Stage St. Lary Soulan 2009

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Color, historia y montaña Saint Lary-Soulan Fichas, puertos y altimetrías: A. Guaza/J. Uribarri/APM. Fotos: A. Epelde Uno de esos lugares que no se olvida nunca. Camino de Lac d’Aumar y Cap de Long , atravesando la zona de les “lacets”, parte común en las dos ascensiones.

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Saint Lary-Soulan

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l invierno en Saint Lary es blanco. Los copos pelean por hacerse dueños de sus calles y las montañas se cubren con un grueso manto como queriendo protegerse del intenso frío y del duro viento. Pero invierno en Saint Lary es también vida, deporte, bullicio. El día es corto pero intenso. La noche es larga, invita al descanso pero también a recorrer sus cuidadas calles. Su población, que apenas supera los 2.000 habitantes, es presa fácil y no pone reparos para dejarse invadir por miles de personas que llegan para divertirse en las estaciones de esquí de la zona. Su paz invernal se rompe pero su economía lo agradece. Pero el verano en Saint Lary también existe. Es una paleta de pintor llena de colores y preparada para iniciar el más bello de los cuadros. El verde es dominante, muy intenso y en todo tipo de tonalidades para cubrir praderas y montañas. Pero es igualmente azul, del cielo y de las aguas de sus ríos y lagos. Además tiene trazas rosas, amarillas, rojas, colores de flores que se empeñan en romper la hegemonía del verde sobre sus campos. Y es gris, de piedra, de escarpados picos, pero también de asfalto. Las carreteras recuperan el protagonismo que cada año les roba la nieve y sus caprichosos recorridos sobre las laderas de las montañas, se muestran insinuantes y provocadores. Saint Lary vive del invierno, pero vive también del verano y cada vez más. La evolución forma parte de nuestra ley de vida y el que no se adapta no tiene futuro. Los Pirineos son invierno, pero también, y cada vez más, verano. Teníamos muchos nombres en la cabeza a la hora de montar un stage en los Pirineos. Buscábamos comodidad, no queríamos ir de nómadas un día sí y otro también. Pero queríamos variedad, no repetir puertos y poder realizar recorridos interesantes.

Por Jonb

St Lary nos lo puso fácil, nos enseñó sus cartas y ganó la partida. Hablando de ciclismo, su entorno es un verdadero cocktail de “delicatessen”. Apto tanto para estómagos exquisitos como para los más voraces devoradores. Cata o atracón de puertos, la elección no es fácil ya que la carta es muy amplia: Pla d’Adet, Portet, Lac d’Aumar, Cap de Long, Piau Engaly, Túnel de Bielsa, Beyrede, Aspin, Hourquette d’Ancizan, Tourmalet, Azet, Val Louron, Peyresourde, Peyreagudes, Portillon, Bales, Superbagneres, Artigue, Herran… el inicio de todos ellos se encuentra a menos de 50 kilómetros. Si los puertos de por sí son reclamo suficiente (todos primera y especiales en el Tour), su historia les da ese toque que da notoriedad y prestigio. Es tierra de épica, de grandes batallas, de Bahamontes, Anquetil, Merckx, Ocaña, Fuente, Hinault, Indurain, Escartin, Delgado, Armstrong, Sastre, Contador… Cada puerto tiene su momento, su hecho y todo eso da más valor. Supongo que a muchos os pasará lo mismo, pero cuando subo un puerto del que conozco historias, he visto momentos intensos en directo o en la televisión, siento un cosquilleo especial. Volviendo a nuestra semana, creo que vivimos una experiencia plena en todos los sentidos. El mejor de los escenarios y el más trabajado de los decorados no servirían para nada sin unos buenos actores. Para nosotros ésta fue una de las cosas más gratificantes, ya que el reparto fue perfecto. Los actores sabían cual era su papel, tenían claro lo que querían y lo vivieron en toda su intensidad. Un stage es una oportunidad inmejorable para conocer gente con la que se comparte aficiones. Hablar de lo que nos gusta, del lado amable de la vida y hacer amigos con los que seguro volveremos a vivir nuevas aventuras.

Y eso que decían que suavizaba... En el último kilómetro del Port de Bales.

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Izquierda de arriba a abajo: Parte final del Peyyresourde desde Arreau. Entrando en el bosque en la ascensión a Hourquette d’Ancizan desde La Payole. Parte final de la subida al Túnel de Bielsa. Derecha: En Superbagneres, un puerto muy largo pero de los que se deja.

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Experiencias de un repetidor H

ace ahora un año y no sin muchas dudas, un grupo de 7 amigos decidimos apuntarnos a un Stage en Burguete. Un año después 6 de ellos acompañados de 3 amigos más (un cuarto se nos unió el fin de semana) repetimos stage, esta vez en Saint Lary. Es evidente que el formato nos cautivó. Esa sensación de sentirte “semiprofesional” (coche a pie de puerto para dejar la ropa de abrigo, coche en la cima para avituallamiento, atención mecánica, fotos…) sólo nos faltaba el famoso pinganillo y todo, sin dejar de ser un “globerillo”. Esa sensación de salir a dar una vuelta no competitiva con amigos pero sabiendo que hay lugar a que tengas tu minuto de gloria. En definitiva sensaciones que a mí por lo menos me enganchan. 24 horas conviviendo con antiguos y nuevos amigos, compartiendo risas y tonterías que fuera de este contexto no tendrían gracia. Recordar el “Aquí

hay enzerrau un gato” cada vez que se acercaba un puerto, escuchar el “kikiriki llamando a Miau” al comienzo de cada ascensión, oír el “ese Jonan ke Pin, ke Pan” tras cada ataquecillo, o observar a Luisle pronunciar “Lac D’Ooo” mientras subía el Peyresourde, todo eso también me engancha. Cuando la organización me propuso escribir mis experiencias sobre esta concentración pensé: vaya trabajo, tendré que apuntarlo todo pero he de reconocer que nada más lejos de la realidad, todo fueron facilidades para mi, los compañeros me preparaban la bici, me daban pequeños empujones y lo que es más importante, cada uno me recordaba sus mejores momentos y las debilidades de los “contrarios”. Por todo ello no puedo olvidarme de la escapada mas larga del stage protagonizada por Edort Van D’Huezen camino del Peyresourde, de la demostración de poderío de Torkonen en la ascensión a Hourquette D’Ancizan, pedalier 39


del triunfo agónico de Tiger en el Túnel de Bielsa, de los explosivos comienzos de puerto de Santi, de los cambios de ritmo de Aitor, de la alegría de Campanilla, del pundonor de Carlos y los Joserras, de la progresión de Kamarón (una semana más y …), de los ¡Ay amas! de Luisle, de la regularidad de Braversen (vino tocadillo que sino..) , de la piel de gallina que se le ponía a Wikipedia Paco cuando ascendía los míticos puertos por los que han pasado sus grandes ídolos, de la garra de Fran por no perder rueda en el puerto más duro de cada jornada (“Cuando vuelva pa Grana no voy a meter el plato chico pa na”), de la fortaleza de Marisol cubriendo todo el recorrido con un desarrollo máximo de 34x25 (se convirtió en una chicarrona del norte), de Radio Artea que nos amenizaba casi todas las ascensiones (algunos no podíamos respirar y el blablabla blablabla), del dominio de Borjettini en las cimas (me refiero entre los humanos porque creo que Alex o era un androide avanzado o iba en moto), del desfallecimiento de Cancellara (el fin de semana es poco tiempo para aclimatarse), de los etapones de Nésthor Husvod (casi siempre con una cámara en la mano inmortalizándolo todo) y Beunzen (letal si decidía disputar), de las pasadas que en algunos puertos nos daba Kaparros, de los avituallamientos y ánimos de Angel Mari y Josefa, y de mi primer puesto en el Col de Bales en un sprint medio amañado ( ya sabéis, por esto de la crónica). ¡Ah! perdona Gatito, se me olvidaba nombrar los 6 kilómetros que tiraste picando hacía abajo a 28 Km/h de media (Un verdadero León Flandrien, sin tí el stage no sería lo mismo). En cuanto a las etapas deciros que para mi la más dura fue la tercera, en aproximadamente 70 kilómetros encadenamos 4 puertos (Cap D’Aumar, Cap de Long, Piu Engaly y el Tunel de Bielsa) y 3.000 metros de desnivel, el puerto más bonito, plagado de herraduras y preciosos paisajes fue el de Cap D’Aumar, la etapa más bonita fue la cuarta en la que ascendimos Col de Bales, Peyresourde por la vertiente de Luchon y Col D’Azet (más conocido como Val Louron) y quizás el puerto más duro, en cuanto a desnivel se

refiere, fue el Pla D’Adet (subida a la estación de ski de Saint Lary). Además tuvimos la suerte de ascender el mítico Tourmalet a escasos días del paso del Tour recibiendo los ánimos de muchos de los que ya allí acampaban a la espera de que llegasen unos días más tarde y un poquito más rápido los Contador, Armstrong y compañía. Pero si os soy sincero, para un servidor los mejores momentos de cada etapa llegaban a eso de las 5 de la tarde cuando nos sentábamos todos alrededor de una mesa en el jardín de hotel a devorar bocatas de chorizo, salchichón, queso y jamón, degustar un poco de bollería fina y dar cuenta de unas buenas birras (eso son recuperantes, juraría que la mayoría ganamos peso) mientras contábamos las anécdotas del día. “Que mal te he visto en ese puerto”. “Tu si que ibas despacio, te iba pillando y parecía que venías de frente”… En definitiva, que Saint Lary me pareció un sitio privilegiado para los que queráis ascender puertos míticos del Tour y disfrutar de unos entornos envidiables. Como colofón avisaros a los carreristas que aunque de esta crónica podáis extraer otras conclusiones, sino cambiáis el chip no os apuntéis (nuestros minutos de gloria realmente no duran ni eso) y a los demás ya sabéis, si os gusta, animaros, y empezar a llenar el saco con puntos casa para poder apuntaros el año que viene. Mis amigos y yo (Antonino espero que el año que viene no te rajes) REPETIREMOS (quizás en Alpes, otra vez Pirineos, Dolomitas…). Os tengo que dejar. Que si cariño, que ya voy, si no te preocupes, yo me encargo de los niños, hago la compra, la cena y …. El Junco Urraburu P.D: Lo de los nombres en clave es por lo de la protección de datos.

Izquierda: En la parte final de Cap de Long. El muro de la presa ya se ve al alcance de la mano. Derecha arriba: Muy cerca de coronar el Peyresourde desde la vertiente de Luchon. Derecha abajo: Superbagneres

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Color, historia y montaña Saint Lary-Soulan Derecha arriba: Ascendiendo a Cap de Long con el lago Oredon al fondo. Derecha abajo: El Port de Bales dejó huella tanto por su dureza y longitud como por el entorno por el que asciende. Centro de arriba a abajo: Hourquette d’Ancizan. Val Louron. Superbagneres. Tourmalet. Piau Engaly. Derecha de arriba a abajo: Piau Engaly. Peyresourde. Peyresourde. Aspin. Team VW (agradecemos a Autocentro Igara su apoyo logístico) en Bales. pedalier 43


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Port de Balès Aroma pirenaico

Fue en el Tour 2007 cuando las rampas y los paisajes de este precioso puerto se dieron a conocer a todo el mundo del ciclismo. No se decidía en él la etapa, pero ya asistimos a algunas escaramuzas entre los Rasmussen, Contador y compañía. ¿Qué mejor carta de presentación? A día de hoy cada vez son más los cicloturistas que se acercan a la estación termal de Bagnèresde-Luchon para enfrentarse a este nuevo coloso pirenaico.

ALTOS PIRINEOS

VALLE DE LA BAROUSSE

MAULEÓN-BAROUSSE

BALÈS

Localización: Muy cerca de uno de los centros neurálgicos del Pirineo francés, Bagnères-de-Luchon, encontramos esta exigente subida. El puerto se inicia desde la bonita población de Mauléon- Barousse. Especificaciones: Carretera estrecha, en perfecto estado, aunque sin señalización horizontal, que tras discurrir algo más de 16 km por un tupido bosque nos deja, a falta de tres para coronar, inmersos en una bonita y clásica zona de praderas pirenaicas. Tráfico testimonial. Fuentes: Una en Mauléon- Barousse, justo antes de tomar el desvío hacia Ferrère que es donde señalamos el inicio del puerto. En este último pueblo siempre podemos intentar también conseguir agua.

Bales es un puerto plagado de alicientes y atractivos. Se sufre pero se lleva...se disfruta pero agota... La verdad es que tiene algo que engancha y que anima a regresar.

Descripción: El Tour de Francia, nada más asfaltarse por completo, no dejó pasar la oportunidad de incluir este nuevo descubrimiento en su recorrido para acabar dando un gran espectáculo. Y es que debemos reconocer que “en la variedad está el gusto” y, gracias a ella, el placer de dar pedales en la montaña va experimentándose cada vez más en territorios casi vírgenes: es cierto, los nombres míticos tienen su atractivo, pero también ellos fueron unos completos desconocidos en un principio. Se podría decir que este puerto se nos muestra dividido en tres partes bien diferenciadas, tras un comienzo digamos que interesante con un primer kilómetro al 7,3% a la salida de la capital de la comuna. Luego pedalearemos durante 6 km a las orillas de la Ourse de Ferrère, atravesando esta localidad para llegar sin esfuerzo alguno hasta los Chalets de St-Nérée. En un puente sobre ese mismo río en el Km 8 será donde dé comienzo una segunda parte de la ascensión preciosa y exigente. Nuestras piernas notarán los dos dígitos, pero el entorno, el bonito bosque comunal de La Barousse por donde discurre la “coqueta” carretera, oxigenará nuestros pulmones y músculos y nos hará disfrutar de un espectáculo inmenso. Ahora bien, no debemos olvidar en ningún momento que varios de esos tramos kilométricos nos enfrentan a pendientes medias superiores al 9%, con rampas máximas muy serias ciertamente. Si bien también es cierto que algún kilómetro nos va a permitir recuperar las cada vez menos poderosas fuerzas. Sus últimos 5 km son muy duros, de pendiente siempre cercana al 9% y carretera estrecha, dejada ya atrás esa zona baja muy boscosa y plenamente inmersos en una nueva sin vegetación, de clásicos y característicos verdes prados de alta montaña. Es aquí donde percibiremos ese peculiar “aroma pirenaico”, que tanto empieza a echarse en falta en otros puertos mucho más transitados y famosos de la misma cordillera. Al tratarse de un collado un poco apartado de las grandes montañas, el puerto se convierte en un auténtico mirador desde donde se puede divisar prácticamente todo el Pirineo central. El descenso se realiza por una carretera que recorre el valle d’Oueil, con buenas pendientes que permiten llegar a Bagnères-de-Luchon sin dar una pedalada. El nuevo descubrimiento nos ha hecho, sin duda, mella en las piernas: quizás sea llegado el momento de recuperarlas en un oportuno baño en la localidad termal.

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Pla D´Adet Un puerto con historia En esa línea larga recta que atraviesa la ladera del Cap de Pède, enlazando las dos localidades que otorgan su nombre a este municipio de los Hautes-Pyrénnées, hemos asistido a momentos vibrantes de la historia del Tour de France. En sus rampas Van Impe acabó derrotando definitivamente a su gran rival del 1976, Zoetemelk, y sin tanto en juego, Hincapié le birló en 2005 la etapa a Óscar Pereiro, ganador en París un año más tarde.

ALTOS PIRINEOS

VALLE DEL AURE

ST-LARY-SOULAN

PLA D’ADET

Localización: Atravesamos un puente sobre la Neste d’Aure para iniciar la subida a la estación de esquí recorriendo la D-123. Especificaciones: Buen suelo en una carretera de suficiente anchura para el tráfico que por aquí transita en los meses invernales y, aún más, en los veraniegos en busca de las cumbres cercanas; se estrecha algo tras llegar a Soulan. La única sombra de la que podremos disfrutar es la que nos brinda a ciertas horas la misma ladera montañosa. Fuentes: Una a mitad de la ascensión, al paso por Soulan. Y otra en su final, ya dentro de la estación de esquí. Descripción: Hay que estar muy seguro de sí mismo y tener mucha fortaleza para, tras ir escapado junto a Ocaña y otros corredores desde el col del Portillon (a 70 km de meta) y pinchar en el descenso del Peyresourde, ser capaz, como el pequeño belga Van Impe, de meter aún más tiempo a su gran rival Zoetemelk en la subida que decidió aquella edición del Tour. Y es que este puerto de 11 km de dura ascensión suele catalogarse como Hors-Catégorie (Especial) en la ronda gala por tener la mitad de su kilometraje total por encima del 9% y superar en varias rampas, demasiadas, el 10%. La simple visión de esa recta infernal cortando la montaña que preside St-Lary consigue que más de uno inicie la ascensión sin especial motivación, por cuanto quien allí se dirija sabe que va a tener que enfrentarse a un enemigo añadido: el tedio. Con todo, cuando, atravesado el río Aure y en dirección norte, las primeras rampas se presentan en escena, alguno preferirá esperar a que sus compañeros le cuenten cómo ha transcurrido todo mientras él opta por visitar el Museo de la Mina de Manganeso que dejamos a la derecha. Si prefiere el riesgo, deberá enfrentarse a un reto de más de 200 puntos de coeficiente, y más le vale tomárselo con mucha calma y coger el ritmo que mejor le vaya desde el principio. El primer 10% aparece en el clinómetro justo cuando la opción cultural de visita a la mina ha sido desechada. Y, al trazar la herradura izquierda que da inicio a la larguísima recta, la pendiente media va en progresivo aumento y las rampas alcanzan en algún momento el 13%. Sólo la llegada de dos nuevas herraduras, casi dos kilómetros más tarde, nos permite descansar psicológicamente, aunque no podamos cejar en nuestro esfuerzo mantenido. Las pintadas en el suelo, en las que fundamentalmente reconocemos nombres de ciclistas españoles, pueden quizás servirnos de pasatiempo, de un tiempo que, curiosamente, no quiere pasar. Alcanzado el bello pueblo de Soulan, la ruta se estrecha y la pendiente disminuye en algún punto porcentual, aunque poco. La panorámica continúa siendo grandiosa sobre el valle, si bien cada vez nos adentramos más en la montaña, de la que saldremos definitivamente al girar a la izquierda en la vaguada de l’Espiaube. Allí quedará para mejor ocasión la magnífica ascensión al casi desconocido Col de Portet, sin duda una de las joyas pirenaicas, pero cuyo suelo desaconseja su ascensión en bici de carretera: nosotros lo hemos hecho sin especial dificultad, así que si alguien se anima… Llegados a este punto, podemos considerar que los deberes ya están hechos y disfrutar sin especiales dificultades del sensacional espectáculo que sirve de magno escenario a nuestra empresa. Al entrar en la explanada de la Estación optaremos por finalizar echando un trago de agua en la fuente que hay junto a una coqueta ermita, o bien por seguir ascendiendo en busca del punto más alto transitable a lomos de la flaca. Otros quizás prefieran subirse al teleférico y descender más cómodamente. Vosotros mismos.

La vista de la carretera que nos lleva hasta Pla d’Adet desde Saint lary impone respeto. Cuando uno lo asciende comprueba que esos temores tenían mucho de cierto.

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Lac D´Aumar Hagamos tres tiendas Cuando un buen amigo y veterano cicloturista, Tomás Amezaga, nos habló de esta subida, la verdad es que no suponíamos que al posponer nuestro viaje de reconocimiento estábamos perdiéndonos algo grandioso. Dejamos pasar unos años antes de acercarnos a este lugar paradisíaco y bien que nos arrepentimos de no haber dado a conocer mucho antes este entorno mágico de los lagos del Macizo de Néouvielle. Ahora sí que nadie podrá decir que no había oído mencionar la espectacularidad de este Lac d’Aumar o cualquiera de sus vecinos.

ALTOS PIRINEOS

MACIZO DE NÉOUVIELLE

ST-LARY-SOULAN

LAC D’AUMAR

Localización: La D-118 nos lleva desde St-Lary-Soulan, localidad de inicio, hasta Fabian, siempre buscando la frontera hispana. En esa población nos desviaremos a la derecha por la D-929, que remonta la Neste de Couplan, hasta el cruce hacia el embalse de Cap de Long. En ese punto tomaremos, nuevamente a la derecha y en descenso, la D-177 que se dirige a los Lagos de Aumar y Aubert. Especificaciones: Iniciamos nuestra ruta por una carretera general en perfecto estado. Luego, tras el desvío en Fabian, desaparece la señalización horizontal al estrecharse, empeorando el suelo en el tramo definitivo de ascenso al Lac d’Aumar. Sombra tupida en el inicio que va despareciendo progresivamente. Tráfico poco apreciable. Fuentes: Una a la entrada de Fabian y otra en el final, cerca del Lac d’Aubert. Descripción: El Macizo de Néouvielle es una de las más importantes formaciones graníticas de la cordillera pirenaica. Lo componen una serie de picos cuyas altitudes superan en poco los 3000 m. De entre ellos los más importantes son el Pic Long (3191 m) y el de Néouvielle (3091m). Desde hace unos cuantos años este macizo fue declarado reserva natural y hoy es visitado por gran número de turistas que disfrutan de las maravillas de este paraje privilegiado. Junto a estas grandes alturas se asientan una serie de lagos que dotan al entorno de ese encanto que poseen los lugares mas impresionantes de la cordillera: Cap de Long, Lac d’Orédon, Les Laquettes, Lac d’Aubert y nuestro Lac d’Aumar. Habrá quien nos tilde de globeros por considerar que los casi 9 km que separan St-Lary-Soulan de Fabian merecen la consideración de puerto, pero tendrá que reconocer con nosotros que son demasiados kilómetros picando hacia arriba como para no ser tenidos en cuenta. Cierto, no hay rampas que superen el 7% pero… ¿sube o no sube?

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Llegad cansados a este punto y ya veréis, ya. En Fabian damos comienzo a la segunda parte de la ascensión por esta conocida como Ruta de los Lagos. Primeramente, un trazado rectilíneo de casi 5 km hasta llegar a la primera herradura, nos conduce siempre junto a la ribera de la Neste de Couplan, atravesando de vez en cuando su cauce. La pendiente media se sitúa a su vez cercana al 7% con alguna rampa ocasional de doble dígito. Esa primera curva de herradura (aquí se les llama “lacets”) no es más que el anticipo de una larga y hermosa serie de las también conocidas como “paellas”, que portan cada una su propio nombre: Lacets des Écureils, de Myrtilles y Edelweiss. Ahora la dureza se ha acentuado y los kilómetros alcanzan ya pendientes medias superiores al 8%, en los que podremos vernos sorprendidos por que la ruta se encuentre obstaculizada por algún rebaño de cabras u ovejas. Pasado el Km 19 llegamos al desvío final hacia los lagos de Aumar y Aubert, que nos recibe con un tentador descenso hacia el lago de Orédon,

que atravesaremos por su presa. Reiniciada la subida, una barrera nos dará ánimos para continuar, sabiendo que por no estar motorizados nos ahorraremos más de 2€ por cada 3 horas de visita al parque en los meses veraniegos. Aunque alguno preferirá quizás pagar esa cantidad antes de tener que enfrentarse a la dureza de los kilómetros siguientes que se inician con un largo trazado recto de considerable exigencia y la rampa máxima de toda la ascensión al 13%. Una última serie de herraduras, en esta ocasión sin nombre, nos adentran en uno de esos parajes que uno cree que sólo pueden verse en el cine. Y además lo haremos llaneando ya junto al primero de los lagos, el de Aumar, para ir paulatinamente perdiendo altitud hacia el final junto al lago de Aubert. Uno de esos sitios de los que no uno no querría irse nunca. No, si ya lo decía San Pedro: “Maestro, hagamos tres tiendas”. Es posible que aquello no lo dijera el rudo pescador palestino en el Tabor, sino en este grandioso entorno pirenaico.

Una vez pasado el lago de Oredon, abordaremos la parte final de la ascensión a Lac d’Aumar que como premio a nuestro esfuerzo nos obsequiará con las increíbles vistas de los lagos Aumar y Aubert pedalier 49


¡LA CULPA, DEL FOTÓGRAFO!

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a culpa la tuvo esa foto o mejor dicho, el fotógrafo. Esa imagen insistía una y otra vez. No importaban las circunstancias: pedaleando, tecleando el ordenador, escuchando la radio. El azul del Cap d´Aumar se imponía y empequeñecía la figura de un solitario ciclista en la serpenteante carretera. Hace ya más de un año que el reportaje de cicloturistas en el parque de Néouville me arrebató y todavía el nª 21 de la revista Pedalier se mantiene en la estantería de mis publicaciones “mimadas”; esas que por costumbre hojeas de vez en cuando. Sin embargo, va a tener que dejar hueco a las fotos tomadas allí este verano. ¡Por fin mi “flaca” rodó entre los pinos del parque pirenaico francés! El día radiante; la gama de verdes, a elegir; poco viento y menos ruido: todo un mundo de sensaciones. A diferencia de otros puertos, la recta entre curva y curva parecía acortarse, no daba tiempo a contemplar el lago d’Oredon, ni a diferenciar la blanca roca de algún nevero que se resistía a las altas temperaturas. Al borde del asfalto, flores, plantas y rocas se intercalan con tal armonía que llegas a pensar que hasta el rozamiento de las cubiertas en el asalto les puede molestar. ¡Qué maravilla! Como las mejores sorpresas, el lago central se esconde en el alto. Pero tras un pequeño descenso sale a recibirnos. Imponente. El grupo cicloturista guarda unos segundos de silencio y luego… las exclamaciones. Mientras saciamos la sed y el estómago, contemplo la bici apoyada en una barandilla de madera. “Lo siento compañera de fatigas- le digo- pero esta vez te cambiaría por una tienda de campaña y unas botas de monte para quedarme en este lugar de ensueño.

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Entre el macizo de tresmiles nos encaminamos al Cap de Long. La pared de la presa es la referencia segura para los ciclistas. Protegido por “Los tres Consejeros” y el “Pico Néouville”, el gran lago preside todo el valle que hemos ascendido desde Fabián. Es el momento de despedirse del parque, de dejarlo a las espaldas. Ni el largo descenso alivia la rabia por tener que abandonar el lugar De pronto, en una curva aparece la figura del fotógrafo del grupo. Tú, Epelde, tenías la culpa de esa “obsesión”. Pero esta vez me llevo algo más que una imagen. Además de una promesa: volveré. Isabel Armendáriz “Campanilla”


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