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Viajar en modo Swisstainable.
¿Quién no querría contemplar paisajes vírgenes, vivir tradiciones vivas o saborear delicias locales? En esto se basa la ‘suiztenibilidad’, en la interacción consciente y estimulante entre el ser humano y el medioambiente. Y es que cuanto más responsable sea el viaje, menor será la huella negativa… y más auténtica la experiencia.
Naturalmente sabroso.
Suiza está a la cabeza del mundo en el consumo de productos orgánicos per capita. De ahí que todo restaurante y todo mercado sean una oda a los productos naturales.
Moverse con el sol.
La apuesta por las energías verdes también mira al cielo. Sin ir más lejos, en el lago de Biel opera un catamarán, MobiCat, que se alimenta de energía solar.
Cascadas hipnóticas.
La unión de su orografía y su hidrografía hace que Suiza sea un paraíso de cataratas. El país atesora más de 150 saltos de agua bautizados, siendo las cataratas del Rin uno de los más espectaculares por su tamaño. Admirarlas es sentir la fuerza de la naturaleza.
Respirar aire alpino. Ya a mediados del siglo XIX, uno de los principales reclamos del país era la pureza de su aire frente a la fulgurante industrialización.
Un aliciente que hoy perdura gracias a las estrictas políticas estatales contra la polución atmosférica.