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Silencios
Fotografías y texto Juan Manuel Echavarría, con la colaboración de Fernando Grisalez
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El 11 de marzo de 2010 fui invitado al viejo Mampuján, corregimiento de los Montes de María, Bolívar, Colombia. La comunidad conmemoraba los 10 años de su desplazamiento por el grupo paramilitar “Héroes de los Montes de María”. En la Escuela Rural de Mampuján, abandonada, sin techos, y con los pisos cubiertos por la vegetación, encontré en una de las aulas un tablero y, a un lado, las vocales pintadas en la pared. Me llamó la atención su caligrafía y los colores de las letras. Estas parecían desplazarse del tablero: la a, e, i, u, legibles a pesar de la humedad y del abandono forzado…la o, desvaneciéndose. En la segunda aula, vi un tablero escondido entre mucha vegetación, desteñido y en muy mal estado. Dudé en fotografiarlo.
Días después, al observar la fotografía con cuidado, descubrí que en ese tablero silencioso se asomaba una frase casi invisible: “Lo bonito es estar vivo”. Fueron estos tableros en el viejo pueblo de Mampuján los que me impulsaron a buscar otras escuelas por los Montes de María, otras memorias que pudieran recuperarse antes de desvanecerse para siempre como esa “o” en la escuela de Mampuján. Durante más de siete años, Fernando Grisalez y yo, hemos encontrado más de 120 escuelas abandonas por la guerra y tenemos más de 200 tableros fotografiados. En esta serie de Silencios está también la escuela de Bella Vista en Bojayá, Chocó, y otras escuelas más del Caquetá. El proyecto continúa.
“Y al pasar por esta escuela (Santa Fe de Icota II), allí adentro, en la sombra, bajo techo, resguardado del calor del sol, vi un burro abandonado. Solitario, quieto, triste, cabizbajo. Nos miró. Lo miramos. Se me iluminó todo. ¡Aquí había otro testigo! Otro nuevo testigo en un aula aún con un tablero y con mucho grafiti a su alrededor. La comunicación con este burro fue mutua e inmediata. Entré con la cámara y el trípode. El burro se desplazó hacia el centro del aula. Cerca del tablero. Y allí mismo se volvió a quedar inmóvil, mirando a la cámara. Solo movía la cola y respiraba inflando y desinflando su barriga. Quieto. Como si él entendiera que yo necesitaba fotografiarlo. Fue un momento inesperado: el aula, el burro y el tablero. Durante “una eternidad” el burro cabizbajo y mostrando su lomo cansado me miró a la cámara. Burro triste y fatigado. Burro que nos habla. Burro que nos interpela. Burro que nos pregunta y nos conmueve.”
*Extracto del diario de viajes de Juan Manuel Echavarría (31 de diciembre 2013)