barrio, en tu vereda, por aquellos por los cuales tendrás que dar cuenta el día del Juicio? Jeremías oró por su ciudad Jerusalén y Dios la llenó de bendiciones. Daniel oraba por sus paisanos y obtuvo que se les disminuyeran muchas penas. Y tú ¿qué me pides para tus vecinos, para tu barrio?, ¿para tu región, para tu patria...? ¿Y por tus padres? Si están muertos recuerda que: “Es una obra santa y buena ro 10
gar a Dios por los muertos que descansen de sus penas”. Y si están vivos, ¿qué deseas para ellos? ¿Más paciencia en sus penas, salud? ¿Un genio agradable? ¿Entendimiento y comprensión en toda la familia? Los ruegos de un hijo no pueden ser desechados por quien estuvo treinta años dando ejemplo de amor filial en Nazaret. Si tienes algún familiar que necesita un favor, dirígeme por él o ella tus oraciones, que yo haré de tu familia un templo de amor y consuelo, y derramaré a manos llenas sobre tus familiares las gracias y auxilios que necesitan para ser felices en el tiempo y en la eternidad. ¿Y por mí? ¿No te sientes con deseos de mi gracia y amistad? ¿No quisieras hacer algún bien a tu prójimo, a tus amigos, a quienes amas tal vez mucho, pero que viven alejados de la religión o no la practican como deberían? Soy dueño de los corazones y los llevo dulcemente sin prejuicio de su libertad, hacia la santidad y el amor de Dios. Pero necesito personas que oren por ellos. 11
En el evangelio dejé esta promesa: “El Padre Celestial dará el buen Espíritu, a los que se lo pidan” (Lc 11, 13). Pídeme para tus familiares ese buen espíritu, ese acordarse de la eternidad que les espera, ese prepararse un buen tesoro en el cielo, haciendo en esta vida muchas obras buenas y orando sin cesar. Al trabajar por la salvación de los de tu familia y de otros, no olvides nunca la estupenda promesa del profeta: “Los que enseñan a otros a ser bue nos, brillarán como estrellas por toda la eterni dad”. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntamel•. Cuéntame alma desconsolada tus tristezas, con todos los pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha menospreciado? Dime si te sale mal tu empresa y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras interesarme algo en tu favor? Acércate a mi corazón que tiene bálsamo eficaz para todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo y acabarás en breve por decirme que a semejanza de mí todo lo perdonas, todo lo olvidas, porque: “Las penas de esta vida no son compa 12
rables con la inmensa gloria que nos espera co mo premio en la eternidad”. ¿Sientes desvío de parte de algunas personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti sin que les hayas dado un motivo? Ruega por ellas. Mi amigo Job rezó por los que le corres pondían muy ingratamente, y la bondad divina los perdonó y los volvió a su amistad. ¿Y no tienes tal vez una alegría que contarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella, como buen amigo? Cuéntamelo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y ha hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas. ¿Quizás han desaparecido ciertas angustias o temores por el futuro? Has vencido alguna dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto y yo te lo he proporcionado. Cómo me alegran los corazones agradecidos que como el leproso curado vuelven a darme las gracias, pero cómo me entristecen estos desa gradecidos que como los nueve leprosos del evangelio no vuelven a agradecer los bienes recibidos. Recuerda que: “Quien agradece un beneficio ob 13
tiene que se le concedan muchos más”. Dime un “gracias” siempre con todo tu corazón. ¿Tampoco tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo del corazón. A las personas humanas se les engaña fácilmente. A Dios no. Háblame pues con sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte más a aquella ocasión del pecado? ¿De privarte de aquella revista, periódico, película, programa de habladuría que hace daño a tu alma? ¿De no leer aquel libro que excitó tu imaginación? ¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma? De guardar silencio cuando te venga la cólera, porque: “Las personas imprudentes dicen lo que sienten cuando están de mal genio, pero las per sonas prudentes se callan siempre cuando están de mal humor y saben disimular las ofensas que reciben”. ¿Quieres hacer el propósito de no hablar mal de nadie, aunque creas que dices la verdad? ¿De no quejarte de lo dura que es la vida? ¿De ofrecerme tus sufrimientos en silencio, en vez de andar rene gando de tus penas? ¿De apartar cada día un ratico para leer algo provechoso, especialmente la Biblia? 14
Así se dirá también de ti: “Quien escucha la Pala bra de Dios y la practica, será como casa edifica da sobre roca, no fracasará” (Mt 7, 24). ¿Volverás a ser amable con las personas que te han tratado mal? ¿Tendrás de hoy en adelante un rostro alegre y una sonrisa amable? ¿Aun con aquellos que no sienten mucha simpatía por ti? Recuerda mis palabras: “Si saludáis a los que aman, ¿qué premio tendréis? También los malos hacen eso. Perdonad y seréis perdonados. Un rostro amable alegra los corazones de los de más” (Mt 5, 47). Y ahora vuelve a tus ocupaciones. Pero no olvides los quince minutos bíblicos de grata conversación que hemos tenido aquí en la soledad del santuario. Guarda en lo que puedas silencio, modestia y caridad con el prójimo. Ama a mi Madre que lo es también tuya. Recuerda que ser buen devoto de la Virgen María es señal de segura salvación.
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Índice
Quince minutos bíblicos en compañía de Jesús sacramentado Trisagio al Sagrado Corazón de Jesús Letanías del Sagrado Corazón de Jesús Oración para pedir a Dios perdón por los pecados Visita al Santísimo Sacramento Oraciones que reza el santo Papa después de comulgar Comunión espiritual La famosa novena de la confianza al Sagrado Corazón de Jesús Acto de abandono al Padre Oración de San Ignacio de Loyola La oración de la paz Oraciones sencillas y eficaces Un minuto con la Virgen Letanías para obtener una santa muerte Oración a San José Consagración del hogar al Sagrado Corazón de Jesús Invocación al Espíritu Santo Aclamación a Dios Creador Oraciones para santificar el día Himno a Cristo humillado y glorificado Himno de acción de gracias 300
3 17 26 31 32 34 36 37 38 39 39 41 42 44 45 47 48 50 51 55 56
Devoción de los siete lunes 58 Primer lunes 60 Segundo lunes 63 Tercer lunes 66 Cuarto lunes 69 Quinto lunes 71 Sexto lunes 74 Séptimo lunes 76 Los cien réquiem 79 Oración del enfermo 81 Trisagio bíblico a la Santísima Trinidad 82 Oración al Padre 88 Oración al Hijo 87 Oración al Espíritu Santo 88 Novena de las tres Avemarías 96 Oración de santa Teresita por la santificación de los sacerdotes 97 Oración de su santidad Juan Pablo II por las vocaciones 98 Salmo 12: petición para momentos muy difíciles 100 Oración por los difuntos y por los pecadores 101 Letanías de la Santísima Virgen 102 El Ángelus 107 Oración 107 Cantos 108 1) Alabaré, alabaré 108 2) Eres mi Pastor 109 3) Bendigamos al Señor 109 4) María la blanca paloma 110 5) Ha venido el Señor 111 6) Un mandamiento nuevo 112 7) Vamos cantando al Señor 113 301
Preparaci贸n para la comuni贸n. Oraci贸n de san Ambrosio 31 Visitas al Sant铆simo Sacramento Visita 1 Visita 2 Visita 3 Visita 4 Visita 5 Visita 6 Visita 7 Visita 8 Visita 9 Visita 10 Visita 11 Visita 12 Visita 13 Visita 14 Visita 15 Visita 16 Visita 17 Visita 18 Visita 19 Visita 20 Visita 21 Visita 22 Visita 23 Visita 24 Visita 25 Visita 26 Visita 27 Visita 28 302
114 116 120 122 124 126 128 131 133 134 136 138 139 141 143 145 147 149 151 154 156 158 160 162 164 166 168 170 172 174
Visita 29 Visita 30 Visita 31 Santo vía crucis Primera estación Segunda estación Tercera estación Cuarta estación Quinta estación Sexta estación Séptima estación Octava estación Novena estación Décima estación Decimoprimera estación Decimosegunda estación Decimotercera estación Decimocuarta estación Siete meditaciones: Primera meditación: para el domingo Lunes: el pecado grave Martes: la muerte Miércoles: el juicio Jueves: el infierno Viernes: el paraíso Sábado: la devoción a la Santísima Virgen Plegaria para obtener serenidad 2 horas Santas Oración delante de Jesús Eucaristía
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176 178 180 185 185 186 188 189 191 192 194 195 196 198 199 201 203 204 207 208 214 218 224 231 235 241 246 247 298