LA COLUMNA Revista estudiantil militante NĂşmero 3-2016
La columna: A manera de editorial. Revista estudiantil militante
¿Por qué luchamos contra la exclusión educativa? Como estudiantes tenemos una responsabilidad, podemos buscar la manera de "escalar socialmente" como universitarios, pero los estudiantes comprometidos sabemos que tenemos un compromiso histórico con la clase trabajadora, con los obreros y con los campesinos, con nuestro pueblo, por esas razones nuestro fin debe ser aplicar nuestro conocimiento para mejorar nuestras condiciones de vida. Después de un año, LA COLUMNA revista estudiantil militante, vuelve a salir a las redes, donde se discute sobre temas de la lucha estudiantil en México, desde un perspectiva de cambio y de lucha, aplicando el conocimiento teórico sobre, la lucha practica.
En este número: -Juventud en México: Desempleo y exclusión educativa.- Por Asamblea Estudiantil UdeG -El problema son los rechazados.- Por LED; José Fidel Sánchez Juárez -El examen como proceso de exclusión.Por CUEP - La educación es un derecho, no un privilegio.- Por MIR, Comité Estudiantil -¿Ser aptos o no?, La elitización de la educación superior.- Por FEET; Cesar J. Sánchez
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JUVENTUD EN MÉXICO: DESEMPLEO Y EXCLUSIÓN EDUCATIVA
Asamblea Estudiantil Universidad de Guadalajara
En nuestro país, la juventud es uno de los sectores más vulnerables e inmersos en el clima de violencia. Violencia que no se refiere únicamente a los secuestros, desapariciones y asesinatos, sino también a la exclusión de miles de jóvenes de la educación, a la falta de empleos o a la destrucción de los servicios públicos, consecuencias todas de la aplicación de determinada s políticas por parte del Estado. La desaparición de los 43 compañeros estudiantes de Ayotzinapa, y la imposición a sangre y fuego de la mal llamada reforma educativa, son clara muestra de la brutalidad del contexto en que vivimos actualmente las y los jóvenes en México. Los jóvenes, con edades entre 12 y 29 años, somos 38.1 millones, es decir, el 32% de la población total. Sin embargo, nos debatimos entre el rechazo en las universidades, la deserción escolar, el desempleo, los embarazos no planeados, los suicidios, la drogadicción, el encarcelamiento, la migración
forzada a EU, la leva de los narcotraficantes, etc. Según datos del propio Gobierno federal, 97 de cada 100 niños mexicanos pueden ingresar a la primaria, pero sólo 21 de cada 100 logra ingresar a una licenciatura. Considerando a dos de las principales universidades públicas del país, y a la Universidad de Guadalajara para
ilustrar el caso particular de nuestro estado, identificamos una matrícula muy por debajo de las necesidades de la juventud: La UNAM oferta 10 mil lugares para 100 mil aspirantes, el IPN oferta 20 mil lugares para 80 mil aspirantes, y la UdeG rechaza semestre tras semestre al 60% de sus aspirantes, porcentaje similar al de la mayoría de las universidades públicas del interior del país. México es de hecho uno de los países con menor
índice de admisión a la universidad (únicamente el 24% de los jóvenes mayores de edad). Este porcentaje disminuye todavía más si hablamos de los que logran terminar sus estudios superiores, pues sólo encontramos a 8 de cada 100 estudiantes en esta situación. La exclusión educativa, que es primeramente identificada por la falta de capacidad de las univer sidade s públic as, la total ausenc ia de nueva s unida des o univer sidade s, y la utiliza ción de los recurs os que estas recibe n princi palme nte para enriquecer a las mafias que las controlan, también responde al proceso privatizador que impone cuotas y aranceles a los estudiantes y que deja abierta la posibilidad de aumentarlas progresivamente con el tiempo, de tal manera que la educación deja de ser un derecho y se convierte en un bien adquirido según la capacidad de compra, en un lujo para unos cuantos, agudizando la brecha entre quienes tienen la
posibilidad de pagar por su educación, así sea trabajando a la vez, y quienes son sistemáticamente excluidos por carecer de recursos. El cobro por matrícula que ya se realiza en la gran mayoría de las universidades públicas es ilustrativo, por poner algunos ejemplos: En Aguascalientes el promedio semestral es de $6,500 pesos, en Chihuahua de $5, 500, en San Luis Potosí rebasa los 8 mil pesos. En estas condiciones y en un país donde el salario mínimo apenas sobrepasa los 70 pesos, el proyecto de vida que el capitalismo vende a la juventud y que ofrece estudiar 24 o 25 años para conseguir un empleo relativamente decente es completamente inviable. El panorama actual no es alentador, con los recortes a educación y cultura, y el incremento de la deuda pública, estos problemas seguirán creciendo. Todo esto es posible debido a la complicidad de las autoridades universitarias para poner en marcha el proceso de privatización o de mercantilización de la educación, por medio de cambios en los planes de estudios y modificaciones a las leyes orgánicas, como también como resultado de la nula democracia interna y los turbios manejos presupuestales, como es el claro ejemplo de la Universidad de Guadalajara, que destina la mayor parte de su presupuesto a empresas parauniversitarias y que sin embargo no ha abierto nuevos espacios para los miles de jóvenes
a quienes se les cierran las puertas semestre tras semestre. A esta situación hay que agregar que la juventud es también el sector más precarizado en América Latina, donde la tasa de desempleo es tres veces mayor a la de los adultos, y que cualquier avance hasta ahora en la solución de este problema ha sido a partir de la informalidad. En México, más de una quinta parte de los jóvenes no estudia ni trabaja, el 61.1% de los jóvenes que trabajan lo hace en el empleo informal, el 68% recibe menos de dos salarios mínimos y sólo el 16% tiene seguridad social. Al no existir la oportunidad de estudiar ni de obtener un empleo que permita salir adelante, porque además la precarización alcanza también a los jóvenes con estudios universitarios, las alternativas se reducen y la juventud termina convirtiéndose en caldo de cultivo para las mafias del narcotráfico. Todos los días caen en la cárcel 85 adolescentes en promedio. Además existe una fuerte criminalización de la juventud que viene acentuándose en los últimos años y que explica por qué somos casi el 50% de la población carcelaria. Estos breves apuntes ponen de relieve la necesidad de recuperar demandas históricas y pendientes de la juventud, como es la exigencia por una matrícula abierta, y se enmarca en la lucha en defensa de la educación pública y contra los recortes presupuestales que están siendo
aplicados. Los ataques contra el magisterio democrático a través de la mal llamada reforma educativa y los miles de despidos que ya están efectuándose, así como la creciente privatización y degradación de las universidades públicas, no pueden considerarse agravios aislados, sino parte de una misma estrategia para sustituir la educación pública por una servil al mercado internacional, creando trabajadores que las grandes empresas trasnacionales puedan desechar con toda facilidad. La lucha en defensa de la educación pública no es menor, la voracidad de los grandes capitales necesita destruirla como parte del completo despojo de los pueblos y las naciones, para hacernos interiorizar relaciones sociales cada vez más individualistas, sumisas y esclavas, y para excluir y arrojar a la completa pobreza a millones y millones de niños, jóvenes y adultos. La juventud no tiene otra salida más que el rechazo a este escenario fabricado para nosotros. Pensamos como necesario el acercamiento, el reconocimiento y la articulación de los distintos grupos que desde la educación básica, media superior y superior estamos resistiendo. Con esto, creemos que es posible establecer objetivos políticos comunes para revertir efectivamente esta situación tan lesiva para los intereses del pueblo trabajador y su juventud.
EL PROBLEMA SON LOS RECHAZADOS
Liga Estudiantil Democrática. José Fidel Sánchez Juárez Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo. S. Rodríguez
I Con la publicación de los resultados del examen de admisión de la BUAP, se ha abierto una gran discusión en redes sociales acerca de la cantidad de rechazados y de los requisitos del puntaje (alto o bajo). Páginas de MEMES de FB han atiborrado de contenido ofensivo hacia los rechazados, logrando en muchos casos odio, sentimientos de superioridad, prejuicios, etcétera. Esto con el máximo objetivo de naturalizar la realidad, de concebir que es normal que haya gente rechazada, que es normal que haya gente “tonta”, “burra”, que no se esfuerza y que es un problema para el desarrollo social. Por otra parte, también ha resultado un amplio sector de Universitarios (y no universitarios) que se han preguntado si estas prácticas son normales o debieran seguir. Muchos argumentan a favor o en contra, pero esta vez ya
no acerca de la naturaleza “tonta” de los rechazados, sino acerca de las condiciones sociales que permiten rechazar. Luego, estas personas dejan abierto el criterio sobre si está bien o mal rechazar. II Esta práctica nos permite las siguientes reflexiones: Nadie se pondría del lado del Gobierno si afirmo que su única labor es robarnos. De igual forma que culpar al gobierno de todos los malos constituye un exceso que nos libra de culpa. Por lo que debemos nutrir las actitudes que construyen la vida a favor de todos, y señalar como malignas las que sólo generen muerte. Así el prejuicio que nos da el entendimiento como ya acabado, el clásico “es así porque es así”, nos aleja de conocer la realidad. La respuesta de “No entran a la Uni porque son burros”, respuesta fácil, en
realidad es una barrera para conocer lo que pasa. Es decir, que los prejuicios nos alejan del entendimiento, y el desentendimiento genera peleas, guerras, odios. Por el contrario, la duda abre el camino de las posibilidades: ¿Las cosas pueden ser de otra manera? ¿Por qué esto es así? La duda es la esencia de oír lo distinto, y ese es el inicio del entendimiento, entendimiento que genera conciliación, soluciones y paz. El gobierno y los ladrones en general se mueven en el campo de los prejuicios, nosotros (los que aspiramos a ser honestos y constructivos) en el terreno de la duda. ¿Cuál nutrimos? III Y una pregunta lleva a otra; no estamos contentos con hallar una respuesta pues faltan más. ¿Por qué hay rechazados? ¿Por qué existen los no rechazados, es decir los aceptados? ¿En serio son mejores los aceptados? Y entonces la dudas se trasladan de fuera de la Universidad hacia adentro, de lo que no somos a lo que sí somos: ¿Está bien que la BUAP sea como es? Si seguimos los datos (que presentaré con puntualización en la próxima columna) veremos que a la par que se ponían más filtros oficiales para el ingreso, los requisitos para el egreso se flexibilizaban y se hacían menos rigurosos. Asistimos a una Educación Superior a la que es difícilisimo entrar y de la que es facilísimo salir.
Cada vez ya menos universitarios sueñan con hacer tesis y la gran mayoría busca la manera de hacerse wey en clase, y hasta se presume la manera en que se pasan las materias sin aprender nada (repito no son todos los universitarios) ¿Quién aprobó la titulación por diplomado? Que, eso sí, es carísimo; pero con sólo ir a sentarte lo pasas (enojo muy personal mío). Preguntamos ¿En verdad al entrar a la BUAP formamos, nosotros con ella, una institución de calidad? ¿Los planes de estudio y su administración pedagógica es acorde con nuestros objetivos? ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos ser? IV
Y la pregunta regresa a afuera, pero ahora desde nosotros: ¿Qué asegura que no nos rechacen? Nada. Cada vez más sectores de egresados son rechazados del trabajo porque “saben de más” están sobrecalificados; los sueldos de todos los universitarios cada vez son más bajos. “¿Para qué estudie tanto?” se preguntan después. “Yo hice exactamente lo que me dijeron que hiciera: vine a clase, puse atención, saqué 10, y ahora por hacerlo me dicen en los trabajos que no sirvo, que no soy apto” (he escuchado). ¿Con qué cara les decimos ahora a los más de 24 mil rechazados de los 50 mil aspirantes que no son aptos?¿Entonces su certificado de bachiller (por haber hecho lo que se les dijo que hicieran) no vale?
V La BUAP no es nuestra como propiedad privada, es de todos como propiedad Comunitaria. Recuerden que ni el Rector ni ninguna autoridad se salen a trabajar de obrero todos los días para pagar con su salario la Educación, toda la estructura se paga de los impuestos, ¿Cómo nos atrevemos a sacar de aquí a los verdaderos dueños? Es Literal: si el Pueblo Mexicano paga la Educación, es a él a quien pertenece. Sí, el problema son los rechazados y los aceptados y todos los que aceptan los prejuicios como verdad.
EL EXAMEN COMO PROCESO DE EXCLUSIÓN
Colectivo Universitario por la Educación Popular
La exclusión es un proceso que afecta a millones de personas en todo el país, ya sea por los privilegios en el trabajo o derechos individuales o por el desarraigo en el mercado laboral y su baja condición económica, eso implica una separación entre grupos distintos entre sí, supuestamente homogéneos, que incorpora una valoración diferencial entre estos ya que uno es considerado mejor que otro. Según Vélaz de Medrano, la exclusión es un: Proceso de apartamiento de los ámbitos sociales propios de la comunidad en la que se vive, que conduce a una pérdida de autonomía para conseguir los recursos necesarios para vivir, integrarse y participar en la sociedad de la que forma parte (2002).
Esa pérdida en la obtención de recursos necesarios afecta también en el campo educativo, porque un alumno excluido sufre las siguientes situaciones: (Tenti, 2007) • Falta de acceso a los sistemas educativos. • Escolarización segregada en dispositivos especiales. • Educación de «segunda» para los más desfavorecidos. • Fracaso escolar. También dentro de la exclusión escolar existen dos caras: una tradicional, o la más conocida, que se mide por la cantidad de niños y jóvenes que están
fuera de la escuela, cuando según las leyes y tratados, deberían estar adentro recibiendo lo que merecen. Un ejemplo de ello sucede en el ámbito universitario, en México sólo 3 de cada 10 jóvenes en edad de acudir a la Universidad tienen la oportunidad de hacerlo. Según los datos de la SEP, hay 2.93 millones jóvenes
inscritos en alguna de las 4,894 universidades públicas y privadas que hay en el país; y del total estudiantil universitario, las proyecciones indican que sólo el 4% logrará avanzar hacia los estudios de posgrado. Actualmente, las cinco entidades con menor cobertura, según los datos del Censo de 2010, son: Guanajuato y Chiapas, con un 79.2 por ciento, respectivamente; Quintana Roo, con 78.5 por ciento; y Michoacán y Guerrero, con 77.1 por ciento cada uno de ellos; mientras Puebla cuenta con el 73 por ciento (ANUIES 2013). Imagen tomada del periódico Excelsior
Pero también se encuentra la cara más complicada de la exclusión, que es la que tiene que ver con el conocimiento. Aquí las mediciones son más complejas, aunque desde hace algunos años, se cuenta con las evidencias que proveen los sistemas nacionales de medición de la calidad de la educación, aunque no hay que confiar en ellas, ya que nacen dentro de un discurso de poder en donde se ven beneficiados las personas que tienen acceso a la escuela en mejores condiciones, es decir, aquellos que tienen un ingreso económico mayor que gran parte de la sociedad. Por ejemplo, un niño en situación de pobreza no tendrá más oportunidades que un niño con padres empresarios que tienen una gran capital económico, ambos tienen la misma oportunidad de ingresar a la escuela, pero el niño con dinero se encontrará en un colegio donde le den clases particulares de inglés, aula con tecnología, maestros preparados y aparatos que le ayudarán en el proceso de aprendizaje; mientras que el otro ingresará a una escuela con bajos recursos que muchas veces no tiene bancas, estará en un grupo multigrado (es decir, con niños de otros grados), tal vez falte para ayudar a sus padres, e incluso
hable una lengua indígena que no le permita desarrollar sus habilidades por no situarse en el mismo código lingüístico. Digamos que las dos personas mencionadas se encuentran para realizar un examen de admisión para la universidad, ¿cuál de los dos niños tendría más posibilidades para aprobar el examen? Por lógica será respondido que el primero, ya que tuvo en su proceso de formación mejores herramientas y mejores apoyos que su compañero de prueba. Lo malo no es esto sino la justificación para excluir al, ahora joven, de su posibilidad para seguir formándose en la universidad, ya que dirán las autoridades y la población en general que la culpa la tuvo él por no prepararse, pasando un problema social a uno individual, tal como lo menciona Barriga: La construcción de las pruebas de inteligencia (Binet, 1905) constituyó un enclave privilegiado para justificar las diferencias sociales presentándolas sólo como individuales. A través del concepto coeficiente intelectual se redujo el problema de la injusticia social a una dimensión
biologista. (1994)
A partir de aquí podemos ver que el examen se convierte en una de las herramientas que es utilizada para realizar el proceso de exclusión educativa, con el discurso de que a partir de ahí se puede lograr una mejora educativa. La consigna principal es una “hacer más con menos”, o en otras palabras, realizar un menor gasto económico para cada estudiante, es por ello que no sorprende que en cada etapa escolar un menor número de alumnos ingresa o se mantiene. A partir de las políticas educativas neoliberales, se fundamenta “académicamente” la restricción para el ingreso a la educación, como se mencionó en con el ejemplo anterior. Y no sólo es de una perspectiva económica, además se pretende valorar al sujeto de una forma uniforme, cortando todas las brechas que lo hacen diferente, como la religión, condición social, contexto geográfico y hasta lingüístico, todo a partir de un proyecto moderno que nació en la revolución francesa, donde lo igual debe prevalecer; estas características aunque no se tenga importancia,
afecta la visión y percepción del educando, puesto que su cosmovisión afecta el modo de ver una pregunta. Un ejemplo que suelen usar mucho en las clases de docencia que imparten en Lingüística y literatura hispánica de la BUAP, es que en la pregunta de cualquier examen de primaria podría venir así. Si tenemos 5 pollitos y llamamos a comer a 3, ¿cuántos pollitos quedarán? La respuesta será lógica para nosotros, quedarán 2 pollitos, pero para una persona de campo contestará que ninguno, porque ellos, que obtienen buena parte del conocimiento de manera empírica, han visto que si le das de comer a unos pollitos todos los demás le seguirán. Entonces aquí hay un problema que muchas veces no se toma en consideración, el hecho de evaluar a todos los alumnos de manera uniforme, aun sabiendo la gran cantidad de contextos en el país, como es sabido México en uno de los países con una gran cantidad de culturas y lenguas que el Gobierno ignora y oculta. Bourdieu y Passeron también hablan sobre esa diferencia de contextos y cómo afectan al evaluar: En efecto, en los exámenes los profesores universitarios tenderían a valorar la creatividad y la asociación abstracta por sobre la aplicación empírica de conceptos. Dado que los alumnos provenientes de familias de menores recursos han sido socializados para orientarse a aspectos prácticos y no intelectuales esta desventaja social se realiza como un fracaso del propio alumno, en tanto el desempeño superior de alumnos provenientes de familias de mayores ingresos no se observa como consecuencia del contexto familiar sino de dones y talentos individuales. (2003)
A pesar de ello, el examen sigue siendo prueba o justificación para aprobar o no a un alumno, reproduciendo la idea del método conductista, en donde a través de estímulos es que se logra que la persona obtenga un conocimiento o capacidad. En otras palabras, si el alumno no pasa la prueba es que no tienen las capacidades ni conocimientos necesarios y requeridos para llegar al siguiente nivel, por lo que tiene que regresar hasta que lo logre. Lo que pasa es que limitamos a las personas con marcos que se imponen, sin aprovechar las otras capacidades e inteligencias que se pudieran tener, porque tal vez no sea bueno en matemáticas pero lo es en arte, pero como lo primero es “útil” para el pensamiento que tenemos, se debe de centrar el profesor en eso. La pregunta esencial es ¿por qué a pesar de todas las críticas, el examen sigue siendo actualmente la herramienta para evaluar y clasificar a las personas? Es fácil y terrible a la vez, porque instituciones como El proyecto educativo del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico imponen el modelo educativo a partir de una
«estrategia de reforma» que beneficia principalmente a la burguesía monopólica, las capas medias y altas. Es decir, a todas aquellas que tienen el suficiente dinero para manejar las empresas o negocios, dejando a un lado a todas le demás personas. Como menciona Labraña: Estos criterios de evaluación que favorecen a las familias de clases altas no se derivan de una jerarquía de conocimientos sino que son producto de luchas de poder en el seno de la estructura social de modo que finalizan otorgando legitimación a una clase sobre otra. (2012) Proceso que se ha estado viendo desde la época de los griegos, la subordinación de una clase sobre otra, esta es pieza principal sobre la exclusión educativa, para el mantenimiento de una clase en el poder debe de existir reglar que no permitan que todas las personas puedan desarrollarse en el ámbito académico por verlo como un peligro. Es por ello que mucha gente con altos ingresos económicos se encuentre en las universidades (ya sea por aprobar el examen de admisión o por pagar una educación privada) mientras que la gran mayoría de
los jóvenes con pocos recursos deben de seguir trabajando para poder ayudar a su familia. Una de las formas para marcar diferencia entre las clases sociales, es el uso del código lingüístico, que repercute en la evaluación de los alumnos, porque la escuela sólo se enfoca en la reproducción de la lengua y variante estándar (que resulta ser la dominante) dejando de lado a las demás. Bernstein habla del código restringido y el código elaborado o formal que son los que utiliza cada una de las clases (la subordinada y la dominante), el primero es utilizado por las clases y el segundo por las instituciones y clases con mayor adquisición educativa y económica. Haciendo que los primeros deban de cambiar su código al momento en que se encuentren en la escuela, que muchas veces es difícil y aunque no parezca importante, afecta en un examen, prueba de esto es que para ingresar al examen de la BUAP existe una prueba que es sobre Redacción Indirecta, y si el alumno no conoce y utiliza los elementos del código elaborado, tiene muchas desventajas que le quitarán puntos
y la oportunidad de ingresar a la Universidad. Con todo esto se ha podido ver que el examen de admisión para entrar a una universidad en el caso más cercano a la BUAP, no es recomendable la realización de un examen, ya que se ha visto que no evalúa todos los conocimientos y capacidades que puedan tener una persona y no sólo eso, sino que es una herramienta de las clases altas para mantener su dominio y privilegios, a costa de la educación de miles y miles de jóvenes que año con años ven como sus ilusiones se van cayendo al enterarse que no fueron aceptados a la universidad que podían costear. Asimismo, se ha podido ver que el problema de la exclusión no solamente es un problema educativo, en realidad ni siquiera es eso, sino que es un problema económico porque el Estado no se ha preocupado en invertir en la ampliación de matrícula o la creación de nuevas universidades porque no le interesa eso, y no sólo eso sino que le ha pasado la batuta a la inversión privada que a costa de los jóvenes a llenado los bolsillos a empresarios, todo esto para repetir
la política neoliberal que hace ver a la educación como un negocio y la escuela como un preámbulo de lo que será la relación entre el dueño de los medios de producción y el trabajador dentro de una empresa. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS • Barriga, A. (2012). Una polémica en relación al examen. Revista iberoamericana de educación. Recuperado el 15 de junio de 2016 de http://rieoei.org/oeivirt/rie05a05.htm • Bernstein, B. (1993). La estructura del discurso pedagógico. Madrid: Madrid. • Bourdieu, P. & Passeron, J. (1964). Los herederos. Los estudiantes y la cultura. Buenos Aires: Siglo XXI. • Fuentes, M. (2013). Exclusión: signo de la educación superior. México: Excelsior. Recuperado el 15 de junio de 2016 de http://www.excelsior.com.mx/nacional/2013/ 10/08/922330 • Labraña, J. (2012). La educación como garantía de igualdad o desigualdad en la sociedad moderna: Observaciones desde la teoría de sistemas sociales. Chile: Revista Mad. Pp. 17-33 • Ríos, J. (2005). Hacia una sociología de la educación universitaria en el Perú. Perú: Investigaciones Sociales. Pp. 403-425. • Tenti, E. (2007). La escuela y la cuestión social. Ensayos de sociología de la educación. Buenos Aires: Siglo XXI • Velaz de Medrano, C. (2002) Intervención educativa y orientadora para la inclusión social de menores en riesgo. Factores escolares y socioculturales. Madrid: UNED, Unidad Didáctica, Educación Social.
LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO, NO UN PRIVILEGIO
Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Comité Estudiantil
Muchas veces pensamos que aquellos y aquellas que no logran un lugar en las aulas de la preparatoria o la Universidad es porque no tienen los conocimientos y/o habilidades y "se merecen" quedar fuera, sin embargo, no siempre es así. Por ello hay diversas organizaciones de aspirantes y rechazados en el país, como el MAES en la ciudad de México y el MAR en Morelia.
La problemática de exclusión exige un análisis desde múltiples aristas. Debemos empezar por entender el origen de las Universidades públicas, surgen a partir de la lucha social, como un mecanismo para que las clases populares tengan acceso, para que la educación se convierta en un derecho y no en un privilegio.
Algo que sabemos sobre historia, es que es un proceso, en constante movimiento... por lo que hoy nos encontramos con que, lo que se busca como un derecho universal, en México no es una realidad. Sólo 3 de cada 10 jóvenes asisten a una institución de educación superior según cifras de la SEP, aunque podrían ser más, en el caso de Michoacán sólo el 11.8% de la población llega a
concluir su educación superior, es decir, entrar a las aulas no te asegura tener la preparatoria o licenciatura terminada, pues un 88.2% decerta por diversas situaciones. ¿POR QUÉ TANTA EXCLUSIÓN EDUCATIVA? Como principal mecanismo de exclusión tenemos el examen de admisión; se presenta como una herramienta necesaria para permitir o rechazar a un(a) aspirante. Debemos comprender que estos examenes son un mecanismo inadecuado para el ingreso a la Universidad, pues a parte de que existen personas con promedios altos y aún así son rechazados o rechazadas, no toman en cuenta el contexto socioeconómico y cultural de aspirantes pues no se puede "medir a todos con la misma vara", alguien podría ser bueno(a) para matemáticas, otro para pintar, otro para tocar instrumentos, para comprender abstracciones, etc. lo cual no significa que alguien sea más inteligente que las y los otros. Además el contenido es parcial y superficial, por tanto, insuficiente. El segundo tema que debemos tomar en cuenta son los edificios y matrícula; en un estado que está muy por debajo de la media en cuanto a exclusión educativa, debería ser una prioridad de las autoridades educativas y gubernamentales subsanar lo señalado, sin embargo, al mismo tiempo que declaran su "preocupación" por la educación se implementan cobro de cuotas de inscripción, forma de exclusión económica ( por lo que nació el movimiento en defensa de la gratuidad en la UMSNH) se preocupan por la educación dicen y ni siquiera pueden asegurarle
un lugar a personas que forman dentro de su misma institución, es decir, pase directo de las preparatorias de la Universidad a una licenciatura, tampoco se construyen nuevos espacios en la capital ni en otras regiones del estado donde son necesarios. El Estado ya no se preocupa por garantizar el acceso a la educación, en comparación con otros países, lo que México destina del PIB a la educación es
"preparados" como nosotros y nosotras. Están en algún lugar, viendo frustradas sus metas, creyendo que no merecen más de lo poco que ahora tienen. NO tenemos por qué elegir entre nosotros y los demás, organizados, organizadas, podremos lograr una educación gratuita, científica y universal. Hagamos de la educación un derecho que por ningún motivo económico, político, social o
de 4.5%, en contraste, el país que más invierte en educación es Cuba con un 12.5% según datos de la UNESCO. Es así, como la exclusión es una avanzada para la privatización de la educación; vivimos bajo un sistema que teniendo lo necesario para todos, en vez de otorrgarlo nos pone a competir unos(as) con otros(as), un sistema bien representado en el ámbito educativo, donde un banco sin rostro sueña con administrar la educación, para que al mismo tiempo que lucra con las instituciones pone a competir al estudiantado y convertir no sólo la Universidad sino quienes la integramos, en mercancías. Mientras los que quedan fuera se convierten en "mercancía de segunda mano" por no estar
cultural sea condicionado. Es posible, pero sobre todo necesaria nuestra organización, para no permitir que nos arrebaten los derechos que otras generaciones conquistaron, que ahora nos pertenecen y debemos defender. “Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio ” Bertolt Brecht ¡PORQUE LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO, NO UN PRIVILEGIO! ¡VIVA LA ORGANIZACIÓN ESTUDIANTIL!
¿SER APTOS O NO? LA ELITIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Frente Estudiantil por una Educación para Todos. Cesar J. Sánchez “La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.” Paulo Freire
Charles Darwin utilizó por primera vez la frase “la supervivencia del más apto”[1], hasta la 5ª edición de El origen de las especies, publicada en 1869. Seguramente, cuando Darwin la retomó de Herbert Spencer, quien la publicó primero en su libro Principles of biology, en 1864, jamás pensó que sería utilizada con fiereza en muchos casos, y con ingenuidad en otros, para justificar ideas como el sexismo, la explotación , el racismo, el colonialismo y el elitismo. La historia del siglo XX está plagada de estos ejemplos, donde la supremacía del (o los) más apto(s) resulta una premisa de relevancia. El nazismo es un claro ejemplo. Actualmente, en pleno siglo XXI, esta frase se manifiesta de manera común y desafortunada, con sus distintas variaciones y una gran gama de
temas. Uno de ellos: el problema de la exclusión de la educación superior en México, en general, y en Puebla, en particular, donde la bandera de la exclusión por parte de las autoridades, y que tristemente la ciudadanía acepta y
promueve, es: “ingresan las personas más aptas”. Por tomar un ejemplo, para este proceso de admisión 2016, por primera vez, la Benemérita Universidade Autónoma de Puebla (BUAP), se inventó (sí, en todo el sentido de la palabra) un tercer filtro (además de los dos exámenes que de por sí hace) para el caso de algunas carreras del área de ciencias naturales y de la salud ¿La razón? Para determinar qué personas son aptas para
alguna carrera, entre ellas, fisioterapia, odontología, medicina, etc. El Curso de inducción para el área de la salud, tal como lo denominó la BUAP, consistió, de acuerdo a algunas personas que lo tomaron (pues aspiraban a la licenciatura en medicina, la más demandada, y por tanto, la que más rechaza estudiantes), en un curso dividido en tres días. El primer día fue un “curso teórico” de RCP y un examen relacionado con ética de la salud; el segundo día consistió en la charla acerca de la licenciatura en medicina; por último, al tercer día, siguiendo una especie de tradición católica, como evaluación final, los jóvenes tenían que simular la reanimación de un paciente (maniquí) a través de la técnica RCP. La evaluación de este curso inductivo, muchos jóvenes con argumentos bastante razonables la pusieron en duda. Ahora aclaro: mi intención no es problematizar la forma en
cómo se evaluó este curso de inducción, sino más bien cuestionar la existencia misma de la prueba: ¿Es válido usar este tipo de pruebas para señalar qué estudiantes de nivel medio superior son aptos? Mi respuesta: no. Veamos, para comenzar: ¿en todas las preparatorias técnicas y bachilleratos generales (del estado de Puebla y del país, porque también participan estudiantes de otros estados) contemplan una formación precisa que pueda prever este tipo de evaluaciones para el área de la salud? En algunas probablemente sí, pero en otras no. ¿El estudiantado que ahora ingresa “supuestamente más apto” porque aprobó una tercera evaluación conducirá a la BUAP a una mejor generación de médicos? Lo dudo. Como en todas las generaciones, habrá profesionistas académicamente malos y otros muy buenos; unos con ética admirable y varios más que como humanistas no valdrán nada. Ahora bien, el clásico y popular argumento discriminatorio: “Quienes no se quedaron son unos burros porque no estudiaron” ¿es válido? No lo es, pues en años anteriores (de 2015 hacia atrás, al menos) hubo jóvenes que no se quedaron en medicina (entre muchas otras licenciatura) porque les faltaron 55, 30, 10, 5, 3 puntos, etcétera. ¿Unos cuantos puntos pueden medir el a posteriori desarrollo profesional de la juventud? Para nada, eso es simplemente irrisorio. Respecto a la ampliación de matrícula ¿Quién tiene la culpa: los aspirantes excluidos que exigen un derecho a la educación pública (como lo dice el artículo 3° de nuestra carta magna) o las autoridades universitarias, municipales, estatales y federales por no hacer esfuerzos por garantizar la educación? Para responder esta pregunta,
probablemente usted coincida que son las políticas gubernamentales de los niveles referenciados, sin embargo, también podrá decir: “pero es que ya somos muchos en los salones; ser tantos devendría en una mala educación”. Pues sí, los salones se atiborrarían y la atención al alumnado podría ser precaria. No obstante, déjeme decirle que si revisa la historia de nuestro país, en el año de 1968, una de la consignas de nuestros hermanos universitarios masacrados en Tlatelolco fue la ampliación de matrícula en las universidades ¿Qué quiere decir esto? Que el problema de los recursos destinados a la educación superior ha existido, por lo menos, desde hace unos 50 o 60 años, cuando la población mexicana era de alrededor de unos 50 millones[2] de habitantes (menos de la mitad de lo que ahora es: 118 millones). De tal modo que el problema de la educación en México nunca ha estado determinado por la cantidad de estudiantes, sino más bien, por las políticas gubernamentales que no dan cabida a la educación. México no destina ni el 1% de su PIB a este rubro; sin contar que Puebla es la segunda ciudad con mayor número de universidades privadas en el país (solo detrás de la Ciudad de México[3]), indicador de la privatización de la educación pública. Para mis fines utilicé como ejemplo la prueba al área de ciencias naturales y de la salud que implementó la BUAP en este año, sin embargo, la opinión que acabo de verter puede aplicarse a un montón de pruebas discriminatorias en las universidades del país. A modo de conclusión Algunas compañeras y compañeros de la Escuela de Biología me comentaban que, en efecto, en las universidades solo están las personas más aptas.
Supongo que se creyeron muy darwinistas. Al sector científico que pueda tener arraigada esta idea le pido: no descontextualicen a Darwin. Otros universitarios, de carreras distintas a la de biología, con los que debatí este tema también me llegaron a decir: “así es esto, es la supervivencia del más apto”. A ellas y ellos les digo que no es así. El hecho de pertenecer al sector universitario no nos debe hacer creer como los “seleccionados” organismos supremos que están encima de los demás, sino todo lo contrario: el estar en una universidad pública debería hacernos reflexionar sobre el hecho de que vivimos en un país injusto en el que a muchos aspirantes, literalmente, les cortan sus sueños y proyectos de vida. Es triste ver que la creencia de ser superiores, o más bien dicho “aptos”, justifique la burla hacia la juventud excluida de la educación ¡A este jodido mundo le hacen falta mejores personas, no profesionistas engreídos! Al extrapolar este tipo de frases, con cierta solidez científica para explicar un proceso en la naturaleza, debemos tener mucho cuidado. La oligarquía la utilizará para seguirse beneficiando del empobrecimiento económico e intelectual de la población, mientras que la ciudadanía la acatará de manera ingenua, con el riesgo de eclipsar las causas ilegítimas que despojan a la juventud de la única arma que podrá tener ante este aterrador mundo: la educación. Exigirla es un acto legítimo. Referencias [1] Aunque esta frase fue acuñada, primero, por Herbert Spencer, en su libro: Principles of biology, de 1864. [2] Datos obtenidos de El banco mundial [3] En la máxima casa de estudios del país: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por ejemplo, en el primer proceso hecho en marzo de 2015, de 128 mil 519 estudiantes que presentaron examen de admisión, solo fueron seleccionados 11 mil 490. Fuente: La Jornada