Suplemento cultural de publicación quincenal
12 de diciembre de 2011
D os años de Suplemento Panóptico
Edición dedicada a nuestro Segundo Aniversario
Por José Luís Durán
A
lo largo de los dos últimos años, un grupo de estudiantes de sociología y comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ, nos hemos dado a la tarea de editar 32 números y dos ediciones especiales de Suplemento Panóptico, un medio de comunicación abierto a la libre expresión. Durante este tiempo, y bajo este principio, hemos podido publicar más 358 textos de 155 autores diferentes. Poesía, artículo, ensayo, cuento, columna, entrevista, han sido algunos de los géneros abarcados, pero también, se han incluido otras formas de expresión artística como el dibujo, la píntura, el esténcil, el diseño o la fotografía, todo esto a lo largo de más de 232 páginas acumuladas en lo que va de esta publicación. Son 31 números que representan un proyecto editorial estudiantil consolidado. Los críticos ya lo pondrán en su lugar frente al conjunto de proyectos editoriales en la historia de la Universidad. Por lo pronto, nosotros sentimos un orgullo especial, pues además de poder estar estudiando, podemos decir que hemos tenido la oportunidad de desarrollarnos más allá del aspecto académico y de conrtibuir a una expansión universitaria con este medio de comunicación. Es difícil y muy arriesgado poder calificar a Suplemento Panóptico dentro de una esfera específica o rama identificable del periodismo cultural, esto se debe principalmente a que somos un conjunto heterogéneo de intereses y estilos donde convergen todas las formas de expresión de aquellas personas que muchas veces no encuentran espacios en otros medios.
Algo importante es el hecho de que Suplemento Panóptico no es un suplemento cultural con el formato habitual que tienen los suplementos en la prensa que leemos día a día, pues más que escribir acerca de la cultura, esto a través de la cobertura de eventos, las entrevistas a los artistas y la crtítica de arte, Suplemento Panóptico propone crear cultura desde el ejercicio mismo del periodismo cultural, pero también, gestionarla a partir de la vinculación con personas, proyectos u organizaciones en pro de la difusión artística. Otra de las cosas más significativas de Panóptico, como proyecto nacido en el seno de los propios estudiantes, es que nos ha ayudado a lograr algo que parece muy complicado: trabajar en equipo. Los más de diez integrantes de este proyecto somos personas muy distintas y con diversos intereses, pero este proyecto nos mostró que una de las experiencias más enriquecedoras es poder escuchar al otro, entenderlo y a partir de ahí, realizar proyectos en conjunto, que beneficien a todos por igual. Muchos pensaban que no íbamos a sacar más de cinco números. Cuando se inició el proyecto, el suplemento salía cada mes y tenía cuatro páginas, pero a partir del cuarto número se concretó la capacidad para producir un trabajo más elaborado, con lo cual pasamos a publicar cada 15 días y en ocho páginas. ¿Qué aportación ha hecho este suplemento a la cultura local, si es que algo ha aportado? ¿ha servido para algo? ¿para qué?... esas preguntas quisiéramos responderla. Generemos la discusión a través de una crítica constructiva donde todos nos podamos entender, pero sobre todo hay que echar a andar las cosas que mueven nuestra imaginación y poderlas concretar en algo sólido que se pueda tocar. Son dos cosas las que enmarcan este segundo aniversario: la primera: la necesidad de revisar y criticar el papel que ha tenido esta publicación, reconcer las limitaciones así como sus aciertos; la segunda: rendirle un homenaje al maestro, poeta y dramaturgo, Salvador Alcocer, quien este 29 de noviembre cumplió 81 años, un escritor que se ha sabido entender con una ciudad cachonda como Querétaro y que con sus versos le ha visto hasta las entrañas. Precisamente hace unas semanas, en La Jornada Semanal el poeta Luis Alberto Arellano lo declaró “el decano de los poetas”, que “destaca por su actitud sin censura frente al lenguaje”.
D I R E C TO R I O PA N Ó P T I C O CONSEJO COORDINADOR - EFRAÍN VILLAGRÁN COMISIÓN DE COMUNICACIÓN - CHRISTIAN JIMÉNEZ COMISIÓN DE EDICIÓN Y DISEÑO - MANUEL ORTIZ
COMENTARIOS, COLABORACIONES, SUGERENCIAS:
contactopanoptico@gmail.com
CORREO PANÓPTICO RECOMENDACIONES MELÓMANAS GRACIAS A CIORAN
Leonardo Peñaloza
La Estancia del Migrante González y Martínez, A.C. es una asociación civil creada para brindar apoyo a los migrantes que emprenden una trayectoria a través de México, esta organización lleva una década de acción, velando por el bienestar de los migrantes que atraviesan la zona del bajío, en especial, el estado de Querétaro; se trata de asistir a los migrantes tanto en sus necesidades físicas como en las morales.
Amigos: no estaré en su aniversario, ni he ido a ver sus películas, porque no soy de fiestas ni arrebatos. Pero aquí estoy entre ustedes, sentado entre Reis y Caeiro, aplaudiéndoles entre los escombros de nuestro desastre nacional. Circunspecto, porque verlos hoy tan ceremoniosos impone. Al menos sonrío porque cada número de su suplemento es una pequeña algarabía para mi desastre personal. No sólo alimenta mis certezas macabras, me confirma que hay que irse lo más pronto que se pueda. Ni soy Cristo para disfrutar de los afanes del calvario ni soy Gandhi para aguantar estoicamente a la manada que nos persigue y nos alcanzará hasta acabar de tragarnos. Prefiero a Ciorán y soy obediente a su mandamiento: “Sobre un planeta que compone su epitafio, tengamos la suficiente dignidad para comportarnos como cadáveres amables”. Los abrazo a todos, de uno por uno, como quien huye del infierno a sabiendas de que, irremediablemente, a él tendrá que volver, y más le vale hacerlo por su propio pie. Felicidades.
Âme – Fabric 42 Fabric, Reino Unido (2008) Âme es un duo germano de música techno notablemente influenciado por el sonido house de Detroit. Compuesto por Kristian Beyer y Frank Wiedemann, la propuesta musical de estos alemanes originarios de Karlsruhe (en la frontera con Francia) sorprende por la manera en cómo combinan los sonidos habituales del techno berlinés y el house americano con otros sonidos como el jazz, el funk, el minimal, e incluso ritmos tribales. La prueba fehaciente de esta esperimentación musical, que busca llevar al techno hasta sus últimas consecuencias, se halla en este formidable album, que lo largo de sus catorce tracks y apoyándose de otros artistas invitados, promete llevar al escucha por un viaje electrónico de muy alta calidad.
Esquivel – See it Sound House of Hits, México (1998) Clásico entre clásicos, este album, del genio musical mexicano Juan García Esquivel, no debe faltar en ninguna fonoteca de amplio criterio. Grabado en 1960, pero sacado a la luz casi treinta años después, este disco es, para muchos, la obra maestra de el padre del lounge. En un claro afán experimental (pues utiliza sonidos naturales, aplausos, silbidos, taconeos, conversaciones, etc.), Esquivel nos lleva de la mano a través de diversas composiciones basadas en ritmos latinos como la cumbia, el mambo o el cha cha chá y nos muestra, a través de su particular estilo musical, una manera muy especial de narrar historias a través de sus melodías, sirviéndose de sus poco comunes recursos musicales.
Fotografía Martha Galván
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edicamos este número a nuestro segundo aniversario como una manera de celebrar este proyecto y de rendir homneja al poeta Salvador Alcocer, pero también, con el objetivo de hacer una reflexión que nos permita valorar los pros y los contras de este proyecto. Es por ello que se incluyen algunas participaciones de los invitados a nuestra conferencia de aniversario, y también, las fotografías recibidas para el concurso de foto El otro barrio, así como el relato ganador del concurso de cuento breve Rubem Fonseca. Manuel Naredo Naredo, delegado estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, mencionó durante su participación en la conferencia de aniversario que los aniversarios sirven fundamentalmente para reflexionar. En Suplemento Panóptico, sentimos la necesidad de realizar esta reflexión crítica pues a fin de cuentas, este proyecto se ha fundametado en la opinión de las personas que nos escriben y que acceden a colabora en esta publiación, la cual busca ser un medio de expresión social abierto a todo el público lector.
Uno de los retos más notables de Suplemento Panóptico ha sido la gradual conquista de una producción editorial formal, los habituales errores de dedo, las equivocaciones en los créditos e incluso algunos retrasos en la publicación, han sido algunas de las fallas que se han tenido como equipo editorial y que se han venido superando con un trabajo más constante, pero también, con un mayor compromiso. Otro elemento criticable es el hecho de que los artículos, textos literarios o columnas que presentamos no cuentan con ese rigor académico que se plantea en una publicación científica o formal, sin embargo, desde el inicio, el principio que ha regido este proyecto ha sido la inclusión de todo el material que nos llega, pues todas las personas, aún cuando para nuestros ojos estén equivocadas, tienen el derecho a expresar su parecer, pero claro, tomando la responsabilidad de sus palabras. Lo interesante ha sido que aún cuando el propósito no ha sido ser una publicación académica, Suplemento Panóptico no se contrapone a este género de la escritura, e incluso, ha sido el lugar donde se han publicado numerosos ensayos de estudiantes o académicos.
Otro elemento a valorar es el hecho de que la mayoría de los integrantes de este suplemento estamos egresando y vamos de salida, aún cuando se ha realizado un acercamiento a las nuevas generaciones universitarios (tanto en nuestra facultad como en otras) y se han ido integrando nuevos estudiantes, es necesario que el proyecto se renueve aún más en este sentido. Por ello, invitamos a todos los estudiantes (sobre todo las nuevas generaciones) a que se acerquen a Suplemento Panóptico y se integren a este proyecto a manera de un relevo, pues además de que les brindará un gran aprendizaje (en lo editorial y en lo organizacional), tendrán la oportunidad de gestionar y organizar un proyecto enteramente estudiantil. Suplemento Panóptico está abierto a los cambios y se pone a disposición de la comunidad estudiantil pero también, de la sociedad en general. Frente a algunos de los contras que se han mencionado con anterioridad, perdura el hecho de que este proyecto ha dejado mucho a su organizadores, y también, ha brindado oportunidades a muchos jóvenes artistas y ha fungido como un medio de vinculación universitaria hacia afuera, ya sea con grupos específicos o con la sociedad en general.
L
os muchachos del Suplemento Panóptico me pidieron algunas palabras sobre los dos años que cumplen este frío noviembre. En primer lugar los felicito. En segundo lugar va una reflexión sobre el periodismo, que empieza con un acuse de recibo sobre el nombre que han adoptado. Para ello recurro a Michel Foucault, quien acerca del panóptico escribió una serie de frases tan sorprendentes como éstas: “Un acontecimiento en la historia del espíritu humano”, “Una especie de huevo de Colón en el campo de la política” y en lo que se refiere a su autor, el jurista inglés Jeremías Bentham, Foucault lo presenta como el “Fourier de una sociedad policial”. (“El ojo del poder”, Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías, El Panóptico, Ed. La Piqueta, Barcelona, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría). - UNO Estudiando los problemas de la vigilancia institucional (hospitales, cárceles, cuarteles, escuelas, conventos, fábricas), Foucault vio que todos los grandes proyectos de remozamiento de las prisiones, en la primera mitad del siglo XIX, retornaban casi siempre a Bentham. Casi no existían textos ni proyectos acerca de las prisiones en los que no se encontrase el “invento” de Bentham, es decir, el “panóptico”. El panóptico es una arquitectura que cuenta con un edificio circular que rodea en un anillo completo a una torre atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del círculo. El edificio circular está dividido en celdas y cada una de las cuales ocupa todo el espesor del edificio. Estas celdas tienen dos ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de la torre, y otra hacia el exterior que deja pasar la luz de un lado al otro de la celda. Basta, pues, situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda un loco, un enfermo, un condenado,
un obrero o un alumno. Mediante el efecto de contraluz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras en las celdas de la periferia proyectadas y recortadas en la luz. En suma, se invierte el principio de la mazmorra y de la cueva de Platón como metáfora de la realidad. La plena luz y la mirada de un vigilante captan mejor que en la sombra, la cual cumplía una función protectora. En resumen, Foucault quería saber cómo se había institucionalizado la mirada médica y cómo se había inscrito realmente en el espacio social. Cómo la nueva forma hospitalaria era a la vez el efecto y el soporte de un nuevo tipo de mirada. Se trataba a la vez de dividir el espacio y de dejarlo abierto, de asegurar una vigilancia que fuese global e individualizante al mismo tiempo, separando cuidadosamente a los individuos que debían ser vigilados. Bentham, dice Foucault, aseveró que su procedimiento óptico era la gran innovación para ejercer bien y fácilmente el poder. La gran lección foucaultiana es que al dotar de la dimensión política a la arquitectura descubre la nueva manera de ejercer el poder y la represión. Esta nueva forma, paradójicamente, tiene que ver con la democracia. La Revolución francesa, a través de personas como La Fayette, acogió favorablemente el proyecto del panóptico. Bentham, como premio a su obra, fue nombrado “Ciudadano francés” en 1791. Foucault asegura que Bentham: “es el complemento de Rousseau. ¿Cuál es, en efecto, el sueño rousseauniano que ha animado a tantos revolucionarios?: El de una sociedad transparente, visible y legible a la vez en cada una de sus partes; que no existan zonas oscuras, zonas ordenadas por los privilegios del poder real o por las prerrogativas de tal o tal cuerpo, o incluso por el desorden; que cada uno, desde el lugar que ocupa, pueda ver el conjunto de la sociedad (…) Así, sobre el gran tema rousseauniano -que es en alguna medida el lirismo de la Revolución- se articula la idea técnica del ejercicio de un poder “omnicontemplativo” que es la obsesión de Bentham. Los dos se unen y el todo funciona: el lirismo de Rousseau y la obsesión de Bentham (…) Hay una frase en el Panóptico: Cada camarada se convierte en un vigilante. Rousseau habría dicho justamente lo inverso: que cada vigilante sea un camarada. Véase su obra pedagógica El Emilio: el preceptor de Emilio es un vigilante, es necesario que sea también un camarada. - DOS El periodismo, inspirado en la Ilustración y el Iluminismo, asumió desde sus inicios una vigilancia democrática sobre el poder. Aún hoy se nos repite constantemente que el periodista debe ser crítico, debe ser incómodo, debe ser valiente y honesto, hablar siempre con la verdad aunque corra riesgos; debe ser rebelde e irreverente. Y se nos dan ejemplos históricos: Filomeno Mata, Kapucinsky, Julio
Scherer, Oriana Fallaci, entre otros y otras. Sin embargo, estos ejemplos resultan ser la excepción a la regla. Resultan ser los héroes y heroínas emergentes dentro de un oficio de mentirosos, mercaderes, miedosos, calculadores y manipuladores, subordinados gozosamente al poder. Me parece que es más útil para la reflexión partir de esta pinche realidad y no del “deber ser” o de la exégesis de un oficio de tinieblas. Si el periodismo se planteó un día “vigilar al poder”, hoy día se ha convertido en “vigilante del poder”. De erigirse románticamente como “contrapeso” del poder, se ha convertido en “peso muerto”, en loza sobre las espaldas de la sociedad desinformada y despolitizada. Por ejemplo Televisa, con su programa “Tercer grado”, arma con sus empleados, falsos debates periodísticos, con falsa diversidad ideológica y falsa pluralidad de opiniones. En provincia pasa lo mismo con los caricaturescos periódicos y noticieros. Pero aún los ejemplos “buenos”, como los periódicos “críticos”, como La Jornada y sus epígonos provincianos, más que información lo que tiran son “línea política progresista”. Porque aún siendo “amigos de causas justas” de una izquierda reformista y sumamente conservadora, en el fondo no se diferencian de sus adversarios, que tiran “línea política reaccionaria o de derecha”. Baste un ejemplo: en La Jornada, tan virulenta en sus críticas a blancos fáciles, como el presidente o los diputados, difícilmente se crítica al muy criticable López Obrador. En esto, como todos los periódicos, tiene un punto ciego, un escotoma. Es decir, que en su mirada hay un punto invisible, al que bien podíamos llamar “vacío informativo” o “vaciamiento crítico”. Todo esto nos lleva a pensar que el periodismo como “contrapoder” se ha convertido en una utopía, en “un no lugar”, y esto provoca una escisión entre el discurso y la práctica; genera periodistas esquizoides que hablan con honor de su profesión, pero que la ejercen sin verdad. - TRES El nuevo panóptico ahora reside en la Internet. Julian Assange, fundador de Wikileaks, denunció recientemente a toda una industria mundial especializada en espiar a sus ciudadanos. Lo que abre también cierra. La gente común, me cuesta trabajo llamarle “ciudadana”, consume un internet basura en más del 90 por ciento de los casos a nivel mundial (principalmente pornografía); los Estados y las corporaciones les están dando otros usos a la red: espionaje y ventas. Wikileaks puso a disposición millones de documentos “comprometedores” para prácticamente toda la clase política mundial, pero pasado el impacto mediático, se ha ido diluyendo el escándalo inicial entre el cinismo, la indiferencia y la banalización que permean a los medios masivos de comunicación. ¿Quién vigila a quién? Seguramente estos “tópicos” son materia de las clases que se imparten en las carreras de Comunicación y Sociología. El problema es que al estar recluidos en la
“pura” teoría, quedan aislados y apartados de la práctica. La esquizofrenia entre la teoría y la práctica crea un cuadro romántico y utópico del oficio periodístico. Es común oír a jóvenes egresados confesar, con aires de “madurez” política y existencial ante estudiantes: “Cuando entré al mundo real me di cuenta que todas las teorías y rollos anticapitalistas que aprendí en la escuela no me servían para trabajar; le tienes que entrar a los que hay”. Y entre lo “que hay” está en convertirse en policías políticos, en informantes u “orejas” del gobierno, cosa que ha pasado con no pocos egresados de la UAQ. Cabe entonces preguntarse muchas cosas: ¿Qué enseñan las universidades a los jóvenes acerca del oficio periodístico? ¿Los maestros vigilan a sus alumnos, pero de la parte estudiantil quién vigila a los maestros? Los universitarios analizan a la sociedad, pero ¿quién vigila a los universitarios desde la sociedad? ¿También en la UAQ generan egresados esquizoides? ¿Cuál es el perfil de éstos? ¿Hay autocrítica u omisión o cinismo? ¿Por qué hay tantos comunicólogos superfluos y ágrafos, y tan pocos periodistas netos? Frente a las posibles respuestas, lo que yo propongo es refundar el periodismo, incluso cambiarle el nombre, para no cargar con el fardo de los usos y costumbres, para que no nos confundan con Javier Alatorre o Carlos Marín. Podríamos llamar a esta nueva práctica “otro periodismo” o “des-informantes” o “contra-informantes”. Pero de lo que sí tendríamos necesidad de rescatar del “viejo periodismo”, es su parte más olvidada: su anti-poder como filosofía y como oficio. Recuperar la independencia y la autonomía frente al Estado y su Mercado. Volver la utopía periodística en práctica común y potente, en método creativo frente a la destrucción capitalista, tanto material como de la imaginación. Otro periodismo para otra política; para crear otra realidad. Querétaro a 4 de diciembre de 2011
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n el marco de nuestro segunda aniversario, Suplemento Panóptico se dio a la tarea de organizar el certamen de cuento breve Rubem Fonseca, el cual estubo dedicado al escritor brasileño del mismo nombre y contó con la participación de 27 concursantes, los cuales hicieron llegar su relato vía electrónica durante los meses de octubre y noviembre. El jurado estuvo integrado por la Mtra. Edita Solís Hernández, así como los jóvenes escritores Horacio Lozano Warpola, Alejandro Íñiguez Rivera y Manuel Notics. La ceremonia de premiación se llevó a cabo el pasado 24 de noviembre en la conferencia de aniversario “Los suplementos culturales y su aporte a la cultura”.
Presentamos a continuación el relato ganador, según la deliberación de nuestros jurados, el cual es de autoría de Luis Rodrigo Almada (estudiante de comunicación y periodismo de la FCPS) y lleva por nombre “La ausencia”. Se trata de una historia dramática acera de una familia, y específicamente, un individuo, que gradualmente sufre las asperezas de la ausencia. Nos congratula señalar que los relatos recibidos eran en su mayoría cuentos con una muy buena calidad literaria, y que se optó por este como el ganador, debido a su uso audaz del lenguaje y a la complejidad de sus imágenes literarias. Disfrútenlo...
Luis Rodrigo Almada dando sus agradecie ceremonia de premiación del certamen - Fotogr
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na vez más los brazos preñados en hilillos vasculares, y las manos pecosas y ancianas, tallan con celeridad la curvatura medialunada de uno de los costados (los dos estribores inflexivos a los que se les denomina, según los especialistas, escotaduras). Han tenido que esperar más de cinco años para que la madera alcance el mínimo de saturación apropiado, lo que no es tanto si consideramos que Michoacán ha sido desde siempre un lugar característicamente húmedo. Les ha dado por sabe Dios qué motivos hacer de este último contrabajo un instrumento particularmente enorme; cincuenta centímetros por arriba de la media. Para lo cual, Jubal mandó traer abeto de la Sierra Guara, arce canadiense para el fondo y el puente y para el diapasón, ébano africano. Desde muy niño se ha dedicado al oficio malo y malamente pagado de laudero. Ahora detiene la gubia para escuchar el suave golpetear de la lluvia en el tejado, las elocuciones nocturnas, el viento que al filtrase en algún sitio vecino produce inquietantes silbidos, un aleteo cercano, una tormenta próxima, y piensa: quizá lo mejor sea probar suerte allá afuera, río arriba, arriesgar la vida en el norte. A diferencia suya, Julián, su hermano, parece conservar entre sus canas y arrugas un dejo de lozanía que seguramente le han proporcionado todos estos años de pía religiosidad. No había alcanzado ya la edad en que los hombres descuellan sus últimos pedazos de estatura cuando, de un día para otro, optó por andar de rodillas el resto de su vida. Se inició en esto de las peregrinaciones poco antes de cumplir los diez años. Tan sólo a los catorce ya había doblado la hazaña de irse gateando hasta la Basílica de Guadalupe. Cuando le preguntaron por qué no consideró mejor
vivir arrastrándose, él contestó, habituado, que andarse flagelando en dicha posición hubiera sido por demás incómodo (como si el vivir hocicado al suelo no fuera suficiente martirio). Digamos que el haber mutilado esos cuarenta y tres centímetros de estatura lo hizo evocar una etapa remota, haciéndolo mirar todo como a través de los ojos de un niño: agigantado, enorme, imposible. A la hora de cenar, por ejemplo, se estiraba para tomar de la mesa el pan, así, sin preguntar ni pedir permiso, como obligándonos a verlo desde la incomodidad de nuestras sillas, en picada, encaramado a ese par de muñones, como para hacernos sentir admiración o lástima (admiración en el caso de Usted solamente). Siempre rehuyó las conchas y los besos de novia. Nomás los tanteaba con los dedos para luego atinar el bolillo más seco y duro que pudiera devorar, con esos dedos que bien conocían la forma ovalada e insociable. Parecía cosa de juego. Así son los jóvenes de entusiastas, decía Usted. Pero al cabo de unos meses, el par de carnes flacas que Julián arrastraba junto con las rodillas, se le fueron secando y de las pantorrillas no quedó más que un retazo de piel negra y escurrida. Finalmente se le cayeron esos dos trozos parecidos a cordones umbilicales y Usted, con ese instinto de conservación que singulariza a todas las madres, guardó los pedacitos de piel en un cajoncito que ahora yace junto a mis restos. Usted murió. A Usted la enterraron, a diferencia mía. Julián ofició las misas. De su padre, quien en vida era más bien Señor, no les quedó a los hermanos más que un negocito en las inmediaciones de Paracho. De Usted, el recuerdo, una mujer cuya espesura materna era solamente equiparable a su excedida caridad; caridad que se le desbordaba amorosamente por debajo de los brazos en forma de
lonjas de sebo. No la llamaron por su nombre sino hasta el día de su muerte, Sofía. Precisamente, Usted, Sofía, que no era doctora ni mucho menos, procedió a resolver el problema desde el ojo oblicuo de la ciencia, esto es, desde el escepticismo, la conservación de los restos luctuosos de sus familiares, la negación, la duda racional. Parecía interpretar las ausencias matemáticamente. Bastaba con reducirlas a su mínima expresión: el cuerpo de su esposo reducido a cenizas, las piernas de su hijo mayor, su futuro, su andar, reducido a un par de tasajos; y de esta manera solucionar (quizás ingenuamente) la ecuación de su laguna. Con todo, mi ausencia se dejó ver prontamente, motivo por el cual Julián se amparó en las gallinas alas de la religión. Adoctrinado desde la infancia en la escuela de lutier, Jubal más bien entendía la ausencia de su padre musicalmente. Para él, nuestra casa era un gigantesco instrumento de cuerdas. Su padre era el alma. Su padre era esta figurita cilíndrica que atraviesa perpendicularmente entre la tapa y la tabla armónica, el alma de nuestra caja de resonancias. Luego de que murió perdieron toda estructura armónica. Poco después, Usted se sumó a la ausencia. Huérfanos tanto de padre como de madre, ambos hermanos se entregaron el uno a la devoción y el otro a la producción, buscando en tales actividades un seno al cual apretarse. Jubal se apretó al de la música, chiche rebosante, pero no a la simple elaboración de ruidos y silencios, sino a la producción de la fuente misma, imitando el espíritu creador de su papá. Julián, por el contrario, se entregó a una vida ascética
emientos durante la rafía: Beatriz Campos
y mamó el seno exangüe y macilento de la religión, cumpliendo en una sola exhibición los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sucedió que cuando Sofía la Gaya, balanceándose en su mecedora, inflada como estaba hasta el cogote de cebo, se rompió la nuca, Julián se entregó a una fe ciega y perdió la razón; entonces, abandonó Paracho. Con esta ya sumaban tres las ausencias: 1) la de su padre; 2) la de Usted su madre y 3) la de Julián, el tullido. No obstante, las ausencias de su padre, madre y hermano cobraron en Jubal una pertinencia y una razón tales que, desde su punto de vista, sin Señor su padre, era cuestión de tiempo para que la ciencia se hinchara hasta morir, la religión renunciara a la cordura y la música perdiera todo sentido. Cuarenta años después, Julián cumplió su penitencia, fecha puntual en que Usted murió. Llegó afónicamente, con la mirada perdida, de esas que examinan los bordes de la realidad, como develando algún secreto o descubriendo en cada partícula el principio de la eternidad. También levantaba las manos en forma piadosa, creyendo augurar el advenimiento de alguna catástrofe, la ira santa de Dios, como un mal presagio. Torpemente y con ademán de padre inexperto, Jubal tomó a su hermano por las axilas y lo trajo hasta aquí. Para que me examine con su mirada de santo, pensó, y me persigne con sus beatíficas manos que se empalman tiernamente. Me observas Julián, y te preguntas qué salió mal. Te diré que para ser santo primero necesitas haber muerto. Jubal pasó una mano por sobre su obra y soplando el aserrín que destilaba la madera se la quedó viendo, como esperando a que envuelto en el aliento de su hacedor el instrumento cobrara vida… Pero nada,
está hecha de arce canadiense y no de barro, se dijo. Sintió un tirón debajo de la rodilla, un tirón no propio del cuerpo. Era Julián, su hermano, que con una mano tiraba del overol de su hermano menor y con la otra llevaba los residuos de madera a su boca. El artesano lo observó quedo, iluminando en el rostro de su hermano una imagen familiar. Casi sin pensarlo, lo golpeó con la gubia. El hombrecito se desplomó con la maestría de un costal de papas. Una lágrima rodó por la mejilla del anciano tendido sobre su espalda, mientras pensaba: vivir a medias, vivir siempre debajo del hombro, de la mesa, en lo que desmenuzas una hogaza entre tus rodillas, en lo que caen por tu entrepierna de niño y me abrazo a tus pies y me dejas caer tu furor como esas migas, golpeándome con la media caña o con la gubia para que cese de tragarme el aserrín. Mas te arrepientes luego, de descargarme tu fiereza, y me tomas para instalarme nuevamente en el mostrador, escurriendo un líquido común: el agua que se ha filtrado por debajo de la puerta, por las paredes, desde el Zinziro y sales, Jubal, a los ruidos nocturnos, para observar en la penumbra la imagen entrecortada del Quinguitapu, coronado de bardas, de nubarrones oscuros y alargados. Y dices: Va a llover.
Lo tomó por las axilas, le quitó la ropa y dejó en su habitación. Esa noche, como en los días de Noé, descendió la ira santa de Dios (antes augurada) en forma de lluvia. Jubal se estremeció al sentir en las piernas un líquido heterogéneo de maderas y escorias frío que trepaba por sus ropas, y pensó en Julián, el hermano que no tenía piernas ni ropa. Lo encontró rezando en su habitación, el agua apretándole el cuello. Jubal cerró la puerta casi sin dificultad. A mitad de lo que parecía ser su taller, gobernado por el agua y la oscuridad, empalmó sus manos, entrelazó sus dedos y cerró los ojos. Sus labios comenzaron a moverse en silencio, articulando palabras sordas. En medio de algún hierático vocativo escuchó un golpe retumbante y hueco. La luz nocturnal que destilaba una buhardilla iluminó el cuerpo de lo que parecía ser un caimán. El anciano tuvo miedo de ver dibujándose en aquel cuerpo un par de muñones o el rostro enquistado de su hermano, henchido de lluvia. Sintió el hocico del caimán acariciar su piel, introducirse por debajo de sus dedos, luego el diapasón, y el cuerpo, y la tabla armónica. Repentinamente, el excesivo instrumento de madera se había convertido en el vehículo de su salvación.
Jubal lo tomó como se toma un pañal sucio. Se lo quedó viendo unos segundos. Luego sopló en su nariz… Pero nada. Está hecho de madera y no de barro, se dijo. Colocó suavemente al muñeco sin piernas sobre el mostrador –se ve tan caricatura, tan marioneta allí sobre el mostrador– y se encaminó a la puerta principal. La abrió con torpeza y escudriñó el ambiente allá fuera. Va a llover, dijo. Volvió por el muñeco sin vida, escurría un líquido frío color marrón –debió mojarse cuando lo golpeé con la gubia, el suelo estaba encharcado–.
A la mañana siguiente, Jubal bosquejó una sonrisa flaca al reparar en el agua que apenas le rozaba los pezones. Julián murió ahogado por una diferencia de veinte centímetros.
Chávez y conseguí hacer méritos como bibliotecario. Ahí trabajaba una bella chica que también era poeta: Carmen Cepeda. En memoria de Ramón del Llano o
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ubo un tiempo que en Querétaro se contaban los poetas con los dedos de una mano. Uno de ellos se metió en un problema y fue encarcelado. El entonces rector Fernando Díaz lo rescató al grito de que era el único comunista de la Universidad. Era conocido como “El Parafinas” por su extremada blancura y no obedecía al nombre de Francisco Cervantes, porque nunca obedeció a nadie. Luego vino un tiempo luminoso para la Universidad. En el Patio de los Naranjos, una mañana soleada e inolvidable, sirvió de marco para el cambio en la Rectoría. Un hombre joven y mofletudo, con el pelo engomado y la voz que parecía engolada, pronunciaba un discurso conmovedor e inteligente que encendió a los jóvenes y convenció al gobernador que lo había nombrado. Así era entonces. Cuando en enero de 1966 Hugo Gutiérrez Vega tomaba posesión como Rector de la Universidad, antes de que existiera tan sofisticado método de elección, sus primeros actos de administración fueron nombrar a su Secretario General, un hombre sabio y reposado, que gran parte de su vida había sido en la ciudad de México un pulcro burócrata del área educativa; designó también a un hombre honrado que manejaba las pobres finanzas universitarias y nombró a dos de sus amigos poetas. A uno lo hizo bibliotecario y al otro le confirió la responsabilidad de hacerse cargo de la difusión cultural, puesto que antes había desempeñado Hugo antes de viajar a Roma, en donde hizo su primera escala diplomática en ese largo peregrinar cultural por las embajadas del mundo. El poeta amigo de Hugo, designado titular del departamento de difusión cultural era Salvador Alcocer. Dice la leyenda que cuando cobró su primer cheque fue tal su entusiasmo que se dedicó a festejar por días y semanas, hasta que un día el rector lo mandó buscar. Chava seguía en la fiesta. Hugo se vio en la necesidad de sustituirlo. Salvador no se dio cuenta y fue a cobrar su segunda quincena. El tesorero (aquel hombre honrado) le dijo que no estaba su cheque. Salvador fue en busca del Rector y le reclamó: “Oye Hugo, renuncié al cargo pero no al cheque”. Así dicen que fue. Y Salvador volvió a su refugio en su casa de la calle de Otoño. Mientras tanto, conocí a Florentino
Su cuerpo era breve y hermoso, sus escotes atrevidos y su perfume dulce y seductor; su risa bulliciosa e indiscreta nos enloquecía a los preparatorianos, a todos los que nos acercábamos (en mi caso con un leve con rubor) a pedir un libro a esa bella chica con vestidos entallados, cabellera larga y rubia, de la que nos enamoramos platónicamente, como debía de ser. Cómo no ser un bibliotecario voluntario frente a tales atributos. Con Carmelita y Florentino leíamos en voz alta a Gorostiza y Sabines y todo lo que podíamos: Marx, La Biblia, Sor Juana, Giovanni Papini y Salvatore Quasimodo. Florentino era, igual que Chava, poeta de “La otra banda”, al otro lado del río. Flor, como le decíamos, vivía en Primavera y Chava en Otoño. Parece que Salvador ha vivido en otoño toda su vida, aún hoy. Y las primaveras se acumulan en las barbas blancas de Florentino. Lo visitábamos con cierta frecuencia. Chava recibía revistas latinoamericanas, las indispensables cubanas de la Casa de las Américas, y Bohemia que era de un diseño horrible, panfletaria y sepia como el deportivo Esto. Pero también tenía cualquier cantidad de libros y nos enseñaba y leía las novedades de Roque Dalton y Ernesto Cardenal. Nunca una cerveza, nunca algo más. Cuando menos frente a mí, que era casi un niño. Lo que sí sabía es que visitaban juntos las cantinas de El Tepetate. Flor se gastaba la mitad de su sueldo en libros y la otra mitad en invitar a Salvador unos tragos. Salvador es leyenda y mito. Personaje singular, siempre en retiro. Huraño y misterioso. Rebelde y provocador. Tierno y suave en el largo poema dedicado a su hija, maduro en Mientras cae la gota de agua, espléndido en ese libro que es admiración y pregunta: ¡Qué ciudad es esta?, autor del libro con el nombre más extraño del mundo: El libro feo; hombre de tertulias de café en los días previos a su ingreso al refugio del otro otoño, pero también autor del libro con uno de los nombres más poéticos de la literatura: Canario ciego que es un poema en sí mismo por lo que significa un pajarito hermoso, atacado en sus ojos por cualquier cosa, que revolotea en su pequeña jaula, memorizando en dónde está el palito para posarse y los recipientes del agua y la comida, hasta que se desespera de su ceguera y muere. Una metáfora por sí sola, quizá una autobiografía, de un ave que en este caso se niega a morir, que cada mañana es un nuevo poema y aletea
jubiloso en su alma. Fiel y puntual colaborador del semanario Nuevo Milenio, que fue el primer impreso queretano en pagar a sus colaboradores. Salvador tenía una columna. Para buscar el nombre, algo se le atoró en el pescuezo, como suele atorársele cuando no encuentra una explicación, una palabra, una respuesta clara. Entonces dijo la primera expresión que se le ocurrió. Nunca supimos si era albur, vacilada o un poema en sí mismo: “El techo”, que fue una colaboración indispensable en el semanario. Chava llegaba los viernes temprano a entregar sus dos hojitas dobladas (nunca más, nunca menos), tecleadas sin corrección alguna en su vieja máquina Remington. Y cuando cobraba era un niño feliz, frotándose las manos con su cheque simbólico. Poeta raro, de pronto iluminado para crear una frase insólita, de pronto capaz de escribir un lugar común sorprendente y atrevido por no decir nada, por estar ahí, sin sentido, unido a otra figura prodigiosa y encadenada a otra imagen vacía y desparpajada. Insolente y lépero como Charles Bukowsky, romántico y místico como William Blake. Así es Salvador Alcocer, contradictorio por convicción, poeta de pies a cabeza, marginal, poeta total. Como dicen los taurinos: “para ser torero hay que parecerlo”. Chava parece poeta. Si no escribiera poesía o prosa poética sería de cualquier manera poeta. Finalmente relato una anécdota. La Federación Estudiantil Universitaria tenía en los años 60 un programa de radio en una estación comercial. Yo era el conductor, el guionista y el productor. Se me ocurrió entrevistar al poeta Alcocer. Todos me decían pero cómo, se va ahogar. Cuando llegó a la cabina y frente al micrófono la nuez atorada se le resbaló. Empezó a hablar con una soltura, con una lúcida fluidez que parecía locutor profesional. Así es Salvador. Es una sorpresa, un atrevimiento, un disfraz para un canario que sabe bien dónde está su palito y cada mañana entona una melodía distinta. Felicidades a Chava que en unos días va a cumplir 81 años, pero yo creo que tiene muchos más, siglos completos más y todas las mañanas nace de nuevo y canta.
Palabras pronunciadas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UAQ, jueves 24 de noviembre de 2011.
Salvador Alcocer: Unas palabras del decano de los poetas
S
iempre me ha llamado la atención hablar y escribir, son cosas muy diferentes. Para hablar no importa que se pierdan unos 20 minutos, para escribir si se pierde un segundo ya no hubo poema. Ese tiempo siempre me ha llamado la atención; hay gente que lo explica con una lucidez como si fuera otra persona, y digo como si fuera otra persona porque cuando uno habla de uno mismo siempre es muy torpe. Por ejemplo ahorita que estaba hablando mi amigo Juan Antonio (Isla Estrada), dije que vale la pena escribir para tener este tipo de vivencias y para estar aquí en la Universidad. Fui de los primeros que estuvo aquí en la Universidad cuando el licenciado (Fernando Díaz) Ramírez prácticamente fue obligado a que tomara la Rectoría, digo, no en el sentido punitivo, sino en el sentido de que se hiciera universidad y no fuera el Colegio Civil. El Colegio Civil tenía enormes raíces religiosas. La Universidad siempre, en ese sentido, ha sido un personaje mitológico por la lucha que ha mantenido para que esas raíces no la estrangulen. Hasta la fecha, se ha resistido. La Universidad está haciendo una educación plural, aunque muchos se han de molestar.
Cuando me dijeron que iba a ir fulano y que me iban a hacer un homenaje y todo eso, prácticamente yo dije rápido: “pues vamos porque a lo mejor es el último que tengo”. ¿Por qué me siento tan deteriorado? Por la manera en que viví. Pensé que el cuerpo, el organismo, lo fisiológico, era para mucho tiempo… es muy frágil. Ya a los 20 comienza la decadencia, pero hay varios tipos de decadencia; hay por ejemplo, la apatía, que es una decadencia; hay la vanidad, que es otro tipo de decadencia. Yo me he encontrado con gente aquí que decían que eran inmortales, y cuando los encuentro digo: “pues si esto es la inmortalidad, pues mejor no vale la pena vivirla”. Cuando dijeron que iban a hablar de los suplementos culturales, claro, los suplementos tienen que ser culturales sino no son suplemento, aunque también hay científicos, pero que también son culturales. La ciencia también es cultura. ¿Qué es la palabra cultura? La palabra cultura quiere decir cultivar, sembrar y, como es natural, producir. Esa palabra era muy apreciada para los griegos y muy preciada para las culturas antiguas; ahora tal parece que la palabra “cultural”
se ha separado y quiere ser independiente; pero la cultura también es ciencia. Yo a lo que me refiero, aquí al decir esto, es que no hay que irnos con la finta de que este señor es muy culto, no… tiene alguna habilidad, pero de cultura puede ser muy tonto. Yo, a falta de hablar de los suplementos culturales, me traje uno de mis libritos que he publicado. Voy a leer un poema nada más y ahí nos vemos.
Hablo de ustedes, cabrones que se agandallaron cuando andaba pedo. Libros y discos, revistas, libretas, colillas rebosando el cenicero, el bulto amanecía en el suelo a media pierna encogido El viento frío entraba por la puerta donde miraban los curiosos con temor la tos El señor se levanta, piensa en Julio que le dijo que se veían en la cantina de doña Profunda Va a la calle, cierra la puerta, se va. Nosotros nos quedamos hasta la línea final.
S AZÓN
El Poeta invita
Lo vi, lo bebí, lo recorté y lo metí en la Casa de Otoño del Hay días tan plenos joven poeta Salvador Alcocer. Tan joven y esbelto como esta que hasta el color azul es azul. línea concisa y misteriosa. “Falta por no venir ayer”. Cuando Un rumor de alegría corre por las venas. el misterio es misterio y no sólo crucigrama indescifrable, Hay una razón para vivir. algo me cosquillea de su verso críptico y telegráfico. No es Los sueños son reales. ya juego secreto legible, sino su aliento fresco y doliente. La esperanza es esperanza. La magia en sazón está a punto y te pica, te da comezón, escorzo, gusto y desazón. Extraña corriente oscura que ayunta No, no es una ebriedad de júbilo. los extremos. Del azul más azul a la bilis negra; tras la pena Ya no estoy nervioso. nace el día manso. Te cae si la dejas, Chava. La poesía, ella, Si me quito la costumbre de hacer tragedias la mujer, palabra encinta. ¿Qué, no es lo mismo? Kafka en su mañana será un día alegre. Diario, 18 de diciembre de 1911, ochenta y seis años después: Falta por no venir ayer. “Si estuviera enamorado, de qué no sería capaz”. Ya basta de poner seriedad Justo un año después, en otro diciembre de este fin de todo y comienzo de quién sabe qué, voy a la Casa de Otoño del poeta donde se necesita creación. enamorado y saco su bien doblado poema y lo veo, lo releo, Todos hicimos esfuerzos. vuelvo a beberlo lenta y amorosamente, a deshoras, mientras Aquí está otra vez ahora sí avanza infatigable el carajo tic-tac del reloj pegado al corazón del si la dejas es que estás enfermo. hombre. ¿Y el Libro feo, Chava? ¿Hay dinero para los consejeros (electrorales y culturales) pero no para los poetas? Buenos títulos Salvador Alcocer y poemas eléctricos: prenden y se apagan. Vaho de piel del vidrio. Lugar Común Luz tartajeante. A veces cansa. Las palabras se ceban. (Suplemento del Nuevo Milenio) Lector, ¿tiene poesía tus días? ¡Ponle sabor a tu desazón! El poeta No. 1, dic-96, Querétaro, Qro. invita. Allá por la otra banda. Aguas, el tren.
Julio Figueroa
NAQ
T
ambién como parte de la celebración por nuestro segundo aniversario, Suplemento Panóptico organizó el concurso de fotografía El otro barrio, en el, los participantes presentaron imágenes relativas a la temática de los barrios queretanos, esto es, sus dinamicas de convencia, sus tradiciones e identidad. El jurado estuvo integrado por Jorge A. Martínez Puente,Alejandro Ramírez y el director de Tribuna de Querétaro, Víctor López Jaramillo. La ceremonia de premiación, al igual que en el certamen de cuento, se llevó a cabo el pasado 24 de noviembre en la conferencia de aniversario “Los suplementos culturales y su aporte a la cultura”. La fotografía ganadora es de Mariana Serna y fue relativa a la procesión del silencio que se lleva a cabo durante la semana santa en el Barrio de la Cruz. En el presente fotoensayo se recuperan las fotografías que recibimos a lo largo de este concurso, todas con su respectiva explicación y crédito.
FOTO GANADORA
Sara Herrera Ramírez
Dithier Manuel López González
Muñeca - Otro barrio no significa estar en otro lugar. Hay muchos grupos sociales que son parte de nuestro entorno, pero, a veces, no los notamos y no les damos importancia. ¿Quién no se ha encontrado a alguna niña en la calle vendiendo muñecas? Las famosas Marías son parte de nuestra cultura y muchas veces quedan excluidas de la sociedad. Su forma de vivir es digna de reconocerse, estudiarse y valorarse. Querétaro, sin ellas, no sería igual.
El barrio loco - La fotografía que se muestra a continuación fue tomada a un joven de un barrio conocido, ellos se hacen llamar “los 123”. La persona que se encuentra en la foto es el líder de dicha “clicka” como lo hacen llamar ellos; el objetivo de la foto fue sacar su mejor expresión en la cual mostrara como se identifican con su barrio, que es parecido a los que se conoce como “sur 13”. Como mencione anteriormente aparece su mostrando algunas señas de barrio para marcar su territorio a aquellos que no conozcan y se quieran adentrar, “es para que la piensen estos vatos antes de entrar en el territorio 123” menciona el líder.
Alejandra Martínez Licea Conciencia Colectiva - En los barrios más que en cualquier otro lugar social, aprehenden la vida cotidiana como una realidad ordenada, es decir, las personas perciben la realidad como independiente de su propia aprehensión, apareciendo ante ellas objetivada y como algo que se les impone. Ya que el mundo de la vida cotidiana es aquel que se da por establecido como realidad.
Mariana Serna García
La procesión del silencio es uno de los eventos más representativos del barrio de la Cruz, las calles se cierran y solo se pueden escuchar los tambores y los pasos de aquellos que pretenden pagar penitencias cargando cruces y caminando descalzos por el asfalto. El silencio rodea las calles y es cuando el barrio se llena de vida.
MIÉRCOLES - 8:00PM CERRO DE LAS CAMPANAS
Ernesto García López
La vieja Estación de Tren trae consigo una forma de vida de los habitantes de esta comunidad (Barrio de San Sebastián).
Lorena Negrete Ana Karen García Feregrino El Convento Grande de San Francisco o La Ciudadela, es fundamental en nuestro estado porque se convierte durante casi tres siglos en el parteaguas de dos culturas ya que quedó en medio geográfico y social de el pueblo de indios y el pueblo de españoles, sirviendo a los dos grupos como de eje rector en todos los sentidos. Dando así lugar a los dos Querétaros: el prehispánico y el actual, genera su nuevo desarrollo urbano y le da funcionalidad a su desarrollo, como una de las ciudades mas importantes de este país.
Benjamín Mejía Rodríguez La foto muestra a el templo de la cruz junto con una ofrenda de flores para las festividades de septiembre Esta imagen muestra el resultado del trabajo que realizan los danzantes concheros la noche anterior a las danzas que duran del 13 al 15 de septiembre en el barrio de la cruz y con las cuales se hace una rememoracion de la batalla en el cerro de San Gremal que tuvo lugar entre los antiguos chichimecas con los invasores europeos. La festividad de la Santa Cruz es una fiesta que encuentra su origen e identidad en los barrios del estado que han protejido una tradicion por más de dos siglos.
Aurelio Núñez Ár Hmu ar tsibi - En lengua otomí quiere decir el Señor del fuego. Esta fotografía es un instante capturado de una expresión del oficio especializado en el manejo del fuego, para el sano esparcimiento de los espectadores del circo urbano queretano, una mirada al interior del barrio.
Donna Fé Rico Oliveros Remembranza del mito de la conquista. La fiesta de la Santa Cruz de los Milagros ha fungido un papel importante como mecanismo de cohesión social y preservador de la tradición chichimecaotomí y cristiana haciendo frente a fenómenos económicos y sociales como el neoliberalismo y la globalización. De tal forma que año tras año, en el mes de septiembre, el barrio de la Cruz y su templo son el punto de reunión de danzantes locales y de algunas otras partes del país, como de diferentes actores que se sirven del festejo para desfogarse y/o romper con la cotidianidad.
Los Platitios - En un espacio ubicado en lo que se conoce como “otra banda” del río de Querétaro, se encuentra El jardín de los platitos” que es sin duda un lugar representativo en la historia de los barrios de Querétaro.