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6 experiencias «Made in» Basilea.
La calle como lienzo.
El vibrante panorama cultural de Basilea también se refleja en sus paredes. De hecho, sus muros podrían considerarse una extensión de cualquiera de sus museos, con obras de reconocidos artistas urbanos como Invader, Espo y Bustart. Para no perderse entre sus colores y su simbología, lo ideal es hacer un tour especializado y entender mejor las creaciones que alegran el puente Schwarzwaldbrücke o que pueblan el Recinto Bell.
Como pez en el Rin.
El hobby por excelencia de los basilienses cuando llega el verano es acercase al río, buscar un muelle o una escalerilla en el barrio de Kleinbasel, guardar su ropa en la Wickelfisch -una bolsa impermeable con forma de pezy zambullirse en el agua. Pero no para hacer un largo, sino para dejarse llevar por la corriente hasta llegar a la siguiente parada. Es como coger el tranvía, pero más refrescante.
Tres países a pedaladas.
Basilea puede presumir de tener una de las rarezas arquitectónicas más curiosas de Europa. Se trata del Dreiländerbrücke, un puente peatonal con carril bici que cruza por tres países atravesando solo un río. Este hito es la excusa perfecta para pasear o pedalear por Suiza, Francia y Alemania que atraviesa esta pasarela desde suelo galo, se adentra en la comarca germana de Markgräflerland y regresa a territorio helvético a través de Riehen.