Libro Historia Ana G. Méndez - Recuerdos del Porvenir I

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© Recuerdos del Porvenir: Historia del Sistema Universitario Ana G. Méndez Primera edición 2004 Publicado por el Sistema Universitario Ana G. Méndez PO Box 21345, San Juan Puerto Rico, 00928-1345

ISBN Derechos de autor © 2004 Sistema Universitario Ana G. Méndez Derechos reservados. Se prohibe reproducir o transmitir en cualquier forma, electrónica o mecánica, cualquier parte de esta edición sin previo permiso escrito del publicador. Concepto y realización / Vicepresidencia de Mercadeo y Asuntos Estudiantiles Sistema Universitario Ana G. Méndez

Recuerdos del Porvernir: Historia del Sistema Universitario Ana G. Méndez

Director de Arte / José Luis Collazo Diseño Gráfico / Arte Gráfico &... 787-250-6193 Impresión / Imprelibros, S.A. Impreso en una edición de 4,000 ejemplares.

GUILLERMO A. BARALT


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Tabla de Contenido Agradecimientos Introducción

Capítulo 1

I

II 2

Capítulo 5

Luego de un lustro de crecimiento extraordinario, el reajuste (1980-1989) Capítulo

(1990-1999)

(1908-1949)

Epílogo

2

El nuevo cañonazo: El Puerto Rico Junior College (1948-1958) Capítulo 3

Un nuevo orden urbano, industrial, y político en Puerto Rico (1958-1969) Capítulo 4

La transformación de la Fundación Educativa Ana G. Méndez (1970-1979)

34 64 94

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166

Entonces se llamó Sistema Universitario Ana G. Méndez

Ana G. Méndez y la Puerto Rico High School of Commerce Capítulo

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Hacia el Siglo XXI Siglas Bibliografía Indice de Nombres

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Indice de Cuadros Capítulo 1

CUADRO I - Escuelas Superiores de Puerto Rico - 1930 Matrícula por curso general y comercial ....................................13 CUADRO II - Año académico 1937-38 Universidad de Puerto Rico ........................................................16 Capítulo 2

CUADRO VIII - Matrícula total del Puerto Rico Junior College (Río Piedras y Cupey) ................................................................71 Capítulo 4

Capítulo 6

Epílogo

CUADRO XVIII - Matrícula universitaria por sector 1992-1993, 2002-2003 ..............................................................................169

CUADRO XXVII - Donantes «Forjadores de Futuro» ................221

CUADRO XIX - Instituciones públicas y privadas (1997) ..........170 CUADRO IX - Matrícula total del Colegio Universitario del Turabo 1972-1979 ......................................103

CUADRO XX - Matrícula estudiantes universitarios de Puerto Rico - 1997 ..............................................................171

CUADRO X - Matrícula total del Puerto Rico Junior College ....105 CUADRO XXI - Matrícula total del Sistema Universitario Ana G. Méndez 1990-1998 ......................................................173

CUADRO III - Población de Puerto Rico: Urbana y Rural de 1898 a 1950........................................................................................37

CUADRO XI - Desglose de los fondos disponibles durante el año 1971-1972 Fundación Educativa Ana G. Méndez......................109

CUADRO IV - Estadísticas del Departamento de Educación de Puerto Rico, 1900-1949....................................................................41

CUADRO XII - Proporción entre alumnos de la U.P.R. y las universidades privadas, 1940-1977 ..........................................110

Capítulo 3

Capítulo 5

CUADRO XXIII - Miembros de la Junta de Directores del Sistema Universitario Ana G. Méndez durante 1990-2000 ....................183

CUADRO V - Distribución urbana y rural de la población, de Puerto Rico, 1899-1965 ............................................................67

CUADRO XIII - Presidentes, Junta de Directores (1980-1989).127

CUADRO XXIV - Matrícula total de la Universidad Metropolitana 1990-1998 ..............................................................................190

CUADRO XXII - Presidentes y vicepresidentes de la Junta de Directores durante los años 90 ............................................182

CUADRO XIV - Ejemplo de proyectos financiados por AFICA ..137 CUADRO VI - Matrícula escuela elemental, escuela intermedia, escuela superior y nivel universitario, Puerto Rico, 1909-10 a 1965-66 ....................................................................................68 CUADRO VII - Graduados de escuela superior, escuelas públicas y privadas, solicitudes de admisión para el primer año, Universidad de Puerto Rico, estudiantes admitidos a la universidad y estudiantes admitidos que se matricularon, 1958-59 a 1963-64 ....................................................................69

CUADRO XV - Matrícula total de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, por institución 1980-1989 ..............................139 CUADRO XVI - Matrícula total de la Fundación Educativa Ana G. Méndez 1980-1989 ......................................................145 CUADRO XVII - Matrícula del Programa PROSEE 1982-83 a 1988-89 ..................................................................................153

CUADRO XXV - Matrícula de estudiantes en la Universidad del Turabo durante 1990-1998 ................................................196 CUADRO XXVI - Matrícula de la Universidad del Este durante 1990-1998 ..................................................................201

CUADRO XXVIII - Fondo Permanente de Becas del Sistema Universitario Ana G. Méndez ....................................................222


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Agradecimientos Religiosa del Sagrado Corazón de Jesús y catedrática de la Universidad Metropolitana, por el preciado tiempo que prestó a la lectura del manuscrito y por sus sabias recomendaciones. Con ella leí cada palabra, frase y suspiro de esta obra. De todos ellos he aprendido mucho más de lo que aquí podría testimoniar. Para hacer realidad este proyecto, conté con la valiosa colaboración de Francisco Bartolomei, María Martínez, Mayra Cruz y José Luis Cedeño de la Vicepresidencia de Mercadeo y Asuntos Estudiantiles del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Mención aparte merece la escritora y catedrática Mercedes López Baralt, quien estuvo a cargo de la corrección del estilo, ya que este texto se publica en ausencia de una casa editora. Por último, reconozco la labor de equipo de Arte Gráfico, cuya concepción, diseño y producción gráfica enriquecieron notablemente el contenido del libro. A todos ellos les estoy muy agradecido. Sin embargo, deseo subrayar que, a pesar de que se trata de un libro escrito por encomienda, soy el único responsable, tanto de sus desaciertos como de sus aciertos.

l ensayo que sigue, sobre la transformación del Puerto Rico Junior College en el Sistema Universitario Ana G. Méndez, nació del interés manifestado por Grecia Méndez para llevar a cabo una minuciosa investigación, encaminada a la redacción de esta historia. José F. Méndez, presidente de dicho sistema educativo, respaldó la iniciativa de su hermana y puso a mi disposición todos los mecanismos y ayudas institucionales pertinentes. Ya concluida la obra, no puedo menos que agradecer la gentileza, entusiasmo y, sobre todo, la confianza por haberme escogido para esta empresa, siempre reafirmando la libertad de mi criterio cuando llegara la hora de publicar el producto de esta investigación. Imperdonable sería omitir mi gratitud a personas que han enriquecido el proyecto con documentos, bibliografía de fuentes secundarias, fotos, datos, lecturas de segmentos del texto y entrevistas. Entre los entrevistados, cabe mencionar a los rectores Dennis Alicea, Federico Matheu, Alberto Maldonado, así como también a Juan M. González Lamela, Juan M. García Passalacqua, Federico Modesto, Luis González Vales, Miguel Vázquez Deynes y Héctor Jiménez Juarbe. También le estoy agradecido a la recién fallecida Hna. María del Carmen Monserrat Gamis (Monse),

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Guillermo A. Baralt, Ph.D. Catedrático, Departamento de Historia Universidad de Puerto Rico

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Introducción partir del desplome de la Bolsa de Valores en los Estados Unidos el año anterior. Se matriculó en la sección nocturna de la Central High School, que con su magnífico edificio, inaugurado en 1922 en pleno corazón de Santurce, era una de las doce escuelas superiores del país. En 1935 Ana G. Méndez terminó sus estudios superiores en la Central High e ingresó a la Escuela de Comercio de la Universidad de Puerto Rico. Allí entabló una buena amistad con los profesores Florencio Pagán Cruz, Alfredo Muñiz Souffront y Ana María O’Neill. Luego de su graduación se dedicó al magisterio, empleándose como maestra en una escuela superior de comercio. Allí se distinguió impartiendo los cursos de taquigrafía y español comercial. La experiencia fue muy enriquecedora, aunque con el paso de los meses se comenzó a preguntar si acaso ella no tenía la misma capacidad y preparación para administrar y dirigir su propia escuela. Sin embargo, a fines de 1940, y a pesar del desaliento que imperaba en el país por causa de la Segunda Guerra Mundial, Ana G. Méndez se reunió con sus antiguos profesores de la facultad de Administración Comercial de la Universidad de Puerto Rico, Alfredo Muñiz Souffront y Florencio Pagán, y les habló de su sueño de crear una escuela superior de enseñanza comercial. Meses más tarde, y con muy pobres expectativas, se inauguró la Puerto Rico High School of Commerce. La dirección de la institución estaba en manos de los tres amigos, que habrían de desempeñar múltiples funciones: Ana G. Méndez tomó el timón como directora-administradora, Florencio Pagán fue director y sub administrador y Alfredo Muñiz

sta fascinante historia cuenta el relato de cómo una institución educativa pequeña dividiéndose en tres se hizo grande, de cómo una institución riopedrense llegó a ser isleña, y finalmente, de cómo una institución puertorriqueña, al cruzar los mares y establecerse en Orlando, Florida, se hizo continental y hoy dirige sus miras hacia otros pueblos y latitudes en el hemisferio americano. Es la historia de la transformación del Puerto Rico Junior College en el Sistema Universitario Ana G. Méndez. El primer capítulo se inicia con una corta biografía de Ana G. Méndez, que narra sus primeros pasos educativos en una de las muy modestas escuelas públicas de Santurce, donde cursó desde el primero hasta el octavo grado. En la educación pública y totalmente gratuita de jóvenes como Ana, el país cifraba, desde 1900, sus esperanzas para un futuro mejor. En 1923, a sus quince años, Ana completó la escuela primaria. Niña afortunada, pues para entonces, el 60 por ciento de los niños de la isla, menores de 10 años, no sabía leer y escribir, mientras que el 74 por ciento de la población adulta de la ruralía era analfabeta. Sin embargo, como tantos jóvenes en el país, Ana, dio entonces por terminados sus estudios. Y es que Ana había conocido al comerciante vegabajeño José Méndez Rivera. Poco tiempo después, y con la sagrada promesa de su futuro esposo de apoyarla en la continuación de sus estudios superiores, ambos se casaron. Tras años de ausencia de la escuela y con la diligente ayuda de su madre, que cuidaba a sus niñas, Ana reanudó sus estudios en 1930 en medio de la dolorosa crisis económica que afectó la isla a

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correspondiente para operar este tipo de institución, desconocida en los anales de la historia de la educación universitaria en Puerto Rico. Durante los próximos meses, Méndez dedicó sus más preciadas energías a lograr la acreditación. Sin embargo, de repente el cielo se tornó gris, cuando, en 1953, el Consejo Superior de Enseñanza no parecía dispuesto a conceder la aprobación. Era conocida la férrea oposición del rector Jaime Benítez a la acreditación de la nueva institución. Además, se especulaba que pesaba en su contra -a los ojos de los miembros del Consejo- el hecho de que era una mujer la que la encabezaba. El 27 de junio de 1957, luego de ocho años, el Consejo Superior de Enseñanza, emitió su aprobación. Como era de esperar, la Middle States Association of Universities and Colleges hizo lo mismo. El tercer capítulo describe cómo para 1960, bajo un nuevo orden urbano, industrial y político, el Puerto Rico Junior College con sus recintos de Río Piedras y el recién inaugurado en Cupey, elevó su matrícula a 825 alumnos. Cinco años más tarde llegó a los 1,600, cifra que la administración había estimado que no alcanzaría hasta 1970. Para entonces, a Ana G. Méndez, y Florencio Pagán se les unió en la alta jerarquía de la institución Faith Preston como Decana de Administración, y luego Estela Agramonte de Rodríguez. En 1967, a instancias de Méndez, fue reclutado como decano académico y asesor legal el licenciado Juan M. García Passalacqua. Junto a éste, también se incorporó a la administración el hijo de la fundadora, José F. Méndez, a quien se le encomendaron los asuntos

Souffront, profesor. La institución se proponía dotar rápidamente al estudiante de una profesión. Se esperaba que el graduado de comercio pudiese encontrar oportunidades de trabajo con remuneración adecuada y con buenas posibilidades para el futuro. El segundo capítulo cuenta cómo el sueño inicial de Ana G. Méndez se fue ampliando. Pese al crecimiento innegable en la educación superior en Puerto Rico, la fundadora pensaba que todavía había cabida para otra institución universitaria. Le preocupaba el futuro de los egresados de las escuelas superiores que luego de graduarse, no podían aspirar a estudiar en la Universidad de Puerto Rico por falta de espacio y promedio académico. Sólo una quinta parte lograba cabida en ese centro docente. Además, el asunto económico siempre estaba presente, pues la mayoría de los estudiantes de las escuelas públicas de la isla eran de la clase menos pudiente. Fue así como en 1949, luego de nueve años administrando la Puerto Rico High School of Commerce, y con la experiencia docente y administrativa adquirida tanto en la Universidad de Puerto Rico como en las escuelas públicas del país, Ana G. Méndez, Florencio Pagán y Muñiz Souffront establecieron un colegio de la comunidad que llamaron el Puerto Rico Junior College. A paso seguido, el 29 de junio de 1950, Ana G. Méndez recurrió al Departamento de Estado para incorporar una institución educativa sin fines pecuniarios. Desde entonces comenzó a discutir con sus dos colegas los pasos para conseguir del Comité de Acreditación del Consejo Superior de Enseñanza, la aprobación

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G. Méndez se manifestó en torno a la estabilidad institucional que podría lograrse a través de una fundación dedicada exclusivamente al desarrollo del Puerto Rico Junior College y que pudiera permitirle mantener la filosofía que lo había sustentado hasta el momento. Con esos propósitos en mente, la Junta de Directores le encomendó al constitucionalista y profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, Raúl Serrano Geyls, un estudio sobre la posibilidad de crear una nueva estructura jurídica que permitiera que una fundación pudiera regir los destinos del Puerto Rico Junior College. Juan Manuel García Passalacqua -de cuya pluma habían nacido muchos de los estatutos de las instituciones del Puerto Rico Junior College- le proveyó los documentos básicos que definían su estructura jurídico-administrativa: el Certificado de Incorporación, el Reglamento de la Junta de Síndicos y los Estatutos de la Institución docente. Como resultado de estas gestiones, al quedar legalmente incorporada el 18 de junio de 1969, la institución asumió un nuevo nombre. Conocida anteriormente como la Asociación Puerto Rico Junior College Inc., pasó a nombrarse como Fundación Ana G. Méndez, una entidad creada «sin fines de lucro para establecer, desarrollar, dirigir y supervisar centros o instituciones de educación universitaria y ofrecer programas técnicos y semi-profesionales, programas de carácter preparatorio para proseguir estudios universitarios avanzados y programas de bachillerato y post graduados». Con la incorporación de la entidad educativa, quedó claro

financieros de la institución. Como antes, entrados los años sesenta, el estudiante promedio que ingresaba al Puerto Rico Junior College era de escasos recursos económicos. Estudiar representaba un gran sacrificio económico para él y su familia. Por ello, Ana G. Méndez no cesaba en su empeño por buscar fondos para becas y otras ayudas que permitieran al estudiante del Colegio, ingresar y luego mantenerse en la institución. Fue credo del Puerto Rico Junior College que ningún joven encontrase las puertas cerradas para ejercer su derecho a la educación y que el adulto que deseara estudiar pudiera hacerlo. La universidad estaba al servicio de quien más la necesitaba. Para junio de 1967, Ana G. Méndez andaba buscando un nuevo lugar para ensanchar el Puerto Rico Junior College. No tuvo que buscar mucho pues en el Valle del Turabo del municipio de Gurabo encontró el lugar soñado. Fue así como en aquel ambiente apacible, 207 estudiantes contaron con un centro de educación superior. Al llegar a este momento, nuestra historia del Sistema Universitario Ana G. Méndez comienza a ramificarse, en el empeño de tratar por separado y en detalle el desarrollo de cada una de sus instituciones: el Puerto Rico Junior College en Río Piedras, el recinto de Cupey y el del Turabo. Posteriormente se hará lo propio con la Universidad Metropolitana, la Universidad del Turabo, el Canal 40 y por supuesto, el Puerto Rico Junior College. El 15 de enero de 1968, luego de una década de crecimiento vigoroso de programas, planta física y ayuda económica, Ana

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que aunque Ana G. Méndez había invertido su capital en la institución desde sus comienzos, no podría disponer de ninguna parte de él para su beneficio y menos, usarlo como herencia. El Puerto Rico Junior College era del pueblo de Puerto Rico. En caso de desaparecer, la institución pasaría a la Universidad del estado. Poco después, y como resultado de la nueva organización universitaria, se creó la plaza de rector del Puerto Rico Junior College. Para ocuparla fue nombrado Federico J. Modesto. El otrora avezado educador, administrador de grandes quilates del Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico, quien había pasado por todas las etapas del escalafón escolar hizo valiosas aportaciones a la institución. El cuarto capítulo relata cómo el 25 de agosto de 1974, Ana G. Méndez renunció a la presidencia de la institución. Una nueva generación se comprometió con su futuro. Para aquellos mismos días, la Junta de Directores designó al vicepresidente de asuntos financieros de la institución, José F. Méndez, para cubrir la vacante. José era el benjamín de la familia Méndez González, y ya había sido reclutado en 1967 por la fundadora para ocupar el puesto de Decano de Administración del Puerto Rico Junior College. Dos años después fue nombrado asistente del Vicepresidente de Asuntos Financieros y ayudante de la tesorera Juanita Ríos. Desde entonces, las finanzas de la institución y la búsqueda inmediata a la solución de problemas constituyeron el fuerte de José F. Méndez. El 26 de septiembre de 1974, Manuel García Méndez, presidente de la Junta de Directores, presentó una moción para que

José F. Méndez fuera nombrado presidente de la institución. La misma fue secundada por voz del vicepresidente de Asuntos Académicos, García Passalacqua. No hubo oposición. De esa manera, José F. Méndez se convirtió en el segundo presidente del Puerto Rico Junior College. En los inicios de los años setenta, se hizo evidente que el recinto del Puerto Rico Junior College en el Valle del Turabo del municipio de Gurabo podía subsistir sin la ayuda académica de los recintos de Río Piedras y Cupey. Tras pasar por un cuidadoso proceso se creó el Colegio Universitario del Turabo. El aumento en matrícula de estudiantes fue un hecho decisivo en los planes inmediatos y futuros de la institución. Para el año académico de 1976-77 la matrícula fue de 4,445 estudiantes. Poco después, en la reunión del 9 de julio de 1977, la Junta de Directores de la Fundación acordó la creación de un comité especial para que estudiase las opciones que tendría la Fundación Educativa Ana G. Méndez en torno a la conveniencia de ofrecer cursos de bachillerato en la zona metropolitana de San Juan. Se pensó entonces en crear una nueva institución en el recinto de Cupey que llevaría el nombre de Colegio Universitario Metropolitano. Para ese momento, la Fundación Educativa Ana G. Méndez, con sus tres instituciones afiliadas, era una empresa educativa que atendía a jóvenes procedentes de la clase más pobre de Puerto Rico, que acudían con necesidad urgente de ayuda económica. Para ellos y tantos otros estudiantes en la isla, el 1973 fue un año trascenden-

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tal cuando el Congreso de los Estados Unidos aprobó, por iniciativa legislativa del senador Claiborne Pell, un sistema de becas que cambiaría el futuro de la educación pública y privada en Puerto Rico. Se trataba del «Basic Educational Opportunity Grant», nombrado popularmente como las becas «BEOG» o becas Pell. Cualificaban para éstas los estudiantes subgraduados que demostraron extrema necesidad económica, y que estuviesen matriculados por lo menos a medio tiempo en un colegio o universidad. Esta beca ofreció el primer eslabón en la cadena de distribución de fondos de ayuda estudiantil. Muy pronto la asistencia económica para la educación universitaria fue sinónimo de becas Pell. Dado el caso de que en Puerto Rico el nivel de ingreso familiar era más bajo que en los Estados Unidos y que la proporción de familias bajo el nivel de pobreza era mayor, la proporción de estudiantes que calificaban bajo el criterio de necesidad económica fue necesariamente mayor. Ya para el año siguiente, la BEOG se había convertido en la principal fuente de becas para los estudiantes de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. El cuarto capítulo narra las gestiones llevadas a cabo por José F. Méndez al asumir la presidencia en 1974. Desde el inicio Méndez tuvo la firme convicción de que la Fundación Educativa, a fin de abrir las fronteras de su progreso, necesitaba la formulación de unos objetivos a largo plazo, juntamente con un plan maestro para alcanzarlos. El Plan Maestro que se proyectó entonces fue ciertamente ambicioso y de singular importancia para la vida

institucional. El plan les diría cuán buenos habían sido en su gestión educativa, cuán buenos podrían ser y hacia dónde se dirigían. El 18 de julio de 1979 la Junta de Directores aprobó el Plan Maestro Institucional y se procedió con su implantación a inicios del año académico 1979-1980. El Plan estableció los parámetros y directrices de desarrollo del Puerto Rico Junior College y del Colegio Universitario del Turabo en las áreas de matrícula, programas académicos, métodos de enseñanza, servicio para el desarrollo del estudiante, la facultad, facilidades físicas, investigación institucional, educación continuada, extensión y finanzas. El quinto capítulo describe el devenir de los años ochenta, cuando la educación de la juventud puertorriqueña - a todos los niveles - se confrontó con una sociedad caracterizada por la corrupción entronizada en segmentos de importancia de la policía y el Gobierno, por el terrorismo político, tanto de izquierda como de derecha, el tráfico y consumo de drogas narcóticas, las actividades del crimen organizado, el consumismo rampante y la irresponsabilidad generalizada. Prevalecían en alto grado entre los jóvenes del país la delincuencia y la deserción escolar. Hacía rato que la juventud puertorriqueña había perdido su inocencia. El educar se convirtió entonces en una experiencia cada vez más retante para la facultad, los administradores y los empleados de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. En el fondo se trataba de una gestión social de amor por el prójimo, de apostar al futuro del

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país. Ofrecer una preparación académica de excelencia para los más necesitados junto a una bien articulada orientación ciudadana constituyó el granito de arena que la Fundación Educativa Ana G. Méndez habría de multiplicar en aras del bienestar de Puerto Rico. Para entonces, el presidente Ronald Reagan había esbozado un programa económico que impuso recortes drásticos en la burocracia federal y, más todavía, en los programas de asistencia social. Uno de los efectos más fuertes de las reformas se manifestó en los programas de educación elemental y secundaria, y en los programas de préstamos y becas estudiantiles. El impacto fue devastador, pues de los 83,000 estudiantes matriculados en las universidades públicas y privadas, alrededor de 50,000 recibían becas federales. José F. Méndez - quien mejor que nadie vislumbró, desde un principio, los profundos cambios que la Beca Pell traería al país manifestó que la súbita eliminación de alrededor de $12 millones tendría efectos devastadores sobre los estudiantes que se beneficiaban, así como sobre las instituciones que proveían los servicios; también sobre la comunidad en general. Para las instituciones privadas, decía Méndez, la reducción drástica en la matrícula a niveles intolerables significaría grandes problemas económicos y hasta la bancarrota, con la consecuencia en muchos casos del cierre de la mayoría. En fin, las recesiones económicas, los recortes anunciados por el presidente Reagan y los cambios a la 936 por el Congreso, no traían buenos augurios sobre la economía, la sociedad y la educación universitaria puertorriqueña.

Para ese mismo tiempo de incertidumbre, y debido a los cambios que se perfilaban en cuanto a las ayudas federales, no pasaba una reunión sin que la Junta de Directores de la Fundación Educativa Ana G. Méndez abordara el tema financiero. Se buscaban afanosamente otras fuentes de capital para absorber lo imprevisto. Una de esta fuentes fue el mencionado Fondo Ana G. Méndez de Dotación y Reserva. Pero José F. Méndez tuvo la visión e iniciativa, a nombre de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, de interesarse también en consorcios y alianzas educativas que resultaron en extraordinarios beneficios para la Fundación. Una de estas primeras alianzas se dio en 1983, cuando se inauguró un programa de estudios doctorales en Educación en la Escuela de Educación de la Universidad de Fordham en la ciudad de Nueva York, para la facultad de las instituciones afiliadas a la Fundación. Meses más tarde, el Laboratorio Lawrence Berkeley, la Universidad Jackson State y la Fundación Educativa Ana G. Méndez, firmaron un Memorando de Entendimiento, creando un consorcio de ciencias y tecnología. Su propósito era el mejoramiento de las áreas de las ciencias naturales y de las ciencias de cómputos, tanto en el carácter docente como en el de la investigación. Así, con este magnífico empuje, la Fundación se convirtió en un importante centro educativo para el estudio de ciencias y matemáticas. Al mismo tiempo, anualmente, se seleccionaban estudiantes y miembros de la facultad para asistir a talleres y participar de proyectos de investigación especializados en biología, química, historia y ciencia de cómputos, según fuese su área de

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interés en Jackson State o en el Laboratorio Lawrence Berkeley. Mientras tanto, en agosto de 1985 se marcaba otro momento de gran trascendencia en el rápido desarrollo del estudio de las ciencias y las matemáticas en Puerto Rico cuando la Fundación Carnegie aprobó una asignación de $335,000 a la Fundación Educativa Ana G. Méndez para el diseño e implantación del proyecto «Science Academy», dentro del programa «Comprehensive Activities to Upgrade Science Academics», conocido en la isla por su acrónimo «CAUSA». Éste fue el primer fruto del Memorando de Entendimiento que había firmado ese mismo año la Fundación Educativa Ana G. Méndez con el Departamento de Instrucción Pública del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Dicho Memorando, que estableció el proyecto CAUSA, tenía el propósito de desarrollar un proceso de colaboración abarcador entre el Departamento de Instrucción Pública y el sistema universitario de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Así se fortalecía al máximo la educación en ciencias y matemáticas a nivel elemental y secundario en todo Puerto Rico. Su extensión fue de diez años. Por último, para los años 80, la Fundación Educativa Ana G. Méndez se reafirmó en su compromiso fundacional de ampliar oportunidades educativas para el estudiante económicamente desventajado, abriéndole las puertas a la academia y reconociendo sus limitaciones, para ayudarlo a superarlas. Su meta era la de ofrecer una educación abarcadora, que ayudase al estudiante a desarrollarse cabalmente, para servir bien a su familia, a la sociedad y al país. A partir de 1982, las universidades afiliadas a la Fundación añadieron nuevas dimensiones a su misión, tales como continuar

desarrollando experiencias educativas de calidad, y proyectarse eficientemente hacia la comunidad. Conforme a lo anterior, y respondiendo a múltiples y frecuentes peticiones de las comunidades a las que servía, en 1981, el Decanato de Extensión y Educación Continuada del Puerto Rico Junior College desarrolló el Programa de Servicios Educativos Especiales (PROSEE). Al año siguiente, la Universidad del Turabo y la Universidad Metropolitana siguieron las huellas del Puerto Rico Junior College y establecieron programas similares. PROSEE venía a llenar las necesidades de una población estudiantil que de otra forma habría carecido de oportunidades de lograr estudios universitarios. El concepto, ampliamente difundido en Estados Unidos y en otras universidades del mundo, era una oportunidad más que brindaban las instituciones de enseñanza superior para hacer realidad la aspiración y el derecho de los ciudadanos a recibir una educación que los capacitara para competir en el campo del trabajo. PROSEE se propuso brindar una experiencia educativa con la misma calidad y contenido académico de la que se ofrecía en los campus universitarios. Profesores cualificados dictaban los cursos y personal de apoyo coordinaba todos los otros servicios académicos y estudiantiles que se brindaban a los alumnos. El 13 de octubre de 1981, a solicitud del Consejo Administrativo del Colegio Universitario del Turabo, la institución pasó a llamarse la Universidad del Turabo, en vista de que ya se habían satisfecho los requisitos del Consejo de Educación Superior. Durante los años 80, la rectoría fue ocupada por Juan Manuel González Lamela (1975-1985). La Universidad del Turabo también

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transmitiendo sus programas por la televisión comercial. A fines del año siguiente, y como si hubiese caído maná del cielo, el Centro de Estudios Televisados recibió un «Planning Grant» bajo el programa de «Public Telecommunications Facilities Program» en Washington, D.C., para estudiar la posibilidad de establecer un canal de televisión que transmitiera programas educativos a nivel postsecundario. Fue así como la Fundación Educativa Ana G. Méndez adquirió un pequeño estudio en el pueblo oriental de Fajardo. Dos años más tarde, en agosto de 1982, y gracias a otra propuesta federal, esta vez de la National Telecommunication and Information Agency, la Fundación invirtió más de $1.5 millones en equipo para una emisora y una torre transmisora de señal, además de $1.6 millones en la remodelación del edificio en Cupey que, por suerte, se consiguió al lado del entonces Colegio Universitario Metropolitano. En marzo de 1985, y con gran ilusión, se inauguró la estación de televisión, WMTJ-TV Canal 40. El Sistema de Educación Universitaria Externa fue la unidad administrativa a cargo del canal de televisión en ciernes, que quedó supeditada a la oficina del presidente de la Fundación, tal y como estaban afiliadas las otras instituciones. En aquel momento, al establecer el Canal 40, se ampliaron los horizontes académicos de las tres instituciones universitarias: el Puerto Rico Junior College, la Universidad del Turabo y el Colegio Universitario Metropolitano. La Fundación fue la primera institución universitaria privada en Puerto Rico y en el Caribe con

se reafirmaba como una institución para mejorar las oportunidades educativas de las personas económicamente desventajadas. De igual manera, el 10 de mayo de 1985, a petición de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, el Consejo de Educación Superior autorizó el cambio de nombre del Colegio Universitario Metropolitano (CUM): en adelante se le conocería como Universidad Metropolitana (UMET). El capítulo quinto también aborda la historia del Canal 40. Desde fines de los años 70 y ya entrada la década siguiente, José F. Méndez y la Junta de Directores de la Fundación Educativa Ana G. Méndez buscaban formas novedosas de mejorar la efectividad académica. Pensaban en cómo servir con mayor intensidad a la comunidad puertorriqueña. La institución no podía cruzarse de brazos ante la creciente demanda de estudios universitarios. La Junta expresó entonces su interés de hacer accesible la educación postsecundaria a sectores de la población que hasta la fecha se habían visto privados de ella. De esa forma, la educación de nivel universitario tocaría a las puertas de los hogares puertorriqueños y permitiría que desde allí se pudiesen cursar estudios universitarios a través de métodos no tradicionales. Así, en un breve lapso de ocho meses se organizó el Centro de Estudios Televisados, que inició informalmente sus operaciones el 5 de septiembre de 1978. Sin embargo, y a pesar de los buenos augurios que caracterizaron sus inicios, la situación del Centro de Estudios fue cada vez más difícil, el tiempo en televisión más limitado, y los costos cada vez más altos. En 1980, el Centro no pudo continuar

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conferenciantes. En cuanto al personal administrativo, éste contaba ya con más de 1,500 empleados. En noviembre de 1996, René L. Labarca, quien había sido rector de la Universidad Metropolitana durante los pasados diez años, fue sustituido por el físico-químico Federico M. Matheu. Para entonces, la Universidad Metropolitana implantó el concepto de escuelas bajo la premisa de que cada unidad fuese autosuficiente, con mayor responsabilidad y control de su orientación académica y fiscal. Estas fueron las escuelas de Educación, Ciencias Sociales, Humanidades, Ciencia, Tecnología, Enfermería, Asuntos Ambientales y Administración de Empresas. Con sus 5,363 estudiantes para 1998, la Universidad Metropolitana demostraba ser la institución de mayor potencial de crecimiento inmediato y futuro en el Sistema Universitario Ana G. Méndez y presentaba altas tasas de crecimiento. El 6 de marzo de 1992, y como otro eslabón más del compromiso de la Universidad Metropolitana de preparar científicos y técnicos necesarios para el desarrollo económico e industrial de Puerto Rico, se inauguró en su recinto de Cupey el edificio de investigación científica. La balanza académica de la Universidad Metropolitana se inclinó hacia la defensa del ambiente. Por otro lado, para el primer lustro de 1990, la rectoría de la Universidad del Turabo gozó de gran estabilidad bajo la batuta de Dennis Alicea, doctor en filosofía. Al momento de su nombramiento, el rector Alicea expresó que la Universidad del Turabo se había ido perfilando como una institución de integración y superación. «La integración progresiva de lo que se ha hecho y la superación, a

su propio canal de televisión. En el sexto capítulo hacemos una pausa para tratar el inicio de los años 90, que fueron festivos para la juventud puertorriqueña. La educación universitaria atravesó por un período de franco crecimiento. El número de estudiantes matriculados en instituciones universitarias fue cada vez mayor, aumentando de 156,147 en 1990 a 176,015 en 1999. Operaban en la isla, con licencia del Consejo de Educación Superior, 35 instituciones y sistemas de educación superior, con un total de 72 unidades institucionales. Mientras tanto, para asegurar que el esfuerzo de la Fundación Educativa Ana G. Méndez se entendiese como universitario e impedir cualquier interpretación equivocada de lo que constituía una «fundación», principalmente de parte de los Estados Unidos, el 15 de julio de 1993 la Junta de Directores aprobó enmendar el nombre legal de la Fundación Ana G. Méndez Inc. Desde entonces pasó a conocerse como Sistema Universitario Ana G. Méndez, Inc. Para 1998, y por segundo año consecutivo, las instituciones afiliadas al Sistema Universitario excedieron sus proyecciones, al lograr para agosto una matrícula de 19,745 estudiantes. Con ello se alcanzó una cifra histórica. La institución que comenzó con tan sólo 9 estudiantes en 1949, había crecido hasta cobijar más de veinte mil alumnos. Su facultad, compuesta al inicio por tan sólo un minúsculo número de profesores que hacían de todo, pasó a ser una facultad de 950 miembros, integrada por profesores regulares y

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la misma vez, de lo construido». Este pensamiento de Alicea quedó grabado en el estudiantado, la facultad y los empleados, como una huella imborrable que trazó el espíritu de la institución en la década del 90 y en los años venideros. Con todo ello en mente y consciente de la necesidad que habría en el año 2006, tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos, de más y mejores ingenieros, la Universidad del Turabo inició el 29 de julio de 1991 la Escuela de Ingeniería, bajo la dirección del físico William Dawes. Por último, más allá de los confines del recinto en Gurabo, la Universidad del Turabo desarrolló centros de estudios de extramuros. Se evidenció un esfuerzo extraordinario por llevar la educación universitaria a donde más se necesitaba: a los pueblos más allá de la zona metropolitana. Como parte de este programa, se ofrecían nuevas ofertas académicas a nivel de bachillerato. En agosto de 1990, con una matrícula de alrededor de 3,752 nuevos estudiantes, se inauguró el nuevo recinto del Puerto Rico Junior College en la Avenida Baldorioty de Castro en Carolina. Para el rector Alberto Maldonado Ruiz, licenciado en Derecho, quien había sustituido en 1987 a Luis González Vales, la inauguración de este nuevo recinto era un momento de gran trascendencia, pues no hacía mucho que, dada la persistencia de los múltiples problemas que asediaban a la institución, se contempló el cierre permanente de sus operaciones. Sobre los hombros del rector Maldonado quedó el futuro de dicha institución. Al mismo tiempo, la comunidad académica del Junior

College desarrolló un proceso de evaluación de sus metas de cara al futuro. En armonía con un cambio de misión, la facultad y la administración recomendaron que la institución se designase con el nombre de Colegio Universitario del Este. Los programas académicos con que contaba la institución eran un Bachillerato en Administración de Empresas, un Bachillerato en Ciencias Secretariales, un Bachillerato en Artes Liberales, uno en Educación Pre-escolar y otro en Ciencias Sociales, con sus dos concentraciones: Justicia Criminal y Estudios Paralegales. Además, se habían creado nuevos programas de ciencias aliadas a la salud. El interés institucional se enfocó hacia programas educativos que permitiesen al egresado conseguir empleos en el futuro inmediato. Mientras tanto, la Junta de Directores aprobó el 31 de julio de 1996 el establecimiento de la Escuela Internacional de Turismo y Administración de Hoteles. Dicha escuela nació de un acuerdo de 1995 entre el Colegio Universitario y la Compañía de Turismo, a partir del cual el primero se hizo cargo de la Escuela Hotelera de Puerto Rico radicada en Isla Verde. Fue también un logro muy significativo recibir tanto del Consejo de Educación Superior como de la Middle States Association la acreditación extensiva de licencia para todos los Centros Universitarios. En los años 90 se inauguró el centro de Manatí, seguido por los de Utuado, Cabo Rojo, Yauco y Coamo. En algunos de ellos, se logró ofrecer un bachillerato completo. En su segundo año de operaciones (agosto de 1991), la nueva matrícula del recinto de Carolina, alcanzó 709 estudiantes.

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Ello representó un crecimiento de más del 440 por ciento, con respecto de la matrícula inicial del recinto en 1990, que fue de cerca de 130 estudiantes. En 1999, el Colegio Universitario del Este tuvo una matrícula de 6,976 estudiantes. Una razón tras el aumento fue la creación, en 1997, de la Escuela de Estudios Profesionales para adultos conocido por el acrónimo de AHORA, un programa de estudios personalizado, donde la experiencia profesional contaba. Casi de inmediato, el programa se convirtió en el buque insignia de la institución. Durante los años 90, para miles de televidentes puertorriqueños, era evidente que WMTJ-TV Canal 40 y su retransmisora, WQTO el Canal 26, ofrecía una televisión de calidad, un servicio televisivo diseñado para educar, evocar, estimular la imaginación, informar y entretener. En 1991, TCI Cablevision, Inc. acordó transmitir la programación del Canal 40, además de a la zona metropolitana de San Juan, a sus suscriptores de los pueblos de Fajardo, Río Grande, Dorado, Arecibo, Vega Baja, Manatí y a otros en la región norte de la isla. De igual manera, al año siguiente el Cable TV de Mayagüez comenzó a transmitir la programación del Canal 40. Unos 14,000 suscriptores se beneficiaron de la programación del nuevo canal. Para 1999, las instalaciones del Canal 40 y su sistema de televisión interactiva (ITS) constituyeron la infraestructura más grande entre los sistemas de transmisión televisiva en la isla. En 1991, en una de las gestiones de mayores frutos para el canal de televisión, la Fundación sometió una propuesta a la National Telecommunication and Information Administration, para el establecimiento del Sistema de Televisión Interactiva. La propuesta fue aprobada y al inaugurarse en 1993 el sistema, la

Fundación pudo proveer servicios interactivos tales como cursos, adiestramientos y teleconferencias vía circuito cerrado, para servir las necesidades específicas de la industria, el gobierno u otras entidades de la comunidad. Se originaba la programación desde un punto y se transmitía a distintas localidades en y fuera de Puerto Rico. Las respectivas instituciones agrupaban a sus estudiantes en salones diseñados especialmente para recibir estas señales. En 1994, con la instalación de una nueva antena satélite, los servicios del Canal 40 se extendieron mucho más de lo esperado, cuando se estableció el consorcio llamado Hispanic Educational Telecommunications System (HETS, por sus siglas en inglés), uno de los más novedosos proyectos tecnológicos dentro del campo educativo a distancia. Así, para el año siguiente, una red de telecomunicaciones con satélite digital interconectó a nueve instituciones a través de Puerto Rico y los Estados Unidos. Para 1999, quince instituciones de educación superior constituían este novedoso consorcio hispano de aprendizaje a distancia. Así, al cierre de la década, el Canal 40 y su afiliado, el Canal 26, dejó de ser una mera estación de transmisión para convertirse en un centro completo de telecomunicaciones con lo más avanzado en la tecnología. El libro concluye con la historia más reciente del Sistema Ana G. Méndez, llegando hasta el año 2003. La institución, ya ramificada en tres centros y un canal de televisión - la Universidad Metropolitana, la Universidad del Turabo y la Universidad del Este - hace suyos los adelantos tecnológicos para promover la educación, pautando un futuro mejor para los jóvenes más desaventajados del país.

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Debido a su conocido compromiso con la comunidad puertorriqueña, a partir de 1994, el propio José F. Méndez recurrió, cada vez más, a la filantropía, tanto puertorriqueña como estadounidense. Buscaba obtener fondos privados para becas destinadas a estudiantes excepcionales. De inmediato se creó una campaña de recaudación. Predominó entonces una gran satisfacción y profundo agradecimiento a todos aquellas personas que hacían posible que cada día más estudiantes excepcionales de escasos recursos lograsen hacer realidad una educación universitaria. Se cosechaba lo que con tanto esmero se había sembrado a lo largo de los años. En el año académico 2000-2001, se lograron nuevamente cifras máximas en la matrícula del Sistema ascendentes a 22,754 estudiantes. De igual manera, la matrícula del año académico 2001-2002 llegó a la cifra de 24,600 estudiantes, revelando un aumento de 1,219 nuevos estudiantes a nivel sistémico. En marzo de 2002, con un fino balance entre la ciencia y matemática, la cultura y la comunidad, la Universidad del Turabo celebró su trigésimo aniversario. Ese año la institución contaba con más de 9,341 estudiantes, que en su mayoría provenían de los pueblos aledaños a la institución y de la zona rural de la región central del este de Puerto Rico. Allende los mares, continuaba el proceso de internacionalización de la Universidad del Este, estableciéndose acuerdos con universidades y otras instituciones fuera de la isla, para el ofrecimiento de diversos programas. Entre estas instituciones se encontraban la Universidad Nacional de Costa Rica, la Universidad de Iberoamérica en Costa Rica, la Universidad de San Carlos en

Guatemala y la Universidad de Huelva en España. Por último, y por primera vez, se abrió un Centro Universitario en la ciudad de Orlando, Florida, denominado como Metro Orlando University Center. Por otra parte, el Sistema Universitario inició el proceso de transformación del Canal 40 en un Centro de Telecomunicaciones y Educación a Distancia, en el cual se integraban las diferentes modalidades de telecomunicaciones y otros medios tecnológicos para apoyar la gestión académica. Se inició también un ambicioso proyecto de digitalización para la Estación de Televisión, a tono con la determinación del Congreso de los Estados Unidos y la Comisión Federal de Comunicaciones para que las estaciones de difusión pública («Public Broadcasting System») iniciaran la transmisión de su programación en formato digital a partir de mayo de 2003. Así hacía camino al andar, como diría Serrat, una institución integrada hoy por tres universidades y un canal de televisión. Semilla echada en el surco de estas tierras por el Sistema Universitario Ana G. Méndez, compuesta por personas visionarias e inquietas por el desarrollo personal de las clases desaventajadas del país, a las que quiso - y lo logró - ofrecer la oportunidad de una educación universitaria.

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Ana G. Méndez Y LA PUERTO RICO HIGH SCHOOL OF COMMERCE (1908-1949) Crónica de la niñez y educación escolar de una joven visionaria ntrado el segundo lustro del siglo XX, en aquellos tiempos en que se asentaba el nuevo gobierno de los Estados Unidos, y que la caña de azúcar que crecía en las tierras llanas de la Central Coloso lo era todo para los municipios del oriente de la isla, se estableció en una sencilla vivienda en el pueblo de Aguada, la humilde familia del mayagüezano Francisco González Monge y la caborrojeña Ana Cofresí.1 Como fruto de ese matrimonio, nació Ana, el 17 de enero de 1908, la cuarta de ocho hermanos.2 Fueron años difíciles en que su padre, un autodidacta que decía ser hombre de números y comerciante, viajaba de pueblo en pueblo, de trabajo en trabajo, incluso a la isla vecina de la República Dominicana, en busca de mejores condiciones de vida para su familia. Al fin, la familia González Cofresí, tras recorrer la isla a lo largo del litoral norte - y pasar una breve estadía en el pueblo de Vega Baja, - echó ancla en una modesta casa en el sector «El Mosquito» del Barrio Obrero, en el suburbio de Santurce. Para 1920, con sus 35,096 habitantes, Santurce era uno de los barrios más densamente poblados de San Juan, capital de Puerto Rico. Durante las pasadas dos décadas, su tasa de crecimiento

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La familia González Cofresí. En primera fila, sentados de izquierda a derecha, Ana González Cofresí, Gloria, Paquita y Juan Francisco González. De pie en ese mismo orden Jorge, Mario, Ismael, Hena, Carolina (prima), Ana e Isabel. (AHSUAGM).

Grupo de estudiantes en la entrada principal del edificio del Puerto Rico High School of Commerce, Río Piedras, 1945. (PRHN).

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Casa típica del Barrio Obrero, Santurce, 1921. (ELPR).

poblacional había sido la más alta en la isla.3 En gran medida, Santurce era un barrio rodeado de islas de arrabales asentadas en las laderas y en las fajas de terreno pantanoso, barato y de poco provecho agrícola. Las tierras pertenecían al Estado. Sobre ellas, gente pobre, de origen negro y mulato,4 así como campesinos recién llegados de la ruralía (jíbaros), levantaron sus casuchas de madera, zinc y desechos, con cajas de cartón y latones.5 Hacia el sureste, no hacía mucho tiempo (en 1915) se había levantado, bajo la ley de «Hogar Seguro de Puerto Rico» el men-

Arrabales capitalinos asentados sobre agua. (c. 1920). (PL)

cionado Barrio Obrero, en donde 492 casas de madera, provistas por el Gobierno, para alquiler, fueron ocupadas por familias asalariadas como la de Ana González.6 El alquiler de estas casas era entre $3 y $12 al mes, de acuerdo con el lugar y con el tipo de construcción. Para 1924, el proyecto de vivienda barata se decía ser un fracaso pues, era muy difícil cobrar los alquileres. En ese año se desahuciaron 66 familias del Barrio Obrero por no pagar sus cánones de arrendamiento.7 Sin embargo, el barrio resultó un éxito social de vida en comunidad.8 Contrario a su primer vecin-

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dario en Aguada, allí la vida de Ana no estaría marcada por los ciclos azucareros, sino por los mosquitos de los caños, manglares y pantanos aledaños. De todas maneras, con mosquitos o sin ellos, con juguetes o sin ellos, Ana pasaba horas de ocio jugando a ser maestra.9 Sus hermanas y vecinitos eran sus preciados discípulos. Colindando hacia el norte del Barrio Obrero, estaban los terrenos del colegio del Sagrado Corazón, fundado en 1907 y mejor conocido como Colegio Las Madres; y hacia el sur, el caño de Martín Peña. Hacia el este, se encontraba

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el campamento Las Casas, centro de adiestramiento e instrucción militar con cabida para 6,000 soldados puertorriqueños en espera de ser llamados al frente del escenario bélico.10 Pero Santurce, tenía otras caras. En las tierras altas de la zona de Miramar (conocida entonces como “El Olimpo”), continuaban estableciéndose personas adineradas tal y como lo habían hecho al final del siglo pasado comerciantes ricos, empresarios y cónsules.11 En el punto más alto de la colina, con vista a la bahía de San Juan y a la Laguna del Condado, se alzó en 1921, la Iglesia del Perpetuo Socorro con su academia o colegio para niños de uno u otro sexo; y a sus pies, el hermoso templo de la Union Church, hoy Capilla de Nuestra Señora de Lourdes. Al otro lado de la laguna, por el puente Dos Hermanos, dos conocidos empresarios (los hermanos Sosthenes y Hernand Behn) comenzaban a desarrollar el parque residencial del Condado, lujosa urbanización, llena de «jardines preciosos que perfumaron aquellos patios amplios de las residencias allí establecidas».12 Muy pronto se levantaron varias residencias estilo «cottage». En aquel parque de amplias carreteras que surcaban el bosque de palmas de coco, se divisaban, desde 1917,

el Hospital Presbiteriano y, dos años más tarde, el Hotel Condado Vanderbilt, joya de la “belle époque”. Hacia la zona de Loíza y el Parque orientado hacia el este, se asentaron también viviendas de gente acaudalada o con suficientes recursos para vivir holgadamente. Los barrios más pudientes disfrutaban de todos los servicios indispensables de la modernidad, recreando la vida típica de un suburbio norteamericano. Había buenas carreteras, alcantarillados y drenajes. Los servicios de luz eléctrica, agua potable y comunicación telefónica eran de primera calidad. De igual manera, en otras zonas de

Santurce, se construyeron importantes edificios para escuelas públicas como la Rafael M. de Labra (1916), la Rafael Cordero, y la Central High School (1924). Estos magníficos y amplios edificios para la educación de los niños y jóvenes de la isla fueron las obras arquitectónicas más notables de los «Roaring Twenties» en la isla. También se levantaron las estructuras del Colegio de la Inmaculada, así como otras para el ya establecido Colegio del Sagrado Corazón, que junto a la mencionada Academia del Perpetuo Socorro en Miramar, eran para entonces, muestra de la educación privada en manos de órdenes

Vista aérea del Hotel Condado Vanderbilt, la Laguna del Condado y del barrio Alto del Cabro en Santurce, 1926. (RPR)

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Para remediar la falta de maestros, tanto en la ruralía como en las zonas urbanas, desde 1903 se trabajaba a toda marcha en la preparación de personas para el magisterio en la Escuela Normal de la Universidad de Puerto Rico. Hasta ese año, a pesar de los esfuerzos por dotar al país de una universidad, que se remontaban a la segunda mitad del siglo XVIII, la isla careció de un sistema de educación superior que concediera bachilleres en educación.19 Así también, y para adelantar la causa por la educación de la niñez del país, desde 1905 se había instituido la matrícula Niños de las escuelas de San Juan en la Biblioteca Carnegie, de Puerta de Tierra, 1921. (ELPR).

Escuela Superior de San Juan en construcción, 1921. (ELPR)

religiosas católicas. Sin embargo, esas últimas instituciones educativas estaban fuera del alcance para los niños de la familia González Cofresí. Por el contrario, los primeros pasos educativos de Ana se dieron en una modesta escuela pública de Santurce, donde cursó desde el primero hasta el octavo grado. Para entonces, el sistema escolar de Puerto Rico estaba organizado con el plan 8-4; es decir, una escuela elemental de ocho años seguida por una escuela secundaria o superior de cuatro años. En la educación pública y totalmente gratuita de jóvenes como Ana, el país

doble, esto es, un maestro trabajaba con dos grupos distintos de 50 estudiantes cada uno; uno por las mañanas y otro en las tardes.20 Sin embargo, hubo escuelas en donde se trabajó hasta con 250 alumnos por sesión.21 Se le daba énfasis al establecimiento de escuelas de grados primarios. En ellas los niños aprendían los fundamentos del inglés y el español y se comenzaba el estudio de la aritmética, geografía, historia, dibujo y trabajo manual. A ella ingresaban los niños a los cinco o seis años. Por otro lado, la gran mayoría, por su pobreza, no permanecía en las escuelas por más de dos o tres años. La anemia22 y

cifraba, desde 1900, sus esperanzas para un futuro mejor.13 Para 1920, de una población de 1,297,772 habitantes en la isla, se estimaba que 115,077 niños de edad escolar de 6 a 18 años asistían a escuelas rurales; 59,174 a escuelas elementales urbanas y 3,882 a escuelas superiores.14 Atrás habían quedado aquellos años a fines del siglo XIX en que sólo el 8 por ciento de los niños de edad escolar asistían a las escuelas, en que el número de escuelas para niños era tres veces mayor que para niñas y en que no había edificios escolares construidos para estos propósitos.15 A la educación pública el gobierno del nuevo

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régimen político le dedicaba una tercera parte del presupuesto anual del país. Sin embargo, todavía quedaba un mundo por hacer a favor de la erradicación del analfabetismo en la isla porque, a pesar de los avances, sólo el 60 por ciento de los niños de edad escolar estaban matriculados en las escuelas públicas del país. La falta de escuelas y principalmente, de maestros, era mayor en la ruralía en donde, para 1920, vivía el 80 por ciento de los habitantes del país. Por ser Puerto Rico un país inminentemente rural y agrícola con muy pocas carreteras, la educación de los niños en esa zona era apremiante.18

La Escuela Normal y a la derecha, la Escuela de Práctica, ambas de la Universidad de Puerto Rico, c. 1910.(FHPR)

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el hambre resultaban obstáculos insalvables al tratar de impartir el pan de la enseñanza entre los niños de la isla.23 Por ello, a partir de 1910, la legislatura de Puerto Rico apropió cientos de miles de dólares para sostener los comedores escolares que a su vez permitieron mejorar la asistencia a las escuelas y por consiguiente la labor docente. Una década después, cincuenta y dos escuelas públicas alrededor de la isla, mantenían comedores escolares.24 Al menos, a partir de entonces, los niños que asistían a clase, podían tomar un buen desayuno. Para entonces las escuelas, especialmente en la ruralía, se


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constituyeron en los centros culturales de sus respectivos barrios, contribuyendo a mejorar notablemente la vida de la comunidad.25 Por último, aunque no menos importante, durante los últimos tres años en que Ana González cursó su educación primaria (1920-1923), se nombró al primer puertorriqueño para ocupar el puesto de comisionado en el Departamento de Instrucción Pública. El honor recayó en el maestro y licenciado en Derecho, Juan B. Huyke. El mandato del comisionado Huyke, que se extendió desde 1921 hasta 1930, se caracterizó por la reaparición de la polémica en torno a la implantación del idioma inglés como lengua de enseñanza de todas las materias en el Departamento de Instrucción. Desde los albores de la dominación estadounidense en la isla, en que se pretendió socavar el arraigo de la cultura hispánica, la enseñanza en inglés fue parte del esfuerzo de las autoridades norteamericanas por americanizar el país.26 De ahí que lo que parecía un asunto pedagógico encubría una delicadísima controversia política.27 Tanto Huyke como sus antecesores Martin G. Brumbaugh (1900-1901), Samuel McCune (19011904), Roland P. Faulkner (1904-1907), Un comedor escolar en un día de fiesta, 1920. (PRP)

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Juan B. Huyke, comisionado de educación de Puerto Rico. (PRP).

Edwing G. Dexter (1907-1912), Edward M. Bainter (1912-1915) y Paul G. Miller (1915-1921) eran defensores de dicha fórmula pedagógica. Para implantarla, había llegado a la isla un contingente de maestros estadounidenses, contratado por el Departamento de Instrucción Pública. También comenzaron a usarse en la escuela elemental libros de texto en inglés, preparados para los niños de los Estados Unidos.28 Dichos libros se pusieron en manos de maestros que por regla general no tenían la preparación necesaria para ejercer el magisterio.29 Esto impidió, desde el primer momento, «una orientación acertada en la enseñanza del nuevo idioma oficial, dificultando la creación de la metodología apropiada y la preparación de textos que respondiesen fielmente al plan y al método».30

Ana González (Ana G. Méndez) a sus dieciséis años, 1924. (AHSUAGM).

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Luego de la graduación de octavo grado de Ana G. Méndez, un paréntesis familiar n 1923, a sus quince años, Ana González completó la escuela primaria en el sistema escolar antes descrito al cursar el octavo grado en una de las escuelas públicas de Santurce. Niña afortunada, pues para 1920, según mencionamos, el 60 por ciento de los niños de la isla, menores de 10 años, no sabían leer y escribir, mientras que el 74 por ciento de la población adulta de la ruralía era analfabeta.31 Sin embargo, como otros tantos jóvenes en el país, Ana, al menos por el momento, puso punto final a sus estudios. La falta de escuelas superiores hacía que muchos alumnos graduados de octavo grado no prosiguieran estudios.32 Pero también ya era tiempo de que, como la mayoría de las jóvenes mujeres de clase modesta, Ana se lanzara al mercado del trabajo asalariado.33 Además, aunque el cuadro de la educación ya no era tan deprimente y desolador como lo había sido hacía dos décadas, no se esperaba que una joven continuase estudiando.34 El número de niñas que estudiaban en las escuelas públicas del país era menor que el de los varones.35 Se decía que la

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mujer debía contribuir con los deberes hogareños o debía dedicarse al «trabajo de aguja» que para entonces era la segunda industria de mayor importancia en Puerto Rico. Todavía quedaba un largo trecho por recorrer en cuanto a la igualdad de los géneros:36 la mujer, por ejemplo, no ejercía el derecho al voto.37

Para entonces, Ana González había conocido al comerciante vegabajeño José Méndez Rivera, quince años mayor que ella. Poco tiempo después, y con la promesa de su futuro esposo de que ésta podría proseguir sus estudios superiores, se casaron a fines de 1923, estableciéndose cerca de la residencia de sus padres en El Mosquito de Barrio Obrero. A partir de entonces, se la conocería como Ana González de Méndez y con el paso del tiempo, como Ana G. Méndez. Del joven matrimonio en 1925, nació Dora, y un año después, Grecia. Mientras tanto Méndez Rivera, luego de intentar varios negocios, pudo alcanzar cierta estabilidad económica con una línea de transporte público llamada popularmente Sunoco,38 cuyas guaguas recorrían las calles de Santurce. Cuando alguien esperaba en las paradas de guagua santurcinas por transportación por mucho rato o hacia su turno en algún establecimiento, se escuchaba a la gente del pueblo decir «¿estás esperando a la guagua de Sunoco?». Mientras tanto, a instancia de Ana, los Méndez levantaron

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una fábrica de pasteles y gandules enlatados, que con el paso del tiempo, sustituyó a la empresa de Sunoco y permitió una vida familiar más holgada.39 Fue entonces que la familia se mudó a la calle Tavárez de Villa Palmeras. Tras años de ausencia de la escuela y con la diligente ayuda de su madre, que cuidaba a sus niñas, Ana reanudó sus estudios en 1930 en medio de la dolorosa crisis económica, resultado del paso del devastador huracán San Felipe en 1928 y del desplome de la Bolsa de Valores en Wall Street, Nueva York en 1929. Para entonces el pueblo puertorriqueño afrontaba serios problemas en todos los órdenes de la vida. Entre los problemas, el educativo descollaba entre los demás: 370,000 niños sin oportunidad de aprendizaje y 1,031 maestros sin trabajo.40 Sobresalían las siguientes deficiencias: escasez de materiales para instruir a los niños de edad escolar; escasez de edificios para albergar a los alumnos matriculados; limitación de instrucción vocacional en campos y pueblos; doble matrícula, de resultados desastrosos para el educando; falta casi

total de escuelas para adultos; falta de orientación multilateral en los problemas del individuo; falta de información adecuada de parte de los padres de familia en los aspectos de sus relaciones con sus niños; carecer de los medios más elementales para la subsistencia.41 Así pues, contra viento y marea, Ana G. Méndez se matriculó en la sección nocturna de la Central High School, que con sus magníficos edificios, inaugurados en 1922, en pleno corazón de Santurce, era una de las doce escuelas superiores del país.42 Como tantas otras del país, la

Arriba, guagua de transportación pública, 1924. (PREP). • Graduadas del Colegio Puertorriqueño de Niñas, Santurce,1921. (ELPR).

El matrimonio de José Méndez y Ana González. (AHSUAGM).

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Central High School ofrecía dos programas, el preparatorio para ingresar a la universidad y el curso terminal de comercio que preparaba a los estudiantes para trabajar en el comercio y en la industria. Para 1935 y pese a sus cada vez más acuciantes deberes de familia, Ana G. Méndez terminó sus estudios superiores en la Central High e ingresó a la Universidad de Puerto Rico, localizada en el aledaño municipio de Río Piedras. Aunque a tres millas del hogar de Ana, en Villa Palmeras, para la década de los treinta se podía llegar al municipio de Río Piedras en automóvil,

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Cuadro I Escuelas Superiores de Puerto Rico - 1930 Matrícula por curso general y comercial GENERAL

COMERCIAL

TOTAL

Central High School, Santurce Fajardo Humacao Caguas Guayama Ponce Yauco Mayagüez Aguadilla Arecibo Bayamón University High School, Río Piedras

64 7 9 7 8 54 21 14 18 22 10 27

38 2 4 8 8 21 14 10 -

102 9 13 15 16 75 21 28 18 32 10 27

Total

261

105

366

Fuente: Twentieth Annual Report of the Governor of Puerto Rico, Hon. Arthur Yager, 1920-1921, 421.

«trolley» y en el ferrocarril de circunvalación de la American Railroad & Co. También se podía tomar la White Star Bus Line, que se abordaba en el Boulevard Ponce de León, Carretera Núm. 1.43 Todos estos vehículos debían cruzar el caño Martín Peña, punto de demarcación entre la ciudad y el campo. Sobre las lagunas y pantanos del caño comenzaban a levantarse, subrepticiamente, las casuchas del arrabal Tras

Talleres, uno de los más pobres de San Juan. Al atravesar Hato Rey, hacia el sur, se divisaban los trabajos de construcción de la moderna Urbanización Roosevelt y hacia el norte, los edificios de la Sociedad Española de Auxilio Mutuo y Beneficencia y la Universidad de Puerto Rico. En la ciudad de Río Piedras, la Carretera Núm. 1 se bifurcaba para dirigirse a distintos destinos de relevancia, entre ellos Carolina, Bayamón y

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Caguas. Río Piedras era pues, la salida para gran parte de la isla por ser punto de partida de la Carretera Número 1, que desde 1853, cruzaba la isla de norte a sur: de San Juan a Ponce. La ciudad de Río Piedras era, además, importante centro comercial donde acudían los habitantes de los pueblos circunvecinos. La primera universidad de la isla había sido fundada originalmente en el municipio, población oriental de Fajardo en 1900 como la «Escuela Normal de Puerto Rico».44 Hemos dicho que su propósito originario fue el de adiestrar al personal docente para el ejercicio del magisterio. En 1901 fue trasladada a Río Piedras, a uno de los sitios «más céntricos y bellos de la isla».45 Tratabase de una magnífica finca de cien acres, que una vez perteneció a la muy conocida United Fruit Company. Lejos de la agitada vida política y comercial de la ciudad de San Juan, colindaba por el este con el antiguo pueblo del Roble (Río Piedras).46 Poco después, al aumentar la matrícula, el 12 de marzo de 1903, la Legislatura de Puerto Rico aprobó una ley creando allí la Universidad de Puerto Rico. Bajo la sección 3 de dicha Ley se colocó a la Universidad bajo una Junta de Síndicos presidida por el Comisionado de Instrucción y entre cuyos miembros se encontraron el gobernador, el

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Vista aérea del cuadrángulo de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, 1926. (RPR).

Una clase de Biología en la Escuela Superior Central, Santurce,1936. (AFAEPR).

procurador general, el secretario del Tesoro y el «Speaker» de la Cámara de Delegados. Dentro de este primer sistema universitario surgió la posición de Canciller, que fue desempeñada hasta 1923 por los comisionados de instrucción. En 1904 se estableció en Río Piedras el Departamento de Agricultura. Su edificio de reciente construcción se anejó al de la Normal, aunque en 1912 fue trasladado a la ciudad de Mayagüez y se le llamó Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas. Para entonces, en el recinto ríopedrense se había creado el

Departamento de Artes Liberales y luego los departamentos de Farmacia y Leyes. Para mediados de la década del treinta, la Universidad de Puerto Rico contaba con cinco colegios: Artes y Ciencias, Educación, Leyes, Farmacia y Administración Comercial.47 En el año académico 1937-38 los seis colegios, incluyendo las escuelas experimentales del Colegio de Educación, tenían una facultad de 258 miembros y un personal administrativo de 86. En las dependencias agrícolas había 41 oficiales administrativos y un cuerpo técnico de 100 miembros. La Escuela

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de Medicina Tropical contaba con 51 empleados. El gran total del personal técnico, académico y administrativo en los departamentos ascendía a 536. Fue precisamente en el colegio de Administración Comercial en donde Ana G. Méndez se especializó en educación comercial.48 Impulsado por Thomas E. Benner, primer canciller de la Universidad de Puerto Rico, separado de los deberes del comisionado de Instrucción, los orígenes del Colegio de Administración Comercial se remontaban al año académico de 1926-1927, cuando se entabló un acuerdo con la Escuela de


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Comercio de la Universidad de Boston.49 El profesor James V. Toner, durante una licencia de la universidad bostoniana, dictó allí la primera cátedra de contabilidad.50 Otros profesores siguieron estableciéndo lazos profundos entre ambas instituciones. Se desarrolló un programa de intercambio estudiantil y la matrícula sobrepasó todas las expectativas. Tan sólo a 23 años de la fundación de la Universidad, al fin Puerto Rico tenía su primera facultad de comercio. Las casas de comercio de San Juan lo celebraron distribuyendo cuadernos con los

ofrecimientos curriculares de la nueva escuela.51 Sin embargo, serios problemas financieros ligados a los asuntos de la política partidista isleña y al paso catastrófico (el 14 de septiembre de 1928) del huracán San Felipe, retrasaron su crecimiento. Ese día el huracán cruzó la isla desde el sureste hacia noroeste, moviéndose a 13 millas por hora durante ocho horas. Treinta pulgadas de lluvia cayeron en 48 horas. La velocidad del viento en San Juan fue de 150 millas por hora, la más alta

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registrada en las Antillas. Hubo trescientos muertos, cuatro mil heridos; pérdidas de propiedad montantes a $100,000,000, cosechas y fincas de café totalmente destruidas. Unas 500,000 personas quedaron sin hogar; 770 edificios escolares destruidos destechados. En el recinto de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras los techos volaron como papel y el agua inundó varios edificios, causando grandes estragos.52 Las clases quedaron en suspenso. Hubo entonces que reconstruir tanto el

El canciller de la Universidad de Puerto Rico, Thomas A. Benner, 1926. (RPR) Carlos E. Chardón, primer canciller puertorriqueño de la Universidad de Puerto Rico, 1926. (RPR).

recinto como el país. La Legislatura aprobó una contribución especial sobre la propiedad para sufragar el sostenimiento de la Universidad. Como resultado de todos estos factores, en el año escolar 1929-1930 disminuyó la matrícula de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.53 En octubre de ese mismo año se desató una intensa crisis económica de larga duración en la isla, resultado de la Gran Depresión Económica del capitalismo. Los precios bajos de los artículos puertorriqueños en el mercado de los Estados Unidos exacerbaron los daños sufridos por el huracán San Felipe. A la tragedia del San Felipe y la crisis económica le siguió un período de gran incertidumbre en la universidad, cuando en mayo de 1929, la Junta de Síndicos acordó separar de su cargo al rector Benner, quien había sido un fiel aliado de la Facultad de Comercio.54 Por el próximo año y medio la Universidad estuvo gobernada por un rector interino. Al año siguiente y aún bajo los efectos de esta tormentosa crisis, en la noche del 26 de septiembre de 1932, la isla fue azotada por el paso del huracán San

Ciprián. Como con el anterior, la tragedia humana fue grande: 475 muertos y 4,500 heridos. Muchos de los edificios de San Juan, Santurce y Río Piedras se fueron al suelo: los daños a la propiedad se calcularon en $40,000,000.55 La Universidad volvió a ser escenario de grandes pérdidas. Los negocios se afectaron de manera alarmante y proliferaron las quiebras. Luego de cuatro años de crisis económica, siete bancos de capital puertorriqueño cerraron sus puertas para siempre. El déficit gubernamental montó a más de $1,000,000,56 por lo que se redujo el presupuesto en más de $500,000.57 Los recursos económicos del Gobierno,

Cuadro II Año académico 1937-38 • Universidad de Puerto Rico* FACULTAD

MATRÍCULA

Agricultura y Artes Mecánicas (Mayagüez) 684 Artes y Ciencias 674 Administración Comercial 307 Educación 1,370 Leyes 133 Farmacia 113 Estudiantes graduados 9 División Nocturna 354 Cursos de Extensión 1,745 *Se excluye la escuela Experimental de Medicina Tropical Fuente: Antonio M. Escámez, Álbum de Oro de Puerto Rico, Talleres de Artes Gráficas, La Habana, 1939.

Paraninfo de la Universidad de Puerto Rico; tras el paso del huracán San Felipe, 1928. (PREP)

Vista del edificio de la armería del ROTC . (PREP)

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destinados a la Universidad hicieron crisis. Una vez más la Facultad de Comercio languideció. Sin embargo, poco después, durante la rectoría del distinguido científico Carlos E. Chardón, primer puertorriqueño en ocupar el cargo (1931-1936), se llevaron a cabo grandes construcciones en la institución de Puerto Rico, financiadas por la Puerto Rico Reconstruction Administration. Se iniciaba una era de prosperidad que se caracterizó en mayor crecimiento de su planta física. A partir de 1935, y con un fondo inicial de $1,200,000, se levantaron varios edificios de importancia en el campus universitario, como el edificio Baldorioty y

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la Torre, icono del recinto riopedrense.58 También se levantó, bajo los mismos auspicios, el edificio de la biblioteca, así como también la residencia para estudiantes mujeres. Volvía la normalidad institucional al campus, que aumentó su número de estudiantes de 1,285 en 1928, a 4,487 en 1935,59 año en que Ana G. Méndez se matriculó en la Universidad. Para agosto de 1936, y bajo la incumbencia de Juan B. Soto como canciller, todo era ebullición intelectual en el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.51 Aunque la situación política se había tornado grave a partir de 193560 con el respaldo de los más diversos sectores políticos del país (republicanos y

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liberales) la universidad pasó por cuatro años de relativa estabilidad y progreso económico. La visita a la Universidad del célebre poeta andaluz Juan Ramón Jiménez, fue un hito de trascendental Edificio Baldorioty, Universidad de Puerto Rico, 1934. (FHPR). importancia, no sólo quien le ayudaba a cuidar a sus niños para la vida universitaria, sino para la 62 mientras estudiaba, Ana completó su cultura letrada del país. bachillerato. El alcanzar esta primera meta Así pues, cuando Ana G. Méndez le supuso una gran satisfacción, pues era ingresó a la Escuela de Comercio de la ella el primer miembro de la familia Universidad de Puerto Rico, dicha facultad González Cofresí que estudiaba escuela al fin daba sus primeros pasos en tierra superior y más aún, que obtenía un título firme. Para entonces, ésta contaba con una universitario. matrícula de 307 estudiantes. Por sus Luego de su graduación, Ana G. deberes hogareños, Ana sólo pudo disfrutar Méndez se dedicó al magisterio, empleándel mundo académico parcialmente, pues dose como maestra en una escuela superior tuvo que matricularse una vez más en la de comercio, dirigida por María Teresa sección de estudios nocturnos. Allí entabló Camacho, y localizada en la antigua ciudad una buena amistad con los profesores de San Juan. Allí se distinguió como Florencio Pagán Cruz, Alfredo Muñiz maestra de taquigrafía y español comercial. Souffront y la muy respetada profesora de La experiencia fue muy enriquecedora, español comercial, Ana María O’Neill. aunque con el paso de los meses se A mediados de 1937, luego de un comenzó a preguntar si acaso ella no tenía año de estudios universitarios, nació José F. 63 la misma capacidad y preparación para Méndez, el benjamín de la familia Méndez administrar y dirigir su propia escuela. González. Gracias a la ayuda de su madre, El rector Jaime Benítez, junto al genial poeta de Moguer Juan Ramón Jiménez, 1951.(MAÑ).

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La Casa Alcaldía frente a la Plaza de Armas en San Juan, 1934. (FHPR).

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La Puerto Rico High School of Commerce: en los altos de una licorería in embargo, aquellos no eran tiempos para soñar con castillos en el aire. La prensa estaba impregnada de noticias pesimistas sobre la movilización de tropas y armamentos en Europa. Se relataba la edificación rápida de trincheras y albergues, las amenazas de ataque, el fracaso y la suspensión definitiva de conversaciones de paz, la violación de los acuerdos firmados, así como la preparación aérea, marítima y terrestre para una guerra. El 3 de septiembre de 1939, tras la invasión alemana de Polonia, Gran Bretaña declaraba la guerra a Alemania. Había

S

estallado la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, los ejércitos alemanes se apoderaron de Francia en junio de 1940. Todo parecía indicar que Inglaterra era el próximo paso. Estados Unidos, a pesar de su expresada estricta neutralidad, también se preparaba para la guerra. Durante el segundo año de la guerra, el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt declaró un estado de emergencia limitada. Se hacían los preparativos para entrar en los dos frentes de la contienda. Se intentaba, por un lado, asegurar la destrucción final de los

nazis en Europa, y por otro, detener la expansión japonesa en el Asia y el Pacífico. El conflicto parecía imparable. Luego de siete meses de infructuosas conversaciones entre Japón y Estados Unidos, se suspendió la comunicación. El 8 de diciembre de 1941, ocurrió el inesperado ataque aéreo japonés sobre la base naval de Pearl Harbor, en Hawai, y sobre Manila, capital de Filipinas. Aunque los Estados Unidos todavía eran neutrales con relación a Europa, el Congreso, aceptando la propuesta del presidente Roosevelt, declaró de inmediato la guerra a

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medidas para dotar con otros maestros a las Japón. A los tres días hizo lo propio con las por supuesto, el Fuerte Buchanan en escuelas que hubiesen perdido parte de su potencias del Eje. La guerra era europea, Guaynabo, que con sus 3,600 hombres, facultad. De otra parte, la falta de recursos asiática y africana, pero, por las diversas tenía la mayor concentración de soldados en fiscales y materiales, paralizaron la alianzas que se desarrollaron, se extendió al la isla. En el cuartel de Santo Domingo, y los castillos de El Morro y el San Cristóbal, construcción de edificios para albergar a los resto del mundo. niños de edad escolar. Los niños que no Los preparativos para la Segunda tropas puertorriqueñas y estadounidenses asistían a las escuelas aumentó de 30 a 40 Guerra Mundial habían comenzado en la acampaban en espera de que fueran por ciento.67 isla, antes de que estallase el conflicto, con llamadas a servicio en el frente. En 1942, el Gobierno de los Debido a la hambruna que se la creación del Departamento Militar de registraba en la isla - particularmente en Puerto Rico el 1 de julio de 1939, por orden Estados Unidos reactivó el servicio militar la ruralía, - el gobierno federal del Departamento de la Guerra de estableció 1,250 escuelas, el progralos Estados Unidos. Con la ma de almuerzos y 400 estaciones declaración de emergencia limitade leche para los estudiantes.68 Un da por parte del presidente promedio de 213,000 niños se Roosevelt, el 25 de septiembre de beneficiaron del programa de 1939 llegó a la isla un primer almuerzo gratis.69 contingente de tropas, compuesto De otra parte, el 7 de mayo por seis oficiales y 150 hombres de 1942, la Legislatura de Puerto de fila de San Francisco, Rico aprobó la Ley Núm. 135 que California; luego aumentó con colocó al sistema escolar de la isla otro personal, de 14 oficiales y bajo la supervisión del Consejo 363 hombres de fila. Mientras El general Daley y oficiales del Estado Mayor del Comando Militar de las Antillas, 1939. (FHPR). Superior de Enseñanza. Se incluyetanto, se construían o rehabilitaron las instituciones privadas. ban los campamentos militares, Durante los próximos dos años de la como el de Tortuguero, en las afueras de obligatorio para los jóvenes puerto64 Para el año siguiente, se Guerra Mundial en el frente europeo, los Vega Baja, el Henry Barracks de Cayey, el rriqueños. aliados iniciaron el proceso de reconquista O’Reilly en Caguas, y la base aérea Losey habían alistado 9,600 puertorriqueños en y liberación de aldeas, pueblos, ciudades y Field en Juana Díaz. Sobresalían, además, las fuerzas armadas de los Estados 65 Entre ellos, se encontraban naciones en una lucha encabezada por los las construcciones del aeropuerto de la base Unidos. ejércitos ruso y estadounidense. En 1944, militar de Punta Borinquen en Aguadilla y, muchos maestros. Por tal razón se tomaron

Compañía del Regimiento del 65 de Infantería, 1939. (FHPR).

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la ofensiva aliada comenzaba a imponerse sobre Europa. Se sucedieron las conferencias de los grandes líderes aliados (Churchill, Roosevelt, Stalin y Chiang Kai-Shek) que tenían como propósito definir el futuro de Europa y de Asia luego de las derrotas alemana y japonesa. En julio cayó Mussolini y luego, después de cinco años y ocho meses de guerra, ocurrió la claudicación incondicional de Alemania. Hitler ya se había suicidado. Puerto Rico celebró la victoria, aunque quizás muy pronto, pues todavía quedaba por terminar la guerra en el Asia. En el Pacífico se libraron grandes enfrentamientos navales, como los del Golfo de Leyte en Filipinas, el más grande de la historia entre las flotas japonesa y estadounidense. Meses más tarde - el 6 de agosto- un avión norteamericano lanzó la primera bomba atómica de la historia sobre la ciudad de Hiroshima (la segunda fue la de Nagasaki), cuyos efectos fueron, no sólo la muerte de, por lo menos, ochenta mil personas y la destrucción de la mayor parte de la ciudad, sino también la rendición de Japón días más tarde. Terminada la Segunda Guerra Mundial en octubre de 1945, comenzó

el regreso a la isla de miles de soldados puertorriqueños licenciados del ejército de Europa y de Asia a quienes, desde entonces, se les llamó «veteranos». Se trataba de muchos jóvenes que habían interrumpido sus vidas cuando recibieron el llamado para incorporarse en el ejército estadounidense. A su regreso, entre otros beneficios, se les dio la oportunidad de readiestrarse para aprobar el octavo grado. La Administración de Veteranos responsabilizaba a las instituciones educativas o al Departamento de Instrucción Pública por los servicios prestados a los veteranos. Sin embargo, y a pesar del pesimismo que prevalecía durante aquellos años de tragedia humana, a fines de 1940 Ana G. Méndez se reunió con sus antiguos profesores de la facultad de Administración Comercial de la Universidad de Puerto Rico, Alfredo Muñiz-Souffront y Florencio Pagán, y les habló de su sueño de crear una institución de enseñanza superior. En este momento, estas

escuelas se estructuraban según dos cursos de estudios, el científico o preparatorio para ingresar a la universidad y el de la enseñanza comercial. La propuesta de Ana G. Méndez correspondió a este último: la de enseñanza comercial, que en este caso sería una institución privada. En 1940 la educación superior de la isla contaba con 13 escuelas de enseñanza comercial privada,70 encabezadas por la muy conocida Ramírez Commercial High School, fundada en 1922, en San Juan.71 Aunque varias instituciones privadas, como el Underwood Pitman College y el Colegio Royal Gregg, se habían establecido durante los últimos años, con énfasis en los cursos de mecanografía y taquigrafía, Méndez, Muñiz-Souffront y Pagán, sabían que hasta hacía poco tiempo, la instrucción comercial se considerada en Puerto Rico, «de secundaria importancia por la

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sociedad».72 Muñiz-Souffront, coautor de tres textos de taquigrafía española y autor de una monografía sobre «Nuestras escuelas superiores de Comercio», manifestaba que, los padres puertorriqueños solían aspirar a que sus hijos estudiaran alguna profesión como la medicina, la abogacía, el magisterio o la ingeniería.73 Se sentían desilusionados cuando sus hijos no demostraban, por su inteligencia, capacidad para estudiar esas carreras. Entonces, con un gesto de resignación, le decían al hijo: «Bueno, qué se va a hacer, estudia comercio, ya que no tienes cabeza para nada más».74 Y lo enviaban a tomar un curso más o menos breve en el colegio comercial que más se anunciara, o en la escuela superior del pueblo.75 El comercio era el refugio último en el que algunos padres encasillaban a sus hijos. Con tan pobres expectativas, los estudiantes que se matriculaban en un curso comercial, lo hacían «como si hubieran sido reclutados

para el servicio militar».76 Muchos hasta se avergonzaban al decir que estudiaban comercio. Durante muchos años la instrucción comercial no gozó de prestigio en la comunidad.77 Por otro lado, el estudio del comercio no había sido la materia favorita del estudiante perteneciente a la clase dominante, que había preferido abordar temas de estudio relacionados a la agricultura, fuente principal de capital a lo largo de los últimos cuatro siglos de historia puertorriqueña. En el siglo XX, el poder político y económico fue sinónimo de la producción de azúcar. El prestigio y el respeto social dependían de los haberes del centralista,78 cuya extensión de terrenos, si era suficientemente grande, podía ganarle el título de «don». El predominio decimonónico del azúcar relegó, pues, la actitvidad comercial a un lugar secundario en la economía del país. Y ya en el siglo veinte, el contrabando de productos de primera necesidad durante la Segunda Guerra Mundial, devaluó aún más el poco aprecio que sentía la opinión pública puertorriqueña por el comerciante.

Simulacro del Regimiento 65 de Infantería, 1939. (FHPR).

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Sin embargo, para esa misma fecha la enseñanza del comercio como disciplina logró acceder a la Universidad. Estudiantes brillantes de todas las clases sociales comenzaron a llenar las aulas comerciales. Así, el estudio de comercio comenzó a considerarse tan digno y tan útil a la sociedad como cualquier otro.79 Pronto las escuelas comerciales escasamente pudieron dar cabida al número creciente de personas, niños, jóvenes y adultos, que deseaban obtener una preparación comercial.80 Aunque Alfredo Muñiz Souffront y Florencio Pagán simpatizaron con el proyecto educativo de Ana G. Méndez, era evidente que no contaban con los recursos económicos necesarios para hacerlo realidad. Uno de ellos le dijo a la joven empresaria: «yo no tengo dinero, pero sí tengo unos escritorios viejos y otros muebles que te puedo facilitar».81 Además podía ofrecer anuncios en la estación de radio de un pariente. El otro amigo tampoco tenía nada. Por ello, el esposo de Ana, José Méndez, le ofreció los $1,500 que hacían falta para organizar una escuela superior con fines de lucro.82 Así, el 7 de enero de 1941, y pese a numerosos obstáculos, Ana inauguró una escuela superior de comercio que denominó


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Entonces fueron tres fundadores: de izquierda a derecha, Alfredo Muñiz Souffront, Ana G. Méndez y Florencio Pagán. (AHSUAGM).

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«Puerto Rico High School of Commerce». La escuela se estableció en una segunda planta, sobre una licorería, en la comercial calle José de Diego, número 65 de la ciudad universitaria de Río Piedras. Hubo que pintar el lugar arrendado para adecentarlo y muy pronto quedaron las paredes blancas y pulcras, el suelo limpio.83 La dirección de la institución la encabezó Ana G. Méndez como directoraadministradora; Florencio Pagán fue director y sub administrador, y Alfredo Muñiz Souffront, profesor. Pero los tres, desempeñaban múltiples funciones. Además de ocupar los puestos administrativos, Méndez era consejera, maestra, amiga y «ejemplo vivo de superación que todos los estudiantes debían emular».84 Pagán Cruz era maestro, poeta, asesor técnico del periódico escolar Ecos de la Puerto Rico High y voz de los más altos valores morales. Muñiz Souffront, entre otros haberes administrativos, era profesor de asignaturas comerciales. Con ellos, desde siempre, estuvo la maestra Juanita M. Ríos, como tesorera y amiga. Los fundadores tenían como fin «cooperar con el Departamento de Instrucción aumentando las oportunidades y facilidades para jóvenes y adultos; estimulando el desarrollo de los valores morales y

espirituales, dotando al estudiante de los conocimientos y las actitudes necesarias para la comprensión del sistema económico del país para su participación constructiva como ciudadano de una democracia».85 Al mismo tiempo, buscaban ofrecer a sus alumnos la oportunidad de adquirir una educación comercial sólida que los preparase para desempeñar eficientemente cargos en las actividades comerciales y oficinescas de Puerto Rico y del exterior.86

La calle José de Diego en Río Piedras, 1937. (PREP).

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Por último, se aspiraba a crear un nuevo tipo de servidor público: «el empleado integrado en su cultura, sólido en su preparación técnica, amplio en su mente y noble en sus ideales de mejoramiento de la sociedad en que vive».87 La institución se proponía, a su vez, dotar rápidamente al estudiante de una profesión. El trabajo escolar a cubrirse en un semestre de la escuela superior pública lo terminaría en esta nueva escuela en 16


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El comercio y la industria capitalina vieron con buenos ojos el establecimiento del Puerto Rico High School of Commerce, 1950. (RFPR).

semanas, pudiendo ofrecer durante el año natural tres términos equivalentes cada uno a un semestre de la escuela pública. Para ello las clases que cubrían el año natural, de enero a diciembre, se ofrecían de lunes a viernes, inclusive, con una hora diaria para cada asignatura. En esta forma, el estudiante graduado de octavo grado completaba sus estudios de escuela superior exactamente en dos años y ocho meses, puesto que en un año estudiaba el equivalente de año y medio de la escuela superior pública. Se esperaba que el graduado de comercio de esta institución pudiese encontrar buenas oportunidades de trabajo con remuneración adecuada y con promesas halagadoras para el futuro. De acuerdo con Muñiz Souffront, los cambios ocasionados por la recién terminada Guerra Mundial habían creado nuevas posibilidades para los jóvenes que estudiasen comercio.88 Una de estas oportunidades, describió, se debía al favorable cambio en las relaciones entre Estados Unidos y la América Hispana.89 «Estados Unidos es una nación inmensamente industrializada y de enorme desarrollo comercial; la América Hispana es preferentemente agrícola. El celo demostrado por el pueblo americano por ganarse la amistad del hemisferio ha sido muy marca-

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do durante la última década, cuando se desarrolló la llamada política del buen vecino».90 Antes de la Guerra Mundial, sostenía Muñiz Souffront, «muchas de estas naciones comerciaban con Europa; algunas con Alemania.91 Después del conflicto, añadió, la situación varió considerablemente y las relaciones existentes entre los Estados Unidos y Suramérica eran en extremo cordiales y beneficiosas para ambas partes. Difícilmente América Latina retornaría a comercializar con sus antiguos amigos del Viejo Mundo.92 Este intercambio comercial en el hemisferio americano, aumentado durante la Guerra Mundial, alcanzaría mayores proporciones cuando la industria americana vuelva a la manufactura civil y cuando torne a su normalidad la transportación de los productos agrícolas de Centro y Suramérica».93 Según Muñiz Souffront, Estados Unidos retendría y aumentaría gradualmente el comercio con sus vecinos:94 «Y es ahí donde se presenta a nuestros graduados la oportunidad de sus vidas. Son ellos ciudadanos americanos con el idioma del Norte y con el idioma del Sur, con una educación moderna y especializada para el comercio, jóvenes que conocen al americano del Norte por haber convivido muchos de ellos entre nosotros, y que

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conocen al del Sur por ser de nuestra propia cultura. Esos jóvenes y señoritas pueden explotar todas estas ventajas en provecho de un gran porvenir».95 «El comerciante estadounidense necesita al intérprete que había, según Muñiz Souffront, en los estudiantes de la Puerto Rico High School of Commerce. Un intérprete del idioma, un intérprete de las costumbres.96 Los graduados podrían resultar, es más, el lazo de unión que hace falta para unir más a ambos pueblos».97 La nueva institución ríopedrense, les ofrecía esta oportunidad, según su co-fundador.98 Sin embargo, y a pesar de tan convincentes argumentos, al anunciarse su inauguración aquel 7 de enero de 1941, lo más curioso fue que no tenía casi estudiantes. Por ello, Ana G. Méndez tomó a sus hijas, Dora y Grecia, a sus sobrinas y a las amigas de ellas, y se las llevó a la escuela, diciéndoles: «Van a tener que coger las clases ahora».99 Entre ellas y otros cinco jóvenes que pronto hicieron su entrada en la escuela, la matrícula inicial fue de 19 estudiantes, cifra que para septiembre de 1942 había ascendido a 80 alumnos, la mayoría jóvenes de escasos recursos.100 Entre éstos, el grupo más notable en el campus, por su edad, era el de los llamados veteranos. De acuerdo con la Ley 346 del septuagésimo octavo Congreso de los Estados Unidos,

conocido con el nombre de «la Carta del Veterano», se entendía por veterano con derecho a los beneficios de educación gratuita, a aquellos hombres y mujeres que hubiesen prestado servicio activo en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, con posterioridad al primero de mayo de 1940, por un período de 90 días o más, y que hubieran ingresado por reclutamiento, alistamiento, comisión o de cualquier otra forma, siempre que no hubieren sido licenciados deshonrosamente.101 Desde hacía meses, el país se preparaba para hacerles espacio a su regreso. En 1947, a instancias del Gobernador Jesús T. Piñero (primer gobernador puertorriqueño), se iniciaban las obras para construir la urbanización Puerto Nuevo, lugar residencial por excelencia para los veteranos y sus familiares. De igual manera se establecieron comercios que buscaban fortalecerse con la costumbre de los veteranos de pagar al contado.102 En ese entonces, los veteranos que asistían a algún colegio comercial privado como la Puerto Rico High School of Commerce, hacían sus pagos por concepto de cuotas de subsistencia que se determinaban a base del número de hojas de asistencia por semana.103 Los veteranos autorizados a proseguir susestudios o

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Ana G. Méndez junto a sus dos hijas Dora y Grecia. (AHSUAGM).


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dor el interés que mostraban estos jóvenes veteranos en continuar sus estudios, aprovechándose de las oportunidades educativas que les brindaba el Gobierno Federal.106 Sin embargo, muchos, al encontrarse en un salón de clases sometidos a la disciplina escolar, tuvieron dificultades de adaptación que pudieron vencer gracias al tezón y a la voluntad de superación.107 Florencio Pagán (al centro), junto con primeros veteranos que se matricularon para proseguir estudios Al inaugusuperiores en el Puerto Rico High School of Commerce, 1946. (PRHN). rarse el plantel, el 7 de tomar un curso de repaso o readiestramienenero de 1941, los cursos ofrecidos fueron to, recibirían una pensión de la Adminislos siguientes: el Científico, Secretarial, tración de Veteranos mientras duraba el Tenedor de Libros, Vendedor y el Comercial curso, a razón de $50 mensuales si eran General.108 La Facultad se formó con 18 solteros y de $75 si eran casados o tenían profesores especializados en las asignaturas 104 dependientes. que enseñaban. Todos los maestros tenían, A partir de entonces, con la llegada grados académicos universitarios pero, por de veteranos a la High School of Commerce, el momento, faltaban más estudiantes. el estudiantado se dividió popularmente Muy pronto, la Puerto Rico High 105 entre «civiles» y «veteranos». Era alentaSchool of Commerce fue acreditada por el

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Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico. Esto significó que el Gobierno reconocía que reunía las condiciones de eficiencia requeridas a toda institución educativa de primer orden y que el trabajo en ella tenía el mismo valor, para los efectos de los créditos, como el trabajo hecho en cualquier escuela superior pública. A menudo podía ver a Manuel Nin supervisando la joven institución, en nombre del Departamento de Instrucción de Puerto Rico.109 En septiembre de 1942, con veinte meses de historia, y al aumentar la matrícula, la Puerto Rico High School of Commerce se mudó a un edificio propio de dos plantas, en la Avenida Universidad, en la zona de Santa Rita que hoy se conoce como la urbanización Hyde Park.110 El nuevo local la ubicaba a sólo cinco minutos de la Universidad de Puerto Rico, a menos de 200 metros de la carretera insular número 1, y colindando con la carretera Luis Muñoz Rivera.111 Este nuevo espacio permitió la construcción de 21 salones modernamente equipados, donde se llevarían a cabo las clases. Allí también quedó instalada la biblioteca, con un gran número de volúmenes y revistas donde el estudiante podía preparar sus asignaciones, consultar libros, diccionarios y

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Tarjeta postal: fachada principal del Puerto Rico High School of Commerce, 1941. (AHSUAGM).

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Ana G. Méndez en la segunda graduación del Puerto Rico High School of Commerce, 1943 (AHSUAGM).

Manuel Nin, supervisor de escuelas superiores del Departamento de Instrucción Pública durante una de sus frecuentes visitas en el Puerto Rico High School of Commerce, 1946 (PRHN)

enciclopedias. A la vez, Ana G. Méndez inauguraba en otro edificio la Puerto Rico Elementary School, institución que sirvió para preparar y poner en práctica mientras se estudiaba, las enseñanzas pedagógicas adquiridas.112 En sus comienzos contó con 170 niños. El edificio de la renovada institución tenía su propia cafetería en el primer piso, donde se servía de doce a una de la tarde, diariamente, un almuerzo preparado con el mismo esmero y cuidado que en el hogar. Por un módico precio se servía un menú, en el que raras veces faltaba el plato favorito de la mesa puertorriqueña. La cafetería era también el epicentro de la institución, sede de la celebración ocasional de actos sociales a los que asistían los alumnos con sus familiares y amigos. Entre las coronaciones de

sus reinas de belleza y los juegos de ping pong, era también, lugar propicio, tanto para enamorarse como para entablar una buena tertulia entre miembros de la facultad, y de la administración, estudiantes y visitantes. Fue allí, a principios de 1949, donde se fraguó, al decir de ECOS, su periódico «El nuevo cañonazo» de Ana G. Méndez y la administración de la High School of Commerce.113

Ana G. Méndez y la Puerto Rico High School of Commerce

Equipo de volleyball de la Puerto Rico High School of Commerce (AHSUAGM)

Ana G. Méndez en la segunda graduación del Puerto Rico High School of Commerce, 1943 (AHSUAGM).

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N O TA S 1. El Municipio de Aguada tenía una economía cañera en sus terrenos llanos, y cafetalera en sus montañas. Consúltese Andino Acevedo González, ¡Qué tiempos aquellos!, (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989), 67. 2. Ismael, Mario, Jorge, Ana Isabel, Hena, Francisca, y Gloria. 3. El azúcar era la fuente principal de capital y empleo, además de tener un efecto multiplicador en prácticamente todas las fases de la economía puertorriqueña. 4. Santurce, entonces llamado «el Partido de Cangrejos», desde el siglo XVIII había sido poblado por negros y mulatos. 5. George L. Holliday, “Resurgimiento de la modernas construcciones en Puerto Rico”, Revista Económica (junio de 1938): 9-35. 6. Victor S. Clark, Porto Rico and its Problems, (Washington, D. C.: The Brookings Institution, 1930), 371. La Legislatura de Puerto Rico había abordado el problema de vivienda barata con leyes aprobadas en 1915 y 1921. 7. George Holliday, Primeros 25 años (1913-1938), Revista de Cámara de Comercio de Puerto Rico, septiembre de 1938, 74. 8. Victor S. Clark, Puerto Rico and its Problems, 370. 9. Guillermo A. Baralt entrevista a Grecia Méndez de Díaz, 22 de agosto de 2002. 10. Éstas se levantaron durante la Primera Guerra Mundial. 11. Aníbal Sepúlveda y Jorge Carbonell, Cangrejos-Santurce (San Juan: Carimar, 1987), 29. 12. La Democracia, 10 de septiembre de 1928. Ver también María de los Ángeles Castro, San Juan de Puerto Rico, 41. 13. Charles H. Allen, Governor of Porto Rico, First Annual Report, from May 1, 1900 to May 1, 1901, Juan J. Osuna, A History of Education in Puerto Rico, (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1949).Véase también Ricardo González Ruiz, Ricardo Raúl González, Puerto Rico de hoy, 1956-57, (Hato Rey, P.R.: Litografía Real Hnos. Inc., 1957). 14. Report of the Governor of Porto Rico, Fiscal year ended June 30, 1920, (Washington: Government Printing Office, 1920). La mayoría en escuelas rurales. 15. Nótese que a partir de la dominación estadounidense en la isla se autorizó la coeducación de niños y niñas en una misma aula. 16. Report of the Governor of Porto Rico, Fiscal year ended June 30, 1920, (Washington: Government Printing Office, 1920). La mayoría en escuelas rurales. 17. Ibíd., 415. 18. Se define como rural toda población con menos de 2,500 personas, Alfonso López Yustos, Historia Documental de la Educación en Puerto Rico, (Hato Rey, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas, 1984), 139. 19. A mediados del siglo dieciocho, Nicolás Ruiz pidió una universidad para Puerto Rico; en 1770 los doctores Miguel de Mena y Francisco Manuel de Acosta elevaron otra petición por medio del gobernador Muesas para que en el Convento de Santo Tomás de Aquino, con el nom-

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( C A P I T U L O

bre de «Nuestra Señora de Belén» se fundase una universidad; y en 1795, al mismo Ayuntamiento de la capital solicitó, por voz de sus representantes Xiorro, Pizarro, Dávila, Córdova y Quijones, la traslación de la Pontificia Universidad de Santo Domingo a la ciudad de San Juan, cuando la parte española de esta isla fue cedida a Francia por la paz de Basilea. Ninguna de estas peticiones fue concedida. Lo único que se pudo establecer en el país fueron estudios de facultad, como las lecciones de medicina autorizadas por Real orden en 1816 y desempeñadas por el doctor Espaillat. Estas cátedras se impartieron durante algunos meses, en el Real Hospital de la ciudad de San Juan. También existió, para 1830, una cátedra de derecho civil y canónico. 20. José González Ginorio, Instrucción y Educación, 394. 21. Ibíd. 22. En 1909, por ejemplo, la anemia causó la muerte a 1,339; otras 49,000 fueron tratadas en los numerosos dispensarios alrededor de la isla. 23. Sanuel McCune Lindsay, Report of the Commissioner of Education for Porto Rico, (Washington: Government Printing Office, 1904), 9. 24. Ibíd, 416. 25. José González Ginorio, Instrucción y Educación, El Libro de Puerto Rico, 381; Ricardo González Ruiz, Ricardo Raúl González, Puerto Rico de hoy, 1956-57, 75. 26. M. G. Brumbaugh, Report of the Commissioner of Education for Porto Rico, Oct. 18, 1901, 64. 27. Consúltese a Aida Negrón de Montilla, La americanización en Puerto Rico y el sistema de instrucción pública 1900-1930, (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1990), segunda edición. 28. José González Ginorio, Instrucción, 386, véase también, Aida Negrón de Montilla, La americanización, 386. 29. Ibíd., 197-203. 30. José González Ginorio, Instrucción, 386. 31. Victor S. Clark, Porto Rico and its Problems, 77 . 32. De 1910 a 1920, el Departamento de Instrucción inició la apertura de «escuelas de continuación» en las poblaciones más grandes. En ellas ofrecía a los alumnos de uno a tres años de escuela superior. Las «escuelas de continuación» fueron como una extensión de la escuela elemental. El programa de estudios incluía la enseñanza de artes manuales para los niños y costura y cocina para las niñas, además de las asignaturas corrientes. Con el tiempo, estas escuelas se convirtieron en escuelas superiores. La primera escuela de continuación que se convirtió en escuela superior fue la establecida en Arecibo. 33. María de F. Barceló Miller, Estrenando togas: la profesionalización de la mujer en Puerto Rico, 1900-1920. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Núm. 99, 1992, 58. Consúltese también Yamila Azize, La mujer en la lucha (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1985). 34. Ibíd., 59. 35. Al fin, en 1940, la proporción llegó a ser la misma. José Vázquez Calzada, La población de Puerto Rico y su trayectoria histórica (1978), sin publicar. 35.

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36. Andino Acevedo González, ¡Qué tiempos aquellos!, 123-124. Cuenta Andino Acevedo González que en Aguada para estas mismas fechas, «muy pocos padres mandaban las hijas mujeres a la escuela, pues decían que si aprendían a leer y escribir usarían ese medio cuando estuvieran más grandes para mandar a, y a recibir, de los novios, papelitos escritos sin que ellos pudieran leerlos. No quiero decir que no hubiera padres que pensaran distinto y enviaran a las hembritas a la escuela, pero estos eran una exigua minoría. En mi escuelita, cuando había 30 estudiantes, las hembras apenas si llegaban a ocho o nueve». 37. En las elecciones generales de 1932 por primera vez la mujer en Puerto Rico ejerció el derecho al voto. 38. Sunoco era la marca de un aceite. 39. Guillermo A. Baralt entrevista a Grecia Méndez de Díaz, 2 de julio de 2002. 40. Ismael Casalduc, Franciso M. Cabrera, Eugenio Astol y Arturo Grant, Historia de la División Educativa de la Administración Federal de Auxilio de emergencia, (San Juan: Administración Federal de Auxilio de Emergencia de Puerto Rico, 1936), 10. 41. Ibíd., 9. 42. Thirtieth Annual Report of the Governor of Puerto Rico, Hon. Theodore Roosevelt, 1930, 101. 43. Para 1935, se construyó la nueva carretera santurcina llamada Manuel Fernández Juncos. 44. El Día, 10 de marzo de 1950, 6. 45. E. Fernández García, La Universidad de Puerto Rico, El Libro de Puerto Rico, 431. 46. María Luisa Moreno, El campus de la Universidad de Puerto Rico: Apropiación y amalgama formal en su arquitectura (1903-1940) en Enrique Vivoni Farage y Silvia Álvarez Curbelo, Hispanofilia: Arquitectura y vida en Puerto Rico 1900-1950, (San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998), 161. 47. También formaban parte de la Universidad el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, localizado en Mayagüez, la Estación Experimental Agrícola y el Servicio de Fomento Agrícola. Los demás colegios, así como la administración general, la Estación Experimental Agrícola y las oficinas administrativas del Servicio de Fomento Agrícola, se encontraban en Río Piedras. En estos tres lugares se levantaron edificios de estructura moderna, convenientemente equipados. Estas construcciones se extendieron y mejoraron considerablemente con la cooperación del programa federal de reconstrucción insular. 48. Sobre el origen de la facultad de Administración Comercial y su desarrollo, véase Carlos Rodríguez Fraticelli, Colonial Politics and Education:The Pan-Americanization of the University of Puerto Rico 1923-1929; Historia y Sociedad, Año IV, 1991, 148. 49. Thomas Benner, Five Years of Foundation Building, The University of Puerto Rico, 1924-1929, (Río Piedras: Puerto Rico, Departamento de Educación, 1965), 99. 50. Ibíd.

51. Ibíd., 100. 52. Ibíd., 117. 53. Jaime Benítez, La Universidad del futuro, 91. 54. Ibíd. Véase capítulo final de esta obra. 55. George Holliday, Primeros 25 años, 1913-1938. Revista Económica, Septiembre 1938, 92. 56. Ibíd. 57. Ibíd. 58. Para entonces, luego de la depresión económica de 1929, de larga duración en Puerto Rico, al fin se dieron muestras de vida. Durante los años treinta, se extendió a la isla la política económica del presidente Franklin D. Roosevelt, conocida como el «Nuevo Trato», que destinó extraordinarios recursos económicos “unos 70 millones de dólares” para la reconstrucción de Puerto Rico. La Puerto Rican Relief Administration (PRERA, 1933) y luego la Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA, 1935) invirtieron capital en electrificación, rehabilitación de la vivienda rural, fabricación de casas higiénicas, obras públicas, sanidad, instrucción pública, agricultura e industria. El propósito de la PRRA fue formular, iniciar, administrar y supervisar un programa con el fin de proveer de ayuda directa a la isla y aumentar las oportunidades de empleo; objetivos para los que se destinaron los fondos necesarios. De tal manera que lograra atenuar el pavoroso problema del desempleo que prevalecía en la isla, al tiempo que sus obras sirviesen de guía para solucionar otros problemas. Además, y como parte de sus obras, la PRAA construyó 30 escuelas vocacionales con 300 salones de clase, la mayoría en la ruralía. 59. Jaime Benítez, La Universidad del futuro, 91. 60. Angel M. Torregrosa, Juan B. Soto (Río Piedras: Imprenta Venezuela, 1938). Desde 1915 Juan B. Soto había sido profesor en la Escuela de derecho, y a partir de 1934, profesor y jefe del Departamento de Filosofía de la Universidad de Puerto Rico. 61. El 24 de octubre de 1935 ocurrió la masacre de tres nacionalistas en Río Piedras. Cuatro meses más tarde, el 23 de febrero de 1936, Francis E. Riggs, jefe de la policía insular fue asesinado en San Juan. Dos jóvenes nacionalistas (Beauchamp y Rosado) fueron apresados y llevados al cuartel de la policía. Seguidamente, ambos acusados fueron asesinados. Poco después, el 13 de julio, comenzaba, en la Corte Federal de San Juan, el juicio contra Albizu Campos y un grupo de nacionalistas. Los cargos eran por conspirar para derrocar el Gobierno de los Estados Unidos. El 31 de julio, el jurado rindió veredicto de culpabilidad contra todos y cada uno de ellos y el juez Cooper los sentenció a cumplir cárcel en el presidio federal de Atlanta, estado de Georgia. El 7 de junio de 1937, los presos políticos sentenciados salieron en un «Clipper» hacia la prisión de Atlanta. Mientras tanto, en Ponce, el nacionalismo cobraba fuerzas, principalmente entre la juventud. El 21 de marzo de 1937, a las tres de la tarde, se inició un tiroteo cuando el líder de los nacionalistas ordenó el comienzo de la marcha. Allí murieron diecinueve personas, incluidos dos policías

y resultaron heridos cuarenta civiles y siete policías. Un año más tarde, el 25 de julio de 1938, Ponce volvía a ser escenario de otra trágica escena durante la gobernación de Whinship cuando un grupo de nacionalistas intentó vengar la muerte de aquellos que perecieron en la Masacre del 21 de marzo. Se tiroteó al gobernador Whinship; al presidente del Senado, Martínez Nadal; al «Speaker» de la Cámara, García Méndez; al coronel de la Guardia Nacional, Luis Irizarry y a otros funcionarios.. 62. Luis Hernández Aquino, Días con Juan Ramón Jiménez. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, No. 92, 93, abril-septiembre de 1986. 63. José F. Méndez González nació el 9 de mayo de 1937. 64. Debido a que la Carta Orgánica de 1917 otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños, estos tuvieron que participar en el servicio militar de los Estados Unidos. Véase Carta Orgánica de 1917, 2 de marzo de 1917. Documentos históricos, Leyes de Puerto Rico Anotadas, sec. 5.80. Equity Publishing Company, (Orford: New Hampshire, 1965). 65. Rexford Guy Tugwell, The Striken Land, (New York: Greenwood Press, Publishers, 1977), 451. 66. Alfonso López Yustos, Historia Documental, 164. 67. Ibíd., 566. 68. Forty fifth Annual Reprot of the Governor of Puerto Rico Rexford G. Tugwell, 1945, Service Office of the Government of Puerto Rico, Printing Division, 1946, 66. 69. Ibíd. 70. Forty-First Annual Report of the Governor of Puerto Rico, Honorable Guy J. Swope. Bureau of Supplies. Printing and transportation 1941, 23. 71. Ibíd. 72. Puerto Rico High News, Núm. 1, 30 de septiembre de 1947, 1. 73. Ibíd. 74. Ibíd. Véase también El Día, 24 de junio de 1940, 2. 75. Ibíd. 76. Ibíd. 77. Ibíd., 1. 78. El centralista era el dueño de la factoría, fábrica o central azucarera. El colono era el dueño de tierras cultivadas en caña para que satisficiera las centrales azucareras. Él tenía la caña y su problemática fue recogida en La llamarada por el escritor Enrique A. Laguerre. 79. Ibíd. 80. Ibíd. 81. Antonia de Guindulain, Ana G. Méndez, 29. 82. Ibíd. 83. Archivo Histórico Ana G. Méndez (AHAGM). Mensaje de graduación con motivo del decimotercero aniversario del Puerto Rico Junior College. Ana G. Méndez, 6 de marzo de 1979. 84. Puerto Rico High News, Núm. 8-9-10, mayo, junio, julio, 1946, 1. 85. Ibíd.

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86. Ibíd. 87. Ibíd. 88. Ibíd, 3. 89. Ibíd. 90. Ibíd. 91. Ibíd. 92. Ibíd. 93. Ibíd. 94. Ibíd. 95. Ibíd. 96. Ibíd. 97. Ibíd. 98. Ibíd. 99. Ibíd. 100. El Pionero, 7. Véase también AHAGM, Mensaje de graduación con motivo del decimotercer aniversario del Puerto Rico Junior College. Ana G. Méndez, 6 de marzo de 1979. 101. Puerto Rico High News, 9. 102. Guillermo A. Baralt entrevista a Harold Toppel, 21 de noviembre de 1991. Para esos años Toppel estableció el primer supermercado en Puerto Rico. Rompiendo con el tradicional «fiao», en Pueblo se pagaba al contado. 103. La Ley Núm. 550 del Congreso alteró el procedimiento en el sentido de que los pagos por el Gobierno de los Estados Unidos se hicieran directamente al veterano y él a su vez se hiciera responsable de pagar a la institución. 104. Para subsistencia completa, éstos debían cumplir con no menos de 25 horas de asistencial semanal. Para subsistencia, menos de 18 horas pero no menos de 12 horas de asistencia. Para 3/4 subsistencia, menos de 25 horas pero no menos de 18 horas de asistencia. Para 1/4 subsistencia, menos de 12 horas pero no menos de 9 horas de asistencia. No se pagaría subsistencia alguna para casos en que el veterano asistiese menos de 6 horas semanales. 105. Ibíd. 106. Ibíd., Núm. 5, 1 de febrero de 1946, 1. 107. Ibíd. 108. El Pionero, 7. 109. Puerto Rico High News, 30 de septiembre de 1945, No. 1, 3. 110. Actualmente, la Farmacia Walgreens ocupa este solar. 111. El Pionero, 7. 112. Ibíd. 113. ECOS de la Puerto Rico High., 18 de abril de 1949.


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Capítulo 2

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El Nuevo Cañonazo EL PUERTO RICO JUNIOR COLLEGE1 (1948-1958) Una conjuntura favorable para un «junior college» ese al exitoso desarrollo académico y pecuniario de la Puerto Rico High School of Commerce, Ana G. Méndez mantenía el sueño de ofrecer otros servicios educativos a la juventud puertorriqueña. A principios de 1949, Harmon Wilson, de la South Western Publishing Co. de Cincinatti (compañía especializada en la impresión de libros sobre comercio) visitó la institución educativa.2 Después de las conversaciones de rigor, Wilson y Méndez se trasladaron a la cafetería. Allí, en medio del incesante bullicio, y mientras saboreaban un café, la directora de la escuela expresó al visitante algunas de sus inquietudes en torno a la educación universitaria en la isla. Entonces, Wilson trajo a colación la historia y contribución que venían haciendo los «junior» o «community colleges» en los Estados Unidos.3 Aquella conversación despertó en Ana G. Méndez la inquietud por el establecimiento de ese sistema educativo en Puerto Rico.4 Sin prisa pero sin pausa, la educadora zarpó hacia los Estados Unidos con el propósito de visitar esos «Junior Colleges». Regresó con su sueño ya perfilado: fundar en la isla una institución así, justo al lado de la Puerto Rico High School of Commerce. Para esos propósitos la coyuntura histórica del país le era muy favorable. El crecimiento demográfico de Puerto Rico, y principalmente de Río Piedras; la transformación de un país esencialmente rural y

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Vista aérea de Río Piedras. En el circulo está el Puerto Rico Junior College, el Puerto Rico High School of Commerce y la Puerto Rico Elementary School, 1952. (EP).

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agrícola en uno urbano e industrial; la estabilidad política, el progreso económico y una mayor demanda de estudios universitarios, presentaba un cuadro envidiable para el establecimiento de una novedosa institución universitaria, como la que contemplaba Ana G. Méndez. La población total de la isla de Puerto Rico, según el censo oficial practicado el 1 de abril de 1950, era de 2,210,703 habitantes.5 Comparativamente, de 1940 a 1950, la población había aumentado en 341,448 habitantes, o sea, en un 18.3 por ciento sobre la cifra de 1,869,255 habitantes que había registrado el censo de 1940. Si se compara el último censo de 1950 con el primero que llevó a cabo el Gobierno de los Estados Unidos al ocupar la isla en agosto de 1898, la población de Puerto Rico había experimentado un aumento de más del doble de la cifra reportada en el primer censo oficial. Por otro lado, aunque en 1950 la población rural todavía excedía a la urbana, esta última había aumentado más rápidamente, es número en todos los censos que se habían hecho desde 1899, en proporción al de la población rural. En 1950 la población urbana era de 894,813 almas, ó 40.5 por ciento del total de la población.6 El aumento de 328,456 en la población entre 1940 y 1950, estimado en un 96 por ciento del aumento total de la población de Puerto

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Cuadro III POBLACIÓN DE PUERTO RICO URBANA Y RURAL DE 1898 A 1950 Censo 1950 1940 1930 1920 1910 1899

Total 2,210,703 1,869,255 1,543,913 1,299,809 1,118,012 953,243

Urbana 894,873 566,337 427,221 283,934 224,620 138,703

% urbano 40.5 30.3 27.7 21.8 20.2 14.6

Rural 1,315,890 1,302,898 1,116,692 1,015,875 893,392 814,540

% rural 59.5 69.7 72.3 78.2 79.9 85.4

Fuente: Elviro Borrero y José L. Vázquez, La población de Puerto Rico 1500-1964, Informe Especial, San Juan, 1964. Junta de Planificación, datos sin publicar. Puerto Nuevo: la urbanización más grande del mundo (1949).

Rico, representa haber ganado un 58 por ciento sobre la población urbana de 566,357 de 1940.7 En Río Piedras, municipio mayoritariamente urbano, en donde según hemos narrado, se había establecido la Puerto Rico High School of Commerce, la población ascendió a 134,438 habitantes, aumentando más del doble en el período de diez años. Río Piedras tuvo el mayor aumento poblacional del país (75,699).8 Luego de San Juan, Río Piedras era la segunda ciudad en población de la isla.9 Sin embargo, contrario a la Capital, limitada por el mar, Río Piedras contaba con miles de acres hacia donde podía crecer el suburbio.

El crecimiento se debía, en parte, a que, no muy lejos de la High School of Commerce se levantaba, desde 1947, la urbanización Puerto Nuevo, de unas 4,400 viviendas, con una población proyectada de aproximadamente 30,000 habitantes. Era el proyecto más grande logrado en una urbanización de clase media en el mundo. A su alrededor se desarrollaban otras urbanizaciones, tales como Caparra Heights, Caparra Terrace, Reparto Metropolitano y Las Lomas, que, a no muy larga distancia colindarían con las urbanizaciones más antiguas, como Eleanor Roosevelt, Baldrich, Hyde Park y Santa Rita. Todas localizadas en el municipio de

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Río Piedras, apenas a dos o tres millas del recinto universitario de Río Piedras y de la High School of Commerce. Así también, en Río Piedras, en sus barrios de Sabana Llana, Hato Rey y Monacillos, se comenzaba a establecer un número grande de fábricas de la Compañía de Fomento Industrial.10 A su alrededor se formaban comunidades o barrios de asalariados.

Los que se fueron: la emigración puertorriqueña hacia los Estados Unidos. (RFPR).

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La Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y el derecho a la educación

Luis Muñoz Marín en campaña política (c.1940). (RF).

a coyuntura histórica, en su dimensión política, también abonó el terreno de los sueños de Ana G. Méndez. El país se lanzaba a resolver, al menos por el momento, el acuciante problema del estatus político. A raíz del resonante triunfo legislativo del Partido Popular Democrático en las elecciones generales de 1948, en las que Luis Muñoz Marín resultó el primer gober-

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nador electo en la isla y como consecuencia tanto de su plataforma electoral como del deseo de los Estados Unidos de resolver el problema colonial, se produjeron decenas de anteproyectos de lo que habría de convertirse en la llamada Ley de Constitución y Convenio, o Ley 600.11 El 13 de marzo de 1950, el comisionado residente de Puerto Rico, Antonio Fernós Isern, presentó el proyecto H.R. 7674, que autorizaba al pueblo de Puerto Rico a redactar su propia constitución. El 31 de marzo, los senadores O'Mahoney y Butler presentaron en el Senado el proyecto S.3336,12 equivalente al presentado anteriormente en la Cámara por Fernós Isern. El 8 de junio del mismo año, el Senado aprobó, unánimemente, el proyecto presentado por O'Mahoney y Butler,13 y días más tarde, el 30 de junio, la Cámara hizo lo propio.14 Finalmente, el 4 de julio, el presidente Harry S. Truman lo firmó, con lo que el proyecto quedó convertido en la Ley de Constitución. Con la aprobación del Congreso norteamericano y del presidente Truman, se había realizado el tan esperado paso hacia la transformación del estatus colonial puertorriqueño.15 La Ley de Constitución o Ley 600,

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recibió el carácter de un convenio, según el cual, el pueblo podía organizar su Gobierno basado en una constitución aprobada por el mismo pueblo, aunque para su plena aceptación se necesitaría, además, la aprobación del Congreso norteamericano. Mediante esta ley, se derogaban varias secciones de la Ley Orgánica Jones de 1917 (las que funcionaban como una constitución), pero se mantenían las que funcionaban como un estatuto de relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos.16 En adelante, esas relaciones se regirían por la Ley de Relaciones Federales. Por otro lado, se autorizaba al pueblo de Puerto Rico a elegir una convención constituyente para aprobar la constitución, que debía redactarse en conformidad con la de Estados Unidos. Esta constitución no sería la de un estado federado ni la de un estado independiente, sino la de un estado peculiar dentro de la Unión americana.17 Puerto Rico tendría las responsabilidades correspondientes a un gobierno propio. La fachada de la ley daba "la agradable impresión de que Puerto Rico estaba a punto de convenir con Estados Unidos un 'modus vivendi', que le permitiría seguir trabajando hacia su plena realización

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escuela primaria. No se utilizará propiedad económica y social como pueblo".18 Convención proclamó en la Sección 5 de su ni fondos públicos para el sostenimiento de Aprobada la Ley de Constitución por Carta de Derechos que: «Toda persona tiene escuelas o instituciones educativas que no el presidente Truman, se requerían varias derecho a una educación que propenda al sean las del Estado. Nada de lo contenido en votaciones adicionales. Primero, se celepleno desarrollo de su personalidad y al esta disposición impedirá que el Estado braría un referéndum para que el pueblo de fortalecimiento del respecto de los derechos pueda prestar a cualquier niño servicios no Puerto Rico decidiera si la aprobaba o la del hombre y de las libertades fundameneducativos establecidos por ley rechazaba. Segundo, en caso de para protección o bienestar de que el pueblo aprobara la ley, se la niñez».19 procedería a elegir delegados a la El 6 de febrero de 1952, la convención constituyente, los Convención Constituyente dio cuales se encargarían de redactar por terminadas sus labores. la constitución. Tercero, luego de El 3 de marzo de 1952, el que los delegados de los difepueblo ratificó, mediante un rentes partidos la aprobaran, se referéndum, la Constitución procedería a la celebración de redactada. En él participaron otro referéndum. En éste, el 463,828 electores, de los pueblo aceptaría o rechazaría el cuales 373,594 (81%) votaron a texto redactado. Posteriormente, favor y 82,877 (18%) en contra. se procedería a la ratificación de El próximo paso, según dispola constitución por el Presidente nía la Ley de Constitución, era y el Congreso de los Estados su aprobación, tanto por el Unidos. Por último, los delegaEl pueblo decide a favor de la Ley 600 o Ley de Constitución que creó el Estado Libre Asociado presidente Truman como por el dos de la convención aprobarían de Puerto Rico, 1950. (RFPR). Congreso norteamericano. El 3 o rechazarían, a nombre del de julio, el Congreso la aprobó, aunque tales. Habrá un sistema de instrucción pueblo, las enmiendas que el Congreso enmendó varias de sus secciones.20 Una pública el cual será libre y enteramente no hiciera al texto constitucional, si hubiese semana después, la Convención Conssectario. La enseñanza será gratuita en la algunas. tituyente votó a favor de la versión enmenescuela primaria y secundaria y, hasta Durante los trabajos de la Convendada, y, el 25 de julio de 1952, junto a un donde las facilidades del Estado lo ción Constituyente se trató el tema de la templete en el Capitolio, izó Puerto Rico, permitan, se hará obligatoria para la educación. El 3 de enero de 1952, la

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por primera vez, su propia bandera la monoestrellada. Comenzó a regir, desde entonces, la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y, con ella, el derecho a la educación, según se estipulara en su Carta de Derechos. Por otro lado, y ante la bonanza de capital que caracterizó la economía norteamericana luego de la Segunda Guerra Mundial, Teodoro Moscoso, director de la Compañía de Fomento Industrial, agenció los recursos necesarios para promover un nuevo programa económico, basado en la

atracción de capital extranjero - principalmente el norteamericano - por medio de la exención contributiva y la mano de obra barata, como incentivo para el desarrollo industrial de Puerto Rico. Para 1956, un total de 445 fábricas operaban en la isla, acogidas al mencionado programa,21 siendo la mayoría de uso intensivo de mano de obra.22 Ese mismo año, los salarios de la manufactura subieron un promedio de 10 a 12 centavos la hora, el mismo aumento que se registró en Estados Unidos.23

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Así, en muy poco tiempo se evidenció una estabilidad asombrosa en la economía de Puerto Rico.24 Los diferentes componentes parecieron encaminados a alcanzar niveles de producción cada vez más altos. El comercio externo se mantuvo a tono con el mejoramiento general de la economía interna, aumentando en un 15% la exportación de mercancía, para alcanzar un récord de $429 millones.25 Por primera vez, el ingreso neto de la industria superó al de la agricultura. La isla dejaba su pasado rural y agrícola

Cuadro IV Estadísticas del Departamento de Educación de Puerto Rico, 1900 - 1949 Año terminado en junio

1900 1910 1920 1930 1940 1949

Habitantes

953,243 1,118,012 1,299,809 1,543,913 1,869,255 2,185,000

Cantidad de escuelas

Públicas Privadas

Total

* * * * 1,773 2,043

* * * * 1,827 2,141

* * 46 31 54 98

Cantidad de Maestros en Públicas

582 1,807 3,286 4,451 6,294 9,375

Niños en escuelas diurnas

Públicas

Privadas

Total

21,959 95,314 178,035 221,189 286,113 386,229

* 21,959 * 95,314 5,823 183,858 5,728 226,917 13,124 299,237 22,461 408,690

Edad escolar de habitantes

Porciento de habitantes de Edad Escolar en escuelas

(5 a 17 años)

322,393 361,967 438,743 530,148 597,198 709,000

6.8 26.3 41.9 42.8 50.1 57.6

y se encaminaba a un porvenir urbano e industrial. Entre 1940 y 1956, el ingreso promedio de la familia puertorriqueña aumentó considerablemente. Factor que explicaba el mencionado desarrollo urbano de Río Piedras. Allí precisamente, se establecieron la mayoría de las fábricas de Fomento Industrial. De igual manera, pese a todas sus contrariedades, el sistema de instrucción pública había progresado sustancialmente.26 En 1950, por primera vez, más de la mitad de los niños de edad escolar (57.6 por ciento) se encontraban matriculados en las escuelas del país.27 Por otro lado, el aumento de matrícula de jóvenes en la escuela superior y el regreso de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial, dieron impulso a la ampliación de los ofrecimientos de la Universidad de Puerto Rico y al desarrollo de otras instituciones universitarias. Para 1949, además de la Universidad de Puerto Rico, cuyo origen y desarrollo hemos consignado, el joven de edad escolar universitario contaba con otras instituciones, si bien de carácter privado.28 El Instituto Politécnico de Puerto Rico (hoy Universidad Interamericana), era una de ellas. Fue establecido el 2 de marzo de

1912, por los misioneros reverendo J. Will Harris y su esposa Eunice White Harris, de la Junta de Misiones del Hogar de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América. Estos misioneros establecieron una escuela elemental en una casa de campo localizada en una gran finca de cien cuerdas en San Germán.29 Luego, el reverendo Harris añadió a la escuela elemental una escuela superior. Sus propósitos fundacionales fueron inminentemente de naturaleza religiosa. Entre los años 1913 a 1916, la matrícula creció a 140 alumnos y se erigieron varios cobertizos temporeros, algunos de los cuales se convirtieron en edificios.30 La primera graduación de la escuela superior se efectuó en 1916.31 Tres años más tarde se fundó una institución universitaria llamada el Instituto Politécnico de Puerto Rico. El 4 de junio de 1919, la Legislatura de Puerto Rico autorizó a dicho Instituto a otorgar grados universitarios y un año después, la institución se reorganizó de acuerdo con las leyes del Distrito de

Columbia, creándose para su gobierno una Junta de Síndicos autónoma. Su primera clase graduanda recibió su grado en 1927. Al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de su fundación, en 1937, el reverendo cedió la presidencia al presbiteriano Jarvis S. Morris, doctor en Teología, que había sido miembro de la Facultad de 1929 al 1932. Durante su gestión administrativa, el Instituto Politécnico fue acreditado por la Middle States Association of Colleges and Secondary Schools en 1944, el primer Colegio universitario en tener este reconocimiento en Puerto Rico y fuera de los Estados Unidos. El tercer presidente del Instituto

Consejo de estudiantes del Puerto Rico Junior College. (AHSUAGM)

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Politécnico fue otro misionero, el reverendo Edward Seel, quien venía a Puerto Rico luego de desempeñar el cargo de Secretario Ejecutivo de la Misión Presbiteriana en Colombia. Además de sus dotes administrativas, tuvo a su favor ser el primero de los presidentes americanos, y el único, en hablar el español correctamente.32 Durante los años cuarenta, el Instituto Politécnico tuvo un desarrollo lento. Sin embargo, a finales de la década, como resultado de la Segunda Guerra Mundial y la extensión a Puerto Rico de los beneficios de estudios de veteranos, el Politécnico, como todas las otras universidades del país, tuvo un aumento apreciable en su matrícula. Durante la década de los cuarenta, se mantuvo entre los 300 y 400 estudiantes. Para entonces, el nexo al carácter religioso de la institución fue cada vez menor entre la Universidad y la Iglesia Presbiteriana, encaminándose a ser una institución sectaria que durante la década siguiente (en 1956) adoptó el nombre de Universidad Interamericana.33 En 1935, en Santurce, a otra escuela superior, el ya mencionado Colegio del Sagrado Corazón, para mujeres exclusivamente, se le añadió el Colegio

La torre de la Universidad de Puerto Rico. (FPR).

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Universitario del Sagrado Corazón.34 Se trataba de una institución organizada el 10 de mayo de 1880, cuando un grupo de religiosas de la orden del Sagrado Corazón abría sus clases en el mismo Palacio de Diputación en San Juan, adaptado provisionalmente para ello. Dos años más tarde, se terminó el edificio destinado al Colegio del Sagrado Corazón, hermosamente construido, a orillas de la laguna del Condado. La traslación se hizo en junio de 1882; allí continuó viendo aumentar la matrícula de año a año, hasta que por el cambio de soberanía en 1898, hubo que abandonar el local. Después de otros cambios de residencia se estableció por fin, en 1907, en Santurce. El 13 de mayo de 1921, dicho Colegio fue acreditado por el Departamento de Instrucción Pública, pudiendo conceder diplomas de octavo grado y de escuela superior. El número de graduadas de escuela superior ascendió a 672. En 1935, recibió del Gobierno de Puerto Rico, el poder de conferir grados académicos universitarios en sus departamentos debidamente establecidos, tales como los de Bachiller en Artes y Bachiller en Ciencias Secretariales. En 1950 fue acreditado por la Middle States Association of Colleges and

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Secondary Schools. Su matrícula era de apenas 135, limitándose sus ofrecimientos a un número relativamente pequeño de estudiantes de familias pudientes.35 En septiembre de 1948, nació una nueva institución universitaria organizada por la Iglesia Católica. La institución se conoció por el nombre de Universidad Católica de Puerto Rico. Los actos inaugurales se celebraron el 12 de octubre, con la colocación de la primera piedra en tierras de una antigua hacienda azucarera llamada La Reparada, en Ponce. La nueva institución se instaló provisionalmente en la Escuela San Conrado de la misma ciudad, cedida por los Padres Capuchinos.36 Comenzó con una matrícula de 192 señoritas y 6 miembros de la facultad. En su segundo año, la matrícula ascendió a 510 estudiantes de uno u otro sexo.37 Su objetivo fundamental fue el de brindar la oportunidad de una educación universitaria católica.38 Una segunda motivación fue la de ofrecer la oportunidad de estudios a miles de estudiantes en el litoral sur y este de Puerto Rico, los cuales se veían imposibilitados de asistir a otras universidades y colegios por razones geográficas y económicas. En sus inicios, la Universidad Católica ofrecía siete cursos, a

saber: Bachillerato en Artes, Bachillerato en Artes de Educación, Bachillerato en Ciencias, Bachillerato en Ciencia en Enfermería, Bachillerato en Administración Comercial y diplomas de Normal y Secretarial. Su rápido crecimiento se debió a que el costo de matrícula era relativamente bajo comparado con la universidad del estado, y muy bajo comparado con las universidades de los Estados Unidos. Los servicios aportados gratuitamente por la Facultad Religiosa, de un costo de más de $250,000 y la estricta economía con que operaba la Universidad, hacían posible este «milagro». Al mismo tiempo, varias familias (Ferré y Valdés), haciendo gala de una gran filantropía, donaron sus principales edificios académicos. Otra importante razón para fundar un junior college fue, la del ambiente de desasosiego e incertidumbre que prevalecía en el recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico. Los orígenes se remontaban a la década anterior, cuando la lucha por la independencia de Puerto Rico tuvo al recinto de la Universidad de Puerto Rico y a la ciudad de Río Piedras como su campo de batalla. A lo largo de la historia de la Universidad de Puerto Rico, el ambiente

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estudiantil de Río Piedras había sido de gran agitación política. Durante el primer lustro de los treinta, se manifestó en huelgas estudiantiles, tiroteos, estallido de bombas y otros altercados que culminaron el 24 de octubre de 1935 con la muerte de cuatro nacionalistas a manos de la policía. Cuatro meses más tarde, el 23 de febrero de 1936, dos nacionalistas asesinaron a balazos al coronel de la Policía Francis E. Riggs cuando éste salía de la Catedral de San Juan.39 El 3 de abril de 1936, el Gran Jurado encontró causa probable contra Pedro Albizu Campos, por la planificación y asesinato del coronel Riggs. A pesar de que se creyó que los arrestos se debieron a la muerte del coronel Riggs, en realidad éstos fueron el resultado de una investigación previa del fiscal federal en San Juan, Robert Cooper. Albizu Campos fue encontrado culpable. El 1 de junio de 1937, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos denegó una solicitud de «certiorari». De esta manera, seis días más tarde, Albizu Campos abordaba un «clipper» que lo llevaría hacia la prisión federal de Atlanta. Once años más tarde, luego de una breve estadía en Nueva York, el líder nacionalista regresó a la isla. Como ocurrió


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en la década anterior, su regreso a Puerto Rico trajo un nuevo auge en la agitación política nacionalista y su consecuente represión. La nulidad del Tratado de París (1898), el caso de Puerto Rico en las Naciones Unidas, la importancia estratégica de la isla de Vieques, el servicio militar obligatorio para los puertorriqueños, y la no cooperación con los gobiernos de Estados Unidos y Puerto Rico, fueron temas de controversia en los discursos y conferencias de prensa de Albizu Campos.40 Además, en abierto desafío, el líder nacionalista advirtió que la revolución era un derecho de todo puertorriqueño y amenazó, «con que si los Estados Unidos utilizan la fuerza para suprimir nuestra libertad nacional, los puertorriqueños tenemos el derecho a rechazar con la fuerza, la fuerza». «Había llegado el momento para tomar las armas: su paciencia había terminado».41 En abril de 1948, se desató una huelga de estudiantes independentistas en el Recinto de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, en contra del rector Jaime Benítez.42 El rector se había opuesto a que Albizu Campos se dirigiese al cuerpo estudiantil, porque «sus tácticas no estaban a tono con el espíritu y destino de esta

casa»,43 intentó evitar una mayor agitación del país en aquellos momentos en que, estaba por comenzar -el 20 de mayo- la reunión hemisférica de la Comisión del Caribe.44 El no haberlo dejado hablar exacerbó más los ánimos de los nacionalistas. De todas maneras, los estudiantes llevaron a cabo el mitin en el campus y el 14 de abril asaltaron la rectoría.45 Se exigió que Benítez renunciara al cargo de rector. Fue necesario cerrar el recinto de Río Piedras,46 que «se había intentado convertir en foro abierto para la discusión de la problemática del status político del país».47 La crisis alcanzó una gravedad que no se había anticipado; y ante la perspectiva de la reacción que pudiera causar en la comunidad puertorriqueña el cierre indefinido de la Universidad de Puerto Rico a tan corto plazo del fin del año académico 1947-48,48 aun los amigos de Benítez lo presionaron para que renunciara.49 Benítez, sin embargo, se mantenía firme en su puesto. Si el Consejo Superior de Enseñanza quería sustituirlo o declarar vacante el cargo de rector para nombrar a otra persona, podía hacerlo.50 Se rumoraba abiertamente que uno o dos miembros del Consejo le habían sugerido que renunciara,

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«Por nuestra cultura, somos grandes»53

a lo que él no había accedido.51 Ante la incertidumbre y largas denuncias del conflicto que padecía la Universidad de Puerto Rico y un semestre que parecía perderse, varios profesores fundaron sus propios colegios universitarios en Hato Rey.52

ientras tanto, desde su modesta oficina en el Puerto Rico High School of Commerce, a sólo pasos de donde se debatía el nacionalismo y la libertad académica, Ana G. Méndez pensaba que todavía había cabida para otra institución universitaria. A pesar del crecimiento innegable en la educación superior en Puerto Rico, le preocupaba el futuro de los egresados de las escuelas superiores que luego de graduarse, no podrían aspirar a estudiar en la Universidad de Puerto Rico por falta de espacio y promedio académico.54 Sólo una quinta parte de ellos lograba cabida en ese centro docente.55 Además, el asunto económico siempre estaba presente, pues la mayoría de los estudiantes de las escuelas públicas de la isla eran de la clase menos pudiente.

M

Otros estudiantes, los que podían costear estudios en las escuelas superiores privadas, tenían mejores oportunidades de acceso a la Universidad de Puerto Rico. Ana pensó en prolongar los propósitos fundacionales de su escuela comercial; igualar, cuando menos, en sus prácticas y en sus métodos, a las instituciones más acreditadas de nivel universitario. Evidentemente, para 1949, Ana G. Méndez, Florencio Pagán y Muñiz Souffront se sentían confiados de que lograrían encontrar un espacio para una nueva institución de educación superior que, sin duda, resultaría muy diferente a la de las mencionadas Universidad de Puerto Rico con sus recintos en Río Piedras y Mayagüez, Interamericana, Sagrado Corazón y la Católica. Para entonces, Méndez, además de haber llevado sobre sus hombros el decanato de administración de la Puerto Rico High School of Commerce, había terminado una maestría en educación de la Universidad de Nueva York (1948). Durante los años 1944 y 1945 se había desempeñado como conferenciante de español comercial en la Universidad de Río Piedras.56 Florencio Pagán, por su parte, tenía un bachillerato en Ciencias, especializado en Educación Comercial, otro en Ciencias

Ana G. Méndez, maestra y amiga, 1945. (AHSUAGM).

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Secretariales, y aun otro bachillerato en Administración Comercial; todos ellos con honores. Obtuvo medalla de oro «For Excellency in Commercial Studies» al terminar su Bachillerato en Educación Comercial. Además de ocupar su puesto de profesor universitario, había completado otro bachillerato en Derecho.57 Mantenía su cátedra en la Universidad de Puerto Rico, en donde, según apuntáramos, enseñaba, desde 1935, en el Colegio de Administración Comercial. Allí ofrecía los cursos de Español Comercial yDerecho Mercantil. Desde 1945, se desempeñaba como Secretario del Claustro de la Universidad, y como si fueran pocos estos deberes universitarios, había sido seleccionado como asesor técnico por oficinas del Gobierno Insular, para organizar los sistemas de archivo de la Junta de Planificación de Puerto Rico y del Servicio de Acueductos y Alcantarillados. Había trabajado en el U. S. Veterans Administrations, la Puerto Rico Reconstruction Administration, la Corte

Suprema de Puerto Rico, el Departamento del Interior, el U.S. Lighthouse Service, la Comisión Industrial de Puerto Rico, el Senado de Puerto Rico, la Oficina de Administración de Precios (como Jefe de la División de Traducciones); también como secretario-taquígrafo del entonces senador Luis Muñoz Marín, en 1944. Por último, aunque no menos importante, era el autor de dos obras importantes: Apuntes de Economía Política y de Taquigrafía Legal Diccionario y Dictados. Por su parte, Alfredo Muñiz Souffront había sido profesor de asignaturas comerciales en las escuelas públicas de Puerto Rico por espacio de diez años; profesor de la Universidad de Puerto Rico por los pasados veintiuno, actuando en distintas ocasiones como decano interino del Colegio de Comercio; director de la División Nocturna y director del Departamento Secretarial. Era, además, junto a Ana M. O’Neil, coautor de tres textos: Exposición de la Taquigrafía Gregg, Suplemento y Dictados Prácticos, así como autor de la traducción de Contabilidad Práctica Elemental.

El 8 de mayo de 1949, el periódico El Mundo (el de mayor circulación en la isla y el principal forjador de la opinión pública) ostentaba el titular «Organizan nuevo colegio privado que ofrece cursos universitarios».58 Se trataba de la fundación del mencionado «junior college» sobre el cual Ana G. Méndez, Alfredo Muñiz Souffont, y Florencio Pagán habían estado dialogando desde el «cañonazo» en la cafetería de la Puerto Rico High School of Commerce. El nombre seleccionado por Ana G. Méndez para la naciente institución fue el de «Puerto Rico Junior College». El «Junior College» como el país lo comenzó a llamar, se ubicó en Río Piedras, justo al lado de la Puerto Rico High School of Commerce, de la cual se nutrió en capital, administración y facultad. Su lema: «Por nuestra cultura somos grandes», implicaba que, no empece la pequeñez territorial de la isla, la cultura es la que engrandece y ennoblece al pueblo. Una vez más expresó que el objetivo de esta asociación era establecer una institución docente en la cual «los estudiantes pudiesen cursar estudios universitarios de carácter terminal, semiprofesional o preparatorio para estudios más avanzados».59

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La institución fue fundada respondiendo al llamado de brindar oportunidad de estudios a cientos de jóvenes que tenían necesidad de completar sus estudios profesionales en menos tiempo como lo hacían los alumnos de la Puerto Rico High School of Commerce. Ya Muñiz Souffront había subrayado la necesidad de preparar estudiantes en el curso de Normal, toda vez que el Departamento de Instrucción (con cientos de maestros que sólo tenían el diploma de escuela superior) necesitaba profesores con la debida preparación académica. Sobre las ventajas del Curso Secretarial y del de Administración Comercial, manifestaron los fundadores del Junior College que el comercio, la industria y el Gobierno exigían para el primero de estos cargos una preparación mejor que la de la escuela superior, lo que conllevaba mejores sueldos. En cuanto a la Administración Comercial, refirieron que el curso de dos años daba una especialización sólida en contabilidad, estando el país necesitado de contadores, con motivo del auge económico de los últimos tiempos. También se señaló que en el Junior College se cubriría en un año natural el trabajo académico de año y medio de cualquier otra institución. Cualquier curso se terminaría en el Junior College en dieciséis meses, lo que en otro

colegio tomaría dos años naturales. En ese grupo de candidatos había muchos jóvenes veteranos que querían aprovechar las facilidades que les proveía el Gobierno federal. En la tarde del 1 de julio de 1950, en un pequeño salón del edificio de la Puerto Rico High School of Commerce, nuevamente se reunieron Méndez, Pagán y Muñiz Souffront. Se les unieron Juanita M. Ríos y Carmen V. de Hernández, de la administración de la Puerto Rico High School of Commerce.60 Ana G. Méndez explicó en detalle la necesidad imperiosa de organizar otra institución universitaria en el país.61 Luego, se procedió a eligir la primera Junta de gobierno (la administración) que se compuso de Alfredo Muñiz Souffront, presidente, Florencio Pagán, secretario, Ana G. Méndez, tesorera, y las vocales Juanita M. de Ríos y Carmen V. de Hernández. Se repetía el mismo cuadro administrativo de la Puerto Rico High School of Commerce. Entonces, se discutió extensamente y se aprobó su primer reglamento.62 También se procedió a nombrar a la Junta de Directores (entonces llamada de Síndicos),63 pues para llevar a cabo sus propósitos fundacionales, las gestiones necesitaban el apoyo de prominentes ciudadanos de gran influencia que estuvieran dispuestos a prestar su

A la izquierda, Florencio Pagán. (AHSUAGM). A la dercha, Alfredo Muñiz Souffront. (AHSUAGM).

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prestigio y a regalar su preciado tiempo y experiencia a la entidad que para entonces daba sus primeros pasos. Sobresalió entre éstos Jesús T. Piñero, quien el 3 de septiembre de 1946 había jurado como primer gobernador puertorriqueño. Nombrado por el presidente Harry S. Truman, Piñero, además, había servido de puente hacia una nueva época en que los puertorriqueños, mediante la Ley Pública por primera vez elegirían su propio gobernador. Durante su corta estadía en la Fortaleza Piñero, además, ganó fama por sus esfuerzos por nutrir al país de viviendas baratas, especialmente para la clase menos pudiente y los veteranos, así como también, por el fomento de la educación pública. En el año fiscal 1946-1947, bajo la gobernación de Piñero, 125 proyectos de ley, impulsados por el Partido Popular y relacionados con la educación, fueron aprobados.64 Estas medidas proveyeron fondos para la construcción y el equipo de escuelas vocacionales; para la expansión de facilidades educativas, especialmente aquellas relacionadas con entrenamiento vocacional para veteranos; para un salario básico para los maestros; para la revisión del sistema educacional desde el punto de vista administrativo y económico; para el diseño de una escuela en la que se pudiera incorporar toda la legislación escolar; para


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De izquierda a derecha, de pie, Florencio Pagán y Alfredo Muñiz Souffront; sentados en ese mismo orden, Juanita M. Ríos, Ana G. Méndez y Carmen H. Hernández, 1950. (EP).

la construcción de salones para las escuelas elemental, intermedia y superior en los distritos rurales así como urbanos; para becas que posibilitaran el que los estudiantes de escasos recursos pudieran estudiar medicina y finalmente, para las maestras de escuelas públicas.65 El ex

gobernador Piñero, quien no hacía mucho había expresado su deseo de servir al país, aprovechó y agradecio esta oportunidad ofrecida por el Junior College para cooperar con el pueblo.66 Así mismo, los gestores buscaron y encontraron representación en la clase empresarial del país pues sabían de los retos financieros que se perfilaban en el horizonte. Ese cometido lo llenó Miguel Such, gerente general de la Bull Insular Line, la empresa naviera más grande, que venía, desde 1910, sirviendo a Puerto Rico y los principales puertos azucareros del sureste del continente americano. Para Such «no había nada imposible, todo era cuestión de proponerse y de trabajarlo, y cuando él decía que sí a algún proyecto el cual se comprometía a realizar, podía darse por hecho».67 Otro empresario nombrado a la Junta de Síndicos del Puerto Rico Junior College fue el líder cívico riopedrense, Jorge Bird Fernández, presidente del Club de Leones de Puerto Rico. También, esta vez del mundo de la cultura y del periodismo, se incorporaron varios miembros a la Junta. El legislador capitalino, Ernesto Juan Fonfrías; el doctor Pablo Morales Otero, exdirector de la Escuela de Medicina Tropical de la

Universidad de Puerto Rico, profesor y autor de numerosos trabajos de investigación relacionados con la bacteriología; la directora de currículo del Departamento de Instrucción, Carmen Gómez Tejera;68 el prominente abogado Federico García Veve, quien notarizó los documentos de incorporación, y Carmen Amorós de Rodríguez, jefe auxiliar de Servicio Social de la Administración de Veteranos de San Juan, completaron el cuadro de la Junta de Síndicos del Junior College, que tuvo su primera reunión en julio de 1950. Así también, además de los mencionados miembros de la administración de la institución, se nombró como decano de estudiantes, al muy experimentado Luis Muñiz Souffront, ex presidente de la Asociación de Maestros de Puerto Rico, profesor de Seguros y principal de la Puerto Rico Elementary School;69 como registradora, a Olga Muñiz de Vela, y como bibliotecaria a Luz M. Manzano.70 A todos ellos se les sumó una facultad encabezada por Bartolomé Bover, Laura G. Irizarry de Bover, Emma Collado de García, Rosa M. Deliz, Jeremiah Donovan, Angel L. Fonfrías, Francisco González, Carmen Nydia Jaramillo, Sarah L. Ortiz, Lolín Pérez Marchand, Matilde Ramírez, Ermelinda Rodas, Eliezer Curet, Adolfo Irizarry Pagán, Albert Kashdan, Martha Marcano, Carmen

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Pérez de Romero, José Quiñones Elías, Dora Santos Reyes y Ana Margarita Silva.71 Posteriormente, se unió a la administración la mencionada Laura G. Irizarry de Bover como decana de Estudiantes y Ana Ilia Noriega, como registradora. Los colegios inaugurados fueron el de Administración Comercial, Normal, Ciencias Secretariales y Bibliotecarias. Este último, adquirió cada vez más importancia con motivo del impulso que, para entonces, el Departamento de Instrucción Pública le daba al establecimiento de bibliotecas escolares y públicas.72 El Colegio Normal y el de Ciencias Bibliotecarias y Secretariales Primera Junta de Directores del Puerto Rico Junior College, Alfredo Muñiz Souffront, Florencio Pagán, Jesús T. Piñero y Jorge Bird (1950). (EP).

se nutrían principalmente de mujeres; el de Administración Comercial, de varones. La escuela con el mayor número de estudiantes era la Normal. Duplicaba a las otras en el número de estudiantes matriculados. A los normalistas se les tenía como personas «serias y autoritarias».73 El principal grupo estudiantil de la naciente institución, precisamente era el «Capítulo de los futuros maestros de América». Los futuros maestros del Puerto Rico Junior College, organizaron con la iniciativa de la profesora Rosa M. Deliz, un Capítulo de los

Futuros Maestros de América adscrito a la Asociación Educativa Nacional de los Estados Unidos. Bajo la presidencia de la estudiante Asunción Ríos y la orientación de la educadora Carmen Gómez Tejera, se componía de una matrícula de cuarenta y cuatro normalistas cuyas actividades habían sido altamente encomiadas. Los propósitos eran claros y concretos: desarrollar en la juventud que se preparaba para maestros una organización que viniera a ser una parte integral de la Asociación del Estado y de las asociaciones educativas nacionales; animar a los estudiantes para maestros a que se relacionas en con la historia, los propósitos,

Jesús T. Piñero, primer gobernador puertorriqueño y primer presidente de la Junta de Directores del Puerto Rico Junior College (AHSUAGM).

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Capítulo de los futuros maestros del Puerto Rico Junior College, 1951. (EP).

el código de ética y el programa de las organizaciones profesionales; darles la oportunidad de adquirir experiencias trabajando juntos en forma democrática; interesar a lo mejor de la juventud en la Laura S. Bover, catedrática auxiliar de Español y Humanidades, 1950. (EP).

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educación como una carrera profesional. El Capítulo del Junior College de Río Piedras se unió a los de otras instituciones en la isla para levantar los ideales de la profesión.

Primera facultad del Puerto Rico Junior College. Además de las figuras protagónicas aparecen en esta foto Luis Muñiz Souffront (sentado, octavo de izquierda a derecha) posiblemente una de las personas más respetadas en el mundo académico puertorriqueño. (AHSUAGM).

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La acreditación oficial: un camino azaroso que tomó siete largos años

Clase de Administración Comercial del Puerto Rico Junior College de diciembre de 1952. (EP).

Clase Normal del Puerto Rico Junior College de diciembre de 1952. (EP).

oco más tarde, en la reunión de la Junta de Directores del 5 de agosto de 1950, se comentó la buena noticia de que Alfredo Muñiz Souffront, el mencionado presidente de la institución, se había reunido con Jaime Benítez, rector de la Universidad de Puerto Rico, y figura cumbre de la educación superior en la isla, y con Mariano Villaronga, secretario del Departamento de Instrucción.74 El propósito de la reunión fue el de discutir los pasos para conseguir del Comité de Acreditación del Consejo Superior de Enseñanza del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, la aprobación correspondiente para operar un tipo de institución como el Puerto Rico Junior College, desconocida en los anales de la historia de la educación universitaria en

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Puerto Rico. De acuerdo a la Ley Núm. 135 del 7 de mayo de 1942, dicho Consejo (antes Junta de Síndicos), debía velar por la Universidad de Puerto Rico y por el sistema escolar de la isla, incluyendo instituciones pedagógicas privadas.75 El Consejo Superior estaría compuesto por el Comisionado de Instrucción como presidente, dos educadores eminentes y cuatro ciudadanos residentes en Puerto Rico, todos identificados con la causa de la cultura democrática.76 A los miembros del Consejo Superior los nombraría el Gobernador de Puerto Rico con la sugerencia y el consentimiento del Senado por un término de diez años. El Acta Núm. 88 de 1949, delegó la función de acreditación al cuerpo rector de la Universidad de Puerto Rico.77 Desde muy temprano, en el proceso

que se iniciaba el Consejo Superior sostuvo que la Institución no se debiera someter a una inspección a menos que se hubiesen solucionado algunos de sus problemas.78 Sería preferible aguantar un tiempo y construir sobre bases sólidas.79 Entre los requisitos mencionados como indispensables para un reconocimiento por la Universidad de Puerto Rico, el Consejo Superior de Enseñanza destacó como principal condición que el Junior College operase como institución de fines no pecuniarios. Para cumplir con este requisito, el Puerto Rico Junior College enmendó sus Artículos de Incorporación bajo las leyes de Puerto Rico, convirtiendo este centro de enseñanza en una institución de fines no pecuniarios durante un período de diez años.80 La corporación no distribuiría

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dividendos algunos a sus accionistas por un período de diez años a partir de su fundación, 8 de mayo de 1949. Tampoco acumularía, durante ese período, reserva alguna a los fines de ser distribuida en forma de dividendos al expirar el término de diez.81 Durante el período de diez años, antes indicado; los beneficios que produjese la operación de la institución docente de la corporación constituirían un Fondo de Reserva que se destinaría a los fines siguientes en las proporciones que cada uno de dichos fines se indican a continuación: fondo de biblioteca, cinco por ciento; fondo de becas, diez por ciento; fondo de mobiliario y equipo, quince por ciento; fondo de mejoramiento a la planta física, viente por ciento y «Endowment Fund», cincuenta por ciento. Después de esos primeros diez años, los actuales incorporadores convertirían el Puerto Rico Junior College en institución de fines no pecuniarios con carácter permanente y de acuerdo con la Ley de Corporaciones de Puerto Rico. Las demás condiciones indicadas para un reconocimiento por el Consejo Superior de Enseñanza eran de carácter administrativo. Durante los próximos meses el Puerto Rico Junior College

estuvo laborando con marcado empeño para ajustarse a dichas condiciones. Su objetivo principal era presentarle al Consejo Superior un centro de enseñanza de nivel universitario que llenase todas las exigencias por ellos indicadas.82 Con ello en mente, en febrero de 1952, Ana G. Méndez viajó a los Estados Unidos, y visitó la Southern States Association of Colleges and Universities. Allí conoció al secretario ejecutivo James M. Godard, que a poco, ofreció a la institución sus más valiosos consejos.83 En el estado de Georgia entabló amistad con el presidente del West Georgia College, Irvine S. Ingram, cuyas recomendaciones técnicas y experiencia con colegios similares en los Estados Unidos, produjeron importantes beneficios a la naciente institución en vías de acreditación.84 Por ejemplo, recomendó a la administración, en relación a la organización del Junior College, dividir el año en trimestres, fortalecer las finanzas, proveer las evidencias de los exámenes de calidad y ofrecer una buena política de relaciones públicas, dirigida a fomentar una mejor comprensión de sus objetivos establecidos por la Administración y Junta de Directores. De cara a la acreditación, se inició un vasto proceso de preparación profesional para

su facultad y sus empleados. Mejoraron, también, los servicios académicos al estudiante y, se enriquecieron las asignaturas. Con premura, se amplió la colección de libros de la biblioteca, que por aquel entonces no reunía los requisitos bibliográficos para este tipo de institución. Debido a que la cuestión económica se presentaría como obstáculo a la acreditación.85 se celebraron, también, verbenas, fiestas patronales, obras de arte dramático, coronaciones (estudiantes más populares, señorita Río Piedras) y otras actividades.86 No pasaba una reunión de la Junta en que no se discutiese el distanciamiento (principalmente económico) que pronto debía ocurrir entre el Junior College y la Puerto Rico High School of Commerce. Al mismo tiempo se buscaron donativos de las muy escasas sociedades filantrópicas del país. Para facilitar los estudios en el

Irving S. Ingram, presidente del West Georgia College y consejero de gran valía del Puerto Rico Junior College, 1952. (EP).

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Colegio a los alumnos de recursos económicos limitados, la institución estableció un Fondo de Préstamos de Estudiantes, que les permitiría estudiar en el Colegio y pagar la matrícula y libros cuando comenzaran a trabajar después de graduarse. El fondo se inició con la suma de $5,000 entregada a Jesús T. Piñero, quien dirigía la Junta de Directores. Piñero hizo entrega de este donativo a nombre de un filántropo puertorriqueño que no deseaba que se revelara su nombre.87 Sin duda, durante los primeros días y meses, el asunto apremiante era la acreditación, pues era lógico pensar que sin ella, el futuro de la institución sería incierto; no habría crecimiento de matrícula ni ayuda económica estatal y por lo tanto sería más difícil independizarse de los recursos de la Puerto Rico High School

of Commerce. A principios de 1951, la Junta de Directores recibió una nota del Consejo Superior de Enseñanza, donde se informaba que el Comité de Acreditación se había designado para llevar a cabo la investigación, y anunciaba que su primera visita se llevaría a cabo el 20 de mayo próximo, casi dos meses antes de lo provisto.88 A los directores del Puerto Rico Junior College les animaba el hecho de que desde su primer curso en septiembre de 1949, alrededor de 164 alumnos se habían graduado de sus cursos: 9 de Normal, 30 de Secretarial, 30 de Administración Comercial y 13 de Ciencias Bibliotecarias.89 Como el curso Normal había sido tan exitoso, ya habían trabajando 45 normalistas en las escuelas públicas y privadas y el Departamento de Instrucción les había informado que concedería atención favorable a los graduados del Junior College. En septiembre de 1950 se organizó la Puerto Rico Elementary School y se terminó un nuevo edificio, de dos plantas, para la facultad de Administración Comercial.90 A paso seguido, también se alquiló otro edificio de cuatro pisos, en la misma avenida Universidad, que dio cabida a la Oficina del Presidente, al Decanato de Estudiantes y a la Registraduría; los dos últimos pisos se destinaron para

un internado de señoritas. Sin embargo, de repente el cielo se tornó gris, cuando, en 1953, Muñiz Souffront, frustrado ante el impase en torno a la acreditación, se retiró. Pocos meses después, el ex gobernador y presidente de la Junta de Directores, Jesús T. Piñero murió.91 Aquellas fueron pérdidas muy lamentadas; el segundo, presidente de la Junta de Directores, hombre bondadoso como muy pocos, el primero presidente de la Institución y junto a Ana G. Méndez, gestor de obras fundamentales para la educación del país,92 por suerte, el honorable ex juez superior de la sala de San Juan, Rodolfo Ramírez Pabón, asumió de inmediato las riendas de la Junta de Sin embargo, como si Directores.93 pareciera cierto que todos los males vienen juntos, luego de la visita del Comité de Acreditación del Consejo Superior de Enseñanza a la institución, el Comité

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sometió un informe que resultó devastador para las futuras aspiraciones del Puerto Rico Junior College.94 Ana G. Méndez reaccionó rotunda, ripostando que «este Comité los había evaluado injustamente, y que se notaba el prejuicio al El ex juez Rodolfo Ramírez Pabón, llegar a algunas conclusegundo presidente de la Junta de 95 Además, sosDirectores del Puerto Rico Junior siones». College. (AHSUAGM).) tuvo «que aquellas eran opiniones personales, repletas de aseveraciones falsas que no seguían mejores normas de investigación».96 Pidió entonces, que se hiciera una investigación justa.97 Sin embargo, para aquellos que decían saber de estos temas, el camino del Puerto Rico Junior College era cuesta arriba porque era conocida, la férrea oposición del rector Jaime Benítez a la acreditación de esta institución. Además, se especulaba que pesaba en su contra la consideración entre los miembros del Consejo Superior de que era una mujer la que la encabezaba. Para entonces se debatía en el país si la mujer estaba preparada para ocupar cualquier puesto.98 A esto, Ana G. Méndez respondía «mire, yo tengo tanta fe en lo que estoy haciendo, que puedo poner

un hombre ahí, pero tengo que quedarme detrás de él para hacer las cosas. Esto es mío, lo estoy haciendo yo y estoy dispuesta a luchar hasta el fin . . .».99 Por otra parte, las altas autoridades académicas que se oponían al proyecto por la juventud y aparente inexperiencia de Méndez, le decían: «ponte un colegio de taquigrafía y maquinilla, nada más. No pienses en cursos universitarios».100 En ese momento, la matrícula del Puerto Rico Junior College se redujo a 40 estudiantes, y el número de solicitudes de ingreso no pasaba de un puñado. La falta de acreditación de la institución tenía la penosa consecuencia de que los veteranos no podían optar por matricularse en ella, ya

Presentación de la bandera de Puerto Rico a Ana G. Méndez, 1958. (AHSUAGM).

Alumnos de la Puerto Rico Elementary School, 1952. (EP)

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que perderían la beca de estudio que el Gobierno federal ofrecía. Se había llegado a un callejón sin salida.101 Entrado el 1953, se hicieron nuevas gestiones para lograr la acreditación. En marzo, Ana G. Méndez visitó al mencionado Irvine S. Ingram, a Taylor Jones y a varios oficiales de la Middle States Association of Colleges and Secondary Schools. Esta última entidad haría su evaluación, una vez que el Comité del Consejo hubiera finalizado la suya. Sin la decisión favorable del Consejo, la Middle States se vería imposibilitada de acreditar la institución tal y como lo había hecho con la Universidad Interamericana en 1944 y con la Universidad de Puerto Rico en 1946.102

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con el mejoramiento de las estructuras institucionales.105 La doctora Adams aceptó visitar la institución. «Mujer de vastas experiencias administrativas en la enseñanza, graduada de Wellesley College y de la Universidad de Cornell, Jesús T. Piñero y Ana G. Méndez junto a miembros de la Junta de Directores del Comité de Padres y perfeccionista, rudaFacultad del Puerto Rico Junior College, 1952. (EP). mente franca, no vio, de primera intención, perspectivas atractivas Al año siguiente, Walter Consuelo para el Puerto Rico Junior College. 106 Langsam, presidente del Colegio de Cuando se despidió, insinuó que no volvería Gettysburgh, de Pensilvania, visitó la a la isla.107 Sin embargo, aparentemente Universidad de Puerto Rico en asuntos de la Langsam la persuadió a cambiar su Middle States Association of Colleges and decisión, y a los pocos meses regresó a Secondary Schools. El 7 de noviembre, de desempeñar funciones de Decana.108 manera inesperada, se personó, a las cinco Una vez en la isla, su actitud se de la tarde, en la oficina de Ana G. Méndez, transformó.109 Sin perder ni el perfecciode la Puerto Rico High School of nismo ni la franqueza, se dedicó al Colegio Commerce. Su propósito era conocerla en cuerpo y alma, empleando sus contactos personalmente y aclarar una información 103 en los Estados Unidos en favor de la del aspecto financiero del Junior College. institución de Ana G. Méndez. Durante los Tras la entrevista informal con Méndez, su próximos siete años trabajó con tesón reacción fue favorable a la institución.104 admirable.110 De cara a la acreditación del Entonces recomendó los servicios Consejo Superior de Enseñanza y la de Katherine Rogers Adams, Decana de Middle States Association of Colleges and Endicot Junior College en Beverly, Secondary Schools,111 y como organizadora Massachusetts, como Decana, para continata, esbozó un nuevo catálogo, y área por nuar con la revisión de la documentación y

área, fue redefiniendo lo encontrado.112 Precisó aún más los objetivos y propósitos del Colegio hasta cuajar una filosofía institucional que tradujera en realidades concretas.113 A la par con Ana G. Méndez, luchaba por nutrir a los miembros de la Junta de Directores de la filosofía pedagógica del Colegio. Éstos desempeñaban sus responsabilidades por medio de comités: Ejecutivo, de Finanzas y de Planificación. La Junta, presidida aún por Rodolfo Ramírez Pabón, fundía varios saberes: el educativo, el legal, el económico y el cívico. Los educadores Carlos F. Daniel, James M. Godard, Juan B. Huyke, Juana Rodríguez Mundo, Juanita M. Ríos, y Ana G. Méndez, complementaban a los abogados Luis Muñiz Álvarez, Florencio Pagán Cruz, Rafael Rivera Zayas, y a los hombres de negocios José Manuel Olivero, Emiliano Pol, hijo, y Petroamérica Pagán, destacada en actividades cívicas y en 1956, directora del Departamento de Empleo de la isla. Carmen V. Hernández era la Secretaria.114 Con el paso de los meses, la mayor parte de las recomendaciones de los asesores y de la Junta de Directores se cumplieron. Como otros, Katherine R. Adams aconsejó manejar mejor las finanzas, estableciendo un fondo de dotación por $50,000 como una reserva que no se podía

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tocar; ofrecer grados asociados y por supuesto, trasladar el Junior College lo más lejos posible de la Puerto Rico High School of Commerce.115 Con relación a la recomendación del traslado, en 1955 se adquirió un solar de cinco acres a la entrada de Cupey, barrio riopedrense situado en la carretera 176 y a cinco minutos, en automóvil, de la sede en Río Piedras.116 Allí se comenzó a construir un edificio de tres pisos que albergaría en su primer piso, al Decanato Estudiantil, la oficina de Orientación y la Librería; en el segundo, al Centro de Aprendizaje, y en el tercero, a la Oficina de Administración. El plan propuesto era para la construcción de otros edificios, tales como para biblioteca, Centro de Estudiantes, auditorio, y áreas de deportes. Teniendo en cuenta las débiles finanzas de la institución, parecía cuestión de magia alcanzar estas metas.117 Sin embargo, un generoso préstamo del Banco de Fomento, permitió el inicio de las primeras construcciones de dos primeros edificios. Ana G. Méndez vigiló la colocación de cada piedra, de cada muralla, del más

mínimo detalle. Mientras se construía el edificio, el 27 de junio de 1957, luego de ocho años de paciente espera, el Consejo Superior de Enseñanza finalmente extendió la acreditación académica al Puerto Rico Junior College, retroactivas al año académico 1956-1957. Para una reflexiva Ana G. Méndez, el recién concluido proceso de acreditación narraba la historia de una institución «que se había ido forjando como el hierro en la fragua, a fuerza de golpes; en donde su facultad y empleados nunca se detuvieron a mirar hacia atrás sino por el contrario hacia adelante, buscando siempre un rayo de luz que les alumbrara el camino».118 Era una historia que serviría de estímulo al estudiantado, para que «luche con tesón, para que no se detengan, para que busquen la luz en su camino y para que se den cuenta que todo en la vida cuesta trabajo, esfuerzo, sacrificio, empeño, pero que esa es la vida».119 En las ceremonias de graduación del Puerto Rico Junior College de 1958,

Los terrenos en donde se edificaría el Colegio de la Comunidad. Puerto Rico Junior College. (AHSUAGM).

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Ana G. Méndez entrega cheque de pago de los terrenos donde se levantaría el Puerto Rico Junior College en Cupey, 1950.

sesenta y dos estudiantes obtuvieron sus diplomas. Después del reconocimiento que le otorgara el Consejo Superior de Enseñanza, era la primera vez que obtenía el galardón académico un grupo de estudiantes de ese centro docente. En el Puerto Rico Junior College (ya investido con el espaldarazo oficial) podía prepararse parte de la juventud que, por una u otra razón, no encontraba acomodo en la Universidad o quería llevar a cabo estudios especiales en un período de menos de cuatro años. Pero ahora, sí podían continuar estudios en universidades de Puerto Rico y los Estados Unidos. El espíritu de optimismo se mantuvo hasta entrado el otoño de 1959, cuan-


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do la institución se trasladó al recinto de Cupey. El 21 de noviembre de 1959, se inauguraron los edificios de la nueva sede. La ceremonia de inauguración reunió a las personas más representativas de la comunidad puertorriqueña: profesores, amigos y estudiantes, en el patio interior del Colegio.120 Dedicado a la memoria de los fenecidos Alfredo Muñiz Souffront, cofundador y de Luis Muñiz Souffront, primer decano de estudiantes, el acto destiló emoción, «remembranzas oscilantes de amarguras y alegrías».121 La filosofía personal de Ana G. Méndez pudo trascender las circunstancias negativas de la historia de la institución. Soplaban vientos de optimismo.122 La inauguración «selló un anhelo más de nuevas realidades».123 Estos dos primeros edificios albergaron la Administración y la unidad de Artes

y Ciencias. En la primera planta de la división administrativa estaban las oficinas del presidente, los decanos, el tesorero, la registraduría, los servicios de orientación, el personal, la secretaria, y una sala para la Facultad; en la segunda, los servicios de salud.124 Artes y ciencias albergaba los laboratorio y las aulas, los servicios telefónicos y el correo; y provisionalmente una pequeña cafetería.125 La biblioteca también se colocó provisionalmente en el segundo piso del edificio de Administración, recibiendo un generoso donativo, el más grande hasta entonces, de Lorencita Ramírez de Arellano, esposa del filántropo Luis A. Ferré.126 Así, con prisa debido al inicio del curso académico, se trasladó parte del estudiantado del Puerto Rico Junior College de Río Piedras a su nuevo recinto

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de Cupey. Ese año, su matrícula fue de 825 nuevos estudiantes que ingresaron a una institución que podía hacer algo que la Universidad de Puerto Rico, no podía. Entonces, el «cañonazo» de la Puerto Rico High School of Commerce tuvo eco a lo largo y a lo ancho de la isla de Puerto Rico.

Ceremonia de graduación de diciembre de 1950. (AHSUAGM). Facultad del Puerto Rico Junior College, 1958. (AHSUAGM).

Lorencita Ramírez de Arellano. (ALF).

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N O TA S 1. ECOS de la Puerto Rico High, 18 de abril de 1949, Volumen III, Núm. 10. 2. AHAGM, Mensaje de graduación con motivo del decimotercer aniversario del Puerto Rico Junior College. Ana G. Méndez, 6 de marzo de 1975. 3. Ibíd. 4. Ibíd. 5. Elviro Borrero y José L. Vázquez, La población de Puerto Rico 1500-1964, Informe Especial, San Juan, 1964; y Junta de Planificación de Puerto Rico, datos sin publicar. 6. Ibíd. 7. Ibíd. 8. Ibíd. 9. Río Piedras fue municipio independiente hasta el 1951, cuando se unió a San Juan. 10. Carmen D. Suárez, Desarrollo industrial de Río Piedras (1942-11961), Universidad de Puerto Rico, Departamento de historia, inédito. 11. José Trías Monge, Historia Constitucional de Puerto Rico, Vol.III, 24. Se recordará que el Partido Popular presentó un programa conducente al Estado Libre Asociado. 12. Ibíd, 105. 13. Ibíd, 107. 14. Ibíd, 108. 15. El texto de la carta sometida por el Secretario Auxiliar de Estado, Jack McFall, al Congreso apareció traducida al español en El Mundo, 27 de octubre de 1950. 16. Fernós Isern, Estado Libre Asociado, 99. Comparecencia de Luis Muñoz Marín ante el Comité de Terrenos Públicos de la Cámara hoy de Interior y Asuntos Insulares del 12 de julio de 1949. 17. Luis Muñoz Marín, Memorias, 258-259. 18. Enrique Bird, Don Luis Muñoz Marín, 185. 19. Diario de Sesiones, 6 de febrero de 1952, Carta de Derechos, Artículo II, Sección 5, (Orford, Nueva Hampshire, 1961), Tomo 4. 20. Como condición para la aprobación de la Constitución redactada por la Asamblea Constituyente, el Congreso de los Estados Unidos pidió que se enmendara la Sección 5 del Artículo II, donde se establecía que la enseñanza primaria sería obligatoria, para que no se interpretara como que ésta debía darse en escuelas públicas solamente. Además, como condición para la aprobación de la Sección 20 del Artículo II, que incorporaba algunos dere-

A L

C A L C E

( C A P I T U L O

chos humanos contenidos en la Carta de las Naciones Unidas, pero no en la Constitución de los Estados Unidos por lo que la consideraron revolucionaria y peligrosa los congresistas pidieron que se eliminaran algunos derechos, como el de recibir instrucción primaria y secundaria gratuita, el derecho de toda persona a obtener trabajo, a la protección social en el desempleo, la enfermedad, la vejez o la incapacidad física, el de toda mujer en estado grávido o en época de lactancia y el de todo niño a recibir ayudas especiales, y el derecho de toda persona a disfrutar de un nivel adecuado que asegurarse para sí y para su familia la salud, el bienestar y especialmente la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios. Además, el Congreso dispuso que debía agregarse a la Sección 3 del Artículo VII la siguiente oración: "Cualquier enmienda o revisión de esta Constitución deberá ser compatible con la resolución decretada por el Congreso de los Estados Unidos aprobando esta Constitución, con las disposiciones aplicables de la Constitución de los Estados Unidos, con la Ley Puertorriqueña de Relaciones Federales y con la Ley Pública 600". Fernós Isern, Estado Libre Asociado de Puerto Rico, 179. Silvestrini y Luque, Historia de Puerto Rico, 517. 21. The Dorvillier News Letter, 29 de diciembre de 1956. 22. James L. Dietz, Historia económica de Puerto Rico, (Río Piedras: Ediciones Huracán) 266-273. 23. bíd. 24. The Dorvillier News Letter, 29 de diciembre de 1956. 25. Ibíd, 1 de junio de 1957. 26. Puerto Rico: Office of the Government of Puerto Rico, Departamento de Instrucción de Puerto Rico, 1950, 43, 27. Ibíd. 28. Véase capítulo I de esta obra. 29. Véase Alfonso López Yustos, Historia Documental de Puerto Rico, 230. 30. Ibíd. 31. Ibíd. 32. Etapas de la Universidad», The Polygraph, febrero 1957, 4. 33. «Informes de la Comisión de Derechos Civiles del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, 335. 34. Ibíd., 355, 356. Véase También, Alfonso López Yustos, Historia documental de la Educación en Puerto Rico, 36. 35. Ibíd., 241.

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I I ) 36. Ibíd. 37. Ibíd. 38. Ibíd. 39. El Día, 19 de diciembre de 1947, 3. Véase también Ivonne Acosta, La mordaza, (Río Piedras: Editorial Edil), 52. 40. El Día, 19 de diciembre de 1947, 3. 41. Ibíd. 42. Enrique Bird Piñero, Don Luis Muñoz Marín, El poder de la excelencia, (Río Piedras: Fundación Luis Muñoz Marín, 1991), 153. 43. El Día, 5 de abril de 1948, 1. 44. Ivonne Acosta, La mordaza, 52. 45. El Día, 10 de abril de 1948, 1. 46. Enrique Bird Piñero, Don Luis Muñoz Marín, 153. 47. Ibíd. 48. Ibíd. 49. Ibíd. 50. Ibíd. 51. Ibíd. 52. Guillermo A. Baralt entrevista a Luis González Vales, 11 de diciembre de 2002. 53. Así lee inscripción en el sello del Puerto Rico Junior College. 54. Libro de Actas de La Junta de Síndicos del Puerto Rico Junior College, 1 de julio de 1950. En adelante se citará como Libro de Actas de Junta de Directores PRJC. 55. Para 1958, por ejemplo, de cada 100 graduados, 59 solicitaban entrada a la Universidad de Puerto Rico, y 27 fueron admitidos. 56. El Pionero, 1950, 7. 57. ECOS de la Puerto Rico High, 15 de julio de 1948. Volumen I, Núm. 6,2. 58. El Mundo, 8 de mayo de 1949, 1. 59. Ibíd. 60. Libro de Actas de la Junta de Directores del Puerto Rico Junior College, 1 de julio de 1950. 61. Ibíd. 62. Ibíd. 63. La llamamos Junta de Directores pues posteriormente le cambiaron el nombre. 64. Forty-Seventh Annual Report of the Governor of Puerto Rico, Honorable

Jesús T. Piñero. For the Fiscal Year 1946-1947 (San Juan: Bureau Office of the Government of Puerto Rico, 1948), 21. 65. Ibíd. 66. Teófilo Maldonado, Hombre de primera fila (San Juan: Editorial Campos, 1958) 191. 67. Conrado Asenjo, Recuerdos y añoranzas de mi viejo San Juan, (Río Piedras: Imprenta Venezuela, 1961), 93. 68. Conrado Asenjo, Quién es quién en Puerto Rico (San Juan: Imprenta Venezuela, 1947), 116. 69. Muñiz Souffront, además de ser hermano del presidente de la institución, gozaba, por méritos propios, de una intachable carrera magisterial. Había sido maestro de Artes Manuales, en San Juan y Cabo Rojo (1915-1918), maestro de Escuela Superior en Mayagüez (1918-1921), Supervisor Auxiliar de Escuelas en Aguadilla (1921-1923) Profesor del Hogar de Niños en Santurce (1924-1927), Profesor de la Escuela Técnica Baldorioty de San Juan (1928-1931), en el negocio de seguros de vida, como «broker» con autorización del superintendente de Seguros de Puerto Rico (1931-1934), Supervisor de Escuelas para Adultos de la División Educativa de la P.R.E.R.A. (1934-1935), Supervisor de Enseñanza de Artes Industriales en el Departamento de Instrucción (1936-1939). Director de la Asociación de Maestros de Puerto Rico (1933), vice presidente de la Asociación de Maestros de Puerto Rico (1936-1939), y presidente de la Asociación de Maestros desde 1940. 70. El Mundo, 8 de mayo de 1950, 3. 71. El Pionero, 14. 72. El Día, 21 de diciembre de 1949, 3. 73. Ibíd. 74. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 5 de agosto de 1950.Desde 1942 Jaime Benítez ocupaba la rectoría del recinto de la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras. 75. Alfonso López Yustos, Historia documental de la educación en Puerto Rico (Hato Rey: Publicaciones Puertorriqueñas, 1984), 223-224. El Consejo tenía la facultad de nombrar al Rector de la Universidad y al Secretario Permanente del propio Consejo, y ejercía todas las otras funciones correspondientes a una Junta de Síndicos de una universidad. 76. Ibíd. 77. Consejo Superior de Enseñanza de Puerto Rico, 2000, 16.

78. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 19 de febrero de 1951. 79. Ibíd. 80. Sello del Puerto Rico Junior College. 81. El Nuevo Día, 4 de enero de 1951, 1. 82. AHAGM, Mensaje de graduación con motivo del decimotercer aniversario del Puerto Rico Junior College. Ana G. Méndez, 6 de marzo de 1975. 83. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 17 de enero de 1951. 84. Ibíd. 85. El Mundo, 8 de mayo de 1949, 3. 86. Libro de Actas de la Junta de Directores de PRJC, 17 de enero de 1951. 87. Ibíd. 88. Libro de Actas de la Junta de Directores del Puerto Rico Junior College, 27 de abril de 1951. 89. El Mundo, 7 de mayo de 1951, 3. 90. Laura Bover, Vivencia histórica, 27 . 91. El Pionero, 1952, 3. Ese mismo año falleció Muñiz Souffront y luego el síndico Miguel A. Such. 92. Ibíd. 93. El juez Ramírez Pabón nació en Cabo Rojo en 1891. Estudió Derecho en la Universidad de Puerto Rico y fue admitido a la práctica de la profesión el 21 de diciembre de 1916. Desde 1937 hasta 1940 fue Representante a la Cámara; más tarde fue juez del Tribunal Superior. 94. Libro de Actas de la Junta de Directores, 25 de febrero de 1954. 95. Ibíd. 96. Ibíd. 97. Ibíd. 98. Ibíd. En 1962 se llevó a cabo un foro organizado por la Federación de Mujeres Profesionales y de Negocios, en donde se discutió si la mujer tenía la capacidad intelectual y la oportunidad para prepararse para desempeñar cualquier tipo de negocio. 99. Ibíd., 144. 100. Ibíd. 101. Libro de Actas de la Junta de Directores, 25 de febrero de 1954. 102. Consejo de Educación Superior de Puerto Rico, 2000, 16. 103. Laura Bover, Vivencia Histórica, 35. 104. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 3 de diciembre de 1954.

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105. Laura Bover, Vivencia Histórica, 35. 106. Ibíd. 107. Ibíd. 108. Ibíd. 109. Ibíd. 110. Ibíd. 111. Ibíd. 38. 112. Ibíd. 113. Ibíd. 114. Ibíd. 115. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC , 3 de diciembre de 1954. 116. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 19 de agosto de 1955. 117. El oficial Abner Kalish, vice presidente del Banco Popular, orientó a Méndez en la cuestión del financiamiento de los edificios. 118. AHAGM, Mensaje de graduación de Ana G. Méndez. Puerto Rico Junior College, 19 de mayo de 1957. 119. Ibíd. 120. Laura Bover, Vivencia histórica, 56. 121. Ibíd. 122. Ibíd. 123. Ibíd. 124. Ibíd. 125. Ibíd. 126. Puerto Rico Junior College Bulletin, 1962-1964, 33.


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Un Nuevo Orden Urbano, Industrial y Político EN PUERTO RICO (1958-1969) De una sociedad rural, agraria y analfabeta a una urbana, industrial y escolarizada urante el período en que el Puerto hacia la búsqueda de industrias pesadas salieron, desde temprano, las refinerías de Rico Junior College daba muestras de capital intensivo, de mayor inversión petróleo y las petroquímicas.4 De éstas, la de un gran desarrollo y fortaley resistencia ante las fluctuaciones eco- más importante y de más grande operación cimiento en su matrícula y de una muy nómicas. Se buscaba, sobre todo, el industrial fue la refinería Commonwealth luchada estabilidad finanOil Refining Company (CORCO), ciera, la isla experimentó que más tarde se convirtió en un trece años de crecimiento complejo petroquímico. Sin un anual económico ininterrumsólo pozo de petróleo, Puerto pido. Con 1,519 fábricas Rico levantó su industria petroestablecidas entre 1950 y lera (refinerías y petroquímicas), 1967 y 59,249 empleos acumediante un programa de mulados, el programa de la concesiones basado en cuotas de Administración de Fomento importación dictadas por el fue el factor preponderante en secretario del Departamento del el desarrollo económico de Interior de los Estados Unidos. Puerto Rico.1 En 1963 la Muy pronto nacieron fáinversión externa neta indusbricas satélites de las industrias trial de $4,012 millones modulares; entre ellas figuraban El vasto complejo petroquímico de la Commonwealth Oil Refining Co., localizado en Peñuelas, 1960. (AM) representó el 53 por ciento de las de pinturas, plásticos, deterla inversión total de la isla.2 establecimiento de fábricas que no alzaran gentes, fibras y gomas sintéticas, productos Para mediados de la década de los vuelo al primer obstáculo o al vencérseles todos de considerable demanda en Estados sesenta, los ya mencionados esfuerzos del las exenciones contributivas.3 Entre las Unidos. El litoral sureño fue provisto de sisprograma de Fomento se reorientaron industrias elegidas por Fomento sobre- temas de tuberías que, entre cañaverales,

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conectaban a las petroquímicas con sus satélites. Los muelles edificados por las refinerías y por las petroquímicas de la costa sur -de cara a las azulverdosas aguas del Mar Caribe- permitieron la entrada de los tanqueros para la descarga del crudo. Para que todas las fábricas pudiesen operar, la Autoridad de Fuentes Fluviales construyó, entre Guayanilla y Peñuelas, la central termoeléctrica Costa Sur que, en poco tiempo, fue ampliada, convirtiéndose en la de mayor capacidad en Puerto Rico.5 Sin duda, la industria petroquímica era la más grande, moderna y costosa, y su potencial para el continuo progreso de la isla, impresionante. La industrialización le dio impulso al desarrollo urbano. Aunque en 1965 la población rural todavía excedía a la urbana, esta última había aumentado más rápidamente en todos los censos practicados desde 1899.6 La sociedad rural, agraria y analfabeta de principio de siglo había dado paso a una urbana, industrial y de alta escolaridad. Simultáneamente crecía el nivel de vida en la isla, alcanzando un ingreso per cápita de $2,000, uno de los más altos de la América Latina. En los índices no monetarios el desarrollo económico de la isla también fue en aumento, descollando igualmente como uno de los más altos del

La planta petroquímica de la Phillips Petroleum Company en Guayama, 1967. (PCCC).

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continente del sur. A saber, entre 1953 y 1960 el número de habitantes por médico se había reducido, de 1,891 a 1,134; la tasa de mortalidad por cada 1,000 habitantes del 8 a 6.7 por ciento. Por otra parte, los vehículos de motor, por cada 1,000, aumentaron de 39 a 76; los teléfonos, también por cada 1,000, casi se duplicaron de 18 a 35, y el número de televisores aumentó rápidamente.7 Por cierto, antes de que apareciera la primera señal en la pequeña pantalla (la imagen de un indio) ya se habían comprado 4,059 televisores en Puerto Rico. En 1954 se importaron 48,187; 45,870 en 1955 y 10,000 más durante los primeros tres meses de 1956. Para ese año, de las 119,380 familias urbanas de San Juan, 58,578 tenían televisor, lo que equivalía a un televisor por cada dos familias. De ese modo, y en apenas una década, el televisor pasó de novedad a necesidad en los hogares puertorriqueños, en aquellos años de gran prosperidad económica. Acompañando al aumento en el ingreso per cápita de los puertorriqueños (y el consecuente crecimiento y fortalecimiento de la clase media urbana) se encontraba el Departamento de Instrucción Pública, con su deber de organizar, dirigir, supervisar y ampliar la matrícula en los niveles elemental, intermedio, superior y


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vocacional. A tono con el mencionado principio consignado en la Constitución del Estado Libre Asociado de que «toda persona tiene derecho a una educación que propenda al pleno desarrollo de su personalidad», en 1957 puso en vigor un plan para la ampliación acelerada de la matrícula en todos los niveles escolares.8 Este plan tenía como objetivo ofrecer oportunidades de estudio al 91 por ciento de los niños entre las edades de 6 a 12 años;9 al 75 por ciento entre las edades de 13 a 15 años; y al

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41 por ciento de entre las edades de 16 a 18 años. Sin embargo, aún no contaba con facilidades escolares mínimas para ofrecer un programa de seis horas diarias en la escuela elemental.10 El 44 por ciento de los alumnos de la escuela urbana, y el 74 por ciento en la escuela elemental rural, sólo tenían tres horas de enseñanza.11 Para ese año escolar (1957-1958) se ofreció esta oportunidad al 86 por ciento de los niños de 6 a 12 años, al 77 por ciento de los de 13 años a 15 años y al 38 por ciento de

Cuadro V

Vista aérea de Miramar y la Laguna del Condado, Santurce (c.1950). (PCCC).

Matrícula escuela elemental, escuela intermedia, escuela superior y nivel universitario, Puerto Rico, 1909-10 a 1965-66 Años escolares 1909-10 1919-20 1929-30 1939-40 1949-50 1959-60

Escuela Superior Grados 10-12 204 1,937 4,782 12,440 33,509 67,204

Universidad 376 1,010 1,871 5,371 12,497 24,529

1965-66

94,395

42,809

Escuelas públicas solamente.

Distribución urbana y rural de la población, Puerto Rico, 1899-1965 Totales de población

Cuadro VI

Porciento

Año

Total urbana y rural

Urbana

Rural

Total urbana y rural

Urbana

Rural

1899 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1965

953,243 1,118,012 1,299,809 1,543,913 1,869,255 2,210,703 2,349,544 2,664,800

138,703 224,620 283,934 427,221 566,357 894,813 1,039,301 1,260,300

814,540 893,392 1,015,875 1,116,692 1,302,898 1,315,890 1,310,243 1,404,500

100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

14.6 20.1 21.8 27.7 30.3 40.5 44.2 47.3

85.4 79.9 78.2 72.3 69.7 59.5 55.8 52.7

Fuente: Elviro Borrero y José L. Vázquez, «La población de Puerto Rico 1500-1965, Informe Especial», San Juan, 1964; y Junta de Planificación de Puerto Rico, datos sin publicar.

Fuente: Ismael Rodríguez Bou, «Report on Significant Factors in the Development of Education in Puerto Rico», Estudio especial de la Comisión de Status, 1966; y Departamento de Salud, Educación, y Bienestar, Oficina de Educación.

los de 16 a 18 años.12 Entre 1953 y 1960, bajo el programa de alfabetización se hicieron esfuerzos titánicos por reducir el analfabetismo a un 10 por ciento, logrando una meta un poco menor, la del 16 por ciento. Durante ese mismo período (19401963), y luego de la reorganización de la Universidad de Puerto Rico en 1942, y de su acreditación por la Middle States Association of Colleges and Secondary Schools en 1946, su matrícula creció Estudiantes del Puerto Rico Junior College en Cupey, 1968. (BPRJC)

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Cuadro VII Graduados de escuela superior, escuelas públicas y privadas, solicitudes de admisión para el primer año, Universidad de Puerto Rico, estudiantes admitidos a la universidad y estudiantes admitidos que se matricularon, 1958-59 a 1963-64 (De cada 100 graduados, 59 solicitaron, 27 fueron admitidos, 23 se matricularon) Graduados de escuela superior

Solicitudes de admisión Universidad de Puerto Rico

Estudiantes admitidos a la Universidad

Estudiantes admitidos que se matricularon

Año Núm. escolar (a fin de año)

Primer semestre

Núm.

% de graduados escuela superior

Núm.

% solicitantes

% Núm. graduandos escuela superior

% % total solicitantes admitidos

% graduandos escuela superior

1958-59 1959-60 1960-61 1961-62 1962-63 1963-64 Total

1959-60 1960-61 1961-62 1962-63 1963-64 1964-65 -----------

9,529 10,010 11,280 7,760 8,660 11,393 58,623

65.0 69.5 72.7 45.8 47.6 55.9 58.6

4,260 4,310 4,640 4,000 4,790 5,283 27,283

44.7 43.1 41.1 51.5 55.3 46.4 46.5

29.1 29.9 29.9 23.6 26.3 25.9 27.3

3,495 3,556

82.0 82.5

36.7 35.5 37.6

23.9 24.7 27.3 21.4 22.8

23,422

85.8

40.0

23.4

14,639 14,394 15524 16,959 18,191 20,392 100,099

Fuente: Ismael Rodríguez Bou, «Report on Significant Factors in the Development of Education in Puerto Rico», Estudio especial de la Comisión de Status, 1966.

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ininterrumpidamente, aumentando de Para 4,987 a 23,329 estudiantes.13 entonces, formaban parte de la Universidad el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez (1912), la Escuela de Medicina Tropical (1925), la Estación Experimental Agrícola (1933), el Servicio de Extensión Agrícola (1934), la Escuela de Administración Pública (1945), la Escuela de Medicina y el Instituto de Relaciones del Trabajo (1950), el Instituto de Literatura Puertorriqueña y la Escuela de Cooperativismo (1953). Sin embargo, y a pesar de que para 1963, operaban, además de la Universidad de Puerto Rico, las universidades Católica, Interamericana, Sagrado Corazón y las instituciones afiliadas al Puerto Rico Junior College Inc., sólo la mitad de los jóvenes que se graduaban de escuela superior, pasaban a instituciones universitarias.14 En opinión del rector Jaime Benítez, la demanda por estudios universitarios era cada vez mayor debido a varios factores: Primero, el aumento en la población urbana frente a la población rural, que hizo mayor la retención escolar. El aumento en los ingresos de las familias y el continuado espiral económico ascendente, requería a su vez niveles educativos superiores. Segundo, el aumento de la matrícula universitaria en programas de cuatro años, en contraste con programas de

El Puerto Rico Junior College ayudó a satisfacer la demanda de preparación colegial universitaria,1968. (BPRJC)

dos años. Tercero, la aceleración en programas de escuela superior, que trajo consigo un incremento en la matrícula universitaria. Cuarto, la creciente demanda de preparación colegial universitaria como requisito para tareas dirigentes, que implicó un interés mayor en completar los estudios universitarios. Quinto, la mayor mecanización e incorporación de la tecnología en los procesos de producción y de distribución, que acentuó la demanda de personal entrenado. Por otra parte, no era menos importante el aumento de los servicios públicos, que requerían de personas profesionalmente entrenadas.15 Muy lentamente, la cabida de estudiantes en el sistema universitario comenzó a cambiar a partir de 1962,

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cuando la Universidad de Puerto Rico inauguró sus primeros programas de cursos extramuros, mejor conocidos en el país como Colegios Regionales. Para 1969, se habían establecido los colegios universitarios de Humacao (1962), Cayey (1967) y Arecibo (1967). Sin embargo, el paso más notable ocurrió cuando la tasa de crecimiento anual en la matrícula estudiantil de las universidades privadas, se hizo más alta que la de la universidad pública. En 1950, sólo 1,149 estudiantes acudían a universidades privadas, es decir, el 9.19 por ciento. Diez años tarde, eran 6,306, o el 25.71 por ciento.17 Para 1969, fueron 19,188, o el 33.65 por ciento,18 lo que aseguraba un curso claramente ascendente.


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El Puerto Rico Junior College, con la acreditación en mano, marcha hacia adelante ras una década marcada por el empeño del Puerto Rico Junior College en conseguir la acreditación, conquista lograda tras la debida certificación del Consejo Superior de Enseñanza en 1957, un grupo de la Middle States Association, encabezado por Edward B. Nyquist de la Universidad del Estado de Nueva York, visitó el Puerto Rico Junior College, a fines de enero de 1959. Cinco meses más tarde, el 1 de mayo, Nyquist hizo pública la acreditación de la joven institución. Su directiva, así como Ana G. Méndez celebraron y agradecieron una vez más a Katherine R. Adams su extraordinaria contribución a la acreditación del Puerto Rico Junior College. Tres años más tarde, el 13 de febrero de 1962, funcionarios de la Middle States Association volvieron a visitar el Puerto Rico Junior College para determinar su progreso en ciertas áreas. Una vez más el grupo estuvo encabezado por Taylor Jones, secretario ejecutivo de la Middle States Association of Colleges and Secondary Schools. El 2 de julio de 1962, se recibió el informe indicando la aprobación final. Para entonces, el Puerto Rico Junior College, contaba con una matrícula de 1,069 alumnos, que alcanzó los 1,717 en

T

Una colaboradora intachable: Katherine R. Adams junto a Ana G. Méndez, c.1965. (AHSUAGM).

1965, número que la administración había estimado para 1970.21 Para darles cabida hubo que habilitar los edificios de la Puerto Rico Elementary y de la Puerto Rico High School of Commerce, que recibieron 600 estudiantes. Por otro lado, en el antiguo recinto riopedrense, la Junta de Directores de la Fundación adquirió en 1967 el edificio principal de la Puerto Rico High School of Commerce. Allí se agruparon los cursos vocacionales y la enseñanza pedagógica.22 Pero aún así, el número de estudiantes aumentaba tanto que no hubo cupo para todos aquellos que solicitaban. Antes de terminar la década, la matrícula había aumentado a 3,370 estudiantes.

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Cuadro VIII Matrícula total del Puerto Rico Junior College (Río Piedras y Cupey) 1960 - 1,041 1961 - 1,161 1962 - 1,069 1963 - 1,023 1964 - 1,296 1965 - 1,717 1966 - 2,273 1967 - 2,700 1968 - 2,795 1969 - 3,370

Creció además en personal y profesores. Las oficinas administrativas ocuparon una casa privada. Esta propiedad, enclavada como una cuña en el campus, facilitó la extensión del recinto de Río Piedras en un predio que cubría una cuadra completa, rodeada de las Avenidas Universidad y Muñoz Rivera, y las calles Janer y Esteban González.23 Apremiaba continuar el plano de las edificaciones en su recinto de Cupey. Originalmente, el plano indicaba la construcción de los edificios de Administración, uno para salones de clases conectado con éstos, un edificio para las conferencias, el Centro de Estudiantes, el edificio de Artes y Ciencias, uno pequeño para los trabajos de carpintería y otras necesidades, y dos canchas.24

El Departamento de la Vivienda y Desarrollo Urbano autorizó en 1962 un préstamo de $485,000 para comenzar los trabajos de construcción del Centro de Estudiantes. Posteriormente aumentó la cantidad a $615,000. Entonces, nuevamente, pudo verse a Ana G. Méndez subiendo y bajando por los andamios en compañía del Ingeniero Vargas, «enamorada de cada piedra, entretejiendo nuevos hilados de esperanzas vividas».25 El 11 de enero de 1967, coincidiendo con el décimo octavo aniversario del Junior College, se inauguró en su recinto de Cupey, el Centro de Estudiantes, nombrado Jesús T. Piñero, en honor al extinto primer gobernador puertorriqueño y primer presidente de la Junta de Directores de la Fundación Educativa Ana G. Méndez.

Ana G. Méndez inspectora de obras de construcción, c. 1961. (AHSUAGM)

El nuevo edificio del Puerto Rico Junior College en Cupey recibió el nombre del primer presidente de su Junta de Directores, Jesús T. Piñero. (AHSUAGM).

Fuente: Vicepresidente Auxiliar de Planificación e Investigación (PRJC), 1970

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Bendición del edificio Jesús T. Piñero por el Arzobispo de San Juan, Luis Cardenal Aponte Martínez. (AHSUAGM).

El Centro de Estudiantes cobijaba en el primer piso las oficinas del Decanato de Estudiantes, dos salas (una para recreo de los alumnos, otra para la enseñanza de música), la cafetería, las oficinas de salud y la librería. En el segundo piso del nuevo edificio, la Biblioteca encontró un amplio lugar. Además, se situó en él una moderna sala para conferencias administrativas y un teatrillo para actividades audiovisuales.26 El tercero albergaba un cómodo internado de señoritas, apartamento para la directora y una hermosa terraza, adecuado sitio de recreo y conversación.27


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Josefina Passalacqua de García, maestra en la Facultad de Ciencias Sociales en la En la próxima década, el afán de la la Puerto Rico High School of Commerce, Universidad de Puerto Rico. Luego de su institución, tanto en Río Piedras como sostuvo con Ana G. Méndez. Fueron famosas graduación de bachillerato, obtuvo maestría Cupey, fue el de ver crecer sus diversos las ventas de sus bacalaítos fritos en el patio en Relaciones Internacionales en Fletcher programas. La facultad se mantuvo en 44 de la High School que engrosaban las finan- School of Law and Diplomacy, Tufts miembros. Por temporadas, aumentaba a zas del Junior College. En una ocasión, su University y un grado de licenciado en dere54 profesores. El 12 de octubre de 1962, la cho en Harvard Law. De regreso directiva anunció a los clausen la isla, fue ayudante especial trales que, en adelante, se les del gobernador Luis Muñoz extendería contrato por 12 Marín (1958-1959) y de su sucemeses con derecho de retiro. sor, Roberto Sánchez Vilella En agosto de 1961, 28 (1962-1967) teniendo a su cargo Faith Preston se incorporó,en entre otros muchos que haceres, calidad de decana de Adminislos asuntos cívicos, culturales y tración, a la alta jerarquía de la educativos de la Fortaleza. Una institución junto a Ana G. vez más, pero esta vez desde el Méndez y a Florencio Pagán. Palacio de Gobierno, su vida se Más tarde se incorporaría a cruzó con la de Ana G. Méndez, Estela Agramonte de Rodrícuando ésta presidía la Campaña guez,29 como su homóloga en de la Cruz Roja y García el Decanato de Estudios. Ana 30 Ana G. Méndez junto a los primeros estudiantes residentes del Internado de Señoritas en el Passalacqua servía de enlace Ilia Noriega, quien se había Puerto Rico Junior College en Cupey, 1960. (AHSUAGM). entre ésta y la gobernación. iniciado hacía más de un lustro Luego, al cesar sus servicios en como profesora, comenzó su padre, Manuel García Díaz, profesor de la Fortaleza y al montar bufete propio, tuvo gestión como Registradora de la instituliteratura de la Universidad de Puerto Rico, como clientes a Ana G,. Méndez y al Puerto ción. En 1967, y a instancias de Ana G. fue administrador del teatro de la institu- Rico Junior College. Al aumentar consideMéndez, fue reclutado como decano ción. Por otro lado, de joven universitario, rablemente la carga de trabajo legal del académico y asesor legal el licenciado Juan Juan Manuel García Passalacqua fue Puerto Rico Junior College en el bufete de M. García Passalacqua. Al momento de su profesor de un curso de economía en el García Passalacqua, Ana G. Méndez se dio incorporación al cuerpo rector, García Puerto Rico Junior College para un grupo cuenta de que era mejor pedirle al abogado Passalacqua era un gran conocedor de la de veteranos, mientras cursaba sus estudios que se integrara por completo a la instituhistoria interna de la institución. De niño en el Departamento de Ciencias Políticas de ción diciéndole «que en la educación sin vivió la profunda amistad que su madre,

Pabón. En 1964 sus miembros eran Ana G. Méndez, Florencio Pagán, Carlos Daniel, Juanita M. Ríos, César Calderón, Joseph Weitzner, Celia Nuñez, Isabella Jones, Adalberto Roig, Luis Muñiz Álvarez y Emiliano Pol. En 1968 se integró Andrés Gómez Vázquez, primer graduado de la Puerto Rico High School of Commerce en pertenecer a la Junta. La muy valiosa Carmen V. Hernández, quien colaboraba con Ana G. Méndez desde 1942, continuaba ocupando la posición de secretaria de la Junta. Además de colaborar afanosamente forjando la política institucional del Junior College, los miembros de la Junta respaldaban a Ana G. Méndez en todas aquellas actividades cívicas en las que se involucraba. Estuvieron junto a ella, cuando en 1964 el gobernador Luis Muñoz Marín la designó como miembro del Comité de Ciudadanos a cargo de estudiar las relaciones del gobierno con la ciudadanía, y cuando la nombró a la presidencia del Comité del Gobernador para Asuntos de Lisiados. Así también lo hicieron al año siguiente, cuando el gobernador Roberto Sánchez Vilella la nombró al Consejo de Prevención de Accidentes

El ayudante especial Juan Manuel García Passalacqua, conversa con el gobernador Luis Muñoz Marín, 1963. (AHSUAGM).

política podría él servir mejor al pueblo puertorriqueño».31 Así fue como García Passalacqua se incorporó al Junior College. No sólo como asesor legal sino también, como decano académico responsable del currículo de nuevos programas académicos e innovaciones en estrategias de enseñanza. Por la mañana trabajaba en los programas educativos para aquellos jóvenes no elegibles en las otras instituciones universitarias del país; en la tarde redactaba los estatutos y reglamentos de las instituciones como corporaciones sin fines pecuniarios. Junto a García Passalacqua, también se incorporó a la administración José F. Méndez, a quien se le encomendaron los asuntos financieros de la institución.32 Durante aquel primer lustro de los 1960 la presidencia de la Junta de Directores continuó en las manos sabias y conciliadoras del ex juez Rodolfo Ramírez

Ana G. Méndez y la Cruz Roja, presidente y donante. (AHSUAGM).

73

74

del Trabajo de Puerto Rico. De igual modo se vio el mismo entusiasmo de parte de la Junta de Directores cuando Ana G. Méndez asumió la presidencia de la Federación de Mujeres Profesionales y de Negocios (1960), y logró aumentar a 1,300 el número de socias. Cuatro años más tarde (1964) fue nombrada para presidir el Capítulo de Puerto Rico de la Cruz Roja Americana entre otras instituciones cívicas y siempre con el respaldo de la Junta Directiva del Junior College. Como tantas veces en su vida, Ana G. Méndez fue la primera mujer en asumir la presidencia de muchas de estas organizaciones. En 1968, junto a la alcaldesa de San Juan, Felisa Rincón de Gautier, era una de las mujeres más notables de Puerto Rico. Por su labor cívica y liderato social, Ana G. Méndez figuró muchas veces como la «Mujer del año» durante la década de 1960.


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El Puerto Rico Junior College rompe barreras económicas omo antes, entrados los años sesenta, el estudiante promedio que ingresaba al Puerto Rico Junior College era de escasos recursos económicos. Estudiar representaba un gran sacrificio económico para él y su familia. La educación superior en Puerto Rico tenía ante sí el dilema del alto costo de las matrículas, que obligaban al estudiante, principalmente a aquel que provenía de las clases más necesitadas, a abandonar sus sueños de estudio por la falta de recursos económicos.35 Por ello, Ana G. Méndez no cesaba en su empeño por buscar fondos para becas y otras ayudas que permitieran al estudiante del Colegio, incorporarse y luego mantenerse en la institución. Una modesta aportación provenía de la Ley Núm. 5, del 2 de abril de 1943, que había creado el Fondo de Becas Legislativas para proveer ayuda económica para estudios en la Universidad de Puerto Rico.36 La asignación de fondos para ese primer año fue de $15,000. Luego, mediante una Resolución Conjunta de la misma Legislatura, se había hecho extensivo a las universidades privadas, para lo cual se proveyó una asignación de $10,000. Para el año 1968-69, el Puerto Rico Junior College tenía 255 estudiantes gozando del programa de becas legislativas

C

Ana G. Méndez en su campaña de Prevención de Accidentes, 1968. (AHSUAGM). Ana G. Méndez y la Cruz Roja, presidente y donante. (AHSUAGM).

Por último, y como si esa vida ejemplar al servicio de la comunidad fuese poco, en 1964, cuando la comunidad de frailes Dominicos en la isla quisieron establecer un centro de educación superior invitaron a Ana G. Méndez a su receptoría. Luego de un modesto pero poco usual almuerzo (pues fue rarísimo ver una mujer entre los frailes en aquel salón) Ana G. Méndez le dio todo su respaldo alentándoles que «todo saldría bien».33 Muy pronto la agradecida comunidad de frailes dominicos la hizo tan suya como lo era ella en la del Puerto Rico Junior College. Al decir del Padre Vicente A.M. Van Rooij, O.P., presidente de la naciente institución, «el respaldo de Ana G. Méndez fue sumamente importante al inicio de la Universidad Central de Bayamón».34

Ana G. Méndez fue moderadora de un panel auspiciado por la Federación Puertorriqueña de Mujeres Profesionales y de Negocios. En la foto junto a Ana G. Méndez, Felisa Rincón de Gautier, alcaldesa de San Juan. (AHSUAGM).

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y para el año 1969-70, alrededor de 451 estudiantes becados, con asignaciones de $158,025 y sobre $203,000 respectivamente.37 Sin embargo, al aumentar la matrícula en la institución, el promedio de becas por estudiantes disminuyó. La situación se hizo insostenible, porque la estabilidad económica fue siempre un imperativo de la institución. Las asignaciones legislativas crecieron a lo largo de los años. Sin embargo, para fines de los años 60, la cantidad de estudiantes e instituciones educativas creció drásticamente y los costos de estudios aumentaron a más del doble. Todos estos factores resultaron, en última instancia, en una reducción en la ayuda económica legislativa a los estudiantes.38 De acuerdo con el gobernador novoprogresista Luis A. Ferré (1969-1972), «la educación superior en la isla en general, presentaba un cuadro intolerable que iba en detrimento del progreso del país en todos sus órdenes, por cuanto resta a hombres y mujeres de talento a la iniciativa de hacer un Puerto Rico mejor preparado para confrontar difíciles problemas».39 Por ello, el 24 de junio de 1969, debido a que, año tras año, tantos alumnos abandonaban sus estudios por falta de ayuda económica, el gobernador Ferré convirtió en leyes cuatro

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Luis A. Ferré, gobernador de Puerto Rico, 1969-1972. (ALF).

medidas que proveyeron el dinero necesario para engrosar el Fondo Educacional del Estado Libre Asociado.40 Esta legislación también creó ayudas a los estudiantes de pocos recursos económicos que asistían a universidades privadas. El proyecto dispuso que a dicho Fondo se acreditaría las cantidades que proporcionase la Asamblea Legislativa, así como otros recursos que se hicieran con donaciones u otros medios destinados a la educación superior.41 Este Fondo destinó $50,000 al Consejo de Educación Superior para preparar el plan maestro de la educación en Puerto Rico.42


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Contenido en vez de métodos ara los años 60, y desde que Estela Agramonte pasó a ocupar el puesto de Decana de Estudios, se le dio un mayor énfasis al contenido de los cursos en vez de al método. Nuevamente, sin prisa pero sin pausa, se diseñaron varias áreas de especialización. Entre éstas, se creó una especialidad en Administración Comercial. En 1964 se ofreció un diploma para Asistente de Biblioteca, que dos años más tarde se convertiría en programa de grado asociado en Ciencias Bibliotecarias. Se le dio especial atención al programa de Pedagogía, el cual fue revisado y ampliado. Para Ana G. Méndez y sus asociados fue motivo de orgullo y honda satisfacción el hecho de que el Departamento de Instrucción del Estado Libre Asociado contratase al Puerto Rico Junior College para preparar estudiantes dispuestos a dar clases de noche hasta tercer grado. Otros programas de estudios diseñados fueron los de Arte y Ciencia.47 Además, y tan temprano como 1960, se venía considerando establecer un Programa de Enfermería. Gracias al Programa de Medicare, la demanda por un mayor número de estudiantes de enfermería estaba a la orden del día.48 Se estimaba que para 1970 el país necesitaba 6,808 enfermeras.49 Las escuelas en hospitales

P Para financiar esa ayuda a las ya abatidas universidades privadas en un segundo proyecto, el 448 de la Cámara, se enmendó la Ley de Impuestos sobre artículos de uso y consumo para imponer un tributo de uno por ciento sobre el valor de las fichas vendidas en las salas de juego de los casinos de los hoteles de la isla. Dicho por ciento ingresó al Fondo Educacional.43 En un tercer proyecto que confirmó en ley, el P. de la C. 421, se enmendó también la ley de artículos de uso y consumo para aumentar el arbitrio sobre los premios obtenidos en los hipódromos y en otras apuestas, a la vez que los eximía del pago de la contribución sobre ingresos. El propósito era dedicar una tercera parte de estos ingresos del Fondo Educacional.44 Por último, el proyecto de la Cámara 413, fijó en 27.5 por ciento el descuento del importe de la banca que retenían los dueños de hipódromos, 25 por

ciento del cual sería para el hipódromo y dos y medio por ciento restante para el Fondo Educacional. Ana G. Méndez, quien a lo largo de los años había buscado sin cesar todas las leyes y donativos educacionales que se ofrecían con ayuda gubernamental (insular y federal), celebró el aumento en el capital disponible para el programa de becas del Puerto Rico Junior College.45 Con los fondos federales y estatales, préstamos, programas de trabajo y estudio y donativos, se rompieron las barreras económicas del estudiante. Se aspiraba a que ni un solo joven puertorriqueño estimulado al estudio quedase rezagado.46

77

Estudiantes de la Escuela de Enfermería. (AHSUAGM).

que ofrecían diplomas estaban a punto de desaparecer ya que esto correspondía a la tendencia moderna de ubicar los estudios de enfermería en las instituciones educativas, y la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico graduaba muy pocos estudiantes de enfermería.50 Así, el 20 de marzo de 1967 el Consejo de Educación Superior autorizó el establecimiento del Programa de Enfermería.51 Meses más tarde, con gran impulso, se

78

inició el Programa de Enfermería del Puerto Rico Junior College, que confería un grado asociado en ciencias.52 Por otro lado, el egresado del curso de Secretarial (inaugurado en aquellos días en que el Junior College dio sus primeros pasos) era solicitado por las agencias del Gobierno. La meta de la institución fue entonces la de preparar secretarias ejecutivas.


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Por último, en 1963 se establecieron cursos compensatorios o remediales para estudiantes de primer año. El Puerto Rico Junior College recibía al menos 300 solicitudes de estudiantes con menos del 2.00. Mientras tanto, la Decana de Estudios, Estela Agramonte, se mantenía al día con las nuevas corrientes educativas del gobierno estatal y federal. Así, durante varios veranos, dirigió e involucró a parte de la facultad del colegio en proyectos de «Headstart» para el nivel preescolar. Profesores del Puerto Rico Junior College ofrecieron, desde 1965, y bajo contrato con el Departamento de Instrucción, adiestramiento en servicio para maestros de grados primarios. Para intensificar el estudio del idioma inglés se consiguió que la Fundación Ford donara al Colegio un laboratorio de 35 cubículos. La adaptación curricular a las realidades inmediatas siguió su trayectoria.53 Uno de los efectos de esta revisión curricular fue el de conducir a la administración a instituir una gama de carreras vocacionales que respondiesen a las necesidades inmediatas del país. Con la ayuda de fondos federales se establecieron, entre otros, programas especiales de Ciencias Policiales y Tecnología Correccional. Otro programa interesante, nove-

doso, creación de Juan Manuel García Passalacqua, quien había sustituido a Estela Agramonte en el decanato académico, fue el nombrado «Ahead in College», que se instituyó por primera vez en la isla en el Puerto Rico Junior College en 1969. Aquellos adolescentes no elegibles por su haber académico a las universidades del país, incluso al propio Junior College, encontraron su sitio en este programa. Jóvenes inteligentes, pero sin motivación en sus estudios secundarios, habían de recibir especial atención de consejeros, psicólogos y maestros. Inspirado en la filosofía educativa del celebre educador puertorriqueño Angel G. Quintero Alfaro, ex Secretario del Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico (1960-1968), que afirmaba que todo el mundo podía aprender, el programa «Ahead in College» vigilaba cuidadosamente las fallas vocacionales y académicas del estudiante y mejoraba su autoestima.54 Si era necesario, se visitaban lugares fuera del aula universitaria para impartir la enseñanza. Se aprendía entonces observando mecánica, plomería, carpintería o cualquier otro oficio de interés práctico para el estudiante. Si aprobaban el período preparatorio, entraban al curso básico en una de las instituciones del Puerto Rico Junior College. El programa resultó exitoso,

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sirviendo de modelo a otras instituciones americanas. Gracias a él, se prepararon jóvenes que de otra forma no hubiesen podido cursar estudios universitarios. Por último, aunque no menos importante, también se estableció el programa de Oportunidades Colegiales para Adultos, que admitió a personas estimuladas al estudio, mayores de veintiún años y que, por circunstancias de la vida, perdieron las oportunidades educativas. Ahora ingresaban a un programa de nueve créditos con uno adicional de orientación. Guiados por psicólogos, profesores y orientadores, muchos consiguieron aprobar satisfactoriamente dieciocho créditos universitarios e ingresar al curso regular para el grado de asociado. Con la marcada académica influencia de Ana G. Méndez y luego de la decana Estela Agramonte, y del decano Juan M. García Passalacqua, el Puerto Rico Junior College se propuso que ningún joven encontrase las puertas cerradas para ejercer su derecho a la educación, y que el adulto que deseara estudiar, pudiera hacerlo. La universidad estaba al servicio de quienes más la necesitaban.

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Un nuevo recinto en el valle del Turabo

La Central Santa Juana en el Valle del Turabo (Caguas), 1937. (FHPR).

ara junio de 1967, Ana G. Méndez andaba buscando un nuevo lugar para ensanchar el Puerto Rico Junior College. Por no contar con suficiente espacio en Río Piedras o Cupey, año tras año se dejaban de admitir estudiantes. Ese año, alrededor de 600 estudiantes no En la carretera lograron admisión.55 Caguas-Gurabo (Km. 3.3), en el Barrio Rincón y Navarro encontró el lugar soñado. Se trataba de la colonia azucarera Mano Manca, que pertenecía a una compañía hawaiana dedicada a la producción de azúcar, C. Brewer Inc.56 Hacía apenas unos meses que, luego de más de tres décadas en Puerto Rico, la Brewer Inc. había anunciado el cierre de operaciones de la factoría Central Santa Juana.57 El terreno consistía en 87 cuerdas llanas y fértiles, en el Valle del Turabo del municipio de Gurabo. En

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ellas se encontraban cinco casas solariegas de madera, donde solían hospedarse los altos ejecutivos de la factoría central. Se pedían $10,000 por cuerda.58 Luego de analizar el negocio que se le ofrecía y consultar a la Junta de Directores, Ana G. Méndez dio, a nombre del Puerto Rico Junior College, una opción de compra de $8,000 con balance a pagar en 6 años a un interés del 7 por ciento.59 El gobierno federal estaba dispuesto a participar en el financiamiento.60 El 31 de octubre venció el pago de $169,000, habiendo pagado el 20 por ciento de su valor.61

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Se coloca primera piedra para edificios modernos de la Universidad del Turabo. (AHSUAGM).


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Al fondo, una de las casas solariegas del Puerto Rico Junior College, recinto de Turabo-Caguas. (AHSUAGM)

En ese entonces Caguas, con su gran desarrollo urbano, era la tercera ciudad de más alta población en la isla. Entre 1961 y 1968 se había levantado el exitoso proyecto de vivienda barata para la incipiente clase media, desarrollado por Long Construction llamado Villa del Turabo. Con sus 12,978 casas permitió que se duplicase la población de 60,000 a 125,000 habitantes.62 El crecimiento poblacional se debía, entre otros factores, al desarrollo de industrias estadounidenses, acogidas a los importantes incentivos de la Compañía de Fomento Industrial. El número de empleados por estas industrias contribuyó a paliar el declive y consiguiente abandono de la agricultura comercial. Allí donde una vez se cultivó caña, se construían casas o se levantaban parques

industriales. También contribuyó al aumento poblacional la recién inaugurada autopista de San Juan a Caguas, que además de acortar significativamente tiempo y distancia, hizo a esta última ciudad casi parte de la zona metropolitana de San Juan. Con el paso del tiempo, los terrenos más baratos urbanizables en las afueras de Caguas y Gurabo, fueron la nueva frontera urbana de San Juan. En marzo de 1968 el Junior College recibió en donaciones federales y préstamos la cantidad de más de millón y medio de dólares para el plan maestro de desarrollo del nuevo recinto en Gurabo.63 Los fondos federales se emitieron en partidas de $94 mil y $650 mil. Del total, se utilizó una parte para emplear profesores y consultores así como para la programación del currículo. El resto (la mayor cantidad), se usó para habilitar salones de clase, biblioteca y cafetería en las cinco casas de madera, y en otro rancho de madera, se establecieron cuatro salones. Fue así como en aquel ambiente apacible, ubicado en lo alto de la ribera del río Grande de Loíza, 207 estudiantes encontraron, además de centro de

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Una Fundación dedicada al desarrollo del Puerto Rico Junior College

educación superior, un sitio ideal para la meditación. El hecho de que la institución no fuera sectaria, abonó a un ambiente de armonía y tranquilidad en el que podía coexistir los distintos credos.64 Paz muy necesaria para el desarrollo intelectual de los jóvenes estudiantes, para los que el campus del Turabo fue desde entonces el más bello de todas las universidades de la isla.

Un camino abovedado con palmas en el recinto del Turabo del Puerto Rico Junior College, 1968. (BPRJC).

l 15 de enero de 1968, luego de una década de crecimiento vigoroso de programas, planta física y ayuda económica, Ana G. Méndez se manifestó en torno a la estabilidad institucional que podría lograrse a través de una fundación dedicada exclusivamente al desarrollo del Puerto Rico Junior College, y que pudiera permitirle mantener la filosofía impartida hasta el momento. Una fundación que facilitara la campaña económica al hacer más atrayente la idea de donativos, y que

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Plan maestro para el Puerto Rico Junior College en el Campus Gurabo-Caguas, 1968. (BPRJC).

mantuviera una división saludable entre los aspectos financieros y académicos. Así, podría preservarse la imagen y el nombre de la institución educativa, adquiridos por el arduo esfuerzo de muchos años. De igual manera, esta fundación podría contribuir a

despersonalizar la dirección del Puerto Rico Junior College que en el pasado, funcionaba como un apéndice de su fundadora. Con generosa visión, Ana G. Méndez quiso encaminar su institución hacia una nueva etapa de autonomía.65 Con esos propósitos en mente, la Junta de Directores le encomendó al prestigioso constitucionalista y profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, Raúl Serrano Geyls, un estudio sobre la posibilidad de crear una nueva estructura jurídica que permitiera que una fundación pudiera regir los destinos del Puerto Rico Junior College. García Passalacqua (de cuya pluma habían nacido muchos de los estatutos del Puerto Rico Junior College) le proveyó los documentos básicos que definían su estructura jurídico-administrativa: el Certificado de Incorporación, el Reglamento de la Junta de Síndicos y los Estatutos de la institución docente. A partir de estos tres documentos, y considerando la nueva ley que regía en Puerto Rico y que no estaba vigente al tiempo de hacerse el Certificado de Incorporación, Serrano Geyls redactó varias enmiendas al Certificado de Incorporación y a los Estatutos de la Corporación.66 De acuerdo con Serrano Geyls, el propósito era acomodar la situación actual

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por la cual pasaba la Corporación Puerto Rico Junior College, que era una institución amplia, con capital y gastos importantes y de funcionamiento ascendente, a unos nuevos certificados y estatutos. Se trataba de crear una estructura jurídico-administrativa en la que figuraran, al detalle, las funciones de la institución y los poderes de su Junta de Directores. Una estructura que hiciera explícita la esencia de una institución docente sin fines pecuniarios, no sectaria, libre de discrímenes por raza, religión y política, y entregada al servicio de la comunidad,67 tanto en el presente como de cara al futuro. Como resultado de estas gestiones, al quedar legalmente incorporada el 18 de junio de 1969, la institución asumió un nuevo nombre. Conocida anteriormente como la Asociación Puerto Rico Junior College Inc.68, pasó a nombrarse como Fundación Educativa Ana G. Méndez una empresa creada «sin fines de lucro para establecer, desarrollar, dirigir y supervisar centros o instituciones de educación universitaria y ofrecer programas técnicos y semiprofesionales, programas de carácter preparatorio para proseguir estudios universitarios avanzados y programas de bachillerato y post graduados».69 La Fundación destinaría de sus ingresos y fondos como sigue: gastos de administración, servicios a estudiantes, gastos de


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instrucción, gastos del centro de recursos de aprendizaje, mantenimiento y operación de las instituciones, ayuda a estudiantes, pago de deudas y gastos de capital y aportación a programas federales. La Ley de Corporaciones del Estado Libre Asociado de Puerto Rico reconocía la existencia de corporaciones sin fines de lucro que bajo la ley, no podían emitir acciones de capital. Por otro lado, la Ley de Contribuciones eximía del pago de contribuciones a corporaciones o fundaciones creadas y administradas exclusivamente para fines educativos, y prohibía terminantemente, que parte alguna de sus utilidades netas (es decir, del sobrante de gastos) redundara en beneficio de algún individuo en particular. La naciente Fundación Educativa Ana G. Méndez fue ese tipo de corporación. Es decir, que tal y como quedó incorporada la Fundación, ningún miembro de su Junta de Directores, asesor o empleado, podía recibir beneficio alguno que no fuera en pago de trabajo rendido. Aún en este caso, el pago tenía que ser «razonable», es decir, equivalente al pago usual por la labor rendida en otras instituciones. Si cualquier persona recibiera otro beneficio que no fuese en pago de labor rendida, la corporación perdería su exención contributiva y la persona podría ser procesada. De otro lado, el Certificado de Incorporación también estableció que la

Fundación Educativa Ana G. Méndez no podría emitir acciones de capital ni pagar dividendos a nadie. Los fondos de la corporación (lo exige el Certificado) sólo pueden emplearse para fines educativos y ninguna parte de ellos ha de asignarse para el beneficio de ninguno de sus directores, funcionarios o empleados. El documento también estipula, que ninguno de ellos recibirá beneficio pecuniario, en propiedad, o de cualquier otra manera, excepto una compensación razonable por sus servicios rendidos a la corporación o por gastos incurridos al prestar dichos servicios. Así también, quedó claro en el Certificado de Incorporación que, aunque Ana G. Méndez había invertido su capital en la institución desde sus comienzos, no podía disponer de ninguna parte de él para su beneficio y menos, usarlo como herencia. El Puerto Rico Junior College era del pueblo de Puerto Rico. En caso de desaparecer, la institución pasaría a la Universidad del estado. La estructura legal del Puerto Rico Junior College quedó regida por una Junta de Directores compuesta por 15 miembros.70 La Junta fue desde entonces, la de más alta jerarquía en la institución. Entre sus facultades se encontraba la de nombrar al presidente del Colegio y aprobar los demás nombramientos así como la de aprobar los distintos reglamentos formu-

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lados en otros niveles de la jerarquía institucional. El presidente del Colegio era la autoridad máxima en la estructura interna de éste. Con él colaborarían los miembros del Consejo Administrativo, compuesto por los principales oficiales administrativos del Puerto Rico Junior College así como por dos profesores, y el presidente del Consejo de Estudiantes, quien podría ser invitado a participar en las reuniones. La función principal del Consejo Administrativo sería la del asesoramiento del presidente. Se creó además, una Junta Académica, compuesta por los jefes de departamentos bajo la dirección del Vicepresidente del Colegio.71 El 27 noviembre de 1969, los Estatutos de la Fundación fueron aprobados por la Junta de Directores, dando así paso a una reestructuración de las tres instituciones que cobijaría la Fundación. Se eligió presidente de la Junta de Directores a Manuel García Méndez,72 quien era egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. En las elecciones generales de 1928, fue electo senador por el Partido Liberal. En su primera sesión junto a Antonio R. Barceló, presentó el proyecto de Ley de Sufragio Femenino para la mujer puertorriqueña que supiera leer y escribir y contase con veintiún años o más; que fue posteriormente aprobado y firmado en su presencia el 18 de

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abril de 1929 por el gobernador Towner.73 Luego perteneció al liderato del Partido Popular Democrático. Por otro lado, tuvo una destacada carrera cívica. También fue gobernador del Distrito 51 de Puerto Rico del Leonismo Internacional, así como miembro de la Cámara de Comercio de Puerto Rico y presidente de la Cruz Roja Americana, Capítulo de Puerto Rico. Poco después y como resultado de la nueva organización universitaria que nació de la Fundación Ana G. Méndez, se creó la plaza de rector del Puerto Rico Junior College. Para ocuparla fue nombrado Federico J. Modesto.74 El otrora avezado educador y administrador de grandes quilates del Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico había pasado por todas las etapas del escalafón escolar, a saber: maestro de escuela intermedia en Utuado y Yabucoa; maestro de Ciencias Naturales (Biología, Química y Física) en la escuela superior de Salinas y Ponce; Principal de escuela superior, Superintendente de escuelas y Supervisor general en la oficina Central. Modesto también desempeñó el cargo de secretario auxiliar del Departamento de Instrucción Pública desde el año 1958 y fue nombrado para atender la supervisión y coordinación del Área de Educación de Adultos recién creada ese año.75 El área comprendía los programas de enseñanza elemental, secundaria e inglés

El primer rector del Puerto Rico Junior College en Cupey, Federico Modesto.

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Un ambiente revolucionario al cierre de la década para adultos, cursos y exámenes libres, educación para veteranos, educación en defensa civil para adultos y Escuela Libre de Música. En el año 1963 el entonces Secretario de Instrucción Pública, Cándido Oliveras le asignó la función adicional de la supervisión y coordinación del Área de Extensión Cultural que comprendía el servicio de Radio y Televisión (canales 3 y 6), la división de Educación de la Comunidad, el servicio de bibliotecas escolares y públicas de Puerto Rico y el teatro escolar. De cada una de aquellas tareas, Modesto derivó valiosas lecciones que fueron útiles en su nueva encomienda en el Puerto Rico Junior College ya que sus estudiantes y sus programas eran muy parecidos a aquellos con los que había estado involucrado durante los pasados treinta años. Así, luego de una ilustrosa carrera en el Departamento de Instrucción, en 1969 Ana G. Méndez le nombró director de la División de Extensión y Nocturna del Puerto Rico Junior College y un año y medio más tarde, rector.

ientras la nueva generación de educadores y administradores del Puerto Rico Junior College cumplían con los nuevos estatutos que crearon la Fundación Educativa Ana G. Méndez, continuaban en el planeta Tierra las guerras y las constantes amenazas de conflictos armados. Los principales conflictos de la década del sesenta contribuyeron a hacer del siglo XX, alrededor de todo el globo, una de las centurias más violentas de la historia humana. En los Estados Unidos, el presidente elegido por el Partido Republicano Nacional, Richard M. Nixon, juramentó con el telón de fondo de la guerra de Vietnam. Su presidencia respondía a un intento por satisfacer las necesidades de la clase media, «la mayoría silenciosa», que pedía, entre tantas otras cosas, reducir la intervención estatal, un mayor grado de estabilidad, ley y orden, y la retirada honorable de las tropas norteamericanas de Vietnam.76 No obstante, la sociedad norteamericana mostraba un gran descontento, manifiesto en reclamos vociferantes. Era una época de crisis, de tensión, y de luchas étnicas en los grandes centros urbanos, por la igualdad y por la defensa de los derechos civiles recientemente articulados en el American Civil Rights Act, de 1964. Los africanoamericanos fueron los primeros en

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rebelarse.77 El descontento culminó en violentos motines en unas sesenta ciudades, tras el asesinato, el 4 de abril de 1968, del líder africanoamericano y premio Nobel de la Paz en 1964 Martin Luther King, Jr. A dichas revueltas les siguieron las de otros grupos étnicos, como las de los indígenas americanos y las de los hispanos. Estos últimos, por cierto, conformaban el

El 4 de marzo de 1976 ardió el edificio del ROTC en el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. (END).

grupo minoritario de mayor crecimiento en suelo estadounidense. Con estos justos reclamos se desvaneció el concepto del «melting pot» o del crisol de culturas del sueño americano. En su lugar, estos grupos afirmaron el deseo de revivir sus propias costumbres y sus legados étnicos. Fue una época de reafirmación cultural. La otra faz de la crisis social y política norteamericana estaba vinculada a la guerra de Vietnam, en la cual Estados

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Unidos se había involucrado desde mediados de la década de los cincuenta. La política exterior de la administración de Lyndon B. Johnson en torno a la guerra, y principalmente los constantes bombardeos a comunidades civiles, sumados a las crudas imágenes difundidas por los medios de comunicación, de niños vietnamitas corriendo para escapar de las consecuencias del agente napalm, habían provocado la indignación, tanto en los Estados Unidos como en la comunidad internacional. La guerra continuaba a pesar de que, a partir del 13 de mayo de 1968, comenzaron las conversaciones de paz entre los Estados Unidos y los representantes de Vietnam, en París. Protestas estudiantiles en oposición al servicio militar obligatorio y a la guerra afloraban en las principales instituciones universitarias de la nación. La toma de edificios administrativos, las marchas, la colocación de explosivos en laboratorios científicos y la quema de tarjetas del servicio militar estuvieron a la orden del día. Para colmo de males, el 6 de junio de 1968 los estudiantes perdieron un aliado en su oposición a la guerra, con el asesinato de Robert F. Kennedy, uno de los principales críticos de la intervención en Vietnam y seguro candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos.78 Por último, entre tantos otros grupos que se rebelaron, estaban los «hijos


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de las flores», como se autodenominaban los «hippies», que, con sus ropas raídas, deshilachadas, y de colores llamativos, proclamaban la paz y el amor, a la vez que ponían en tela de juicio los valores de la clase media, predilecta de la administración Nixon. Para ellos, la cultura en que estaban inmersos era hueca, superficial, vana, y alejada de la propia riqueza espiritual que brindaba la naturaleza. Al fin y al cabo, todos aquellos grupos, integrados en su mayoría por jóvenes, con una destacada participación de la mujer, representaron una contracultura, y estaban vinculados entre sí por algunos de los principales temas del momento: el rechazo a los valores de la clase media, la oposición a la guerra y la lucha a favor de los derechos civiles. A éstos se le añadió un elemento más: la lucha feminista por la igualdad entre el hombre y la mujer. En definitiva, los tiempos que corrían favorecían una atmósfera militante, cuyos discursos de protesta repercutieron en los más recónditos lugares del orbe, incluyendo la isla de Puerto Rico. La historia de la universidad puertorriqueña se inserta en ese mundo de transformaciones dramáticas y radicales. La controversia en torno al estatus político de Puerto Rico exacerbaba aún más la animosidad que se gestaba dentro de los confines de la sociedad puertorriqueña.

Las asimiladas influencias extranjeras, mayormente las de inspiración marxistaleninista, hicieron más aguda la tensión. Una vez más, los estudiantes independentistas, principalmente los del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, eran los más prestos a rebelarse, muchos de ellos, fervientes seguidores de estas corrientes de izquierda. A lo largo del siglo XX habían sido protagonistas de una larga historia de luchas políticas, algunas de las cuales culminaron en confrontaciones armadas con la policía como la huelga estudiantil de 1948, a la que ya hemos aludido. A finales de la década de los cincuenta, y al fundarse la Federación Universitarios Pro Independencia (FUPI), la Universidad fue el escenario de un intenso y más abundante reclutamiento de estudiantes para la causa de la independencia por un grupo de estudiantes que pertenecían al Partido Independentista Puertorriqueño y al Movimiento Pro Independencia.79 Al decir del entonces secretario general del MPI, Juan Mari Brás, la Universidad, durante todo este siglo, había sido «bastión para la independencia de este país», y además, «el caudal donde han surgido los últimos cuadros para la lucha independentista de Puerto Rico».80 A fines de septiembre de 1967, tras un motín, la policía entró al recinto

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universitario riopedrense, haciendo varios disparos contra los independentistas.81 Un grupo de 25 estudiantes fue juzgado y convicto de conspiración, motín y daños maliciosos.82 La sentencia se fijó para el 27 de febrero de 1969. Durante los meses de la campaña electoral de 1968, la agitación estudiantil mermó, pero era evidente el aumento de la oposición a la guerra de Vietnam, al servicio militar obligatorio y a la permanencia del Reserve Officer Training Corps (ROTC) en un edificio del mencionado campus. Así también, creció la sospecha de que el Movimiento Pro Independencia reclutaba universitarios y los enviaba a países comunistas para aprender técnicas de terrorismo, entre ellas la fabricación de bombas. Por cierto, dos atentados terroristas habían ocurrido en el edificio del ROTC. En uno de ellos, las autoridades encontraron una bomba de gran tamaño que, de haber estallado, lo hubiera derribado por completo.83 Complicada la situación política puertorriqueña por el fenómeno político del terrorismo, el país se vio acosado por huelgas, marchas, piquetes y otras manifestaciones de rebeldía por parte del estudiantado universitario, cuyo origen fue también el dilema del status político de Puerto Rico. En 1964, un piquete celebrado en el jardín de la residencia del rector Jaime Benítez culminó con

agresiones, intervención de la Policía Estatal e interrupción de las clases en varias facultades. Le siguieron otras manifestaciones, en una de las cuales hubo policías y estudiantes heridos, se incendió un vehículo de la Policía y se suspendieron las clases desde el 29 de octubre hasta el 5 de noviembre de ese año. En 1965, ocurrieron diez incidentes, sin más detalles significativos con respecto al quebrantamiento de la ley o del orden institucional. En 1966 ocurrió un altercado descrito como grave por la Universidad de Puerto Rico, cuando se agredió al periodista Miguel A. Santín, en ocasión de una conferencia que fuera a dictar en el mencionado recinto riopedrense. En 1967, se registró entre otros, un incidente frente al Teatro de la Universidad, que culminó con la interrupción de una parada militar en el campo atlético, y el 27 de septiembre del mismo año, ocurrió una refriega estudiantil, en donde se produjeron disparos, resultó muerta una persona, herido de bala un estudiante, lesionados 16 civiles y 38 policías, averiados varios vehículos y destruidos los cristales de la Biblioteca General y de la sucursal universitaria del Banco Popular. Al año siguiente (1968), se dieron varias manifestaciones, sin ocurrir ningún incidente de carácter grave.84 Pero el ambiente permanecía tenso en el campus de Río Piedras de la Universidad de

Manifestación en repudio al servicio militar obligatorio. (ECPRAONU).

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Puerto Rico. Los estudiantes independentistas, organizados, principalmente, por la mencionada Federación Universitaria Pro Independencia - filial estudiantil del Movimiento Pro Independencia, entonces de tendencia marxista-leninista - se preparaban para reanudar su lucha política, pospuesta durante el pasado período eleccionario. Para esos días (corría el año 1969), además de su militancia en contra de la presencia de profesores estadounidenses y de libros de texto en lengua inglesa, su mayor preocupación era el destino de los 16 independentistas convictos por conspiración, motín y daños maliciosos en los sucesos estudiantiles del 27 de septiembre de 1967. El incidente en cuestión fue provocado por una hoja suelta en la que la AUPE (Asociación Universitaria Pro Estadidad) acusaba injustificadamente a los miembros de la FUPI de distribuir drogas entre los estudiantes de escuela secundaria del área metropolitana. Los fupistas se indignaron y en la tarde del mismo día, a raíz de una confrontación, las fuerzas de asalto de la policía penetraron en los terrenos de la Universidad, disparando contra los estudiantes.85 El tribunal dictó sentencia el 27 de febrero de 1969. Por la severidad de la misma, se renovó inmediatamente la lucha universitaria. Como en el pasado reciente, la militancia de estudiantes miembros de la Asociación


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Universitaria Pro Estadidad, exacerbaba los ánimos de los independentistas. Habían transcurrido meses de tensión y conflictos entre los estudiantes independentistas y la administración del recinto riopedrense, encabezada por su presidente Jaime Benítez - principal figura universitaria de las últimas tres décadas - y el rector Abraham Díaz González, cuando, el 26 de septiembre de 1969, cientos de estudiantes se amotinaron e irrumpieron sorpresivamente en el edificio del ROTC.86 Para la FUPI, éste era el símbolo más patente de la imposición del Servicio Militar Obligatorio, de la guerra de Vietnam y de la presencia militar estadounidense en la isla. El programa de ciencias militares del ROTC contaba con 51 años de presencia en el recinto universitario de Río Piedras.87 Los desórdenes y actos de violencia comenzaron luego de un mitin de la FUPI en los terrenos del recinto. Los fupistas incendiaron y destruyeron parte del edificio del ROTC, dejando un saldo de diez personas heridas. El rector Díaz González fue presionado para que permitiera la entrada de la Policía estatal en el campus durante el asalto al edificio. Sin embargo, se negó a hacerlo por entender que, de haber entrado la fuerza policíaca al recinto, hubiese ocurrido una masacre y los estudiantes observadores se hubieran unido a los manifestantes.88 A fin de cuentas, siete

estudiantes fueron suspendidos durante 90 días por el rector Díaz González, y se emitieron quince órdenes de arresto por alegado incendio malicioso e incitación a motín. Posteriormente, se suspendieron las clases para facilitar los arrestos de los dirigentes estudiantiles y evitar otras protestas. El 7 de noviembre de 1969, se interrumpió desde la Universidad la marcha auspiciada por padres y estudiantes universitarios favorecedores del ROTC, que tuvo como consecuencia varios heridos por las pedradas cruzadas desde el interior y el exterior del campus universitario. En 1970, el 4 de marzo fue atacado e incendiado el edificio del ROTC, como culminación de unos incidentes de violencia, en los cuales resultaron heridas más de 50 personas. Las autoridades universitarias llamaron a la Policía Estatal, el 15 de octubre. El 11 de marzo de 1971 ocurrió otro incidente violento, dejando un saldo de tres personas muertas y un sinnúmero de personas heridas de bala.89 Mientras tanto, y ya desde el 7 de febrero de 1969, unos cien estudiantes del Puerto Rico Junior College montaron piquetes de protesta frente a la institución en Río Piedras, por alegadas «deficiencias administrativas».90 La protesta fue originada, según informaron varios estudiantes, porque la administración del Puerto Rico

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Junior College había negado el uso del teatro a los estudiantes, aunque con anterioridad se les había otorgado permiso para ello.91 Ese día, desde las 7:30 de la mañana, comenzaron a llegar los jóvenes al lugar del estacionamiento de la facultad del Colegio. Portando cartelones alusivos a la protesta, interrumpían el paso de los profesores que intentaban estacionar sus automóviles.92 Uno de los jóvenes explicó que por la falta de un lugar adecuado de estacionamiento en la institución, ellos se veían precisados a usar la calle frente al edificio del Junior College para estacionar sus carros. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en que «la facultad y la matrícula de la institución habían progresado en número, pero los servicios a éstos no habían sido ni mejorados ni aumentados a la par», según expresó a El Mundo un grupo de 17 jóvenes.93 Los cartelones de protesta hacían alusión a «las malas comidas», «falta de estacionamiento», «altos precios en los libros» y «aumento en el costo de la matrícula».94 La Administración se reunió con representantes del Consejo de Estudiantes y les prometió atender sus problemas de inmediato. Luego de unas tres horas, la protesta terminó.95 Sin embargo, la Administración suspendió a los estudiantes. Ana G. Méndez no iba a permitir que el Junior College fuese

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otro campo de batalla política estudiantil como lo era el de la Universidad de Puerto Rico. Como resultado, los estudiantes suspendidos llevaron una acción al Tribunal Federal del Distrito de Puerto Rico en San Juan, alegando que no se les había entregado copia de los cargos, lo que constituía una infracción de la antes referida Ley de Derechos Civiles de Estados Unidos. De la otra parte, los abogados del Junior College pidieron la desestimación de la acción por improcedente, ya que las garantías constitucionales invocadas eran de aplicación a los gobiernos y no a instituciones particulares, independientemente de que éstas recibieron ayuda estatal o federal.98 A lo anterior contestaron los abogados de los estudiantes señalando que el Junior College realizaba una labor pública, recibía fondos federales y estatales y actuaba como si fuese una institución gubernamental. Asimismo, que la Ley de Derechos Civiles protege a los ciudadanos americanos tanto de las actuaciones de particulares, como de las de agentes del gobierno. Sin embargo, el juez Hiram Cancio falló en contra del estudiantado.99 Por otro lado, en mayo de ese mismo año, un grupo de profesores del Puerto Rico Junior College acusó a la administración de esa institución de coartar

los derechos de la Facultad y de intervenir en la libertad académica. La protesta fue motivada por el despido de algunos miembros de la Facultad y los alegados informes de que otros profesores tampoco recibirán contrato para trabajar el año próximo. En el manifiesto del grupo en protesta se afirmó que en la institución no había normas, organismos ni procedimientos para decidir si un contrato era renovable o no.100 Observando con asombro todo lo que acontecía se encontraba Ana G. Méndez, quien reaccionó señalando que los estatutos del Puerto Rico Junior College impedían e impedirían que ningún profesor, administrador o estudiante la utilizase para hacer proselitismo político.101 Esta declaración se hizo durante las vistas públicas que comenzaron a celebrase en la Comisión de Derechos Civiles sobre la libertad académica en las Universidades privadas. Señalaba Ana G. Méndez que para los fundadores de esa institución «existía y existe una incompatibilidad entre la educación y la política, toda vez que el proceso educativo se desvirtuaría tan pronto la cátedra se convirtiese en instrumento de indoctrinación política».102

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«Es por esa razón de filosofía institucional que hemos prohibido y prohibiremos las organizaciones con fines políticos dentro del campus, las hojas o circulares de contenido político y las reuniones de carácter político o político partidista».103 Por otro lado, el vicepresidente y asesor legal del Puerto Rico Junior College, Juan Manuel García Passalacqua, en artículos publicados por la prensa insistía en el derecho de la institución privada de educación superior de imponer cualesquiera restricciones sobre las actividades y conducta de quienes en ella conviven. La relación, argumentó, era contractual y quien no deseara aceptar las restricciones impuestas, estaba en libertad de no ingresar.104


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N O TA S 1. De las 1519 fábricas abiertas para el 1963, 49 habían cerrado, perdiéndose proporcionalmente igual número de empleados. 2. Luis C. Fabre, Cincuenta años de historia económica en Puerto Rico (1913-1963), 233. 3. De las 2,385 fábricas establecidas a lo largo de los últimos veinte años, 830 habían cerrado. 4. Las oficinas centrales de la CORCO estaban en Puerto Rico. 5. Eugenio Látimer, La Autoridad, 441. 6. Claro está, había aumentado más rápidamente en proporción a la población rural. 7. Ibíd, 234. 8. Presupuesto - Año fiscal 1956. Estado Libre Asociado, 181. 9. Ibíd. 10. Angel G. Quintero Alfaro, Educación y cambio social en Puerto Rico, (Río Piedras: Editorial Universitario, 1974), 24. 11. Ibíd 12. Presupuesto - Año fiscal 1956. Estado Libre Asociado, 194. 13. Jaime Benítez, La Universidad del Futuro, (Río Piedras: Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico), 91. 14. Ibíd., 19-20. 15. Ibíd. 16. Francisco Carreras, Incógnita y revelación (Ponce: Editorial Universidad de Puerto Rico, 1981),73. 17. Ibíd. 18. Ibíd. 19. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 22 de octubre de 1962. 20. La Universidad de Puerto Rico con sus 18,000 alumnos continuaba, descollando como la principal institución de educación superior en la isla. Le seguía la Universidad Católica de Ponce con 2,500; la Universidad Interamericana con 1,500, el Puerto Rico Junior College con 850 y el Colegio del Sagrado Corazón con 224. 21. Ibíd. 22. Ibíd. 23. Laura Bover, Vivencia Histórica, 64. 24. Ibíd. Este complejo varió en sus funciones. Más tarde ubicaría en el primer piso, los servicios al estudiante, las oficinas del Decano de Estudiantes, de Salud, de Ayuda Económica, del Consejo de Estudiantes, de la directora del programa de Orientación, de orientadores y psicólogos, la oficina de imprenta, la librería y la cafetería, además de la sala de profesores. La Biblioteca, que extendió sus servicios para incluir modernos métodos audiovisuales, complementarios a la docencia, llegó a ocupar casi todo el segundo piso, exceptuando la sección de la sala de conferencias. La residencia de señoritas fue descontinuada en 1969. 25. Ibíd. 26. Ibíd. 27. Ibíd. 28. Faith Preston tenía un Bachillerato en Artes (1944) y una Maestría en Artes de la Universidad de Boston (1945). Entre sus

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C A L C E

( C A P I T U L O

haberes estaban los siguientes: había sido asistente graduada en la en 1944, recipiente de la. Warren Foundation Fellowship in Creative Writing (1955-1958), Directora del Departamento de Inglés en Endicott Kimopr College (1953-1954). Ya en el Puerto Rico Junior College fue directora del Departamento de Inglés (1955), Decana Asociada (1957); Decana de Administración (1959). 29. Estela Agramonte era egresada de Diploma Normal de la Habana, Cuba (1923); Se doctoró en Educación en la Universidad de la Habana con altos honores en 1930. Cursó Estudios Graduados en la Sorbona en París. Fue asistente de Español e Historia Colonial, en la Universidad de la Habana (1930-1933) y profesora de Literatura Española (1935-1961), Jefa del Departamento de Bachillerato (1945) en la Academia Ruston 1935-1961; Asistente de Profesor de Inglés Comercial, 1945; Profesora y Chairman del Departamento de Inglés, 1950. Gramática Comparativa Inglés-Español, 1946; Gramática y Composición Inglés, 1947; Metodología de la enseñanza moderna del lenguaje, 1948; Directora del programa de entrenamiento de maestras de Inglés, 1951; Sesión de verano de la Universidad de la Habana, 1946-1955; Proctor C.E.E.B. 1946 y E.T.S. 1948 examinations ! Lyceum Center, La Habana, 1946-1955. Profesora de Literatura de Inglés ! Universidad del Aire, C.M.Q. Radio, La Habana, 1951-1955. El 11 de diciembre de 1961, éste fue nombrada decana de estudios en el Puerto Rico Junior College. 30. Ana Ilia Noriega era egresada con un bachillerato en Educación de la Universidad de Puerto Rico (1955) y maestría de la Universidad de Nueva York en la misma disciplina (1959). Desde 1955, se empleaba como profesora en el Puerto Rico Junior College. 31. Con un bachillerato de la Universidad de Puerto Rico (1957), y una maestría de la Fletcher School of Law y un diploma de Tufts 1958 y 1959 ayudante de Luis Muñoz Marín, Harvard Law School, 1962; Ll. M.; Tulane Law School, 1967; Head of Reseach, Departamento de Estado, Estado Libre Asociado de Puerto Rico, 1959; Special Assistant to the Governor of Puerto Rico, 19621967; Consultant and Lecturer, 1961; American Council Fellow in Academic Administration, 1968-69. Libro de Actas de FEAGM, 12 de octubre de 1972. 32. Véase biografía de José F. Méndez en el Capítulo IV. 33. Carta del Presidente. Universidad Católica de Bayamón, agosto 1979, 3. 34. Ibíd. 35. El Día, 25 de junio de 1969, 2. 36. Análisis de los programas de asistencia económica para estudios universitarios, enero de 1997, 16. 37. Informe de la Comisión de Status, 349. 38. En uno de sus viajes a Washington, Ana G. Méndez tuvo conocimiento de leyes y donativos educacionales, tales como el National Defense Loan. El 13 de septiembre de 1962 comenzó con $25,000 para préstamos a estudiantes con promedio de 3.00. Se les dio oportunidad a los estudiantes interesados en el magisterio, con

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I I I ) 39. Ibíd. 40. El Mundo, 25 de junio de 1969, 1. El Día, 25 de junio de 1969, 2. 41. Ibíd. 42. Ibíd. 43. Ibíd. 44. Ibíd. 45. Libro de Actas de la Junta de Directores, 26 de enero de 1966. 46. El Mundo, 25 de junio de 1969, 1. 47. Puerto Rico Junior College - Bulletin for 1968-1969. 48. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 24 de octubre de 1966. 49. El estimado correspondía al 1968. 50. Libro de Actas de la Junta de Directores del PRJC, 14 de diciembre de 1966.Véase también Bohemia, 16 al 22 de octubre de 1972, No. 499, 124. 51. Con la nueva ley universitaria de 1966 (Ley Núm. 1), el Consejo Superior de Enseñanza pasó a llamarse Consejo de Educación Superior. 52. Libro de Actas de la Junta de Directores, 1 de marzo de 1967. 53. Catálogos Puerto Rico Junior College 1962-64, 1964-66 y 1968-70. 54. Angel G. Quintero Alfaro, Educación y cambio social en Puerto Rico, (Río Piedras: Editorial Universitaria, 1974), 78. El autor fue secretario del Departamento de Instrucción Pública de 19601968. 55. Libro de Actas de Junta de Directores, 27 de junio de 1969. 56. Véase Ivonne Acosta, Santa Juana y Mano Manca, auge y decadencia del azúcar en el Valle del Turabo en el siglo XX, Editorial Cultural, 1995, 137. 57. Libro de Actas de la Junta de Directores, 27 de junio de 1967. 58. Manual of Sugar Companies 1940 Eighteenth Edition FARR & Co. New York. 96. 59. Ibíd. 60. Libro de Actas de la Junta de Directores, 15 de enero de 1968. 61. Ibíd., 27 de junio de 1967. 62. Oscar L. Bunker, Caguas: Notas para su historia, (Santurce: Model Offset Printing), 92. 63. Libro de Actas de la Junta de Directores, 15 de enero de 1961. 64. El Mundo, 24 de noviembre de 1967, 19. 65. Informes de la Comisión de Derechos Civiles del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Años 1968-1972. Tomo I (Orford, New Hampshire, Equity: Publishing Corporation, 1973), 509. 66. Libro de Actas de la Junta de Directores, 27 de noviembre de 1969. 67. Ibíd. 68. MEMORANDO, preparado por Raúl Serrano Geyls el 27 de mayo de 1969. «El Puerto Rico Junior College es una asociación de fines no pecuniarios organizada bajo la Ley de 9 de marzo de 1911. Dicha ley fue derogada en 1956 y sustituida por una nueva

Ley de Corporaciones que se aplica tanto a las corporaciones de fines lucrativos como a aquellas que no tienen esos fines. Contiene algunas disposiciones especiales aplicables a estas últimas. Existen en la actualidad tres documentos que contienen las disposiciones que definen y rigen la asociación Puerto Rico Junior College. El primero es el acta de incorporación de 29 de junio de 1950. Este es un documento redactado en términos bien generales, que si bien era adecuado para la asociación establecida en la citada fecha, no se ajusta ya a la enorme y compleja organización que hoy existe. El segundo documento es un reglamento de la Junta de síndicos aprobado el 10 de mayo de 1966, el cual también requiere una extensa revisión. Debe aclararse que éste es un reglamento interno aprobado por la Junta para regir sus actividades. 69. Libro de Actas de la Junta de Directores, 15 de septiembre de 1971. Las fuentes de ingreso de la Fundación son las siguientes: pago de matrícula y cuotas por los estudiantes, intereses de su fondo de dotación («endowment»), donaciones y asignaciones federales y estatales. 70. Seguimos empleando el término «Junta de Directores». 71. Informe de la Comisión, 349. 72. Ileana García Ramírez de Arellano, Miguel Angel García Méndez, la trayectoria de un prócer, (Río Piedras: Publicaciones Puertorriqueñas, 1998), 13. 73. Ley Núm. 27, 18 de abril de 1929. Para enmendar las secciones 15, 21, 21ª, 28 y 35 de la Ley de Inscripciones y Elecciones, aprobada en junio de 1918 «. . . . y todo ciudadano de los Estados Unidos, varón o mujer, de 21 años de edad o más, el día de las elecciones, que sepa leer y escribir el idioma español o inglés, que no estuviere legalmente incapacitado y que hubiere residido durante un año con antelación a la fecha de las elecciones, en el municipio en donde se celebrare la elección, . . .» En 1935 se enmendó dicha ley y pasó el voto al alcance de todas las mujeres mayores de veintiún años de edad supiera o no leer y escribir. 74. Federico J. Modesto obtuvo su bachillerato en Ciencias Naturales con especialización en Biología y Química en la Universidad de Puerto Rico (1937-41). Luego obtuvo en dicha universidad sus licencias regulares de Maestro de Escuela Superior, Principal de Escuelas Superiores y Diploma Profesional como Administrador Escolar. También obtuvo el grado de Maestro en Artes en el Colegio de Maestros de la Universidad de Columbia en Nueva York. Más tarde tomó 30 créditos sobre el grado de Maestro en la Supervisión y Administración de Programas de Educación de Adultos en la Universidad de Nueva York dirigido hacia un Doctorado en Educación en la Administración de la Educación Superior. 75. El Día, 14 de abril de 1958, 5. 76. Alan Brinkley, Historia de Estados Unidos, (México: McGraw

Hill Interamericana, editores, S.A. de C.V., 1996), 683-684. 77. Ibíd, 671. 78. Ibíd, 682. 79. Consúltese Qué es la FUPI: breve recuento de los principios y actividades de la Federación de Estudiantes Pro Independencia (FUPI), editado por el Comité Ejecutivo de la FUPI del CAAM (30 de julio de 1971). La FUPI se fundó en 1958. 80. El Mundo, 22 de noviembre de 1969, 6A. 81. El Mundo, 16 de diciembre de 1968, 9. 82. El Mundo, 18 de febrero de 1968, 1A. 83. El Mundo, 23 de septiembre de 1968, 1; y 25 de septiembre, 8. 84. Informes de la Comisión de Derechos Civiles del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Años 1968-1972, Tomo I, (Orford, New Hampshire: Equity Publishing Corporation, 1973), 509. 85. El Mundo, 16 de diciembre de 1968, 9. 86. El Mundo, 27 de septiembre de 1969, 1A. 87. De hecho, desde 1960, el mismo era voluntario. 88. El Mundo, 27 de septiembre de 1969, 1A. 89. Informes de la Comisión de Derechos Civiles del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, 509-510. 90. El Mundo, 8 de febrero de 1969, 5. 91. Ibíd. 92. Ibíd. 93. Ibíd. 94. Ibíd. 95. Ibíd. 96. Ibíd. 97. Ibíd. 98. Ibíd. 99. Ibíd. 100. El Mundo, 23 de mayo de 1969, 10A. Silvia M. Maldonado declaró que no se le había renovado su contrato que había vencido el pasado mes de mayo debido a que su esposo, el licenciado Roberto José Maldonado, director de Servicios Legales, representó a un grupo de estudiantes que había sido suspendido por la institución el mes de febrero de 1969. El Mundo, 23 de septiembre de 1969, 3A. 101. Ibíd. Véase también, el texto completo en Informes de la Comisión de Estatutos. «El Artículo V de los estatutos tiene que ver con la facultad. La facultad tiene ciertos poderes legislativos indicados en dicho artículo, pero, la sección 4 del mismo artículo aclara que la presidenta puede suspender la acción sobre cualquier medida aprobada por la facultad hasta que sea considerada por el Consejo Administrativo y la Junta de Síndicos. El Manael de la Facultad, según la sección 6 del mismo artículo, es preparado por el decano académico y aprobado por el Consejo Administrativo. La facultad puede, en ciertas circunstancias, y si lo recomienda la Junta Académica, prestar asesoramiento sobre materias específicas incluidas en el manual de la facultad. La sección 16 de dicho artículo provee, que un miembro de la facultad puede expresar su opinión libremente,

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dentro o fuera del salón de clase, pero únicamente sobre temas dentro del campo de conocimiento que enseña. Debe además especificar que su opinión es personal y no institucional. La sección 17 exige, que los miembros de la facultad se abstendrán de involucrar a la institución en política partidista, controversias fútiles o publicidad dañina. Así también prohíbe que critiquen públicamente las normas («policies») del colegio sin antes enviar la crítica a la presidenta y dejar pasar un tiempo razonable. La sección 23 dispone, que ningún miembro de la facultad tomará parte en trabajo o actividad alguna fuera del Colegio, aún cuando no interfiera con sus obligaciones en el Colegio, sin antes obtener el permiso de la presidenta para tal trabajo. La sección 28 dispone, que tanto el profesor que tenga el propósito de separarse del Colegio así como el Colegio, cuando tenga el propósito de no renovar el nombramiento de un profesor, deben dar aviso con por lo menos treinta (30) días antes de la expiración del término del contrato. Según la Sección 29, cuando se quiera despedir a un profesor antes de la expiración de dicho término, deberá avisarsele por escrito, detallando los cargos y resumiendo la evidencia en su contra. Todo miembro de la facultad en tal caso, tendrá, además, derecho a una vista ante la Junta Académica, a la cual podrá asistir acompañado por un asesor o consejero. Los procedimientos habidos durante la vista serán grabados en forma magnetofónica o estenográfica. 102. El Mundo, 23 de mayo de 1969, 10A. 103. Ibíd. 104. Véase, The San Juan Star; 10 de septiembre de 1969 y 9 de diciembre de 1969.


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Capítulo 4

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La Transformación de la Fundación Educativa ANA G. MÉNDEZ (1970-1979) «Serena, tranquila, sonriente y llena de fe» Ana G. Méndez se retira1 n marzo de 1973, luego de sentir los primeros síntomas de una enfermedad que le aquejara a lo largo de sus últimos años de vida, Ana G. Méndez anunció su intención de retirarse como presidente del Puerto Rico Junior College. Al año siguiente, el 29 de enero de 1974, con gran prudencia y sabiduría, presentó a la Junta de Directores de la fundación educativa que llevaba su nombre un plan de transición de la presidencia que cumplió a cabalidad durante los próximos meses.2 El 25 de agosto de 1974, Méndez renunció a la presidencia. Se iniciaba un cambio de mando en la jerarquía de la institución, y una nueva generación se comprometía con su futuro. Durante los próximos meses se le escuchó decir que el futuro para la Fundación que llevaba su nombre, se arraigaba en la dedicación y amor de la nueva generación a la esencia de sus principios fundacionales.3 La misión de la Fundación, repetía sin cesar, no era otra

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Ana G. Méndez se retira tras una vida comprometida con la educación de excelencia para la juventud del país (c.1960). (AHSUAGM)

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«que la de servir al país».4 El compromiso era con una educación de excelencia para la juventud.5 Era pues, «una institución de servicio educativo a la sociedad puertorriqueña».6 Agregaba que había que mantener las puertas abiertas a los estudiantes excelentes y a los menos privilegiados. Su empeño entonces fue el de fortalecer las bases económicas del Puerto Rico Junior College y del Colegio Universitario del Turabo para beneficiar tanto a profesores como a estudiantes. Contribuyó al futuro de los alumnos más necesitados al crear por acta testamentaria una disposición por la cual legaba «la cantidad de $75,000 a la Fundación Educativa Ana G. Méndez, Inc., como fiduciaria de un fideicomiso», que quedó constituido a la fecha de su muerte bajo el nombre de «Ana G. Méndez Memorial Trust Fund». El fideicomiso se constituyó a perpetuidad y para fines caritativos de naturaleza educativa y docente.7 Pidió que el total de dichos $75,000 se invirtiera «en la institución

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bancaria que mejores intereses produzcan anualmente a juicio de su Junta de Directores de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, Inc. Se retendrá dicha cantidad de dinero así invertida por un término de dos años en forma tal que aumente su capital con el producto de sus intereses. A partir del cumplimiento de esos dos años, la Fundación Educativa Ana G. Méndez, Inc., como fiduciaria, dispondrá de los intereses anuales que todo el capital produzca para la ayuda de estudiantes pobres que cursen sus estudios en las instituciones afiliadas a la Fundación Educativa Ana G. Méndez Inc. A esos efectos, deberían crearse becas y asignarse a cada una de ellas la cantidad de dinero a recibir, según el mejor criterio de la Junta de Directores de la Fundación Educativa Ana G. Méndez Inc. Podrá disponerse solamente de lo que produzca anualmente dicho capital, manteniendo siempre intacto el capital acumulado por los $75,000 y los dos años de intereses. Ninguna parte de las ganancias netas del fideicomiso redundará en beneficio de persona particular alguna que no sea para los fines educativos expuestos».8 Por otro lado, Ana G. Méndez buscaba afanosamente fondos para financiar al mejoramiento académico de la facultad. Para 1971 contaba con tan sólo 2 profesores con grado de doctorado, 91 con maestría

y 74 con bachillerato. Por ello, para 1973 se inauguró el Programa de Doctorado en Educación establecido entre la Fundación Educativa Ana G. Méndez y la Universidad de Nova en el estado de la Florida. En sus inicios, un grupo de 15 profesores se beneficiaron de dicho programa.9 Por último, al dejar la presidencia manifestó que se marchaba «serena, tranquila y llena de fe»10 porque todos sabrían responder a José F. Méndez, quien habría de capitanear el transatlántico; «la Fundación Educativa Ana G. Méndez» hacia el futuro.11

José F. Méndez en su graduación de cuarto año de la Puerto Rico High School of Commerce.

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Cambio de mando: una nueva generación ara perpetuar el nombre de Ana G. Méndez, quien fuera el puntal principal en aquella ambiciosa obra, la Junta de Directores propuso que se le pusiera su nombre a la Fundación Educativa Ana G. Méndez, lo que fue aprobado por unanimidad. El 18 de mayo de 1973 se firmó el nuevo Certificado de Incorporación. Quedó manifiesto, una vez más, que la misión de la Fundación Educativa Ana G. Méndez era ofrecer educación a la juventud puertorriqueña, ayudándola a crear conciencia de servicio a la comunidad.12 Ese compromiso de servicio era el fundamento que sostenía a la Fundación como una institución sin propósitos de lucro ni de enriquecimiento personal. Su naturaleza jurídica le impedía emitir acciones de capital y le prohibía pagar dividendos. Los fondos y asignaciones que obtenía se utilizaban exclusivamente para ampliar las facilidades educativas y reclutar al personal idóneo que estimulara a los estudiantes en la búsqueda de la verdad. Para aquellos mismos días en que Ana G. Méndez anunciaba su retiro, la Junta de directores designó al vicepresidente de asuntos financieros de la institución, José F. Méndez, para cubrir la vacante. José, el benjamín de la familia Méndez González,

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había nacido en Santurce, el 9 de mayo de 1937. Se crió en la calle Tavárez y después, en la entonces recién inaugurada urbanización Baldrich de Hato Rey, Río Piedras. Su instrucción primaria la hizo en la Puerto Rico High School of Commerce y luego, la secundaria, en el Colegio San José de la Sociedad de María (SM) de los Marianistas, en Río Piedras. Aunque los estudios le ocupaban gran parte de su tiempo, no era raro verle junto a su padre en las cuadras de caballos de carreras del vecino hipódromo

El «cub scout» (cobito) José F. Méndez.

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Las Casas, y junto a su madre en la cafetería de la Puerto Rico High School of Commerce, calculando el número de lascas de jamón y queso que serían colocadas en cada bocadillo para que el negocio fuese rentable.13 En 1953, a instancias de su madre, José F. Méndez ingresó a The Citadel Military College en Charleston, Carolina del Sur. Luego de apenas un semestre en estudios de premédica, pasó a la facultad de Administración de Empresas. En Citadel, además de sus estudios formales en comercio, siguiendo los principios más fundamentales de la educación militar, destinados a la fuerza aérea, aprendió a definir sus objetivos y superar retos. Fue entrenado a ser precavido pero a nunca temer tomar decisiones. A ser arriesgado, pero con cautela, a emprender proyectos, a no conformarse con la mediocridad, a ser líder. Aprendió también, orden, pulcritud y disciplina, y en cuatro años nunca recibió un demérito. Tampoco se le vio caminar, como castigo, alrededor del cuadrángulo de Citadel. Durante sus cuatro años en Citadel, José F. Méndez se destacó, no sólo al alcanzar el grado de sargento sino, además, como capitán de los equipos de «volleyball»

José F. Méndez graduado de The Citadel (1957). (CYB).

y «ping-pong». Fue también miembro del Newman Club y ayudó a organizar el Puerto Rico Citadel Club.14 En 1957, el menor de la familia Méndez González se graduaba de Citadel para incorporarse a la sucursal de San Juan del Chase Manhattan Bank, oficina matriz de la empresa bancaria en Puerto Rico. Allí pasó por la división de nuevos negocios, en la que recorrió cada rincón de la institución.15 En este banco apenas permaneció un año, porque Ana G. Méndez lo llamó para encargarle la administración de la escuela superior privada Consuelo Escalona en Carolina, propiedad de la familia Méndez González. En 1967 fue reclutado nuevamente por su madre para ocupar el puesto de Decano de Administración del Puerto Rico Junior College. Dos años después, y mientras hacía sus estudios conducentes al grado de maestría en la sesión nocturna de la escuela graduada de Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico, fue nombrado asistente del vice presidente de asuntos financieros y ayudante de la

tesorera Juanita Ríos.16 Desde entonces, las finanzas de la institución fueron el fuerte de José F. Méndez. En 1971, al enfermar Juanita Ríos, y no haberse podido abrir nuevas cuentas, la Junta de Directores procedió a considerar el nombramiento de un tesorero interino.17 Toda vez que José F. Méndez ya representaba asuntos financieros en el Puerto Rico Junior College, se hizo la recomendación de que éste la sustituyera. Para entonces, la Junta ya le reconocía su desempeño en la planificación de las finanzas a corto o largo plazo, y su insistencia para que se concluyera un inventario en los programas

académicos, planta física y administración.18 También se le conocía por las medidas preventivas para evitar problemas económicos en el futuro desarrollo de la institución, así como para dilatar el impacto negativo en caso de un déficit presupuestario. Aunque hasta entonces no había habido déficit tal, gracias al presupuesto supletorio, el asunto no dejaba de preocupar al muy diligente y emprendedor hijo de Ana G. Méndez. Por último, José era propulsor del establecimiento de un banco estudiantil, como empresa auxiliar. Más recientemente, y desde la Comisión de Finanzas de la Junta de Directores, se interesaba por encontrar

Desde niño las carreras de caballos fue uno de los pasatiempos favoritos de José F. Méndez. En la foto a la izquierda José F. Méndez y su ejemplar Diamond, ganador de la carrera (1972). (AHSUAGM).

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solución al problema del desencaje entre las expectativas presupuestarias para un cierto número de estudiantes, y la cifra real de los matriculados, que, gracias al extraordinario crecimiento de la institución, excedía, y por mucho, la cantidad anticipada.19 Meses más tarde, en reunión del 23 de marzo de 1973, el presidente de la Junta de Directores, García Méndez propuso a José F. Méndez, ya tesorero de la institución, para ocupar el puesto de vicepresidente de Asuntos Financieros de la Fundación.20 A esta moción de García Méndez, se le añadió una enmienda por voz de Guillermo Irizarry que solicitaba que la

persona que ocupase el cargo de vicepresidente de Asuntos Financieros pasase a ocupar el cargo de vicepresidente de la Fundación y ocupase ambos cargos mientras no se nombrase un sucesor como vicepresidente de Finanzas.21 Así, tras el retiro de Ana G. Méndez el 28 de julio de 1974, José F. Méndez pasó a ser el presidente interino. El 26 de septiembre de 1974, García Méndez presentó otra moción, pero esta vez para que José F. Méndez fuera nombrado presidente de la institución.22 La misma fue secundada por voz del vicepresidente de Asuntos Académicos, García

Passalacqua. No hubo oposición, y quedó electo presidente. Minutos después, Guillermo Irizarry le hizo al joven educador la siguiente observación: «no creas que te hemos nombrado porque eres hijo de Ana G. Méndez, sino porque tienes la capacidad para ser presidente».23 De esa manera, José F. Méndez se convirtió en el segundo presidente de la ahora Fundación Educativa Ana G. Méndez.

José F. Méndez, presidente de la Fundación Educativa Ana G. Méndez junto a su estimado mentor Manuel García Méndez, presidente de la Junta de Directores, en la graduación del Puerto Rico Junior College, 1974. (AHSUAGM).

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La familia de José Méndez y Ana González de Méndez. De izquierda a derecha, abajo: Cathy Saar, Ray Saar, Ana Grecia Méndez, Ana G. Méndez, José Méndez Rivera, José Méndez hijo y Anita Díaz. De pie en mismo orden: Vickie Saar, Bill Saar, Dora Méndez, Enid Méndez, Jose F. Méndez, Grecia Méndez de Díaz, Rafael Díaz Bonnet, Rafael Díaz Méndez y Mimi Díaz Méndez.

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En el Valle del Turabo, comenzó la transformación de la Fundación Educativa Ana G. Méndez n los inicios de los años setenta, se hizo evidente que el recinto del Puerto Rico Junior College en el Valle del Turabo en Gurabo podía subsistir sin la ayuda académica de las recintos de Río Piedras y Cupey. En la reunión de diciembre de 1971, la Junta de Directores de la Fundación fue más allá cuando aprobó una propuesta académica para un colegio universitario. Ese año, se le dedicó la mayor parte de los esfuerzos de la Junta a la

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Llegada del gobernador Rafael Hernández Colón a la dedicación y bendición del Colegio Universitario del Turabo. Le acompaña Ana G. Méndez, 1973. (AHSUAGM).

planificación de dicho recinto. En otras palabras, se tomaron las medidas necesarias para hacer del Puerto Rico Junior College, en el Valle del Turabo, un colegio universitario de cuatro años. En reunión extraordinaria del 29 y 30 de enero de 1972, la Junta aprobó los estatutos. Se prepararon los reglamentos del nuevo colegio que habría de inaugurarse el 15 de agosto de 1972.24 De inmediato, también, se aprobó el nombramiento de un rector, que recayó en el muy experimentado Efraín Berríos, quien luego de tres años fue sustituido por el joven Decano de estudiantes de la institución y otrora ayudante del rector Federico Modesto, Juan M. González Lamela. Por otro lado, y a instancias del antropólogo Ricardo Alegría, director del Instituto de Cultura Puertorriqueña, y persona de gran relevancia en el mundo cultural e intelectual de la isla, se adoptó el nombre Colegio Universitario del Turabo.25 Alegría dio a conocer a la Junta de Directores, valiosos datos de los pobladores del histórico valle. Nacía pues, un nuevo recinto con una mística diferente.26 Su escudo incluyó cuatro imágenes gráficas. Al lado superior izquierdo se observa un paisaje del río y del Valle del Turabo, lugar de la campiña puertorriqueña donde se

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encuentra localizada la universidad. Como símbolo de lealtad y patriotismo, la parte superior derecha ostenta el escudo de Puerto Rico. Inmediatamente debajo se encuentra un cemí: manifestación cultural taína. El cemí tiene connotaciones místicas-religiosas y científicas, ya que se utilizaba como objeto de veneración y como instrumento de navegación (sextante). Por último,al extremo inferior izquierdo, la tradición cultural occidental aparece representada por la reina egipcia Nefertiti, esposa de Amenhotep (1329-1362 a.C.) quien fue una mujer excepcional en el arte y la cultura. El lema de la Universidad del Turabo es «Pensar es crear la luz de la vida».27 A paso seguido, la Fundación cerró con los bancos las negociaciones referentes al desarrollo físico del campus del Turabo. Se aprobó la emisión legal de bonos por un monto de $808,000 para sufragar parte del costo de construcción de sus edificaciones. Larry De Martino, de la ya nombrada Educational Facilities Laboratory, y por concesión de donación de Ford Foundation, preparó los planos para el desarrollo

La Universidad del Turabo concede grado honorífico «Profesor Emeritus» a Ricardo Alegría. De izquierda a derecha, Guillermo Irizarry Rubio, el rector Juan M. González Lamela, Ana G. Méndez, José F. Méndez y Ricardo Alegría.

arquitectónico del nuevo campus. Gracias a las ayudas federales, se comenzó la construcción del edificio que habría de proporcionar facilidades físicas para biblioteca y salones de clases. El edificio incluyó salones de ciencias, arte, idiomas, música, educación física y laboratorios de lenguaje, de biología, de física y química.28 Pese a lo ya adelantado en el terreno de la planificación arquitectónica, desde entonces se comenzó a discutir de un plan de diez años que comprendería la construcción de varios edificios.29 Este proyecto de construcción de nuevas facilidades físicas fue aprobado en agosto de 1978.30 La primera parte del proyecto se inició muy pronto, e incluyó la construcción

de un edificio para salones de clase, laboratorios y oficinas y facilidades para la facultad; un segundo edificio para el Centro de Desarrollo y Servicios para el Estudiante; un tercer edificio de usos múltiples y librería, y un cuarto edificio para mantenimiento y almacén. También, facilidades permanentes de estacionamiento para la comunidad colegial.31 Así fue como, tras pasar por un cuidadoso proceso de transición hacia la creación del Colegio Universitario del Turabo, el recinto de Gurabo-Caguas cumplió su quinto año de operaciones. El aumento en la matrícula de estudiantes fue un hecho decisivo en los planes inmediatos y futuros de la institución. Para el año

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académico de 1976-77, ésta fue de 4,445 estudiantes.32 El aumento en la matrícula (de un 20%), provenía mayormente de los pueblos limítrofes. Ello evidenciaba que el nuevo recinto le servía bien a una crecida población de bajo nivel socio-económico de la parte central de Puerto Rico. Por otro lado, la El rector Juan Manuel Lamela, pieza facultad aumentó a 36 González vital del desarrollo de la profesores, incluyendo Universidad del Turabo. los de tarea parcial. El (AHSUAGM). 40% de los profesores nuevos fueron reclutados como resultado del aumento en matrícula.33 Sin embargo la carga


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Cuadro IX Matrícula total del Colegio Universitario del Turabo 1972-1979 AÑO 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979

ESTUDIANTES 1,414 2,076 2,844 3,917 4,445 5,107 5,401 5,116

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años).

académica de éstos era menor que la de los profesores del Puerto Rico Junior College en Río Piedras. Para entonces, el colegio universitario ofrecía tres bachilleratos.34 Uno en Artes Liberales con concentración en Ciencias Sociales o Humanidades; un segundo en Educación con concentración en Educación Elemental, que hasta entonces había sido el favorito de Ana G.

Méndez, pues debido a la necesidad existente de maestros en la isla, creía ella que el futuro del Turabo debía ser el de un colegio para la preparación de estos (Teacher’s College);35 y un tercero en Administración Comercial, con concentración en Contabilidad y Gerencia. Además, el nuevo colegio ofrecería el grado Asociado en Artes Liberales con concentración en Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Humanidades, el grado Asociado en Artes en Educación con concentración en Edad Preescolar o Educación Elemental y el grado Asociado en Ciencias en Administración Comercial, con concentración en Contabilidad, Gerencia y Mercadeo. Se hicieron propuestas federales con miras a crear otros grados: un Bachillerato en Criminología y otro en Agrimensura, parecido al que ofrecía el Junior College.36 Se ofrecían por primera vez, Programas de Extensión y Sabatinos, para brindarle la oportunidad a los veteranos y adultos a estudiar un programa completo de 12 créditos, de acuerdo con sus necesidades, mientras trabajan durante el día.37 El Colegio ofrecía programas para dos y cuatro años de estudios universitarios. Durante los primeros días de febrero de 1976, el Colegio Universitario del Turabo y su rector González Lamela centralizaron su atención en el proceso eleccionario de representación obrera,

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patrocinado por la Asociación de Maestros Universitarios.38 Esta situación motivó prácticamente la paralización de los comités de trabajo de la facultad, ya que la mayoría de sus componentes se encontraba enfrascada en el proceso eleccionario. El mismo se llevó a cabo en un ambiente de cordialidad, respeto y legalidad. La elección se llevó a cabo el 13 de febrero bajo la supervisión de la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo con un resultado adverso para la Asociación (47 votos en contra de la unión y 20 votos a favor). Superada esa etapa inicial, los directores del Colegio Universitario del Turabo se dieron a la tarea de unir a la facultad en el espíritu de trabajo que demandaba este nuevo empeño en el quehacer universitario.

El superintendente de la Policía, Coronel Torres Masa visita el Puerto Rico Junior College para conocer el programa de ciencias policíacas y corrección (1973). (AHSUAGM)

Nace en Cupey el Colegio Universitario Metropolitano urante el 1979, los colegios afiliados a la Fundación Educativa Ana G. Méndez registraron una matrícula combinada de 12,279 estudiantes, lo cual la colocó como la segunda institución privada de nivel universitario en Puerto Rico. Se distribuían en 7,163 en el Puerto Rico Junior College y 5,116 en el Colegio Universitario del Turabo. La matrícula de estudiantes, en los dos recintos (Río Piedras y Cupey), del Puerto Rico Junior College, registró un aumento total de 2,399 estudiantes entre los años académicos de 1970-71 y el 197980.39 Para entonces y luego de varios años en el desempeño de sus funciones, la Junta de Directores de la Fundación, había aceptado con pesar, la renuncia del rector Federico J. Modesto.40 El haber elevado los salarios a la facultad así como haber sentado las pautas para mejorar su preparación académica fueron dos de sus principales y más valiosos aciertos. Hiram Puig fue nombrado rector, tomando posesión del cargo bajo los mejores auspicios. Su nombramiento produjo una reacción muy favorable en todos los sectores del colegio. Sin embargo, más allá de sus administradores, facultad y programas, varios cambios se perfilaban

D

en el horizonte del recinto de Cupey del Puerto Rico Junior College. Debido a que la misión de la Fundación era «servir y su compromiso era educar», según solía decir Ana G. Méndez, en el aspecto docente se tomaron nuevas medidas conducentes a beneficiar a los estudiantes más necesitados del país.41 Una de las más importantes fue el establecimiento del Instituto Experimental de Destrezas Universitarias en el Puerto Rico Junior College.42 En sus inicios, el Instituto atendió alrededor de quinientos estudiantes con deficiencias académicas Debido a una mayor demanda estudiantil de programas de cuatro años, se transformó el Puerto Rico Junior College en el Colegio Universitario Metropolitano, 1973. (PRJCC).

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y con problemas y necesidades de orientación vocacional. Se eliminó el requisito de 2.00 punto de índice académico para ingresar en la institución. De otro lado, se fortaleció el grado asociado en Educación, haciendo énfasis en las concentraciones de mayor demanda, como eran las de Educación Especial, Artes del Lenguaje, Pre Escolar y Enseñanza del Inglés. También se estableció un nuevo laboratorio de idiomas en el recinto de Río Piedras. El año académico 1977-1978 culminó con la adjudicación de grados académicos a 570 estudiantes, de los cuales 448 eran mujeres y 122 varones.43 No era de extrañar la feminización de la matrícula en el Puerto Ricio Junior College, pues, a lo largo de los años, la tasa de participación de la mujer puertorriqueña en la educación, fue más alta que la de los varones. El aumento iba asociado con la expansión de las carreras de Educación, Humanidades, Ciencias Sociales, Enfermería y Secretarial.44 Ese año, los grados de Enfermería y Secretarial registraron el mayor número de diplomas, ascendiendo a un total de 123.45 El ritmo de crecimiento rápido también se vinculaba al espacio abierto por la mujer en las profesiones que hasta entonces dominaban los hombres. En la reunión de la Junta de

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Directores de la Fundación del 9 de julio de 1977 se acordó la creación de un comité especial para que estudiase las opciones que tendría la Fundación Educativa Ana G. Méndez sobre la conveniencia o no de ofrecer cursos de bachillerato en la zona metropolitana de San Juan.46 Al cabo de unos meses, el comité presentó su recoCuadro X Matrícula total 1970-1979 Puerto Rico Junior College AÑO

ESTUDIANTES

1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979

4,006 4,764 4,178 4,643 5,353 5,691 6,115 7,133 7,692 7,163

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años).

mendación para la creación de un colegio universitario. Sustentó su posición con los siguientes argumentos. En primer lugar, se contaba con el respaldo de las ayudas federales para estudiantes, en particular los programas Becas Pell, que promovían cuatro años de estudios. En segundo lugar, al atraer a aquellos alumnos que no encontraban cabida en otros recintos, la matrícula del nuevo colegio tendría una garantía de estabilidad. En tercer lugar, existía la continua demanda de programas de cuatro años, por la superación académica que éstos brindaban. Los programas se añadirían al currículo sin menoscabo a los de dos años. De esta manera se estarían ofreciendo cursos universitarios al igual que en el Colegio Universitario del Turabo.47 Se pensó pues, en una nueva institución en el recinto de Cupey que, a partir de 1980 habría de llevar el nombre de Colegio Universitario Metropolitano. Su primer rector fue José Molina quien ocupó el cargo hasta 1983. Como parte de la expansión que se aproximaba, luego de arrendar por un par de años el edificio de la Escuela Amalia Marín, en las facilidades físicas del Recinto de Cupey, se adquirió un solar con un edificio de 1,200 metros cuadrados y adyacente a dicha escuela. Había otras

Graduación del Puerto Rico Junior College, 1979. Se reconoce a Ana G. Méndez (1979). (AHSUAGM).

perspectivas de compra y expansión en consideración. A paso seguido, el Programa de Enfermería en el Colegio Universitario se convirtió en el Instituto de Enfermería, al cumplirse su revisión curricular. Se preparó una propuesta para establecer el bachillerato en Ciencias de la Enfermería sin que esto conllevase la eliminación del grado asociado ya existente. También se trabajó en las propuestas para los nuevos ofrecimientos académicos de grados asociados en Tecnología Radiológica, en Prevención y Extinción de Incendios y en Sistemas de

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Información Computadorizados. Mientras tanto, los programas del Puerto Rico Junior College en Río Piedras con su reputación extraordinaria en la comunidad como institución de dos años allí permanecieron48 pero aquellos de mayor demanda (ej. Enfermería, Pedagogía) pasaron al Colegio Universitario Metropolitano. Así, a partir de agosto de 1980, el Puerto Rico Junior College quedó localizado en las avenidas Muñoz Rivera y Universidad, en Río Piedras, mientras que el recinto de Cupey, fue la sede del nuevo Colegio Universitario Metropolitano.49


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Sin embargo, tiempos borrascosos se acercaban al recinto de Río Piedras cuando se desató un conflicto obrero patronal de graves consecuencias para el ánimo y supervivencia de la institución. Ya desde 1974 se había organizado en el recinto de Río Piedras la Asociación de Maestros Universitarios. En la mañana del viernes 31 de octubre de 1975, se firmó un convenio colectivo entre la Asociación de Maestros Universitarios y la Fundación Educativa Ana G. Méndez.50 El convenio Firma del primer convenio colectivo entre la Fundación Educativa Ana G. Méndez y la Asociación de Maestros Universitarios (1975). (AHSUAGM).

colectivo fue ratificado por la Unión: 35 a favor y 1 en contra.51 Fue un momento trascendental, pues era la primera vez en Puerto Rico, en que un grupo de maestros de nivel universitario firmaba un convenio con una institución de enseñanza superior privada. Sin embargo, cuatro años más tarde, el 25 de abril de 1979, 38 profesores miembros de la Asociación se fueron a la huelga en el recinto de Río Piedras del Puerto Rico Junior College. La huelga se debió al reclamo de mejores condiciones de trabajo (entre ellas, la reducción de la carga académica de cinco cursos) y un sistema de

retiro y de salarios más elevados. Aquellos días constituyeron el bautismo de fuego de José F. Méndez, pues las consideraciones salariales y laborales que una vez tuvo la facultad con Ana G. Méndez, ya no las tendrían con él.52 Se estrenaba un escenario nuevo en el drama de las relaciones obrero patronales de la institución. Pese a la huelga, las clases continuaron gracias a la asistencia de la mayoría de los profesores, aunque en algunos casos se recurrió a profesores sustitutos. El primer día de huelga, la asistencia fue de un 65% de la facultad, el segundo día la asistencia fue de un 75% y el tercer día (27 de abril) hubo

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Escena del Programa de Enfermería, y de Ciencias Secretariales, 1973. (PRJCC). Dos programas medulares del Puerto Rico Junior College.

una asistencia casi completa. Doce días después, cuando los huelguistas quisieron regresar al trabajo, la Fundación Educativa Ana G. Méndez los despidió.53 La decisión de no reemplear a 38 profesores que se fueron a la huelga fue ratificada por la Junta Nacional del Trabajo. En su decisión, el juez Richard L. Denison determinó, en primera instancia, que la Asociación de Maestros Universitarios incidió en una práctica laboral ilícita al violar la sección 8 (d) de la ley Taft Hartley. Consistía dicha violación en que la Unión no notificó, con una antelación de treinta días, al Servicio Federal de Conciliación y Mediación, a través de su agente local, el Negociado de Conciliación del

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Departamento del Trabajo, la existencia de una disputa con la Fundación. Como consecuencia, los profesores que se fueron a la huelga y permanecieron en ella, perdieron su condición de empleados de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Este fue el resultado del cargo radicado por la Fundación contra la Unión. Los profesores reclamaron que no podían ser despedidos sin notificación previa o audiencias, según la prescripción de los estatutos institucionales. Amparados en este argumento, demandaron a la Fundación en el Tribunal Superior de Puerto Rico, Sala de San Juan, que decidió su reinstalación y compensación.54 En julio de 1982, la Fundación acudió al Tribunal

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Supremo de los Estados Unidos con una «Moción de reconsideración» de la decisión, pidiendo que le autorizara a entrar en los procedimientos de transacción necesarios en defensa de los intereses institucionales sin reposición, y se le autorizara, además, hacer las transacciones.55 La moción fue concedida por el más alto tribunal de justicia. Con posterioridad a dichos hechos, se logró una transacción con 13 de los demandantes, que desistieron de sus demandas ante la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo y el Tribunal Superior. Al transar, también aceptaban el derecho de la Fundación de reempleo selectivo.


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Las Becas Pell revolucionan pacíficamente la educación superior en Puerto Rico l inicio de los años setenta, el Puerto Rico Junior College se reafirmaba como una institución de estudiantes económicamente necesitados. Formaban parte de su cuerpo estudiantil jóvenes procedentes de la clase más pobre de Puerto Rico que acudían a las aulas necesitados de ayuda por conceptos de matrícula, libros, comida, transportación y ropa. El mencionado proyecto legislativo de 1969 (Ley 64 del 24 de junio de 1969), aunque fue un paso en la dirección correcta, no había aliviado el problema de falta de ayuda económica a los más necesitados. Para entonces, en la Fundación Educativa Ana G. Méndez un total de unos 3,000 estudiantes había solicitado ayuda económica. De éstos,

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Cuadro XI Desglose de los fondos disponibles durante el año 1971-1972 Fundación Educativa Ana G. Méndez Ayuda estatal 1. Fondo educacional 2. Becas legislativas 3. Préstamos garantizados

$ 865,000 230,000 595,508

Ayuda federal 1. Préstamos federales (N.D.S.L.) 2. Donativos - B.O.G. y Criminología 3. Estudios y trabajo - W.S.P. 4. Préstamos y donativos a estudiantes

160,500 117,082 54,820 47,814

Ayuda institucional 1. Fondo institucional 2. Becas atléticas 3. Becas administrativas

15,532 10,000 11,030

Otros fondos 1. Edith Prestons Fund 2. Women’s College Club 3. Consejo de Padres 4. Social Welfare

1,519 1,070 8,000 389

Fondos federales Concesión para becas Concesión para becas Enfermería Becas para Programa de Criminología Préstamos National Defense Préstamos Enfermería Programa estudio y trabajo

$ 80,800 31,050 36,600 103,196 30,809 35,626

318,081

Fondos del Estado Fondos legislativos Fondo educacional

223,300 207,000

430,300

Fuente: Informe del Puerto Rico Junior College 1970-1971.

sólo 2,272 la consiguieron. El 58% de la matrícula total recibía ayuda,56 con un promedio de $495 por estudiante. Pero esta cantidad ya no era suficiente. Por otro lado, debido a que el número de estudiantes fue creciendo en todas las universidades en una proporción mayor a la del número de becas, se dio el fenómeno de que las universidades privadas tuvieron que repartir la misma cantidad de dinero proveyente de becas entre un número considerablemente mayor de estudiantes. En 1972-73, los recursos totales de la mencionada Ley del Fondo Educacional sólo hubieran sido suficientes para atender el 26 porciento de las necesidades de los estudiantes elegibles.57 Posteriormente, para 1973-74, ya que los recursos del Fondo Educacional se estimaban en $1,500,000 y las necesidades de los estudiantes en alrededor de $8,0000,000 la Legislatura aprobó $3,000,000 para un total de $4,500,000.58 Por suerte, a raíz de la mencionada Ley 64 se le ordenó a un grupo de trabajo del Consejo Superior de Enseñanza que preparara sus recomendaciones sobre el tema de la ayuda económica estudiantil. El informe presentado por el grupo fue objeto de consideración y estudio por todas las partes concernidas. El Consejo, luego

Cuadro XII Proporción entre alumnos de la U.P.R. y las universidades privadas, 1940-1977 Año

U.P.R.

Universidades Privadas

1940 1950 1960 1969-70 1971-72 1972-73 1973-74 1974-75 1975-76 1976-77

4,987 11,348 18,223 37,839 43,609 42,941 45,600 51,832 51,061 50,225

439 1,149 6,306 19,188 26,851 30,935 36,000 42,541 54,413 58,625

8.09 9.19 25.71 33.65 38.11 41.87 44.12 45.08 52.00 53.85

Fuente: Francisco J. Carrera, Incógnita y revelación, (Ponce: Editorial Universidad Católica de Puerto Rico, 1981), 73.

de considerarlo, acordó encomendar al «College Board Scholarship Service» un estudio de todo sistema de ayuda de este tipo.59 El resultado arrojó un informe del vicepresidente del «College Entrance Examination Board» en Nueva York, John I. Kirkpatrick. El informe, sometido al Consejo Superior de Enseñanza, recomendaba cambios de gran importancia en la distribución y administración de la ayuda económica a estudiantes en todas las

La Universidad del Turabo (AHSUAGM)

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% de las privadas sobre el total

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universidades del país.60 Fueron varias las recomendaciones: En primer lugar, instalar un sistema equitativo y confiable para el análisis de las necesidades económicas de los estudiantes que pudiese ser utilizado por todas las universidades locales, y respaldar la adopción de tal sistema con un aumento sustancial de fondos para ayuda económica estudiantil.61 Kirkpatrick hacía, además, varias recomendaciones en relación con la administración del programa de


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préstamos bancarios a fin de mantener en constante observación y control el aumento en el volumen de estos préstamos. También pedía que se examinase cuidadosamente por qué menos varones (46 por ciento) que hembras, constituían la matrícula total de estudiantes universitarios en la isla, adelantando una posible causa para esta desproporción numérica: la falta de fondos en la familia y en los programas de ayuda económica.62 El informe proponía además un sistema integral con un comité de expertos que lo administrase. Por último, se recomendaba la sustitución del criterio del otorgamiento de becas a base del índice académico, por el de la necesidad económica del solicitante, siempre que éste fuera elegible.63 El Consejo de Educación Superior de Puerto Rico se manifestó partidario de ésta última recomendación.64 Durante 1972, el Consejo distribuyó alrededor de $,2,201,684 del presupuesto de su Fondo Educacional entre las universidades de la isla, tomando como criterio principal la necesidad económica de los solicitantes.65 Sin embargo, pese a los buenos augurios del estudio de Kirkpatrick, la ayuda que el Estado daba a los estudiantes de las universidades privadas, no guardaba proporción con el número de profesionales que egresaban de estas instituciones

para servir al Estado.66 En el año académico 1973-74, se solicitó del Gobierno de Puerto Rico, mediante la referida Ley 64 de 1969 (Ley del Fondo Educacional), la suma de $7,815,000 para ayudar a 24,100 estudiantes necesitados. Desafortunadamente, de esta suma, sólo se concedieron $4,300,000. Se calculaba que 24,000 estudiantes educados por el Estado a un costo de $2,500 por estudiantes le supondrían al Estado aproximadamente la

suma de 60 millones de dólares.67 Una forma de hacer frente a esta situación era la ayuda a las instituciones privadas, pues, según el estudio de Kirkpatrick, el costo promedio de estudiante en las universidades privadas en 1970 era de $940 y el de la universidad pública, excluyendo la Escuela de Medicina, era de $1,630.68 Se dedujo claramente que si el Gobierno invirtiese una cantidad más proporcionada de su presupuesto educativo en ayudar a los estudiantes de universidades privadas, lograría el objetivo de educarlos en instituciones que lo hacían casi a la mitad del costo de la del Estado.69 La educación universitaria en Puerto Rico había llegado a un callejón sin salida. Fue así, cuando en 1973 se aprobó en el Congreso de los Estados Unidos, por iniciativa legislativa del senador Claiborne Pell, un sistema de becas que cambiaría el futuro de la educación pública y privada en Puerto Rico.70 Se trataba del «Basic Educational Opportunity Grant», mejor conocido como las becas «BEOG» o becas Pell. Cualificaban para éstas los estudiantes subgraduados que demostraran extrema necesidad económica, y que estuviesen matriculados por lo menos a medio tiempo en un colegio o universidad.71 Esta beca supuso el primer eslabón en la cadena de distribución de fondos de

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ayuda. Muy pronto, casi todos los estudiantes que recibían asistencia económica se habían acogido a las becas Pell. Dado el caso que en Puerto Rico el nivel de ingreso familiar era más bajo que en los Estados Unidos, y que la proporción de familias bajo el nivel de pobreza era mayor, la proporción de estudiantes que cualificaban bajo el criterio de necesidad económica fue necesariamente mayor.72 Los efectos de este programa de becas no se hicieron esperar. Ya para el año siguiente, las becas BEOG se habían convertido en la principal fuente de apoyo

económico para los estudiantes de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. La Oficina de Ayudas al Estudiante de la Fundación recibió $8.3 millones del programa federal Pell. Ese año, también, se obtuvieron otros $2,333,498 de diversas ayudas económicas federales; el Fondo Educacional (Ley No. 64) asignó $1.1 millones y el Fondo Legislativo aportó $468,852 en otras ayudas estudiantiles.73 La oficina produjo, además, $269,111 en propuestas institucionales.74 Para el año académico 1975-76, la Oficina de Ayuda al Estudiante procesó

2,223 solicitudes de ayuda económica y 4,389 de las becas Pell para un total de 6,612 solicitudes. Se atendieron 5,196 estudiantes a quienes se les adjudicó $5,742,733 en el año. Debido a que el 80 por ciento del estudiantado recibía la beca Pell, José F. Méndez, Presidente de la Fundación negoció un préstamo a corto plazo para completar la cantidad que faltaba para cubrir dicha beca.75 Al año siguiente (1976-1977), los fondos federales de ayuda económica a estudiantes nuevamente registraron un aumento de $2,545,710, alcanzando la suma total de $12,345,645.76

Se reúne José F. Méndez con el Lcdo. Baltasar Corrada del Río y demás presidentes de universidades en torno al impacto de la Legislación y los Programas Federales sobre la reeducación puertorriqueña, 1977. (AHSUAGM).

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La Fundación Ana G. Méndez mira hacia el futuro con el Plan Maestro Institucional de 1979 l inicio de los setenta, los cambios que se suscitaban en Puerto Rico eran rápidos y complejos. Factores culturales, económicos y sociales matizaban la vida del pueblo puertorriqueño, dándole unas características muy particulares.77 Luego de tres décadas de dominio de un sólo partido, Puerto Rico entraba a la era del poder político compartido, muestra de madurez democrática. Las instituciones de la Fundación Educativa Ana G. Méndez tuvieron que desarrollar y utilizar técnicas de planificación que les permitiesen hacer el mejor uso posible de sus recursos humanos, físicos y económicos para cumplir con su misión. Cuando José F. Méndez asumió la presidencia en 1974, tuvo la firme convicción de que la Fundación Educativa, a fin de adelantar las fronteras de su progreso, necesitaba la formulación de unos objetivos a largo plazo, juntamente con un plan maestro para alcanzarlos. Por ello, durante la reunión de la Junta de Directores del 29 de abril de 1976, el Director del «Master Plan Development» de la Universidad del Estado de Nueva York, el Dr. Michael J. Reynolds, quien hizo una detallada exposición de su propuesta de un Plan Maestro para la Fundación Educativa

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Ana G. Méndez, fue objeto de numerosas preguntas y comentarios. Una propuesta final para desarrollar un Plan Maestro fue sometida y aprobada por la Junta de Directores el 12 de junio de 1976.79 El Plan Maestro proyectado era ambicioso y de singular importancia para la vida institucional de la Fundación. Permitiría precisar cuán buenos habían sido en su gestión educativa, y hacia dónde se dirigían.

También reflejaría sus metas para el futuro y determinaría si el Colegio Universitario del Turabo podía y debía transformarse en una universidad. Por último, era la manera de afianzar fuera de toda duda, la excelencia académica del sistema educativo Ana G. Méndez. Como una de sus primeras gestiones y actuaciones para el inicio y desarrollo de este plan, la Junta creó un Comité Timón

Reunión de la Junta de Directores: de izquierda a derecha, de pie, Carlos Toro, Héctor Jiménez Juarbe, Dennis Trigo Margarida, Antonio Amadeo Murga y Luis González Monclova. Sentados, en ese mismo orden: Armando Figueroa Toro, José F. Méndez, Guillermo Irizarry Rubio, Ana G. Méndez, Juan Manuel García Passalacqua y María Rodríguez Quetglas, 1979. (AHSUAGM).

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Central, integrado por José F. Méndez, como presidente, y otros miembros como Federico J. Modesto, rector del Puerto Rico Junior College, Juan Manuel González Lamela, rector del Colegio Universitario del Turabo y Ana Ilia Noriega, directora de Planes y Desarrollo.80 Por los próximos dos años (de 1977 a 1979) el Comité Timón Central ponderó diversas cuestiones relacionadas con la misión de la Fundación.81 Se proveyeron guías para coordinar esfuerzos y organizar actividades que permitiesen lograr unas metas a largo plazo en las áreas de matrícula, programas académicos, métodos de enseñanza, servicios para el desarrollo de los estudiantes y para el profesorado, facilidades físicas, investigación institucional y educación. El proceso garantizó una participación amplia, franca y espontánea de los diferentes sectores que formaban la comunidad universitaria, que le dieron cuerpo, vida y sustancia al proceso. Ello hizo posible que la Junta revisase la misión de la Fundación y los propósitos de la Junta de Directores. El 18 de julio de 1979 fue un día histórico para la Fundación. La Junta de Directores aprobó el Plan Maestro Institucional y procedió a implantarlo a inicios del siguiente año académico 1979-1980.

Asimismo se establecieron los parámetros y directrices de desarrollo del Puerto Rico Junior College y del Colegio Universitario del Turabo en las áreas de matrícula, programas académicos, métodos de enseñanza, servicios para el desarrollo del estudiante y para la facultad, instalaciones físicas, investigación institucional, educación continuada y finanzas. Tratándose de un plan dinámico, el documento se concibió como una herramienta de trabajo y fue obvio que fuera objeto, año tras año, de aquellas enmiendas, Manuel García Méndez, presidente de la Junta de Directores, recibe copia del Informe del Plan Maestro. Observan de izquierda a derecha, Guillermo Irizarry Rubio, Manuel García Méndez, José F. Méndez y Juan Manuel García Passalacqua.

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añadidos y modificaciones que un mundo cambiante exige. La frase que mejor caracterizó sus gestiones fue «Crecimiento Horizontal». Se llevó a cabo un crecimiento calculado y ajustado a sus necesidades. Cada institución afiliada elaboró sus propias proyecciones a tono con la política trazada por la Junta de Directores. Así ya la Fundación pudo encarar el futuro con optimismo. A partir de la consolidación y el fortalecimiento de lo logrado tendió un puente hacia el porvenir.82


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La Fundación Educativa Ana G. Méndez entra en la era de la informática

Ceremonia de ingreso de la Sociedad de Honor Phi Etha Kappa, 1973. (PRJCC).

tro de los objetivos innovadores dentro del Plan Maestro de la Fundación Educativa fue el de otorgar prioridad al uso de los recursos automatizados con el fin de optimizar los servicios académicos y administrativos. El empleo de los sistemas computadorizados fue considerado un instrumento vital para el desarrollo institucional, el mejoramiento de sus ofrecimientos académicos, los métodos y técnicas de enseñanza y de la calidad académica de las instituciones

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educativas adscritas a la Fundación. Se planificó su uso para el desarrollo integral del estudiante y el mejoramiento profesional de la facultad. En 1978, se creó el Centro de Sistemas de Información (CSI) al que José F. Méndez le dio especial atención. Sin embargo, la Fundación no contaba aún con los recursos humanos para dirigir, supervisar y llevar a cabo el proceso de automatización. La Junta de Directores se dio entonces a la tarea de conseguir una empresa de prestigio y experiencia en

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el campo de los sistemas de cómputos en comunidades universitarias. La búsqueda los llevó a contratar a Systems & Computer Technology (SCT), corporación con sede en Filadelfia, para que administrase el Centro de Sistemas de Información, proveyese el personal necesario y supervisase todas las actividades concernientes a la informática. Los excelentes servicios de esta compañía le permitieron a la Fundación Educativa Ana G. Méndez lograr aumentos dramáticos tanto en la cantidad como en la calidad de los servicios administrativos y financieros que beneficiaban tanto a la facultad como al estudiantado. Asimismo, fue notable su ingerencia en la obtención rápida y confiable de datos y estadísticas para las proyecciones, estudios e investigaciones del sistema educativo. Indiscutiblemente se había iniciado una fase avanzada de desarrollo de los servicios académicos a través de la informática.83 Los próximos tres años traerían consigo la experiencia excitante de la modernidad. Ese período de «transición tecnológica» puso a prueba la capacidad de colaboración y coordinación entre Systems & Computer Technology y la Fundación para realizar una labor de conjunto. Después de años de ajustes, y con

La Transformación de la Fundación Educativa

la computadorización de todo el sistema de contabilidad, la Fundación Educativa Ana G. Méndez finalmente entraba en la era de la informática. Ello trajo como consecuencia el que los informes financieros se prepararan mensalmente, facilitando la toma de decisiones gerenciales a tiempo.84 El Centro de Sistemas de Información implantó y desarrollo cinco nuevos proyectos, a saber: Contabilidad General y Presupuesto, Admisiones a través de terminales, Ayuda Económica, Tesorería y Sistema de Respuestas de Prescripción Variable (SRPV) del Centro de Estudios Televisados.85 Por primera vez, se preparó el diseño de sistemas y la programación de los informes estadísticos. Entre éstos,

figuraban los informes estadísticos de notas y los informes estadísticos de admisiones. Al mismo tiempo se modificaron los programas existentes de computación y se procedió a trabajar paralelamente el sistema actual de contabilidad. A partir del 1 de septiembre de 1978, el sistema de Presupuesto, quedó totalmente computadorizado. Al año siguiente, se adquirió una computadora de la compañía Digital Equipment Corporation, modelo VAX 11/780. Se trataba de un sistema de gran potencia, muy utilizado en instituciones educativas. Con él se procesaron las solicitudes administrativas fundamentales. Al año siguiente se adquirió una segunda

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computadora modelo VAX 111/780, para servicios académicos y otras para inventario de la propiedad y la librería. Mientras tanto, se localizó el nuevo Centro de Cómputos en el primer piso del edificio principal de Administración (Edificio Jesús T. Piñero). Para el inicio del año entrante (1980), ya era una realidad la instalación de cuarenta terminales de las cuales 33 operaban en las oficinas de sus usuarios: doce en el Puerto Rico Junior College, doce en el Colegio Universitario del Turabo y nueve en el Colegio Universitario Metropolitano.


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N O TA S 1. AHAGM, Ana G. Méndez. Memorando, 11 de mayo de 1974. 2. Libro de Actas de la Junta de Directores de la Fundación Ana G. Méndez (FAGM), 29 de enero de 1974. 3. Laura Bover, Vivencia histórica, 82. Esta visión de futuro aparece recogida en una entrevista que la autora le hizo a Ana G. Méndez en abril de 1974. 4. El Mundo, 10 de mayo de 1974, 2 SE. 5. Ibíd. 6. Ibíd. 7. Acta testamentaria. Escritura número doce, sobre Testamento Abierto, otorgada en San Juan, Puerto Rico el 20 de octubre de 1977, ante el notario público Genovevo Meléndez Carrucini, la cual consta inscrita en el Registro de Poderes y Testamentos del Tribunal Supremo de Puerto Rico, bajo el número 81-356; 8. Ibíd. 9. Libro de Actas de la Junta de Directores de FEAGM, 9 de agosto se 1973. 10. AHAGM, Ana G. Méndez. Memorando, 11 de mayo de 1974. 11. Ibíd. 12. 1977-78 Informe del presidente a la Fundación Educativa Ana G. Méndez, p.3 13. Guillermo A. Baralt entrevista a José F. Méndez, 27 de marzo de 2003. También se consultó el Curriculum Vitae de José F. Méndez en los archivos del Sistema Universitario Ana G. Méndez, 2003. 14. The First Class - The Citadel Yearbook, 1957. 15. El Mundo, 23 de febrero de 1986, 54. 16. El tema de tesis que para entonces trabajaba José F. Méndez era la Administración del gobernador Jesús T. Piñero. 17. Libro de Actas Puerto Rico Junior College, 16 de noviembre de 1971. 18. Ibíd.

A L

C A L C E

( C A P I T U L O

19. Libro de Actas Puerto Rico Junior College, 26 de octubre de 1973. 20. Ibíd., 23, 24, y 25 de marzo de 1973. Posteriormente, Juan Manuel García Passalacqua presentó su renuncia a la vicepresidencia de la Fundación. 21. Ibíd. 22. Ibíd. 23. Guillermo A. Baralt entrevista a José F. Méndez, 14 de mayo de 2003. 24. Libro de Actas de la Junta de Directores, 30 de enero de 1972. 25. Libro de Actas del Puerto Rico Junior College, 29-30 de enero de 1972. 26. Informe del presidente a la Junta de Directores 1976-77, 8, 29-30 de enero de 1972. 27. Esta frase figura en la obra «Pensamientos», original del escritor puertorriqueño José Coll Cuchí. 28. Informe del presidente a la Junta de Directores - 1976-77, 8-9. El proyecto de construcción fue aprobado en agosto de 1978 y la solicitud preliminar de préstamo de cuatro millones está en trámites ante la FHA para la construcción de las facilidades del Colegio Universitario del Turabo. 29. Informe del presidente a la Junta de directores - 1977-78. 30. Informe del presidente a la Junta de Directores - 1978-1979, 15, 21. 31. Ibíd. 32. El Colegio Universitario del Turabo registró una matrícula de 5,116 estudiantes en el primer semestre y 5,062 en el segundo. Informe del presidente a la Fundación Ana G. Méndez - 1979-80, 20. 33. El Mundo, 18 de mayo de 1973, 16. 34. Informe del Presidente de la Fundación Ana G. Méndez, 1975-1976, 11. 35. El Mundo, 10 de mayo de 1974, 25E. 36. Informe del presidente de la Fundación Educativa Ana G. Méndez 1976-77.

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I V ) 37. Informe del presidente de la Fundación Educativa Ana G. Méndez 1975-76, 11. 38. Ibíd. 39. Las admisiones por Facultad en el Puerto Rico Junior College en sus recintos de Río Piedras y Cupey fueron las siguientes en 1970: Artes Liberales Educación Administración Comercial Secretarial Enfermería Récords Médicos Asistente Bibliotecaria «Ahead in College» O.C.A Total de admisiones Se graduaron 387 estudiantes

48 384 302 108 87 37 6 167 35 1,974

40. Informe del presidente a la Junta de Directores - 1976-77, 11. 41. El Mundo, 16 de mayo de 1974, 2 SE. 42. Informe del presidente del Puerto Rico Junior College 1976-77. 43. Informe del presidente a la Fundación Ana G. Méndez 19771978, 17. 44. Nótese que este fenómeno ocurría en todas las universidades del país. Según el Censo General de habitantes de Puerto Rico en 1970, había 1,382,084 mujeres y 1,329,949 hombres. La proporción del sexo

femenino era de 51 por ciento y la del sexo masculino era de 49 por ciento. 45. Ibíd. 46. Informe del presidente de la Junta de Directores - 1978-1979, 9. 47. Véase próxima sección de este capítulo dedicada a la historia del Colegio Universitario del Turabo. 48. Informe del presidente a la Junta de Directores, 1978-1979,. 10, 11 49. Informe del presidente a Fundación Ana G. Méndez, 1979-80, 16, 17. 50. Informe del presidente Fundación Educativa Ana G. Méndez, 197576, 3. 51. Libro de Actas de la Junta de Directores, 30 de octubre de 1975. 52. Véase capítulo IV, página 102. 53. Suárez, et al, vs. Fundación Educativa Ana G. Méndez, etc., No. 0-82362, 18 de enero de 1983. 54. Ibíd. 55. Ibíd. 56. Informe del Puerto Rico Junior College, 1970-1971. 57. Francisco Carreras, Incógnita y revelación, 73. 58. Ibíd. 59. AHFAGM. Palabras pronunciadas por el presidente del Consejo de Educación Superior, Ingeniero Juan José Jiménez, en ocasión del homenaje rendido a la Sra. Ana G. Méndez. 6 de abril de 1972. 60. El Mundo, 22 de abril de 1971, 1. 61. Ibíd. 62. Ibíd. 63. El Imparcial, 22 de abril de 1971, 1. 64. El Nuevo Día, 29 de octubre de 1971, 12. 65. El Mundo, 15 de mayo de 1971, 1. 66. Francisco J. Carreras. 67. Ibíd. 68. Ibíd.

69. Ibíd. 70. Consejo de Educación Superior, Análisis de los programas de asistencia económica para estudios universitarios, enero 1997, 225. 71. Ibíd. 72. Ibíd., 14. 73. Informe del presidente Fundación Educativa Ana G. Méndez, 197576, 7. 74. Ibíd., 9. 75. Informe del presidente a la Junta de Directores, 1975-76, 21. 76. Informe del presidente, 1976-77. 77. Libro de Actas, 28 de abril de 1977. 78. Informe del presidente de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, 1975-76, 3. 79. Informe del presidente de la Fundación Ana G. Méndez, 1979-80, 12 y 13. 80. Entre las responsabilidades de este Comité Timón Central se encontraba las siguientes: 1. Establecer el procedimiento a seguir en el desarrollo del Plan Maestro, incluyendo la organización de los siguientes Comités de Trabajo: Comité Timón a nivel de Colegio, sub comités a nivel de Colegio, y sub comités que respondieran directamente al Comité Timón Central aprobado por la Junta. 2. Establecer las responsabilidades de cada comité de trabajo. 3. Preparar un calendario de trabajo a utilizarse en el desarrollo del Plan Maestro. 4. Preparar formas impresas a ser utilizadas por los diferentes comités de trabajo que garantizacen la uniformidad en la pre sentación de sus informes. 81. La Fundación Phelps-Stokes de Estados Unidos ofreció un asesoramiento técnico a los integrantes de los comités de que tenían que ver

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con la formulación del Plan Maestro Institucional. Informe del presidente a la Junta de Directores 1978-1979, 7. 82. Informe del presidente a la Fundación Ana G. Méndez, 19771978, 24. 83. Informe del presidente a Fundación Educativa Ana G. Méndez, 197980, p. 10, 11 84. Informe del presidente a la Fundación Educativa Ana G. Méndez, 1977-78, p. 8 85. Ibíd., 13.


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Capítulo 5

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Luego de un Lustro de Crecimiento Extraordinario, EL REAJUSTE (1980-1989) Una isla desencantada n el devenir histórico de los años ochenta, la educación de la juventud puertorriqueña -a todos los nivelesse confrontó con una sociedad caracterizada por la corrupción entronizada en segmentos de importancia de la policía y en el Gobierno, por el terrorismo político, tanto de la izquierda como de la derecha, el tráfico y consumo de drogas narcóticas, por las actividades del crimen organizado, el consumismo rampante y la superficialidad. Prevalecía en alto grado entre los jóvenes del país, la delincuencia y la deserción escolar.1 Hacía rato que la juventud puertorriqueña había perdido su inocencia. El país, a no ser por un puñado de próceres de una época no muy lejana y un reducido número de artistas y atletas, pareció no tener líderes con los mejores valores éticos y morales. A menudo, aquellos de quienes más se esperaba, por su origen de clase y educación formal, defraudaban al pueblo. El cinismo, la guachafita boricua, el jaiberismo oportunista, prevalecían ante

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todo, en un país en donde las cifras oficiales de desempleo rondaban el 20 por ciento y el número de beneficiarios de cupones de alimentos era cerca del 60 por ciento de la población. Mención aparte merecía el problema de la drogadicción y del tráfico de narcóticos. Este último, agravado porque la isla era punto de transbordo internacional entre Centro y Suramérica - centro de producción-, y la costa sur y este de los Estados Unidos -su destino final-. Estos males se habían comenzado a manifestar en la década de los años sesenta, y se habían intensificado, alcanzando «proporciones alarmantes».2 Desde la década de los años setenta, se comenzó a ver con claridad que el tráfico de drogas narcóticas estaba íntimamente relacionado con la ascendente criminalidad que azotaba al país. En poco tiempo, del 90 al 95 por ciento de los asesinatos que se cometían en la isla y se relacionaban con el crimen organizado, estaban vinculados con la droga. La

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adicción era la causa directa en el 70 por ciento de los escalamientos y de las apropiaciones ilegales. Pero, para sorpresa de muchos, en las operaciones y en las redadas de la policía aparecían los nombres de los más famosos artistas, de los más conocidos atletas y de los hijos de prominentes familias. El uso de drogas narcóticas había dejado de ser una experiencia exclusiva de las clases desposeídas. Desde hacía tiempo, lo era también de la clase acomodada del país. Ya desde su mensaje a la Séptima Asamblea Legislativa en diciembre de 1975, el gobernador Rafael Hernández Colón manifestó, en referencia a la lucha por el control del trasiego de drogas narcóticas, que «en Puerto Rico se está desatando una lucha desenfrenada de poder dentro del crimen organizado y muchos de los asesinatos registrados son los resultados de esa lucha interna entre criminales».3 Igual opinión manifestaba el superintendente de la policía, Astol Calero, quien más de una

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vez señaló que Puerto Rico estaba de lleno «en la cultura de la droga».4 «El traficante se enriquece con el negocio de drogas narcóticas mientras que el adicto tiene que robar, hurtar y escalar para conseguir dinero».5 A menudo, agregaba el superintendente, se implicaba a poderosas figuras políticas, policiacas y de la judicatura.6 Para 1980, según informes de la policía, en Puerto Rico se cometía un delito grave cada 9 minutos, un asesinato cada 20 horas, una violación cada 19 horas, un robo a mano armada cada 1 hora y 26 minutos, una agresión agravada cada hora y 25 minutos, un escalamiento cada 17 minutos, una apropiación ilegal cada 20 minutos y un hurto de auto cada 41 minutos.7 La «mafia puertorriqueña» campeaba por sus respetos en la isla. Los homicidios, asesinatos, violaciones, agresiones y la realidad insoslayable de que el crimen organizado había echado raíces profundas en la isla, hicieron a Puerto Rico «campeón mundial» de la criminalidad.8 Luego de dos brutales asesinatos de personas indefensas, se presentaron en el Senado catorce proyectos para una reforma integral al Código Penal del Estado Libre Asociado, respuesta al tétrico cuadro que producía el auge de la criminalidad en la isla.9 Sin embargo, la nueva legislación no fue un disuasivo. El número de crímenes

cometidos en la isla continuó en ascenso. En un estudio denominado «La Problemática de la Criminalidad en Puerto Rico», realizado por la Junta de Planificación, y en donde cada cinco años se diagnosticaban las principales dolencias sociales del país, se estableció que «no han sido exitosos los esfuerzos gubernamentales que se han desplegado para reducir la criminalidad en Puerto Rico».10 Su auge se atribuyó a «los niveles de control social; la baja prioridad de algunas agencias en su rol de prevención y de disuasión hacia el crimen, la falta de enfoques verdaderamente rehabilitativos, y la ineficiencia del sistema de justicia criminal en hacer cumplir la ley».11 En 1985 se cometieron en Puerto Rico 105,451 delitos graves (asesinatos, violaciones, agresiones y asaltos), la incidencia criminal más alta en los últimos 20 años. El estudio de la Junta de Planificación también pronosticó que los delitos contra la propiedad (escalamientos, apropiaciones y hurtos de automóviles), aumentarían en forma sin precedentes durante ese año, con una incidencia que fluctuaría entre 70,263 y 104,820 casos. Estas estadísticas, según la Junta, ubicaron a Puerto Rico «entre los países de mayor incidencia criminal en el mundo».12 Ante este cuadro trágico y pesimista, para la facultad, los administradores y empleados de la Fundación Educativa Ana

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G. Méndez, la educación se convirtió en una experiencia cada vez más retante, un acto de amor al prójimo, al futuro del país. Ofrecer una preparación académica de excelencia para los más necesitados, junto a una bien articulada orientación ciudadana, fueron los granos de arena que la Fundación Educativa Ana G. Méndez aportó al bienestar de Puerto Rico.


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En tiempos difíciles, un golpe mortal para la educación del país urante su primer mensaje al Congreso en 1981, el presidente Ronald Reagan anunció tiempos económicos difíciles para los Estados Unidos. Se anticipaba una tercera recesión, más fuerte que la de la década anterior. Reagan esbozó un programa económico que constaría de dos fases: la primera consistiría en la recuperación económica, basada en el concepto de la economía «del lado de la oferta»; la segunda, en equilibrar el presupuesto federal, cuyo déficit era multibillonario. Esta última fase significó recortes drásticos en la burocracia federal y, más todavía, en los programas de asistencia social. De acuerdo con lo que se conoció como «El Nuevo Federalismo», cada estado se responsabilizaría por sus programas de asistencia social. Se pretendía, con ello, sin aumentar las contribuciones, levantar las recaudaciones contributivas del Gobierno federal. El Congreso prepararía una larga lista de posibilidades que permitiesen recaudar unos $84.4 billones para el año fiscal 1983-1984. El propósito fundamental era reducir a cero el déficit de $210 mil millones en el presupuesto del Gobierno federal. El mensaje presidencial al Congreso retumbó violentamente en Puerto Rico, que todavía no se había recuperado de la recesión económica de la década anterior.

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Era difícil pensar en otro presidente que, en la historia de las relaciones de Estados Unidos y Puerto Rico, hubiera podido causar tanto daño a la isla con tan pocas palabras. La carga fue muy pesada para el país. Por ser una de las áreas más deprimidas de Estados Unidos, con tan sólo la mitad del ingreso per capita del estado más

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pobre -Mississippi-, muchos puertorriqueños eran elegibles para los programas de asistencia social en comparación con los habitantes pobres de otros estados. La dependencia de fondos federales - o «federalización de la economía insular»-, en constante ascenso desde 1970, representaba el 16 por ciento del ingreso bruto anual de la isla.13 ¡Y pensar que hacía apenas diez años los fondos representaron tan sólo el 2.1 por ciento!14 Para el verano de 1982, Puerto Rico mostró un deterioro avanzado en todas sus actividades económicas. Contaba, además, con una inflación acelerada que había disminuido el poder adquisitivo de las familias puertorriqueñas. A ello se sumaban un índice, sin precedente, de 21 por ciento de persistente desempleo, agravado por la abolición del Programa CETA; una deuda pública monstruosa de aproximadamente $6 billones; una agricultura en ruinas y abandonada; un récord en bancarrotas por cinco años consecutivos; la Commonwealth Oil Refining Co. al borde de la quiebra; crisis en la manufactura, cierre de fábricas y pérdida de empleos en las compañías cobijadas por Fomento; dependencia de fondos federales, que representaban la mitad de los ingresos insulares; alzas constantes en el costo de la vida; el Banco Crédito y Ahorro Ponceño y varios bancos de

capital puertorriqueño cerrados o al borde de la ruina, y la industria de la construcción - eje de la economía insular - paralizada. Uno de los efectos más fuertes de las reformas se manifestó tanto en los programas de educación elemental y secundaria, como en los préstamos y becas a estudiantes. El impacto fue devastador, pues de los 83,000 alumnos matriculados en las universidades públicas y privadas, alrededor de 50,000 recibían becas federales. Hemos visto que la Beca Pell, como las llamó el país, encabezaban la lista de ayudas federales para la educación universitaria.15 Desde que se inició en 1973, estas becas en dinero se concedían a estudiantes de nivel universitario para pagar estudios y otros gastos.16 Se ha insistido en que el incremento dramático de esos fondos educacionales había abierto las puertas de la educación universitaria a un segmento significativo de la población que permanecía prácticamente desatendido; específicamente, la población de bajos ingresos. Los ciudadanos en desventaja, habían tenido acceso a oportunidades educativas que les habían permitido subir en la escala social y escapar de la pobreza extrema. Estos grupos se veían privados anteriormente de obtener una educación tanto en el sistema público como en el privado.

José F. Méndez mientras se dirigía a los asistentes del Foro de Presidentes de Universidades. Sentados de izquierda a derecha: la profesora de UMET, Dra. Ana M. Delgado, Ramón A. Cruz, presidente de la Universidad Interamericana (UI); Dra. Cándida Acosta, decana de asuntos académicos de la Universidad del Sagrado Corazón; Padre Tosello Giangiacomo, presidente de la Universidad Católica; Padre Teodoro Veerkamps, presidente de la Junta de Síndicos de la Universidad Central de Bayamón.

Estos fondos habían significado la incorporación de estos estudiantes a la educación universitaria. Tal inversión facilitó y promovió su ingreso a la fuerza laboral productiva. Hizo posible también el logro de niveles más altos de productividad que beneficiaban la economía puertorriqueña. En la Universidad de Puerto Rico, los recortes retumbaron violentamente cuando se ordenó un alza en el costo de la matrícula. Allí los subsidios de las becas federales se hacían cargo de las deficiencias presupuestarias de la institución.17 La orden desató una huelga universitaria que se extendió desde septiembre de 1981 a febrero de 1982. Durante meses el campus riopedrense, bajo la vigilancia de la Fuerza de Choque de la Policía de Puerto Rico,

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pareció una ciudad en estado de sitio. Por otro lado, el efecto del programa de la Beca Pell sobre las instituciones de educación del sector privado, había sido muy significativo. La participación de este sector en dicho programa se había ampliado rápidamente, en comparación con la del sistema público de educación superior. Los datos para el año académico 1979-80 reflejaban que del total de estudiantes matriculados en todas las instituciones post secundarias acreditadas, el 58.5 por ciento pertenecía a las instituciones del sistema privado. Siete años antes, la matrícula de estas instituciones representaba solamente el 43 por ciento. La disponibilidad de fondos a través del programa de la Beca Pell creó una demanda por servicios educativos y como


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consecuencia, una demanda por mayores y mejores facilidades físicas, un profesorado y personal administrativo mejor preparado y por ende de más calidad. Además generó la necesidad de unos sistemas gerenciales creados epecialmente para responder a ese crecimiento. Como era de esperar, estas instituciones invirtieron fondos en todas estas áreas para poder brindar los mejores servicios y mantenerse funcionando exitosamente en el mercado educativo. Para José F. Méndez -quien mejor que nadie intuyó, desde un principio, los profundos cambios que la Beca Pell traería al país- manifestó que su súbita eliminación de alrededor de $12 millones tendría efectos devastadores sobre los estudiantes que se benefician, sobre las instituciones que proveían los servicios y sobre la comunidad en general.18 Reduciría, explicó Méndez, los niveles de matrícula, resultando afectados más dramáticamente, aquellos estudiantes de ingresos bajos, que no podrían absorber los costos crecientes de la educación superior.19 Significaría «empujar a estos individuos al vacío de una economía estancada que no reflejaba señales de recuperación en un futuro inmediato».20 Pero también implicaría «aumentar el desempleo de nuestra juventud sobre los niveles intolerables existentes, de alrededor del cuarenta por ciento». Más aún, agregó Méndez, se «agravarían los problemas

sociales como el crimen y uso de drogas narcóticas y otros que son resultados de la ociosidad, la pérdida de fe en elsistema y la destrucción de las expectativas que se habían forjado los jóvenes al entrar en el mundo de la educación universitaria».22 Por último, y como una vez había ocurrido en la isla, produciría un movimiento migratorio de un mercado con altos niveles de desempleo a otros más bajos en los Estados Unidos, dadas las condiciones de ciudadanía común y movimiento libre entre ambos lugares.23 La familia puertorriqueña quedaría dividida, entre los de allá («neoricans») y los de la isla. Para las instituciones privadas, añadió Méndez, la reducción drástica en la matrícula a niveles intolerables significaría grandes problemas económicos y hasta la bancarrota, con la consecuencia en muchos casos del cierre de la mayoría de éstas. Los compromisos financieros contraídos para mejorar los servicios educativos, que se hicieron tomando como base proyecciones de matrícula futura, no podrían honrarse. El resultado de todo esto sería la eliminación de la diversidad de oportunidades para el estudiante y el regreso a un sistema público monolítico. Por otro lado, la reducción del programa y eventualmente su eliminación, pospondría las consecuencias de esa acción hacia el futuro. Desmantelar el programa ahora o en el futuro cercano

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significaría la destrucción drástica o gradual de expectativas en el sistema de educación. En las instituciones afiliadas a la Fundación Educativa Ana G. Méndez el número de estudiantes que se beneficiaban de los programas de las Becas Pell aumentó de 1,209 en 1973 a 12,143 en 1980.24 Para entonces, aproximadamente el 95 por ciento de sus estudiantes recibían fondos de esta beca. La asignación de fondos fue de $463,451 y de $13,705,765 para ambos años, respectivamente. El 83 por ciento de su presupuesto provino de estos fondos. Aproximadamente el 66 por ciento de los estudiantes de la Fundación Educativa Ana G. Méndez pertenecía a familias con ingresos anuales bajo los $6,000, y el 87 por ciento a familias con ingresos anuales por debajo de los $10,000. Además de los bajos ingresos antes mencionados, el 51 por ciento de los estudiantes pertenecían a familias numerosas de 5 o más miembros. Dicho de la manera más sencilla, «estos fondos eran indispensables» para estos estudiantes.25 Estando así las cosas, la educación universitaria del país recibió un nuevo golpe. La administración Reagan-Bush, debido a sus deseos de allegarse nuevos recursos fiscales mediante las recaudaciones contributivas, prestó una mayor atención al informe anual que el

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Departamento del Tesoro preparaba con relación a la sección 936 del Código Federal de Rentas Internas.26 Prevalecía en la comunidad financiera del país un rumor que, de ser cierto, se decía podría traer consecuencias desastrosas.27 Para la primavera de ese año, los fondos de la sección 936 sumaron $4,000 millones, o dos quintas partes del total de los depósitos de la banca comercial de Puerto Rico, concentrándose principalmente en los bancos estadounidenses Chase Manhattan Bank y Citibank, y en los canadienses Royal Bank y Scotia Bank.28 De los últimos informes técnicos del Departamento del Tesoro Federal se desprendía que los fondos de la sección 936, «no se han utilizado para el bienestar de Puerto Rico y que el costo para el Gobierno federal, por contribuciones que ha dejado de percibir, ha sido exageradamente alto».29 El costo señalado sumaba aproximadamente $1 billón anual. El propósito originario de la disposición de ley que amparaba la sección 936, que consistía en crear empleos y estimular el desarrollo económico de Puerto Rico, «no justificaba tan extraordinaria exención contributiva».30 A principios del año siguiente, el Congreso inició una investigación sobre los fondos de la sección 936. El estudio reveló la fuga de capital y los abusos que cometían las compañías amparadas bajo dicha

El presidente Ronald Reagan, 1981. (ALF).

sección. De ahí que el Congreso anunciara su intención de enmendarla. No le faltaron razones para justificar su decisión. Las farmacéuticas con ganancias de 246 por ciento de su capital, fueron el principal blanco de ataque de los investigadores senatoriales31. Se argumentó que la pérdida de ingresos al tesoro era tan alta que hubiese sido preferible que se le pagase directamente a los asalariados de la isla. A fines de junio de 1982, el Comité de Finanzas del Senado sometió varias enmiendas legislativas a la sección 936, entre las que sobresalieron la reducción en el por ciento tributable del cual una compañía podía estar exenta y las exenciones sobre los extraordinarios ingresos de los «intangibles», o sea, las ganancias por derecho de patentes de autor, nombres de marcas y otras disposiciones

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exclusivas de sus productos. Adjudicándoles demasiado valor a las mismas, se evadía el pago de contribuciones federales. Poco después, durante la última sesión en la que se discutía la nueva legislación contributiva, con la oportuna intervención de varios congresistas, se llegó a un compromiso en virtud del cual se hicieron varias enmiendas. El Comité de Medios y Arbitrios se comprometió a estudiar la situación para asegurarse de que los trabajadores de Puerto Rico serían atendidos.32 A fines de 1982, se decretó el «Tax Equity and Fiscal Responsibility Act», en el que se aumentó de 50 a 65 por ciento el ingreso «que debía originarse en negocios dentro de la posesión, proviniendo el restante 35 por ciento del ingreso de la reinversión de los fondos».33 También se establecieron dos fórmulas para determinar el ingreso acreditable: la ganancia compartida y el costo compartido.34 Además, se sentaron las bases para cerrar los vacíos y corregir los abusos de la sección 936, y se estipuló esperar los resultados de las enmiendas antes de revisar la ley. En fin, las recesiones económicas, los recortes presupuestarios del presidente Reagan y los cambios anunciados a la 936 por el Congreso, no traían buenos augurios para la economía, la sociedad y la educación universitaria puertorriqueña.


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Soluciones que requirieron mucha imaginación l 28 de abril de 1981, y luego de 11 años de servicio ejemplar en la Junta de Directores como presidente, Manuel García Méndez renunció irrevocablemente. Su estado de salud ya no le permitía continuar35. Llenar su vacío, entre los que dirigían con gran rigor y dedicación la política institucional de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, fue tarea difícil. Por suerte, Guillermo Irizarry Rubio, vicepresidente de la Junta, que a menudo le había sustituido y quien, además, por derecho propio y tras ocho años en ésta, gozaba del respeto y del aprecio de sus miembros, ocupó su lugar.36 La experiencia de Irizarry Rubio era amplia: había sido presidente del Consejo de Educación Superior de Puerto Rico de 1973 a 1975 y secretario de Estado durante la gobernación de Roberto Sánchez Vilella entre 1965 y 1968. Mediante las nuevas disposiciones estatutarias, la Junta de Directores decidió que la duración del término de la presidencia sería de tres años. El vicepresidente electo, una vez cumpliera su plazo, debía aspirar a la presidencia. De ahí que, a partir de 1983, cada dos años se eligió un nuevo presidente. De esta manera, a Irizarry Rubio le siguió Héctor Jiménez Juarbe, quien ocupó el puesto hasta 1987 cuando

E

Cuadro XIII Presidentes - Junta de Directores (1980-1989) Nombres de presidentes

Desde Hasta

Guillermo Irizarry Rubio Armando Figueroa Toro Héctor Jiménez Juarbe Emilio Torres Reyes

1981-1983 1983-1985 1985-1987 1987-1989

fue sustituido por Emilio Torres Reyes. Al vencer el término presidencial de Irizarry Rubio (1981-1983), fue electo Armando O. Figueroa Toro, quien debido a que había sido miembro de la Junta durante los pasados trece años, conocía con profundidad las interioridades de la Fundación. Además, debido a su profesión, pues era un contador público autorizado, logró revisar las finanzas de la Fundación. Durante la década de los ochenta, la Junta cambió su matiz al integrarse una nueva cosecha de miembros cuyo plazo máximo era de doce años. Fueron miembros de la Junta personas del calibre de Carlos Toro Vizcarrondo, Luis González Monclova, Antonio Amadeo Murga, Dennis Trigo, Emilio Torres, Grecia Méndez Díaz Bonet,

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Manuel Morales, Pedro García Pont, María Rodríguez Quetglas y Elías R. Azón. Juan Manuel García Passalacqua, quien además era la memoria viva de la institución, continuó no sólo como miembro de la Junta sino también como asesor legal corporativo interno hasta 1985, cuando la Junta de Directores nombró al licenciado Luis Dávila Colón al cargo.37 Por último, Florencio Pagán, con el rigor de siempre y voz de la experiencia, continuaba como miembro vitalicio de la Junta. Durante esta misma década, a los miembros de la Junta de Directores de la Fundación se les exigió además, más allá de trazar la política institucional, un mayor conocimiento de altas finanzas. A menudo, los estudios de contabilidad sustituyeron

los debates puramente académicos. La función de la Comisión de Finanzas fue cada vez más trascendental. Se estudiaba y discutía, con gran celo, el presupuesto, los análisis de ingresos y gastos, las fluctuaciones en la tasa de intereses, el mercado de bonos, y los seguros entre otros temas.38 La política de inversiones descolló como uno de los temas más vitales para el desarrollo futuro de la institución. Con frecuencia, la fluctuación de los intereses o el mercado de valores pareció dominar el curso de las reuniones de la Junta. Debido a lo delicado de estos asuntos, en el diálogo fueron «absolutamente franco sin ser hirientes», rigurosos y prudentes, guiados siempre por la más sana práctica de contabilidad.39 Afortunadamente, estos quehaceres financieros no eran extraños para el presidente de la Institución y miembro de la Junta, José F. Méndez. Así se cerraba una época en que la Junta de Directores se profesionalizó, encabezada por personas de gran valía que sin duda ayudaron a que la institución lograra superar aquella profunda crisis social y económica que atravesara por entonces el país. Más allá de sus deberes, aquellas juntas se caracterizaron por su compromiso con la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Fueron juntas muy bien balanceadas, que contaban entre sus

miembros representantes de importantes sectores de la sociedad, tales como industriales, comerciantes, abogados, contables, ingenieros, economistas, estadísticas y otros. Líderes comunitarios y egresados de la institución completaban el cuadro formativo de las juntas. Para ese mismo tiempo de incertidumbre, debido a los cambios que se perfilaban en cuanto a las ayudas federales, no pasaba una reunión sin que la Junta de Directores abordara el tema financiero. Se buscaban afanosamente otras fuentes de capital para enfrentar lo imprevisto.40 Una de estas fue el mencionado Fondo Ana G. Méndez de Dotación y Reserva, que no se había utilizado aún, y que contaba con la cantidad inicial de $ 75,000 más los intereses. Otro programa de dotación al que recurrió la institución fue el «Endowment Challenge Grant Program». 41 Éste era uno de los cuatro programas autorizados por la Ley de Título III,42 que proveía asistencia económica para ayudar a las instituciones de educación superior que eran elegibles para resolver los problemas que amenazaban su habilidad para sobrevivir y estabilizar sus operaciones administrativas y fiscales, de manera que puedan llegar a ser autosuficientes.43 Bajo dicho programa, el secretario del Consejo de Educación Superior estaba autorizado a

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otorgarles subvención a las instituciones de educación superior elegibles, con el propósito de establecer o aumentar los fondos de dotación en esas instituciones. Estos fondos debían ser pareados por la institución, dólar por dólar. La cantidad federal otorgada y el pareo institucional constituyó el balance restricto del Fondo de Dotación. La institución no podía girar contra ese fondo de dotación durante un período de 20 años.44 Por su parte, José F. Méndez tuvo la visión e iniciativa, a nombre de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, de interesarse en consorcios y alianzas educativas que resultaron en extraordinarios beneficios para la Fundación. La historia de estos consorcios contaba ya con una larga tradición en las universidades de los Estados Unidos. Se trataba de una relación mutuamente beneficiosa. Uno de los primeros pasos en esta dirección fue la inauguración, en 1983, de un programa de estudios doctorales en Educación para la facultad de las instituciones afiliadas a la Fundación. En este consorcio, pactado con la Escuela de Educación de la Universidad de Fordham en la ciudad de Nueva York, veinte profesores terminaron los cursos requeridos para su doctorado, en el desarrollo del currículo y la enseñanza.45


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Meses más tarde, el Laboratorio Lawrence Berkeley, la Universidad Jackson State y la Fundación Educativa Ana G. Méndez, firmaron un Memorando de Entendimiento, creando un consorcio de ciencias.46 Su propósito era el mejoramiento de las áreas de las ciencias naturales y de las ciencias de cómputos, tanto en el carácter docente como en el de la investigación.47 El consorcio se había iniciado en septiembre de 1981 como un esfuerzo sostenido para incrementar la participación y la productividad por parte de científicos e investigadores competentes en instituciones minoritarias, y para aumentar asimismo la incorporación de ingenieros y científicos de grupos minoritarios en el campo de la

investigación de fuentes de energía. Como uno de los pasos hacia el logro de este objetivo, el Lawrence Berkeley Laboratory de la Universidad de California, donde se estudiaban desde los «átomos hasta las estrellas», coordinó sus esfuerzos con los de la Jackson State University en Mississippi, institución de larga tradición que desde el último tercio del siglo XIX había sido afronorteamericana, con el propósito de desarrollar e implantar un programa de colaboración educativa y científica.48 Esa experiencia sentó las bases para el Memorándum de Entendimiento entre ambas instituciones,49 que culminó en la formalización de un programa científico vigoroso y productivo. Un año después, los primeros frutos

Escena del laboratorio de la Universidad Metropolitana.

La profesora Eva Dávila imparte su curso de biología en uno de los laboratorios de la Universidad Metropolitana.

Estudiantes en el laboratorio de química de la Universidad Metropolitana. (ASSUAGM, 1988)

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de esta colaboración fueron conocidos por José F. Méndez, quien para entonces hacía gestiones en el Departamento de Educación en Washington para mejorar los ofrecimientos en ciencias y tecnología en las instituciones afiliadas a la Fundación Educativa Ana G. Méndez.50 Allí, a través de Juan Manuel García Passalacqua,51 conoció a la puertorriqueña Miriam Cruz, otrora asistente en asuntos hispanos del legendario alcalde de Chicago Richard J. Daley (19731979), así como Deputy Assistant for Hispanic Affairs en Casa Blanca durante la presidencia de Jimmy Carter (1977-1980). Al conocer las necesidades educativas expresadas por Méndez, esta mujer, oriunda de Naguabo, de profundas raíces cristianas y dínamo de energía a favor de la educación

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Estudiantes y facultad de universidades miembros del Consorcio de Ciencias de Lawrence Berkeley Laboratory, Jackson State University y Sistema Universitario Ana G. Méndez. (SCA).

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de los más necesitados en Estados Unidos, con todos los contactos del mundo, logró que el Congreso de Estados Unidos, gracias a los senadores de Mississippi, designara una cantidad de dinero substancial al Departamento de Energía para financiar la ampliación del Consorcio que incluiría una institución educativa hispánica de importancia; la Fundación Educativa Ana G. Méndez.52 En virtud del acuerdo, se desarrollarían las actividades y proyectos de la Fundación entre los miembros del consorcio. El acuerdo estipulaba que Lawrence Berkeley Laboratory y Jackson State University le ofrecerían al personal docente y al estudiantado de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, la oportunidad de tomar cursos con el propósito de obtener la maestría en ciencias naturales y en computación electrónica, con lo cual se capacitarían para matricularse en programas doctorales en instituciones idóneas de los Estados Unidos. Por otra parte, las dos instituciones norteamericanas ayudarían a la Fundación a identificar y desarrollar fuentes de financiamiento para instalaciones académicas en ella. El programa se dirigiría al sector público y privado. Colaborarían con la Fundación en el desarrollo de un programa de investigación en las ciencias marinas, ambientales y biomédicas para estudiantes

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Gestiones del Consorcio de Ciencia y Tecnología. De izquierda a derecha, John Peoples (Jackson State), David Shirley (Lawrence Berkeley Laboratory), José F. Méndez (AHSUAGM), Harold Wilson (Lawrence Berkeley Laboratory), Walter Hartsough (Lawrence Berkeley Laboratory), y James Preston.

no graduados. El personal docente y administrativo de Jackson State University y Lawrence Berkeley Laboratory participaría junto con el personal docente de la Fundación en las tareas de planificación para integrar estas actividades al programa académico. A paso seguido la Fundación Educativa Ana G. Méndez procedió a seleccionar los estudiantes que habrían de participar en un programa cooperativo en el Lawrence Berkeley Laboratory.53 Simultáneamente nació el concepto de estudiantes de honor en ciencias en la Universidad del Turabo y en la Universidad Metropolitana. El estudiante que lograba participar en el programa de honor adquiría ventajas que le ayudaban en su desarrollo académico y personal. Entre éstas, oportunidades

para llevar a cabo estudios científicos en instituciones de renombre como Lawrence Berkeley Laboratory y Livermore Laboratory; un currículo diseñado especialmente para estudiantes sobresalientes; asistencia a Congresos Científicos; y secciones con pocos alumnos, que le permitirían recibir atención individual en la enseñanza. Respecto a la facultad, el Consorcio le dio impulso a su desarrollo profesional mediante seminarios, talleres y conferencias. Además, la Oficina de Personal tramitó 17 licencias para estudios. Gracias a estas asistencias económicas, cinco profesores obtuvieron el grado de doctor en sus áreas de especialidad. Mediante el consorcio, doce profesores estudiaron el grado de maestría en Ciencias de Cómputos y tres el grado de maestría en Ciencias Naturales.

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Al iniciarse el consorcio en el mencionado septiembre de 1983, treinta y tres profesores de las tres instituciones participaron en seminarios de enriquecimiento profesional en las áreas de biología y computación. Nueve profesores asistieron a programas de internado de verano en los laboratorios Berkeley, y participaron en proyectos con investigadores de renombre nacional e internacional. Se contaba con un vigoroso y ambicioso plan de desarrollo profesional del profesorado de las tres instituciones.54 Así, durante el verano de 1984, la profesora Margarita Irizarry visitó ese recinto y trabajó junto a los doctores Walter Hartsough y Harold Wilson, ambos de la división de ingeniería y servicios técnicos, y el Dr. Aloke Chatterjee, de la división de biomedicina.55 En su estadía de


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profesores y de estudiantes, se establecieron lazos profesionales de larga duración entre el personal de la Fundación Educativa Ana G. Méndez y el personal del Laboratorio Lawrence Berkeley que contribuyeron a desarrollos científicos de calidad.59 Además, a través de esa colaboración con Lawrence Berkeley Laboratory y el Susana Félix, estudiante de química ambiental de la Universidad del Turabo, participó en Departamento de el laboratorio Lawrence Berkeley. (SCA). Energía, la Fundación obtuvo acceso a los expertos en ciencias de la informática. tres meses, inició una investigación de largo Otro paso de gran trascendencia, alcance en el área de biofísica.56 resultado del Consorcio, ocurrió en 1986, Otro profesor que se benefició del cuando la Fundación Educativa Ana G. consorcio fue Jorge Piñero, quien visitó Méndez y la Universidad de Jackson los laboratorios Lawrence Berkeley para State recibieron $1.5 millones para reaestudiar campos magnéticos.57 El Instituto lizar investigaciones científicas en pro de Nacional de Salud estaba interesado en la enseñanza. El laboratorio Lawrence saber si la salud de las personas expuestas Berkeley proveyó ayuda técnica en ciencias a estos campos magnéticos había sido 58 naturales, en ciencias de cómputos así como afectada. en programas de investigación.60 Así, con estas y otras visitas de

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Aquel momento fue un hito importante en la historia de la educación post-secundaria, pues era la primera vez que una universidad afronorteamericana y una institución hispana colaboraban en beneficio mutuo. Se buscaba aumentar el número de estudiantes y lograr destacar la calidad de éstos, incluyendo a las mujeres y a las minorías como parte de los esfuerzos por aumentar la participación de científicos de instituciones minoritarias en programas de investigación que contribuyeran al desarrollo del Departamento de Energía.61 El Consorcio también pretendía alentar a los estudiantes a trabajar en sus grados profesionales en ciencias relacionadas con la energía y programas de ingeniería. Una vez más quedó claro que los estudiantes minoritarios debían ser alentados a adiestrarse en carreras relacionadas con las ciencias si los Estados Unidos deseaban satisfacer sus necesidades científicas y técnicas, y cumplir con su meta de participación de todos sus ciudadanos. Los fondos de $540,000, correspondientes a la Fundación Educativa Ana G. Méndez brindarían apoyo a distintas necesidades institucionales, destinándose a un nuevo instituto de ciencias de cómputos, a la adquisición de una nueva computadora para los estudios de ciencia, a equipo de laboratorio para las escuelas, a los estudios

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graduados para miembros de la facultad en la universidad de Jackson State, a la participación de cinco miembros de la facultad y ocho estudiantes en internados en Berkeley durante el verano, y a mejorar la biblioteca científica y las colecciones técnicas. Así, con este magnífico empuje, la Fundación se esmeró en ser un centro educativo importante para el estudio de ciencias y matemáticas.62 Al mismo tiempo, anualmente, se seleccionaban alumnos para viajar a Jackson State, donde asistirían a talleres especializados en biología, química, historia y ciencia de cómputos, según su área de interés.63 Durante los meses de junio y julio de 1986, seis estudiantes del programa participaron en un internado que ofreció el Lawrence Berkeley Laboratory. Además del Programa de Honor, en el Instituto de Ciencias y Tecnología de la Universidad del Turabo se desarrolló en 1986, el bachillerato en Ciencias con concentración en Química. Este programa ofreció a los estudiantes la oportunidad de cursar estudios graduados en química, de manera que estuviesen preparados para competir en el mercado de trabajo y para realizar estudios graduados en colegios o universidades del país o del exterior. Para atender las exigencias del programa, la Universidad del Turabo

amplió el laboratorio de química analítica y desarrolló otros de química instrumental y química física.64 Como uno de los objetivos de este programa fue estimular a los estudiantes a desarrollar investigaciones en química, se enviaron estudiantes talentosos a los laboratorios Lawrence Berkeley y Lawrence Livermore. Mientras tanto, en agosto de 1985 se marcaba otro momento de gran trascendencia en el rápido desarrollo en el estudio de las ciencias y las matemáticas en Puerto Rico, cuando la Fundación Carnegie aprobó una asignación de $335,000 a la Fundación Educativa Ana G. Méndez para el diseño e implantación del proyecto «Science Academy», dentro del programa «Comprehensive Activities to Upgrade Science Academics», conocido en la isla por su acrónimo «CAUSA». Éste constituyó otro de los donativos más grandes que hubiese recibido institución o entidad alguna en Puerto Rico de parte de una fundación privada. El Science Academy fue el primer fruto del Memorando de Entendimiento que había firmado meses antes en ese mismo año de 1985, la Fundación Educativa Ana G. Méndez con el Departamento de Instrucción Pública del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Dicho Memorando, que estableció el proyecto CAUSA, tenía el propósito de

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desarrollar un proceso de colaboración abarcador entre el Departamento de Instrucción Pública y el sistema universitario de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Así se fortalecía al máximo la educación en ciencias y matemáticas a nivel elemental y secundario en todo Puerto Rico. Su extensión fue por diez años. Además de lograr una coordinación entre las escuelas secundarias y las instituciones de la Fundación Educativa Ana G. Méndez para el mejoramiento de la educación en ciencias en Puerto Rico, las metas a corto plazo fueron proveer a los maestros del sistema de Instrucción Pública la oportunidad de fortalecer sus destrezas en la enseñanza de ciencias y matemáticas, ayudar al Departamento a desarrollar nuevos y mejores materiales curriculares a nivel de escuela superior y aumentar el número de estudiantes puertorriqueños que se graduaran de escuela superior con la preparación académica necesaria en ciencias y matemáticas para proseguir con éxito estudios en un campo en las ciencias a nivel universitario. El programa CAUSA contó, además, con el asesoramiento profesional del Lawrence Berkeley Laboratory, alcanzando así uno de sus objetivos programáticos y las metas del Consorcio.65 Posteriormente, se le


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unieron los laboratorios nacionales Sandia, Oak Ridge y Los Alamos. Por otro lado, además de Jackson State, se les unieron entre otras, Purdue University, Phillips Academy y la Universidad de Wisconsin. Alrededor de 40 estudiantes de los grados 9 al 12, tuvieron la oportunidad de desarrollar sus destrezas en matemáticas, física, química y biología mediante seminarios, cursos y experiencias de laboratorio durante el año académico en cualquiera de las instituciones en el «Summer Science Institute».66

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En 1987, José F. Méndez, a nombre de la Fundación, logró otro acuerdo con New México Highland University, North Carolina A & T State University y los antes mencionados laboratorios nacionales (Los Alamos, Oak Ridge y Sandia), financiado por el Departamento de Energía Federal. Se creó así una nueva alianza llamada de Ciencias y Tecnología. El propósito era el de aumentar la participación de estudiantes de minorías en programas de ciencia e ingeniería. Al poco tiempo esta alianza fue reconocida como un modelo nacional para el desarrollo del estudio de las ciencias.

Robert Blackburn, otrora ayudante especial de la oficina del presidente José F. Méndez, fue nombrado director del proyecto CAUSA, 1987. (AHSUAGM).

Memorando de Entendimiento y Propósito. José F. Méndez junto a Fernando E. Agrait, presidente de la Universidad de Puerto Rico. Por primera vez, la universidad del estado entra en acuerdo de colaboración con una universidad privada, 1987. (AHSUAGM).

Por último, el 26 de enero de 1987, y luego de más de cuatro años de experiencia con instituciones educativas fuera de la isla, la Fundación Educativa Ana G. Méndez se convirtió en la primera institución universitaria del sector privado en unirse en un acuerdo de colaboración con la Universidad de Puerto Rico. En esa ocasión se firmó un «Memorando de Entendimiento y Propósito» que hizo posible que ambos sistemas universitarios unieran sus mejores recursos para el

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beneficio de sus respectivas comunidades universitarias y del pueblo. El «Memorando de Entendimiento y Propósito» cubrió, en 13 puntos, las áreas de arte, humanidades y ciencias naturales. En cada una de estas áreas se realizarían actividades tales como seminarios, talleres, internados, investigaciones y otras que contribuirían al desarrollo profesional e intelectual de la facultad, estudiantes graduados y subgraduados, así como del personal administrativo.


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AFICA: otra manera de salir de aquellos años difíciles or último, aunque no menos importante, a mediados de 1983 José F. Méndez solicitó a la Junta de Directores la autorización para iniciar conversaciones con el Banco Gubernamental de Fomento, conducentes a la radicación de un préstamo por la cantidad de $10,000,000 para el financiamiento de varios proyectos de construcción en el Puerto Rico Junior College, en la Universidad Metropolitana y en la del Turabo.67 Explicó el presidente que el préstamo se concertaría con la Autoridad

P

para el Financiamiento de Facilidades Industriales, Médicas y de Control de Contaminación Ambiental de Puerto Rico (AFICA). Dicha Autoridad resultó de un proyecto de ley aprobado por el Senado de Puerto Rico el 27 de junio de 1977,68 y pretendió aliviar la crisis económica en la isla, desarrollando un programa de recuperación. Quedó facultada para emitir bonos con el propósito de facilitar financiamiento a industriales locales o del exterior que estuvieran establecidos o desearan establecerse en la isla.69 AFICA

tendría la capacidad para la colocación, mediante oferta pública, de bonos exentos de contribución sobre ingresos de corporaciones privadas. Estos bonos, conocidos como obligaciones limitadas, no gravaban el crédito del erario y cumplían con el propósito de expansión económica de la isla. Al poco tiempo, AFICA facilitó las emisiones de bonos por cantidades millonarias para empresas privadas,70 y modificó la política fiscal del Gobierno en cuanto al financiamiento del desarrollo económico de la isla.

Cuadro XIV Ejemplo de proyectos financiados por AFICA Industrias petroquímicas, entre otras:

Industrias farmacéuticas, entre otras:

Instituciones educativas

Instituciones médico-hospitalarias

PPG Industries Sun Refining

Abbott Chemicals Roche Products Baxter Travenol

Fundación Educativa Ana G. Méndez Universidad Católica de Puerto Rico Universidad Interamericana de Puerto Rico

St. Luke's Hospital Hospital Auxilio Mutuo

Empresas turísticas

Empresas industriales

Empresas comerciales

Dorado Beach Hotel Corporation The Normandie Hotel El Conquistador Partnership

Bacardí Corp. PepsiCo Industrias Vasallo

Toys "R" Us Pueblo International American Airlines

Fuente: Innovación, experiencia y solidez para Puerto Rico, Primera edición, 1992, Lilliana Ramos Collado y Marilyn Rivera Olivieri.

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El puente peatonal de la Universidad Metropolitana, 1987. (AHSUAGM).

En 1983 y bajo el Proyecto del Senado Núm. 100, se enmendó la mencionada Ley de AFICA, para incluir también el financiamiento de instituciones de educación superior. Puesto que José F. Méndez había abogado por las enmiendas y las conocía como sus manos, a paso seguido y con la anuencia de la Junta de Directores, se comunicó con el Banco Gubernamental de Fomento (la agencia que procesaba las solicitudes de financiamientos de proyectos bajo la Ley de AFICA), con el propósito de radicar una solicitud para financiar los proyectos de construcción del Puerto Rico Junior College y la Universidad Metropolitana.

Se preparó un inventario de las necesidades del Puerto Rico Junior College, que incluyó un nuevo campus y mejoras en la Universidad Metropolitana. El costo del desarrollo físico total de ambas instituciones ascendió a un total estimado de $15,175,000 en estructuras, equipo y otros gastos. En noviembre de 1985, la propuesta fue aprobada. Se emitieron $13 millones en bonos a favor de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. La compra del terreno ascendió a $4,500,000 para un gran total de $19,675,000.71 Así, con el financiamiento de AFICA, decisión difícil, compleja y arriesgada, la Junta de Directores aseguró años de expansión

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acelerada de sus estructuras permanentes, lo que le permitiría a la Fundación atender adecuadamente la matrícula ascendente de sus ramificaciones. A lo largo de los próximos años, la planta física de las tres instituciones -el Puerto Rico Junior College, la Universidad Metropolitana y la del Turabo-, con sus respectivos centros (PROSEE), no dejó de crecer. Por último, para los años 80, la Fundación Educativa Ana G. Méndez se reafirmó en su compromiso fundacional de ampliar oportunidades educativas para el estudiante económicamente desventajado, abriéndole las puertas a la academia y reconociendo sus limitaciones, para


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Cuadro XV Matrícula total de estudiantes de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, por institución 1980-1989 Institución

1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

PRJC

4,058

4,052

4,413

5,085

4,909

5,001

4,704

4,486

4,589

4,140

UT

5,494

5,864

6,470

6,972

7,436

7,388

7,430

7,102

7,556

7,445

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años).

ayudarle a superarlas. Su meta era la de ofrecer una educación abarcadora, que ayudase al estudiantado a desarrollarse cabalmente, para servir bien a su familia, a la sociedad y al país. A partir de 1982, las universidades afiliadas a la Fundación añadieron nuevas dimensiones a su misión, tales como continuar desarrollando experiencias educativas de calidad, y proyectarse eficientemente hacia la comunidad. Conforme a lo anterior, y respondiendo a múltiples y frecuentes peticiones de las comunidades a las que servía, en 1981, el Decanato de Extensión y Educación Continuada del Puerto Rico Junior College desarrolló el Programa de Servicios Educativos Especiales (PROSEE). Al año siguiente, la Universidad del Turabo

y la Universidad Metropolitana siguieron las huellas del Puerto Rico Junior College y establecieron programas similares. PROSEE venía a llenar las necesidades de una población estudiantil que de otra forma habría carecido de oportunidades de lograr estudios universitarios. El concepto, ampliamente difundido en Estados Unidos y en otras universidades del mundo, era una oportunidad más que brindaban las instituciones de enseñanza superior para hacer realidad la aspiración y el derecho de los ciudadanos a recibir una educación que los capacitara para competir en el campo del trabajo. PROSEE se propuso brindar una experiencia educativa con la misma calidad y contenido académico que se ofrecía en los campus universitarios. Profesores

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matricular estudiantes al instante. A fines de los años 80, y mientras se establecían los puestos con sus escaparates portátiles en centros comunales, los decanos de estudiantes y administración de las tres instituciones afiliadas a la Fundación Educativa Ana G. Méndez concibieron, desarrollaron y administraron un plan revolucionario para reclutar estudiantes en pueblos de la isla que aún estuviesen huérfanos de facilidades de educación superior. Se trataba de una

oficina de admisiones y un salón de computadoras, colocados en el interior de una unidad móvil, ómnibus o guagua. En la primera se ofrecía información sobre las tres instituciones afiliadas a la Fundación Educativa Ana G. Méndez (sus requisitos, programas, actividades); en la segunda se ofrecían cursos de computadoras. Estos últimos tenían como fin el adiestramiento de los maestros de la comunidad. La unidad móvil usaba como punto de partida una de las instituciones y concentraba su esfuerzo

cualificados dictaban los cursos y personal de apoyo coordinaba todos los otros servicios académicos y estudiantiles que se brindaban a los alumnos. Durante los años 80, en la Universidad Metropolitana se notó el mayor aumento de estudiantes nuevos. Su matrícula aumentó de 3,373 estudiantes en 1980 a 5,692 al cierre de la década. Procedían de San Juan, Río Piedras, Cataño, Toa Baja, Toa Alta, Bayamón, Guaynabo, Naranjito, Corozal, Vega Baja y Vega Alta. Una de las estrategias más significativas para la consecución de este logro fue la de acudir con unas casillas o puestos móviles a los Centros Comerciales de Plaza las Américas, Plaza Carolina, Humacao y Caguas para reclutar y

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en los pueblos en la circunferencia de la institución. El éxito fue extraordinario y a poco, otras universidades adoptaron el mismo método para el reclutamiento de estudiantes. Sin embargo, no había duda, según lo probaba la experiencia, de que la manera más efectiva y expedita de atraer estudiantes a las instituciones de la Fundación era por voz de sus propios estudiantes. “El buen paño en el arca se vende”.


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Pensar en los que se quedan ientras tanto, la Junta, la Administración y la Facultad de la Fundación Educativa Ana G. Méndez se confrontaban con una situación muy cambiante en el ámbito universitario del país. Del total de estudiantes universitarios en Puerto Rico, el 63 por ciento cursaban en universidades privadas. Las instituciones afiliadas a la Fundación tenían a su cargo proveer educación universitaria para el 11 por ciento de todo el estudiantado de ese nivel en Puerto Rico.72 Sin embargo, pese a que el número de estudiantes aumentó de 13,025 en 1980 a 17,081 en 1984 (un crecimiento de 1,840 estudiantes en relación al año anterior), y que por la gran demanda, la matrícula real siempre superó por mucho a la proyectada,73 se experimentó un primer ciclo de decrecimiento en agosto de 1984, cuando la Fundación sufrió una merma de unos 575 estudiantes (intramurales). Esta disminución de un 3.6 por ciento, fue reflejo de una caída ya más general, que afectó a la matrícula total del mercado a nivel isla, que decreció cerca de un 3% (esta merma fue principalmente en el sector privado). Un segundo ciclo de descenso en la matrícula total del Fundación Educativa Ana G. Méndez ocurrió tres años más tarde (agosto de 1987), con una pérdida neta de 724 estudiantes (-4.9%). Aunque en 1988

M

se logró un aumento sustancial de más de 700 estudiantes (4.7%) gracias a los nuevos y novedosos esfuerzos de reclutamiento de estudiantes. Para agosto de 1989 la matrícula total del Fundación Educativa Ana G. Méndez volvió a mermar en un -3.3% (unos 500 estudiantes).74 Un análisis más detallado de este descenso desglosado por institución, demostraba que había obedecido principalmente a una tendencia de disminución constante en la matrícula intramural del Puerto Rico Junior College. Por otro lado, para los años ochenta, se acentuó en las instituciones de la Fundación Educativa Ana G. Méndez el ancestral problema isleño de la deserción escolar.75 A la tragedia de ver truncas las aspiraciones de la juventud, con las bajas provisionales o permanentes de sus alumnos se sumaba, para la Fundación, la pérdida de dinero y esfuerzos. Las razones aducidas para darse de baja eran diversas: tanto académicas y administrativas, como de problemas con los profesores, o problemas personales. La población más afectada en términos de deserción eran los estudiantes de primer año. El alto riesgo de desertar ocurría entre los primeros 30 a 60 días. A pesar de que la Administración pudo haber encontrado consuelo argumentando que lo importante eran los efectos en la familia y 141

en la sociedad de los que se quedaron en 1985, la Fundación incorporó un Decano Asociado para estudiantes de primer año, cuya función principal consistió en proveer unos servicios integrados a estos alumnos. A esta oficina se incorporaron dos orientadores profesionales para brindarles apoyo.76 También dio inicio el «Programa Mentor», cuya inspiración data del ejemplo de vida del célebre poeta griego Homero (siglos 9 a 8 A.C.): un mentor con funciones de guardián, guía y maestro.77 Se trataba de una figura intermedia entre el padre y el compañero, sin inclinarse a ninguno de éstos. En el escenario universitario el modelo principal de esta relación se desarrolla entre un subgraduado o graduado y un profesor especial que le ayuda a establecer metas y desarrollar destrezas, deja lugar para riesgos y fracasos, además de facilitarle entrada a círculos académicos y profesionales.78 La relación mentora se definía como una de aprendizaje de uno-a-uno entre un profesor o un administrador, y un estudiante. A través de esta relación, trataba de individualizarse la educación, permitiendo y alentando que el estudiante compartiera con una persona del campus con experiencia un conjunto de destrezas en un área específica. La relación tenía aspectos formales e informales,

reafirmándose más los últimos. El estudiante debía sentir respeto por su mentor, como profesional y ser humano. Por su parte, el mentor debía ser generoso con su tiempo para enseñar, retar y apoyar.79 En agosto de 1989, como producto de la aprobación de fondos a través del Programa de Título III, se fortaleció el Programa Mentor. Se establecieron tres cursos medulares para los estudiantes de primer año y un sistema de seguimiento al estudiante en forma mecanizada.80 Como actividad importante, la Fundación comenzó el desarrollo de talleres anuales para la facultad, con el objetivo de llevarle información de áreas que afectan la retención de estudiantes y que están ligadas a la academia. El programa se implantó en las tres instituciones de la Fundación y ya para 1989, servía a 500 estudiantes. Este programa desarrolló un manual de procedimientos de operación que contenía desde la selección de los profesores mentores, hasta la evaluación del proyecto mismo. La Fundación tomó la decisión de mantener el programa a través del financiamiento institucional, cuando los fondos federales aprobados para el mismo terminasen, el año académico 1992-93. Los Cursos Medulares del programa eran tres de educación general, encaminados a ayudar al estudiante de primer año a ajustarse a la

vida universitaria. El primer curso, denominado «El individuo: su ubicación social, biológica e histórico-social», fue ofrecido de forma experimental. El segundo curso, «El ser humano como ente responsable ante su sociedad», se ofreció de la misma forma durante el año académico de 1991-92. El tercer curso, fue «El individuo y su producción cultural». Una vez realizada la evaluación de estos cursos, restaba tomar la decisión de cómo incorporarlas dentro de la revisión curricular de las tres instituciones. Por último, se estableció un sistema de seguimiento que pretendió facilitar, en forma mecanizada, la identificación y el tratamiento de cada estudiante. Cuando se comenzó el programa mentor en la Fundación, las tasas de retención para los estudiantes de primer año eran las siguientes: PRJC, 55.0%; UMET, 48.9% y UT, 52.3%. Ello representaba una pérdida de alrededor de la mitad de los estudiantes nuevos matriculados. Un año después, en 1990, la retención de estudiantes fue la siguiente: PRJC, 60.1%; UMET, 56.7% y UT, 54.2%. Como podrá observarse, al cabo de un año del programa, la Universidad Metropolitana y el Turabo experimentaron un crecimiento en sus niveles de retención siendo el mayor de ellos el experimentado por la UMET. Evidentemente, los ochenta fueron años de

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grandes retos, de «presupuestos apretados», pero de grandes logros.81 Aquellos retos requirieron una gran imaginación, iniciativa continua, corazón y mucha fe en el camino elegido. Luego de innumerables enmiendas, la Junta Directiva de la Fundación logró consolidar y armonizar las prescripciones de los estatutos y reglamentos de las tres instituciones, para uniformar el financiamiento del sistema educativo en su integridad.82 Por otro lado, al fin, la era de la informática, con sus computadoras, llegó con fuerza y para quedarse en el salón de clase de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Hemos visto cómo, a fines de la década anterior, se había iniciado la transformación tecnológica de la fase administrativa de las instituciones que pertenecen a la Fundación. A paso seguido, se continuó mejorando la capacidad de la computadora. En 1985, se adquirió una computadora VAX 8600, dedicada al procesamiento de las operaciones académicas. Además, era uno de los equipos más rápidos de la nueva serie fabricadas por la compañía Digital Equipment Corporation. El procesador contenía una nueva tecnología en su arquitectura interna que le permitía atender simultáneamente, cuatro instrucciones en vez de una. Originalmente, los sistemas de inventario, propiedad y librería


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dos preparados por las casas editoras de humanidades y en las ciencias sociales. fueron transferidos al ordenador 1/780, que 85 textos y otras empresas comerciales. Por último, y colocando a la anteriormente se utilizaba para distintas Para que la facultad y el estudiantaFundación Educativa Ana G. Méndez en el funciones académicas. Dicha computadora do entraran de lleno en la era de la inforcentro del debate cultural del país, el 11 de también fue usada para la automatización mática y conocieran la utilidad de la enero de 1985, y luego de treinta años de de los servicios bibliotecarios. computadora para la educación, la Funresidencia en México, el escritor puertoEl Centro de Sistemas de Infordación Educativa Ana G. Méndez celebró, a rriqueño José Luis González comenzó su mación continuó a la vanguardia de la lo largo de la década de los ochenta, el colaboración, en calidad de profesor visitecnología más moderna de su tiempo tante, con las instituciones de la y coordinaba la implantación del nuevo Fundación Educativa Ana G. sistema de «CLUSTERS». Méndez. Sus labores académicas se Éste representaba la estrategia iniciaron en el Puerto Rico Junior de agrupar varios procedimientos que College, conforme a lo programado distribuían equitativamente el manejo por la dirección de la Fundación entre ellos. Los «VAXCLUSTERS» Educativa Ana G. Méndez, con un estaban diseñados para transmitir con 83 diálogo con un grupo de profesores mayor rapidez la información. Para del Colegio. Luego, se sucedieron entonces, aunque se daba por sentado conferencias magistrales, y foros de que un ordenador no podía sustituir a fecundos debates en torno al idioma la persona del maestro, no había español, la literatura, cultura e dudas de que tenía el potencial para identidad nacional puertorriqueña, contribuir de forma positiva y signi- El Ing. Alejandro Singer, gerente de ventas de la subsidiaria de Digital Equipment Caribbean, Inc. (extrema derecha), expone las características sobresalientes del nuevo ficativa al mejoramiento de la computador VAX 8600. De izquierda a derecha el Ing. Oscar Hernández, director del CSI, y Puerto Rico como nación caribeña, así como encuentros con enseñanza. Las computadoras mejo- y José F. Méndez, 1986. (AHSUAGM). los principales narradores del país. raban la calidad del trabajo, lo Su visita rompió barreras generacionales, Compu Campus. Destacados educadores del aceleraban y lo hacían más fácil. También se ideológicas y metodológicas, por lo que el extranjero, junto a otros competentes resolvían problemas y permitían el acceso a 84 país elogió la iniciativa de la Fundación.86 puertorriqueños, ofrecieron una veintena de páginas de información. Esta tecnología se seminarios sobre lo más novedoso en el hacía cada día más accesible, y su costo campo de la informática. Se promovió el uso resultaba cada vez más barato. Se percibía de las computadoras, no sólo en las ciencias un incremento acelerado en la y las matemáticas, sino también en las producción de materiales computadoriza-

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De Colegio Universitario Metropolitano a Universidad Metropolitana (1985) l 10 de mayo de 1985, a petición de la Fundación Educativa Ana G. Méndez, el Consejo de Educación Superior autorizó el cambio de nombre del Colegio Universitario Metropolitano (CUM) al de Universidad Metropolitana (UMET). El colegio se convirtió en Universidad Metropolitana cuando comenzó a ofrecer programas de maestría en Educación y Administración de Empresas. Para continuar, la rectoría se encontraba en las manos de Leonides Santos Vargas (19831985), a quien siguieron Juan Manuel González Lamela (1985-1986) y René L. Labarca Bonnet (1986-1996).87 En 1983 y 1985, los programas académicos de la Universidad fueron acreditados por la Junta Consultiva del Consejo de Educación Superior y la Middle States Association. En 1989, la Middle States Association reafirmó su acreditación a la Universidad Metropolitana. También reacreditó por ocho

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El rector René L. Labarca Bonnet, con doctorado de la Universidad Complutense en Madrid, tenía amplia experiencia en el área de investigación, administración y en la rama académica. (AHSUAGM).

años, al Programa de Grado Asociado de Enfermería. Para integrar su extenso campus, en 1985 se levantó un puente de peatones sobre la carretera 176. Hasta entonces el campus se encontraba dividido: los edificios más antiguos quedaban a un lado de la carretera 176 y al cruzarla, estaban los edificios y terrenos que una vez pertenecieron a la Abbot, Ferretería Freire y la mueblería Girard. Además de ser muy necesaria para la seguridad de sus estudiantes y empleados, el puente peatonal constituyó un símbolo de integración y progreso. Los estudiantes y la facultad pronto lo nombrarían como el «puente de los suspiros».88 Para el rector Labarca, el puente era «la representación exterior de un ambiente interior»89 y simbolizaba la imaginación que late tras el esfuerzo universitario colectivo.90 La Universidad Metropolitana también

Cuadro XVI Matrícula total de la Fundación Educativa Ana G. Méndez 1980-1989 UMET

3,373

3,747

4,358

4,358

5,031

5,017

5,417

5,429

5,711

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años).

145

5,692

construyó nuevos edificios, entre ellos el del Canal 40 y el de investigaciones científicas, con su reloj de sol. La oferta curricular de la Universidad Metropolitana en ese momento incluía los siguientes programas: Administración de Empresas; Ciencias de la Enfermería; Artes en Educación Elemental; Artes en Educación Secundaria; Humanidades; Ciencias Sociales y Ciencias. Sin embargo, y a pesar de los avances, se implantó un instituto de destrezas universitarias para ayudar a subsanar las deficiencias académicas de los estudiantes.91 Por otra parte, el índice académico de los alumnos con mayor preparación académica aumentaba decisivamente. Ello representó un aumento considerable en la calidad del estudiantado. También mejoraron las calificaciones en las pruebas de aptitudes verbales y matemáticas así como el aprovechamiento en el español y las matemáticas. La Universidad Metropolitana brindó a los estudiantes sobresalientes en ciencias la oportunidad de pertenecer al Programa de Honor en Ciencias Naturales, con miras a obtener un grado de Bachiller en Biología o en Ciencias de Cómputos. Serían elegibles aquellos estudiantes graduados de escuela superior con un promedio mínimo de 3.0 y con un puntaje mínimo en el «College Examination Board»

El otrora decano académico del Puerto Rico Junior College (1983-1985) rector Labarca, junto a profesores y administradores.

de 550 en el área de aptitud académica. Con este propósito, se ofreció un currículo diseñado especialmente para el estudiante sobresaliente, que le facultaría su participación en congresos y seminarios científicos, ofreciéndole también la oportunidad de realizar investigaciones en los laboratorios Livermore o Lawrence Berkeley de la Universidad de California. Los estudiantes del bachillerato en Ciencias de Cómputos tuvieron un internado de práctica y cada estudiante tuvo un profesor del área de su especialidad asignado como consejero académico. Por otra parte, el número de profesores con grado de docto-

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rado aumentó notablemente, redundando en una mejor calidad de enseñanza. En agosto de 1985, se creó el Instituto de Política Pública. Los cambios acelerados en todos los ámbitos del quehacer puertorriqueño, la complejidad de la estructura gubernamental y la falta de recursos, hizo inminente la creación de un organismo que emitiera juicios sobre la situación del país, sus perspectivas de futuro y la política pública en general. El Instituto aspiraba a convertirse en un foro libre para la discusión diaria de los asuntos cruciales del país desde una perspectiva no partidista. Entre sus objetivos principales


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estaban los de estudiar e investigar asuntos relacionados con la formulación y el desarrollo de política pública, evaluar las tendencias globales y sus implicaciones para Puerto Rico, y difundir los resultados de estas investigaciones en foros y talleres.92 Ciudadanos de la talla del Ex-Gobernador de Puerto Rico Roberto Sánchez Vilella, y el economista Joaquín Villamil formaron parte del instituto. Así, el futuro de la Universidad Metropolitana quedó ligado a un estudiantado alerta con actitudes y aptitudes adecuadas para los estudios universitarios, una facultad preparada, un currículo vigoroso, unas facilidades adecuadas de apoyo a la docencia y una administración atenta, sensible, abierta al diálogo, flexible y visionaria. También dejó su huella en los años 80 el Programa de Servicios Educativos Especiales (PROSEE) del Decanato de Extensión de la Universidad Metropolitana. Éste tuvo sus inicios en 1983 como un servicio del Centro de Estudios Televisados (CET-ISLA) que ofrecía los cursos básicos universitarios por medio de vídeos y repasos periódicos en diferentes pueblos. Este programa tuvo una gran acogida. Comenzó con 277 estudiantes que, según iban completando los cursos básicos, solicitaron que se les ampliaran los ofrecimientos

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académicos en su misma comunidad. En septiembre de 1985, ante la necesidad de reforzar su estructura administrativa el Programa cambió su nombre de CET-ISLA a PROSEE. Junto con el cambio de nombre, había un interés en uniformar las estructuras administrativas de las tres instituciones de la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Las posiciones de director, coordinador de Asuntos Académicos, coordinador de Servicios al Estudiante y Secretaría fueron creadas de acuerdo con el Manual de Normas y Procedimientos para el Programa, que preparó la Fundación Educativa Ana G. Méndez. Bajo su nueva organización y, con el apoyo incondicional de los diferentes decanatos y la rectoría, el programa de la Universidad Metropolitana aumentó su matrícula notablemente. A partir de agosto de 1986, tuvo un crecimiento controlado de un 10 por ciento anual. En este mismo año, PROSEE contó con 397 estudiantes y 75 maestros, con maestría o doctorado en varias especialidades. PROSEE ofreció sus servicios en las comunidades de Utuado, Jayuya, Villalba, Morovis, Río Grande y Yabucoa, con el patrocinio de algunos municipios. En todos estos lugares los cursos se dirigieron hacia el Bachillerato en Educación Elemental, ya que había una

gran necesidad de maestros en las escuelas del área. En las comunidades de Utuado y Jayuya, también se ofrecieron cursos conducentes a un Bachillerato en Administración de Empresas con concentración en Gerencia, área para la que había muchas oportunidades de empleo. Se añadieron dos grupos nuevos: uno en la Administración de Fomento Económico, en el que los empleados se capacitaban en el campo de la Adminis-

Taller de facultad de Escuela de Enfermería, 1985. (AHSUAGM).

La profesora Cathy Irvine junto a un grupo de estudiantes de la Universidad Metropolitana, c. 1983. (AHSUAGM).

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tración de Empresas, y otro en la Administración de Derecho al Trabajo en el que los estudiantes tomaban su año básico para continuar después en otras áreas. De esta manera, el Decanato de Extensión y Educación Continua de la Universidad Metropolitana cumplió con sus metas y objetivos, al patrocinar programas de gran servicio para muchos trabajadores de la comunidad.


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La Universidad del Turabo: la primera universidad de la Fundación Educativa Ana G. Méndez

Edificio principal de la Universidad del Turabo. (AHSUAGM).

l 13 de octubre de 1981, ya satisfechos los requisitos del Consejo de Educación Superior, el Colegio Universitario del Turabo, se convirtió en la Universidad del Turabo.93 Durante los años 80, la rectoría fue ocupada, según hemos visto, por Juan Manuel González Lamela (1975-1985), quien fue sustituido por Gamaliel Pérez (1985-1988). En 1989 Rafael Cartagena fue nombrado rector aunque renunció súbitamente en 1990 al ser nombrado secretario del Departamento

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de Educación de Puerto Rico. La Universidad del Turabo se reafirmaba como una institución para mejorar las oportunidades educativas de las personas económicamente desventajadas. Luego de un alza en la matrícula entre 1980 y 1985, durante los próximos dos años la población estudiantil aumentó de 5,537 a 5,562 alumnos. Sus estudiantes procedían de Caguas, Aguas Buenas, Cidra, Cayey, San Lorenzo, Gurabo, Juncos, Las Piedras, Humacao y Yabucoa.

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Entre los logros de la Universidad del Turabo se encontraban el desarrollo programático vertical, con la aprobación de dos programas graduados en Educación y Administración de Empresas. En las escuelas graduadas se cifraba, en gran medida su futuro. También se dio inicio al desarrollo programático de un bachillerato en Artes con concentración en Mercadeo, y se sentaron las bases para un desarrollo curricular sistemático. Además, se estableció un bachillerato en Ciencias Secretariales y otro bachillerato en Administración Pública. Se desarrolló la concentración en Química, Matemática y Ciencias de Cómputo. Se esperaba, en los próximos cinco años, ofrecer 35 concentraciones de bachillerato y 8 concentraciones graduadas para servir a unos 9,000 estudiantes. Así también, la Universidad del Turabo ofreció un programa de becas de honor en Ciencias Naturales para estudiantes aventajados interesados en obtener un bachillerato en el área de Ciencias y Matemáticas. Participaron estudiantes que hubiesen completado la escuela superior en mayo de 1986 con un

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índice académico de 3.30 o más, y una puntuación en el «College Examination Board» de sobre 500 en aptitud académica.94 Algunas de las ventajas que tuvieron los participantes del programa fueron la oportunidad de realizar internados en laboratorios como Lawrence Berkeley, Livermore y Jackson State University, recibir orientación profesional, participar en actividades para el desarrollo de líderes y obtener experiencia de trabajo en sus áreas de estudio. El ya mencionado programa PROSEE, también se abrió camino bajo la égida de la Universidad del Turabo cuando en enero de 1984, comenzó a ofrecer servicios de forma restringida a tres pueblos: Guayama, Patillas y Yabucoa. Luego, tras institucionalizarse, la proporción de estudiantes de PROSEE en relación con los estudiantes subgraduados a lo largo de los ochenta fue aumentando. Por último, el 19 de abril de 1989, el presidente Méndez informó a la Junta de Directores que la Fundación estaba en camino de establecer una escuela de Ingeniería en la Universidad del Turabo.95 El Laboratorio Nacional de Sandia, miembro de la antes mencionada National Science Alliance, consorcio de tres laboratorios nacionales al que pertenecía la Fundación Educativa Ana G. Méndez, le

El arqueólogo Miguel Rodríguez de la Universidad del Turabo ofrece explicación del trabajo arqueológico que se estaba llevando a cabo en Humacao (1987). (AHSUAGM)

concedió $338,000 con el propósito de establecer una escuela de ingeniería. Se sugirió al ingeniero John Otts, para que desarrollase el proyecto.96 Entonces, todos los esfuerzos del ingeniero Otts se enfilaron hacia la fundación de dos programas: Ingeniería Industrial o Manufacturera e Ingeniería Mecánica. Se contemplaba una matrícula inicial de 100 estudiantes.97 Mientras la Universidad del Turabo miraba hacia el futuro, con su nuevo énfasis en la ciencia y tecnología, no descuidaba el pasado dedicado al estudio de las humanidades. Su conceptualizador fue el ya mencionado antropólogo Ricardo Alegría. En 1981, dio los primeros pasos para edificar el Museo y Centro de Estudios Humanísticos que albergaría una de las

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colecciones arqueológicas más importantes de Puerto Rico y del Caribe, con más de cien mil piezas. Su misión era promover el quehacer humanístico entre la comunidad universitaria y la comunidad externa, con programas y actividades dirigidas al estudio, preservación y difusión de la herencia cultural, histórica y artística de Puerto Rico y, en particular, de la región este-central. A través de su Plan Anual de Actividades, el Museo y Centro de Estudios Humanísticos ofreció charlas, conferencias, talleres y exposiciones diversas en las que participaron artistas de renombre en las artes plásticas puertorriqueñas como Lorenzo Homar, Carmelo Sobrino y Julio Rosado del Valle, entre otros.98


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Renace el Puerto Rico Junior College acia principios de los años ochenta, se planeaba un nuevo recinto para el Puerto Rico Junior College. Con fecha de 1981, la Fundación Educativa Ana G. Méndez adquirió una finca de 8.15 cuerdas en la avenida Piñero en Río Piedras, para construirlo.99 En aquellos tiempos difíciles hubo que hacer malabares para conseguir el financiamiento.100 Sin embargo, luego de adelantado el proyecto, y habiéndose adquirido las tierras, la oposición de los vecinos de un condominio cercano hizo que se detuviera y se abandonase el proyecto. Mientras tanto, y al dilatarse el inicio de la construcción del

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Maqueta del Puerto Rico Junior College que se proyectaba construir en la Avenida Jesús T. Piñero, 1986. (AHSUAGM)

nuevo recinto, se tomaban medidas remediales en los vetustos edificios de Río Piedras. El Puerto Rico Junior College se reafirmaba como un colegio de la comunidad de dos años para los más necesitados del país, a pesar de que la trayectoria de la Fundación Educativa había sido la de convertir a los colegios en instituciones universitarias de cuatro años. Se continuaba dando énfasis a los cursos técnicosvocacionales.101 A lo largo de los años 80 sus rectores fueron Domingo Marrero (19801985), Luis González Vales (1985-1987) y Alberto Maldonado Ruiz (1987-1991). Su facultad era de 77 miembros de tarea

completa y 377 de tarea parcial (conferenciantes). Sus estudiantes procedían de Canóvanas, Carolina, Fajardo, Loíza, Luquillo, Río Grande, San Juan y Trujillo Alto. El número de estudiantes aumentó de 4,058 (1980) a 4,549 (1986). Sin embargo, su tasa de crecimiento era menor que en las dos otras instituciones hermanas. Para 1987 bajó el número de estudiantes matriculados. Uno de sus programas más exitosos, que ayudaba a compensar el estancamiento de su tasa de crecimiento en matrícula, fue el ya mencionado Programa de Servicios Educativos Especiales (PROSEE) que se

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había iniciado en agosto de 1981, bajo el Decanato de Extensión y Educación de Comunidad.102 Se ha dicho que como colegio de la comunidad, la misión del Puerto Rico Junior College había sido la de atender las necesidades educacionales de un sector de la población que carecía de las oportunidades educativas o que no deseaba ingresar a instituciones educativas tradicionales. PROSEE ayudó a cumplir con su propósito de ayudar a los estudiantes a desarrollarse integralmente, adquiriendo destrezas técnico-ocupacionales y una visión amplia de la sociedad y sus valores culturales. La misión esencial del programa estribó en trasladar los recursos de enseñanza-aprendizaje a aquellos lugares del país que, por diversas razones sociales, económicas y geográficas, no gozaban de las ventajas de tener una institución educativa a nivel universitario que les permitiera, a su vez, la realización de sus correspondientes intereses profesionales. En sus inicios, PROSEE contó con un sólo programa de ofrecimientos académicos en Trabajo Social, auspiciado por el Departamento de Instrucción en seis pueblos alrededor de la isla: Aguadilla, Arroyo, Cayey, Loíza, Morovis y Ponce. Luego, se extendió a otros ocho pueblos: Bayamón, Caguas, Humacao, Mayagüez, San Juan, San Sebastián, Santa Isabel y Ponce, esta vez, bajo el auspicio del

DERECHA: El rector Luis González Vales recibe valioso donativo de Informedika para la instalación de computadoras en el Programa de Récords Médicos del Puerto Rico Junior College, 1987. (AHSUAGM).

Departamento de la Vivienda. Durante el año académico 1982-83, la Middle States Association of Colleges and Schools acreditó este programa dondequiera que se ofreciera, con un comentario laudatorio para la Fundación: «Tienen ustedes una de las metas más nobles que puede tener una institución educativa. Están ustedes llevando la educación a la población marginada del país. ¡Están ustedes haciendo patria!»103 Al año siguiente en 1983, el novedoso experimento educativo recibió en los Estados Unidos, el premio «Program Excelence» de la National University Continuing Education Association.104 Para fines de 1983, el perfil del estudiante de PROSEE mostró una persona

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adulta de una edad promedio de veintiocho años. En su mayoría se trataba de mujeres. El veinte por ciento tenía un índice académico acumulativo de Escuela Superior menor de 2.00. Un 78 por ciento mostró un índice acumulativo de Escuela Superior de entre 2.00 y 2.19. Su condición socio-económica era tal que 99 por ciento de ellos cualificaban, en el 100 por ciento, para recibir la Beca Pell. Como promedio, compartían su hogar con otras cuatro personas. La razón principal que ofrecían para estudiar en PROSEE era su deseo profundo de superación, es decir, deseaban desarrollarse como seres humanos. El profesorado de PROSEE poseía un grado mínimo de maestría; el 14 por ciento tenía el doctorado.105


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Para 1988-89, el programa de PROSEE del Puerto Rico Junior College se había extendido a 19 pueblos y se ofrecían 14 programas académicos con una matrícula de 1,554 estudiantes, es decir, el 33 por ciento de su estudiantado. Ese mismo año el Consejo de Educación Superior tuvo conocimiento de que las cuatro instituciones adscritas a la Fundación estaban ofreciendo varios programas académicos para los cuales, alegadamente, no tenía autorización. Se trataba de ofrecimientos iniciados después de la renovación de la licencia de la institución, o que habían continuado en vigor sin la correspondiente evaluación y autorización. El Consejo sostuvo que las licencias tenían que otorgarse a cada localidad en donde hubiese un Programa PROSEE, o sea, en 60 localidades alrededor de la isla. Bajo las disposiciones de la Ley 31 de 1976 y la reglamentación que la complementaba, el Consejo requería que todo cambio sustancial, incluidos nuevos programas y especialidades, recibiese su autorización. La controversia fue sometida a los tribunales del país, a instancia de la Fundación Educativa Ana G. Méndez,106 en el caso 81-4079 del Tribunal Superior de San Juan. Allí se tomó la iniciativa de solicitar, por Recurso de Sentencia

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Cuadro XVII MATRÍCULA DEL PROGRAMA PROSEE 1982-83 a 1988-89 Año académico (primer semestre) Institución PRJC

1982-83 1983-84 458

Tasa de Crecimiento (%)

1984-85 1985-86

861

1,139

1,291

1,277

1,424

1,554

88.0

32.3

13.3

-1.1

11.5

9.1

Declaratoria, que el Tribunal interpretara si, de acuerdo con dicha ley y los reglamentos vigentes, se exigía una aprobación previa de parte del Consejo de Educación Superior de los nuevos programas que deseara instaurar la Fundación Educativa Ana G. Méndez en sus diferentes instituciones educativas. Se procedió de esta manera, porque la Junta creyó que existía una controversia de buena fe entre el Consejo y la Fundación, en cuanto a la ingerencia del primero en las decisiones de la segunda. El caso se presentó al Tribunal, ya que, luego de agotado un cordial diálogo entre las partes, no se pudo llegar a un acuerdo. La posición judicial expresada en la Junta de Directores de la Fundación fue que el gobierno no tenía la facultad constitucional de aprobar los cursos y concentraciones que iban a ofrecerse en sus

153

1986-87 1987-88 1988-89

instituciones, ya que ello constituiría censura previa.107 En esencia, éste fue el argumento planteado ante los tribunales estatales.108 Por otro lado, la obligación con la institución y con las necesidades de los estudiantes, exigía establecer programas, cursos y concentraciones que, a juicio de la Fundación, no constituían cambios sustanciales en el ámbito de la licencia general para operar, expedida a las instituciones de la Fundación Educativa Ana G. Méndez por el Consejo de Educación Superior. A la altura de 1987, la Junta de Directores seguía en espera de una decisión del Tribunal Supremo de Puerto Rico para que aclarara los derechos de las partes en esta controversia. Las cartas cursadas por el Consejo a la Junta de Directores preocuparon profundamente a los miembros, por ser contrarias al espíritu

que les animó de buena fe a someter la controversia ante los tribunales. La Junta entendió que las acciones del Consejo de Educación Superior constituían un peligro inminente, no solamente a la libertad académica, sino a la estabilidad económica de la institución.109 Considerando el hecho de que los Tribunales locales no habían sentado doctrinas respecto a la libertad académica, y en vista de que los tribunales federales eran los foros más receptivos a ampliar este derecho fundamental bajo la Constitución federal, la Fundación optó por acudir al Tribunal Federal, solicitando la protección bajo la ley de derechos civiles.110 El documento sostenía que había razones sustanciales para cuestionar la autoridad del Consejo de Educación para

tratar de controlar la creación, por parte de los miembros directivos de la Fundación, de nuevas concentraciones y especialidades dentro de grados ya aprobados.111 La actitud del Consejo excedía el poder de reglamentación del Estado sobre la educación privada y violaba la Enmienda Décimo cuarta. También constituía una violación a la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, ya que amenazaba el principio de libertad académica contenido en dicha Enmienda, socavando la autonomía que tienen las instituciones privadas para hacer innovaciones y experimentaciones dentro de sus programas y currículos.112 Asimismo violaba la Primera Enmienda, ya que constituía una censura previa al derecho de la libre expresión.

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Sin embargo, la sangre nunca llegó al río, pues en septiembre de 1991, la Fundación Educativa Ana G. Méndez llegó a un acuerdo con la oficina de Licencias y Asesoramiento del Consejo Superior de Enseñanza.113 Al corregirse las deficiencias y establecerse un plan de mejoras, cada unidad compuesta por los entonces llamados Centros de Extramuros o Centros Universitarios, recibió por separado una licencia, acreditación y certificación de elegibilidad, en armonía con los requisitos de excelencia del Consejo Superior de Enseñanza.114

PROSEE con nueva imagen en taller de facultad. De izquierda a derecha: profesor Luis E. González Vales, rector PRJC; profesor Pedro Bonilla, decano de Extensión; Sra. Maritza Brown.


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Con el CANAL 40: la Telediferencia fines de los años 70 y ya entrada la década siguiente, José F. Méndez y la Junta de Directores de la Fundación Educativa Ana G. Méndez buscaban formas novedosas de mejorar la efectividad académica. Pensaban en cómo servir con mayor intensidad a la comunidad puertorriqueña. La institución no podía cruzarse de brazos ante la creciente demanda de estudios universitarios. El 8 de diciembre de 1977, José F. Méndez presentó a la Junta la propuesta para el establecimiento de un «colegio abierto» en el Puerto Rico Junior College.115 Se trataba del uso de la televisión con propósitos educativos. La idea, algo descabellada para algunos, tenía precedentes en varios centros universitarios de Estados Unidos, Europa y hasta Puerto Rico.116 Con el establecimiento de WKAQradio, el 3 de diciembre de 1922 se había abierto un nuevo capítulo en la historia, tanto de las técnicas de difusión en masa como del entretenimiento y la educación en Puerto Rico.117 Sin embargo, su futuro quedó opacado durante los mencionados años de crisis económica que caracterizaron al país luego del huracán San Felipe (1928) y la Depresión Mundial del capitalismo (1929), cuyo impacto se prolongó en Puerto

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Rico hasta mediados de la década siguiente. A fines de la década de los 30, apenas había comenzado a funcionar lucrativamente la WKAQ, cuando la Comisión Federal de Comunicaciones

Un momento de trascendencia: La inauguración oficial del Canal 40. Frente a la consola de izquierda a derecha, José F. Méndez, el presidente de la Junta de Directores Armando Figueroa Toro, José Echegaray y Luis Martínez, gerente general y director de producción del Canal 40, respectivamente, 1987. (AHSUAGM).

concedió una licencia a Juan Pizá para establecer otra estación en San Juan, la WNEL. El horizonte se presentaba un poco más halagüeño, particularmente en cuanto a la adquisición de aparatos receptores, ya

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que una gran cantidad de éstos comenzaba a lanzarse al mercado con precios por debajo de los cincuenta dólares, resultando más asequibles para la incipiente clase media del país. Para entonces, el Gobierno había comprado espacio en la radio para transmitir su programa «Escuela del aire». Luego de la Segunda Guerra Mundial, más de 35 emisoras de radio iniciaron sus labores en la isla. Coincidiendo con el despegue de la radio, se inició -en 1954- la era de la televisión comercial en Puerto Rico. El primer canal de televisión fue WKAQ, Canal 2, seguido por WAPA, Canal 4 -ambos en San Juan-, y, un año más tarde, WORA, Canal 5, en Mayagüez. Dos años más tarde se inauguraba en Ponce la WRIK-TV que funcionó en el Canal 7. Con la inauguración de estos últimos (WORA Y WRIK), se rebasó la frontera invisible que separaba el este del oeste de la isla. Ya para entonces, la imagen televisiva estuvo al alcance de todo Puerto Rico. Curiosamente, todos los propietarios de los nuevos canales de televisión eran a su vez propietarios de estaciones de radio. Durante sus primeros pasos, la experiencia de la radio se dejó sentir profundamente en la televisión. Al fin se veían los rostros de los artistas que, durante años, sólo eran voces incorpóreas

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que nos deleitaban con sus interpretaciones radiales. De inmediato, la televisión formó parte de la vida cotidiana. Vino a ser un miembro más de la tertulia familiar en el hogar puertorriqueño. Antes de que apareciera la primera señal -la imagen de un indio- ya se habían vendido 4,059 televisores en Puerto Rico.118 En 1954 se importaron 48,187 televisores, 45,870 en 1955 y 10,000 durante los primeros tres meses de 1956.119 Para ese año, de las 119,380 familias urbanas de San Juan, 58,578 tenían televisor, lo que equivalía a un televisor por cada dos familias.120 A medida que el ingreso promedio de la familia puertorriqueña aumentaba, el televisor pasó de novedad a necesidad en los hogares puertorriqueños. Para 1980 apenas hubo un hogar que no contase con un televisor121. Entonces, las antenas de televisión formaban parte del paisaje urbano puertorriqueño. Para entonces, a las señales de la televisión comercial que surcaban los espacios del cielo puertorriqueño se le había añadido la WIPR-TV, servicio de televisión del Departamento de Instrucción Pública. A partir de 1957, a través de los canales 6 y 3, entre una variada

programación, se ofrecieron cursos a nivel de escuela superior, tanto para adolescentes como para adultos.122 La Universidad de Puerto Rico (recintos de Río Piedras y Mayagüez), utilizaron, aunque muy esporádicamente, las emisoras del Gobierno. Otro esfuerzo muy loable fue la creación del Sistema de Estudios Universitarios Multimedia en los colegios regionales de la Universidad de Puerto Rico.123 Para esas fechas, en Francia, Inglaterra, Japón, Canadá y en los Estados Unidos, la televisión era un auxiliar permanente de enseñanza.124 En este último país, programas educativos se habían inicado en KUHT-TV de Houston, Texas; KTHE-TV, de Los Angeles, California; WQED-TV, de Pittsburg, Pensilvania; WHATTV de Madison, Wisconsin y WKAR-TV en East Lansing, Michigan.125 Muy pronto las universidades estatales de Houston y del Sur de California iniciaron una programación educativa de vasta envergadura. En 1956, un colegio abierto como el que había soñado José F. Méndez, se estableció en la ciudad de

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Chicago. En el Chicago TV College se probó que el curriculum de un Junior College podía ser ofrecido efectivamente por televisión en circuito abierto sin sacrificar la calidad de la enseñanza. Se argumentaba que en dos programas o lecciones de 45 minutos cada uno (90 minutos), se cubría el mismo material cubierto en los 150 minutos de enseñanza que semanalmente se ofrecían en un salón convencional. Pudo constatar que los dos programas


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Los empleados del Canal 40, hacedores de la telediferencia, 1986. (AHSUAGM).

acompañados de lecturas suplementarias, ejercicios escritos, conferencias reuniones personales con los tutores, consultas a éstos por correspondencia o por teléfono, eran tan eficaces como un curso regular tradicional de un maestro frente a sus estudiantes tres veces en semana. Otros ejemplos de gran éxito de colegios abiertos o universidades abiertas o a distancia de grado externo fueron el de la Universidad de Nebraska y el de la Universidad Abierta de Inglaterra. Ésta última nació de la necesidad de servir a una población adulta que no tenía acceso fácil a los estudios universitarios. Se inició con los cursos básicos en arte, humanidades, ciencias naturales, ciencias sociales, matemáticas, pedagogía y tecnología. Ya para 1975 había 70 cursos preparados

equivalentes a 44 créditos universitarios. Bajo este nuevo enfoque, también surgieron en Estados Unidos el Empire State College en Nueva York, el Sunrise Semester de la Universidad de Nueva York, el Minnesota Metropolitana State College, la Universidad de California y el Community College de Vermont. Para 1977 habían 241 estaciones de televisión ofreciendo cursos con crédito, auspiciado por los colegios y universidades. Así, con esta experiencia en mente, fue que el 8 de diciembre de 1977 la Junta de Directores de la Fundación, luego de escuchar la propuesta de Frank Bouwsma, de Miami Dade Junior College, autorizó al presidente de la Fundación a iniciar actividades conducentes a un colegio abierto, adscrito al Puerto Rico Junior

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College como unidad administrativa. La Junta expresó su interés de hacer accesible la educación post secundaria a sectores de la población que hasta la fecha se habían visto privados de ella.126 De esa forma, la educación de nivel universitario tocaría a las puertas de los hogares puertorriqueños y permitiría que desde allí se pudiesen cursar estudios universitarios a través de métodos no tradicionales.127 Se pretendía llevar a cabo una enseñanza universitaria con miras a ofrecer, parcial o totalmente, los cursos requeridos para otorgar diplomas, certificados y grados asociados.128 Se aprobó un presupuesto máximo de $200,000 en 1977-1978. José F. Méndez expresó que, como complemento a la propuesta adoptada, se deberían iniciar conversaciones para la compra de una estación de televisión. Por el momento debían comprar tiempo en una emisora comercial. El proyecto abrió una brecha más en las actividades docentes de la educación superior en Puerto Rico. La Fundación Edcativa Ana G. Méndez, confiaba en llevarlo a su culminación para el beneficio de toda la comunidad puertorriqueña. Ya en un breve lapso de 8 meses, estaba listo el Centro de Estudios Televisados, al que le correspondía atender a la población que, por diversas razones,

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no podía asistir a las aulas de las tres instituciones de la Fundación. Se organizó una intensa campaña de promoción y publicidad, se contrataron consultores y se reclutó personal de las distintas facultades para trabajar afanosamente en el diseño, preparación y redacción de libretos, películas y guías de estudio.129 Se filmaron dos programas de transmisión diaria (a las 7:30 a.m.) para los cursos de inglés. Los programas que cubrían cursos básicos de español, humanidades, ciencias sociales y matemáticas se empezaron a transmitir el 5 de septiembre de 1978. Estos cursos tenían, como los normales, su equivalencia en créditos universitarios. Así, el Centro de Estudios Televisados inició informalmente sus operaciones. Sin prisa, pero sin pausa, La Fundación Educativa Ana G. Méndez revolucionó la educación universitaria, al llevarla directamente a los hogares puertorriqueños.130 De esta forma, sus servicios para atender a un sector estudiantil de adultos que por una u otra causa no podía cursar estudios universitarios en programas tradicionales. Los programas, que mejoraban cada vez más en presentación y contenido, fueron transmitidos por WAPA-TV, canal de televisión privado.131 Sus realizadores eran artistas consumados.132 Según el periódico

El Mundo, principal forjador de la opinión pública en la isla, con este proyecto «se había probado que la enseñanza es más económica y que se puede llegar a un mayor número de estudiantes en sus hogares, incluyendo a las amas de casa, a los físicamente impedidos, a los confinados y a otras personas que no pueden asistir regularmente a un centro educativo».133 Sin embargo, a pesar de los buenos augurios que caracterizaron sus inicios, la situación del Centro de Estudios fue cada vez más difícil, el tiempo en televisión más limitado y, los costos cada vez más altos. En 1980, el Centro no pudo continuar transmitiendo sus programas por la televisión comercial. A fines del año siguiente, y como si hubiese caído maná del cielo, el Centro de Estudios Televisados recibió un «Planning Grant» bajo el programa de «Public Telecommunications Facilities Program» de Washington, D.C., para estudiar la posibilidad de establecer un canal de televisión que transmitiera programas educativos a nivel post secundario. La meta primordial de este proyecto fue la de ofrecer servicios en pueblos necesitados de este tipo de educación. Fue así como la Fundación Educativa Ana G. Méndez adquirió un pequeño estudio en el pueblo oriental de Fajardo. El 18 de enero de

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1981, se inauguró el canal WPRV con programación variada, tanto puertorriqueña como importada, y con el material educativo de los programas del Centro de Estudios Televisados. Pocos meses más tarde, en agosto de 1982, y gracias a otra propuesta federal, de la National Telecommunication and Information Agency, una entidad adscrita al Departamento de Comercio de los Estados Unidos, el Centro de Estudios Televisados invirtió más de $1.5 millones en equipo para una emisora y una torre transmisora de señal, además de $1.6 millones en la remodelación del edificio en Cupey que por suerte, pudo conseguirse al lado del entonces Colegio Universitario Metropolitano. Esta vez se trataba de un Canal de televisión completo que habría de servir como estación educativa de la Fundación. Así, en marzo de 1985, y con gran

Facilidades que ocupa el Canal 40 ubicado frente al entonces Colegio Universitario Metropolitano. El edificio contiene oficinas, salón de reuniones, de almacenaje y un amplio estudio (1981). (AHSUAGM).


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ilusión, pues sabían que estaban haciendo estudiante a la eventual elección de una Estados Unidos. Por otro lado, se dio un historia, José F. Méndez, José Echegaray concentración. El 98 por ciento de los paso de gran trascendencia cuando el Canal (gerente general), Armando Figueroa alumnos estaban matriculados en los 40 ingresó al «Public Broadcasting Service» (presidente de la Junta de Directores) y cuatro cursos básicos de Inglés, Huma(PBS). Esta entidad es una corporación sin Luis Martínez (director de producción), nidades, Español y Ciencias Sociales. Más fines de lucro operada por las estaciones inauguraron la estación de televisión allá de cumplir con su propósito televisoras de los Estados Unidos, Puerto WMTJ-TV, Canal 40.134 Pronto se estableció fundacional, el Canal 40 ofrecía a la Rico, Islas Vírgenes, Guam y Samoa. La el Sistema de Educación UniverPBS constituye el servicio de telesitaria Externa, que fue la unidad visión más grande del mundo. académica del canal de televisión en Aunque no produce programas de ciernes, y quedó al cuidado de la televisión, sí promueve y facilita la oficina del presidente de la adquisición de programación educaFundación, tal y como estaban afilitiva, científica y cultural de diversas adas sus otras instituciones. fuentes en los Estados Unidos y otras Al establecer el Canal 40, El Canal 40 recibe el «Ohio State Award». El programa «The Verb To Be» del telecurso partes del mundo. Ello permitió a las Inglés 101 recibió el «Top Award» dentro de su categoría. De izquierda a derecha: Luis se ampliaron los horizontes acadéinstituciones idóneas recibir prograMartínez, director de producción, Eva Gavilán y Miriam Cruz, consultores de la Fundación, micos del Puerto Rico Junior José R. Echegaray, gerente general y Kenneth Salomon, abogado de la Fundación en mación de alta calidad a un precio College, de la Universidad del Washington, D.C., 1985. (AHSUGM). muy bajo. La programación educatiTurabo y del Colegio Universitario va no era árida ni aburrida. Para Metropolitano. La Fundación fue la primera ello se siguieron las guías de Public comunidad una excelente programación institución universitaria privada en Puerto Broadcasting Service (PBS), en cuanto al cultural, con el propósito de enriquecer Rico y en el Caribe con su propio canal de estilo y la calidad de los programas y series su nivel intelectual y de brindar una televisión. ofrecidos. Otros servicios que PBS prestaba visión humanista del mundo de una maLas clases impartidas a través a sus miembros incluían desarrollos tecnera interesante, innovadora, altruista y del Canal 40 se inauguraron el 22 de abril nológicos, tales como investigaciones sobre entretenida.136 de 1985 con una matrícula de 112 la transmisión en la banda «Ultra High El Canal 40 transmitió inicialmente estudiantes.135 Los estudiantes procedieron Frecuency» (UHF), distribución de prograocho horas diarias es decir, cuarenta horas de casi todos los pueblos del área noreste mas vía satélite y el diseño e instauración semanales de lunes a viernes y doce horas del país: Río Piedras, Caguas, Bayamón, del «Digital Audio for Television», sistema diarias los sábados y domingos; un total de Carolina, Toa Baja y Trujillo Alto. audio digital para la transmisión vía satélite 64 horas semanales. En cuanto a la Los cursos eran similares a los que de sonido de alta fidelidad y estereofonía. programación, el 50 por ciento fue local y se ofrecían en el primer año básico de Por último, la PBS colaboraba, además, con la otra mitad se importó del extranjero, cualquier universidad, y preparaban al sus estaciones afiliadas, en estudiar y principalmente del Canadá, Inglaterra y los

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determinar las necesidades servidas, para que se proveyeran programas de alta calidad a bajo costo y para preparar la tan necesaria estrategia de recaudación de fondos. Con el paso del tiempo y debido a problemas como el alto costo del servicio de PBS, que se recibía mediante el correo, el ofrecimiento tardío de programas a los televidentes y dificultades en la programación de horarios en el Canal, la Fundación sometió una propuesta al Departamento de Comercio Federal para la adquisición de un plato de satélite «Down Link», del cual se pudiese recibir directamente toda la programación de PBS. En septiembre de 1985, el primer grupo de alumnos del Sistema de Educación Universitaria Externa terminó con éxito su primer semestre de estudios, luego de aprobar los mencionados cursos de Español 101, Ciencias Sociales 101 y Humanidades 101, todos acreditados por el Colegio Universitario Metropolitano. Los estudiantes obtuvieron la acreditación de los cursos luego de haber tomado tres repasos y tres exámenes. Además, participaron en actividades de orientación a los cuales asistieron junto al personal y la facultad del Sistema de Educación Universitaria Externa. El semestre siguiente se esperaba evaluar los cursos de Introducción a las Computadoras, Introducción a la Biología y Mercadeo.

Para marzo del año siguiente (1986), el programa contaba con alrededor de 300 estudiantes matriculados. El éxito obtenido animó a la Fundación Educativa Ana G. Méndez a continuar trabajando en una gran labor para promover el desarrollo intelectual, social y personal de un sector de la población que se había visto limitado de asistir a las aulas universitarias. Evidentemente, el interés primordial del Canal 40 no era comercial. Se aspiraba a que la selección de programas y su contenido respondieran a los intereses de la comunidad, contribuyendo, a la vez, a su superación cultural. Pero los costos que imponía el desarrollo de una estación televisiva eran altos y llevaron a la Fundación a solicitar la subvención (underwriting) de firmas privadas que recibían mención en las cuñas promocionales televisadas, así como en la publicidad de la estación, en anuncios de prensa, comerciales de radio, inserciones

(inserts), material promocional impreso, artículos en la prensa y conferencias de prensa. Para solventar sus finanzas también se inauguró, un centro de estudios en las compañías farmacéuticas que operaban en la isla. Para entonces, habían 3 centros con alrededor de 15 empleados en cada uno. Las farmacéuticas proveían el lugar de encuentro y la Institución le preparaba las grabaciones de los programas televisados para que los empleados pudieran verlos allí y no necesariamente por el Canal 40. Los ingresos del Canal durante el año fiscal 1988-89 fueron de $108,187, por concepto de venta de servicios de producción, renovación de alquiler de telecursos y proyectos especiales. Sin embargo, había que estar atentos a los cambios en los ingresos del Canal 40, ya que de empezar a mermar, habría que tomar una decisión y de ser necesario ir en retroceso, para que la actividad del Canal 40 no fuera una carga para la Fundación.

Los participantes del programa Análisis Noticioso: Annie Alfaro, Profesora Celeste Benitez e Ivonne Class.

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¿Qué le depara el futuro a la Fundación Educativa Ana G. Méndez? l cerrar la década de los ochenta se reconocía que las becas Pell habían pasado por el Niágara en bicicleta. Sin embargo, el programa no fue eliminado, sino por el contrario, se fortaleció. Para el verano de 1986, la Junta de Directores escuchó al economista Santos Negrón hacer pronósticos optimistas, aunque no exentos de cautela, acerca de la trayectoria futura del orden productivo de Puerto Rico. El Congreso, dominado por el Partido Demócrata, había dado al traste con la mayoría de las reformas fiscales de los Reaganomics. Otros factores, tales como la reducción de la incertidumbre con respecto a la Sección 936, el vigor de la economía norteamericana, la reducción de las tasas de interés, la caída de los precios del petróleo y el predominio de una política monetaria laxa, unidos con otras medidas locales de estímulo a la inversión, produjeron un marco favorable y adecuado para la expansión de la producción y el empleo en Puerto Rico.137 Sin embargo, de acuerdo con el citado economista, «existían razones para pensar que en los próximos años la demanda de estudios universitarios sufriría, en el mejor de los casos, un significativo descenso en su tasa de crecimiento».138 Si bien el Congreso, argumentó

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el economista, había rechazado los intentos de la administración Reagan por reducir la ayuda financiera a estudiantes universitarios (mediante la contracción de préstamos, la introducción de un límite de $4,000 a la ayuda total que un estudiante podía recibir de fuentes federales y la eliminación de la ayuda a estudiantes que provengan de familias con ingresos mayores de $32,000 al año), cabe esperar que el imperativo de reducir el déficit federal (que se hubiese hecho más dramático si se hubiera sostenido la legislación que le exigía al Gobierno Federal un presupuesto balanceado para 1991) obligue al Departamento de Educación Federal a continuar su batalla por introducir controles más estrictos en la Administración de ayuda financiera a estudiantes universitarios.139 Por otro lado, agregó Santos Negrón, como consecuencia de los cambios demográficos que acompañaban la entrada del país a fases más avanzadas de desarrollo económico (reducción en la tasa de natalidad, aumento de la mediana edad, etc.) y del proceso emigratorio (que se concentraba en las personas jóvenes), los grupos de edad universitaria (de 15 a 19 y de 29 a 24 años) estaban creciendo a un ritmo que era apenas una tercera parte del ritmo de crecimiento de la población en su

totalidad.140 Aunque no existían datos precisos para determinar los perfiles exactos del problema, la educación universitaria, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, se enfrentaba a la fuerte competencia de los ofrecimientos técnicos y vocacionales que habían proliferado bajo el amparo de las becas federales y en respuesta a necesidades urgentes del mercado de trabajo, particularmente del sector de servicios.141 Otro reto añadido que enfrentaban las universidades y colegios de Puerto Rico, apuntó el economista, eran las activas campañas de reclutamiento de estudiantes puertorriqueños altamente cualificados que llevaban a cabo las universidades norteamericanas, al comprobar que la isla es una cantera de talento académico. Los colegios y universidades privadas de Puerto Rico, cuyos estudiantes dependen casi en un 100 por ciento de las becas, préstamos y ayudas federales para financiar sus estudios, sufrirían en forma aguda el impacto del lento crecimiento o la reducción de los programas federales de La feroz apoyo a la educación.142 competencia por una porción apropiada del mercado llevaría al cierre de muchas instituciones que surgieron al amparo de la época de bonanza de estos fondos, y que carecían de la solidez financiera, académica

Laboratorio de Investigación Cientifica de la Universidad Metropolitana.

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y administrativa que requerían las nuevas condiciones de la educación superior.143 Por último, resaltó Santos Negrón que varios factores eran importantes para el futuro de la economía en Puerto Rico, tales como la reforma contributiva, la nueva ley de incentivos industriales, el impacto de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe del presidente Reagan y por último, y la más significativa, el probable aumento en el salario mínimo. Esto implicaba que la Fundación Educativa Ana G. Méndez tendría que intensificar sus esfuerzos para desarrollar un tipo de estudiante que pudiera desempeñarse a cabalidad en un mercado de trabajo en que la nueva tecnología jugaría un papel cada vez más crucial. A todo ello reaccionó José F. Méndez señalando que la Junta de Directores daba por bien recibido el estudio de Santos Negrón ya que les ofrecía a sus miembros una nueva perspectiva para encarar el futuro de las instituciones de la Fundación. Dicha perspectiva apuntaba a que éste debía enriquecer su oferta, enfocando su atención en programas de educación y de readiestramiento de adultos.


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N O TA S 1. Alfonso López Yustos, Introducción a la educación, 149, 150. 2. El Nuevo Día, 19 de febrero de 1989, 2. 3. El Nuevo Día, 20 de diciembre de 1975, 2. 4. Ibíd. 5. Ibíd. 6. Ibíd. 7. El Nuevo Día, 10 de abril de 1980, 6. 8. The San Juan Star, 4 de febrero de 1980, 2. 9. Leyes de la Segunda Legislatura Ordinaria de la Décimo Sexta Asamblea Legislativa de Puerto Rico, 1948, 759. Uno de los proyectos legislativos fue para establecer el sistema de sentencia determinada y derogar la Ley número 295 del 10 de abril de 1946. Se criticaba la disparidad del sistema de sentencias indeterminadas que les brindaba demasiada flexibilidad y discreción a los jueces. Mediante la nueva ley se pretendía establecer un castigo fijo con alguna fluctuación debida a atenuantes o agravantes. 10. El Nuevo Día, 6 de octubre de 1985, 2. 11. Ibíd. 12. Ibíd. 13. El Nuevo Día, 7 de febrero de 1982, 6. Así lo expresa un estudio de los economistas Cao García y Matos. 14. Ibíd. 15. Ley Pública Núm. 95-566. Véase capítulo III. 16. Alfonso López Yustos, Historia documental de la educación en Puerto Rico, (Río Piedras: Publicaciones Puertorriqueñas, 1997) 267. 17. Fernando Picó, Milton Pabón y Roberto Alejandro, Las vallas rotas, (Río Piedras: Editorial Huracán, 1982), 60. 18. El Mundo, 24 de noviembre de 1981, 1. 19. Ibíd. 20. Ibíd. 21. Ibíd. 22. Ibíd. 23. Ibíd. 24. Ibíd. 25. Ibíd. 26. Ibíd. 27. El Mundo, 28 de octubre de 1981, 1; El Nuevo Día, 21 de noviembre de 1981; The San Juan Star, 15 de marzo de 1981, 3. 28. Progreso en Puerto Rico, 1981. Vol. XVIII, 3. 29. Evelyn Otero y Joaquín Villamil, El sistema financiero de los fondos 936, Cuaderno de Economía, 8, Reportero, 14 de junio de 1983, 14. 30. Ibíd. 31. James Dietz, Historia económica, 320. 32. El Nuevo Día, 22 de agosto de 1982, 1-2. 33. Jaime Bofill Valdés, Trayectoria de la Sección 936, desde 1976-1996. Boletín de Economía, Vol. 1, Núm. 4, abril-junio 1996. 34. Ibíd. 35. Libro de Actas de la Junta de Directores, 28 de abril de 1981.

A L

C A L C E

( C A P I T U L O

36. Libro de Actas de la Junta de Directores, 3 al 7 de diciembre de 1981. 37. Guillermo A. Baralt entrevista a Héctor Jiménez Juarbe, 21 de noviembre de 2003. 38. Véase, por ejemplo, Libro de Actas del 27 de enero de 1987. 39. Libro de Acta de la Junta de Directores, 16 de septiembre de 1985. 40. Libro de Actas de la Junta de Directores, 1 de enero de 1982. Véase también 25 de mayo de 1982. 41. Libro de Actas de la Junta de Directores, 30 de agosto de 1984. 42. La Educación Superior se conoce colectivamente como los programas de Ayuda Institucional (Institutional Aid Programs). 43. Libro de Actas de la Junta de Directores, 30 de agosto de 1984. 44. Al finalizar el mismo, la institución podía utilizar el Fondo de Dotación para cualquier propósito educativo. Sin embargo, la institución podía utilizar hasta un 50% de las ganancias que la inversión de este fondo generara antes de la fecha de desembolso para cualquier gasto operativo, gastos generales y gastos de mantenimiento. 45. Nótese que una alianza similar se había establecido en 1973 entre la Universidad de Nova y la Fundación Ana G. Méndez. 46. Correspondencia James D. Watkins, 20 de octubre de 1994, Re: Nomination of José F. Méndez to AGB Distinguished Service Award in Education. 47. Vanguardia, febrero de 1985, 5. 48. Jackson State era uno de los «Historically Black Colleges», centros docentes de enseñanza superior creados para personas africanoamericanos luego de la emancipación de la esclavitud. 49. LBL/JSU/AGMEF Consortium, 1983, 2. El acuerdo fue firmado por John A. Peoples, Jr., presidente de Jackson State University, y por David A. Shirley, director del Berkeley Lawrence Laboratory de la Universidad de California, en septiembre de 1981. 50. Guillermo A. Baralt entrevista a Miriam Cruz, 26 de febrero de 2004. 51. Estos se conocían pues habían sido miembros de una comisión de derechos civiles. 52. LBL/JSU/AGMEF Consortium, 1983, 2. El acuerdo fue firmado por John A. Peoples, Jr., presidente de Jackson State University, y por David A. Shirley, director del Berkeley Lawrence Laboratory de la Universidad de California, en septiembre de 1981, 2. 53. La Fundación Educativa Ana G. Méndez proveyó la dieta y la transportación para el personal docente y administrativo del Lawrence Berkeley Laboratory y Jackson State University que participó en estas actividades. También participaron profesores y estudiantes de la Fundación. 54. Vanguardia, julio-agosto, 1986, 1. 55. Ibíd. 56. Ibíd. 57. Ibíd. 58. Vanguardia, enero-febrero de 1985, 7. El sistema visual de los seres

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V )

humanos reacciona a campos magnéticos creados por una corriente alterna. Los experimentos diseñados pretenden determinar si los campos magnéticos directos (producidos por corriente directa) pueden producir cambios en la sensibilidad de la retina. 59. Vanguardia, marzo-abril de 1985, 4. 60. El Mundo, 18 de mayo de 1986, 16. 61. Ibíd. 62. Vanguardia, ene-feb. 1987, 5. 63. Vanguardia, Mayo-junio, 1986, 1. 64. Las nuevas estructuras para el programa de química respondieron al compromiso de la Fundación Educativa Ana G. Méndez con el proyecto «Minority Institutions Science Improvement Program (MISP), que busca preparar profesionales en el área de química en esta Universidad. 65. Vanguardia, sept.-oct., 1985, 14. 66. Libro de Actas, 19 de agosto de 1988. 67. Libro de Actas de la Junta de Directores. Las gestiones de José F. Méndez habían comenzado en 1983. 68. 12 LPRA 1251 et. seq. 69. A.L.F. Informe del gobernador Carlos Romero Barceló a los editores de periódicos sobre la primera fase del Programa de Recuperación Económica, 19 de abril de 1977. 70. Lilliana Ramos Collado y Marilyn Rivera Olivieri, Innovación, experiencia y solidez, 110. 71. Esto le permitió, además, revertir al fondo general de la Fundación los $2.2 millones del dinero invertido en el solar de la Avenida Piñero y los $2.5 del dinero invertido en el solar de Luis Freire. 72. Libro de Actas de la Junta de Directores, 28 de marzo de 1984. 73.

PRJC CUM UT TOTAL

PRJC CUM UT TOTAL

PRIMER SEMESTRE 1982-1983 Equivalencia a Núm. de Estudiantes1 2 créditos (FTE) Créditos Proyectada Real Proyectada Real Proyectados Reales 4,050 3,850 5,800

4,413 4.358 6,470

3,395 3,273 5,423

3,716 3,835 5,843

50,922 40,095 81,345

55,741 57,520 87,652

13,700

15,241

12,091

13,394

181,362

200,913

45,108 47,175 74,332

51,154 55,546 81,644

166,615

188,344

3,583 3,700 5,300 12,583

SEGUNDO SEMESTRE 1982-83 4,148 3,007 3,484 4,379 3,145 3,703 6,298 4,996 5,443 14,825

11,148

12,630

74. El período de referencia (1986-1989) presenta un mercado total prácticamente en estancamiento. El mercado universitario total dismi-nuyó en -2,473 estudiantes, o lo que equivale a una tasa promedio de -0.25% anual. En términos generales, todos los sistemas

presentaron este mismo comportamiento de decrecimiento. Tanto la UPR como el Fundación Educativa Ana G. Méndez mostraron tasas de crecimiento a la par con las del mercado total. Las caídas más dramáticas corresponden al sistema de la UIA y a la USC, con las tasas de decrecimiento muy por debajo de la del mercado total (-2.15 y 4.06%) respectivamente. En el caso de la USC es probable que este patrón de caída tan agudo refleje la nueva política institucional de reducir su matrícula de forma paralela a la elevación de sus criterios de admisión. 75. La deserción de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Oficina de Investigaciones Pedagógicas del Consejo Superior de Enseñanza, (Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, Publicaciones Pedagógicas, Serie II, MCMLXVI). 76. Libro de Actas de la Junta de Directores. 77. Ibíd. 78. Ibíd. 79. Ibíd. Dada la trascendencia del concepto en términos de la influencia que puede ejercer el mentor en el estudiante, el programa fijó una serie de características que aunque generales, dieron un perfil de este personaje: !Guía que ayuda a la persona a sostener sus sueños (ideales) y a ponerlos en efecto en el mundo; !Modelo ocupacional que provee consejería, sostén y oportunidades al estudiante. Es modelo, consultor, consejero y patrono; !Alguien que es receptivo a mirar objetivamente los logros y a dar aliento a nuevas proyecciones; !Persona con una preocupación genuina por el bienestar y la profesión en el estudiante. Entre las funciones primordiales del mentor, resaltan las siguientes: !Maestro, para mejorar las destrezas del estudiante y el desarrollo intelectual; !Patrono, para facilitar la entrada y ascenso en el mundo del trabajo; !Guía y huésped, dándole la bienvenida al mundo ocupacional y social; !Consejero, proveyendo orientación y apoyo moral en tiempo de «stress». 80. Libro de Actas, 22 de agosto de 1989. Este programa nació como producto de la aprobación de fondos a través del Programa de Título III. 81. Libro de Actas de la Junta de Directores, 10 de julio de 1985. 82. Libro de Actas de la Junta de Directores, 28 de marzo de 1984. 83. Véase Vanguardia, Vol 2, Núm. 7, enero-febrero 1985. Ponencia del profesor Onelio Núñez en la sesión plenaria del Compu Campus II, como reacción a la ponencia del Dr. Alfred Bork. 84. Ibíd. 85. Ibíd. 86. Como resultado de esta visita, José Luis González escribió su Nueva visita al cuarto piso, auspiciado por la Fundación Educativa Ana G. Méndez. 87. González Lamela renunció al ser nombrado ayudante especial del gobernador Hernández Colón en asuntos de educación, cultura y calidad de vida. 88. Vanguardia, enero-febrero 1985, 2 Núm. 7, 16. 89. Panorama, Año 1, 2 de diciembre de 1990. 90. Ibíd.

91. Libro de Actas de la Junta de Directores, 29 de julio de 1982. 92. Vanguardia, marzo-abril, 1985, 14. 93. Libro de Actas de la Junta de Directores, 13 de octubre de 1981. 94. Véase Vanguardia, Vol 4, Núm. 3, mayo-junio, 1986, 1. 95. Libro de Actas de la Junta de Directores, 19 de abril de 1989. SANDIA aportó $2 millones a la Alianza. 96. Libro de Actas de la Junta de Directores, 20 de julio de 1989. 97. Libro de Actas de la Junta de Directores, 31 de octubre de 1989. 98. Crónica presidencial, 1981, 4. 99. Libro de Actas de la Junta de Directores de la FEAGM, 6 de marzo de 1981. 100. Véase sección anterior, dedicada a la historia de AFICA y el Puerto Rico Junior College. 101. Libro de Actas de la Junta de Directores FEAGM, 6 de marzo de 1981. 102. Se recordará que para estas mismas fechas PROSEE también fue implantado en las universidades del Turabo y Metropolitano. 103. Vanguardia, volumen 2, núm. 7, enero febrero. 104. Ibíd. 105. Ibíd. 106. Libro de Actas de la junta de Directores de la Fundación Ana G. Méndez, 22 de abril de 1987. 107. Ibíd. 108. Ibíd. 119. Libro de Actas, 17 de mayo de 1987. 110. Ibíd. 111. Ibíd., 19 de mayo de 1987. 112. Ibíd. 113.Libro de Actas de la Junta de Directores, 29 de octubre de 1991. 114.Una descripción completa de esta auditoría aparece en Libro de Actas de la Junta de Directores, 18 de septiembre de 1992. Posteriormente se desató otro conflicto en relación con los centros PROSEE. Se trató de una auditoría llevada a cabo por el Departamento de Educación que concluyó que los estudiantes del programa de cursos televisados PROSEE no podían acogerse a los fondos educativos Título IV, para los años 1986-1991. El Departamento exigió que se le devolviese $27 millones. Luego de una vasta investigación, el Departamento de Educación redujo la multa a $1.7 millones. Aún descontenta e insistiendo en cuestiones de principio, la Fundación demandó al Departamento de Educación federal en la Corte Federal de Distrito en San Juan, Puerto Rico. Y en septiembre de 1997, el juez Domínguez revocó la decisión del Secretario de Educación sobre las consecuencias de la tardanza en licenciar los centros PROSEE, o sea, la obligación de restituir los $1.7 millones. Al hacerlo, Domínguez clasificó la decisión de Riley como arbitraria, caprichosa y un abuso de discreción. Pero también volvió a enviar el caso al tribunal administrativo del Departamento de Educación federal. 115. Libro de Actas, Puerto Rico Junior College, 8 de diciembre de 1977.

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116. El Mundo, 19 de noviembre de 1978, 6b. 117. La Estación pertenecía a los hermanos Behn, antiguos residentes de la isla y dueños de la International Telephone & Telegraph Corporation (ITT). 118. Dorvillier News Letter. 119. Ibíd. 120. Ibíd. 121. Alfonso López Yustos, Introducción a la Educación, (Río Piedras: Publicaciones Puertorriqueñas), 4 ed, 2000), 120. 122. El Día, 16 de diciembre de 1957, 4. En sus inicios se ofrecían los cursos de Ciencias Físicas y Álgebra Elemental. 123. El Mundo, 19 de noviembre de 1978. 124. El Día, 7 de marzo de 1958, 4. 125. El Día, 12 de junio de 1954, 8. 126. Libro de Actas de la Junta de Directores, 8 de diciembre de 1977. 127. Ibíd. 128. Ibíd. 129. Ibíd. 130. Informe del presidente a la Junta de Directores, 1978-79, 20. 131. Ibíd. 132. Ibíd. 133. El Mundo, 19 de noviembre de 1978, 1. 134. Vanguardia, marzo-abril, 1985, p. 1 135. El 80% de los matriculados eran del sexo femenino. 136. Los lunes, martes, miércoles y jueves se ofrecían los cursos de Inglés 101 (3:00 p.m.), Humanidades 101(3:30 p.m.), Español 101 (4:00 p.m.) y Ciencias Sociales (4:30 p.m.). Los viernes se brindaba educación bilingüe a las 4:00 e Inglés 207 media hora después. 137. Libro de Actas de la Junta de Directores, 21 de agosto de 1986. 138. Ibíd. 139. Ibíd. 140. Ibíd. 141. Ibíd. 142. Ibíd. 143. Ibíd.


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Capítulo 6

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Entonces se Llamó SISTEMA UNIVERSITARIO ANA G. MÉNDEZ (1990-1999) Cincuenta años de «educación como vehículo de la superación»1 l inicio de los años 90 fue festivo para la juventud puertorriqueña. Durante la segunda semana de junio de 1992, se celebraron en la bahía de San Juan, entre Puerta de Tierra y el Paseo de la Princesa, las fiestas del Quinto Centenario del descubrimiento de América. Más de un millón de visitantes acudieron para disfrutar de cientos de veleros, bergantines, fragatas y buques escuela que, como parte

E

de la Gran Regata Colón, hicieron su entrada por la boca del Morro y por varios días atracaron en los muelles de San Juan.2 La capital se engalanó con gran colorido y se escucharon, al son de la música y la algarabía, más de veinte idiomas de la marinería visitante, que hicieron a la juventud puertorriqueña políglota por arte de magia. Entrada la noche del 13 de junio, la bahía capitalina se colmó de llamaradas

de colores brillantes, como nunca antes se había visto en Puerto Rico, para anunciar la despedida de los participantes en la Gran Regata Colón. A la mañana siguiente, en un desfile impresionante, los buques de la Gran Regata Colón, - más de 250 - alzaron velas y enfilaron por la costa norte de la isla rumbo al puerto de Nueva York. Aquellos días de celebración internacional, con su

Entonces se llamó Sistema Universitario Ana G. Méndez

luminosa noche de cierre, fueron inolvidables. Entonces se difundió entre todos un sentimiento de orgullo por la capacidad organizativa del pueblo puertorriqueño. Estábamos listos para las Olimpiadas del 2004. La conmemoración del Quinto Centenario del descubrimiento de América en el Sistema Universitario Ana G. Méndez, se manifestó de varias maneras: en la Universidad Metropolitana se produjo el magnifico documental fílmico “500 años de historia”; en la Universidad del Turabo las fiestas del descubrimiento se unieron a las ceremonias de inauguración de la Escuela de Ingeniería, y en el Colegio Universitario del Este se llevaron a cabo varias conferencias alusivas a la efeméride. Al año siguiente (1993), Puerto Rico se vistió otra vez de fiesta cuando Dayanara Torres se convirtió en la tercera joven boricua en conquistar el cetro de Señorita Universo. El 22 de mayo el país se desbordó para dar una gran bienvenida a la joven de Toa Alta.3 Sus orgullosos compatriotas se dieron cita para aclamarla en su paseo triunfal por las principales calles metropolitanas. Más adelante, el país se engalanó de nuevo para recibir al otrora estudiante de la Universidad Metropolitana, Tito Trinidad, luego de otro de sus magníficos triunfos en la categoría «super welter» de boxeo. El pueblo, como pocas

veces en la historia, se volcó por las calles de la zona metropolitana de San Juan. En la isla prevalecía un ambiente de alegría y de confianza en el futuro. Durante esa década, se manifestó un crecimiento económico «vigoroso y vibrante». Finalizado el período de incertidumbre por la permanencia de la sección 936, la economía puertorriqueña, compartiendo el auge económico de los Estados Unidos, continuó creciendo aceleradamente.4 En junio, la sección 936 salió de la Comisión de Finanzas del Senado, aunque con recortes considerables, mejor parada de lo que se temía bajo el plan presidencial. Se consiguió que se aprobara una enmienda que daba a las compañías exentas la opción de acogerse de igual forma a un crédito contributivo. Pero, a diferencia del 100 por ciento vigente, el crédito por ingresos a partir de 1998 cobijaría sólo el 40 por ciento de los ingresos que las compañías atribuyeran a su producción manufacturera en la isla. Esta enmienda fue posteriormente aceptada por el presidente Clinton en un viraje que ayudó, al menos en el papel, a salvar la sección 936 por algún tiempo. Por último, la producción total de bienes

El inicio de los 90: años festivos para la juventud puertorriqueña. De izquierda a derecha se despide la Gran Regata Colón, fuegos artificiales, y la reina del universo Dayanara Torres. (END). Día de premiación de equipos campeones del Sistema Universitario Ana G. Méndez. De izquierda a derecha, Tito Trinidad, José F. Méndez y el destacado volibolista Raúl Papaleo - 2001. (AHSUAGM).

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y servicios ascendió a $5,218 millones a precios constantes. Esto significó un crecimiento de 2.97 por ciento sobre el año natural de 1992.5 En 1995, la economía puertorriqueña se mostraba sólida. Incluso con la sequía de principio de año y las dos amenazas de huracán en el mes de septiembre que provocaron una suspensión temporal de actividades económicas en la isla. Ese año se catalogó como el mejor para la economía local desde 1987. Todos los índices de la producción así lo evidenciaron y tanto el consumidor como los demás sectores tuvieron gran influencia en este crecimiento.


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Al contrario que lo que sucediera en las décadas anteriores, cuando parecía que todos los males venían juntos, en 1995 la visión y la perspectiva del consumidor apuntaban en sentido contrario: era como si todas las bondades viniesen juntas. Todo iba bien, muy bien.6 El Logo del Consejo Superior de crecimiento económico en Enseñanza de Estados Unidos, su baja Puerto Rico. (CSEPR) tasa de inflación y el mantenimiento de intereses bajos y estables contribuyeron a que continuara el auge de la economía local. El evidente vigor económico de la isla se dejó sentir con fuerza en el país hasta finalizada la década.7 Todo ello, gracias, a la mencionada confianza del consumidor en la fortaleza del sistema.8 Durante los 1990, también la educación universitaria atravesó por un período de franco desarrollo. El número de estudiantes matriculados en instituciones universitarias fue cada vez mayor, aumentando de 156,147 (1990) a 176,015 (1999).9 Operaban en la isla con licencia del Consejo de Educación Superior 35 instituciones y sistemas de educación superior, con un total de 72 unidades institucionales. El crecimiento en el número de instituciones de educación superior se había iniciado, según se ha narrado, a mediados de la

década del setenta, impulsado en gran medida por el advenimiento de las Becas Pell de ayuda para estudiantes necesitados. En 1970 existían en Puerto Rico tan sólo cinco instituciones y sistemas operando bajo la acreditación del Consejo de Educación Superior: la Universidad de Puerto Rico, la Universidad Interamericana de Puerto Rico, la Universidad Católica de Puerto Rico, la Fundación Educativa Ana G. Méndez y la Universidad del Sagrado Corazón.10 Sin embargo, diez años más tarde, el total prácticamente se cuadriplicó, con 19 instituciones en funciones. Durante la próxima década ya estaban acreditadas 35 instituciones universitarias. Se podían clasificar las instituciones en dos grupos:

Entonces se llamó Sistema Universitario Ana G. Méndez

seis grandes, contando las cinco mencionadas, a las que se sumó la Universidad Politécnica en Hato Rey, y el resto, de menor alcance. Del total de 36 instituciones o sistemas, cuatro de éstas atendían el 80.0% de los estudiantes.11 El papel que para entonces desempeñaba el sector privado en la educación superior de Puerto Rico era cada vez mayor. La educación universitaria privada había asumido la responsabilidad de educar a casi dos terceras partes de todos los alumnos de nivel superior. Cerca de 11 por ciento de todos los estudiantes que asistían a instituciones de educación superior lo hacían en el Sistema Universitario Ana G. Méndez.

Cuadro XIX INSTITUCIONES PÚBLICAS Y PRIVADAS (1997) PÚBLICAS 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Universidad de Puerto Rico (11 unidades) Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe Colegio Tecnológico del Municipio de San Juan Conservatorio de Música Escuela de Artes Plásticas Institutos Tecnológicos del Departamento de Educación

Sub-total instituciones públicas

SIN FINES DE LUCRO

MATRÍCULA

PRIVADAS

55,445

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

155 967 302 192 2,456 59,517

INSTITUCIONES PRIVADAS CON FINES DE LUCRO

Cuadro XVIII Matrícula universitaria por sector 1992-1993, 2002-2003 Sector Público Privado Total

1992-1993 56,535 104,521 161,056

1993-1994 58,000 103,689 161,689

1994-1995 59,772 105,626 165,398

Sector Público Privado Total

1995-1996 66,625 106,714 173,339

1996-1997 69,962 102,240 172,202

1997-1998 71,676 96,878 168,554

Sector Público Privado Total

1998-1999 72,693 98,620 171,313

169

1999-2000 73,846 102,169 176,015

2000-2001 74,115 110,011 184,126

2001-2002 73,974 116,802 190,776

2002-2003 74,801 125,041 199,842

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.

Columbia College (3 unidades) E.D.P. College (2 unidades) Humacao Community College Huertas Junior College (3 unidades) Instituto Comercial de P.R. (3 unidades) Instituto de Educación Universal International College of Business & Technology P.R. Tech Junior College National College Ponce College of Technology Ramírez College of Business & Technology Phoenix University

11. 12. 13. 14. 15. 16. 17.

1,321 1,485 364 2,077 1,728 407 166 271 N/S N/S 585 944

American University (2 unidades) Atlantic College Caribbean University (4 unidades) Centro Caribeño de Estudios Graduados Escuela de Medicina San Juan Bautista National College of Business & Technology Pontificia Universidad Católica (4 unidades) Puerto Rico Institute of Psychiatry Seminario Evangélico de P. R, Sistema Universitario Ana G. Méndez (4 unidades) Universidad Adventista de las Antillas Universidad Central de Bayamón Universidad Central del Caribe Universidad del Sagrado Corazón Universidad Interamericana (11 unidades) Ponce School of Medicine Universidad Politécnica

Sub total instituciones privadas

TOTAL GENERAL

MATRÍCULA 3,407 361 3,291 465 155 1,319 12,252 31 175 17,445 779 3,367 337 5,199 33,514 258 4,678 96,381

155,898

Fuente: Consejo de Educación Superior de Puerto Rico, Análisis de los programas de asistencia económica para estudios universitarios, enero de 1997, 30, 31.

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El ambiente de la educación superior en Puerto Rico era muy heterogéneo. En el caso específico de las instituciones que integraban el Sistema Universitario Ana G. Méndez, el Puerto Rico Junior College, la Universidad del Turabo y la Universidad Metropolitana, no todas pertenecían a la misma categoría como institución educativa. La Universidad del Turabo se encontraba en el grupo de unidades institucionales universitarias, cuyo pares eran el Recinto Metropolitano y el Recinto de San Germán de la Universidad Interamericana y el Recinto de Ponce de la Universidad Católica. Sin embargo, ninguna de estas cuatro unidades institucionales operaban en el mismo mercado geográfico. En el caso de la Universidad Metropolitana, el grupo de sus pares (15 unidades) eran instituciones de cuatro años. El Puerto Rico Junior College se encontraba en un grupo de unidades institucionales de dos años, junto con el Colegio Regional de Utuado de la Universidad de Puerto Rico, el Colegio Tecnológico del Municipio de San Juan y Ramírez College. Mientras tanto, para asegurarse de que el esfuerzo de la Fundación Educativa Ana G. Méndez se entendiese como universitario, y para impedir cualquier interpretación equivocada de lo que constituía una «fundación», principalmente

Entonces se llamó Sistema Universitario Ana G. Méndez

Cuadro XX Matrícula estudiantes universitarios de Puerto Rico - 1997 Matrícula 1. Universidad de Puerto Rico 2. Universidad Interamericana 3. Sistema Universitario Ana G. Méndez 4. Pontifica Universidad Católica 5. Universidad Sagrado Corazón 6. Universidad Politécnica 7. Todas las demás (29) Matrícula total

Por ciento del total Individual Acumulativa

53,290 42,673 17,658 12,366 5,024 4,772 25,404

33.1 26.4 10.9 7.7 3.1 3.0 15.8

161,187

100.0

33.1 59.5 70.4 78.1 81.2 84.2 100.0

Fuente: Consejo de Educación Superior de Puerto Rico, Análisis de los programas de asistencia económica para estudios universitarios, enero de 1997.

Miembros del Consejo Superior de Enseñanza de Puerto Rico, 1997. Sentados de izquierda a derecha, José Lázaro Paoli, Sandra Espada Santos, Enrique Irizarry, presidente, Lydia Díaz de Grana, y Guillermo Picó. De pie de izquierda a derecha Ernesto Rivé, José R. Fumero, y Nellie Carrión de Vizcarrondo - 1997. (CSEPR)

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Representantes de universidades y colegios y miembros de la Middle States Association y del Consejo Superior de Enseñanza en firma de Memorando de Entendimiento- 1993. (CSEPR).

en los Estados Unidos, el 15 de julio de 1993 la Junta de Directores aprobó enmendar el nombre legal de la Fundación Educativa Ana G. Méndez Inc. Desde entonces pasó a conocerse como el Sistema Universitario Ana G. Méndez Inc.. De esa manera se respondió a la situación institucional integrada por la Universidad del Turabo, la Universidad Metropolitana, el Colegio Universitario del Este y dos estaciones de televisión para servicio público (WMTJ-TV Canal 40 y WONO Canal 26).13 Así las cosas, el Sistema Universitario Ana G. Méndez, la segunda institución universitaria privada del país en lo que concierne a la matrícula estudiantil, cerró el siglo XX con una magna celebración de sus cincuenta años de quehacer educativo.14 Hubo diversas actividades entre las que se encontraron exposiciones, confer-

encias, actos de reconocimiento y programas especiales. Para 1998, y por segundo año consecutivo, las instituciones afiliadas al Sistema Universitario excedieron sus proyecciones, al lograr para agosto una matrícula de 19,745 estudiantes. Al año siguiente la matrícula aumentó a 20,918 estudiantes. Con ello se alcanzó una cifra histórica. La institución que comenzó en 1949 con tan sólo 9 estudiantes, había crecido hasta cobijar más de veinte mil alumnos. Su facultad compuesta al inicio por tan sólo un minúsculo número de profesores que hacían de todo, pasó a ser una facultad de 950 miembros integrada por profesores

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Tres instituciones y un canal de televisión componen el Sistema Universitario Ana G. Méndez. (AHSUAGM)


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regulares y conferenciantes. En cuanto al personal administrativo, éste contaba ya con más de 1,500 empleados.15 En 1993, el Sistema Universitario Ana G. Méndez confirió 542 grados asociados o el 12 por ciento de dichos grados otorgados por las instituciones de educación superior en la isla; 1,124 o el 8.4 por ciento de grados de bachillerato y 63 o el 11.5 por ciento de maestrías.16 Al cerrar aquellos años de celebración y de satisfacción por el extraordinario crecimiento y los logros académicos del Sistema Universitario Ana G. Méndez, José F. Méndez se comprometía con el futuro afirmando: «seguiremos esforzándonos para ofrecerle a nuestra juventud una educación de excelencia. Y lo haremos, como diría mi madre, con amor. Amor a la juventud, amor al país, amor a la familia, y

Los precursores de aquel modesto Puerto Rico Junior College, hoy Sistema Universitario. De izquierda a derecha Alfredo Muñiz Souffront, Ana G. Méndez y Florencio Pagán - 1949. (AHSUAGM),

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sobre todo, amor a Dios».17 Uno de los logros celebrados por aquel entonces fue el de la aprobación e implantación de los nuevos estatutos de la Fundación, que a partir de 1991 regirían las instituciones. Con ellos se entregaban poderes a la facultad para diseñar políticas académicas para las escuelas o facultades.18 Sin embargo, el júbilo de aquellos años quedó opacado cuando, el 18 de febrero de 1997, y a sus 89 años de edad, falleció Ana G. Méndez. Por fortuna, la ilustre educadora había logrado disfrutar del reconocimiento público por la extraordinaria obra que había iniciado en 1949 y que José F. Méndez, su hijo, tan hábilmente había continuado. Desde su retiro de la Junta de Directores y de la Administración de la institución en enero de 1974, Ana G. Méndez continuó ligada

Cuadro XXI Matrícula total del Sistema Universitario Ana G. Méndez 1990-1998 Institución

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

CUE

3,752

4,037

4,450

4,677

4,654

4,832

4,742

5,909

6,647

UT

7,484

7,402

7,796

7,866

7,752

7,415

7,318

7,525

7,726

UMET

5,644

5,532

5,444

5,161

5,114

4,865

4,722

4,990

5,363

SUAGM

16,880

16,960

17,690

17,714

17,520

17,112

16,782

18,420

19,756

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años).

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Develación de cuadro en honor a Ana G. Méndez y apertura de la Casa Museo en la Universidad del Turabo. De izquierda a derecha, el rector de la Universidad del Turabo, Dennis Alicea, Grecia Méndez, José F. Méndez, Antonio Amadeo Murga y Héctor Jiménez Juarbe.

como asesora a la institución que había sido su proyecto de vida. Con su generosidad habitual, colaboraba en diversas obras benéficas y cívicas, participando en organizaciones tales como Fondos Benéficos Unidos de Puerto Rico (1974-1977), Consejo asesor sobre servicio a personas que padecen accidentes (1975-1976), Comité timón de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (1975-1977), Comisión sobre valores humanísticos (1976-1977), Junta de Directores de la Fundación Puertorriqueña de la Huma-

nidades (1978-1982), Ashford Community Hospital (1980-1982), Campaña de la Cruz Roja (1980-1982) y muchas otras. La aportación voluntaria a la vida cívica del país, solía manifestar Ana G. Méndez, había hecho posible el éxito de su vida. En 1979, había organizado, junto con su hermana Gloria, el Club de lectores cuya meta fue fomentar el gusto por la lectura. El Club publicaba libros de diversos temas y niveles con una atractiva encuadernación y a precios módicos, para nutrir la biblioteca familiar del

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puertorriqueño. La idea fue lanzar un anzuelo al pueblo, que en sus palabras, estaba «hambriento de lectura y de manos que lo guíen para adentrarse en temas más profundos y contenido literarios».20 Desafortunadamente, toda esa ingente obra cívica y educativa quedó interrumpida por unos años, cuando el 28 de mayo de 1982 Ana G. Méndez fue asaltada en su casa por un ladronzuelo que al intentar robarle, le disparó dos balazos que casi le costaron la vida.21 Mientras estaba en el hospital rehabilitándose, decidió hacer un alto para ayudar a prevenir el crimen, usando el bagaje de sus más de treinta años como educadora. Tomando en cuenta que, según las estadísticas del Departamento de Corrección, el 86 por ciento de la población penal de la isla comete su primer acto criminal a la edad de 14 años, le resultaba evidente que eran la niñez y la juventud con quienes había que trabajar.22 Le costó un año organizar la estructura de una organización anticrimen que llamó «Cuesta Arriba», porque sabía que no le iba a ser fácil.23 El 15 de diciembre de 1983, y junto a 23 educadores, inició dicho programa, que fue sufragado con fondos federales. Para marzo de 1984 contaba con una matrícula de 80 jóvenes de ambos sexos, de 16 y 17 años, procedentes de áreas de escasos

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recursos como la barriada Tras Talleres, y los residenciales Manuel A. Pérez de Hato Rey y Luis Llorens Torres de Santurce. Eran jóvenes sin hogar, sin dinero, sin trabajo; sin nada. El programa intentaba capacitarlos para que pudieran tener su diploma de cuarto año. Una vez más Ana G. Méndez empleaba «la educación como vehículo de la superación».24 Había, además, varios jóvenes a los que Ana G. Méndez quería enviar a la Fundación Educativa a tomar un programa de destrezas colegiales que los preparase para ingresar en la universidad. El programa, que duraba 10 meses, empezó el 15 diciembre de 1983. Incluía conferencias sobre el mundo del trabajo, actividades sociales y culturales, deportes y yoga. Con el correr de los años, y tras de éstos y otros logros, Ana G. Méndez enfermó de problemas respiratorios y murió el 17 de febrero de 1997, dejando una estela de grandes aciertos a lo largo de su vida.26 Para darle continuidad a su obra después de su muerte, dejó en su testamento una donación de $75,000 destinada a becas para estudiantes talentosos y de escasos recursos económicos, pertenecientes a las tres instituciones del sistema universitario que lleva su nombre.27 José F. Méndez y su hermana Grecia develan un busto de su querida madre Ana G. Méndez durante actos de inauguración del entonces Colegio Universitario del Este - 1992. (AHSUAGM)

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Dos batallas más a favor de las universidades privadas ientras tanto, José F. Méndez, el infatigable y laborioso presidente del Sistema Universitario que lleva su apellido, continuaba abogando, tal y como había hecho durante los pasados años, a favor de la independencia de las universidades privadas del control del Consejo de Educación Superior y de equidad en el financiamiento de la educación superior. Sobre la primera, entendía que «había un serio conflicto jurisdiccional y de interés en la función dual del Consejo de Educación Superior, como entidad que licencia y

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acredita, siendo, además, la Junta de Síndicos de la universidad del Estado».28 Sostenía que el Estado tenía la responsabilidad de licenciar, no de acreditar a las instituciones. «La autoridad de acreditación es y debe ser independiente del Estado».29 El planteamiento fundamental de Méndez constituyó un llamado a reconocer la apremiante necesidad de desarrollar una revisión profunda de la concepción política y pública vigente respecto a los procesos educativos del país. «Ante los dramáticos y vertiginosos cambios sociales, económicos y

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políticos a escala global que afectaban todos los aspectos de la sociedad, Puerto Rico debía responder con la efectividad y flexibilidad necesarias que propicien su más adecuada incorporación al nuevo esquema del siglo XXI». Esa concepción debía «reconceptualizar el aparato educativo en todos sus niveles como parte vital de la infraestructura social y reconocer el carácter estratégico crítico del desarrollo de los recursos humanos como base para fortalecer nuestra competitividad a nivel global».30 Además, insistió Méndez, como

tantas veces lo había hecho en el pasado, que se debía reconocer la importancia de asegurar el acceso a la educación superior a personas de bajos ingresos mediante mecanismos que les permitieran escoger libremente a base de sus necesidades, intereses y capacidades.31 Por último, pedía que se tomase en cuenta la heterogeneidad de los programas de educación superior que exigía el Puerto Rico contemporáneo.32 Por otro lado, y muy ligado a lo arriba señalado, José F. Méndez libraba una campaña contra la falta de equidad en la distribución de los fondos estatales de ayuda económica para estudiantes e instituciones de nivel superior, públicas y privadas de Puerto Rico. Expresaba su descontento por el alegado favoritismo con la Universidad de Puerto Rico a la hora de repartir los fondos.33 Argumentaba que, las universidades privadas en Puerto Rico recibían alrededor del 90 por ciento del total de sus ingresos por concepto de las becas y préstamos que tramitaban sus estudiantes. Desde 1974 la Beca Pell constituía la fuente principal de financiamiento de la educación superior de los estudiantes que ingresaban al sector privado de educación postsecundaria en Puerto Rico. Estos fondos federales asignados a Puerto Rico habían aumentado de $214,210,000 en el año fiscal 1988 a

De izquierda a derecha Manuel Gómez, director de CRCI, José Saldaña, presidente de la Universidad de Puerto Rico, José F. Méndez, Awilda Aponte Roque, vicepresidenta del Consejo Superior de Enseñanza, Félix Castrodad, rector del Colegio Universitario de Humacao, Alejandro Ruiz, rector del Recinto Universitario de Mayagüez e Ismael Ramírez, director ejecutivo del Consejo Superior de Enseñanza - 1992. (AHSUAGM).

$291,401,000 en el año fiscal 1992. La alta dependencia de becas y préstamos estudiantiles creaba una situación muy vulnerable a confrontaciones de crisis fiscales para muchas de las instituciones universitarias de la isla.34 Por otro lado, además de las ayudas federales, existían fondos de ayuda económica a los estudiantes de instituciones de nivel universitario. Estos eran administrados por el Consejo de Educación Superior.35 Se trataba del Fondo Educacional y del Fondo Legislativo; ambas ayudas se concedían a base de la necesidad económica del estudiante. La asignación del Fondo Educacional, creado por virtud del la Ley Núm. 64 del 24 de junio de 1969, ascendió para 178

el año académico 1992-93 a $15.4 millones, que se distribuyeron en $7.7 millones para la Universidad de Puerto Rico y $7.7 millones para las universidades privadas, destinados para ayudas económicas a estudiantes. La Universidad de Puerto Rico destinó el uso de los $7.7 millones que le asignó la Legislatura únicamente para gastos operacionales.36 Al examinar la disposición de esta Ley dentro del contexto del momento en que operaban las universidades públicas y privadas del país, resultaba, según Méndez, un tanto incomprensible que «se sostenga una distribución de este fondo de un 50 por ciento para la Universidad de Puerto Rico y 50 por ciento para el sistema de educación superior privada, en circunstancias en que


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la matrícula total postsecundaria de nivel universitario es servida en un 65 por ciento por el sector privado y un 35 por ciento por el sector público».37 Se requería pues, de acuerdo con Méndez, atemperar esta Ley con la realidad en que operaban las universidades públicas y privadas del país.38 El Fondo Legislativo, creado mediante el Acta 5 del 2 de abril de 1943 y una enmienda a la Resolución Conjunta Núm. 76 de la Cámara y el Senado del 5 de julio de 1974, constituía el otro fondo para ayuda económica a los estudiantes, administrado por el Consejo de Educación Superior.39 Desde 1988 hasta 1993 la Legislatura asignó un promedio anual de $14.9 millones, de los cuales se destinaron alrededor de $2.0 millones anuales para becas de estudiantes de las instituciones privadas de nivel universitario, que cualificaban para recibir dichos fondos. La Universidad de Puerto Rico designó de estos fondos la cantidad de aproximadamente $6.0 millones anuales para becas estudiantiles. La cantidad restante, de alrededor de $7.0 millones, se destinó para apoyar diversos proyectos o actividades académicas del Sistema de la Universidad de Puerto Rico.40 Un análisis histórico del presupuesto de la Universidad de Puerto Rico ilustraba, según Méndez, una desigualdad

en la asignación de estos fondos, entre el sector público y el privado de educación superior.41 Para el año fiscal 1992-93, la Legislatura había asignado un total de $27,567,000 para el Fondo Educacional y $14,541,475 para el Fondo Legislativo, es decir, un total de $42,108,475. De ese total se asignó a las instituciones privadas $7,700,000 del Fondo Educacional y $1,968,280 del Fondo Legislativo, un total de $9,668,820. A la Universidad de Puerto Rico se le asignó un total de $32,439,655. La matrícula total del sistema público (la Universidad de Puerto Rico) para el año 1991-92 fue de 53,290 estudiantes y la matrícula total del sector privado de educación superior fue de 104,521 estudiantes.42 Esta desigualdad en la distribución de los fondos ocurría precisamente en un contexto de desigualdad social en el perfil económico de los estudiantes de ambos sectores. Era innegable el hecho de que los estudiantes más desaventajados económicamente se encontraban matriculados en el sector privado de la educación superior del país. Además, cabía señalar que la Universidad de Puerto Rico recibía el 9.33 por ciento del presupuesto general del gobierno como aportación que ingresaba a los fondos generales de la universidad, por disposición de la Ley 2 del 20 de enero de

1966. Esto le permitía a la Universidad de Puerto Rico operar con un costo promedio por estudiante de alrededor de $10,000 anuales. La situación era muy distinta en el sector privado. Los ingresos totales de la mayor parte de las instituciones de educación superior privadas las obligaban a operar a un costo promedio por estudiante de entre $2,500 a $3,000 anuales.44 Las instituciones que integraban el Sistema Universitario Ana G. Méndez distribuían los fondos asignados por el Consejo de Educación Superior a razón de $400 por estudiante. La situación de los estudiantes que asistían a dicho Sistema reveló los siguientes datos.45 Primero: El máximo anual que otorgaba la Beca Pell era de $2,300 por estudiante. Segundo: El costo anual de la matrícula de un estudiante con una carga académica de 13 créditos semestrales ascendía a $2,820 anuales. Tercero: El 90 por ciento de la matrícula del Sistema Universitario Ana G. Méndez (que equivalía a 15,300 estudiantes) era elegible para participar de la Beca Pell. Cuarto: El Sistema Universitario Ana G. Méndez había recibido en el año 1993-94 la cantidad de $2,056,913 del Fondo Educacional y del Fondo Legislativo administrados por el Consejo de Educación Superior. Quinto: Con esos $2,056,913 el Sistema Universitario

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Ana G. Méndez podía completar la diferencia de $520 entre el costo de matrícula y la Beca Pell al 26 por ciento del total de estudiantes elegibles para recibir dicha ayuda, equivalente a 3,955 estudiantes del total de 15,300 elegibles. Sin embargo, para poder beneficiar un número mayor de sus estudiantes, el Sistema Universitario Ana G. Méndez asignó un total de $400 a cada alumno elegible, beneficiando así a 5,049 estudiantes. La situación del sistema público de educación superior presentaba un cuadro muy distinto al del sector privado. Sólo bastaba señalar algunos de los elementos que lo integraban para poder aquilatar este hecho:46 el nivel socio-económico del estudiante que ingresaba a la Universidad de Puerto Rico era, en términos generales, más alto que el del estudiante que ingresaba al sector privado de educación superior. Por tal razón, su capacidad de financiar sus gastos de estudios eran mayores. El costo de la matrícula universitaria de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico era sustancialmente más bajo que el de la privada, por la simple razón de que el Estado subsidiaba sobre el 50 por ciento del costo de los servicios educativos que aquella prestaba a los estudiantes.47 A los estudiantes que eran elegibles para recibir la Beca Pell en la Universidad de Todo para «asegurar el acceso a la educación superior a personas de bajos ingresos», José F. Méndez - 1990, (AHSUAGM).

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Estrategias de futuro: Visión 2000 Puerto Rico les sobraba alrededor del 50 por ciento del dinero que recibían de dicha beca, después de que ésta cubriera gastos de matrícula, de libros, de hospedaje, de transportación y de almuerzos, entre otros. En la privada, la Beca Pell alcanzaba a cubrir únicamente el pago de la matrícula del estudiante, quedando al descubierto sus demás gastos de estudios. Todo ello revelaba que los estudiantes que asistían a las universidades del Estado no necesitaban el subsidio que proveía el Fondo Educacional y el Fondo Legislativo con la urgencia que lo necesitaban los alumnos del sector privado de educación superior.48 Fue por todas estas razones que, en 1993, José F. Méndez propuso ante la Comisión de Reforma Gubernamental sobre los Proyectos de Reforma Universitaria la creación de un fondo común de becas para estudiantes, que se nutriría en primera instancia, del total de los recursos que se le asignaban al Fondo Educacional y al Fondo Legislativo, del fondo de becas de la Compañía de Fomento Industrial y de las aportaciones de las industrias en general. Este fondo lo administraría el Consejo de Educación Superior.49 De acuerdo con Méndez, dicho fondo incluiría, además, todos los recursos destinados a becas para estudiantes necesitados o para aquellos que ingresasen a

programas que fueran de particular interés público.50 El fondo serviría a estudiantes, no importa cual fuere la universidad seleccionada por ellos, para cursar estudios de grado asociado, bachillerato y posgrado. El Consejo de Educación Superior, como entidad que administraría este fondo, debía establecer los criterios para el otorgamiento de becas y debía, además, rendir informes anuales a la Legislatura sobre el manejo de dicho fondo. Éste operaría como un complemento de las becas Pell, contribuyendo a compensar la diferencia entre el costo anual del servicio educativo y el monto de las becas federales disponibles (Beca Pell).51 El argumento central de Méndez fue, pues, de justicia distributiva para casi 100 mil estudiantes de los sectores menos privilegiados, que luchaban por abrirse caminos de futuro.52 Dicho fondo no debía destinarse para sostener las instituciones, sino para brindar ayudas a esos estudiantes y apoyar programas costosos. La sensatez del planteamiento de Méndez fue tomada en cuenta seriamente por varios gobiernos estatales, que desde entonces adoptaron una estrategia de «matrícula alta y ayudas altas», enfatizando el ofrecimiento de ayudas directas al estudiantado en función de su necesidad y sustituyendo las ayudas generales.53

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Otra forma en la que la universidad pública había impactado adversamente a las instituciones privadas, más allá de recibir la mayor cantidad de los fondos federales educativos, residía en las repercusiones que el aumento en su matrícula tenía en todo el sistema educativo. En 1994, la Universidad de Puerto Rico inició un aumento notable en el ritmo de crecimiento de su población estudiantil.54 En 1995-96 se experimentó, en relación con el curso anterior, un aumento del 30 por ciento en los nuevos ingresos a la Universidad de Puerto Rico.55 El aumento se debía, en parte, al cambio otorgado al peso de los componentes de la fórmula de admisión, lo cual permitió que un gran número de estudiantes, tanto de escuelas públicas como privadas, visualizaran la Universidad de Puerto Rico como su alternativa de estudios. Los Colegios Regionales del sistema público experimentaron el mayor crecimiento.56 La matrícula de las universidades privadas quedó seriamente impactada, limitando su tasa de crecimiento.

ara el inicio de los años 90, el ingeniero Juan J. Jiménez llevó el peso de la presidencia de la Junta de Directores del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Su experiencia y prestigio, ganados al fragor de los años 70 como presidente del Consejo Superior de Enseñanza, así como también de la Junta de Gobierno de la Universidad de Puerto Rico, fueron de extraordinario beneficio para el Sistema Ana G. Méndez. Al cumplir su incumbencia, la Junta eligió, por segunda ocasión, a Armando O. Figueroa Toro, uno de sus más antiguos colaboradores, con 16 años al servicio de la institución.57 A este le siguió Luis González Monclova, quien renunció antes de que se completase su plazo y fue sustituido por el antes mencionado

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Cuadro XXII Presidentes y vicepresidentes de la Junta de Directores durante los años 90 Nombre de presidentes

desde/hasta

Vicepresidentes

desde/hasta

Armando Figueroa Toro

1991-1993

Héctor Jiménez Juarbe

1991-1993

Luis González Monclova

1993-1994

Juan José Jiménez

1993-1994

Juan José Jiménez

1994-1995

Jaime R. Escalona

1994-1995

Jaime R. Escalona

1995-1997

Antonio J. Amadeo Murga

1995-1997

Antonio J. Amadeo Murga

1997-1999

Juan José Jiménez

1997-1998

Celia E. Cintrón

1999-2001

Celia E. Cintrón

1998-1999

José J. Villamil

1999-2000

De izquierda a derecha, directiva de la Junta, Juan J. Jiménez, Emilio Torres, José F. Méndez, Manuel García Méndez, Héctor Jiménez Juarbe, Guillermo Irizarry y Armando Figueroa Toro - 1993. (AHSUAGM).

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Cuadro XXIII Miembros de la Junta de Directores del Sistema Universitario Ana G. Méndez durante 1990-2000

De izquierda a derecha tres presidentes de la Junta: Jaime R. Escalona y Antonio Amadeo Murga; a su lado, Celia Cintrón.

presidente Juan J. Jiménez. Jaime Escalona, Antonio J. Amadeo Murga y Celia Cintrón cerraron el círculo de distinguidos presidentes de la Junta de Directores en aquella década de crecimiento extraordinario. Por otro lado, se estableció una Junta Asesora del Presidente del Sistema Universitario Ana G. Méndez, que tenía como objetivo principal servir de vínculo entre el Sistema Universitario Ana G. Méndez, la empresa privada, el gobierno y la comunidad general, de manera que la Universidad fuese pertinente a las necesidades de la sociedad a la que prestaba servicios educativos.58 Como responsabilidad principal, haría recomendaciones al presidente, dirigidas a mejorar la efectividad y la eficiencia de los servicios académicos y administrativos que ofrecían las instituciones del Sistema Universitario Ana G.

Méndez. Entre otras funciones, estaban las de hacer recomendaciones sobre el diseño, planificación y desarrollo de programas, proyectos y actividades en pro de la calidad académica de los ofrecimientos del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Además, aconsejaría sobre los nuevos desarrollos tecnológicos, las necesidades de recursos humanos del país y su efecto en los programas académicos.59 La Junta mantuvo una membresía de doce miembros,60 designados por el presidente del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Una vez más se integraron ejecutivos de la industria, de la banca y el

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Nomb re

Años

Presidente

María Isabel Burckhart

1992-

Antonio de Haro

1994-

Rita DiMartino

1994-

Jaime R. Escalona

1994

Luis G. Fortuño Burset

1997-

Jorge A. Pierluisi, Jr.

1998-

Ivar A. Pietri

1997-

Antonio J. Amadeo

1994-2002

Diego Chévere

1997-

Carmen Ana Culpeper

1996-1997

Héctor A. Feliciano

1994-

Armando Figueroa Toro

1990-1994

1991-1993

Juan José Jiménez

1990-1999

1994-1995

Manuel A. Morales

1998-2001

Miguel A. Villafañe Nériz

1999-

José Joaquín Villamil

1997-

1995-1997

1997-1999

comercio, abogados, líderes cívicos y educativos, así como representantes de diversas profesiones, asociaciones y organizaciones privadas. En 1990, la Junta de Directores revisó los Estatutos de las tres instituciones.61 Los cambios fueron sustanciales. Se cambiaron los nombres de los Estatutos de los Colegios para atemperarlos a la situación actual y se incorporaron las estaciones WMTJ-TV, Canal 40 y WQTO-TV, Canal 26, a los mismos.62 Se amplió la composición del Consejo Administrativo y se especificaron claramente sus funciones. Se añadieron dos representantes de la facultad y uno del estudiantado. Se creó el nuevo puesto de vicerrector de Asuntos Académicos, así como los puestos de decanos de facultad. La Junta Académica se reestructuró completamente, otorgando primacía a la facultad como cuerpo originador de la política académica institucional en áreas tales como creación de programas académicos, concesión de grados, evaluación de facultad, formulación de cargos a la facultad, otorgación de rangos académicos y concesión de las licencias. Estas enmiendas ampliaron la autonomía y la discreción académica de la facultad. Quedó claro también que el Consejo Administrativo no tendría que involucrarse con el aspecto evaluador de profesores y se

obvió una etapa en la jerarquía decisional; de este modo se evitó menoscabar el control efectivo de la Facultad en estos menesteres. Naturalmente, el presidente del Sistema y la Junta de Directores se reservaron sus derechos «de veto» de acuerdo con los estatutos corporativos. Durante el primer lustro de los años 90, «Visión de Directores. Primera fila de izquierda a derecha, Grecia Méndez, María Rodríguez 2000» fue el proyecto edu- Junta Quetglas, José F. Méndez, Mabel Burckhart, Heidi Calero. Segunda fila, en el mismo orden, cativo más importante discu- Carlos Toro Vizcarrondo, Armando Figueroa Toro, Florencio Pagán, Carlos J. Jiménez y tido por la Junta de Direc- Juan J. Jiménez - 1992. (AHSUAGM). tores del Sistema Universitario Ana G. ciento de la clase de esa cohorte; solamente Méndez.63 Su premisa central fue la se graduaban en 6 años 13 estudiantes de necesidad de fortalecer la calidad de los cada 100 que eran admitidos. «No se había servicios académicos y estudiantiles, debido sido tan exitoso como se hubiese querido», a que el problema ancestral de la deserción manifestó José F. Méndez. escolar isleña no daba tregua en las aulas Bajo el nuevo plan estratégico del Sistema Universitario Ana G. Méndez. «Visión 2000», adoptado por la Junta de Luego de la mencionada implantación del Directores en 1993, se definió al estudiante programa de retención (1989) y a pesar de como cliente y punto de enfoque central de que consistentemente se habían mejorado toda gestión, y su total satisfacción como la sus ejecutorias, en 1995 cuatro de cada 10 mayor aspiración del Sistema. Se adoptó estudiantes desertaban en su primer año; como premisa el identificar procesos en mayo del primer año, cerca del 40 críticos institucionales que requirieran por ciento de los estudiantes caían en mejorarse y promover la metodología de probatoria académica; al finalizar el trabajo en equipo para intervenir y mejorar segundo año se había perdido el 55 por esos procesos.65 La calidad fue definida

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los niveles. En otras palabras, se trataba de mirar qué se hacía y cómo se hacía.69 Por último, en noviembre de 1996, La Junta de Directores aprobó el nuevo Plan de Desarrollo Tecnológico. Éste intentó mantener la institución a la vanguardia de los retos del nuevo milenio en el campo de la educación y la tecnología. Para lograrlo, se hizo una inversión de $1,406,000 en nuevos sistemas tecnológicos. Los adelantos

que se lograron eran parte del plan para facilitar que los procesos de cambio y la inclusión de la tecnología en la enseñanza se dieran con la mayor efectividad y eficiencia posible.70 En cada institución, se nombró un Comité Tecnológico que tuvo a su cargo la revisión y preparación de un plan de

Miembros de la Junta de Directores - 1998. Sentados, de izquierda a derecha, Juan J. Jiménez, Antonio Amadeo Murga, José F. Méndez, Rita DiMartino, Carlos R. Jiménez y Celia Cintrón. De pie Joaquín Villamil, Néstor de Jesús, Jaime Escalona, Luis Fortuño, Mabel Burckhart, Héctor A. Feliciano, Ivar Pietri, Antonio de Haro, Manuel A. Morales y Jorge A. Pierluisi - 1998. (AHSUAGM).

como un proceso que se basaba en un concepto filosófico y como tal, existían múltiples opiniones sobre lo que es y lo que debe ser. Más aún, en la academia, donde es un elemento relativamente nuevo.66 «Visión 2000» sotuvo que la sociedad globalizada de entonces, de grandes demandas cualitativas y de costoeficiencia, visualiza la academia como un proveedor de servicios educativos con una clientela cada día más exigente y más variada. Es por esta razón que las estrategias de calidad se hacen necesarias para asegurar la vigencia y la competitividad de la educación superior.

En el escenario académico, para un estudiante, la calidad del servicio educativo fue definida por varios factores: la pertinencia del programa o la empleabilidad de sus egresados, los recursos de facultad y la efectividad o eficiencia en la prestación de servicios complementarios. La percepción respecto a la calidad del servicio educativo, medida a través de éstos u otros factores, determinarían su satisfacción.67 Para llevar a cabo la implantación de estas premisas de calidad en el Sistema Universitario, se constituyeron inicialmente dos equipos: el equipo ejecutivo

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y el equipo de implantación de calidad interinstitucional. En el equipo ejecutivo colaboraban el presidente, los vicepresidentes y rectores, además del líder del equipo de implantación de calidad interinstitucional. El equipo de implantación de calidad interinstitucional estaba compuesto por representantes de la administración central del Sistema Universitario Ana G. Méndez, las tres instituciones y el Canal 40.68 En síntesis, «Visión 2000» se trazó tres rutas: revisar las estructuras, reenfocar las relaciones con todos los que componían la organización y propiciar el liderato en todos

Junta Asesora del Presidente.

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Tasa históricade retención de estudiantes de primer año.


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reemplazo y adquisición de equipo para los servicios a los estudiantes, a la facultad y a la administración. La facultad pudo acceder vía modem desde sus hogares y oficinas a los servicios computacionales centrales o a la internet.71 Se instaló una línea de comunicación a nivel T-1 (1,512,000 bps) entre la red de la Universidad del Turabo y el sistema informativo y de telecomunicaciones de Cupey. Ello aumentó la capacidad de flujo de comunicaciones entre ambos puntos, con un factor ocho veces mayor al anterior. Se instalaron tres líneas de comunicación de 56,000 bps entre el Colegio Universitario del Este en Carolina y el sistema de Cupey. Con esto, la capacidad de flujo de comunicación aumentó con un factor de dos veces la anterior. Por otro lado también se adquirió un nuevo procesador central modelo Alpha 4100 de Digital, que se utilizó exclusivamente para los servicios estudiantiles y de la facultad. Se estableció un nuevo circuito de comunicación que podía manejar un tráfico 24 veces mayor que el anterior, y se seleccionó una nueva compañía proveedora de servicios de acceso a internet. Los centros extramuros del Sistema fueron conectados a la red sistémica mediante redes de «Ethernet», que proveen acceso rápido a los sistemas académicos, administrativos y de internet.72 La liquidación de

esta tecnología fue posible mediante la inversión de $150,000. A la par que con la adquisición de equipos y las conexiones de redes de información, la institución llevó a cabo una serie de seminarios y talleres, entre otras actividades, para capacitar al personal docente.73 Por último, a principios de 1991, y por primera vez, la impresora Laser del Centro de Sistemas de Información, imprimió los signos gráficos requeridos por el español: acentos y eñes.74 Ello fue posible ante la insistencia de los profesores de

español de que la impresora de ejercicios y exámenes «escribiera en la lengua de Cervantes».75 Así, el nuevo programa, diseñado por Enrique Rijos un aprovechado ex alumno del curso de Ciencias de Cómputos permitió imprimir archivos en español en la VAX y también programas en las computadoras Macintosh, después de ser transferidos sin perder los caracteres con acentos o eñes a las computadoras VAX de la Digital. El nuevo programa también permitía la transferencia a la inversa.

Parte del cuerpo gerencial del Sistema Universitario Ana G. Méndez.En primer plano, sentados de izquierda a derecha, Dra. Dulcinia Núñez, Juan A. Vázquez, Federico Matheu y Jorge Crespo. De pie, en ese mismo orden, Ramón Santiago, Dennis Alicea, José F. Méndez, Alfonso Dávila y Francisco Bartolomei. Ausentes, Migdalia Torres, Jesús Díaz y Alberto Maldonado.

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En defensa del planeta tierra: se afina la personalidad institucional de la Universidad Metropolitana ara aquel primer lustro de los años 90 continuaba en la rectoría de la Universidad Metropolitana René L. Labarca Bonnet, quien venía ocupando el cargo desde 1986. Una universidad comprometida en defensa del ambiente había sido su legado a la institución. En noviembre de 1996, Labarca fue nombrado vicepresidente de Asuntos Académicos del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Le sustituyó en la rectoría Federico M. Matheu. Luego de una prestigiosa carrera universitaria como profesor de química en la Universidad de Puerto Rico, Matheu pasó a dirigir de 1976 al 1978 el Colegio Universitario de Humacao de la misma institución. De este último año y hasta 1991 ocupó la rectoría del recinto de San Germán de la Universidad Interamericana.76 Matheu también fue director ejecutivo del Consejo General de Educación e investigador principal del proyecto Puerto Rico Statewide Systematic Initiative, auspiciado por la muy prestigiosa Fundación Nacional de Ciencias.77 Bajo éste, se intentaba transformar la cultura del sistema de educación pública, proyecto relacionado a las ciencias y a las matemáticas. Al llegar al Sistema Universitario

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Ana G. Méndez, Matheu, doctor en química, física, ingeniero y humanista, traía la firme decisión de «contribuir a formar estudiantes con conciencia crítica, comprometidos en su desarrollo personal y capacitados para realizar un trabajo productivo en la sociedad en la que el estudiante sea el centro del esfuerzo común de profesores y

administradores comprometidos en el desarrollo integral de aquél; que su personal docente y no docente, desarrolle un sentido de misión, de manera que cada cual sienta satisfacción al ejecutar con

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dedicación y entusiasmo la tarea que tiene encomendada; en la que su excelencia se calibre a base de cuánto contribuya al desarrollo cognoscitivo, afectivo y social de sus alumnos; en la que la academia y los servicios estudiantiles tengan la más alta prioridad en la asignación de recursos; en la que haya una comunicación abierta y franca entre todos los grupos que la componen, condición «sine qua non» para la buena salud orgánica; se distinga por su compromiso con los asuntos ambientales, con el desarrollo de las profesiones ligadas a las ciencias, a la tecnología, al ámbito empresarial; que utilice al máximo la tecnología y las telecomunicaciones para ofrecer servicios de educación a distancia; en la que se provean las oportunidades y el apoyo para que la facultad se mantenga al día en su especialidad y esté abierta al conocimiento humanístico interdisciplinario».78 Por último, Matheu expresó su visión del Sistema Universitario Ana G. Méndez «como centro propulsor de la ciencia, de las artes y de la cultura en la comunidad donde está ubicada y que utilice el talento universitario para atender las necesidades de dicha comunidad».79


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Entonces se llamó Sistema Universitario Ana G. Méndez

El químico-físico, ingeniero y humanista Federico M. Matheu, rector de la Universidad Metropolitana, junto a un grupo de estudiantes - 1999. (AHSUAGM)

Para entonces y ya desde 1991, la Universidad Metropolitana obtuvo la renovación de su licencia del Consejo de Educación Superior y la reacreditación de la Middle States Association. Por primera vez, desde que se transformó en una universidad, la Middle States Association la acreditó sin condiciones; acreditación que cubrió todos los programas en el campus. También recibió la visita del «Comité conjunto de educación del programa de terapia respiratoria» que extendió la debida acreditación.80 El programa de enfermería (evaluado y acreditado por la «National League for Nursing» desde 1986, era la escuela con el mayor número (30 por ciento) de los egresados de la institución. A dicho programa le seguía el de Administración de Empresas, en donde se desarrolló una maestría en contabilidad que empleaba la tecnología en la preparación académica de los estudiantes.81 Con este propósito se creó la especialización en Sistemas de Información Gerencial, la cual permitió al estudiante la oportunidad de certificarse como Microsoft Developer, mientras obtenía su grado de bachillerato. Otro innovador programa ofrecido por la Escuela fue el de Empresarismo. Este programa preparaba al estudiante para crear, adquirir y administrar una empresa. Al mismo tiempo, se fortalecieron los programas de educación

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bilingüe, que alcanzaron un total de 20 concentraciones ofrecidas en la institución. También se inició una nueva especialidad en gerontología, en el Programa del Departamento de Ciencias Sociales. Mientras tanto, en el último lustro de la década del 90, la Universidad Metropolitana implantó el concepto de escuelas autosuficientes, con mayor responsabilidad y control de su orientación académica y fiscal.82 Estas fueron las escuelas de Educación, Ciencias Sociales, Humanidades, Ciencia, Tecnología y Enfermería, Asuntos Ambientales y Administración de Empresas. Con sus 5,363 estudiantes, procedentes principalmente de San Juan, Río Piedras, Toa Baja, Bayamón, Guaynabo, Toa Alta, Corozal, Vega Alta, Vega Baja y Naranjito, la Universidad Metropolitana era, para 1998, «la institución de mayor potencial de crecimiento inmediato y futuro» en el Sistema Universitario Ana G. Méndez.83 Esta coyuntura fue aprovechada al máximo por la gerencia. Se brindaron mayores recursos de inversión con miras no sólo a mantener, sino a elevar, si posible, sus tasas de crecimiento. Sin embargo, para la Universidad Metropolitana, la calidad en la educación superior fue un asunto vital en la planificación de sus estrategias. La balanza se inclinó a favor de la excelencia como estrategia de desarrollo.

Entonces se llamó Sistema Universitario Ana G. Méndez

El 6 de marzo de 1992, y como un eslabón más del compromiso hecho por la Universidad Metropolitana de preparar científicos y técnicos necesarios para el desarrollo económico e industrial de Puerto Rico, se inauguró en su recinto de Cupey el Edificio de Investigación Científica. Se trataba de un edificio de cinco pisos ocupado principalmente por laboratorios. En su nueva casa de investigación científica, una de las metas que se fijó la Universidad Metropolitana fue la de aumentar su presencia y gravitación en los asuntos de la comunidad y ampliar los servicios externos. Ante la crisis ambiental «sin precedentes en la historia de la humanidad»84, uno de los asuntos más apremiantes fue el tema del ambiente. Hacia la defensa del ambiente una vez más, se inclinó la balanza académica de la Universidad Metropolitana. Se hicieron frecuentes los debates institucionales sobre el tinglar (la tortuga marina de mayor tamaño), el arrecife coralino y la iguana, entre muchas especies. Después de todo, Puerto Rico tiene una reducida extensión territorial de tan sólo 100 por 35 millas de ancho que había que proteger con gran esmero. El delicado balance entre el hombre y su ambiente en la isla, había sido muchas veces violado con los desperdicios tóxicos de las industrias petroquímicas, farmacéuticas y eléctricas. Cada año se

Cuadro XXIV Matrícula total de la Universidad Metropolitana 1990-1998 Institución

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

UMET

5,644

5,532

5,444

5,161

5,114

4,865

4,722

4,990

5,363

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años).

producían 33 millones de toneladas de desperdicios tóxicos.85 Para desgracia del país, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados y la de Energía Eléctrica se encontraban entre los principales contaminadores de las aguas y del aire puertorriqueño. Durante esos años cada vez se discutía más el tema ambiental. El 7 de enero de 1994, el remolcador Emily S. y la barcaza Morris Berman, operada por Bunker Group Inc. con sede en Nueva Jersey, se encallaron en un arrecife en aguas cercanas a Punta Escambrón, en la isleta de San Juan. Como consecuencia, se derramaron en el mar más de 750,000 galones de diesel número seis. Una vez más, y tal y como había ocurrido en las playas de San Juan en el año 1969, se pintaron de negro azabache seis millas de costa en una de las zonas turísticas más importantes de la isla.

190

Iniciando la década, se fundó en la Universidad Metropolitana el Instituto de Educación Ambiental. El mismo operó con un donativo de la Fundación McArthur de Chicago. Su propósito fundacional fue levantar conciencia y educar a la ciudadanía sobre temas ecológicos que impactaran la política pública del país.86 El Instituto de Educación Ambiental desarrolló un currículo sobre educación ambiental para estudiantes de séptimo grado. Este currículo incluyó temas ambientales sobre el agua, la energía, la interdependencia, la población, la alimentación, las playas, los bosques y los manglares de la isla. De esta forma se intentó que el Departamento de Educación de Puerto Rico incorporara la educación ambiental a sus currículos para fomentar, en la conciencia de los niños puertorriqueños, un sentido de interés y de responsabilidad social hacia el ambiente. También el Instituto de Educación


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sión que incrementaron la proficencia de los iniciativa, la fase educativa fue el aspecto Ambiental ofreció adiestramientos en educandos en los asuntos ambientales. fundamental de todo proceso: se propuso servicios a maestros de los sectores públicos Con el correr de los años, el Instituto educar y concienciar, tanto al estudiantado, y privados con relación a los currículos profundizó en las ciencias ambientales, al como a la industria, al Gobierno, a otras desarrollados. Entre otros proyectos, se punto de poder ofrecer un bachillerato y organizaciones e indirectamente a la planeó ofrecer adiestramientos al personal fundar la Escuela de Asuntos Ambientales ciudadanía sobre la importancia de aunar técnico de las empresas industriales sobre (1996). Luego se creó una maestría en esfuerzos para capacitar personas que los temas ambientales críticos. En 1991, Gerencia Ambiental que respondió a por ejemplo, y bajo los auspicios de la aspiración de iniciar un programa la Universidad Metropolitana, se académico que constituyese una celebró en San Juan la Primera alternativa factible para la atención Conferencia sobre Desperdicios 87 efectiva a las necesidades en el área Sólidos. Allí se dieron cita alredeambiental. El enfoque fue multidisdor de 58 científicos provenientes ciplinario e interdepartamental y de los laboratorios nacionales de contó con dos especialidades: «PlaSandia, Oak Ridge, Los Alamos, y nificación Ambiental» y «Manejo de Lawrence Berkeley. Meses más Evaluación y Riesgo Ambiental». Las tarde, se celebró un foro sobre la especialidades se diferenciaron funconsolidación de agencias públicas damentalmente por su contenido. que trataban el asunto del Una vez más, el consorcio con los ambiente. Los temas ambientales mencionados laboratorios nacionales ganaban rápidamente adeptos, (Los Alamos, Oak Ridge, Sandia) y debido a la proliferación de acciEn 1995, por todas sus gestiones educativas, la Universidad Metropolitana recibió la otros probaron ser recursos extraordentes que afectaban la ecología designación de «Institución Modelo de Enseñanza».(AHSUAGM) dinarios del saber, la investigación y la del país. eficazmente invirtieran en pro del enseñanza. En ese mismo año (1991), se ambiente. Evidentemente, y tal como una La Universidad Metropolitana inauguró un acuerdo de entendimiento y vez había manifestado el rector Labarca, la mostraba un éxito sin precedentes en el propósito entre la Junta de Calidad Universidad Metropolitana se había importante rol de atracción de recursos Ambiental y la Universidad Metropolitana. 88 convertido «en la universidad verde». externos. Evidentemente, estas donaciones El compromiso de colaboración fue piedra A partir de este compromiso, se en su mayoría estuvieron ligadas a proyectos angular en el desarrollo de un programa de ofrecieron cursos cortos de educación en torno a temas ambientales, a tono con concienciación, desarrollo y preservación continua, seminarios y talleres de inmerlas prioridades científicas y de servicio del entorno ecológico. En esta novel

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establecidas en la misión de la institución. 89 Por varios años compañías y fundaciones fueron muy generosas con donaciones para el desarrollo de la campaña educativa y de concienciación ambiental de la Universidad Metropolitana.90 Con la ayuda financiera y técnica de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA), se creó el Centro de Información Ambiental del Caribe (CIAC), ubicado en la institución.91 Este centro sirvió de mecanismo para el acopio y diseminación de todo tipo de información referente a asuntos ambientales conectado a redes de informática a nivel local, federal y del Caribe. Por todas sus gestiones educativas, la Universidad Metropolitana recibió en 1995, la designación de «Institución Modelo de Excelencia», concedido a través de la National Science Foundation, la National Aeronautics and Space Administration (NASA), el Departamento del Interior y el Departamento de Agricultura Federal. Esto debido a su excelente trayectoria y potencial en la enseñanza de ciencias, matemáticas y tecnología entre los estudiantes de las clases menos pudientes del país. En estos cursos se descubrió un universo de estudiantes prestos a aprovechar las oportunidades que la Universidad Metropolitana estaba dispuesta a ofrecer. La meta entonces fue la de proveer a los

estudiantes de ciencias, matemáticas y tecnología, un ambiente profesional de altacalidad y expectativas para animarles a que continuasen estudios graduados en ciencias. Como producto de este esfuerzo, la Universidad Metropolitana se convirtió en la institución líder en la investigación científica subgraduada en la isla. La Universidad Metropolitana fue una de las seis instituciones educativas superiores en los Estados Unidos y la única en Puerto Rico en recibir este honor, que supuso una donación de 2.5 millones de dólares al año por un período de hasta once años. Con estos fondos, se fortalecieron y se crearon nuevos programas en ciencias, matemáticas y tecnología. Entonces, el programa de investigación subgraduada quedó establecido con tres componentes: el precolegial (Academia Sabatina y Aventura Científica de Verano), adiestramiento en investigación en los laboratorios de la Universidad Metropolitana y un internado en investigación subgraduada en laborato-

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José F. Méndez ayuda a alimentar al manatí Nina de la Red Caribeña de Varamientos de la Universidad Metropolitana - 1999. (AHSUAGM)


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programas el de fomentar el estudio de ciencias, matemáticas y tecnología, se fortalecieron estos currículos y se organizó un Centro para el Desarrollo de Estudiantes de Ciencias. Se crearon ocho nuevos laboratorios. Se hicieron grandes esfuerzos para que cada laboratorio contara con lo último en la Estudiantes de escuela superior visitan el laboratorio de la Universidad Metropolitana tecnología educativa. Entre los durante el «Día de Institución Modelo de Enseñanza» - 1999. (AHSUAGM). servicios más importantes que el Centro proveyó al estudiantado rios nacionales y universidades de Estados se encontraban las computadoras con Unidos y Puerto Rico. En julio de 1996, y acceso rápido a la internet y programas como parte de este último componente, 28 abarcadores de orientación de estudio y estudiantes de la Universidad Metropolitana carreras. El Centro también ofreció realizaron internados de investigación en tutorías a todos los estudiantes que las diversas localidades, tales como la solicitaran.92 El impacto fue sumamente Universidad de California en Berkeley, el positivo y alentador para todos sus prograLaboratorio Nacional de Oak Ridge, la mas. Para 1999 el programa de Ciencias Universidad de Missouri, la Universidad de Puras contaba con bachilleratos en Minnesota, la Universidad de Fordham, la Biología, Biología Celular Molecular, Universidad de Texas en El Paso, la Química, Ciencias Ambientales, Ciencias de Universidad de California en Los Angeles, Cómputo, Venta y Distribución de Texas A & M, Bosque de Investigación Productos Químicos y Farmacéuticos; así Experimental de California y el Centro de como maestría en Química y en Ciencias Investigación del Ambiente del Instituto Ambientales. El programa de Ciencias de Smithsonian. la Salud contaba con bachilleratos en Siendo el propósito de estos nuevos Con el propósito de ofrecer a la comunidad científica de Puerto Rico lo más reciente en ciencia y tecnología, el Sistema Universitario Ana G. Méndez desarrolló y ofreció el Simposio en Neurogenética y el Simposio de Hepatitis C - 2000. (AHSUAGM).

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Enfermería y en Terapia Respiratoria. Al cierre del siglo, este gran esfuerzo en la enseñanza e investigación en ciencias, matemáticas y tecnología se había convertido en modelo a seguir para otras instituciones hispano-americanas en Estados Unidos y en Puerto Rico. En otro orden de cosas, el Sistema de Educación Universitaria Externa de la Universidad Metropolitana llevó sus ofrecimientos a la población correccional de la isla. Dicho proyecto comenzó en 1990 con el apoyo del historiador y sacerdote jesuita Fernando Picó y un grupo de voluntarios, por iniciativa de dos confinados del Anexo 292 de la Cárcel Regional de Bayamón. En sus primeros dos años el proyecto, con sus cursos universitarios, logró alcanzar a treinta estudiantes en tres instituciones: los Anexos 292 y 308 de la Cárcel Regional de Bayamón y el Anexo Las Malvinas de la Penitenciaría Estatal de Río Piedras.

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Durante los años subsiguientes, el proyecto Gracias a donativos privados, y al Centros Universitarios localizados en experimentó un crecimiento significativo fondo de reforma carcelaria del caso Juana Díaz, Jayuya, y Aguadilla. Inaugurado impactando a más de 300 estudiantes confiMorales Feliciano94 y a un grupo de profe- en diciembre de 1998, el de Juana Díaz95 nados en siete instituciones del Sistema de sionales dedicados y comprometidos con la contaba con 22,000 pies cuadrados de Corrección que incluyeron, además de las educación, el grupo de estudiantes en modernas instalaciones que albergaban instituciones mencionadas, a salones de clase, biblioteca y Servicios Correccional de oficinas administrativas. En Ponce y de Guayama y el Aguadilla se ofrecían grados 93 Campamento Punta Lima. asociados en Ciencias de Luego el proyecto se extendió, Cómputos y en Secretarial a través del Instituto Técnico Ejecutivo; bachilleratos en Universitario el Zarzal de Río Gerencia, Mercadeo, Sistemas Grande, a otros confinados de Computarizados deInformadicha región. Este novel ción Gerencial, Administración instituto creado por la de Oficinas, artes del Lenguaje Administración de Corrección y en Educación Elemental y Rehabilitación, estableció un Justicia Criminal. También contrato con la Universidad comenzó a funcionar allí el Metropolitana, para brindar Programa AHORA, un reto Grupo de estudiantes de la clase graduada de la cárcel de Guayama junto a José F. Méndez, servicios educativos. La oficina para estudiantes adultos y el Celia Cintrón, presidenta de la Junta de Directores y el rector de la Universidad Metropolitana, Federico M. Matheu - 2000. (AHSUAGM), de Servicios a Estudiantes programa de Grados Técnicos Confinados, adscrita al Sistema Profesionales. La matrícula instituciones correccionales había crecido de Educación Universitaria a Distancia de la sumó 470 estudiantes. A paso seguido, el hasta 150 estudiantes en siete instituciones Universidad Metropolitana, ofrecería a la centro aguadillano se convirtió en el de penales de la isla. El 7 de julio de 2000, la población correccional del Zarzal, cursos mayor matrícula en el Sistema Universitario Universidad Metropolitana tuvo la gran conducentes a certificados técnicos y grados Ana G. Méndez, el único que ofrecía satisfacción de otorgar grados académicos asociados en las áreas de Justicia Criminal, estudios graduados en educación y adminisde Certificados Técnicos Profesionales en Construcción, Delineante Arquitectónico, tración de empresa. Investigador Paralegal, a 19 confinados del Programación de Computadoras y Técnica Centro Correccional de Guayama. Ambiental. Muchos de los estudiantes se Por último, para los años 90, la graduaron e incorporaron a la libre comuUniversidad Metropolitana contó con tres nidad trabajando en diferentes empresas.

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Universidad del Turabo: «Una historia de integración y superación»96 ara el primer lustro de 1990, la rectoría de la Universidad del Turabo gozaría de gran estabilidad con el nombramiento al cargo de Dennis Alicea. Éste sustituyó al rector Claudio R. Prieto, quien había ocupado el cargo de 1989 hasta 1993. Por primera vez, desde 1986, cuando el rector González Lamela dejó la rectoría, la institución tuvo un sólo rector por un largo período de tiempo. El nombramiento de Alicea fue un gran acierto, que venía contemplándose desde hacía años.97 Su trayectoria académica y administrativa dentro del Sistema Universitario Ana G. Méndez se inició en 1978 en el Centro de Estudios Televisados como técnico de currículo y coordinador de Ciencias Sociales. Luego laboró en la Universidad Metropolitana en calidad de Coordinador del Plan Maestro Institucional, Catedrático Asociado, Decano Asociado de Asuntos Académicos y Decano Auxiliar de Artes Liberales. En 1989 ocupó la posición de vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad del Turabo, cargo que compartió junto a su responsabilidad como director del Instituto de Política Pública del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Al inaugurarse como rector, Alicea, con un doctorado en Filosofía con especia-

P

lización en Filosofía de la Ciencia y Epistemología de Brown University, expresó, que la Universidad del Turabo se había ido perfilando como una institución «profesionalmente orientada» con programas competitivos en las facultades de

Administración de Empresas, Educación, Ciencias e Ingeniería.98 Entonces señaló que la institución se destacaba por «la integración progresiva de lo que se ha hecho y la superación, a la misma vez, de lo construido».99 En su origen, apuntó el rector, los maestros constituyeron el eje central

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alrededor del cual se organizaron los centros universitarios del Sistema Universitario Ana G. Méndez.100 Más adelante, la universidad gravitó hacia los estudiantes, debido a las carencias culturales y analíticas de tantos de los que llegaban a sus aulas.101 Por ello «la Universidad del Turabo asumió la responsabilidad moral de ayudarles a crecer y a ensanchar sus experiencias a partir del nivel en que se encontraban». Sin embargo, añadió Alicea, la universidad no sólo debía gravitar hacia el estudiante, debía también hacerlo hacia la comunidad externa.102 «No para convertirse en un espejo irreflexivo y acrítico de esa comunidad, sino para fortalecerla, para ayudarla en sus proyectos mediante la crítica; pero la crítica solidaria, no la crítica aniquiladora, destructiva y cínica».103 Crear la conciencia social de la responsabilidad ineludible de ayudar a nuestras comunidades era parte esencial, a su juicio, de la educación universitaria.104 En síntesis, apuntó el rector, el proyecto de ir construyendo la Universidad del Turabo, integrando y superando lo construido, era una tarea colectiva de la facultad, los estudiantes, el personal de apoyo y la administración.105 Se tenía la irremediable tarea de repensar el país,

La Casa-Rectoría de la Universidad del Turabo: símbolo imborrable de su origen - 1998. (AHSUAGM).

replantear los problemas y desmitificar las soluciones.106 Concluyó que no se pretendiese fingir lo que no se era; que se asumiese la responsabilidad de afirmar la autenticidad, voluntad e imaginación para enfrentar la cruda e imponente realidad y defender los auténticos valores de la cultura universitaria.107

Los pensamientos del rector Alicea, dejaron en el estudiantado, la facultad y los empleados de la Universidad del Turabo, huellas imborrables que trazaron el espíritu de la institución en los años 90 y de cara al porvenir. Para entonces, el Turabo presentaba la mejor solidez y estabilidad fiscal del portafolio del Sistema Universitario Ana G. Méndez en términos de posición y tamaño.108 Por sus características, generaba altos niveles de ingresos. Con sus 7,835 estudiantes, en 1999 tenía la matrícula más alta de las instituciones afiliadas al Sistema Universitario. Casi dos terceras partes de los grados se conferían en las áreas de Administración de Empresas y Educación. Además, contaba con un gran número de veteranos, el más alto del Sistema, lo que

Cuadro XXV Matrícula de estudiantes en la Universidad del Turabo durante 1990-1998

UT

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

7,484

7,402

7,796

7,866

7,752

7,415

7,318

7,525

7,726

7,835

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968), Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años). El rector Dennis Alicea con una responsabilidad moral de ayudar a crecer a los estudiantes de la Universidad del Turabo- 1999. (AHSUAGM).

196

hacía recordar aquellos años en que el Puerto Rico Junior College dio sus primeros pasos. Por otro lado, en 1991-92 la Universidad del Turabo puso en vigor los mencionados estatutos aprobados ese año, los cuales reflejaban la nueva participación de la facultad en las decisiones académicas básicas de la Institución.109 En la reestructuración del componente remediable de destrezas básicas, se estableció un sistema de adjudicación por


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asignatura basado en las necesidades específicas de cada estudiante.110 Se inició un intenso proceso de diversificación académica. Sobresalían los nuevos programas de maestría en Educación con especialidad en Educación Especial, en Administración de Empresas y en Asuntos Públicos con especialidad en Justicia Criminal. También existía el Programa de Maestría en Ciencias Ambientales. Este último contaba con el apoyo del Centro BEST (Bioremediation, Education, Science and Technology Center), dedicado a desarrollar tecnologías que permitían el manejo de desperdicios y la restauración del ambiente, en colaboración con el Laboratorio Nacional de Lawrence Berkeley, la Universidad de California en Berkeley y la Universidad de Jackson en Mississippi,

entre otros. Al mismo tiempo, pero a nivel subgraduado, se desarrollaron los bachilleratos en Trabajo Social y Enfermería (con concentración en Salud Mental), entre muchos otros. También se estableció el Departamento de Educación Física, siendo el componente deportivo, tal y como lo había decidido la Junta de Directores, uno de los de mayor proyección externa.111 En 1991, y cumpliendo con su tradición académica, se estableció la ya anunciada Escuela de Ingeniería en la Universidad del Turabo.112 El número creciente de alumnos que querían estudiar ingeniería y la insatisfecha oferta de empleo en este ramo, tanto en la isla como en los Estados Unidos, motivó la creación de nuevos programas y consorcios de ingeniería en el país. En un estudio del National Science Foundation se había estimado que para el 2006 Estados Unidos iba a necesitar más de 675,090 científicos e ingenieros.113 En Puerto Rico, las necesidades de ingeniería eran satisfechas por el reconocido y prestigioso programa de ingeniería del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, establecido en 1912, y por la Universidad Politécnica en Hato Rey.114 Esta última, fundada en 1974, contaba con una matrícula de 300 alumnos.

En celebración del triunfo de la Universidad del Turabo en la Justa Intercolegial de 1999. José F. Méndez, Dennis Alicea y Luis Dieppa, entrenador Jefe de los Tainos - 1999. (AHSUAGM).

Los orígenes más cercanos de la Escuela de Ingeniería se remontaban al ya comentado programa que nació como parte del acuerdo del «Sciences Technology Alliance», firmado en 1987. Este acuerdo de cooperación colocaba a los laboratorios de Sandia, Oak Ridge y Los Álamos en Nuevo México, New Mexico Highland University y el Sistema Universitario, a través de la Universidad del Turabo, bajo la tutela del Departamento de Energía de Estados Unidos. Con todo ello en mente y consciente de la mencionada necesidad que habría en el año 2006, tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos, de más y mejores ingenieros, la Universidad del

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El nuevo edificio de la Escuela de Ingeniería de la Universidad del Turabo - 1993, (AHSUGM)

Turabo inició, el 29 de julio de 1991, su Escuela de Ingeniería, bajo la dirección del físico William Dawes.115 El programa de ingeniería era conducente a un Bachillerato en Ciencias de Ingeniería con concentraciones en Ingeniería Mecánica e Ingeniería de Manufactura. Al iniciar el curso la matrícula inicial fue de 75 estudiantes pero se proyectaba que el programa de Ingeniería tendría alrededor de 400 estudiantes para el año académico 1994-95. Mientras tanto, y bajo los auspicios de la National Aeronautic and Space Administration (NASA) y el National Science Foundation, se trabajaba con 160 estudiantes de undécimo y duodécimo grado, con el propósito de motivarles y

International Business Machine (IBM) para prepararles para proseguir estudios en la establecer el Centro de Aprendizaje para Escuela de Ingeniería de la Universidad Ciencias y Matemáticas. del Turabo. Al año siguiente, se fortaleció la En el área de investigación acadéEscuela de Ingeniería cuando se firmó mica, siete profesores y 10 estudiantes del un acuerdo con la Universidad de Departamento de Ciencias y Tecnología Pennsylvania. Entre las muchas innovadesarrollaron proyectos investigativos, ciones que se llevaron a cabo sobresalía el mientras que 17 estudiantes de Ciencias e ofrecimiento de cursos de ingeniería a Ingeniería fueron admitidos a los distancia. El Canal 40 proveyó el sistema de programas de internado en los diferentes satélite para la transmisión. laboratorios nacionales. Otras de las áreas de colaboración En 1990 la escuela de Ingeniería de fueron los internados de verano en la la Universidad del Turabo firmó un Universidad de Pennsylvania para la Memorando de Entendimiento con New facultad del Turabo, la oportunidad de Mexico State University y Rensselaer tomar cursos de educación a distancia para Politechnic Institute para promover el intercambio de tecnología, de facultad y de estudiantes. En octubre de 1992 se inauguró el nuevo edificio de la Escuela de Ingeniería, ubicado en el cuadrángulo norte del recinto turabeño.116 El mismo alberga nueve laboratorios, seis salones, oficinas de facultad y administración y 200 estacionamientos. A éste le siguió una constante expansión. Los del laboratorio de computadoras de Escuela de Ingeniería de la Universidad Laboratorios Nacionales de Inauguración del Turabo. Aparecen de izquierda a derecha José F. Méndez, Ernesto La Russa, Claudio R. Sandia donaron 30 unidades Prieto, Rafael Tamayo y William R. Dawes - 1991. (AHSUAGM).

Dos grandes triunfadores de la Universidad del Turabo: el caminante de 5 kilómetros José Miguel Torres y el corredor de 800 metros, Javier Soto - 1999. (AHSUAGM)

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«El sol sale por el este»118

Inauguración del Centro Universitario del Turabo en Yabucoa.

los ingenieros en Puerto Rico y el apoyo y asesoría a la Universidad del Turabo para el desarrollo de nuevos programas de ingeniería y cursos a nivel subgraduado en ingeniería mecánica y manufacturera. Con este acuerdo se beneficiaban tanto el estudiantado y la facultad de las tres instituciones, como la industria, el gobierno y la comunidad puertorriqueña en general.117 Por último, y fuera de los confines de su recinto, la Universidad del Turabo desarrolló centros de estudios de extramuros o centros universitarios. Se evidenció un esfuerzo extraordinario por llevar la educación universitaria a donde más se necesitaba: a los pueblos más allá de la zona metropolitana. Como parte de este programa, se ofrecían nuevas ofertas académicas a nivel de bachillerato. Los centros se

distanciaron del antiguo programa de PROSEE pues contaban con una estructura administrativa propia, edificios, colecciones bibliográficas, y por supuesto, ofertas académicas. En el sureste de la isla se ubicó el Centro Universitario de Yabucoa, con una matrícula de 854 estudiantes. Para 1997 contaba con modernas instalaciones que sumaron 23,000 pies cuadrados y sobre 20.18 cuerdas de terreno. El Centro Universitario de Cayey, ubicado en el mismo centro de este pueblo, universitario por tradición, cuenta con 18,000 pies cuadrados de construcción, dentro de los cuales hay modernos laboratorios de computadoras y un cómodo estacionamiento. Estas edificaciones, construidas en 1997 reciben actualmente a 671 estudiantes. La Universidad del Turabo también cuenta con un Centro Universitario en Naguabo, localizado en la Escuela de la Comunidad del Municipio, con una matrícula de 186 estudiantes. Se planificaban otros centros universitarios en Arecibo y Coamo.

199

n agosto de 1990, y con una matrícula de alrededor de 130 nuevos estudiantes, se inauguró el nuevo recinto del Puerto Rico Junior College en la Avenida Baldorioty de Castro en Carolina.119 Para esto, y luego de rehabilitar con la mayor rapidez posible varios edificios de una vieja fábrica de cerveza, estuvieron disponibles cuatro salones de clases, un espacio de biblioteca, un edificio de administración y facilidades de estacionamiento para estudiantes. A paso seguido se ofrecieron cursos en tres áreas académicas, a saber: Administración de Empresas, (Contabilidad, Gerencia y Mercadeo), Ciencias Secretariales y Artes Liberales y sus diversos componentes. El 54.3 por ciento de los egresados del Puerto Rico Junior College se graduó del programa de Artes Liberales, seguido por Administración de Empresas con el 27.4 por ciento. Para el rector Alberto Maldonado Ruiz, quien había sustituido en 1987 a Luis González Vales, la inauguración de este nuevo recinto era un momento de gran trascendencia, pues no hacía mucho que, dada la persistencia de los múltiples problemas que asediaban a la institución, se contempló el cierre permanente de operaciones. Sobre los hombros del rector Maldonado quedó el futuro de dicha

E

«Llevar la educación universitaria a todos los confines de la tierra puertorriqueña» Universidad del Turabo - 1990. (AHSUAGM).

institución, según en una ocasión había manifestado José F. Méndez.120 Con veinte años al servicio de la institución, ¿quién mejor que Maldonado para asumir tan importante reto? Oriundo de Utuado, Maldonado se había graduado de la

Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en 1969.121 Luego pasó a Ohio State University, donde completó una Maestría en Artes (Ciencias Políticas y Gobierno) en 1973. Para entonces, ya trabajaba como profesor en el Puerto Rico Junior College en Río Piedras, en donde impartía los cursos de Introducción a las Ciencias Políticas e

200

Introducción a las Ciencias Sociales. A lo largo de los años se destacó participando en juntas, talleres y seminarios, así como en comités de admisiones, personal y permanencia. También dirigió el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (19731974). En 1975 se trasladó a la Universidad del Turabo, donde continuó con su exitoso desempeño tanto magisterial como gerencial. De 1980 a 1985 fue director de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad del Turabo, así como decano académico y decano de estudiantes. Mientras tanto, y como si fuese poco, Alberto Maldonado estudió leyes en la facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, de donde se graduó en 1977. El 14 de abril de 1978 fue admitido a ejercer la profesión de abogado ante el Tribunal Supremo de Puerto Rico. Desde hacía tiempo, el Puerto Rico Junior College se encontraba en un estado sumamente vulnerable. La matrícula total había declinado de 5,085 en 1983 a 3,798 en agosto de 1990, una cifra menor al total que tuvo en 1980 (de 4,413), tras su separación de la Universidad Metropolitana (entonces el Colegio Universitario Metropolitano).122 Todas las áreas académicas registraron por igual las mermas en matrícula, a excepción de los programas del


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Departamento de Ciencias y Tecnología, que incluían sus cursos en radiología y tomografía, conocidos en la comunidad científica y médica del país y que siempre tuvieron una gran demanda. En términos generales, el problema de inestabilidad de la matrícula institucional (la merma tanto en las admisiones como en la retención) se vinculó al creciente desinterés estudiantil por los grados asociados. Según datos ofrecidos por el College Board, la preferencia estudiantil por dichos grados durante las pasadas décadas había declinado en más de un 5 por ciento, mientras que la preferencia por el bachillerato continuaba en un patrón ascendente.123 Si se consideraba que el bachillerato era

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Cuadro XXVI Matrícula de la Universidad del Este durante 1990-1998 Institución

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

CUE

3,752

4,037

4,45

4,677

4,65

4,832

4,742

5,909

6,647

Fuente: Informes de la Registradora del Puerto Rico Junior College (1968). Consejo de Educación Superior, Informes Estadísticos y Archivos de Investigaciones (varios años). Nótese que su nombre fue Colegio Universitario del Este. Luego se llamó Universidad del Este.

requisito indispensable para todos aquellos que aspiraban a la maestría o al doctorado como meta académica, entonces, más de un 80 por ciento de los egresados de escuela superior aspiraban a culminar dicho nivel. Otros argumentos principales en favor del

El nuevo recinto del Colegio Universitario del Este en Carolina. (AHSUAGM)

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ofrecimiento de cuatro años por el Puerto Rico Junior College fueron los siguientes. En primer lugar, los programas de ayudas federales para estudiantes, particularmente la Beca Pell, promovían cuatro años de estudios universitarios. Los programas de bachillerato gozaban, por consiguiente, de mayor atractivo para los estudiantes que deseaban recibir ese beneficio, al cual tenían derecho. En 1978-79, más del 80% de los estudiantes nuevos del Puerto Rico Junior College recibían dicha beca federal. Segundo: un estudio de bajas revelaba que la retención de estudiantes en el Puerto Rico Junior College mejoraría si se ofrecieran programas de bachillerato. Se estimó que esto traería como consecuencia una matrícula más estable, lo cual era deseable para lograr una mejor planificación y mejor utilización de los recursos institucionales. Tercero: Al ofrecer

candidato poseía un bachillerato. Sexto: las en 1990 a un nuevo recinto en Carolina, la bachilleratos, el Puerto Rico Junior College encuestas sobre características y opiniones comunidad académica del Puerto Rico atraería a los egresados de los Colegios de Estudios Nuevos del Puerto Rico Junior Junior College comenzó y desarrolló un Regionales de la Universidad de Puerto College señalaban que el 73.6 por ciento de proceso de revaluación de sus metas de cara Rico que, por no encontrar cabida en los los alumnos continuaron estudios hacia un al futuro desarrollo institucional.127 No se recintos principales, especialmente en Río bachillerato al terminar sus estudios de trataba tan sólo de delinear los cambios Piedras, ingresaban en las instituciones 126 grado asociado. necesarios para propiciar el fortalecimiento privadas. Cuarto: la tendencia a convertir Por último, además de estos facy desarrollo futuro de la institución, sino de los colegios regionales de la Universidad de algo más importante: incorporar Puerto Rico en instituciones de un colegio universitario al nuevo cuatro años era indicativa de la recinto en Carolina.128 continuada demanda que existía El cambio de misión propor la educación a ese nivel. puesto fue sustancial, ya que se Quinto: el Puerto Rico Junior llevó a cabo la evolución o desaCollege ya había sido suficienterrollo vertical de la institución mente presionado para ofrecer prohacia otra con ofrecimientos de gramas académicos a nivel de grados de bachillerato. Este cambachillerato en las áreas de bio en misión, además de ser cuaEducación, Enfermería y Adminislitativo desde el punto de vista de tración de Empresas. Existía la las agencias acreditadoras, fue presión del Colegio de ProfesioEl premio Ana G. Méndez de Excelencia en Educación otorgado a Sister Isolina Ferré también considerado como vital 1999. (AHAGM). De izquierda a derecha, el rector Alberto Maldonado Ruiz, José F. Méndez nales de la Enfermería en favor de y Sister Isolina Ferré. (AHSUAGM) para el desarrollo y fortalecimiento oportunidades para estudios a nivel de 124 institucional, ya que supuso cambiar la tores y de las reducciones demográficas que bachillerato. Por otro lado, el 86.9 por actual composición programática y de afectaban en general al mercado de ciento de los estudiantes que ingresaban en matrícula de la institución.129 Sin embargo, educación superior, el Puerto Rico Junior ese programa, no se graduaban. Las bajas el cambio no supuso la eliminación de todos College había sufrido el deterioro de la se atribuían, principalmente, a las transfelos rasgos institucionales que forjaron la imagen institucional por causa de rencias hacia instituciones de cuatro años 125 imagen del Puerto Rico Junior College a facilidades inadecuadas y el alto nivel de en busca del bachillerato. Las oportutravés de sus años de servicio. Para ello la competencia dentro del mercado de nidades de empleo en Puerto Rico, tanto en nueva institución habría de integrar como instituciones que ofrecían programas de el Gobierno como en la banca, como en la componente vital de su estructura académicorta duración. industria, eran óptimas en el campo de la ca la división «junior», lo cual permitió el Dadas esas condiciones, al mudarse Administración de Empresas cuando el

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Bajo el nuevo credo universitario se crearon programas de ciencias aliadas a la salud unidos al muy conocido programa de radiología - 1999. (AHSUAGM)

ofrecimiento, tanto en sus dos recintos (Carolina y Río Piedras) como en PROSEE, de los grados asociados así como los que pudiera crear en el futuro para atender este segmento estudiantil aún existentes en el mercado.130 En armonía con el cambio de misión, la facultad y administración recomendó que la nueva institución se designase con el nombre de «Colegio Universitario del Este». Su futuro quedó integrado por dos recintos en la zona metropolitana; el antiguo en Río Piedras y el nuevo en Carolina. Este último fue inaugurado el 28 de abril de 1992. Cinco años más tarde y ya establecida la nueva misión institucional, e inaugurados los nuevos edificios para 1997, los

programas académicos con que contaba la institución eran un Bachillerato en Administración de Empresas, un Bachillerato en Ciencias Secretariales, un Bachillerato en Artes Liberales, un Bachillerato Educación Pre-Escolar y un Bachillerato en Ciencias Sociales, con sus dos concentraciones en Justicia Criminal y Estudios Paralegales. Además, se habían creado nuevos programas de ciencias aliadas a la salud. El interés institucional se enfocó hacia programas educativos que permitiesen al egresado conseguir empleos en el futuro inmediato. A ese fin, sin prisa pero sin pausa, el rector Maldonado le dedicó sus energías más preciadas.131 Mientras tanto, la Junta de Directores aprobó, el 31 de julio de 1996, el

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establecimiento de la Escuela Internacional de Turismo y Administración de Hoteles. Dicha escuela nació de un acuerdo entre el Colegio Universitario y la Compañía de Turismo en 1995, gracias al cual el primero se hizo cargo de la Escuela Hotelera de Puerto Rico radicada en Isla Verde.132 Unos 480 estudiantes se transfirieron de la Escuela Hotelera a la Escuela Internacional de Turismo y Administración de Hoteles del Colegio Universitario del Este.133 Para 1994-95, el crecimiento en la actividad turística había sido notable. La mayor parte de las hospederías tuvieron una excelente temporada de invierno y primavera. La tasa de ocupación fue elevada. El área del Caribe se señalaba como la más activa región turística al cierre

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del siglo XX, lo que se reflejaba en el número de visitantes y en la cantidad de nuevas habitaciones. Puerto Rico, Las Bahamas, República Dominicana y Jamaica eran los destinos más populares. La posible apertura de Cuba y la expansión del turismo en República Dominicana colocaba a la isla en una situación de desventaja como un destino turístico de importancia. Puerto Rico se mantenía alerta. Los precios de alojamiento, transportación terrestre y alimentación estaban en los países caribeños por debajo de los de Puerto Rico porque el dólar tenía mayor rendimiento. De esta forma, los estudiantes que

cursaban sus estudios conducentes a los certificados que otorgaba la Escuela Hotelera de Puerto Rico, tendrían la oportunidad de mejorar la calidad del personal que necesitaba con urgencia la industria turística. El énfasis fue en la educación multicultural, informativa y en telecomunicaciones. En sus inicios, y bajo la dirección de Ginger Smith, se ofreció un grado asociado.134 Luego, a partir de agosto de 1997, se ofreció con éxito un bachillerato en Administración de Hoteles, un grado asociado en operaciones hoteleras y otros certificados. También se estableció una

alianza con la Universidad Central de la Florida, que permitió el intercambio de facultades y experiencias educativas. Otro acuerdo importante de colaboración fue el establecido con Le Cordon Bleu, la escuela de artes culinarias más prestigiosa de Europa.135 Con todos estos ofrecimientos en mente, un edificio para la Escuela Internacional de Turismo comenzó a construirse a fines de 1999. Por otro lado, se recibió la visita de evaluación del Consejo de Educación Superior para la autorización de diversos programas de Grado Asociado en el nuevo recinto de Carolina. Se aprobaron los

Sobre los hombros del rector Alberto Maldonado Ruiz quedó el futuro de la Universidad del Este. Aquí el Rector se dirige a los futuros «chefs», estudiantes del programa de artes culinarias de la Escuela Internacional de Turismo y Administración de Hoteles de la Universidad del Este 1999. (AHSUAGM)

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programas de Ciencias Secretariales y Trabajo Social. Fue también un logro muy significativo recibir tanto del Consejo de Educación Superior como de la Middle States Association la acreditación extensiva de licencia para todos los Centros Universitarios.136 En alguno de ellos, se logró ofrecer un bachillerato completo. En 1999 se inauguró el Centro de Manatí, ubicado en la carretera núm. 2 en el Edificio Puerta del Norte en Manatí, con una matrícula de 530 estudiantes. Este Centro, remodelado de acuerdo al estándar institucional, contaba con 20,000 pies cuadrados de construcción. Montaña adentro de la isla, se encontraba el Centro Universitario de Utuado, con una matrícula de 302 estu-

diantes. Contaba con 16,000 pies cuadrados de construcción, remodelada también de acuerdo al estándar institucional. Moviéndonos hacia el oeste de la isla, nos topamos con el Centro Universitario de Cabo Rojo, con 521 estudiantes, ubicado en el centro de este pueblo. En Yauco, se encontraba otro Centro Universitario, localizado en instalaciones de Fomento Industrial, con 22.00 pies cuadrados de construcción debidamente remodeladas. Este Centro tenía una matrícula de 972 estudiantes. Por último, también se estableció un centro de estudios en Coamo, ubicado en unas instalaciones transitorias que, como otros casos han sido el trampolín a otras permanentes. En su segundo año de operaciones, la nueva matrícula del recinto de Carolina alcanzó 709 estudiantes en agosto de 1991. Ello representó un crecimiento de más de 440 por ciento con respecto a la matrícula inicial del recinto en 1990, que fue de cerca de 130 estudiantes. Para el segundo semestre, la matrícula alcanzó los 940 nuevos estudiantes, logrando la meta de 4,555 estudiantes, esto es, 300 por encima de lo proyectado presupuestariamente. En 1999 el Colegio Universitario del Este recibió una matrícula de 6,976 estudiantes. Una razón tras este aumento fue la creación

Material de promoción del innovador programa de estudios para adultos que se inició en el Colegio Universitario del Este - 1999. (AHSUAGM).

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en 1997 de la Escuela de Estudios Profesionales.137 A medida que Puerto Rico se acercaba a los albores del siglo XXI, sus características económicas, demográficas y sociales se asemejaban cada vez más a las de las llamadas «sociedades post-industrializadas».138 El paso de una economía dependiente, primordialmente de la manufactura y el sector público, a otra de servicios y orientada al cambiante y creciente mundo de la informática, era sólo uno de los reflejos principales de una clara transformación.139 Junto a estos procesos económicos y tecnológicos, los patrones de modificación en la composición de la estructura poblacional de la isla, iniciados hacía ya dos décadas, continuaban acentuándose, trayendo consigo efectos fundamentales sobre nuestra estructura social, nuestros estilos de vida y patrones de consumo de bienes y servicios tales como la educación.140 Los expertos coincidían en que continuarían intensificándose las tendencias prevalecientes de envejecimiento de la población. Por un lado, el ritmo de crecimiento lento del grupo de personas en las edades tradicionales de estudios universitarios (18-24) se redujo. Bien lo decía Antonio Amadeo Murga, presidente de la Junta de Directores del Sistema (1997-1999): «la universidad ya no conocía edades».141 Por otro lado, para 1996 existían sobre 700,000 residentes en

Puerto Rico, mayores de 25 años, que com- programa de estudios personalizado, donde pletaron la escuela superior pero que no la experiencia profesional cuenta. La faculhabían obtenido un grado universitario.142 tad estaba especialmente preparada para De éstos, más de 170,000 comenzaron en atender al adulto, los servicios estualguna universidad pero por diversas diantiles eran rápidos y los cursos duraban razones, nunca terminaron sus estudios. entre 5 y 8 semanas, reuniéndose una vez Ante este panorama, fiel a su rol pionero en por semana. La primera sección comenzó ofrecer opciones innovadoras para atender en septiembre, con más de 175 estudiantes las necesidades educativas de la comunidad, profesionales. Se ofrecieron cursos conduy seguro de que el adulto se mantendría en centes al bachillerato de Administración de un proceso de aprendizaje por toda su vida, Empresas con concentración en Gerencia el Sistema Universitario Ana G. Méndez, en y Contabilidad y al bachillerato de colaboración con Regis University, estable- Administración de Oficina.144 Casi de ció en 1997, en el Colegio Universitario del inmediato, este programa se convirtió en Este, la primera Escuela de Estudios buque insignia de la institución. Debido a Profesionales que ofrecía el Programa su éxito, se extendió a la Universidad del AHORA, un programa de estudios acelera- Turabo y a la Universidad Metropolitana. dos, que respondía a las expectativas del adulto profesional que deseaba completar en corto tiempo su grado universitario. El programa se estableció a imagen de uno similar en Regis University y se diseñó para aquellos adultos que tenían metas claras, concretas y específicas y que querían terminar un programa de bachillerato o un programa de maestría de una forma Estudiantes de honor comparecen a la ceremonia de graduación de la Universidad acelerada.143 AHORA era un del Este - 1999. (AHSUAGM).

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El Canal 40 - televisión de calidad y servicio de telecomunicaciones urante los años 90, para miles de televidentes puertorriqueños era evidente que WMTJ-TV Canal 40 y su retransmisora, WQTO el Canal 26, era una televisión de calidad, un televisivo diseñado para educar, evocar, estimular la imaginación, ofrecer información y entretener.145 A menudo se le otorgaron prestigiosos reconocimientos y premios educativos.146 No había duda que la alta calidad educativa de la programación del Canal 40 se distanciaba de la chabacanería que para entonces caracterizaba a segmentos de la televisión comercial puertorriqueña. A menudo la televisión comercial no educaba ni elevaba la calidad de la vida y de la cultura del país.147 Para los programas de la televisión comercial, «vulgares y violentos», no escasearon patrocinadores.148 Esa televisión, además, retaba la escuela tradicional como principal fuente de conocimiento y cultura.149 Ante el sempiterno argumento de los productores de la televisión comercial, de que su programación respondía a los pedidos del «pueblo», el Canal 40 aparecía como una alternativa ennoblecedora. Para entonces, el Canal 40 inauguró una tecnología más avanzada según sus limitados recursos económicos lo permitieron. Siempre a la vanguardia de la educación a distancia, instaló un moderno

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sistema de satélite que permitió al Canal 40 recibir simultáneamente la programación más diversa, procedente de los Estados Unidos y de otros países. Como antes, sobresalió la programación de la Public Broadcasting Service.

En 1991, TCI Cablevision, Inc., además de los canales de la zona metropolitana de San Juan acordó transmitir la programación del Canal 40 a sus suscriptores de los pueblos de Fajardo, Río Grande, Dorado, Arecibo, Vega Baja, Manatí y otros en la región norte de la isla. De igual manera, al año siguiente el Cable TV

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de Mayagüez comenzó a transmitir la programación del Canal 40. Unos 14,000 suscriptores se beneficiaron de la programación del nuevo canal. Para 1999, las instalaciones del Canal 40 y su sistema de televisión interactiva (ITS) constituyeron la infraestructura más grande dentro de los sistemas de transmisión televisiva en la isla. El Canal contó con dos transmisores de televisión localizados en Fajardo y Ponce. Así también lo hizo con una instalación de transmisión de ITS (televisión interactiva), localizado en el Cerro Marquesa, y otras instalaciones de retransmisión de ITS alrededor de la isla. Además de ampliar su cobertura, el Canal hizo una gran inversión para mejorar la calidad de la señal e incorporar un sistema de grabación y edición digital. Sin embargo, pese a que el Canal 40 se esmeraba por presentar la mejor programación educativa, y a pesar de las mencionados subvenciones, cerraba cada año con un exceso de gastos sobre ingresos. Su situación fiscal y operacional era sumamente difícil. Esta situación obedeció a múltiples factores y se agravó en la coyuntura de las recesiones económicas de la década anterior, que afectaron de forma dramática el mercado televisivo, tanto público como comercial. La situación del Canal 40 reflejaba la tendencias generales

de estaciones educativas y de naturaleza pública. A menudo, la Junta de Directores, a pesar de reconocer el valor educativo del Canal 40 y de sus ya conocidas hazañas quijotescas, debido a dificultades económicas tuvo dudas sobre su futuro. Sin embargo, y pese a que el Canal 40 era un reconocido lastre para las finanzas de la institución, José F. Méndez defendió a brazo partido la estación televisiva en las reuniones de la Junta de Directores. Después de muchos debates en el corazón de la Junta, Méndez pudo convencer a los más recalcitrantes detractores de la misión educativa del Canal 40. Así, y hasta nuevo aviso, se dio continuidad a la política de sufragar parte de los gastos

operacionales del canal. Su contribución al país era muy valiosa para echar a un lado 15 años de historia de televisión educativa. Para fortalecer sus operaciones y proyecciones con una imagen más efectiva en la comunidad, se desarrolló la estrategia de «Amigos del Canal 40». Se quiso motivar a televidentes y empresas a invertir en el Canal mediante un programa de socios con diversos beneficios.150 Durante el primer año, este grupo contó con 14 corporaciones y 303 personas como miembros y se recaudaron $67,000. Al año siguiente, «Amigos del Canal 40» levantó $123,713.50 en fondos y aumentó a 500 miembros. También se estableció una Junta Consultiva, con el propósito de servir de organismo asesor en la toma de decisiones y la identificación de nuevas ideas, así como para fortalecer los lazos de unión del Canal con los dife-rentes sectores de la comunidad. Además, se estructuró un programa intensivo de búsqueda de fondos externos a través de diversas agencias federales y otras entidades que otorgaban recursos. Por otro lado y en una de las gestiones de mayores frutos para De izquierda a derecha, René Labarca, Alberto Maldonado Ruiz, Dennis Alicea y José F. el canal de televisión se sometió y Méndez, hijo, Gerente General del Canal 40 - 1999. (AHSUAGM)

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fue aprobada una propuesta a la National Telecommunication and Information Administration, para el establecimiento del Sistema de Televisión Interactiva.151 Al inaugurarse en 1993, este sistema proveyó servicios interactivos tales como cursos, adiestramientos y teleconfe-rencias vía circuito cerrado, para servir a necesidades específicas de la industria, el gobierno u otras entidades de la comunidad. Con una asignación de $1.5 mi-llones, el proyecto proveyó para la construcción de una red de 16 trasmisores que cubrieron casi la totalidad de la isla. Así, la programación originada en un punto podía transmitirse a múltiples localidades en y fuera de Puerto Rico.152 Entre la empresa privada, el 5 de octubre, el Banco Popular fue el primero en suscribirse al servicio de transmisión

simultánea, en su extensa red de más de 220 sucursales en Puerto Rico. La Hewlett Packard, el Banco Santander de Puerto Rico y la Triple-S ofrecieron sus entrenamientos, seminarios y talleres. Esta última desarrolló programas dirigidos a orientar a la comunidad sobre métodos de prevención en la salud. Al mismo tiempo, Head Start transmitió servicios de entrenamiento a sus empleados en la isla desde la Universidad de Carolina del Sur. Mientras tanto, varias agencias públicas se beneficiaron de este servicio. El Departamento de Educación de Puerto Rico conectó 40 escuelas de la comunidad al sistema interactivo para ofrecer entrenamiento, seminarios y talleres a maestros, administradores y estudiantes. La Administración de Instituciones Juveniles ofreció programas educativos, utilizan-

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do métodos de enseñanza no tradicionales a sus centros en Guayama y Ponce. Así también lo hizo el Departamento de Servicio a la Familia bajo el Programa Padres e Hijos: en diez localidades se ofrecieron vídeo conferencias para los empleados que trataban con niños de edad pre escolar. Por último, el Depar-tamento de Salud se integró al sistema para el entrenamiento de sus empleados en 13 hospitales regionales. Bajo este sistema de televisión interactiva, primero y único en Puerto Rico, se agrupó a los estudiantes del Sistema Universitario Ana G. Méndez en sus respectivas instituciones, en salones diseñados especialmente para recibir estas señales. Las aulas fueron equipadas con un monitor, un teléfono y un facsímil, para que los estudiantes y el profesor se comunicasen y compartiesen las experiencias. Por otro lado, los estudiantes contaron con otro profesor facilitador en el salón de clase, quien reaccionaba como enlace entre los estudiantes y el profesor a acargo del curso. El facilitador, además de llevar el control y el orden en el salón, se reunía con los estudiantes una vez a la semana para realizar lecturas y ejercicios, a la vez que para estimular nuevas preguntas para una próxima clase. Los estudiantes contaban con un módulo que se les entregaba de antemano, en el que realizaban las

actividades diseñadas para cada clase, de manera de poder asistir debidamente preparados a la clase interactiva. Por ejemplo, a través de la estación originadora, en este caso el Canal 40, se transmitió simultáneamente a los estudiantes de la Universidad Metropolitana, la Universidad del Turabo y el Colegio Universitario del Este, el curso de Géneros Literarios.153 El módulo fue diseñado y estructurado por la profesora María Aponte, del Departamento de Humanidades de la Universidad Metropolitana, quien, además, era la profesora de este curso. El currículo incluyó la participación de distinguidos escritores y

El corazón del canal 40: Su cuarto de edición. (AHSUAGM)

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expertos de las Bellas Artes.154 Posteriormente, la ya mencionada National Telecommunication Information Agency aprobó otros $90,000 para remodelar el equipo del Master Control, lugar desde donde se originaba la mayor parte de la programación de acción del Canal 40.155 Una unidad de microondas fue adquirida por la Universidad del Turabo, lo que permitió la programación simultánea en dos idiomas. El proyecto fue totalmente suscrito por la Public Broadcasting Service. En 1993, con la instalación de una nueva antena satélite, los servicios del Canal 40 se extendieron mucho más de lo esperado, cuando se estableció el


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consorcio llamado Hispanic Educational Telecommunications System (HETS, por sus siglas en inglés), uno de los más novedosos proyectos tecnológicos dentro del campo educativo a distancia. Este consorcio aumentó los ofrecimientos académicos, las oportunidades de educación continuada y el crecimiento intelectual para la creciente comunidad hispana en los Estados Unidos. Participaron instituciones universitarias de Puerto Rico y Estados Unidos. Convergieron el uso de recursos de información como la red internet, tecnologías de multimedios interactivos y videoconferencias por satélite, entre otros. Como parte de este consorcio hispano, el Canal 40 proveyó el marco de la tecnología digital y el manejo de la infraestructura del proyecto. A través de su Sistema de Televisión Interactiva, las instituciones pudieron recibir y enviar programación. Así, para 1995, una red de telecomunicaciones con satélite digital inter-

conectó a nueve instituciones a través de Puerto Rico y los Estados Unidos: Sistema Universitario Ana G. Méndez, Universidad de Puerto Rico, University of New Mexico, University of Texas en Brownsville, University of Texas-Pan American en Edimburgo, Eugenio María de Hostos Community College en Nueva York, Mississippi University for Women, South Mountain Community College en Arizona y Lehman College en el Bronx (New York). Para 1999, quince instituciones de educación superior constituían este novedoso consorcio hispano de aprendizaje a distancia. Esta fase del proyecto fue una realidad gracias al esfuerzo de José F. Méndez, quien presidió la Junta Directiva de la Hispanic Educational Telecommunication System en 1993, logrando sentar las bases para el mismo. Uno de los logros más significativos de su trabajo fue la obtención de cerca de $1 millón para el desarrollo de la infraestructura del proyecto, gracias a una propuesta hecha al Departamento de Comercio de los Estados Unidos. Esta operación facilitó la planificación a largo plazo de estrategias para el desarrollo o técnicas de educación a distancia.156

Así, al cierre de la década, el Canal 40 y su afiliado, el Canal 26, dejaron de ser una mera estación de transmisión para convertirse en un centro completo de telecomunicaciones con lo más avanzado en la tecnología. En 1999 el Canal 40 podía transmitir televisión interactiva de costa a costa en Puerto Rico. Ese mismo año, dicho canal firmó otro acuerdo con la Estación de Televisión del Pueblo de Puerto Rico (Canal 6) y «The Corporation for Public Broadcasting». Como parte de este esfuerzo, ambas estaciones inauguraron «The Educational Resources Center». Una de sus primeras actividades fue ofrecer a los maestros las herramientas para integrar la tecnología a sus salones de clase.

El centro de recursos educativos del Canal 40 ofrece seminarios a los profesores en el uso e integración de la tecnología más avanzada en sus salones de clase.

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Estudiantes del Programa de Comunicaciones de la UMET realizan su práctica en el Canal 40.

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N O TA S 1. El Nuevo Día, 10 de mayo de 1987. Por Dentro. Esta frase es de Ana G. Méndez. 2. El Nuevo Día, 7 al 14 de junio de 1992. 3. El Nuevo Día, 22 de mayo de 1993, 1. 4. Se mantuvo cierta incertidumbre debido a una nueva revisión de la sección 936 del Código de Rentas Internas, que pasó por el ojo fiscalizador del Congreso. Hemos visto cómo la retención de dicha sección les concedía, una vez más, a las empresas subsidiarias estado-unidenses un crédito contributivo de un 100 por ciento por sus actividades manufactureras o sobre sus inversiones cualificadas en la isla. Por tanto, no era extraño que la cantidad de fondos comerciales clasificados como de la sección 936 y depositados en bancos comerciales de Puerto Rico hubiese aumentado de $4 mil millones en 1982 a $7 mil millones en 1985. Para 1989, y a pesar de la constante repatriación de fondos, la banca comercial contaba con depósitos provenientes de la sección 936 que ascendían a $6,600 millones. Sin embargo, para esa misma fecha, la sección 936 parecía tener los días contados. Por lo que había mostrado la experiencia hasta entonces, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos no estaba convencido de que los miles de millones de dólares que dichas corporaciones dejaban de pagar en contribuciones a la tesorería federal fueran compensados por los llamados “beneficios” que reportaban a Puerto Rico. La incertidumbre respecto a la duración de la sección continuó de manera constante, y, cuando se creyó disipada, las críticas por parte del Congreso o del Departamento del Tesoro afloraron nuevamente. A partir de enero de 1993, la nueva administración del presidente demócrata William (“Bill”) Clinton colocó otra vez a la sección bajo escrutinio. Se proponía, una vez más, corregir la situación del déficit presupuestario de los Estados Unidos. Como consecuencia, Clinton recomendó su eliminación. 5 No obstante, este avance se detuvo en agosto de 1993, y el sistema entró en una etapa de cierta inactividad que se atribuyó a la persistente debilidad del sector manufacturero y, posteriormente, a un plan de racionamiento de agua instituido a partir de mayo de 1994. Durante los meses de mayo, junio y julio se afectó la industria de la construcción. La producción total de cemento de las dos compañías puertorriqueñas se redujo de 2,978,812 sacos a 2,719,768. 6. El Nuevo Día, 3 de diciembre de 1995. Suplemento. La frase es del ingeniero Rafael Torrens, presidente de Levitt Homes. 7. Puerto Rico Progress, Vol. XXVI-3, 1995. 8 Consejo de Educación Superior de Puerto Rico (1997), 31. Análisis de los Programas de Asistencia Económica para estudios universitarios. 9. Consejo de Educación Superior en Puerto Rico: Hacia una visión de futuro durante 2000, 6. 10. Consejo de Educación Superior, Análisis de los Programas de Asistencia Económica para estudios universitarios (1997), 31. 11. Ibíd., 32. 12. Libro de Actas de la Junta de Directores. 30 de agosto de 1991. 13. Libro de Actas de la Junta de Directores, 15 de julio de 1993. Se refiere a que fundaciones como la Rockefeller, Ford o Guggenheim hacen donaciones en vez de pedir donaciones como acostumbraba la Fundación Ana G. Méndez. 14. El 30 de enero de 1991, la Junta de Directores recomendó cambio de nombre de «Fundación Educativa Ana G. Méndez» a «Sistema Universitario Ana G. Méndez». 15. Crónica presidencial, Año 3, Núm. 1, febrero 1999, 1. 16. Consejo de Educación Superior, Análisis de Programa de Asistencia Económica (1997), 102. 17.José F. Méndez, Mensaje de Aceptación Asociación de Productos de Puerto Rico, 3 de abril de 1997, 3.

A L

C A L C E

( C A P I T U L O

18. Libro de Actas, 29 de junio de 1991. Véase también, Informe Anual 19901991, Informe del Presidente de la Junta de Directores. 19. ibro de Actas de la Junta de Directores, 12 de octubre de 1971. 20. El Nuevo Día, 10 de marzo de 1979, 22. 21. Ibíd. 22. El Reportero, 31 de marzo de 1984, 6. 23. Ibíd. 24. El Nuevo Día, 10 de mayo de1987, Por Dentro, 26. 25. Ibíd. Ana G. Méndez padecía de la enfermedad de Alzheimer. 26. Ibíd 27. Ibíd. 28. Ponencia del presidente ante la Comisión de Reformas Gubernamentales sobre los Proyectos de Reforma Universitaria (P. del S. 139, P. del S. 150 y PL. del S. 153, 5 de abril de 1993. 29. Ibíd. 30. Ponencia del presidente ante la Comisión de Reformas Gubernamentales sobre los Proyectos de Reforma Universitaria (P. del S. 139, P. del S. 150 y PL del S. 153, 5 de abril de 1993). 31. Ibíd. 32. Ibíd. 33. Ibíd. Para 1993, la Universidad del Estado recibía sus ingresos presupuestarios de aportaciones del Fondo General del Gobierno de Puerto Rico (9.33 por ciento); de fondos especiales que asigna la Legislatura (Fondo Educacional y Fondo Legislativo); de otros recursos tales como los provenientes del Gobierno Federal, pago de cuotas de matrícula y transferencia de fondos, etc.; y las mejoras permanentes eran financiadas principalmente por préstamos y/o emisiones de bonos. El total de recursos que ha recibido la Universidad de Puerto Rico en los últimos cinco años ha aumentado de $523,084,475 en 1989-90 a $700,844,117 en 1993-94. Durante estos años, la matrícula total de la Universidad de Puerto Rico había disminuido de 55,626 estudiantes en 1989-90 a 53,165 en 1993-94. 34. Ibíd. 35. Toward Excellence in Higher Education, 2000 Puerto Rico Council on Higher Education, 28. 36. Ponencia del presidente ante la Comisión de Reformas Guber-namentales sobre los Proyectos de Reforma Universitaria (P. del S. 139, P. del S. 150 y PL del S. 153, 5 de abril de 1993). 37. Ibíd. 38. Ibíd. Consúltese también los cambios a las leyes propuestas por el propio Consejo de Educación Superior. Análisis de los Programas de Asis-tencia Económica para Estudios Universitarios (1997), 327. 39. Ibíd. 40. Ibíd. 41. Ibíd. 42. Toward Excellence in Higher Education. Puerto Rico Council on Higher Education, Government of Puerto Rico, 2000. 43. Ibíd. 44. Ibíd. 45. Ibíd. 46. Ibíd. 47. Ibíd. 48. Ibíd. 49. Ibíd. 50. Ibíd. 51. Ibíd. 52. Ibíd. 53. Ibíd.

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V I ) 54. UPR Crónicas Universitarias, año 3, Vol. 9, UPR Administración Central, noviembre 1996, 20. 55. Ibíd. 56. Ibíd. 57. Se recordará que Armando O. Figueroa Toro había sido presidente de la Junta desde 1983 hasta 1985. 58. Crónica Presidencial, septiembre de 1997. 59. bíd. 60. Ibíd. José G. Plumey; Abelardo Ruiz, presidente y gerente general de Digital Equipment Caribbean Inc.; Juan Consuegra, director ejecutivo de la American Military Academy; Luis C. Morera; Fernando Lloveras San Miguel, presidente de Micro Access Corporation; Ramiro Millán, presidente de BBDO; Rafael González, vicepresidente y gerente general de XEROX; Wanda Morales, directora de Recursos Humanos de NYPRO; José Zayas, director ejecutivo del Colegio de Ingenieros y Agrimensores y José Julián Álvarez, presidente de la Cruz Azul de Puerto Rico. Rafael E. Tamayo, presidente de Systema Inc., es miembro ex officio de la Junta. 61. Informe Anual de la Junta de Directores 1990-91, preparado por el ingeniero Juan J. Jiménez, 1. 62. Ibíd. 63. Véase capítulo V. 64. Mensaje del presidente José F. Méndez. Taller interinstitucional Universidad del Turabo, 16 de agosto de 1995. 65. Crónica presidencial, Año 3, Núm. 1, febrero 1999, 4. 66. Ibíd. 67. Ibíd. 68. Ibíd. 69. Mensaje del presidente José F. Méndez, Taller interinstitucional Universidad del Turabo, 15 de enero de 1998. 70. Ibíd. 71. Modem es el aparato que convierte datos en señales que pueden transmitirse a través de la línea telefónica o viceversa. 72. Ibíd. 73. Ibíd. 74. Panorama, marzo 1991, 3. 75. Guillermo A. Baralt entrevista a María del Carmen Monserrat Gamir, 8 de agosto de 2003. 76. Panorama, enero 1997, Año VII, Núm. 1. El rector Matheu tiene un doctorado en química física de la Universidad de Pittsburgh y un bachillerato en ingeniería química de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez. 77. El Consejo General de Educación fue creado en 1990 para entender en la acreditación y licencias de las escuelas elementales y secundarias públicas y privadas, elaborar objetivos a largo plazo y desarrollar la reforma educativa propuesta por el Estado. 78. Panorama, enero de 1997 anno Num. 1, Federico Matheu. 79. Ibíd. 80. Se refiere al Joint Review Committee for Respiratory Therapy. 81. Se combinó el bachillerato y la maestría. 82. Report to the Faculty, Administration, Trustees, Staff and Sudents of Metropolitan University of the Ana G. Méndez System by an evaluation team, The Commission on Higher Education of the Middle States Association of Collegees and Schools, April 7-10, 2000. 83. Libro de Actas de la Junta de Directores, 30 de agosto de 1991. 84. Panorama, Año 4, núm. 1, enero 1993, 1. 85. Ibíd. 86. Panorama, Año II, núm. 1, marzo de 1981.

87. José F. Méndez, Waste Management Conference, Opening Remark, April 24, 1991. 88. Panorama, diciembre 1994, Año V, núm. 3, 6. 89. Se recibió una donación de Johnson & Johnson Co. por la cantidad de $10,000 para programas dirigidos a crear conciencia sobre problemas de calidad ambiental en la comunidad. 90. Me refiero a Johnson & Johnson, Fundación Angel Ramos, McArthur Foundation, Fish and Wild Life Foundation, U. S. Environmental Protection Agency (EPA) y NASA. 91. Para 1999 la escuela tenía adscritas las siguientes dependencias: Instituto de Educación Ambiental (INEDA), Centro de Información Ambiental del Caribe (CIAC), Centro de Análisis de Datos Ambientales (CADA), Centro de Desarrollo Sustentable (CEDES) y Centro de Investigaciones de Recursos Tropicales (CIT). Contaba con los siguientes programas académicos: Programa graduado en Gerencia Ambiental, Programa graduado en Educación Ambiental, Programa graduado en Ciencias Ambientales (Universidad del Turabo) y Certificado de Técnico Ambiental. 92. Crónica Presidencial, enero 1997, 5. 93. El Nuevo Día, 2 de septiembre de 2002, 15. 94. El caso Morales Feliciano se inició el 9 de noviembre de 1978. El 9 de noviembre de 1978, una carta de un confinado dio inicio a una acción de clase en el Tribunal Federal contra el gobernador novoprogresista, Carlos Romero Barceló, radicada el 3 de enero de 1979, y asignada al juez Juan M. Pérez Giménez. En este pleito, se retó la totalidad del sistema correccional de la isla bajo la acusación de que se violaba el debido procedimiento, protección por igual, libre asociación, acceso a los tribunales y libertad de castigos crueles de los confinados. La situación carcelaria del país era detestable y bochornosa. Durante los próximos meses, mientras se llevaba a cabo el descubrimiento de pruebas, la situación carcelaria se hizo insostenible. Como parte del descubrimiento de pruebas, una comisión encabezada por el juez Pérez Giménez y el Comité de abogados visitó ocho cárceles de la Administración de Corrección, comenzando con la de Aguadilla y terminando con la de Bayamón. La Comisión encontró que una cárcel típica era la de Arecibo, ubicada en un vetusto edificio construido en 1905. Algunos de los 220 confinados dormían en el suelo y no recibían artículos para su higiene personal. No había facilidades para tratamiento siquiátrico, dental, ni de rayos X, ni laboratorio ni farmacia ni farmacéutico. Los calabozos eran como jaulas, con barras de hierro como techo. Todos los enfermos mentales eran ingresados en calabozos. No había agua caliente en el área de dormitorios. La peste inundaba la cárcel. El 5 de septiembre de 1980 terminó el proceso de emergencia y el juez Pérez Giménez escribió en su resumen final, una sentencia de 55 páginas, en la cual resumió el estado de las cárceles en la isla, responsabilizando al gobierno por no haber cumplido las obligaciones impuestas por la Constitución y las leyes. Se trataba de un intento deliberado de infligir dolor y sufrimiento. Los derechos constitucionales de los confinados no podían ser postergados un día más. De esta manera, por ser de emergencia y porque las garantías constitucionales fundamentales de los prisioneros habían sido y eran violadas a diario, el juez Pérez Giménez impuso límites en el número de confinados por institución, su trato, clasificación, y estableció el espacio de las celdas a un mínimo de 35 pies cuadrados por confinado. También ordenó el cierre de los 200 calabozos en las cárceles de Puerto Rico. Se trataba de llevar a cabo cambios radicales y fundamentales en el sistema carcelario del país. Durante los pró-ximos meses, la rehabilitación de las cárceles se dilató, debido a la incertidumbre del período preeleccionario y posteleccionario en la isla. Sin embargo, con el paso de los meses se hizo evidente que el plan de emergencia de salud de la Administración de Corrección que respondía a las mencionadas medidas decretadas en 1980 por el juez Pérez Giménez terminó, como tantos otros

problemas del país, en un enjambre del partidismo político isleño. Con éste y otros acuerdos que se sucedieron, al menos por unos días, se cerró un capítulo más en el pleito de más larga duración en la historia del Tribunal Federal en San Juan. Pero, pese a toda la buena fe que pudo haber habido entre las partes, con el correr del año 1992, muchos de los acuerdos fueron violados; el número de confinados estaba por encima del número máximo. 95. En diciembre de 1999, este centro, localizado en el Fuerte Allen de Juana Díaz, fue cerrado. 96. Mensaje instalación del rector Dennis Alicea Rodríguez, 19 de agosto de 1993, Universidad del Turabo 97. Dr. Dennis J. Alicea Rodríguez fue nombrado rector de la Universidad del Turabo en mayo de 1993, convirtiéndose en el sexto rector de dicha institución universitaria.. 98. Mensaje de Instalación del rector Dennis Alicea Rodríguez, 19 de agosto de 1993, Universidad del Turabo. 99. Ibíd. 100. Ibíd. 101. Ibíd. 102. Ibíd. 103. Ibíd. 104. Ibíd. 105. Ibíd. 106. Ibíd. 107. Ibíd. 108. Libro de Actas de la Junta de Directores, 3 de agosto de 1992. 109. Libro de Actas de la Junta de Directores, 4-6 de septiembre de 1992. 110. bíd. 111. Libro de Actas de la Junta de Directores, 3 de septiembre de 1981. La sugerencia fue de Carlos Toro Vizcarrondo. 112. Véase Capítulo V. 113. Caribbean Business, 30 de julio de 1999, 1. 114. Se recordará que ésta se había iniciado en Río Piedras y luego fue trasladada a la ciudad de Mayagüez. 115. Para los primeros pasos de esta historia, véase Capítulo V. 116. Libro de Actas de la Junta de Directores, 27 de noviembre de 1996. Acompañado por un amplio programa de expansión y mejoramiento de sus facilidades físicas, la Junta de Directores aprobó una emisión de bonos de AFICA por la cantidad de $23.1 millones para el financiamiento de varios proyectos de construcción en la Universidad del Turabo. Los proyectos de construcción a financiarse en la Universidad del Turabo fueron para construir la escuela de ingeniería, mejorar y expandir las facilidades de biblioteca y mejorar los accesos viales. 117. El acuerdo con Penn State University se llevó a cabo 30 de abril de 1993. 118. Medio siglo de continua excelencia: 50 Aniversario. Sistema Universitario Ana G. Méndez (1999), 6. 119. Informe Anual Sistema Universitario Ana G. Méndez, 1990-1991. 120. Guillermo A. Baralt entrevista con Alberto Maldonado Ruiz, 9 de diciembre de 2003. 121. AHAGM, Curriculum Vitae Alberto Maldonado Ruiz, 2003. 122. Libro de Actas de la Junta de Directores SEAGM, 16 de mayo de 1991.En parte, según se ha dicho, la disminución en matrícula era compensada por el desarrollo de los programas extramurales (PROSEE). 123. Ibíd. 124. Ibíd. 125. Ibíd. 126. Ibíd.

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127. Ibíd. 128. Ibíd. 129. Ibíd. En agosto de 1990 se dio inicio al ofrecimiento de programas de grado asociado en las nuevas facilidades de Carolina, con una matrícula inicial de 130 estudiantes. 130. Ibíd. 131. Nótese que el desempleo en la isla, según cifras oficiales, ha sido más de un 10 por ciento. 132. Libro de Actas de la Junta de Directores, 16 de marzo de 1995. 133. Los acuerdos incluidos en el convenio responden a la política pública establecida por la Ley Número 47 del 25 de julio de 1997. 134. Crónica Presidencial, Año 3, Núm. 1, febrero 1999, 2. 135. Crónica Presidencial, Año 1, Núm. 3, septiembre de 1997, 3. 136. Es imperativo destacar esta composición ya que son unidades geográficamente separadas, condición que limita el ofrecimiento de los servicios que requieren, haciendo uso de los mismos recursos humanos y fiscales que la institución primaria. De igual manera, cada una de estas unidades requiere por separado licencia, acreditación y certificación de elegibilidad para los programas de ayudas del Departamento de Educación Federal. 137. Libro de Actas de la Junta de Directores, 17 de abril de 1997. 138. Ibíd. 139. Ibíd. 140. Ibíd. 141. Crónica Presidencial, Año 2, Núm. 4, mayo-junio de 1998, 3. 142. Consejo Superior de Enseñanza, Análisis de los programas (1997), 40. 143. El programa cuenta con sesiones de cinco semanas o con dos sesiones de ocho semanas, cuatro horas un día a la semana. 144. Crónica Presidencial, Anno 2 Núm. 4. junio de 1998, 6. 145. Crónica del Presidente, enero de 1997, 5. En septiembre de 1996, el mencionado Centro de Estudios de Televisión Educativa, pasó a ser parte de la Universidad Metropolitana. 146. Como por ejemplo, el del Ohio States Award, por la excelencia de sus programas de inglés. 147. Alonso López Yustos, Introducción a la educación, 122. 148. Ibíd. 149. Ibíd. 150. El programa produjo 13 socios corporativos y cerca de 320 socios individuales, con un total de recaudaciones de $67,000 de una meta propuesta de $60,000. 151. Instructional Televised Fixed Services. 152. Su costo fue de $1,182,318, de los cuales NTIA aportaría la cantidad de $886,000 y el Canal el restante, $296,318. 153. Los reos de la sección de seguridad máxima de la cárcel de Bayamón también se beneficiaron del curso de Géneros Literarios. 154. Panorama, Año V, Núm. 3, diciembre de 1994, 17. La ejecución de este proyecto fue posible gracias al apoyo y coordinación del Departamento de Humanidades de la Universidad Metropolitana, el Sistema de Educación Universitaria Externa y el Servicio de Interacción Televisiva del Canal 40. 155. Annual Report 1992-1993, 53. 156. UPR Crónica Universitaria, año 6, vol. 21, Universidad de Puerto Rico, 5. Para 1999 el consorcio estaba constituido por las arriba mencionadas instituciones y Florida International University, Miami Dade Community College en Florida, Manhattan Community College, Borough of Manhattan, John Jay Community College en Nueva York y el Texas Southmost College en Texas.


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Epílogo: HACIA EL SIGLO XXI n su mensaje a la facultad del 10 de agosto de 2000, en ideas que eran síntesis de muchas otras esbozadas durante los últimos años, José F. Méndez, manifestó que la creciente globalización de las relaciones económicas y la cada vez mayor interdependencia entre todos los país había sido de fundamental importancia para las organizaciones universitarias.1 Añadió que «el acceso al conocimiento y al aprendizaje, el reclamo por la rentabilidad

E

de la educación superior y las oportunidades para la aplicación directa del conocimiento, representaban grandes retos para las instituciones de educación superior».2 Sostuvo con determinación que una tendencia mundial, cuyos efectos se han hecho sentir profundamente en las condiciones de la vida de millones de seres humanos, era el avance indiscutible de la ciencia y la tecnología.3 Agregó que «el desarrollo reciente en la tecnología digital

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de satélite, las redes mundiales de comunicación y las nuevas aplicaciones de la universidad virtual para la creación de ambientes de aprendizaje, tienen un efecto dramático en las instituciones que posean una organización tradicional para el siglo XXI».4 Terminó recordando «que todos estos factores habían cambiado el ambiente de la educación superior a nivel global».5 Gran parte de la historia reciente del Sistema Educativo Ana G. Méndez

Junta de Directores 2002-2003. De izquierda a derecha: José Domingo Pérez, Juan Manuel García Passalacqua, Mario F. Gaztambide, Teresita Fuentes, Rita Di martínez, David Rivé, José F. Méndez, Mabel Burckhart, Zoraida Fonalledas, Jorge A. Pierluisi, José E. de la Cruz Skerret y Antonio J. de Haro (presidente). Ausentes: Jaime R. Escalona, Luis Fortuño, Néstor de Jesús, Ivan Pietri, Antonio J. Colorado y Juam R. Melecio. (AHSUAGM)

estaba estrechamente ligada a ese mundo cambiante del aprendizaje electrónico. Allí la pluralidad académica y curricular se cruzó y, necesariamente se enriqueció con la teleinformación. En el año 2000, programas educativos del Sistema, además de transmitirse de costa a costa en la isla, también lo hicieron vía internet y televisión a varios distritos escolares de la ciudad de Nueva York y de Hartford, Connecticut. El Centro de Telecomunicaciones y Educación a Distancia, ponía a la disposición de las instituciones la base tecnológica para ofrecer cursos en línea.6 El uso intensivo de la red de internet y la computadora, estimularon su desarrollo.7

Sin embargo, y mirándolo en su justa perspectiva, el valor del Sistema Universitario Ana G. Méndez estaba en el empleo de los adelantos tecnológicos en aras del beneficio de la educación de los estudiantes más necesitados del país. Con la tecnología se democratizó la educación, aumentando la población educada del país. La educación universitaria ya no fue del dominio exclusivo de la élite puertorriqueña. Esa responsabilidad social - su conocido compromiso con la comunidad puertorriqueña-, se remontaba a los años más remotos de la creación del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Vale recordar las palabras de la fundadora cuando decía

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en 1949 que le preocupaba el estudiante de la clase menos pudiente, aquel al que por no haber estudiado en escuelas privadas, se le hacía difícil ingresar en la Universidad de Puerto Rico. Hemos narrado, cómo en 1951, y para facilitar los estudios en el Junior College a los estudiantes de recursos económicos limitados, la institución estableció un «Fondo de Préstamos a Estudiantes», que les permitió estudiar y pagar la matrícula y los libros cuando comenzaran a trabajar después de graduarse.8 El fondo se inició con la suma de $5,000. Luego, y tras años de muchas verbenas, banquetes y otras actividades


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sociales para recaudar dinero para el fondo de dotación para becas, la propia fundadora legó en su testamento la suma de $75,000. Evidencia clara de que para Ana G. Méndez el financiamiento de la educación superior para jóvenes de la clase más necesitada fue una de las metas que guió su filosofía educativa hasta el final de sus días. Más tarde, los programas de asistencia económica, principalmente la tantas veces mencionada Beca Federal Pell, hizo posible la educación de cerca de 90 por ciento de los estudiantes del Sistema Universitario Ana G. Méndez . No hubo administrador universitario en la isla que entendiera, mejor que José F. Méndez, el valor y trascendencia de estas ayudas, tan necesarias dado el bajo nivel de ingresos de las familias puertorriqueñas. Sin embargo, a partir de 1994 el propio José F. Méndez recurrió, cada vez más, a la filantropía, tanto puertorriqueña como estadounidense. Buscaba obtener fondos privados para becas destinadas a estudiantes excepcionales. Además, era consciente de que siempre existía la posibilidad de que ocurriese alguna reducción en las asignaciones federales y estatales. Bajo su liderato se creó, por primera vez en la isla en una institución universitaria, un fondo permanente de becas. En esta ocasión, bajo el liderato de Mario F.

Gaztambide, hijo, organizó una campaña de recaudación con el propósito de atraer estudiantes talentosos con necesidades económicas, que pudieran completar un grado universitario.9 Esta campaña pretendió alcanzar la meta de $4 millones. Los fondos eran pareados dólar a dólar por el Sistema Universitario Ana G. Méndez.10 Para darle consistencia al fondo, el principal no se usaba, sólo los réditos.11 La campaña de recaudación se inició con un buen paso cuando la Asociación de Contratistas de Puerto Rico, en honor al fallecido José Jaime Pierluisi, donó $100,000 al Fondo Permanente de Becas. Posteriormente, la Fundación José Domingo Pérez, hizo otra donación semejante.

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Demostrado el compromiso firme con la educación de jóvenes talentosos, otros individuos, instituciones y compañías continuaron uniéndose a la campaña. También la apoyaron miembros de la Junta de Directores y los profesores del sistema. La primera dotación de un profesor de la institución al Fondo Permanente de Becas fue la de Juan Manuel González Lamela, de la Universidad del Turabo, quien hizo una aportación de $30 mil, a nombre de su padre, el ilustre catedrático de la Universidad de Puerto Rico, Sebastián González García, para beneficiar a estudiantes de la Escuela de Educación.12 Así también, José A. Molina, antiguo rector de la Universidad Metropolitana lo hizo luego de donar por varios años su salario al fondo

El U.S. Presidential Advisory Board: José A. Centeno, William Dawes, Florabel Mullick, John Mateja, José F. Méndez, Michael Chartock, Susan Phillips Speece, Scott May, Orlando Gutiérrez y Herman J. Gibb. (AHSUAGM)

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Donantes importantes al Fondo Permanente de Becas: A la izquierda, oficiales del Banco Bilbao Vizcaya junto al rector de la Universidad del Este, Alberto Maldonado y José F. Méndez. A la derecha, Salomón Levis, presidente del Doral Financial Bank, Federico Matheu y José F. Méndez. (AHSUAGM)

de dotación un compromiso por $50,000 destinados a los estudiantes de la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad del Turabo, facultad en donde éste desempeña la cátedra de Comercio. Sin perder tiempo, en enero de 2000 se inició una segunda campaña del Fondo Permanente de Becas, cuya meta fue de $8 millones, proyectados para diciembre de 2003. Un comité voluntario fue organizado bajo la dirección del empresario Miguel Vázquez Deynes y un grupo de distinguidos profesionales integraron el Comité de Recaudación de Fondos.13 Para marzo del 2001, la segunda campaña había recaudado $3 millones de los ocho proyectados, para un total acumulativo de $7.7 millones desde la creación del Fondo en 1994.14

En este esfuerzo, se involucraron tanto el donante como el becado: los empleados más diligentes de la oficina de desarrollo de la institución, y por supuesto, José F. Méndez, que, hábilmente, servía en muchos casos como un adelantado. Sus argumentos a favor de la educación de los jóvenes talentosos de las clases más necesitadas eran muy convincentes.15 Entre las muchas donaciones, sobresalió, en febrero de 2000, la de $100,000 de la Triple-S, destinados a becas para estudiantes de los programas de enfermería y terapia respiratoria de la Universidad Metropolitana.16 Otros importantes compromisos beneficiaron a estudiantes talentosos de escasos recursos económicos interesados en cursar estudios en las áreas de Ingeniería Eléctrica e

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Ingeniería Mecánica en la Universidad del Turabo.17 Por otra parte, más de 60 corporaciones, fundaciones e individuos establecieron su dotación en el Fondo Permanente de Becas. En 2002, José Domingo Pérez, con vínculos profundos en la Escuela de Ingeniería de la Universidad del Turabo, sustituyó a Vázquez Deynes como presidente del Comité para el Fondo Permanente de Becas. Por segunda ocasión, la Fundación José Jaime Pierluisi y la Fundación José Domingo Pérez, encabezaban el grupo de los principales donantes del Sistema Universitario Ana G. Méndez.


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Cuadro XXVII Donantes «Forjadores de Futuro» Aireko Construction AMGEN Ana G. Méndez Memorial Fund Asociación de Contratistas Generales AT&T Puerto Rico Banco Popular de Puerto Rico Banco Santander de Puerto Rico BBVA/Puerto Rico Berlitz Languages Cadierno Corporation Cancio, Nadal, Rivera, Díaz & Berríos Caribe Grolier Centro de Imágenes del Noroeste Coca-Cola Foundation CT Radiology Complet/MRI Institute Deloitte & Touche Dow, Lohnes and Albertson, Law Firm (Washington, D. C.) El Comandante Management Corp. Eli Lilly Industries Empresas Cordero Badillo Familia Amadeo Fiddler, González & Rodríguez Fundación Angel Ramos Fundación Educativa Sprint Fundación José Domingo Pérez Fundación José Jaime Pierluisi Fundación Plaza Las Américas

GAR Housing Corp Hospital Auxilio Mutuo Industria Hotelera de PuertoRico. Juan J. Jiménez IPR Pharmaceuticals JC Penny, Caguas Johnson & Johnson Mario F. Gaztambide, Jr. Lehman Brothers Mary P. Dolciani (Halloran Foundation) Merk, Sharp & Dohme Microsoft Caribbean Millipore Foundation MOVA Pharmaceuticals QY-Ness Radiology Institute Imaging Rafael y Salfa Tamayo Res A.G. Management Corp. Stein, Roe & Farnham Teléfonos Públicos de Puerto Rico Telepro Caribe Inc. Trane Export Inc. Triple-S Management Corp. William Randolph Hearst Foundation Wyeth Ayesrt/Lederle Lab. Xerox Corp.

Fuente: Crónica Presidencial, Sistema Universitario Ana G. Méndez, Año 5, Núm. 1, abril de 2001.

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Durante el año académico 20012002, setenta y un estudiantes se beneficiaron del Fondo Permanente de Becas en las tres instituciones del Sistema Universitario. De ellos, el 32.4 por ciento era de la Universidad del Este, el 35.2 por ciento de Universidad Metropolitana y el 32.4 por ciento de la Universidad del Turabo. Los becados de la Universidad del Este recibieron un promedio de $3,042, los de la Universidad Metropolitana $1,420, y los de la Universidad del Turabo $2,170.18 Predominó entonces una gran satisfacción y profundo agradecimiento a todos aquellos que hacían posible que cada día más estudiantes excepcionales de escasos recursos lograsen hacer realidad una educación universitaria.19 Gracias tanto a la Beca Pell como al Fondo Permanente de Becas, y a que el Sistema Universitarion Ana G. Méndez cosechaba lo que con tanto esmero había sembrado a lo largo de los años, en el año académico 2000-2001 se alcanzaron nuevamente cifras máximas en la matrícula, que llegó a 22,754 estudiantes. En esa ocasión hubo un aumento de 1,845 estudiantes a nivel sistémico, en comparación con el año anterior.20 Se excedían tanto las proyecciones institucionales como también las cifras de la estabilizada población universitaria en el país.21

Cuadro XXVIII Fondo Permanente de Becas del Sistema Universitario Ana G. Méndez Representación en millones ($) 10 8 6 4 2 0

8m 4.06m 2.2m 2000

2001

Recaudos

2003 Meta de campaña

De igual manera, la matrícula del año académico 2001-2002 llegó a ser de 24,600 estudiantes, lo que resultó en aumento de 1,219 nuevos estudiantes a nivel sistémico.22 Para noviembre de 2003 la matrícula llegó a ser de poco más de 30,000 estudiantes. Por dos años consecutivos (20002001), el Sistema Universitario Ana G. Méndez mantuvo la extraordinaria tasa de retención del 64 por ciento entre sus estudiantes de nuevo ingreso, lo que comparaba muy favorablemente con la de instituciones universitarias norteamericanas.23 También

Comité de Voluntarios del Fondo Permanente de Becas. De izquierda a derecha (sentados) Miguel Vázquez Deynes, Migdalia Torres, María Chapel, Rafael Cortés Dapena, Wilma Sánchez y José F. Méndez. De pie, en ese mismo orden, Federico Matheu, Dennis Alicea, Alberto Maldonado y José Domingo Pérez. (AHSUAGM)

se habían establecido medios innovadores para la admisión de estudiantes adultos y para la extensión de los recintos universitarios a diversos lugares, promoviendo la incorporación de la tecnología en el aprendizaje continuo, la investigación y la producción del conocimiento, así como una mayor flexibilidad curricular e integración de la teoría y la práctica.24 Por otro lado, el Sistema Universitario Ana G. Méndez se unía en un fin común con el gobierno y la empresa privada, ya fuese auspiciando seminarios, construyendo alianzas estratégicas y sentando

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acuerdos de colaboración. Esa fue una de las expresiones más representativas de esos años que marcaron el inicio de un nuevo siglo. Para apoyar su gestión educativa, gubernamental o de la empresa privada, se reestructuró en 2001 el Instituto de Política Pública del Sistema Universitario Ana G. Méndez, como centro de enseñanza, investigación y discusión de temas de actualidad. El propósito de educar a la comunidad en general y a sectores específicos sobre asuntos de gerencia y política pública, fue consecuencia de la necesidad de contar con un centro de Educación Superior que


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promoviera la discusión e investigación de temas de política pública en el país.25 Además, se promovió el entendimiento y la cooperación entre la Academia, la política y la administración pública a través del ofrecimiento de cursos, programas de investigación y foros de debate sobre temas de política pública. Su visión fue, ayudar a mejorar la calidad de vida de los puertorriqueños a través de la implantación y ofrecimiento de cursos de aprendizaje práctico para ejecutivos, programas de investigación y foros de debate sobre temas que afectaran la política pública en la isla.26 El Instituto de Política Pública constó de cuatro programas:27 Programa de capacitación y educación continua para funcionarios públicos, Centro de investigación de política pública, «Forum»: Centro de discusión de temas de impacto a la política pública del país, Establecimiento

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Plaza principal de la Universidad del Turabo. (AHSUAGM, 2000).

de la biblioteca de ex gobernadores y ex primeras damas de Puerto Rico. En marzo de 2002 la Universidad del Turabo, con un fino balance entre la ciencia y matemática, la cultura y la comunidad, celebró su trigésimo aniversario fundacional.28 Ese año la institución contaba con más de 9,341 estudiantes, que en su mayoría provenían de los pueblos aledaños a la institución y de la zona rural de la región este-central de Puerto Rico. De la totalidad de estudiantes, alrededor de 7,641 se encontraban en programas subgraduados y 900 en programas graduados. Los tres centros de estudios fuera del campus principal, Yabucoa, Cayey, y Naguabo, sumaban unos 800 estudiantes. Su facultad

contaba con 300 miembros, entre regulares y visitantes. El servicio al estudiante era el motivo de vida de la facultad y la administración. La Universidad del Turabo, bajo el rector Dennis Alicea, se enorgullecía en decir que era una de las pocas instituciones privadas de educación superior en Puerto Rico que había logrado que cerca de la mitad de sus profesores regulares tuvieran un grado doctoral, que el restante 59 por ciento tuviera el grado de Maestría y que en la Escuela de Ingeniería, el 100 por ciento de los profesores tenían un doctorado en la disciplina que enseñaban. Se aspiraba a los grados más alto de preparación académica para el profesorado.

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La Escuela de Ingeniería, con sus fuertes recursos fiscales y autonomía administrativa, descollaba como el modelo a imitar por las otras instituciones hermanas del sistema. Su alianza con Georgia Tech, el laboratorio Sandia en Nuevo México y el Departamento de Energía había dado múltiples beneficios. A esta alianza se unió, a fines de diciembre de 2003, la Florida International University, que permitió a los instructores de la Escuela de Ingeniería completar su grado doctoral. Se presagiaban alianzas de proyectos de investigación entre las dos instituciones. Después de todo, el más beneficiado era el estudiantado. que pudo enriquecer su educación con aquella de las instituciones amigas. Con igual entusiasmo, la Universidad del Turabo inició el proceso para obtener una licencia que le permitiese comenzar en agosto de 2003 sus primeros programas de grados doctorales. El primero en cuestión fue el de Administración de Empresas, con especialidad en Sistema de Gerencia y Sistema de Información. A éste le siguió el de Educación, con especialidades en Liderazgo Educativo, Currículo, Enseñanza y Ambientes de Aprendizaje, Ciencias Ambientales y Consejería Psicológica.

Reconocimiento de la Universidad del Turabo a los municipios de Caguas y Gurabo. De izquierda a derecha: Jorge A. Pierluisi, Dennis Alicea, Wilfredo Puig (Vice Alcalde de Caguas) y José Rivera, Alcalde de Gurabo. (AHSUAGM)

Reconocimiento de atletas destacados Cumbre de Campeones (2002). De izquierda a derecha: Roberto Vigoreaux, Alberto Maldonado, Dennis Alicea, Carlos Delgado, jugador de grandes ligas, José F. Méndez, Francisco Bartolomei, Federico Matheu y Elliot Castro, periodista deportivo. (AHSUAGM)

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Estos programas doctorales fueron tradicionales de las universidades.29 Con- de ofrecer una educación de primera a sus diseñados con una estructura curricular taba con la plataforma tecnológica necesaria estudiantes, la Universidad del Turabo que incluía cursos medulares que sirvieran para desarrollar los cursos que permitían, a inició, en agosto de 2002, un bachillerato de trasfondo para el análisis crítico y la distancia, la interacción entre el profesor y en química ambiental. El bachillerato formó práctica profesional del egresado, cursos de el estudiante, tal y como ocurría en el salón parte de los programas ofrecidos en la especialidad dirigidos a analizar teorías y a de clases. En sus inicios, el programa con- Escuela de Ciencias y Tecnología. Para adquirir destrezas técnicas y profesionasistió en 21 cursos de nivel graduado que se completar el programa, y con una inversión de $5 millones, se inauguró el les en cada campo, y cursos edificio de laboratorios, que de investigación dirigidos a contó con 23,500 pies cuadraadquirir y a aplicar la metodos de construcción, disdología de investigación. Con tribuidos en 15 espacios de el ofrecimiento de grados doclaboratorios docentes y de torales, la Universidad del investigación, almacenes y Turabo se convirtió en la cuartos de preparación.32 única institución de eduDe otra parte, en septiemcación superior que brindaba bre de 2002, la NASA aprobó, programas doctorales en la una vez más, otra propuesta región centro oriental de sometida por la Escuela de Puerto Rico. Ciencias y Tecnología de la Por otro lado, la Inauguración del Centro Universitario de Isabela de la Universidad del Turabo (2000). El tradicional corte de cinta. Universidad del Turabo para Universidad del Turabo estaEn primer plano, de izquierda a derecha: José F. Méndez, Carlos Delgado, alcalde de Isabela, Dennis Alicea y Carmen Rivera, directora del Centro Universitario de Isabela. (AHSUAGM) establecer un programa prebleció su primer programa de universitario orientado a maestrías en línea, en la incrementar los conocimientos, tanto cuanofrecieron a través de internet.30 De esta Escuela Graduada de Administración. El titativos como cualitativos, de estudiantes forma, el programa de maestrías en línea nuevo programa se ofreció a partir de de escuela superior. Se trataba, en particudel Turabo fue una alternativa innovadora abril de 2001, en las concentraciones de lar, del enriquecimiento en matemáticas. que ofrecía al estudiante la flexibilidad y la Gerencia y Administración y Control de Así también, oficiales de la NASA visitaban conveniencia de estudiar a su ritmo, desde Materiales. El programa tuvo una gran cada año la Universidad del Turabo para la comodidad de su hogar o dondequiera se acogida entre personas adultas que, ya por 31 entrevistar y reclutar estudiantes de esta encontrara. sus itinerarios de trabajo o por la distancia institución, al tiempo en que se mantenían Así también, por primera vez en entre los recintos y sus residencias, no con los acuerdos de colaboración por medio Puerto Rico y como parte de su compromiso podían incorporarse a los programas

También con el Museo y Centro de curación. La colección arqueológica contaba del Programa de Becas e Internados del con más de 100,000 piezas de la cultura Estudios Humanísticos, la Universidad del Sistema Universitario Ana G. Méndez. igneri y taína descubiertas en Punta Turabo se convirtió en la primera instituCapitalizando en dos programas Candelero en Humacao, así como en ción de educación superior en Puerto Rico académicos sólidos, la Escuela de Ciencias, Cagüitas y Loíza. Muchas de éstas eran el en establecer un acuerdo de colaboración Tecnología y Salud de la Universidad resultado de hallazgos de los propios estu- con la Smithsonian Institution - museo Metropolitana y la Escuela de Ingeniería de diantes de la Universidad del Turabo bajo la nacional de los Estados Unidos-, ubicado en la Universidad del Turabo, desarrollaron un Washington, D. C. Este acuerdo programa mediante el cual la permitió que esta última instituprimera admitía a estudiantes ción estableciera un programa que cumplieran con los requisien estudios en museografía, al tos para el bachillerato de igual que le brindó a la Ingeniería en la Universidad del Universidad del Turabo acceso Turabo, de manera que pudiesen a una serie de colecciones y completar los requisitos acaobjetos de gran valor que le démicos para sus primeros dos pertenecían. De igual forma, la años de estudio. A su vez, la institución educativa contó con Universidad del Turabo acepla asistencia y el asesoramiento taba a aquellos estudiantes que de los profesionales del Smithcumpliesen con los pre requisitos para continuar estudios en Colocación de la primera piedra del Museo y Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad del Turabo sonian en todo lo relacionado Ingeniería Eléctrica o Inge- (2000). De izquierda a derecha, arquitecto Héctor Rivera, Luis González, oficial de Jonson & Jonson Inc., a museografía y conservación Francisco Carreras (Fundación Ángel Ramos, Víctor Rivera, Alcalde de Gurabo, José F. Méndez, Pedro J. niería Mecánica en su campus.33 Rosselló, gobernador de Puerto Rico, Dennis J. Alicea, senador Luis Felipe Navas y Juan Pastoriza, director de los objetos que le fueran del Museo y Centro de Estudios Humanísticos. prestados.36 Mientras tanto, en el Por otro lado, la Universidad del Turabo se construía una nueva sede para el dirección del arqueólogo Miguel Rodríguez. Turabo demostraba su liderato en el campo Museo y Centro de Estudios Humanísticos, Se estableció una estructura que sirvió fundado en 1981, según hemos narrado. Se como sede para los programas que ayudan a deportivo, con seis campeonatos y cuatro trataba de nuevas salas de exposiciones, un promover el desarrollo cultural, turístico y subcampeonatos obtenidos en las Justas de anfiteatro multimedios, una sala de exposieconómico de la región. El edificio también, la Liga Atlética Interuniversitaria durante la ción para su colección permanente de servía de portal a un área de incalculable última década.37 En 2002 obtuvo nuevaarqueología y otras adicionales.34 También valor histórico donde estaban situadas las mente el campeonato global de las Justas de se añadió un laboratorio para su colección antiguas casonas de la colonia azucarera de la Liga Atlética Interuniversitaria. Ello sucedía poco más de una década desde arqueológica, un almacén y salones de Mano Manca.35

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aquel momento en que la Junta de Directores del Sistema Universitario Ana G. Méndez se había confrontado con los problemas de la ausencia o el deterioro de las facilidades deportivas de sus tres recintos universitarios, y había decidido impulsar la participación de sus estudiantes en las competencias de la Liga Atlética Interuniversitaria.38 El Sistema Universitario Ana G. Méndez escogió el recinto del Turabo para desarrollar, a gran escala, la actividad deportiva por ser el único que tenía los terrenos para desarrollar buenas facilidades.39 Para fortalecer y continuar esta tradición de victoria intercolegial, la Universidad del Turabo inauguró en 2002 las instalaciones del Complejo Deportivo Comunitario del Turabo, construidas a un costo de $6.5 millones. Este complejo fue construido gracias a un acuerdo de colaboración entre la Universidad del Turabo, el municipio de Gurabo y el Departamento de Recreación y Deportes. La Universidad del Turabo aportó un terreno de 55,933 metros cuadrados y $4 millones para la construcción del novedoso complejo; el municipio de Gurabo y el Departamento de Recreación y Deportes aportaron $2.5 millones.40 Los estudiantes de la Universidad del Turabo y la comunidad de la región del Valle del

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Turabo se beneficiaron grandemente de esas instalaciones, que cuentan con una pista sintética, una cancha de baloncesto y voleibol, una piscina de 25 metros, tres canchas de tenis y un parque de béisbol. De otra parte y enriqueciendo aun más su oferta extracurricular, la Universidad del Turabo, creó el taller de cine Corto Circuito, que hizo posible que sus jóvenes participantes compartieran con el laureado actor puertorriqueño Benicio del Toro, portador de un Oscar. Del Toro ofreció una charla a los estudiantes de este programa de capacitación en el arte cinematográfico. Se contempló entonces una alianza entre el Municipio Autónomo de Caguas y la Universidad del Turabo, que establecería una academia internacional de cine en donde se estimulase el desarrollo de artes teatrales.41 Felipa Palacios y John Córdova, atletas destacados de la Universidad del Turabo.

Proyecto del Instituto del Cine de la Universidad del Turabo. De izquierda a derecha: Dennis Alicea, José F. Méndez, el actor Benicio del Toro y el Alcalde del Municipio Autónomo de Caguas, William Miranda Marín, acompañados por una estudiante.

Por último, aunque no menos importante, se estableció la organización Iniciativa Tecnológica Centro-Oriental (INTECO), en la que participaron el Sistema Universitario Ana G. Méndez, la Universidad del Turabo y los municipios de Caguas, Gurabo, San Lorenzo, Juncos, Las Piedras, Naguabo y Humacao. Se escribía una página en la historia de la administración pública en Puerto Rico y otra en la del compromiso de una institución de educación superior, en las comunidades adyacentes. Se trataba de un proyecto de desarrollo socioeconómico regional, fundamentado en una alianza estratégica entre universidad, industria y

gobierno, que instruiría a un Fideicomiso de inversión para sufragar sus costos operacionales. Consistió en enlazar los municipios participantes en una red de centros industriales avanzados, también llamados parques tecnológicos de diversa orientación y tamaño. El desarrollo de esa red industrial fue completado por iniciativas relacionadas con la educación, la salud, las comunicaciones y el desarrollo comunitario, para elevar el nivel y la calidad de vida de sus integrantes.42 Mientras tanto, en la Universidad Metropolitana, bajo la rectoría del químicofísico Federico J. Matheu, evidenciaba un

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gran crecimiento estudiantil. De 1996 a 2003 su matrícula aumentó en un 87 por ciento, alcanzando la cifra histórica de 7,677 estudiantes. La clase graduada de 2003, con 1,050 estudiantes, fue la más numerosa en su historia. Mediante la oferta de innovadores programas de maestría en asuntos ambientales e iniciativas dirigidas a educar a la comunidad sobre los recursos naturales, la Escuela de Asuntos Ambientales participaba muy activamente en el discurso social sobre el ambiente. En agosto de 2001, dicha escuela logró un acuerdo de colaboración con la Administración de Desperdicios Sólidos (ADS), con el objetivo de facilitar la participación de estudiantes y los empleados universitarios en proyectos colaborativos de investigación y desarrollo.43 Así también, la Universidad Metropolitana fue contratada para administrar los terrenos donde se ubica la Ciénaga Cucharillas. Con el respaldo de la organización comunitaria denominada Comunidades Unidas Contra la Contaminación, la Universidad Metropolitana recibió una aportación de 3.5 millones de dólares por parte de la Autoridad de Energía Eléctrica, para implantar un plan de adquisición y manejo de la ciénaga. Dicha ciénaga, que atravesaba los municipios de Cataño, Guaynabo y Toa Alta, era producto del dragado de la bahía de San


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Juan. Había servido para evitar las inundaciones de la comunidad Juana Matos de Cataño. Con el tiempo, la ciénaga se convirtió en un ecosistema muy particular que agrupa más de cincuenta especies de pájaros migratorios. El acuerdo suscrito surgió del empeño de Comunidades Unidas Contra la Contaminación, el cual solicitó a la Agencia Federal de Protección Ambiental que designara parte de una multa impuesta a la Autoridad de Energía Eléctrica, ascendente a $7 millones, para el desarrollo de un proyecto ambiental en esa zona. Así, la Universidad fue contratada para administrar los terrenos donde se ubica la Ciénaga Cucharillas. Con el respaldo de la organización comunitaria denominada Comunidades Unidas Contra la Contaminación, la Universidad Metropolitana recibió una aportación de 3.5 millones de dólares por parte de la Autoridad de Energía Eléctrica, para implantar un plan de adquisición y manejo de la ciénaga. Era la primera vez que una comunidad lograba que asignaran fondos federales para un proyecto ambiental.44 Mientras tanto, varios profesores de la mencionada Escuela de Asuntos Ambientales, y a pedido de una comunidad en la isla de Vieques, llevaron a cabo trabajos de investigación científica para estudiar la

condición de los recursos marinos en la isla municipio de Vieques, tan importantes para la pesca, la recreación, el turismo y la salud de la comunidad.45 Desde 1970, la isla de Vieques era

Puente en la Universidad Metropolitana. (AHSUAGM)

objeto de un inusitado interés ambiental, a medida que crecía la militancia en contra de la presencia de la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Por cinco décadas, las tierras y aguas adyacentes de Vieques se habían usado como zonas de tiro. Por ello,

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los estudios llevados a cabo por la Escuela incluyeron el análisis de metales pesados y otros contaminantes en yerbas marinas, en tejidos de peces comestibles y en suelos y sedimentos. También se realizaron estudios de la población de mamíferos y tortugas marinas, así como del uso de nutrientes y de la productividad de los manglares.46 La Escuela de Asuntos Ambientales estableció también el Centro de Datos y Adiestramientos sobre Planificación Sustentable ante Peligros Naturales. Este centro estaba a cargo de realizar una evaluación integrada a nivel isla de los peligros naturales de inundabilidad, vientos de alta velocidad, terremotos y derrumbes información que será de gran valor, considerando que en los pasados diez años se han desatado cinco desastres naturales en Puerto Rico.47 Para realizar este proyecto, el Centro contó con quince estaciones de trabajo, un servidor red dedicado, programación avanzada de sistemas de información geográfica y capacidad de multimedios para presentaciones y adiestramientos sobre el uso de sus facilidades.48 Por otro lado, la Escuela de Asuntos Ambientales fue seleccionada por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) para llevar a cabo el proyecto «Puerto Rico en ruta hacia

el desarrollo inteligente». La Universidad Metropolitana fue una de las 27 instituciones seleccionadas de alrededor de 1,000 que solicitaron fondos de la EPA.49 El desarrollo inteligente es una estrategia de planificación que ofrece alternativas al desparrame urbano integrando la protección ambiental, el uso eficiente del territorio, y la preservación de terrenos agrícolas, y considerando el verdadero impacto económico de los proyectos a realizarse y el desarrollo social de las comunidades.50 Por último, la conocida Red Caribeña de Varamientos (RCV), organización con sede en la Universidad Metropolitana, proveyó recursos adicionales para las labores que se realizaban en el laboratorio de Mamíferos Marinos del Caribe. Este laboratorio fue producto de un acuerdo colaborativo entre la Universidad Metropolitana y la Red Caribeña de Varamientos, y en él se desarrollan investigaciones sobre la ecología, historial de vida, varamientos, mortandad, patología, parasitología y manejo y conservación de mamíferos marinos en el Caribe. Para 2001, el laboratorio llevó a cabo más de diez proyectos de investigación con la participación de estudiantes graduados y voluntarios, en cooperación con el Proyecto de Salud Animal Acuática del Departamento de

Ciencias Marinas del Recinto Universitario de Mayagüez.51 Hasta ese momento, la Red Caribeña de Varamientos había rescatado once manatíes. Tres de éstos fueron devueltos a sus respectivos hábitats, mientras que Moisés, rescatado en 1992, fue criado por un grupo de colaboradores de dicha Red desde las dos semanas de nacido y liberado en 1994. Por su parte, un pequeño manatí, llamado Rafael, que fue rescatado por la Red en 1999, después de permanecer bajo el cuidado del laboratorio fue liberado en 2003. La Red también cuidó a una foca llamada Inarú, que llegó a nuestras costas desde el área de Groenlandia. Ésta fue encontrada en la playa Puerto Nuevo de Vega Baja.52 Luego se devolvió a su lugar de procedencia. Durante el año 2001, la infraestructura de la Universidad Metropolitana fue fortalecida por la construcción y habi-

Federico Matheu, y José F. Méndez con un grupo de graduadas del Programa de Becas e Internados de la UMET (AHSUAGM)

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litación de nuevas estructuras para la Facultad de Ciencias y Tecnología, la Escuela de Educación, la Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades y el Programa de Estudios Profesionales. Igualmente, la Escuela de Educación, la Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades contaron desde entonces con una nueva casa.53 En un edificio remodelado se albergaron las oficinas de los programas así como las oficinas para la facultad y salones de clase. El entorno universitario se amplió notablemente con esta remozada edificación.54 Al mismo tiempo, se llevaba a cabo la remodelación y creación del Centro Integrado de Servicios al Estudiante, la remodelación, ampliación y desarrollo tecnológico de la Biblioteca y la construcción de un estacionamiento de tres niveles. A un costo aproximado de $3.2 millones


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se añadieron 10 mil pies cuadrados a la biblioteca, permitiendo aumentar las colecciones, la capacidad de asientos y crear un área con cerca de 90 estaciones de computadoras con acceso a distintos portales de información. Mediante una inversión aproximada de $700 mil se desarrolló en el primer piso del Edificio Ana G. Méndez, el Centro Integrado de Servicios al Estudiante, el cual permitió incorporar en un sólo lugar todos los servicios estudiantiles del recinto como tesorería, registraduría, admisiones y asistencia económica, becas e internados, orientación, entre otros. Ese mismo año (2001), tras celebrar la creación de un programa de maestría en Administración de Empresas en su Centro Universitario de Jayuya para los empleados de la Baxter, la Universidad Metropolitana, también inauguró el Centro Universitario en Bayamón, lo que permitió la expansión de su oferta académica con programas innovadores, prestando especial atención al público adulto. Ante la pujanza y el dinamismo del municipio de Bayamón con su gran concentración poblacional - el futuro crecimiento de dicho Centro Universitario pareció no tener límites. Como parte de su oferta académica, se crearon programas de certificados técnicos

profesionales en Asistente de Maestro Preescolar, Facturación y Cobro de Planes Médicos, Iniciación Deportiva Administrativa y programas de computadora, que el estudiante podía completar en 12 ó 18 meses. También se ofrecieron bachilleratos en sistemas de información computadorizada, Justicia Criminal, Trabajo Social, Psicología, Comunicación y Mercadeo, Educación Pre-escolar y Elemental, Administración de Oficinas y Contabilidad, Gerencia y Mercadeo. Las maestrías incluyeron Gerencia, Contabilidad, Recursos Humanos, Mercadeo, Administración y Supervisión Educativa, Enseñanza de Educación Física y Educación Pre-escolar. Algunos de estos programas se ofrecían en dos modalidades: la tradicional y la modalidad de Estudios Acelerados para Adultos (Programa AHORA), en el cual el estudiante podía completar sus cursos en sesiones de 5 u 8 semanas.55 Como en los centros de Jayuya y Aguadilla, el impacto del Centro Universitario de Bayamón en la comunidad que servía fue extraordinario. Por sus enormes beneficios (empleos directos e indirectos, clínicas, centros de cómputos de difusión tecnológica, alianzas, etc.), la petición de los alcaldes para que se establecieran centros universitarios en sus respectivos pueblos, no se hizo esperar.

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Por último, se continuaban los programas del «Summer Adventure Research Training» del proyecto «Institución Modelo de Excelencía». El propósito era el de motivar a los estudiantes de escuela superior a continuar estudios universitarios en las áreas de ciencias, preingeniería y matemáticas. Se recordará que bajo este proyecto, se le había otorgado a la institución una asignación de $6 millones para el programa de ciencia y tecnología. Éste proveía experiencias de inmersión en la investigación científica a estudiantes de los grados 10, 11 y 12. Los estudiantes aprendían las técnicas de investigación guiados por los profesores mentores del Departamento de Ciencias y Tecnología. Al culminar el programa en 2001, cincuenta y seis estudiantes procedentes de 27 escuelas superiores públicas y privadas presentaron los hallazgos de sus investigaciones en el Simposio de Investigación precolegial Verano 2001.56 Los estudiantes que participaban de la experiencia investigativa que proveyó el proyecto, demostraron un desempeño exitoso en sus estudios graduados. Diez estudiantes egresados del Departamento de Ciencias y Tecnología fueron admitidos para continuar estudios graduados en la Universidad de Cornell, la Universidad de

El corte de cinta en la inauguración del Centro Universitario de Cabo Rojo. Participaron Santos Padilla, Alcalde, Rosa Casiano directora del Centro, Senador Rafael Irizarry y José F. Méndez. (AHSUAGM)

Purdue, la Universidad de Colorado, la Universidad del Estado de Indiana, la Universidad de Rochester y el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. Seis de ellos fueron receptores de la beca «Bill Gates» para continuar estudios graduados en ciencias.57 Mientras tanto, según hemos narrado, bajo el rector Alberto Maldonado el Colegio Universitario del Este se había transformado en la Universidad del Este. Con pasmosa rapidez se logró convertir aquella institución en una de constante crecimiento, elevada al mismo nivel de sus instituciones hermanas: la Universidad del Turabo y la Universidad Metropolitana58. La

evolución representó un paso fundamental, un cambio en la razón de ser, producto de un proceso participativo que incluyó a toda la comunidad universitaria. Implicó la revisión de la misión institucional, para dirigirla a promocionar «el desarrollo integral de una población estudiantil diversa a través de la investigación, el pensamiento crítico creativo, la construcción del conocimiento y su aplicación».59 Se configuró así una universidad estable, con gran fuerza, siempre preocupada en el futuro ocupacional de sus estudiantes. Aparte de los bachilleratos que se ofrecían, se establecieron en 2002 nuevos programas de maestría que estaban diseñados para exponer al estudiante a una experiencia educativa diferente. Estas fueron en Artes en Educación (Currículo y Enseñanza en Español,Currícu-

Alberto Maldonado, rector de la Universidad del Este. (AHSUAGM)

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lo y Enseñanza en Inglés, Currículo y Enseñanza en Química y Currículo y Enseñanza en Escuela Elemental), Administración Educativa Nivel Escolar, Nivel Educativa Post Secundaria y en Administración de Empresas (Recursos Humanos). Estos ofrecimientos, únicos en Puerto Rico, consisten en 36 créditos que incorporan las prácticas, proveen la variedad de requisitos de tesis y ofrece


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sesiones de términos cortos, con modalidades flexibles y no tradicionales. Otros programas graduados en proceso de desarrollo, esta vez enfocados en fomentar el liderazgo, son las maestrías en Administración de Empresas, con las concentraciones en Recursos Humanos, Agro-negocios y Gerencia; en Educación, con concentraciones en Ciencias e Historia y una tercera en Arte, con especializaciones en Trabajo Social y Psicología y otra en Justicia Criminal.60 La mencionada Escuela Internacional de Turismo y Administración de Hoteles presentaba un currículo de avanzada, diseñado de acuerdo a las necesidades del mercado, con una facultad competente y

un nuevo edificio.61 Dicha Escuela fue escenario de la firma del convenio entre el Sistema Universitario Ana G. Méndez y la Universidad de las Islas Baleares. Este acuerdo de colaboración estaba encaminado a fortalecer la proyección internacional de la Universidad para el desarrollo de programas de estudio conjuntos, intercambios y cooperaciones entre la facultad, la formación de estudiantes y la investigación. Por medio del acuerdo, realizado dentro de un marco de colaboración cultural, se

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hicieron intercambios de información, publicaciones, personal docente e investigadores, además de seminarios, coloquios, simposios y estudios conjuntos. Una de las primeras áreas de estudio fue el mercado del turismo.62 Con el propósito de promover la capacitación tecnológica de las comunidades de escasos recursos, se estableció el Centro Tecnológico de la Comunidad en la Universidad del Este. Este nuevo centro, en colaboración con ASPIRA de Puerto Rico,

Por último, la Universidad del Este sirve para proveer recursos tecnológicos y y divulgar las oportunidades de empleo, el inauguró nuevas instalaciones en los adiestramientos a los diversos sectores de la adiestramiento laboral y el desarrollo municipios de Cabo Rojo y Santa Isabel, comunidad, ayudando a que sus usuarios económico de las comunidades. Estas ayucon el fin de ampliar la oferta académica y puedan elevar su nivel de competitividad en das permitirán que los colegios atiendan el 63 la prestación de servicios innovadores para desarrollo y la revitalización económica esta área. los estudiantes. Estas modernas faciliHaciendo realidad aquella impor- necesarias en sus comunidades. En su dades, para las que se han invertido más tante encomienda de unir universidad, proyecto, la Universidad del Este creará en de $10 millones, cuentan con laboratorios gobierno y empresa privada, el Centro de Carolina un «Community Career Center», de computadoras, biblioteca comGestión Única de la Universidad del putadorizada, amplio estacioEste se destinó a consolidar servicios namiento, además de un equipo de tradicionales del sector público, en profesionales expertos en sus un mismo lugar. Este Centro, ubicarespectivas áreas de enseñanza do en un edificio en el barrio San cuyo compromiso es servir al estuAntón de Carolina, brinda una gama diante y ayudarle a alcanzar sus de servicios provenientes de diversas metas.66 Así también, fue sede de la agencias, como los departamentos de primera escuela de Agronegocios y Educación, de la Familia, del Trabajo Administración de Empresas y de Recursos Humanos, así como la Alimentarias, la cual estaba dirigiAdminis-tración para el Desarrollo da a capacitar profesionales en Socio-económico de la Familia, entre Inauguración del Centro Universitario de la Universidad del Este en Santa Isabel (2002). áreas de agricultura, técnicas de otras. Mediante el sistema de gestión De izquierda a derecha, Alberto Maldonado, Cirilo Tirado, senador y José F. Méndez. cultivo y empresas agrícolas. Por única, cada individuo tiene acceso no último, y allende los mares, continuaba el sólo a recibir información del mercado con el fin de aportar al desarrollo de la proceso de internacionalización de la laboral, sino también a desarrollar las comunidad a través de la consejería vocaUniversidad del Este, estableciéndose destrezas necesarias para ocupaciones de cional y ocupacional y de la implantación de acuerdos con universidades y otras institualta demanda en la economía local, estrategias que fortalezcan la colocación 64 ciones fuera de la isla, para el ofreciregional y nacional. A tales efectos el laboral. El proyecto servirá a la comunidad miento de diversos programas. Entre Departamento de Vivienda Federal, otorgó de Carolina e incluirá seis centros satélites estas instituciones se encuentran: La un total de $1.2 millones a la Universidad en los centros universitarios de la Universidad Nacional de Costa Rica, la del Este y a la Universidad del Turabo, para Universidad del Este, localizados en Cabo Universidad de Iberoamérica en Costa incentivar un programa dirigido a promover Rojo, Manatí, Santa Isabel, Utuado, y 65 Yauco.

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Rica, la Universidad de San Carlos en Guatemala y La Universidad de Huelva en España.68 El Sistema Universitario Ana G. Méndez contempla en su proyecto Visión 2005 el fortalecimiento de lazos de colaboración con otras instituciones y organizaciones fuera de Puerto Rico, que permitan adquirir experiencias y oportunidades de compartir recursos y conocimientos y lo proyecten en el ámbito internacional.69 Además, y como parte de la visión internacional de las instituciones del Sistema Universitario Ana G. Méndez, la Universidad Metropolitana suscribió un acuerdo para establecer un novedoso programa de traslado con la Universidad del Sur de Florida, (University of South FloridaUSF).70 Este programa permitirá que los estudiantes inicien estudios en ingeniería civil, mecánica, industrial y química en la Universidad Metropolitana y luego se trasladasen a la Universidad del Sur de Florida donde completarán su preparación

para obtener el grado. El acuerdo está diseñado para que sus participantes cursen sus primeros dos años de estudio en la Universidad Metropolitana, donde tomarán los cursos de educación general y los cursos introductorios para ingeniería, mientras que la Universidad del Sur de Florida ofrecerá el resto del currículo para completar el grado de Bachiller en Ciencias. «Mientras esté vigente el acuerdo, la Universidad Metropolitana podrá continuar fomentando en la juventud puertorriqueña el estudio de las ciencias y la investigación subgraduada», indicó el doctor Roberto Ramírez, decano de la Escuela de Ciencias, Tecnología y Salud de la Universidad Metropolitana.71 También, y por primera vez, se abrió en 2003 un Centro Universitario en la ciudad de Orlando, Florida. Denominado como Metro Orlando University Center, este centro ofreció inicialmente grados en la modalidad de Estudios Acelerados y Bilingües, tomando en consideración el alto número de personas adultas en la ciudad de Orlando -donde residen más de 150,000 puertorriqueños- que aún no han completado un grado académico. El Centro opera

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como un recinto paralelo al de las tres instituciones que componen el Sistema Universitario Ana G. Méndez, con una oferta académica que incluye bachilleratos en Gerencia, Contabilidad, Mercadeo, Sistemas de Información Computadorizados, Gerencia de Hoteles, Planificación de Eventos y Convenciones, Gerencia de Servicios de Salud y Justicia Criminal, entre otros. Los estudiantes pueden, además, optar por maestrías en Enseñanza del Inglés como Segundo Idioma, Gerencia, Recursos Humanos, Gerencia Ambiental y Manejo de Servicios de Recreación. En marzo del 2000, el Sistema Universitario inició el proceso de transformación del Canal 40 a un Centro de Telecomunicaciones y Educación a Distancia, en el cual se integraron las diferentes modalidades de las telecomunicaciones y otros medios tecnológicos, tales como la educación en línea. Se reafirmaba como una estación de televisión educativa con licencia universitaria afiliada a PBS. Al mismo tiempo, servía de apoyo a la gestión académica de los estudiantes de las escuelas de comunicaciones tanto de la Universidad Metropolitana como la del Turabo.72

José “Piculín” Ortiz en el programa de niños «Ready To Learn»; la doctora María Teresa Miranda en su programa «Nuestros Hijos»; Ángel Cintrón García, Edwin Irizarry Mora, Rafael Nadal Arcelay y José A. Hernández Mayoral, participantes del programa de análisis político «Sin colores».

Se inició un ambicioso proyecto de digitalización a tono con la determinación del Congreso de los Estados Unidos y la Comisión Federal de Comunicaciones para que las estaciones de difusión pública («Public Broadcasting System») transmitieran su programación en formato digital a partir de mayo de 2003, en otras palabras, de análogo a digital.73 Se aspiraba a una mejor calidad de vídeo, audio y la posibilidad de transmisión de datos además de la opción de más canales de la propia estación. Recientemente, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, había El Sistema Universitario Ana G. Méndez estableció su primer Centro Universitario fuera de la isla, een la ciudad de Orlando, Florida. Durante el anuncio oficial, el Sr. Méndez comparte con el alcalde de Orlando, Buddy Dyer. En la foto al lado, les acompaña Luis Zayas, Decano de la Escuela de Estudios Profesionales del SUAGM.

Migdalia Torres, vicepresidenta y gerente general del Canal 40.

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aprobado una propuesta de $1.99 millones para el proyecto de digitalización de la emisora. Un total de 97 estaciones de televisión en los Estados Unidos fueron recipientes de esta asignación de fondos, que sumó la cantidad de $36 millones. El Canal 40 del Sistema Universitario Ana G. Méndez fue el único canal televisivo de Puerto Rico en recibir una asignación de estos fondos,

importante no sólo en cuantía, sino también en proporción al costo total del proyecto.74 Los fondos estaban destinados a adquirir un transmisor, una antena, una línea de transmisión, un codificador y el equipo básico de «master control». Dicho equipo fue instalado en las facilidades de Río Piedras, Peñuelas y el Yunque. La tercera fase del proyecto consistió en la

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construcción y remodelación de la sala de «master control» y la adquisición de equipo con capacidad para originar cuatro señales de definición estándar, que permitirán la transmisión de los programas de la Universidad del Turabo utilizando el formato análogo o digital.75 Así, una institución integrada hoy por tres universidades que sirve a más de

30,000 estudiantes y un canal de televisión, abría camino hacia el futuro. La semilla echada en el surco de estas tierras por Ana G. Méndez, una puertorriqueña visionaria e inquieta por el desarrollo personal de las clases desaventajadas a las que deseaba ofrecer oportunidades de educación universitaria. Creció la simiente y otras manos, las de José F. Méndez, tomaron el liderato de la

institución convertida primero en Fundación Educativa Ana G. Méndez y después en Sistema Universitario Ana G. Méndez. Institución de gran diversidad curricular, abierta y en constante desarrollo. Así, y por el momento, cierra la fascinante historia de una institución educativa puertorriqueña que dividiéndose en tres se hizo grande; de una institución

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riopedrense que llegó a ser isleña; de una institución puertorriqueña que al cruzar los mares y establecerse en Orlando, Florida, se hizo continental y que hoy dirige sus miras hacia otros pueblos y latitudes del hemisferio americano. Es la historia de la transformación del Puerto Rico Junior College en el Sistema Universitario Ana G. Méndez.


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N O TA S 1. José F. Méndez, Convocatoria Sistemática de Facultad, 10 de agosto de 2000. 2. Ibíd. 3. Ibíd. 4. Ibíd. 5. Ibíd. 6. Ibíd. 7. Crónica Presidencial, abril de 2001. 8. El Mundo, 7 de mayo de 1951, 4. 9. Crónica Presidencial, abril de 2001. 10. Ibíd. A este programa, el principal, se le añadieron otros programas de asistencia económica federales e insulares, tales como los donativos y préstamos. 11. Guillermo A. Baralt entrevista a Miguel Vázquez Deynes, 1 de julio de 2003. 12. Se recordará que González Lamela fue también su rector. 13. En el Comité de Campaña Forjadores de Futuro colaboraron con Vázquez Deynes el mencionado licenciado Mario Gaztambide, el ingeniero José Domingo Pérez, Loren Ferré Rangel, el publicista Ramón Flores, el empresario Atilano Cordero Badillo, la empresaria Wilma Sánchez, la banquera Zoila Levis, los licenciados en Derecho, Harry Nadal y Rafael Cortés, la publicista Fabricia Eaver y el empresario Manuel Casiano.. 14. Ibíd. 15. Guillermo A. Baralt entrevista a Miguel Vázquez Deynes, 1 de julio 2003. 16. Ése era el segundo donativo de Triple-S para el Fondo Permanente de Becas del Sistema Universitario Ana G. Méndez, y de la Puerto Rico Telephone/Wireline Services. 17. Crónica Presidencial, marzo de 2002. 18. Ibíd. 19. El estudiante becado recibía la totalidad de gastos de matrícula y cuotas, $300 para libros anuales y estipendios mensuales. 20. Crónica del Presidente, octubre 2001. 21. Se recordará que después de 1984 la matrícula de la población estudiantil se estabilizó. 22. Ibíd. 23. Ibíd. 24. Ibíd. 25. Ibíd. 26. Ibíd.

A L

C A L C E

( E P I L O G O )

27. Ibíd. 28. Crónica Presidencial , marzo de 2002. 29. Crónica Presidencial, abril de 2001. 30. Ibíd. 31. Ibíd. 32. Primera Hora, 5 de agosto de 2002, 59. 33. Ibíd. 34. Crónica Presidencial, abril de 2001. 35. Ibíd. 36. Crónica Presidencial, marzo 2002. 37. Ibíd. 38. Libro de Actas de la Junta de Directores de 1985. 39. Ibíd. 40. Crónica Presidencial, marzo 2002. 41. El Nuevo Día, 23 de marzo de 2003, 96. 42. Crónica Presidencial, noviembre de 2001. 43. Ibíd. 44. Ibíd. 45. Crónica Presidencial, febrero de 2000. 46. Ibíd. Entre los profesores se encontraba Doris Caro, decana de Ciencias y Tecnología, que trabajaba en un estudio toxicológico de metales pesados en poblaciones de peces comestibles en la isla de Vieques. La exposición a polutos tales como PCBs, PAHs y metales pesados, es de gran preocupación para la salud de los seres humanos y las especies marinas. Junto con esta investigación, se encontraban aquellas de Antonio Mignucci, quien tenía a su cargo el estudio de la población de mamíferos y tortugas marinas que habitan en las costas de la isla Nena. 47. Crónica Presidencial, agosto de 2001. 48. Ibíd. 49. Ibíd. 50. Ibíd. 51. Ibíd. 52. Ibíd. 53. Se refiere al antiguo edificio de Perfumes Selectos. 54. Ibíd. 55. Ibíd. 56. En el Simposio de Investigación Precolegial se presentaron más de 15 proyectos realizados por medio de cartelones o en presentaciones orales. Las investigaciones incluyeron proyectos en las áreas de química, biología y física.

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57. El Nuevo Día, 7 de agosto de 2001, Suplementos, 7. 58. Crónica Presidencial, noviembre de 2001. 59. Misión Universidad del Este, 2001. 60. Ibíd. Su nombre correcto es en Inglés: The International School of Tourism and Hospitality Management. 61. El Nuevo Día, 7 de agosto de 2001, Suplementos, 7. 62. Ibíd. 63. Ibíd. 64. Crónica Presidencial, agosto de 2002. 65. Ibíd. 66. Ibíd. 67. Ibíd. 68. Ibíd. 69. Firma del acuerdo con la Universidad de las Islas Baleares y conferencia de Jaume Ensenyat Julia, 15 de marzo de 2001. 70. Ésta se organizó bajo el título corporativo AGMUS Venturer Inc. Sus socios eran la Regis University y AGMUS. 71. Ibíd. 72. Ibíd. 73. Crónica Presidencial, febrero de 2003. Nótese que este programa era similar al de la Universidad del Turabo. 74. Ibíd. Las propuestas fueron aprobadas por National Telecommuinication and Information Agency. 75. Crónica Presidencial, febrero de 2003.


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Siglas

Bibliografía

AC - Anuario Citadel

ELPR - El Libro de Puerto Rico

PRHN - Puerto Rico High News

AFAEOR - Administración federal de Auxilio de Emergencias de Puerto Rico

END - El Nuevo Día

PRJCC - Puerto Rico Junior College Catalogue

EP - El Pionero

PRP - Puerto Rico and Its Problems (1930)

FHPR - Fotografías para la historia de Puerto Rico (1844-1952)

RF - Revista Fortune 1940

AHSUAGM - Archivo histórico Sistema Universitario Ana G. Méndez

RFPR - Revista Fomento de Puerto Rico (1950)

ALF - Archivo Luis A. Ferré LMMGH - Luis Muñoz Marín - Gunter Hett

RPR - Register of Puerto Rico (1910)(1926)

BPRJC - Bulletin Puerto Rico Junior College MAÑ - Revista Mañana: México CSEPR - Consejo Superior de Enseñanza de Puerto Rico 1997

RPREP - Río Piedras: Estampas de mi pueblo PLPR - Patterns of Living in Puerto Rican Families (1949)

ECPRAONU - El caso de Puerto Rico ante la ONU PRCC - Puerto Rico Cement Co.

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SCA - Science Consortium Agency

1. Asenjo, Conrado - Quién es quién en Puerto Rico (San Juan: Imprenta Venezuela, 1947). 2. - Annual Report of the Governor, 1906-1910 (San Juan, Porto Rico, 1907). 3. Baralt, Guillermo A. - Al servicio de mi tierra: la historia de El Nuevo Día (1909-2000), (Hato Rey, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas, 2002. - Desde el mirador de Próspero: la vida de Luis A. Ferré, 1904-1968, Vol. I, (San Juan: Puerto Rico: Fundación El Nuevo Día Inc., 1996). - La razón del equilibrio: la vida de Luis A. Ferré, 1968-1998, Vol. II, (San Juan, Puerto Rico (Carimar, 1996). - Tradición de futuro, el primer siglo del Banco Popular de Puerto Rico, 1893-1993 (San Juan, Puerto Rico: Carimar, 1993). 4. Bayrón, Fernando - Elecciones y partidos políticos de Puerto Rico (Mayagüez, Puerto Rico: Editorial Isla, Inc., 1989). 5. Benítez, Jaime - La universidad del futuro, Universidad de Puerto Rico (Río Piedras: Puerto Rico, 1964). 6. Benner, Thomas - Five Years of Foundation Building (Río Piedras: University of Puerto Rico, 1965). 7. Bird, Enrique - Don Luis Muñoz Marín, el poder de la excelencia (República Dominicana: Editora Corripio, C. por A. 1991). 8. Blanco, Tomás - Prontuario histórico de Puerto Rico (Madrid: Imprenta de Juan Pueyo, 1935). 9. Bover, Laura G. - Vivencia histórica: Primeros veinticinco años del Puerto Rico Junior College (Barcelona: Editorial Vosgos, S.A., 1975). 10. Brinkley, Alan - Historia de Estados Unidos (México: McGraw Hill Interamericana, editores, S.A. de C.V., 1996). 11. Brunner, José J. - Educación Superior en América Latina (México: Fondo de Cultura Económica 1990) 12. Cao García y Horacio Matos Díaz, Ramón J. - Educación universitaria y oportunidad económica en Puerto Rico (Editorial Betania, Colección Ciencias Sociales 1988) 13. Carrel, M. Drew - Register of Puerto Rico for 1910 (San Juan, Puerto Rico: Bureau of Supplies, Printing and Transportation, 1911). 14. Carreras, Francisco - Incógnita y revelación (Ponce, Puerto Rico: Editorial Universidad Católica de Puerto Rico, 1981). 15. Carroll, Henry K. - Report on the Island of Puerto Rico; its Population, Civil Government, Commerce, Industries, Roads, Tariff and Currency (Washington, D. C.: U.S. Government Printing Office, 1899), re-print, Arno Press, 1975. 16. Clark, Victor S. - Porto Rico and its Problems, (Washington, D.C.: The Brookings Institution, 1930).

17. Consejo Superior de Enseñanza: La deserción de estudiantes de la UPR (Oficina de Investigaciones Pedagógicas CSE, Universidad de Puerto Rico: Río Piedras, Publicaciones Pedagógicas, Serie II, MCMLXVI, Núm. XXXI). 18. Córdova, Gonzalo F. - Santiago Iglesias Pantín, creador del movimiento obrero (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial Universitaria, 1980). 19. Cruz Monclova, Lidio - Historia de Puerto Rico, siglo XIX, 3 volúmenes en 6 ptes. (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico, 1979). 20. Dietz, James L. - Historia económica de Puerto Rico (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989). 21. De Hostos, Adolfo - Tesauro de datos históricos: índice compendioso de la literatura histórica de Puerto Rico, incluyendo algunos datos inéditos, periodísticos y cartográficos, preparado en la Oficina del Índice Histórico de Puerto Rico bajo la dirección de Adolfo de Hostos, 1948-1951 (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1992-1995). 22. Díaz Soler, Luis - Rosendo Matienzo Cintrón (Río Piedras, Puerto Rico: Instituto de Literatura Puertorriqueña, 1960). 23. - Documentos históricos, Leyes de Puerto Rico Anotadas, Tomo I (San Juan, Puerto Rico: Lexis Law Publishing of Puerto Rico Inc., 1999). 24. Estudios técnicos Inc. - Informe sobre el financiamiento de la educación en Puerto Rico. Sometido al Consejo de Educación Superior, julio 1989. 25. Fernández García, Eugenio (ed.) - El Libro Azul de Puerto Rico (San Juan, Puerto Rico: El Libro Azul Publishing Co., 1923). 26. Ferrao, Luis - Pedro Albizu Campos y el nacionalismo puertorriqueño (Río Piedras: Editorial Cultural, 1990). 27. - Forty-Seventh Annual Report of the Governor of Puerto Rico, - Honorable Jesús T. Piñero. For the Fiscal Year 1946-1947 (San Juan: Bureau Office of the Government of Puerto Rico, 1948). 28. García Ramírez de Arellano, Ileana - Miguel Angel García Méndez (Río Piedras: Publicaciones Puertorriqueñas, 1995). 29. García Santiago, Nilda, Directora Ejecutiva - Informe Final de la Comisión Conjunta para la Reforma Educativa Integral del Estado Libre Asociado (Sept. 1990). 30. González, Ricardo - Geography of Puerto Rico (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial Imprenta Venezuela, 1942). 31. González Ruiz y Ricardo Raúl González, Ricardo - Puerto Rico de hoy, 1956-57 (Hato Rey, P.R.: Litrografía Real Hnos. Inc., 1957). 32. Hayward, Beresford L. - The Future of Education in Puerto Rico. Its Planning (Hato Rey: Puerto Rico: Department of Education, 1961, Toward Comprehensive Educational Planning in Puerto Rico). 33. - Informe anual del Tesoro de Puerto Rico, ejercicio económico 1949-1950.

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Indice de nombres

34.

- Informe de la Comisión de la Comisión de los Estados Unidos y de Puerto Rico sobre el Status de Puerto Rico (Washington, D.C.: U. S. Government Printing Office, agosto de 1966). 35. - Informes de la Comisión de Derechos Civiles del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Años 1968-1972, Tomo I (Oxford, New Hampshire: Equity Publishing Corporation, 1973). 36. Isern, Fernós - Estado Libre Asociado de Puerto Rico (República Dominicana: Editora Corripio, C. por A., 1974). 37. J-------, y Riesman, David, Christopher - The Academic Revolution (Doubleday & Company, New York, 1969) 38. Látimer, Eugenio - Historia de la Autoridad de Energía Eléctrica (First Book Publishing of P.R., 1997). 39. López Yustos, Alfonso - Historia Documental de la Educación en Puerto Rico (Hato Rey, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas, 1984) - Historia Documental de la Educación en Puerto Rico (Río Piedras, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas, 1997) - Introducción a la educación (Hato Rey: Publicaciones Puertorriqueñas, 2000) 40. Maldonado, Teófilo - Hombre de primera fila (San Juan: Editorial Campos, 1958). 41. Martín García, Fernando - La tierra prometida (San Juan, Puerto Rico: Editorial Libertad, 1996). 42. Matos Cintrón, Wilfredo - Breve Historia del Partido Socialista Puertorriqueño (San Juan: Publicación del Partido Socialista Puertorriqueño, 1980). 43. Muñoz Marín, Luis - Memorias, autobiografía pública, 1940-1952 (San Germán: Centro de Publicaciones de la Universidad Interamericana, 1992). 44. Osuna, Juan José - A History of Education in Puerto Rico (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1949). 45. Pagán, Bolívar - Historia de los partidos políticos puertorriqueños, 2 volúmenes (San Juan, Puerto Rico: Librería Campos, 1972). 46. Pedreira, Antonio - Insularismo: Ensayos de Interpretación Puertorriqueña (Madrid: 1934). 47. Perloff, Harvey S. - Puerto Rico’s Economy: Characteristics, Trends Recent Developments, Part I (Preliminary Report)(Río Piedras, Puerto Rico: University of Puerto Rico, Social Science Research Center, 1947). 48. Puiggrós, Adriana - Universidad, proyecto generacional y el imaginario pedagógico (Paidós: Buenos Aires, 1993) 49. - “Quién es quién en Puerto Rico”; diccionario biográfico de récord personal . . ., cuarta edición, 1948-49 (San Juan, Puerto Rico: Imprenta Venezuela). 50. - Report of the Governor of Porto Rico, Fiscal year ended June 30, 1920 (Washington: Government Printing Office, 1920).

51. Rodríguez Bou, Ismael - El analfabetismo en Puerto Rico (San Juan, Puerto Rico: Imprenta Venezuela, 1945). 52. Rodríguez Gómez Roberto y Hugo Casanova Cardiel, (Coordinadores) - Universidad contemporánea, racionalidad política y vinculación social (México: Centro de Estudios sobre la Universidad, UNAM, México 1994, MCMXCIV) 53. Scarano, Francisco - Puerto Rico: cinco siglos de historia (San Juan, Puerto Rico:McGraw-Hill, 1993). 54. Sepúlveda, Aníbal y Jorge Carbonell - Cangrejos-Santurce (San Juan: Carimar, 1987). - San Juan Extramuros, (San Juan, Puerto Rico: Carimar, Oficina Estatal de Preservación Histórica, 1990). 55. Todd, Roberto H. - Desfile de gobernadores, 1898-1943 (San Juan, Puerto Rico: Casa Baldrich, Inc., 1943). 56. Torregrosa, Angel M. - Juan B. Soto (La historia de su vida) (Río Piedras: Impresos Venezuela, 1980). 57. Trías Monge, José - Historia Constitucional de Puerto Rico, Vol.III (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1982). - Historia Constitucional de Puerto Rico, 1ra edic., 5 volúmenes (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1980). 58. Tumin and Arnold Feldman, Melvin Social Class and Social Change Puerto Rico (Princeton University, 1961). 59. Tugwell, Rexford G. - The Stricken Land: The Story of Puerto Rico (New York: Doubleday and Company, 1946). 60. Vivoni Farage, Enrique y Silvia Álvarez Curbelo - Hispanofilia: Arquitectura y vida en Puerto Rico 1900-1950 (San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998) - Ilusión de Francia: arquitectura y afrancesamiento en Puerto Rico (San Juan, Puerto Rico: Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico, 1997).

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A Academia del Perpetuo Socorro – 6 Adalberto Roig – 74 Administracióin de Empresas – 97, 145, 146, 149, 189, 195, 196, 202, 203, 206, 220, 224, 231, 233 Administración Comercial – 14,21, 32, 44,47, 48, 50, 53, 55, 78, 103, 117 Administración del Veterano – 21, 27, 49 Adolfo Irizarry – 50 Agencia Federal de Protección Ambiental – 229 Aguada – 4,5,29 Ahora – 26, 79, 125, 194, 206, 231 Aireko Construction – 239 Albert Kashdan – 50 Alberto Madonado – 151, 152, 199, 200, 202, 204,208, 214, 220, 222, 224, 231, 232, 234 Alfredo Muñíz Souffont – 17, 21, 22, 23, 24, 47, 48, 49, 50, 53, 59, 173 Aloke Chatteriee – 132 American Civil Rights Act – 86 American Railroad &Co. –12 AMGEN – 239 Amigos del Canal – 208 Ana Cofresí – 4 Ana G. Méndez – 2, 4, 12, 14, 17, 21, 22, 24, 26, 27, 29, 30, 32, 36, 39, 46, 47, 48, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 61, 62, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 80, 82, 83, 84, 85, 86, 89, 90, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 103, 104, 107, 108, 109, 112, 113, 115, 116, 117, 118, 122, 125, 127, 128, 130, 131, 133, 134, 136, 137, 138, 140, 141, 143, 145, 147, 148, 150, 153, 154, 155, 157, 158, 160, 161, 162, 163, 164, 166, 167, 168, 169, 171, 172, 173, 175, 176, 179, 180, 182, 183, 184, 185, 188, 189, 194, 195, 196, 206, 210, 211, 213, 214, 218, 219, 220, 221, 222, 226, 227, 231, 235, 237, 238 Ana G. Méndez Memorial Fund – 95, 239 Ana González – 4,5,9,10,11,100 Ana González de Méndez – 11,100 Ana Margarita Silva – 50 Ana María O’neill – 17 Andres Gómez Vázquez – 74 Angel G. Quintero 79, 91 Angel L. Fonfrías – 49 Antonio Amadeo – 113, 127, 175, 182, 183, 185, 206 Antonio de Haro – 183, 185

Antonio Fernós – 37 Antonio J. Amadeo Murga – 182, 183 Armando Figueroa – 113, 127, 155, 159, 182, 183, 184 Armando O Figueroa – 127, 182, 183, 185, 213 Ashford Community Hospital – 175 Asociación de Contratistas Generales – 239 Asociación Educativa Nacional - 50 Asociación Puerto Rico Junior College – 72, 82,92 AT&T Puerto Rico – 239

B Baldrich – 37, 97, 242 Banco Popular de Puerto Rico – 239 Banco Santander de Puerto Rico – 209, 221, 239 Barrio Obrero – 4,5,11 Bartolomé Boyer – 49 Baxter – 137, 231 Bayamón – 13, 75, 91, 124, 139, 152, 159, 170, 189, 193, 214, 231 BBVA / Puerto Rico – 239 Beca Pell – 112, 124, 125, 152, 178, 179, 180, 181, 201, 221 Benner – 14 16, 31, 241 Berlitz Languages – 239 Bill Gates - 232 Bioremediation - 197 Bolsa de Valores en Wall Street – 12 Bosque de Investigación Experimental de California – 193 Brown University – 195 Bull Insular Line – 49

C Cadierno Corporation – 239 Campaña de la Cruz Roja – 73, 175 Canal 40 – 146, 155, 157, 158, 159, 160, 172, 184, 186, 198, 207. 208, 209, 210, 211, 212, 214, 235, 237 Cancio, Nadal, Rivera, Díaz & Berríos – 239 Carcel de Bayamón - 193 Caribe Grolier – 239 Carlos E. Chardón – 16 Carlos F. Daniel – 57 Carmelo Sobrino – 150 Carmen Amarós de Rodríguez – 49

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Carmen Ana Culpeper – 183 Carmen Gómez – 49, 50 Carmen Nydia Jaramillo – 50 Carmen Pérez Romero – 50 Carmen V. de Hernández – 48, 57, 74 Carolina – 4, 13, 97, 98, 135, 139, 151, 159,187, 200, 201, 202, 203, 204, 205, 209, 214, 234 Celia E. Cintrón – 182 Celia Núñez – 74 Central Coloso - 4 Central High Schooll – 6,12,13 Centro de Estudios Televisados - 116, 147, 157, 158, 195 Centro de Gestión Única de la Universidad del Este – 234 Centro de Imágenes del Noroeste – 239 Centro de Información Ambiental del Caribe – 192, 214 Centro de Investigación del Ambiente del Instituto Smithsonian 193 Centro de Sistemas de Información – 115, 116, 187 Centro de Telecomunicaciones y Educación a Distancia – 218, 235 Centro Integrado de Servicios al estudiante – 230, 231 Centro Universitario de Cayey – 199 Centro Universitario de Yabucoa – 199 Centro Universitario en Naguabo – 199 Cesar Calderón – 74 Chase Manhattan Bank – 98, 126 Ciencias Ambientales – 191, 193, 199, 214, 224 Ciencias Bibliotecarias – 50, 55, 78 Claudi R. Prieto – 195, 198 Club de Lectores – 175 Club de Leones – 49 Coca-Cola Foundation – 239 Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas – 14, 32, 72 Colegio de Gettysburgh – 57 Colegio las Madres – 5 Colegio Royal Gregg – 21 Colegio Sagrado Corazón – 5,6,43,46,70,91,124,169,170,171 Colegio San José – 97 Colegio Universitario del Este – 168, 172, 176, 187, 201, 203, 205, 210, 232 Colegio Universitario del Turabo – 95, 101, 102, 103, 104, 106, 113, 114, 116, 117, 118, 149 Colegio Universitario Sagrado Corazón – 43 Colegio Universitario Metropolitano – 104, 106, 116, 138, 145, 157, 158, 160, 200 Comisión de Reforma Gubernamental – 181 Comisión Federal de Comunicaciones – 155, 236 Comisión Sobre Valores Humanísticos – 175


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Comité Timón de la Fundación Puertorriqueña para las Humanidades – 175 CommunityCollege of Vermont – 157 Compañía de Fomento Industrial – 37, 41, 81, 181 Compañía de Turismo – 203 Comprehensive Activities to Upgrade Science Academics – 134 Comunidades Unidas Contra la Contaminación – 229 Consejo Asesor sobre servicio a personas que padecen de accidents – 175 Consejo de Prevención de Accidentes del Trabajo – 74 Consejo Superior de Enseñaza – 42,45, 53, 54, 55, 57, 58, 62, 71, 91, 110, 154, 164, 169, 177, 182, 214, 241 Consorcio de Ciencias – 130, 131 Consuelo Escalona – 98 Convención Constituyente - 39, 40 CORCO – 65, 123 CT Radiology Complet/MRI Institute – 239 Cuesta Arriba – 175

D Dayanara Torres – 167, 168 Deloitte & Touche QY-Ness – 239 Dennis Alicea – 175, 195, 196, 197, 208, 214, 222, 223, 224, 228 Dennis Trigo – 113, 127 Departamento de Agricultura – 14, 192 Departamento de Comercio Federal – 160 Departamento de Energía – 131, 133, 135, 197, 224 Departamento de Instrucción – 9, 10, 21, 27, 29, 31, 43, 48, 49, 50, 53, 55, 61, 62, 66, 78, 79, 84, 85, 91, 152 Departamento de Instrucción Pública – 9, 10, 21, 27, 29, 43, 50, 66, 79, 84, 91, 156 Departamento de Recreación y Deportes – 225, 227 Departamento de Servicios a la Familia – 68, 210 Diego Chevere – 183 Domingo Marrero – 151 Dora Méndez – 11, 26, 49, 100 Dora Santos – 50 Dos Hermanos – 6 Dow, Lohnes and Albertson, Law Firm – 239

F

E Education Science and Thechnology Center –197 Edward B. Nyquist – 71 Edward M. Painter – 10 Edward Seel – 43 Edwing G. Dexter – 10 El Comandante Management Corp. – 239 El Mosquito – 4,11 El Mundo – 37, 47, 52, 61, 62, 79, 89, 91, 92, 101, 117, 122, 125, 158, 163, 164, 176, 239 El Olimpo – 6 Eleanor Roosevelt – 37 Eli Lilly Industries – 239 Eliezer Curet – 50 Emiliano Pol – 57, 74 Emilio Toro – 127, 182 Emma Collado de García – 49 Empresas Cordero Badillo – 239 Enfermería – 44, 78, 105, 106, 108, 109, 117, 145, 146, 148, 189, 193, 197, 202, 220 Enrique Rijos – 187 Ermelinda Rodas – 50 Ernesto Juan Fonfrias – 49 Escuela de Administración Pública – 70 Escuela de Asuntos Ambientales – 199, 229 Escuela de Ciencias y Tecnología – 225 Escuela de Ingeniería – 150, 168, 197, 198, 214, 220, 223, 224, 226 Escuela de Medicina – 49, 70 Escuela Hotelera de Puerto Rico – 203, 204 Escuela Internacional de Turismo y Administración de Hoteles – 203, 204, 233 Escuela Normal de Puerto Rico – 13 Escuela San Conrado – 44 Estación Experimental Tropical – 32, 70 Estela Agromonte – 73, 78, 79, 91 Eugenio María de Hostos Community College en Nueva York – 211 Eunice White Harris – 42

Faith Preston – 91 Familia Amadeo –239 Familia Ferré – 44 Familia Valdés – 44 Federación de Mujeres Profesionales y de Negocios – 74 Federico García – 49 Federico J. Modesto – 84, 92, 104, 114 Federico M. Mathew – 188, 191, 194 Felisa Rincón de Gautier – 74, 75 Fernando Picó – 163, 193 Fiddler, González & Rodríguez – 239 Florencio Pagán – 17, 21, 22, 23, 24, 27, 46, 47, 48, 49, 50, 57, 73, 74, 27, 173, 184 Fondo de Préstamos a Estudiantes - 218 Fondo Educacional – 76, 77, 109, 110, 111, 112, 179, 181, 213 Fondo Legislativo – 112, 171, 179, 181, 213 Fondo Permanente de Becas – 219, 220, 221, 222, 239 Fondos Beneficos Unidos de Puerto Rico – 175 Ford Foundation – 101 Francis E. Riggs – 32, 44 Francisco González Monge – 4, 49 Frank Browsma – 157 Franklin Delano Roosevelt – 19 Fundación Angel Ramos – 239 Fundación Educativa Ana G. Méndez – 82, 83, 86, 95, 96, 97, 104, 107, 108, 109, 112, 113, 115, 116, 117, 122, 125, 127, 128, 130, 131, 133, 134, 136, 138, 139, 140, 141, 143, 145, 148, 149, 150, 153, 154, 155, 158, 160, 161, 162, 163, 164, 169, 171, 172, 238 Fundación Educativa Sprint – 239 Fundación José Domingo Pérez – 239 Fundación José Jaime Pierluisi – 239 Fundación McArthur – 190 Futuros Maestro - 49, 50

G GAR Housing Corp – 239 Georgia Tech – 224 Ginger Smith – 204 Gran Regata Colón – 167 Grecia Méndez – 11, 26, 31, 100, 127, 175, 176, 184 Guillermo Irizarry – 102, 113, 114, 127, 182

245

H Halloran Foundation – 239 Harold Wilson – 132 Harry Truman 39, 40, 48 Hato Rey – 13, 31, 37, 45, 62, 97, 169, 176, 197, 241, 242 Héctor A. Feliciano – 183, 185 Héctor Jimenez Juarbe – 182 Henry Barracks – 20 Hewlett Packard – 209 Hispanic Educational Telecommunications System (HETS) – 211 Hospital Auxilio Mutuo – 239 Hospital Presbiteriano – 6 Hotel Condado Vanderbilt – 6 Hyde Park – 27, 37

I Ilia Noriega – 73 Industria Hotelera de Puerto Rico. – 239 Iniciativa Tecnológica Centro Oriental – 227 Institución Modelo de Excelencia – 192 Instituto de Política Pública - 146, 195, 222, 223 Instituto Politécnico de Puerto Rico – 42 International Bussines Machine IBM – 198 IPR Pharmaceuticals – 239 Irvine S. Ingram – 54 Isabella Jones – 74 Ismael Rodríguez Bou – 68, 69 Ivar A. Pietri – 183

J Jackson State University – 130, 131, 132, 134, 35, 150, 163 Jaime Benitez - 32, 45, 53, 56, 57, 62, 70, 88, 91 Jaime R. Escalona – 182, 183, 185 James M. Godard - 54, 57 James Preston – 132 James V. Toner – 14 JC Penny, Caguas – 239 Jeremian Donovan – 49 Jesus T. Piñero – 26, 48, 50, 52, 55, 57, 62, 72, 116, 116, 117, 151

John I. Kirkpatrick – 110 Johnson & Johnson – 239 Jorge A. Pierluissi, Jr. – 183 Jorge Bird Fernández – 49, 50 Jorge Piñero - 133 José Domingo Pérez – 218, 220, 221, 222, 239 José Echegaray – 155, 159 José F. Mendez – 32, 74, 81, 91, 96, 97, 98, 99, 102, 104, 105, 112, 113, 114, 115, 117, 124, 125, 128, 130, 135, 136, 137, 138, 142, 155, 156, 157, 159, 162, 163, 168, 173, 175, 176, 177, 180, 181, 182, 184, 185, 186, 187, 192, 194, 197, 198, 200, 202, 280, 213, 217, 218, 219, 220, 222, 224, 225, 226, 228, 232, 234, 236, 238, 239, José Francisco – 17 José J. Villamil – 182, 183 José Jaime Pierluisi – 219, 220, 221 Jose Méndez Rivera – 11,100 José Molina – 106, 219 José Quiñones – 50 Joseph Weitzner – 74 Juan B. Huyke – 10, 24, 48, 49, 57, 74 Juan B. Soto – 32, 242 Juan J. Jiménez –118, 182, 183, 184, 185, 213, 221, 239 Juan M. González Lamela – 101, 102 Juan Manuel García Passalacua – 73, 74, 79, 90, 113, 114, 117, 127, 130, 218 Juan Mari Bras – 87 Juan Pizá – 155 Juana Rodríguez – 57 Juanita M. Rios – 24, 48, 49, 57, 74 Julio Rosado – 150 Junta de Directores – 48, 52, 54, 56, 57, 61, 62, 72, 74, 80, 82, 83, 91, 92, 95, 96, 97, 98, 99, 101, 104, 105, 113, 114, 115, 117, 118, 127, 128, 137, 138, 150, 153, 155, 157, 159, 161, 162, 163, 164, 173, 175, 182, 183, 184, 185, 186, 194, 197, 206, 208, 213, 214, 218, 227, 239 Junta Nacional de Relaciones del Trabajo – 70, 103, 108

K Katerine R. Adams – 58, 71 Katherine Rogers – 57, 71, 158,

246

L La Reparada – 44 Laboratorio Nacional de Oak Ridge – 193 Laboratorio Nacional de Sandia – 150 Laguna del Condado – 6, 43, 67 Larry De Martino – 101 Las Casas – 6,15,81,97,143 Laura G. Irizarry – 49 Lawrence Berkerley Laboratory – 130, 131, 132, 133, 134, 146, 150, 163, 191, 197 Le Cordon Blue – 204 Lehman Brothers – 239 Lehman College – 211 Ley Constitucional – 39 Liga Atletica Interuniversitaria – 226, 227 Lolín Pérez – 50 Long Construction – 81 Lorencit Ramírez de Arellano – 59 Lorenzo Homar – 150 Los Alamos – 138 Losey Field – 20 Luis A. Ferré – 59, 76, 101, 241, 243 Luis G. Fortuño – 185 Luis González – 61, 127, 149, 151, 164, 182, 200, 226 Luis González Monclova – 127, 182 Luis Llorens Torres – 176 Luis Muñíz Alvarez – 57, 74 Luis Muñíz Souffront 49, 52, 59 Luis Muñoz Marín 39, 47, 61, 73, 74, 91, 241 Luz M. Manzano – 49

M Macintosh – 187 Manuel A. Pérez – 176 Manuel García Díaz – 73 Manuel García Méndez – 83, 99, 114, 127, 182 Margarita Irizarry – 132 María Aponte – 210 María Isabel Burckhart – 182 María Teresa Camacho – 17 Mariano Villaronga – 53 Mario F. Gaztambide – 218, 219, 221 Mario F. Gaztambide, Jr. – 239


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Marta Marcano – 50 Martin Luther King – 86 Martín Peña – 5,13 Mary P. Dolciani – 239 Matilde Ramírez – 50 Matin G. Brumbaugh – 9 Memorando de Entendimiento y Propósito – 130, 134, 136, 172 Méndez González – 17, 32, 97, 98 Merk, Sharp & Dohme – 239 Metro Orlando University Center – 235 Miami Dade Junior College – 157 Microsoft Caribbean– 239 Middle State Association for College and Secondary School – 43, 56, 57, 71 Miguel Rodríguez – 150, 226 Miguel Such – 49 Miguel Vázques Deynes – 220, 239 Millipore Foundation – 239 Minnesota Metropolitan State College – 157 Miramar – 6,67 Miriam Cruz – 131, 159, 163 Missisippi University for Women – 211 Moisés – 230 Morris Berman – 190 Mountain Communnity College en Arizona – 211 MOVA Pharmaceuticals – 239 Movimiento Pro Independencia – 87, 88 Museo y Centro de Estudios Humanisticos – 150, 226

N National Aeronautics and Space Administration - 192, 198, 214, 225 National Science Foundation – 192 New Mexico State University – 198 Nortn Carolina A & T State University – 135, 138

O O’Reilly – 20 Oak Ridge – 138 Ohio State University – 159, 200

P Pablo Morales Otero – 49 Padres Capuchinos – 44 Partido Independentista Puertorriqueño – 87 Partido Popular Democrático – 39, 84 Paul G. Miller – 10 Pearl Harbord – 19 Pedro Albizu Campos – 44, 45, 241 Plan de Desarrollo Tecnológico – 186 Plan Maestro Institucional – 113, 118, 195 Programa de Enfermería – 108, 109 Programa de Maestría – 197, 206, 231 Programa de Servicios Educativos Especiales – 139, 147, 152 Proyecto de Salud Animal - 230 Public Broadcasting Service – 159, 160, 235 Puerto Rico High School of Commerce – 25, 27, 28, 29, 35, 36, 37, 46, 47, 48, 49, 57, 58, 59, 71, 73, 74, 97 Puerto Rico Junior College – 25, 27, 28, 29, 30, 32, 34, 35, 36, 37, 42, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 61, 62, 65, 68, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 78, 79, 80, 82, 83, 84, 85, 96, 87, 90, 91, 95, 98, 99, 101, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 114, 116, 117, 137, 138, 139, 141, 143, 149, 151, 152, 157, 159, 164, 171, 196, 200, 201, 202, 238, 241 Puerto Rico Statewide Systematic Initiative – 188

R Radiology Institute Imaging – 239 Rafael Cordero – 6 Rafael Hernández Colón 101, 121 Rafael M. de Labra –6 Rafael y Salfa Tamayo – 239 Ramirez Commercial High – 21 Raul Serrano – 82, 91 Ready To Learn – 235 Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico – 232 Red Caribeña de Varamientos – 192, 230 Regis University – 206, 239 Rene L. Labarca Bonnet - 145, 186 Rensselaer Politechnic Institute – 198

247

República Dominicana – 4,201,241,242 Res A.G. Management Corp. – 239 Reserve Officer Training Corps – 86, 89 Reverendo J. Will Harris – 42 Ricardo Alegria – 101, 102, 150 Richard Nixon – 86 Rita DiMartino – 183, 185 Robert Cooper – 45 Roberto Ramírez – 235 Roberto Sánchez – 73, 74, 127, 147 Rodolfo Ramirez Pabón – 55, 57, 74 Roland P. Faulkner – 9 Rosa M. Delíz - 49, 50

S Samuel McCune – 9 San Felipe – 12, 15, 16, 155 Santa Rita – 37 Santos Negrón - 161, 162 Santurce – 4, 5, 6, 7, 11, 12, 13, 14, 16, 31, 43, 62, 67, 91, 97, 176, 242 Sarah L. Ortíz – 50 Science Technology Alliance – 197 Sebastián González García – 219 Segunda Guerra Mundial – 19, 20, 21, 22, 26, 41, 42, 43, 155 Servicio de Extencion Agricola – 70 Sistema de Televisión Interactiva – 209, 210, 211 Sistema Universitario Ana G. Méndez – 99, 117, 131, 166, 167, 168, 169, 170, 171, 172, 173, 179, 180, 182, 183, 184, 185, 188, 194, 195, 196, 206, 210, 211 Smithsonian Institute – 226 Sociedad Española de Auxilio Mutuo y Beneficencia – 13 Sosthenes & Hernand Behn – 6 South Western Publishing – 36 Souther States Association of Colleges and Universities – 54 State College en Nueva York – 157 Stein, Roe & Farnham – 239 Sunoco – 11,12, 31 Sunrise Semester de la Universidad de Nueva York – 157

T TCI Cablevisión, Inc. – 207 Teléfonos Públicos de Puerto Rico – 239 Telepro Caribe Inc. – 239 Teodoro Moscoso – 41 Texas A & M – 193 The Citadel Military College – 97 The Educational Resources Center – 211 Thomas E. Benner – 14 Tito Trinidad – 168 Toro Vizcarrondo127, 184, 214 Trane Export Inc. – 239 Tras Talleres – 13, 176 Triple –S – 209, 220, 221, 239 Triple-S Management Corp. – 239

U Underwood Pitman College –21 Union Church – 6 United Fruit Company – 13 Universidad Abierta de Inglaterra – 157 Universidad Católica de Puerto Rico – 94, 110, 137, 169 Universidad Central de Bayamón – 75, 124, 170 Universidad de Boston – 14, 75, 91 Universidad de California – 157 Universidad de California en Berkerley - 193, 197 Universidad de California en los Angeles – 193 Universidad de Colorado – 232 Universidad de Cornell – 57, 232 Universidad de Costa Rica – 235 Universidad de Fordhands – 193 Universidad de Huelva - 235 Universidad de las Islas Baleares – 233 Universidad de Minessota – 193 Universidad de Missouri –193 Universidad de Nebraska – 157 Universidad de Pennsylvania – 198 Universidad de Perdue – 232

Universidad de Puerto Rico –8, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 21, 27, 31, 32, 42, 44, 45, 46, 47, 49, 53, 56, 57, 59, 61, 62, 68, 69, 70, 73, 76, 78, 82, 83, 86, 87, 88, 90, 98, 124, 136, 164, 169, 171, 173, 179, 180, 181, 182, 188, 192, 200, 202, 211, 213, 218, 219, 232, 241, 242 Universidad de Rochester – 232 Universidad de San Carlos – 235 Universidad de Texas en el Paso – 193 Universidad del Estado de Indiana – 232 Universidad del Sur de Florida – 235 Universidad del Turabo – 80, 101, 102, 109, 132, 133, 134, 139, 149, 10, 159, 168, 171, 172, 175, 195, 197, 198, 199, 200, 206, 210, 213, 214, 219, 220, 221, 223, 224, 226, 228 Universidad Iberoameericana – 235 University of New Mexico – 211 University of Texas en Brownsville – 211 University of Texas-Pan American – 211

V Vicente A. M. Van Rooij – 75 Villa Palmeras – 12 Villas del Turabo – 81 Visión 2000 – 182, 184, 185

W Walter Consuelo Langsam – 57 Walter Hartsough – 132 WAPA – 155, 156, 158 Washington D. C. 226 West Georgia College – 54 White Star Bus – 12 William Dawes – 198 William Randolph Hearst Foundation WKAQ – 155 WMTJ – 159, 172, 184, 207 WNEL – 155 WONO – 172, 184, 207, 211 WORA – 155 WPRV – 158 WRIK-TV – 155 Wyeth Ayesrt/Lederle Lab. – 239

248

X Xerox Corp. – 239


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