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Una pandemia llamada pobreza
Ilustraciones y textos América López
Trabajo hace años a partir de la fotografía y el grabado. Encontré en el collage digital un medio que me permite cruzar fotografías propias y de amigues fotógrafes de la villa, con imágenes de internet y mis grabados.
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Utilizo un programa muy básico -el Paint- para generar una estética infantil y sencilla de comprender. Creo imágenes para hablar sobre educación, feminismos y racismo, y para relatar situaciones de la vida cotidiana que vivimos las personas que habitamos en el conurbano, al sur de la ciudad de Buenos Aires.
Las redes sociales fueron una gran herramienta de difusión de mi trabajo durante la cuarentena obligatoria. Muchas personas pudieron compartir conmigo su opinión sobre los temas que tratan las imágenes, y surgieron oportunidades para participar de revistas y exposiciones virtuales.
Imagen 1: LAS VERDADERAS CHICAS SUPERPODEROSAS.
¿Dónde están esas portadas en diarios y revistas que me muestren en primera plana la cara de estas mujeres? Las que siguen revolviendo la olla y preparando el guiso como siempre, solo que ahora redoblan los horarios de trabajo y se ponen barbijos. Las filas para recibir la comida en los comedores se alargaron, el tiempo que tardan las familias en esperar a llenar sus ollas se vuelven horas. Pero ellas siguen ahí como siempre cocinando para su barrio, para sus vecinos. Para mi éstas son las verdaderas chicas superpoderosas, las que se levantan bien tempranito para salir a combatir con sus superpoderes el hambre de su gente.
Imagen 2: LA TAREA
Hace un tiempo que vengo repensando mi paso por el profesorado. Producía y hacía la tarea en el piso de mi casa, porque como la mayoría de nosotros, no contaba con mucho espacio. A veces es difícil cursar una carrera de producción visual, en la que se requiere de un taller o un lugar cómodo de trabajo para poder pintar en gran escala, esculpir o grabar. Sin embargo, me acostumbré y me acomodé a trabajar así, en mi pequeño espacio en Fátima. Hoy cuento con más espacio para laburar y me siento bastante agradecida por eso.
Este último tiempo pude reflexionar sobre cómo naturalicé esta condición espacial y di por sentado que no era importante ni condicionante, aunque sí me resultaba incómodo. Pero también descubrí que no era solo algo que me sucedía a mí en particular, sino que era un factor que se reproduce en gran parte de les niñes que habitan las escuelas en las que trabajo. A veces, en la producción, es necesario espacio físico para la expresión y el trabajo. Suelo observar cómo en algunas escuelas en las que contamos con aulas espaciosas, les niñes se aglomeran en una sola mesa a trabajar, sin darse cuenta de que cuentan con otras mucho más cómodas. El cuerpo naturaliza y se adapta al espacio que habitamos, es parte de los procesos de adaptación de los que Darwin ya hablo bastante. En la mayoría de las realidades, los hogares son pequeños y compartidos con otres.
Por eso creo que en las escuelas encontramos ese espacio con el que no contamos en casa, espacio que nos apropiamos, espacio en el cual corremos, gritamos, nos conocemos, jugamos a la mancha y a la pelota en el patio, que es nuestro lugar más preciado. Todos esos espacios son nuestros, porque los fuimos ganando, son territorios recuperados. Territorios que pronto volveremos a habitar.
Imagen 3: NAVEGAR DE VERDAD
Acordáte de mirar el cielo. Soltá el celu y la compu por un rato. Acordáte de que hay un afuera y un otro. No te acostumbres a navegar solo en internet. Lo que me preocupa es que como seres humanos nos adaptamos rápido a las cosas.
Imagen 4: TOMA DE TIERRAS EN GUERNICA
El otro día miraba el retrato de un albañil y leía su relato sobre cómo fue que terminó reclamando un pedazo de tierra en Guernica.
Él se preguntaba: ¿Cómo puede ser que nosotros qué construimos casas, no tengamos una?
Imagen 5: GENERACIÓN INQUILINA.
El otro día con mi amiga, nos rescatamos que somos de esa generación que no va a heredar ni casas de ningún familiar, que siempre vamos a tener que pagar por el techo que habitamos y que, si nuestras madres no pueden acceder a una, para esta generación está difícil. Nos rescatamos que somos la generación inquilina, la generación sin casa propia.
Como dice el poeta Walter Lezcano: “Hay una palabra qué no sé qué significa: Herencia”.
Imagen 6: AISLADO EN EL MAR DE LAS AUSENCIAS.
El otro día llovió. La membrana qué cubría el techo de chapa, ya no funca. Tuve que usar de baldes las ollas de la cocina, porque ahora hay más goteras.
El barrio se inundó. Tenía qué hacer la tarea.
No me pude enganchar del wifi de mi vecino, la conexión anda mal. Me fui al techo a ver si podía encontrar otro wifi.
Desde acá arriba se ve todo distinto.
El barrio se pone re feo cuando llueve, pero, aun así, a veces me dan ganas de nadar por acá.