Foto de Portada: Cartel conmemorativo de los 100 años de la Gran Revolución Rusa.
En 2017 se cumplieron 100 años de la gran gesta revolucionaria que conmovió al mundo: la primer gran revolución proletaria que mantuvo su estabilidad y consolidó un proyecto socialista durante mucho tiempo. En la gesta comandada por el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso destacó la figura de un revolucionario y brillante intelectual: Vladimir Ilich Uliajnov (mejor conocido como Lenin). Durante el siglo 100 la revolución soviética inspiró un sin fin de movimientos y revoluciones que intentaron por todas las vías posibles construir sociedades en la que las víctimas del sistema capitalista y colonial (proletarios todos: campesinas y campesinos, obreras y obreros, indígenas, etc.) pudieran liberarse. También es cierto que fue un camino en que las victorias y fracasos se fueron sucediendo o confundiendo, la historia nunca volvería a ser igual. En este número de La Columna consideramos importante revisar este tema para recuperar aportes históricos, políticos, éticos y prácticos que nos puedan servir en las duras condiciones y circunstancias que enfrentamos los mexicanos.
Próximo tema: Crisis financiera de las universidades públicas.
1.- Influencia de la revolución rusa en los movimientos estudiantiles de México Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Michoacán)
2.- Ser-hacer como Lenin Liga Estudiantil Democrática y Opochtli (Puebla) .
Influencia de la revolución rusa en los movimientos estudiantiles de México Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Michoacán)
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La toma del palacio de invierno el 25 de octubre de 1917 (7 de noviembre en nuestro calendario) y todo lo que de ella emanó, es considerada como el suceso más importante que marcó toda la historia del siglo XX a nivel mundial. La primera revolución socialista de la historia tuvo una influencia en distintos ámbitos, desde la cultura hasta la forma de hacer política, cambiando sin lugar a duda los imaginarios colectivos y demostrando a la humanidad que era posible transformar la realidad en pro de la gran mayoría social. En lo que respecta a los movimientos estudiantiles la revolución bolchevique influirá cualitativamente en la evolución de las demandas, pasando de reivindicaciones sectoriales a identificarse como parte del pueblo y abrazar las luchas obreras y campesinas. Además, también los vientos de Moscú generaron un avance en la producción teórica sobre el papel del estudiante en la revolución, sus capacidades y sus limitantes. Partiendo de las anteriores ideas, es creado este texto como homenaje al centenario de la revolución bolchevique y como una forma de retomar su influencia y sus enseñanzas para el día de hoy en que los movimientos estudiantiles las necesitan con urgencia. En ese sentido, dividimos el texto en dos partes: 1. Movimientos estudiantiles influenciados por la revolución de octubre en América Latina y México; y 2. La producción teórica desde el marxismo-leninismo en torno al papel que tienen las y los estudiantes en la construcción de la revolución socialista. Lucha política Habían pasado sólo unos meses cuando en la Universidad de Córdoba, Argentina estalló un movimiento estudiantil de alcance continental, muestra de la rebeldía juvenil ante lo horroroso de los claustros casi medievales de sus aulas. Las demandas en un primer momento se centraron en la libertad de cátedra, el laicicismo y el cogobierno de estudiantes y trabajadores de esas instituciones. El horizonte de la llamada Reforma Universitaria tendrá visos importantes en Cuba en la década siguiente y en Perú, ambos de la mano con el surgimiento de los partidos comunistas adheridos a la
tercera Internacional Comunista en esos países. Dicha situación que también se repite con distintos matices en otras partes de Nuestra América irá acompañada del desarrollo progresivo de los movimientos estudiantiles al vincular su lucha al lado de obreros y campesinos de sus zonas, orientando poco a poco su táctica en común para escalar en la estrategia contra el gran capital y el imperialismo, muestra de ello serán los papeles fundamentales que tendrán los estudiantes en las revoluciones cubana y la sandinista, además de otros intentos revolucionarios como el de El Salvador. Ahora bien, en nuestro país los movimientos estudiantiles influenciados por la Reforma Universitaria no tuvieron el mismo impacto que en otros lugares. Aquí por esos años lo que se fue produciendo con clara influencia de la revolución de octubre será en el terreno de las Escuelas Normales Rurales y el modelo de educación socialista impulsado con el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940). Debido a este proyecto político se formó la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas de México (FECSM) que fue –y sigue siendo- parte nodal de la lucha de clases en nuestro país por esos años. Además, esta federación ha tenido influencia claramente marxista-leninista emanada de la revolución de 1917 y después será influenciada por posturas maoístas. Otro hito importante en la historia de la república mexicana será lo acontecido en la década de los 60´s que tendrá su clímax en el movimiento de juliodiciembre de 1968 con la represión brutal a los estudiantes quienes fueron asesinados a manos del ejército en contubernio con grupos paramilitares y la CIA. Ese y los demás movimientos de la época lucharon por un mejor país, pero chocaron con los límites de las democracias burguesas que no permiten cierto nivel de disidencia. Como muestra del terrorismo de Estado aplicado en esos años, muchos grupos de personas –entre las que sobresalen los estudiantes- formaron movimientos armados que marcarán toda la década de los 70´s ya que lograron una forma de organización bastante sólida motivados también por
la reciente experiencia de la revolución cubana y por el maoísmo. Sin embargo, no llegaron a hacer temblar a la clase dominante, síntoma de ello fue que la hegemonía burguesa no fue trastocada de manera de contundente. Finalmente, el último gran movimiento estudiantil mexicano de alcance nacional se realizó en 1999-2000 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde la lucha por el restablecimiento de la gratuidad ascendió a pelear contra el neoliberalismo y las políticas de privatización de la educación pública. Sin embargo, fuimos testigos del agotamiento del imaginario colectivo de la revolución bolchevique, pues esa huelga en la ciudad de México también estaba marcada por la implosión unos años atrás de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), lo cual –entre otras cosas- la llevó a obtener un triunfo parcial que no trascendió en organización posterior. El papel del estudiante en la revolución Poco se había escrito sobre la importancia del estudiantado en la revolución socialista cuando ocurrieron los “diez días que conmovieron al mundo”, después producto del mismo desarrollo que la lucha de clases tendrá principalmente (por ser el tema del que hablamos) en Latinoamérica los teóricos de este continente comenzarán a escribir sobre el rol que deben realizar las y los estudiantes en la lucha contra el capitalismo. Resultado de la misma “hora americana” de la Reforma Universitaria comenzaron las discusiones sobre qué debían hacer los estudiantes –principalmente universitarios- para ayudar a transformar la realidad. En ese debate el cubano Antonio Mella con su texto El concepto socialista de la reforma universitaria nos habla que las universidades –como cualquier institución de un modo de producción- responden en esencia a mantener el poder de las clases dominantes y sostener su forma de explotación sobre las otras clases sociales, sin embargo, apunta también que en ese terreno se debe luchar por reformas democráticas para “agitar conciencias jóvenes” y demostrar que las aspiraciones de una universidad democrática y popular no pueden ser resueltas en el capitalismo para así, sumarlos a la lucha por el socialismo al lado de campesinos y obreros. Desarrollando esa misma idea será Ernesto Guevara quien hablará de que la universidad se pinte de pueblo y del papel moralizante que deben tener las y los estudiantes dentro del movimiento estudiantil para poder formarse como cuadros y reclutar a más personas en la construcción del partido comunista. Finalmente, en esa constante reflexión también es necesario mencionar al mexicano José Revueltas, quien fue un constante crítico del partido comunista mexicano y de la tercera Internacional Comunista. Además, también teorizó sobre la importancia del estudiante en la revolución socialista a través de su obra México 68: Juventud y Revolución, misma donde al caracterizar el movimiento estudiantil del que fue parte nos habla de la relevancia de que el estudiante se apodere de la universidad (autogestión académica) y mediante ella pueda ayudar al pueblo trabajador en la lucha por el socialismo. Comentarios finales Por último, podemos ver que a 100 años de la primera revolución socialista de la historia el retomar justamente su influencia tanto teórica y práctica de manera dialéctica es una necesidad imperante hoy día cuando como movimientos estudiantiles no hemos podido avanzar de la simple organización en defensa de la educación pública ante la ola privatizadora que nos sigue acechando desde hace más de 30 años. Por lo tanto, debemos dar el siguiente paso y decir juntos como hace algunas décadas Obreros y estudiantes ¡unidos y adelante!
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Ser y hacer como Lenin Liga Estudiantil Democrรกtica y Opochtli (Puebla)
La famosa consigna de Fidel Castro al pronunciar su discurso después de confirmada la muerte del Ché Guevara: “Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡que sean como el Che!”; nos sirve ahora para enunciar lo que debe de guiar preferentemente a todo militante pero inevitablemente a quien aspira a ser dirigente: Ser y hacer como Lenin. No se trata de memorizar sus textos y tener que ir prisionero a Siberia o al exilio en Ginebra, tampoco se trata de envolverse en cien banderas rojas, recitar la internacional en ruso o utilizar una gorrita como él. No se trata de simular ser él en sus circunstancias, sino emular su capacidad en las nuestras. En el siglo XX la capacidad desplegada por los herederos de Lenin fue un verdadero acto heroico, en nombre de una teoría y una práctica exitosa en Rusia, se alzaron cientos de partidos en el mundo. Los más afortunados se distinguieron siempre por una lectura directa de los textos de Lenin (pero sobre todo de Marx y otros muchos) y de asimilar su capacidad de análisis y sus muy diversas lecturas (es claro que era marxista, pero es mucho más claro en sus obras que leía a muchísimos autores más, incluyendo antimarxistas o positivistas). Lenin era un intelectual orgánico (como luego definiría Gramsci), este ejemplo fue secundado por otros que, como él, priorizaban el método sobre la ortodoxia: ejemplos Mao Tse Tung, Ho Chi Minh, Antonio Gramsci, Fidel Castro. Continuadores no por ser fieles a sus palabras sino por hacer lo que Lenin y Marx hicieron: hacer del conocimiento científico-filosófico un instrumento al servicio del cuerpo político del pueblo; es decir, hacer praxis (sostener la unidad dialéctica, y congruente, entre teoría y práctica). Pero también hubo quienes hicieron de Lenin un mito y de su pensamiento la palabra divina. El mismo Marx hablaba contra la religión porque veía en su concepción de lo absoluto una forma de acoplarse al sistema de dominación, lo cual constituía en sí mismo una afrenta al origen semita y cristiano (sobre todo éste: profundamente antiimperialista). Lo religioso era pues la inversión de una teoría revolucionaria para convertirla en instrumento de sometimiento, los primeros en hacer esto fueron los dogmáticos estalinianos, pero no tardaron en sumárseles
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burócratas y dirigentes a quienes la retórica y las maniobras políticas o pragmáticas les eran más próximas que el sentarse a leer y revisar la ciencia de su época. De este modo se conformó un pensamiento fetichizado que utilizó la bandera y el nombre de Lenin, pero que renegaba de su pensamiento vivo (y hubieran renegado de él en vida, como a él mismo le tocó pelear contra los dogmáticos de su época). No tenemos que detenernos aquí a refutar teóricamente la incapacidad del dogmatismo: la caída de la URSS es su más grande muestra. Ahora bien, no se trata de hacer las formas que Lenin hacía, ni siquiera utilizar sus palabras (que fuera del contexto son inertes o ficticias), sino trabajar en las dos principales direcciones de praxis. La primera de ella y que ya esbozamos es un pensamiento crítico plenamente comprometido con las víctimas (y digo las víctimas y no el proletariado por aquello de que ahora sabemos que entre los proletarios están las mujeres y otros sectores, más explotados u oprimidos que el resto). Este pensamiento comprometido implica tres cosas: 1) explorar lo que la ciencia tiene que decir no importa quien haya producido la afirmación (Lenin lo mismo leía a Mach, que a Hegel, Plejanov, Kautsky, Clausewitz, Bernstein, y los leía tanto que podía criticarlos), no dejarnos llevar sólo por “los autorizados”, “los pensadores comunistas”, porque la lucha política es también una lucha de sentido y una lucha frente a las más sofisticadas filosofías-técnicas de poder; 2) una ética, y aquí ya estamos hablando de un pensamiento crítico que obliga a una congruencia permanente entre lo que se dice y se hace (Fidel Castro y el Ché fueron más explícitos, pero en Lenin ya hay una aproximación), pero también teniendo conciencia del momento, de las fuerzas, de las circunstancias, Lenin no hablaba de una moral timorata y conservadora que anda por acá o por allá viendo “quién sí es comunistas y quién no”, sino construyendo partido en Donde sea que el pueblo se encuentre (cita de Lenin), o construyendo alianzas diversas (desde los marxistas legales, los demócratas burgueses o hasta los alemanes) mientras se afianza las fuerza revolucionaria; una ética donde los otros grupos proletarios son divergentes u opositores pero no el enemigo en sí. Por último, 3) un sentido del momento histórico, hay que tener un pleno conocimiento del lugar y su historia, de sus fuerzas desencadenadas, de las encadenadas, de los grupos existentes, no se puede tener una visión superficial de “burgueses y proletarios” (que está bien para un manifiesto
comunista de alcance universal, pero cuando uno lee a profundidad la obra de Marx se da cuenta de que él lo sintetizaba así porque conocía en concreto la situación de decenas de países europeos) sino el nombre y apellido de la burguesía, aristocracia, sindicato, partido etc. en cada país, estado, municipio; además saber sus pugnas, sus orígenes y sus mecanismos de trabajo, porque a la clases dominante no se le derrota con nuestra fuerza sino sobre todo con la fuerza de sus errores, puntos débiles y conflictos internos; el sentido del momento también es saber lo posible y lo imposible, pero sobre todo el momento de la ruptura, del necesario riesgo para la insurrección o también del paciente asedio a la fortaleza (ambas expresiones de Lenin en los diferentes momentos de la lucha, ver: ¿Por donde empezar? y Tesis de abril). Lenin como Marx era un hombre que entendía bien su época y que estaba comprometido a fondo con su transformación y no le importaba ir en contra de uno u otro supuesto teórico “demostrado”. Marx hizo grandes avances, pero tarde en su vejez se dio cuenta del problema de la colonialidad y de lo que esto podía implicar culturalmente en los lugares donde el capitalismo no era dominante o en las colonias sujetas a las metrópolis. Lenin percibió el problema, de algún modo su trabajo sobre el capitalismo en Rusia era una actualización, lo mismo el aporte que planteo en el Imperialismo: fase superior del capitalismo. Lenin completó a Marx porque lo crítico con sumo cuidado (no hizo vulgares “refutaciones” como algunos anarquistas o reformistas modernos) y lo más importante: la praxis, es decir la revolución socialista en un lugar eminentemente feudal, pero también culturalmente: asumiendo el asunto de la pluralidad de naciones y culturas como parte constitutiva de una revolución de abajo. Marx estaría orgulloso, le molestaban los aduladores y repetidores. Hoy día mucho del “comunismo internacional” interpreta a Lenin desde la visión dogmática de un sovietismo que se encargó de enterrarlo en materialismo-metafísico (como lo cataloga P.G. Casanova) o elevarlo al nivel de dios. Por ello las revoluciones proletarias llevan rato en manos de marxistas heterodoxos, críticos, comprometidos con la transformación que implica al pueblo (a la Freire) y no lo asume como masa. Como Roque Dalton, poeta y guerrillero, Leninista convencido cuyo libro “un libro rojo para Lenin” sigue siendo faro en nuestra Latinoamérica tan dolida. Ericeo Práxedis
Lenin y la Universidad (Apéndice) Lenin inició como activista estudiantil, pero pronto se dio cuenta de que su verdadero esfuerzo estaba con el movimiento obrero. Después de un tiempo cuando volvió a examinar la situación de los estudiantes lo veía con escepticismo debido a su gran romanticismo y poco compromiso de largo plazo. No quiere decir que Lenin lo desalentaba, sino que consideraba que los estudiantes tenían más que aprender de los obreros que a la inversa. Traducido a nuestra realidad: hay que ir a donde los oprimidos estén, entender su vida cotidiana, su estética, sus aspiraciones (y no sólo del modo abstracto y europeizado que enseñan en las universidades), su lenguaje y asumirlo, entenderlo y comprometernos con la clase para encarnar el espíritu revolucionario y no ser solamente un “espíritu que flota en las aguas” tan “omnipotente” como inútil.