Suplemento Grado Cero marzo 2018

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S U P L E M E N T O

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L I T E R A T U R A

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La literatura de los putos ESPECIAL QUEER ¶ José Sbarra “Escribir un libro perfecto, matar un policía y morir de sobredosis”. ¶ Trinchera literaria El deseo invisible de Gonzalo Asalazar. ¶ Reseña Pensando a La One, Ensayos sobre Moria Casán. ¶ Libres Creadores Felipe Aichele, Naomi Orellana, Romina Sandoval Rojas. ¶ Reportaje Otra materialidad es posible: tres caminos alternativos al libro.

Financia:

Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura Convocatoria 2018 Región de Valparaíso


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TRINCHERA

Nuevamente en la calle.

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El deseo invisible

años después del último número retornamos a la calle, el silencio no fue electivo sino recursivo, más nunca estuvimos callados. El Ciudadano, a quien agradecemos el soporte, mantuvo la idea incluyéndolo como sección en sus páginas de cultura, pero hoy volvemos a presentarnos articulados como suplemento, rescatando su esencia coral. La literatura independiente nacional ha alcanzado un volumen influyente, desplazando en muchos campos a las editoriales tradicionales, jugando inclusive de par a par con las transnacionales. Esto producto que el oficio editorial se ha complejizado y profesionalizado, se ha ampliado la red de ferias, ha aumentado la asociatividad y se han enseriado proyectos trémulos por esos años. Sumado a que el público lector informado ha sabido valorar la edición, en su sentido amplio, por sobre la novedad publicitaria, validando la propuesta artística y microeconómica de las editoriales independientes, que aún deben luchar por su subsistencia. Hemos visto crecer y morir editoriales en este tiempo, hemos leído sus libros, lo cual nos da la convicción que hoy en día se hace necesario contar con este medio, que considera la

edición independiente como centro de un movimiento vivo (dispar en su complejidad y volumen de producción), preocupado de exponer en nuestras páginas los motores que están movilizando la literatura a través del país, como también nutrir de buenos textos que incentiven la reflexión. Esta primera redacción también pretende ser una invitación a que nos leamos mutuamente, ya que queremos proponernos como punto de confluencia de las diferentes fuerzas que mueven al libro independiente, sobre todo las que editan sinceramente en regiones. Para esto hemos dispuesto secciones como Libres Creadores, destinando publicar fragmentos a página completa de obras destacadas de autores; también ampliamos la sección de reseñas, la cual contará con 5 libros nuevos todos los meses, permitiendo la necesaria lectura crítica y promoción; además, destacaremos iniciativas que estimulen la literatura a nivel nacional. Partimos nuestro nuevo número mostrando la escritura queer, que más allá del género,

busca señalarse como una revolución sensible. Para esto revisamos el libro “El deseo invisible” de Gonzalo Azalasar, que intentan reubicar la historia de la ciudad y los hitos donde el homoerotismo santiaguino se desenvolvía; reseñamos “Pensando a la One”, ensayos sobre Moria Casán; realizamos una extensa entrevista a Mariano Blatt, dialogando su poética cruzada por los cuerpos masculinos de la calle de la realidad y rescatamos a José Sbarra para cerrar, otra pieza más por descubrir en la profundidad de la literatura latinoamericana. Damos el puntapié inicial, entregando espacio a modelos de gestión que salen de la lógica exitista y estandarizada del mercado, éticamente contundentes y que buscan corajudamente ir ampliando los territorios materiales de la literatura chilena. Aquí reinicia Grado Cero. Juan Francisco Urzúa Director Suplemento Grado Cero

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Carlos Soto Román Autoedición Sin numerar Por Matías Ávalos

Los servicios secretos informan al Estado lo que el Estado quiere escuchar, producen al enemigo con las reglas de la ficción; Carlos Soto Román realiza un tratamiento poético del lenguaje castrense sin negar los límites que éstos suponen, por el contrario, los pone a bailar tocándole su propia música: los sorprende, describe, escanea, los mapea con precisión de hombre de ciencias, devela lo que en realidad estuvo, está y parece continuar expuesto a la vista de todos: su explicitud. En “11” -utilizando herramientas de la poesía visual, apropiándose de ellas con nitidez excepcional-, hay un plano técnico del Helicóptero Puma, vehículo utilizado en la llamada Caravana de la muerte, donde enviados especiales de

Pinochet iban a aleccionar a los mandos blandos sobre la manera de proceder contra presos políticos, también instrucciones exactas de la forma de fusilar “primero, las piernas; después los órganos sexuales; después el corazón”. El libro acompaña la efectiva comunicación del modelo dictatorial que aumenta a medida que avanza la línea temporal inciada el 11 de septiembre del 73, fecha fatídica, pero también el número mediante el cuál todas las tardes las familias chilenas nos reunimos a la mesa, otra intervención poética, otro extrañamiento del lenguaje que hace sombra para que podamos ver entre tanta luz. Esto no se hace con ánimos testimoniales, lo que despolitizaría el gesto al llevarlo a planos individuales, es más bien una decisión formal de enfrentar lo que en democracia no se puede concebir de la dictadura, por más que se padezcan sus efectos, aquello que se vuelve representable en lugar de irrepresentable: la victoria de su proyecto económico / la derrota sin guerra de las organizaciones revolucionarias / la rehabilitación de la vida de derecha como la única vida posible.

De hecho, el punto de inflexión del libro se produce en la redacción de la Constitución del 80, donde quedan claros cuáles son los verdaderos intereses de quienes siempre están detrás de los genocidios en América: familia y libre comercio / moral religiosa y economía liberal.

No es casual que el libro sea una autoedición; asociado con Carbón Libros, Soto se hace cargo de la obra que le presenta al lector, sabe que el mercado no tendría problema, explícito y sin principios como es, de editar y desvirtuar un material con semejante contenido y estética, por eso elige el reducto subversivo y potente que fue durante la historia de la poesía chilena la autoedición y apuesta a devolverle la seriedad que supuso en los casos de, por ejemplo, Pablo De Rokha, J.L Martinez, Raúl Zurita o Bruno Vidal. “11” es un acontecimiento extraño en la literatura chilena, que permite pensar materialmente la ficcionalidad de lo dado en el período sociopolítico que comienza en 1973 hasta nuestros días, una investigación poética de los años más negros de un Chile con el aparato represor intacto, como lo demuestra uno de los últimos poemas del libro: “José Gerardo Huenante Huenante, 16 años, de origen mapuche, se enfrentó a Carabineros [...] Desde entonces se desconoce su paradero”.

S U PLE M E N TO G R A D O C E RO Director: Juan Francisco Urzúa | Editor general: Cristóbal Gaete | Diseño e ilustraciones: Harol Bustos | Fotógrafo: Juan Pablo Rebolledo Colaboraron en este número: Priscilla Cajales y Matías Ávalos | Correcciones: Danitza Anders | La tipografía del logotipo gc es Santiago, por Contrafonts.cl CONTACTO: GRADOCEROLIBROS@GMAIL.COM

Gonzalo Asalazar Editorial Cuarto Propio 108 Páginas

LITERARIA Por Juan Francisco Urzúa

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a lucha por los derechos homosexuales y la diversidad sexual ha rescatado espacios que por siglos les fueron negados, y su tarea en Chile no ha sido fácil. Han intentado ser anulados por la retrógrada oposición de la derecha, que hasta 1998 abogó por seguir condenando la sodomía consentida como un delito, claro ejemplo del nulo respeto a los derechos humanos y de la visión peyorativa hacia la población LGBT. La oposición a la diversidad de género no ha sido un hecho aislado en la historia de Chile, que vio como la conservadora política de principio de los años cincuenta imponía la ley de Estados Antisociales, una de las muestras más terrible de lo que la intolerancia del segundo gobierno de Ibáñez del Campo podía lograr. Con esta ley se intentaba criminalizar principalmente a vagabundos, locos y homosexuales, disponiendo que cualquier inducción o práctica homosexual sería sancionada con cárcel. También podían ser relegados a campos de trabajos forzados hasta por 5 años, donde se les ofrecía una supuesta rehabilitación de la enfermedad que sufrían, sirviendo como leña en la pira experimental de psiquiatras inescrupulosos. Es en este contexto donde se propone “El deseo invisible: Santiago cola antes del golpe”, híbrido intertexto que toma voces del ensayo y la narrativa de ficción, para reconstruir la topografía homosexual capitalina entre 1950 y el Golpe de Estado de 1973. “Son las once de la noche, y su andar es lento y rudo, lo que contrasta con su vestuario: pantalones claros ajustados y un suéter de color rojo italiano. Esto lo hace reconocible para quienes anden en busca de amor bajo los pilares del Portal Fernández Concha… El Fabián desde hace mucho aprendió el código de la mirada, tan típico de los colas. De todos los códigos secretos que utilizan los maracos para reconocerse entre

ellos, la mirada es, sin duda, el más sutil y decidor”. El texto, que tiene como gran virtud el salir del manoseado campo académico, se construyó en base a entrevistas realizadas por Asalazar a homosexuales que vivieron la bohemia de dichos años, en la búsqueda por ampliar la diversidad de inclinaciones eróticas y modos de relacionarse ya fuesen colas, mostaceros, hampones, obreros o heterosexuales los dispuestos al placer masculino. Cabe hacer mención que las terminologías que utiliza Asalazar son principalmente sacadas del imaginario cultural de la época, haciendo una reconstrucción del lenguaje propuesto por la literatura del Paco Rivano, Benjamín Subercaseaux y Alfredo Gómez Morel, entre otros, en la misión de resignificar términos muchas veces peyorativos, pero que al ser apropiados dan profundidad a la multiplicidad de expresiones homoeróticas provenientes de la oralidad popular chilena. Esta última intención creo que es uno de los puntos importantes del libro, ya que se dedican amplias aclaraciones de los principios semánticos que moverán la obra, preocupándose en desplegar un repertorio terminológico nutritivo para comprender el recorrido historiográfico. La consideración de estos miramientos se hace importante, más cuando las conductas éticas han permeado a la lengua, y exigen una mayor agudeza en la utilización de términos, buscando excluir expresiones heteropatriarcales reconocidamente ofensivas. Queda restado de esta importancia el flaco glosario, que al parecer fue considerado un anexo sin importancia, más que una oportunidad clara de renombrar. El libro se propone como un mapa, 13 relatos situados y que se extienden entre el Cerro San Cristóbal hasta el Barrio Rojo y San Camilo, abarcando por el este hasta la Cárcel Pública en General Mackenna, deteniéndose en

los principales cines, bares, boites y quintas que daban cabida a los furtivos encuentros homosexuales, ampliado a espacios públicos como punto de contacto o de consumación. Esto articula una serie de hitos en la ciudad, donde destaca el Black and White, los cines Rex y Roxy en Huérfanos, el Waldorf, La Carlina, o la misma Plaza de Armas, mostrando la columna vertebral de la activa vida homosexual subterránea. Esto, sumado a que se incluye un plano del centro de Santiago indicando cada uno de estos reductos, completa la cartografía propuesta como intención, dejando el pie inclusive para ampliar los mapas a otras topografías regionales, que claramente se articularon paralelas a la capitalina. Conocidas son las historias de la nutrida bohemia homosexual en Calama, Concepción o Valparaíso por nombrar algunos ejemplos. “En 1969, Huérfanos continuaba siendo un espacio de encuentro entre colas y mostaceros. Y jóvenes como el Óscar la recorrieron como un eslabón más de mapa del deseo. Después de ser violado en la celda de la Primera Comisaría de Carabineros, fue rapado y estuvo preso durante tres días, en los que fue acusado de ofender la moral (católica) y las buenas costumbres. Cuando salió, llevaba una ficha policial a cuestas. Refugiado en su casa, las coloradas manos sin tregua de su mamá le hicieron volver. Hasta que a las pocas semanas estuvo lo suficientemente repuesto para seguir con sus correrías por las calles del centro”. En “El deseo invisible”

reside una historiografía homoerótica importante, que se hace más relevante en días en que la cultura homosexual ya no es un tabú, cuando las librerías consideran ampliamente el “tópico” en su anaqueles, y las teorías de diversidad de género ha sido utilizada facinerosamente por el mercado editorial para expandir o blanquear sus catálogos Anagrama como un ejemplo-. Este libro contiene el acierto de negarse al canon descrito, y se dispone dentro de su facilidad a devolver una amplia gama de hitos desplazados o invisibilizados de la ciudad, reponiendo la necesidad de contar con revisiones de la homosexualidad santiaguina, refundacional y perpetuadora de una herencia homoerótica, fundamental para construir los nuevos espacios de libertad que cimentaron los escarnios de su abusada historia.


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RESE ÑA S Pensando a la one Varios autores Amistad 54 páginas

Por Cristóbal Gaete

Moria Casán ha atravesado décadas de la cultura popular argentina transformándose en una figura fundamental e ineludible. Este fanzine compila los textos que reflexionaron sobre ella en un encuentro realizado en diciembre del año pasado en Buenos Aires. No se explícita si fueron ordenados de algún modo distinto al programa, pero se arma un tramado convincente que parte con un poema de Flavia Calise que monta algunas de las frases más notables vertidas para sí misma y para los demás de Casán, que se revela para los neófitos como una máquina retórica. La que escojo para atravesar esta publicación es la autoimagen de “camión atmosférico”, que permite ab-

sorber en su asociación todo el aire y la potencia. En adelante, leeremos ensayos insistentemente definidos como “textos artificios” que disecan a la One mientras aún está viva, con una utilería que bebe de modelos intelectuales como los de Susan Sontag, Donna Haraway y mediales como los productores de videos de Youtube, esos que escogen solamente los clímax, realizadas para los impacientes. Alta y baja cultura, como la trayectoria de Casán actuando de sí misma en un reality o en una obra teatral de Copi. Se combina un lenguaje que integra citas de libros para después ocupar una jerga de centro estético o de taller mecánico como es “tunear” el incombustible cuerpo de la diva, transformaciones acordes a la sensibilidad diversa que acoge este libro. Toda esa cultura sucia se entiende muy bien con el formato fanzine intervenido con imágenes de poder o pantallazos de la diva, lo que debería ser un precepto: forma y fondo en este tipo de publicaciones Delirante resulta la búsqueda de arquetipos análogos propuestos por Dani Umpi, que quizá lleva más a cabalidad esa idea repetida de “textos artificios”, aún si se reconocen como ensayos. Liliana Viola la conceptualiza como “mostra”; Danae Tapia analiza la cosificación en el discurso de la diva; Felipe Mardones relata la historia del pelo falso, relatando la anécdota de la pérdida de la peluca y la salida jugando de Casán; Ich encuadra los favoritos de los usuarios de Youtube y también los suyos, Cabra Caluga googlea para establecer la diferencia entre los años de la televisión y estos de internet; Cecilia Palmeiro y Mariano López confeccionan un texto colectivo-que cuenta hasta con ideas de la narradora María Moreno- que asedia la figura de la Loca. Pero la fuerza del camión atmosférico es insoportable. Podemos leer el fanzine como una selección de los mejores momentos de Casán, sus frases más demoledoras o egóticas, como un ready made en la sociedad del espectáculo invirtiendo el control de lo fálico (“tengo un pene gigantesco y lo uso como bufanda”) pero sin trabajar para el feminismo, solo para sí misma. En búsqueda de salida varios autores nombran a figuras que podrían resultar antagónicas pero que no dan el ancho, más que nada alimentan la grandeza de la diva, su efecto renovador que supera los desafíos. El efecto Casán, entonces, es de una argentinidad irreductible, como lo es Perón, Maradona y Borges. Detengámonos en este último exponente para la analogía final: mucha de la literatura/espectáculo argentina ha sido en respuesta a dos extraterrestres.

La lírica está muerta Ezequiel Zaidenwerg Cástor y Pólux 65 páginas Por Juan Francisco Urzúa

Bajo el mantra “la lírica está muerta”, Ezequiel Zaidenwerg propone un libro arriesgado desde el punto de vista su estética, exponiendo textos que quiebran el formato estrictamente poético y que terminan siendo más cercanos a cortes narrativos. En este sentido, el poemario toma distancia de la generación de imágenes, verosímil con la propuesta de su coro, centrando las unidades en resolver acciones y situaciones épicas de la historia argentina o de personajes de la historia universal. “La lírica está muerta. Ya no existe el califato, hundido entre sus vicios; pero, ¿cuántos añoran sin saberlo sus oropeles, su esplendor barato, la eterna adolescencia del espíritu?” (“Harún al-Rashid”)

El libro lo articulan 14 poemas, 13 bajo la premisa inicial irrestricta, frase personificada donde la vemos desfallecer, morir de vergüenza por los malos sastres que la vistieron, como le toman por última vez el pulso a la lírica clásica: “muerta como Cristo, asesinada como Abel”. El coro es rescatado del verso: “La lírica está muerta. ¿Quién tiene tiempo, habiendo televisión por cable y FM, de escuchar el laúd de un joven herido de amor?” del poeta argentino Alejandro Rubio, y que da el temple al segundo libro del autor, el cual está cruzado de ironías, disconformidad y una nutrida intertextualidad

camuflada finamente. Cabe destacar que gran parte de las referencias, así como algunos de los personajes aludidos, se encuentran explicados en un apartado de notas sobre los poemas, aclarando el universo semántico utilizado de manera inmediata. Se destaca el poema “Lo que el amor le hace a los poetas” que, a la manera de corolario se separa del conjunto, proponiendo una sardónica alegoría a lo que producen los azotes del amor en los distintos tipos de poéticas, llevándolas a postreros paroxismos, donde de paso Zaidenwerg hace gala del dominio de las corrientes y modas que han cruzado la literatura argentina desde los noventas. “Lo que el amor les hace a los poetas no es trágico: es atroz. Les sobreviene una luctuosa ruina a los poetas que el amor captura, sin importar su orientación o identidad poética. El amor lleva al total desastre de la uniformidad a los poetas gay, a los poetas pansexuales y bisiestos, y a las poetas y poetrices feministas, fementidas o veraces; a los obsesionados con el género y a los degenerados por igual, y a los perversos polimorfos: y hasta los fetichistas de los pies del verso capitulan a las plantas del amor, que no distingue ideología, programa ni poética…” (“Lo que el amor le hace a los poetas”)

La lírica está muerta se ofrece como un poemario atípico, lleno de recursivas, rítmicamente musical si nos dejamos llevar por su coro, el cual a la manera del pop nos machaca una y otra vez con su pegajoso estribillo, excusa perfectamente camuflada para realzar su punto. Libro interesante y difícil de agotar, que se propone a disparar las últimas balas sobre una lírica en agonía.

El grito Florencia Abbate La pollera 186 páginas Por Priscilla Cajales

La certeza de que es imposible conocer la realidad desde una perspectiva única le dio a la narrativa el abanico del juego de voces, de ahí la novela se apropió de un problema de época, el descreimiento de los discursos totalitarios y la caída del concepto de verdad propio del siglo xx. “El grito”, de Florencia Abbate (Emecé Argentina, 2004), se presenta como una novela coral. Desde el uso de la primera persona podemos adentrarnos en un manojo de realidades conectadas por el pasado decadente y sus afectividades rotas. El foco narrativo oscila en la perspectiva de cuatro narradores: Peter, un decorador de interiores sometido a una relación masoquista con Óscar, quien ejerce sobre el primero una mordaz violencia que acaba incluso con el derecho de la víctima al suicidio. El amor entre ellos es un cáncer que se propaga por la casa, que amarra y avergüenza. La violencia de Óscar está hambrienta de acabar con lo bello y lo sensible; sin pasión, le bastan el hartazgo y el cinismo. En el segundo capítulo, Horacio ve su pasado militante desde el ridículo y la imposibilidad de revivir su fe en un proyecto común. Un departamento vacío en una vida que dejó de buscar lo épico o lo voluptuoso, y que solo tiene un atisbo de esperanza en el encuentro con una familia de cartoneros del Gran Buenos Aires. Federico, un treintañero incapaz de visualizar algo por lo que sentirse orgulloso en la vida, narra en el tercer

capítulo el día de su cumpleaños y reconstruye imágenes que perfilan una biografía vana, sin sustancia, que decanta en un presente desolador. Termina la novela la narración de Clara, escultora enfrentada a la soledad de la enfermedad, obligada a alejarse de la materialidad de su trabajo y a convivir con la palabra y la imagen desde un plano que antes de la catástrofe no había experimentado. Cada uno de estos personajes porta un hilo que lo conecta biográficamente con la historia de los otros, dándole a la novela de Abbate un dinamismo trabajado con un lenguaje diáfano y a la vez poético en sus más altos momentos. El escenario general de la narración ocurre en la Argentina en plena crisis del 2001, sin embargo, constantes flashback nos dan la perspectiva de los setenta de la Guerra Fría y los noventa del descreimiento y la llegada del feroz capitalismo. Es un país roto, en llamas, un continente también.

Metonimia que provoca leer la novela desde sus múltiples símbolos e intertextos presentes desde el título de los cuatro capítulos que componen el libro: Marat- Sade/ Luxemburgo/ Warhol/ Nietzsche. Y es que desde el cuerpo y sus políticas, el arte y la filosofía, los sujetos aquí descritos, el escenario aquí descrito, entrama el pulso de su época, su soledad y la decadencia de una clase media que quisiera no ver lo que ocurre fuera de su departamento. El descalabro que significó el corralito del 2001 pone en tensión a Argentina y nadie queda libre del humo de los neumáticos de las barricadas que impone la calle. El padecimiento de el sistema económico en el cuerpo, en el hilo que teje la historia, la biografía. La calle como el espacio no habitado, por miedo o por desidia, pero también como eso inevitable que nos hace caer en cuenta que no podemos huir del entramado social, que somos parte de un devenir tan implacable como el tiempo.

La trágica agonía de un pájaro azul Carla Zúñiga Oxímoron 108 páginas Por Matías Ávalos

Lady Macbeth es demasiado ambiciosa, Edipo quiere saber demasiado, el elemento trágico a lo largo de la historia del teatro está relacionado siempre con una desmesura, y la desmesura no está, precisamente, en la puesta en escena; fantasía, horror, intensidad sobreviven en el texto, en ese sentido el movimiento del teatro contemporáneo al libro es una prueba de fuego necesaria en la que las obras se desprenden de algunos ornamentos para sobrevivir. Esta obra tiene elementos fantásticos como el vestuario, la puesta y ciertas escenas delirantes mezcladas con situaciones y diálogos costumbristas al estilo de la narrativa de, por ejemplo, Alfonso Alcalde. Sin embargo, el pasaje de libreto, escrito para su representación teatral, a libro, formato autosuficiente, produce al interior de este texto un realismo tan irrefutable que lastima: de eso están hechas las heridas en “La trágica agonía de un pájaro azul”. Sobre la plataforma fría y burocrática de la muerte de Paula, hija de Nina, arranca la historia de esta mujer y su madre, Ema, que abre la obra gritándole una prohibición para protegerla: “¡Nunca más vuelvas a decir una

cosa tan horrible y espantosa como las cosas horribles y espantosas que acabas de decir!”. Eso horrible que no debe repetir es otra muerte, la de ella misma; Nina quiere suicidarse y ese diálogo con la muerte la vuelve un demasiado, comienza a pensar en hacer cosas y, a diferencia de la mayoría de los mortales, hacerlas: pensó en llorar y hacerse pis y lo hizo en el super en el que trabajaba, del cual la echaron por ese acto. Pensó que Ester, el pájaro de su hija, debía ser libre y lo soltó, pero el pájaro se azotó contra el asfalto y luego, para que no sufriera, le enterró un tenedor en el pecho. Sin embargo estos hechos no son fines en sí mismos sino el paso previo a una acción más grande, el suicidio, que es algo que piensa pero que no puede concretar porque sabe qué se siente perder a una hija, y como ama a su madre, no quiere que pase por lo mismo. Montada en esta paradoja la historia avanza con las intervenciones de las amigas del alma de Ema, las tías de la protagonista, cada una representando una forma de ser extrema, a la vez que una propuesta de solución a su problema. Proponen cariño, violencia, hombres, todas barajan soluciones para algo que no la tiene, porque como le dirá Nina a una amiga, que le reza a su difunta hija para que sane a su bebé que está enfermo y apunto de morir: “Lamento que Paula no te haya ayudado. Si ella existiera te habría ayudado. Pero los muertos no existen. No están en ningún lugar”. El trabajo del que es expulsada, como el sinónimo más concreto de la vida social, la vuelve una excéntrica, pero a medida que vamos avanzando vemos que todos los personajes, en su mayoría mujeres, están fuera del centro, como si la vida del hogar fuera un mundo en el que se refugian del mundo. A uno lo componen padres e hijos golpeadores y abandónicos. En el otro están ellas, mostrando de qué están hechas las tragedias contemporáneas; están ellas solas, aunque estén juntas.


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¿Cómo fueron hechos tus primeros libros? La mayoría de las editoriales probablemente no los conocen porque no existen más. Si hablamos de “Increíble” fue publicado por El niño Stanton, que era de Gerardo Jorge y Victoria Cóccaro, que hacían una revista y sacaron algunos libros con el mío. Cuando se separaron se acabó la editorial y Gerardo sigue editando libros y pasa a llamarse Stanton. Eran tiradas muy chiquitas, de trescientos ejemplares. Aparece también en Belleza y Felicidad la plaqueta “Nada a cambio”; Fernanda Laguna fotocopia, es muy difícil saber el tiraje. Después aparece en la editorial digital Determinado Rumor la plaqueta “No existís”, que está en formato ebook, que sigue existiendo creo, pero hace tiempo que no edita. Hay otras, hasta Mansalva eran editoriales realmente de tirajes muy chicas. ¿Cómo pudiste llegar a la primera editorial? A través de una red social que en Argentina fue muy popular, que se llamaba Fotolog. El año 2004, 2005, empiezo a subir unas fotos y yo escribía un poema y lo colocaba sobre ella. Viste que te daba la posibilidad de hacer un epígrafe, pero yo inventé esto, no sé de dónde se me ocurrió colocar el poema encima de la foto. De alguna manera se vinculaban con la foto, otras veces no. Ahí publiqué mis poemas, fotopoemas si se quiere, y el editor Gerardo Jorge me conoce ahí, me comienza a seguir. En la revista que se llamaba El niño Stanton, que era de poesía y artes visuales, a veces se regalaba un disco o un libro y en un número lo que regalaron fueron esas fotos, las que subía a Fotolog, impresas en forma de adenda y ahí pasamos a editar en formato libro. Yo estaba escribiendo otras cosas ya, que conformaron “Increíble”. Llegué a la poesía gracias a Fotolog. En Argentina hubo una movida en Fotolog, muchos artistas, muchos escritores usaban la red social, se conoció mucha gente entre sí, se armó un circuito, mis amigos de ahora los conozco de

En tre vi s ta a Mar iano Blat t

Si en Chile los éxitos narrativos son detectados en internet por las transnacionales, en Argentina Mariano Blatt fue rescatado por pequeñas editoriales que conocieron su poesía queer y callejera en Fotolog.

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stamos en la mesa más cerca de la salida a la calle de un bar que lentamente se va enfervorizando. Detrás de Mariano Blatt (1983) solamente consumen hombres cerveza atendidos solamente por mujeres uniformadas, en la televisión Santiago Wanderers juega un partido para definir su categoría en el sistema de divisiones del fútbol chileno. Si Mariano Blatt estuviera en el estadio pagando entrada pasaría desapercibido con sus shorts de futbolista que dejan ver sus largas y delgadas piernas y observaría la grada tanto como el campo, así como lo registra en “La luz de los estadios de fútbol” del 2006, compilado en “Mi juventud unida” (Mansalva, 2015), que reúne sus poemas escritos entre 2005 y 2015. Si jugara en la cancha se vería como un flaco alto con el pelo muy corto, ojos claros en las fotografías;

Por Cristóbal Gaete

sin duda se convertiría en una especie de galán desinteresado o un jugador posmoderno y tendría un apodo por sus orejas que estira mientras habla. Sí, estamos siendo publicados en marzo del 2018, y esta entrevista se desarrolló en diciembre del 2017, en medio de la Feria Internacional del Libro de Valparaíso organizada por Gladys González. Blatt es uno de los elegidos por ella del país invitado, Argentina, debido al ejercicio paralelo de la escritura y la edición (Blatt y Ríos, De Parado). El ánimo de dinamizar la experiencia de lectoría y escritura en esta feria es posible con poetas como él, no podríamos homologarlo a ningún colega chileno actual. Es queer, skater, futbolero, callejero, pop y cervecero, pero a la vez comunica algo íntimo. No se trata de ser mejor comparativamente, algo sin sentido en la poesía,

sino de expandir el campo de escritura a peleas de barrio en el ascenso, fiestas electrónicas, homoerotismo, deseos sin cumplir a los treinta años de una generación, cantados por el poeta bisagra de la misma, una generación de barrio pero formada en la universidad y que, por ende, puede mantenerse real y transitar espacios de élite. Como señala Mauro Libertella en la reseña que le hizo en Clarín a “Mi juventud unida”: “Blatt incorpora a sus textos el lenguaje oral de un grupo de amigos, la lengua íntima y llena de guiños internos de una comunidad de pibes de una edad. Pero lo suyo no parece ser una “etnografía” de la lengua ni lo mueve la necesidad de plasmar, al modo sociológico, una conducta generacional. En cambio, como muchos de los mejores poetas, lo suyo es más natural, menos programático: pareciera que Blatt trabaja con lo que

tiene a mano, y por eso en un mismo texto pueden convivir las frases entrecortadas de unos adolescentes fumados con otros versos de tono más literario, más definidamente escritos. En la naturalidad de esas transiciones (en la invisibilidad de esas transiciones) está la clave lingüística de estos poemas”. Si expandimos los elementos en “Mi juventud unida” es porque nuestra lectura confronta el artificio de conocer una obra hecha y no acompañarla en su proceso de crecimiento, llevado a cabo en otras editoriales. Parece inevitable para lo que significa la desaparición de las publicaciones independientes en cualquier lugar de Latinoamérica.

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la época de Fotolog. Todo el mundo del under tenía Fotolog. Ahora es distinto, me ha tocado viajar mucho por la poesía y me ayudó mucho Youtube. Hay poemas que, por ejemplo, tienen quince mil vistas. Me pasan cosas rarísimas como que a mi papá hay gente que le habla que conoce a su hijo, hay mucho poder en Youtube. Cuéntanos tus años de formación literaria. Mi relación con la poesía empieza, se interrumpe y vuelve a empezar. Muy chiquito, de niño escribía cuentos, las maestras me felicitaban por mis composiciones escolares, me gustaba leer y me gustaba escribir, si me preguntaban que quería ser de grande yo decía escritor. En la secundaria extravío ese deseo, nunca dejo de ser lector, pero dejo de escribir y pensar que en la literatura estaba mi futuro. Al terminar el colegio caigo en un tiempo perdido para ver qué carrera estudio, a qué me dedico. Tomo un curso en un centro cultural sobre vanguardias artísticas del siglo XX, con la profesora Andi Nachón. Quedo fascinado con el curso, con la chica esta, que se veía muy andrógina, no se sabe si es hombre o mujer, y en la primera clase tampoco lo sé. Me cruzo con un libro de ella en una librería, lo compro, lo leo, me cuesta mucho porque no estoy entrenado en la lectura de poesía pero algo me fascina y me llama la atención. Me vuelvo a vincular con la escritura y decido ser poeta. Comienzo copiándole a ella, su tono, empiezo a pulir mi escritura y ella me introduce a los escritores de los noventa como Daniel Durand.

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LA COMPLEJIDAD DE LO SENCILLO La poesía argentina de la última década del siglo XX mostró una diversidad y calidad estilística importante a partir de editoriales independientes como la mencionada Belleza y Felicidad, Vox -de Bahía Blanca-, delDiego y Eloísa Cartonera. Algunos de los libros más relevantes de esta oleada estética son “Tuca” de Fabián Casas, “Punctum” de Martín Gambarotta, “Zelarayán” de Washington Cucurto y otros que ya fueron editados en la década siguiente, como “Poesía civil” de Sergio Raimondi y “El Estado y él se amaron” de Daniel Durand. Cada uno halla un modo de expresión particular, único, como lo hace desde sus primeros poemas Mariano Blatt, sintetizando sus ◆

“Le robo mucho a los amigos cosas que me parecen divertidas y ocurrentes y voy mezclando; siempre está esa cosa de inspiración que no se sabe cuándo va a ocurrir. Es la vida de los putos, de las noches de Buenos Aires. Mis amigos son djs, fotógrafos, cadetes; mucho puto, podría nombrar miles. Son amigos o son putos de Buenos Aires los que me inspiran.” ◆

antecedentes. Si podemos pensar en la profundidad de la experiencia barrial de Casas como referente de lectura, también podemos detectar a partir de esta edición antológica el modo en que Blatt va configurándose y recreándose como sucede en los otros poetas mencionados antes. Uno de los elementos que destaca en tu poesía es la aparente cotidianidad que posee. No sabría decir cómo sucede. Sí podría decir que me habilitó cierta lectura de la poesía de los noventa, conocer esos poetas me dio ciertos tonos, cierta cotidianidad, siempre con la exigencia que lo cotidiano no sea lo único que caracterice esa escritura. Que parezca sencillo y no lo sea; tiene que haber algo que esté a la vista y no esté a la vista, que llame la atención del oído. En lo cotidiano es más difícil, si es el sonido habitual de la calle y la ciudad, cómo voy a hacer que me escuchen. Ahí está la dificultad de diferenciar un poema de una escritura cotidiana. ¿Por qué decidiste mantener la jerga en tus poemas? Nunca se me había ocurrido hacerlo de otra manera la verdad, solemnizar en la escritura es algo que no representa la forma en que yo hablo y pienso. Tampoco me gustaría que mi poesía fuera coloquial, sino que hay un trabajo sobre la coloquialidad. Hay que ser ocurrente con el lenguaje, como poeta pero también con los amigos, nos emborrachamos y todo el tiempo estamos haciendo chistes que son del lenguaje, haciéndolo equivocar, el error. Es innato, disfruto del lenguaje. ¿Qué zonas de Buenos Aires registra tu poesía? Aparecen referencias geográficas identificables a partir de mis poemas del 2010. Vivo en un barrio de Agronomía, hermoso, alejado de la ciudad. En medio hay un predio de la universidad que es un campo con miniatura, los estudiantes hacen sus trabajos ahí. La mayor parte de mis poemas son de esa zona.

LA LITERATURA DE LOS PUTOS

Blatt en el bar “Tragatón” de Valparaíso.

Blatt dispone la belleza masculina juvenil en un lugar preponderante, los poemas están centrados en relaciones que suceden en la calle con un intercambio de camisetas de fútbol del ascenso o en medio de una fiesta electrónica en la que están drogados. Si la expresión de amor homoerótico antes estaba desplazada a un lugar marginal o ghetto, acá aparece en el barrio después de comprar pan, liberado como lo ha permitido el empuje de las minorías forzando esta contemporaneidad.


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FANTASMITAS (2009) Va Mario Bros caminando con Dr. PacMan por la famosa calle de la realidad y vos sentado en una silla escuchando todo lo que tenés que hacer. Tenés por ejemplo que escribir poemas centrados para que con ellos los chicos puedan construir caños de cobre que esa misma tarde en esa misma calle de la realidad pero un poco más al costado colocan en la plaza y se la pasan haciendo pruebas muy difíciles pero a la vez muy bonitas como el flip slide caño caño o el doble triky sin remera que consiste básicamente en lustrar los caños de cobre con la panza de la tabla (y hacerlo sin remera). Esos caños de cobre lustrados fueron hechos con la misma fibra con la que escribiste poemas centrados. Tenés que escribir además poemas corridos. Estos servirán para abastecer la gran red de energía eléctrica que está al servicio de la ya famosa realidad. El proceso es así: agarran tus poemas corridos

grado cero

dicen esto está mal esto está bien esto no rima esto no está pero lo veo igual (fantasmitas). Una vez que ya se sabe todo esto pasan el poema por una maquinita (es la misma maquinita con la que los chicos hicieron los caños de cobre solo que usada para el otro lado). Entonces de ahí sale energía que se pasa al cableado y así se iluminan las ciudades. La iluminación de las ciudades es una cosa importante aunque no lo parezca. A mí, personalmente me gustan las luces rojas las verdes, las amarillas. Me gustan las luces de mi cabeza cuando están prendidas o cuando están apagadas. Me gustan las luces con efectos. me gustan los chicos con defectos y me gusta que vaya Mario Bros caminando con Dr. PacMan por la famosa calle de la realidad. No me gusta, en cambio tener que escribir poemas torcidos. Pero los poemas torcidos son los que se usan para volver a la corriente. La técnica es así. Como sabíamos uno se venía cayendo de la famosa calle de La realidad, porque esa es una calle resbalosa

además de angosta. Y como sabíamos hay mucha gente caminando por la famosa, angosta y resbalosa calle de la realidad. O sea que es casi imposible no caerse. Pero como sabíamos vos tenías que escribir poemas torcidos que para que se los figuren son como unas cañas de pescar, sólo que torcidas. Y para que se lo figuren Si vos sacás tu caña de pescar y tirás el anzuelo para la calle de la realidad como la caña está torcida, inmediatamente se te traba en un arbolito. Es el arbolito que te trae a la realidad. Abracemos el arbolito. Ahora sentémonos un rato a la sombra del arbolito. Y veamos si queremos cómo los chicos hacen pruebas cada días más hermosas cómo el viento mueve las hojas del arbolito cómo tu chico se saca la remera porque tiene calor y porque tiene lindo cuerpo. Y cómo el mundo sigue dando vueltas un día es de día al otro día es de noche. La gente que hoy conocés mañana ya no la conocés los problemas se hacen chiquitos las civilizaciones se van y tu chico tiene lindo cuerpo y vos tenés una capucha y por ahora todo marcha más o menos bien.

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FRAGMENTO DE COPULACIóN Y FLUIDO

Si bien has descartado que tus poemas sean autobiográficos, hay experiencia vertida allí. Voy integrando la belleza masculina que miro. Por lo general se considera que son biográficos mis poemas. Ojalá lo fueran, es una autobiografía deseada. Le robo mucho a los amigos cosas que me parecen divertidas y ocurrentes y voy mezclando; siempre está esa cosa de inspiración que no se sabe cuándo va a ocurrir. Es la vida de los putos, de las noches de Buenos Aires. Mis amigos son djs, fotógrafos, cadetes; mucho puto, podría nombrar miles. Son amigos o son putos de Buenos Aires los que me inspiran. ¿Qué significa el fútbol para ti? Siempre fui muy fanático del fútbol, siempre sentí mucha fascinación por el deporte pero sobre todo con el contexto que se da en los estadios, dentro de las hinchadas, de las tribunas. Siempre me gustó más cuando las condiciones son más precarias, el fútbol de ascenso, la segunda división, la tercera o la cuarta. Todo ese contexto se vuelve más luminoso para mí, los estadios son más chicos, lo que rodea el estadio es más suburbano, me gusta la competencia y también las imágenes que se ven, los colores, las luces. Un atardecer en una cancha de fútbol, el pasto y demás y por la situación homoerótica que hay en una tribuna; eso de cientos, de miles de hombres alentando a otros veintidós hombres físicamente superdotados, con cuerpos esculturales de futbolistas profesionales. En la tribuna los hombres sin polera, festejando, cantándole a los del frente, amenazando que se van a pelear, toda esa situación me atrae mucho y me parecía muy llamativa y muy hermosa. De todas maneras en estos últimos años

me fui desencantando, la gente en Argentina es muy violenta con el fútbol. Siempre ha habido un folclor del fútbol de la rivalidad, pero que en estos últimos veinte años se convirtió en mafia, en delincuencia, en asesinato, en violencia y esto llevó a que a los estadios argentinos solo van los hinchas locales porque era insostenible la situación por lo costoso del operativo policial, y ningún gobierno se quería hacer cargo que se matara gente en el fútbol. Ya perdió el encanto, no hay nadie a quien gritarle. Quizá me di cuenta que siempre estuvo así, yo idealizaba porque la cancha es machista, de fachos, masculina, exacerbada, es una mierda. Pero siempre hay encanto, los cuerpos de los chicos drogados en cueros sostuvo mi atractivo por el fútbol por mucho tiempo. ¿Te sientes parte de una tradición queer latinoamericana? Ojalá esté en ella. El puto que escribe le encuentra de grande la salvación a cosas que pueden haberte traumado de chico. El destino de escribir cosas da la oportunidad de reivindicar lo puto. Néstor Perlongher y Pedro Lemebel son maestros en eso, en épocas mucho más difíciles que ser puto ahora. Escribir sirve a otros putos para darse valor. Nos podrías contar de De Parado, tu otro proyecto editorial. Son relatos de pornografía gay. Le pedí a amigos que escribieran, algunos son escritores y otros que no. Hace un par de años refloté la editorial y sacamos una novela llamada “Gualicho”. Creo que es un proyecto que puede crecer mucho; no hay necesidad de hacer una editorial de ghetto gay porque hay editoriales con sensibilidad gay, pero es bueno volver al ghetto. Como las páginas de porno gay en las que siempre

Mariano leyendo en FILVA 2017.

había una sección de relatos, y era gente contando cosas como que se juntó con su primo que me encantaban, quiero reflotar ese espíritu.

ESCRITORES ATRAPADOS EN LA RED Hacia el final de “Mi juventud unida” los poemas se convierten en dos versos o caen en la repetición, recurso utilizado transversalmente antes, en textos que asegura seguir escribiendo para siempre. La repetición es como el sonido de la fábrica que adormece al lector para deslumbrarlo cuando cambia, ahondando la escritura. El proceso es de incrustación de elementos fuera de la inspiración o lo interrumpido abre los problemas del escritor en tiempos modernos. Lo que tanto da -Fotolog y

Youtube en este caso- quita cuando el tiempo y el mismo lugar del escritor generan expectativas en los desesperados usuarios de redes sociales, tema que atraviesa la generación. Blatt incluye poemas que describen sus relaciones cuando no existía el celular, un recuerdo que varios aún llevamos con nosotros. ¿Cómo es tu relación con las redes sociales y la exposición pública? No puedo aceptar a más amigos en Facebook. Se dio un fenómeno con mi poesía en Argentina que trascendió y han tenido que reimprimirlo de a mil copias. Me doy cuenta por eso que me escribe gente con Instagram diciendo que no lee poesía pero que le encantó mi escritura. No sé por qué, no soy quién para explicarlo. A la vez tengo la editorial Blatt y Ríos a la que escribe mucha gente para publicar, en un momento eran demasiados mensajes de Facebook, demasiadas invitaciones a leer. No desprecio las lecturas pero bajé mucho mi productividad de escritura en los últimos tres o cuatro años. La gente me invita mucho a leer y ya leí miles de veces los poemas y me cuesta conectarme con ellos. Ya no leo en Buenos Aires. Quiero escribir ahora, no quiero leer. Se me trabó mucho la chispa. Son etapas, aparte tengo treinta y cuatro años, ya tengo una editorial y ya estoy en otra. Estudié una carrera de edición de libros y me dedico a eso. Hago servicios editoriales para otras personas, la editorial misma no nos mantiene. La primera vez que leí en vivo, Damián Ríos me encaró y me dijo que me seguía en Fotolog. El dirigía Interzona con Edgardo Russo. Como él sabía que estudiaba edición me llevó a trabajar. De ahí editamos juntos hace un montón de tiempo.

libres creadores

LARVARIA– ROMINA SANDOVAL ROJAS–EDIT. MODA Y PUEBLO –65 PÁGINAS.

LIBRES CREADORES

e n t r e v i sta

Soy invertebrada, desperté diciendo. Mi cuerpo dentro de la cáscara se puede flexionar en todos los ángulos posibles. En el estado larvario nose nos permitía pensar en el orgasmo, nuestra función sólo era comer y crecer. Al principio quería amar y me enamoraba de todo aquello que pudiera follarme, el orgasmo me hacía llorar, el sexo me hacía pensar en la muerte, no había nada insano en la coreografía humana de la penetración. Los vertebrados pueden amar con los doscientos seis huesos que los componen, la cadera es capaz de resistir la embestida sin desarmarse. El cuerpo de los invertebrados, en cambio, es como una masa poliforme, delicada, incapaz de resistir más de una cópula a la vez. Querías follarme en todos lados, en cada viaje que realizábamos; una vez lo hicimos en el marco de la ventana. Follar en las ventanas es lo más parecido a querer lanzarse por ellas. Queríamos morir, porque amarnos era estar enfermos, mareados, asqueados. Nos costaba tanto. Soy invertebrada, nunca te lo dije. Yo tampoco sabía amar. Sólo sabía follar para no llorar en las noches. He viajado por años en el aire acolchado que se encierra en las fisuras de la pared Me arrastro por el piso de madera con el vestido roto y las pestañas arrancadas de cuajo El suelo huele a humedad Me oculto debajo de la cama

para llorar encima de mi vestido Todos los bicharracos que habitan en los rincones se meten por los pliegues de mi cara Beben agua de mi boca Siembran crías entremedio de mis dedos Nos arrastramos todos juntos invadimos todos los suelos lloramos agua viscosa y de colores Tu especie se parece al desarraigo La enfermedad me hace confundir el alfabeto No puedo nombrarte Tenía tantas ganas de volar sobre tu nariz, tenía tantas ganas de poblarte con mis semillas tenía ganas de construirte un puente entre el jardín y la casa pero me quebré antes de que llegara el norte El frío nos inmoviliza, tenía tantas ganas de estar arriba sobrevolando los cúmulos tenía ganas de habitar un prado verdoso con sonidos de zorzales pero me quebré antes de que llegara el norte Mi carne es una dulce cama para la antropofagia.

DE EL INSECTO NEGRO El monstruo que habita en el espesor de tus células es la pesadilla de las niñas que vagan en el océano. Aunque intentes esconderlo siempre puedo encontrar los dibujos de sus manos. Luces y sombras en una nota arrancada de mi cuaderno, juegos y olvidos en el follaje de la madera. Muerdes tan fuerte pero conmueves con la vulnerabilidad de tu ansia. Podría llorar contigo en infiernos líquidos, cuidarte hasta que crecieras. Aunque intentes esconderlo el insecto negro se hace presente en la sombra, lo proyectas desde la ventana al suelo. Aunque intentes esconderlo en la

SOBRE

LA

AUTORA

Comunicadora audiovisual y fotógrafa. Ha sido incluida en las antologías “Sin nombre ni razón Social”, “Corazones corruptos”y “Madres Carniceras”. Fue finalista de los Juegos Florales y Poéticos de Viña del Mar 2015 y mención honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral 2017, con el cuento “Apuntes sobre fotografía análoga”. "Larvaria" es su primer libro.

fugacidad de un solo ojo abierto y vivo no puedes controlar el espasmo. Un día temo despertar faenada en una cama contigo sonriendo de un lado a otro, como quien cría un cuervo y le regala sus ojos voluntariamente.

DE APUNTES SOBRE EL DESPLAZAMIENTO ¿Cuál es la diferencia entre arrastrarse y caminar? Es fácil situar a los voladores como animales más nobles que aquellos que se desarrollan en el suelo, pero el arrastrarse es aún más castigado en la escala de nobleza. La diferencia radica en el uso de las patas; la larva siempre se arrastra, lo cual limita sus posibilidades de escapar en el caso de que llegue un depredador. Algunos coleópteros pueden correr muy rápido, el escarabajo tigre por ejemplo alcanza la velocidad de cuatrocientos kilómetros por hora siendo uno de los animales más rápidos del planeta. Rastreros Caminantes Voladores Ella utiliza las tres formas de desplazamiento. ✴✴✴


libres creadores

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VIDA DE HOGAR–NAOMI ORELLANA–EDIT. YASNA/TRÍO–44 PÁGINAS. FRAGMENTO DE SáBADOS DE FURIA

Él, enmudeció y se fue al baño. Ella se quedó en su cama, exhausta, con los ojos horribles y con la sensación de haber dicho algo. Intuye que ser esa mujer que se hace cargo sola de todo es una trampa. Él volvió del baño y le dijo: - Te voy a dar plata para que venga una nana los sábados.

Era un sábado como todos. Había empezado como la mayoría: tranquilo, levemente desmoralizante. - Deberías pagar una nana los sábados– dijo ella. El día primaveral, las ganas de salir a pasear y lidiar con ordenar la casa y llevar a los hijos donde quiera que fuese la angustió un poco. Siempre la angustia pero lo supera. - Si me lo hubieras pedido de otra forma, si me hubieras dicho que no tenías plata, quizás. Pero tú cada vez me exiges y me exiges, como si te debiera algo. ¿Dime? ¿Qué te debo? ¿Cuánto te debo? ¡¿Alguna vez te dejaré de pagar?!– dijo él. Ella no supo qué responder. Por primera vez, él la contra argumentaba con sinceridad. No con soberbia. No con egoísmo. Él es… como dice Astrud: “Sabiendo como sabes lo que siempre le hago a la gente ¿cómo pensabas que contigo iba a ser diferente? Es normal que pienses que soy un monstruo porque no he llorado y estoy tan entero, y me dio más pena el último episodio de Friends que lo nuestro, más pena que lo nuestro. Créeme si te digo que no es culpa mía, Que más bien se trata de una minusvalía.” La pregunta la impactó tanto que no tuvo tiempo de pensar. Luego, vinieron varios minutos de discusión errática, de palabras que pasan a gritos, pero sobre todo a garabatos. Esos momentos en que se pierde la razón y la educación. A ella le gusta perder la educación: - ¿O sea que si te hubiera chupado el pico y te hubiera pedido plata pa’ una nana, me habríai dicho que sí?– le gritó. - No se trata de eso– dijo él, avergonzado. Era una rabia, ella sabía, histórica. Con los ojos hinchados, le dijo: - Es cierto que yo también salgo, a veces. Es cierto que veo mucho a mis amigos, porque los necesito. Es cierto que salí ayer y antes de ayer. Pero cuando lo hago siempre es una situación incómoda, una excepción. Para ti no. No es tu deber ir a buscar a los niños. Si yo salgo, asumo que se van a alimentar de pizza y no puedo contar con que se acuesten temprano. Si yo salgo, significa que dejé de cuidarlos. Si tú sales, significa que sales. No necesitas avisar o dar explicaciones. No me gusta la policía. Tu libertad es una institución, es intocable, la mía, por todos lados –le dijo– se puede violar.

ENTRE PARÉNTESIS Cuando hablo de “hombre” y “mujer” me refiero a las categorías culturalmente impuestas y usadas para denominar ya no solo el sexo o el género de una persona, sino más bien para determinar el rol que cumple cada sujeto, según su entrepierna, en una pareja, por cierto, heterosexual. Estos roles, pese a entrar en crisis constantemente y haber mutado en los últimos 50 años, no han sucumbido en sus pilares fundamentales. Al menos así es en mi caso y a mi alrededor. No es en el voto, no es en el acceso al trabajo. La libertad está en juego en la casa. Votamos, vamos a la universidad, trabajamos, no nos llenamos de hijos. En eso se podrían resumir los avances del feminismo que llegó al sur. Vamos a la universidad, varias logran carreras exitosas, con y sin comillas, y tomamos anticonceptivos. Pero todavía debemos (y queremos) “formar familia”, y es en ese lugar donde emerge, por oposición y de la manera más brutal, la inequidad de ambos sexos.

grado cero

SOBRE

LA

AUTORA

Periodista fundadora de la editorial y revista Yasna. Formó parte de la publicación “Ignacio Agüero, dos o tres cosas que sabemos de él”, editado por la Universidad Autónoma de México. "Vida de Hogar" es su primer libro.

PASEO FAMILIAR La familia va en el auto familiar a visitar a la familia de él. Ayer, él le dijo que no era necesario que viniera, que podía venir solo con los niños. Ella visualizó un domingo de paz que sabía que no iba a ocurrir. En la mañana, él insinuó: - ¿Y nos vas a dejar ir solos? Los chicos lo habían entendido perfectamente. - Son su familia y la del papá, no la mía– les dijo ella. Les hizo sentido. A él no. Se levantó rauda asumiendo el panorama: bañar a los chicos, hacer las camas, limpiar la cocina y a sí misma. Para ella, llegar y que esté la casa ordenada, es el equivalente a la felicidad. Para él, dejar de hacer lo que está haciendo por deberes familiares es una ofensa. Hacer el trabajo y soportar la tensión de una salida familiar exige de ella toda su inteligencia. No siempre lo logra. Él hace un comentario cruel antes de subir al auto. Se suben en silencio. El auto avanza. Ella decide no ignorar lo que acaba de decir. En silencio se oye a sí misma “No des razones. Las razones solo hacen más profundas las diferencias”. - ¡Me da más rabia que la chucha que me digas que ni siquiera quedó tan ordenada la hueá, porque tú soy un flojo culiao!– le gritó. Él se enchucha, la echa del auto. Ella no se baja. Dijo lo que quería decir, sin argumentos, ni una hueá. Se sintió aliviada. Él siguió provocándola. Sabe que hay un lugar en que ella pierde el control y sabe cómo llevarla hasta ahí. Siguió: - No entiendo por qué yo tengo que pagar todo y tu nada– y bla, bla, bla, bla. - No te voy a contestar, porque tú sabes dónde nos lleva esto– le contestó calmada. Estoy evitando que lleguemos a ese punto. Es el momento de evitarlo y tú no lo estás haciendo. - No me importa– sentenció él, con cara de conchesumadre. Ella lo mira y le dice: - No te voy a responder, porque en ese lugar la que pierde soy yo. Fin de la conversación. Dos cuadras más allá, él se desquita pegándole combos a la bocina del auto que por suerte estaba mala. ✴✴✴

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ANTEDÓN– FELIPE AICHELE– EDIT. LA CALABAZA DEL DIABLO–111 PÁGINAS. FRAGMENTO DE ANTEDóN Quizá a qué hora, ya de noche, puede o tiene que pararse y pasar, siguiendo al carabinero Órdenes, hacia los interiores de la comisaría. Nunca ha estado en un lugar de esos, así que le resulta una experiencia un poco pobre. Ve unos escritorios y pantallas, y en la pared unas fotos de famosos; unas sillas que deben tener olor a peo; una tabla de Actividades y Actitudes Terroristas ilustrada con ingenio; artefactos menores cuya función se le escapa: todo con el aspecto sobado que le da la iluminación especial. Llegan a una puerta que tiene unas rendijas por donde se cuela aire con olor a electrodoméstico caliente, y una plaquita que instruye sobre cómo no pasar. El carabinero Órdenes saca un manojo de llaves complicado, con unos dados como llavero. La llave que toma es muy precisa, negro mate y cromado; en la cerradura hace un chlak

que inspira confianza, la puerta se abre sin más ruido. Con un solo gesto armonioso, el carabinero ha cerrado la puerta, se ha metido las llaves en el bolsillo y ha prendido la luz de una oficina que tiene un aire apenas aspirado por las máquinas, tan nuevo que no se atreve a iluminarse de inmediato. El recinto, de tono verde tiza, está presidido por las máquinas de respaldo, que mantienen esa presencia humana de leds y ventiladores y etiquetas internas tapadas con polvo. El resto son estantes baratos pero barnizados donde late una comisaría en miniatura, lista para ser plantada cuando alguno de los oficiales se independice. Cientos de cajitas con artículos de escritorio, reconocibles y no, y útiles profesionales de formas novedosas. Un botiquín hecho y pintado a mano, sillas que se encuentran de vacaciones, una camilla con una esquina ajada, una mesa con turros de material de propaganda y un juego de té, uniformes de repuesto y los elementos para su cuidado, los repuestos para esos elementos. Se trata de un rincón encantador. El carabinero R. Órdenes pone a Antedón parado junto a la camilla, extrae de un cajón tres cajitas y un estuche, y otra cajita debajo del espejo. De cada cajita saca un frasco, y deja todo en la bandeja de la camilla. Ahí encima se sienta y se quita la ropa de la cintura para abajo, dejándose puestos los calcetines. El pene semierecto tiene proporciones que recuerdan una papa, y un olor caldoso como el de las sillas, mezclado con desinfectante pino fresh. Se alarga un poco y muestra la cabeza viscosa cuando R. Órdenes aspira del contenido del frasco de aluminio. El blanco de los ojos se le pone azulejado. –La lengua, –y le aplica a Antedón tres gotas del segundo frasco, que le adormecen la boca. Las gotas tienen sabor a jugo rojo. –Aspirando, –le pone en la nariz la boquilla del frasco de aluminio, y a Antedón le viene energía y entusiasmo por hacer lo que sea, pero pronto. “Lo que sea” incluye desde arreglarse los cordones de los zapatos hasta cantar Feliz Cumpleaños; el “lo que sea” inmediato es meterse en la boca el pene del carabinero. Lo hace, pues, con entusiasmo y energía, durante un tiempo largo determinado por las manos de R. Órdenes, que le toma la cabeza y se la mueve. Entre el jale y las gotas, el asunto le produce sensaciones no muy concluyentes. Del uniformado van cayéndole en el pelo frases interjeccionales como xupala rico waxito, dale gatito ke te kiero aserte tomar lexe, y respiraciones como de cuando uno se echa agua oxigenada en una herida.

libres creadores

SOBRE

EL

AUTOR

Estudió literatura y fue antologado en "Lenguas. Dieciocho jóvenes cuentistas chilenos" (JC Sáez editor). Es fundador de CuentaCartón. "Antedón" es su primera novela.

Todos esos ruidos Antedón ya los conoce de algunas vistas que le había mostrado en la pantalla su red favorita, Xgl0o, el día anterior, el mes anterior, el siglo pasado. Después de un rato, el carabinero le dejó la boca tranquila, pero le bajó los pantalones y lo hizo sentarse en una especie de lavatorio con flexible de agua. La oficina estaba realmente muy bien planeada. Del estuche, que se abría con una cremallera de dientes gruesos, saca un enema. Lo rellena con agua tibia, y le rellena de agua el culo a Antedón, sin avisarle. Después le dice ‘aguantando’, y aprovecha la pausa para aspirar otro poco. Antedón no ha comido nada desde el desayuno y toda esa agua dentro le da una ilusión de saciedad. R. Órdenes lo pone acostado de espalda y piernas arriba, para verlo expulsando el agua limpia en una chata de melamina color piel. Tal parece que la perspectiva le causa gran regocijo, porque la papa se le ha vuelto a transformar en verga. Del frasco sin usar saca un poco de gel y lo unta en el ano de Antedón. A él se le adormece de manera análoga a como tiene la boca en este momento, con poco esfuerzo puede imaginar y sentir que tiene una lengua en el culo, una lengua tan (o tan poco) sensible como la que adorna el extremo superior (en este instante, inferior) del tubo digestivo. Con movimiento no digamos nervioso sino súbito, el carabinero ha puesto la verga en la entrada y se ha echado a la boca el cosmético de uso oral, el frasco que estaba debajo del espejo. Empuja un par de veces y pone cara de concentración, y se ruboriza. El rubor distribuye el agente cosmético, y mientras más empuja, más se le vuelve la cara color verdigrís definido. En partes menos irrigadas, como los laterales de los muslos, apenas se le satura el gris sucio con que ha enfrentado la jornada laboral. El pene, que ha asumido proporciones cucurbitáceas, ahora es de un verde oscuro, acerado, al que le arrancan destellos bruñidos los fluorescentes verdosos del techo. Por último, esa tonalidad se expande por todo el cuerpo, y la cara es como una estatua turnia. El olor del cosmético, que reemplaza al de water perfumado de hace pocos minutos, le completa a Antedón la sensación de que un objeto lujoso se está apoderando de su ano. Para una persona común y corriente, con derecho a voto, sería un descubrimiento imposible, y también insoportable: que los agentes del orden ostenten su tono de piel característico no por culpa de las vicisitudes de su labor abnegada, sino merced a un colorante de aplicación oral. Dentro de alguna de las carnes ahora inhumanas de Antedón se incuba la satisfacción por las posibilidades infinitas de su nuevo estado. Ver al carabinero después de irse renueva cierta fe perdida en las películas de acción: un carabinero de la 4ª Comisaría Complejo Agroprodex sí puede tener ese aspecto acerado. De repente hasta le dura más de dos semanas. ✴✴✴


r e p o rta j e

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grado cero

cuadro de tiza, barba de abejas y fadel & fadel

OTRA MATERIALIDAD ES POSIBLE: TRES CAMINOS ALTERNATIVOS AL LIBRO

Plaquett de poesía editados por Cuadro de Tiza.

“El objeto heroico y Fernand Lëger” de Kenneth Rexroth, parte de la colección Poets on painters de Fadel & Fadel.

marzo • 2018

hablando, es tan atractivo como estratégico que un mismo texto pueda tener hasta 4 formas de estar en el mundo y precios diferentes dependiendo de si la encuadernación es rústica, cartoné, entelada o especial. ¿Cuántas editoriales industriales pueden hacer algo así? Muy pocas. ¿A cuántas les interesaría hacerlo? A unas pocas. La industria en este sentido, y sobre todo cuando uno es pequeño y el presupuesto es acorde a la microestructura, es limitante. Desde ya que el diseño editorial ayuda, pero se queda en las dos dimensiones. La encuadernación es el 3D de la edición, una gran herramienta para construir valor y marca editorial identitaria. Después está también la dimensión de producción: es más barato (aunque requiere de más trabajo) hacer una edición de unos pocos ejemplares y reimprimir por demanda. Por último, es una buena forma de ganar visibilidad. Y ya en un plano estrictamente muy personal: porque disfruto haciendo libros tanto como disfruto escribiéndolos y traduciéndolos.

“¿Son mis parámetros los mismos para todos los editores? Claro que no: yo soy de clase media sin hipotecas ni deudas que pagar, vivo en pareja y tenemos dos hijos, no soy una persona ambiciosa en cuanto a lo material, etc. Lo que yo quise desde el principio, entonces, era poder vivir con la editorial, no de la editorial.”

Sí que da. No soy sólo editor; soy editor, autor, traductor, diseñador, ilustrador, corrector, impresor, encuadernador, distribuidor y vendedor. Un autor en un sentido muy amplio, digamos. Después, la dinámica de que las tiradas o ediciones sean de a 50 ejemplares tiene que ver con racionalizar la oferta, y además es una de las estrategias de las microeditoriales para poder mantener siempre disponibles los libros del catálogo gracias a la manera en que imprimimos, encuadernamos y publicamos. La industria editorial publica mucho y juega perversamente a desaparecer (y depreciar) los libros: la edición artesanal publica “poco” pero sabe esperar a los lectores que indefectiblemente llegarán “tarde”. Por último: ¿Son mis parámetros los mismos para todos los editores? Claro que no: yo soy de clase media sin hipotecas ni deudas que pagar, vivo en pareja y tenemos dos hijos, no soy una persona ambiciosa en cuanto a lo material, etc. Lo que yo quise desde el principio, entonces, era poder vivir con la editorial, no de la editorial. Para poder disfrutar de esa libertad hice que Barba de Abejas no fuera mi única fuente de ingresos: soy docente, doy talleres y escribo algún que otro texto a pedido de vez en cuando; todas cosas que, por el momento y por fortuna, todavía me interesa mantener como parte de mi rutina.

No los gestiono. Por un lado está la cuestión herzogiana del “derecho natural”, esa anécdota en la que cuenta que tuvo que robar una cámara para poder filmar su primera película. La mitad del catálogo de Barba de Abejas está integrada por textos nunca antes traducidos, o bien por nuevas traducciones, de autores clásicos (todos “caídos” en el dominio público), mientras que en la otra mitad son mayoría los textos nunca traducidos de autores con copyright vigente, algunos de ellos relativamente desconocidos y otros bastante reconocidos. Estos últimos, los autores del subgrupo “reconocidos-con copyright vigente-textos nunca traducidos”, son quizás el caso problemático (aunque no tanto como un subgrupo que no existe en Barba de Abejas: “reconocidos -con copyright vigente- textos muy conocidos/traducidos”); pero lo que ocurre es que yo publico un material inédito en nuestra lengua, y por lo tanto no hay “conflicto” de intereses con editores que tengan “los derechos” para traducir y publicar esos mismos textos, o incluso toda la obra de un determinado autor.

CUADRO DE TIZA / JULIETA MARCHANT

fue de los primeros poetas que publicaron, y Víctor Ibarra, traductor y doctorado en filosofía.

VIVIR DE LA EDICIÓN

Libros de empaste entelado de editorial Barba de Abejas.

La crisis argentina de comienzos de siglo trajo una innovación editorial: las cartoneras, que replicadas en distintos lugares del mundo se convirtieron en una alternativa de circulación y de fabricación para el libro fuera del formato tradicional. Pero por desgaste o creatividad, se comenzaron a crear en Chile y Argentina otros tipos de modelos para la edición independiente.

Por Cristóbal Gaete

S

i tomásemos cualquier edición independiente y la comparamos con una transnacional, en el mayor de los casos no hallaríamos diferencias sustanciales en su materialidad o encuadernado. La entronización de la vista como sentido capitalista ha hecho que los autores quieran estar termolaminados, que las editoriales sin importar tamaño busquen un posicionamiento de marcas con producciones seriadas. Algunas independientes se han apropiado del formato interviniéndolo, casi reventándolo a partir del talento en el diseño, otras han hecho evidente lo precario de la imitación. Hoy destacamos a tres que hallaron su propio camino dentro del espacio cotidiano, en la

voz de sus editores. Perfectamente podrían haberlos reemplazado proyectos como Belleza y Felicidad -Argentina- o Hebra -Chile-.

BARBA DE ABEJAS / ERIC SHIERLOH Es uno de los proyectos argentinos más llamativos bajo la perspectiva de fabricaciones alternativas al libro. Considera tiraje de cincuenta ejemplares en primera edición manufacturadas por el traductor y poeta Eric Shierloh, reimprimibles por demanda. Él ha rememorado en varias entrevistas que

todo comenzó cuando se le comenzó a acumular el material correspondiente a traducciones y se dio cuenta que si no lo hacía él mismo no iban a ser publicadas. Pero la editorial ha superado largamente publicar solo las traducciones de Shierloh pues se ha convertido en un lugar que acoge libros nuevos y traducciones de otros. Aquí sus conceptos. La dinámica que tiene hoy en día Barba de Abejas es la que tendrá mientras tenga fuerzas y ganas para seguir. Porque resulta que cuando todo el trabajo se va a hacer a mano, y lo va a hacer uno mismo, y en un taller diminuto de la casa familiar, y no se necesita ni pretende

LA PRODUCCIÓN

autoexplotarse, entonces no es muy difícil visualizar un horizonte en el tiempo de desarrollo de un proyecto, sea de la naturaleza que sea: Barba de Abejas puede publicar unos mil ejemplares al año, quizás un poco más, pero no muchos más. Los lectores son los que deciden qué títulos integrarán esa cantidad de ejemplares. No creo de ningún modo en los grandes éxitos, sino más bien en las pequeñas conquistas o aventuras. FORMATO Me interesa la librodiver-

sidad, es decir, la diversidad aplicada a la materialidad de los libros. También la dimensión plástica de una obra en sí misma que soporta y potencia otra obra; y, comercialmente

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Cuadro de Tiza Ediciones, sello de plaquettes que se ha convertido en una marca en la edición literaria chilena independiente, cuenta con un catálogo de más de sesenta títulos de poesía, ensayo y traducciones e incentiva la circulación y la desmitificación de los altos costos asociados a la calidad. Su editora y fundadora, la poeta Julieta Marchant, rememora la primera etapa de la editorial, con sus entonces compañeras Luz María Astudillo y Alexia Caratazos, y la de su equipo actual, conformado por Nicolás Labarca, que

–Eric Schierloh, Barba de Abejas–

TRADUCCIÓN Y DERECHOS

r e p o rta j e

las ventas en librerías representan el 25%. Esto se debe a una imposibilidad y a una elección personal: al producir poco no hay forma de consignar el material, por lo que las librerías tienen que comprar los libros “en firme” (como se estilaba antiguamente, por cierto, algo que ayudaba a que las librerías se diferenciaran unas de otras por sus inesperados y nunca idénticos “fondos editoriales”); pero además: ¿cuál es el sentido de que todos los libros estén disponibles en todas las librerías? Eso es una fantasía (incluso el fantasma de una fantasía digital), y una pesadilla claramente industrial, además. El grueso de los libros artesanales circula en las ferias independientes, en presentaciones y lecturas y mediante la venta directa con envío por correo postal. Yo diría que el libro industrial tradicional tiene un mercado anónimo, de “rotación” rápida y fugaz, de naturaleza caníbal, y fuertemente tercerizado y mediatizado, mientras que el libro artesanal tiene circuitos de relaciones interpersonales, es lento pero sostenido, de una naturaleza y dimensión fuertemente humanas y que se da en estricta primera persona (de autores y editores, sobre todo). Yo trabajo con unas muy pocas y siempre pequeñísimas librerías independientes de la Argentina, tanto de Buenos Aires como del interior del país, y con relativa continuidad los libros llegan también a Chile (Santiago, y ahora también Valparaíso y Limache), Perú y Costa Rica. Lo importante para mí es que circula la cantidad de libros que hacen posible continuar con el proyecto en sus propios términos originales, pagar a los autores/traductores una suma acorde y seguir creando espacio para poder pensar nuevos libros y proyectos (formatos,

Es evidente que las librerías no son el circuito principal de circulación y venta de los libros artesanales, aunque es importante: en el caso de Barba de Abejas

colecciones, coediciones, pero también otros caminos artísticos). Me gusta la palabra evolución, así como detesto la palabra progreso en estos casos, aunque yo hablaría más bien de momentos. La historia de la edición artesanal más o menos reciente en la Argentina, un tema que estoy investigando (el proyecto se llama Editoraa: http://editoraa. tumblr.com), tiene 4 ó 5 momentos, el último de los cuales es la aparición del libro cartonero hacia comienzos del siglo xxi (o el anteúltimo, mejor dicho: el último y actual sería el de la aparición, en la segunda década, de una buena cantidad de editoriales artesanales con aportes más significativos en cuanto a encuadernación y traducción y con mayor presencia en librerías). Ahora bien, a comienzos de esta década, cuando yo inicié el proyecto editorial, lo cartonero no encarnaba lo que yo quería hacer, porque el libro cartonero, a grandes rasgos, tiene un grado bajo de encuadernación (es un libro ligero, algo fugaz, muy contemporáneo), así como una edición para bibliofilia tiene un grado definitivamente alto (cuando no el máximo y se trata, directamente, de un ejemplar único). Yo quería lograr un equilibro, un libro artesanal que, al decir de Richard Sennett, se pudiera serializar mediante el oficio sin que perdiera algo del aura de un original: hecho a mano, numerado, intervenido, anclado a la fecha de su hechura, un libro denso en sus capacidades de significación. Mi aventura en todo caso tiene que ver con poder continuar ese camino, y ojalá que también con ser de utilidad para que otros le puedan dar su propia vuelta de tuerca al ecosistema del libro. CARTÓN

LIBRERÍAS

Hace años empecé a hacer una carrera “tradicional” de editora y mucha gente me decía que era hora de que Cuadro de Tiza publicara libros. Hay una especie de rechazo por formatos distintos al libro, bastardos que por ejemplo quedan fuera de los premios porque no tienen categoría. Frente a esa resistencia, nosotros generamos más resistencia y es lo que nos mantiene, lo que nos fuerza a pensar un discurso en torno a los formatos. No queremos publicar libros, y es muy difícil que nuestra postura se

PLAQUETTE

Colofón numerado a mano de editorial Barba de abejas.

desestructure, porque tenemos un discurso elaborado, una reflexión. En nuestro caso, definimos la plaquette así: una publicación sin lomo, encuadernada con corchetes, impresa y no fotocopiada, de entre 32 y 36 páginas como límite, a pesar de que tenemos algunas que se pasan. Nos interesa ennoblecer el formato, poner a disposición una publicación precaria económicamente hablando, sin que esa economía desestime la calidad. PROYECCIÓN Al principio no le veía ninORIGINAL guna proyección. Y ahora

llevamos ocho años. Partimos sin saber cómo hacer libros, no sabíamos cómo montarlos, no teníamos

ninguna capacidad económica, y la plaquette fue la alternativa. Empezamos haciendo cincuenta ejemplares, que era lo que podíamos producir a mano, en casa. Y lo organizamos así: tres lanzamientos al año de tres autores y que esos tres autores estuvieran mezclados entre autores chilenos consagrados, autores jóvenes o inéditos y un extranjero. Ahora me imagino a los ochenta años haciendo plaquettes con Nico y Víctor al lado, no me cabe duda de que eso va a pasar. Cuando cambió el equipo, tomamos un taller de diseño con Nicolás Sagredo para armar un formato nuevo, un logo, todo de nuevo.

FORMATOS


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grado cero

para hacer una página web con carrito a nivel nacional. En ella empezamos a liberar plaquettes que hicimos a mano y que no vamos a reimprimir porque no tenemos tiempo, en pdf gratis para que todo el mundo las tenga. Todas se van a liberar a medida que alcancen su cuota máxima, en general llegamos a los 500 ejemplares, ese es nuestro tope ideal. Cuando las plaquettes salen por fondos imprimimos 500, y cuando no imprimimos 300 y después 300 o 200 más. Uno hace todo, arma catálogo, va a la imprenta, edita, diseña. Eso me parece muy bueno como escuela de formación. Uno aprende a hacer de todo si tiene voluntad, tiempo e incluso espíritu. Aunque hay gente que toma el camino más corto y eso se ve harto. Endiosar el mundo de la edición independiente me parece extraño y es algo que hacemos entre nosotros mismos. A mí me pasó trabajando en la Cooperativa de Editores de la Furia; desde afuera se veía una organización estructurada, que tenía ciertos lugares de diálogo, pero llegábamos siempre los mismos diez o doce editores. A mí me interesa la resistencia como un relampagueo energético que te despierta. Y en la edición independiente, como en un curso, están los porros, los talentosos, los mateos y están los que no tienen ningún talento que, por lo mismo, se esfuerzan tres veces más. Me cuesta pensar la edición independiente como una unidad, hay mucha textura que se pierde y se borran los problemas. EDICIÓN INDEPENDIENTE CHILENA

Portadas de plaquetts de Cuadro de Tiza diseñadas por Nicolás Sagredo.

Porque los precios en imprenta empezaron a subir y nosotros vendíamos cada ejemplar a $1.000 y nos estaba saliendo $1.001 el ejemplar al costo. Hablamos con la imprenta y cambiamos la medida y la cartulina de la tapa para abaratar. Si solo tirábamos la misma plaquette algo más chica se iba a notar que era un cambio meramente económico y, por lo mismo, decidimos reformular todo; no queríamos perder la nobleza que le habíamos dado al formato. En la última sesión del taller, Sagredo dijo que era mejor que él hiciera las tapas, que creía en el proyecto. De ahí en adelante, hicimos todo en imprenta, pero quisimos dejar algo manual, que conservara el origen artesanal de la editorial. Y eso fue el logo, que lo hacemos con un timbre antiguo, un timbre seco. Las timbramos una a una. Nos dimos cuenta de que si hacíamos un trabajo pensado, una colección elaborada en términos críticos, de calidad escritural y estética, podíamos dar vuelta al lector. Lo que pasa es que en muchas editoriales uno se sienta a que la gente vaya a buscar el libro, uno lo tuitea, lo postea y espera. En nuestro caso, generamos un público lector: van a buscar la editorial en ferias, aunque no sepan muy bien las novedades que estamos publicando, confían en nuestro criterio; hay algunos fetichistas que llevan una lista de las plaquettes que les faltan. No porque seamos una marca, sino porque Cuadro de Tiza generó una comunidad de lectores. Es un proyecto que funciona con afectos y confianza; lamentablemente para que sea así hemos tenido que sacar la plata de la ecuación, pues nadie, ni autores, ni editores, ni el diseñador cobran. Y afecto con los lectores cercanos incluso, que no son pocos, que quedan impactados de que las plaquettes sigan costando mil pesos y que ven en eso un esfuerzo. COMUNIDAD DE LECTORES

Nosotros hacemos un formato sobrio en un país triste. Las editoriales cartoneras son mucho más para Argentina, México, y eso tiene que ver con lo que el ojo soporta. Nuestro ojo soporta poco carnaval, poco color. En México una cartonera parece lógico con la exuberancia. Nuestro país es más bien gris.

Carlos Soto Román calculó que el 25% de nuestras plaquettes eran traducciones. Tenemos traducciones del alemán, del francés, del griego, del árabe, del inglés. Me encantaría el chino. Cuadro de Tiza es un buen lugar para acoger traducciones y las trabajamos mucho, línea a línea. La plaquette permite un nivel de detalle que el libro no. Trabajamos la plaquette de Anne Carson dos meses, una vez a la semana, en reuniones de cinco horas en que íbamos entregando por partes. En el caso de la filosofía, solemos asesorarnos porque esas traducciones exigen saber cómo trasladar ciertos conceptos al español. TRADUCCIONES

Ya hicimos el trabajo de ir por ferias del libro regionales por capital simbólico. Fui a una feria en Isla Negra y vendimos seis ejemplares, pero ya no lo hacemos. Internet de alguna manera sí puede cubrir ciertas carencias en cuanto a no estar en ferias regionales. El año antepasado nos ganamos un fondo

CUADRODETIZA.CL

Lo que pasó es que los precios bajaron tanto que todos podemos hacer una editorial, los libros cuestan muy poco en términos de hechura. Una persona que tenga ochenta lucas puede hacer un tiraje en impresión digital sin problemas. Es la proliferación al infinito. Lo difícil es armar un catálogo, darle una continuidad. Y ahí aparecen los problemas. IMPRESIÓN DIGITAL

Siempre pienso la edición y la escritura en términos de ensayo. La autoexigencia de pensar el mundo como medios y fines te lleva a una sensación de fracaso o, lo que es peor, de exitismo, lo que colisiona con el pensamiento. Lo traba. Si no tuviera Cuadro de Tiza, creo, no podría haber seguido escribiendo. VOCACIÓN

Una chica que fue alumna mía en la Universidad Diego Portales comentó en Facebook el caso de su violación. Ahí decía que lo más curioso es que a este poeta lo editan mujeres. Empecé a pensar qué mujeres editamos poesía en Santiago y me parece que, como mucho, somos cinco. Cuando armamos la editorial con Luz María Astudillo y Alexia Caratazos, pasamos por la 2da Furia del Libro y todos los editores eran hombres, si había una mujer era la polola, la mujer de, etc. Pareciera a veces que hombres leen a hombres, como si hubiera una especie de rechazo. Y no lo pienso en términos de emotividad sino en términos filosóficos y también en una especie de imaginario; la lectura del mundo en términos subjetivos, lo que la poesía demuestra, a diferencia de lo que sucede en la ficción. Cómo los hombres deciden mostrar a sus semejantes. Yo leo tanto a hombres como a mujeres y me relaciono con dos editores hombres, que, en este sentido, son excepcionales. Si en el momento que armamos el catálogo, sin darnos cuenta hay una preeminencia de autores hombres, a veces no soy yo la que dice algo sino ellos. Están muy atentos a ese punto. La poesía de mujeres que se está haciendo es extraordinaria y justamente porque se nos exige mucho más en términos de pensamiento que a ustedes, que tienen un espacio liberado, un privilegio que nosotras no tenemos. El machismo que sufrí cuando comencé a editar el 2009 no es el mismo que sufrí el 2017, pero eso es algo que he construido, no algo que me dieron. MACHISMO EN LA LITERATURA

CARTONERAS

Julieta Marchant en FILVA 2017.

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FADEL & FADEL / TOMÁS FADEL

Todos los equipos para hacer libros los tiene el poeta y traductor Tomás Fadel, y en el sitio que muestra el catálogo de producción se puede ver el proceso en su totalidad material, llevado a cabo en un video que, por supuesto, se extiende razonablemente pero no refleja el trabajo real depositado en cada objeto. Fadel comenzó a trabajar con Daniel Durand y Matías Heer en la Editorial Chapita el 2010, para posteriormente crear esta “Casa editorial” unipersonal tras la partida de sus ex compañeros de Argentina. El catálogo de Fadel & Fadel tiene distribución nacional. PROYECCIÓN Hacer libros es una mecáORIGINAL nica en mi vida, y cuando

empecé Fadel & Fadel creo que no tenía ninguna proyección clara, más allá de mi frecuente ambición general. Hago los libros que quiero, desde 1 a 200, promediando en 100. Y si se acaban generalmente vuelvo a imprimir.

TIRAJE

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Los equipos de imprenta pertenecen al Taller Chapita, donde me formé como impresor y son la mayoría compras que Daniel Durand hizo a lo largo de su vida; salvo las últimas máquinas que adquirimos juntos. Y las conseguimos como se consigue todo: comprándolas.

EQUIPAMIENTO

Se venden, cada vez más, lo cual me sorprende. Para el librero, tener un "panfleto" o "librito" que se esconde y adapta sus formas, a veces "dañándose", no es algo agradable. Y el librero es el primer amigo del libro. Son muy bien recibidos, creo yo, porque no tienen precios pretenciosos, y ofrecen diseño e idea no sólo a gente del arte o a lectores de poesía. Los puede leer cualquiera.

r e p o rta j e / i n i c i c i at i vas

FORMATO TRADICIONAL DEL LIBRO

No pensé nunca en competir con el formato tradicional. Aunque siento que en el fondo ya estamos compitiendo.

LIBRERÍAS

La Furia del libro fue inesperadamente exitosa. No es que esperara poco, pero volví prácticamente sin libros. Y lo mismo en Valpo, donde además pudimos dejar libros en Concreto Azul. Que una librería pequeña confíe en nuestros libros es realmente satisfactorio.

EXPERIENCIA EN CHILE

FABRICACIÓN DEL LIBRO

Bueno, yo no empecé con esto. Me gusta la vieja historia en la que la computadora e impresora hogareña llegan a las casas, al acceso popular, en la época de Menem, y eso hace arrancar con todo la maquinaria de la autoedición y la fanzinofilia; como una especie de contracultura. Tiendo a pensar que es la naturaleza del hombre hacer cosas, herramientas, moldes; debería tener que ver con eso. No creo que sea una evolución del cartonerismo. De hecho, Cucurto publicó su primer libro por delDiego. O sea que CARTONERAS

Colección Poets on painters de Fadel & Fadel.

Cucurto empezó, diez años antes, medio como empecé yo, ponele. En ese sentido seríamos evoluciones de delDiego, pero tampoco creo que sea así. Prefiero verlo como esporas y/o guascasos de una idea mayor que responde a necesidades de edición. La Cartonera tiene un concepto general que nace en un contexto y dio mucho resultado en varios aspectos. Si te referís a la parte de la manufactura del libro, hay cartoneras más esmeradas que otras y con distintos matices (estas serían quizás “evoluciones” de la cartonera “original”).

ta l l e r d e l l i b r o

C O OPERAT I VI SMO E N C ON C EPC IÓN En un segundo piso de calle Carrera se halla este enclave de edición independiente de la zona sur, generando lecturas y manufactura para su editorial propia y otras iniciativas. ¿Cómo se gestiona o mantiene el espacio? El Taller del libro es un lugar de trabajo, lo principal es la manufactura de libros y servicios de impresiones en general. El financiamiento proviene en gran medida de este trabajo. No obstante, muchas veces se deben realizar jornadas solidarias que ayuden en parte a pagar los gastos que el espacio involucra. ¿Quién conforma el equipo de taller del libro? Actualmente somos dos personas que trabajamos en tiempo completo, Juvenal Carreño y yo, Arnolfo Cid, y de acuerdo a distintas instancias de trabajo que convergen en el taller al menos hay otras cuatro personas que colaboran con nosotros. ¿Qué libros están fabricando? Taller del libro cuenta con su propio sello editorial y además manufactura libros tanto para algunas editoriales independientes como también a cualquier persona en particular. Como ediciones Taller del libro hemos publicado a escritores y poetas como Elisa Monti con “Natre”, la “Antología poética” de Juan Carreño, “Cerrología” de Samuel Castillo, mi libro de cuentos “Perversiones en

Proceso de producción de ejemplares en el Taller del Libro.

la ciudad” y “Poesía para antes de tirar la cadena”. También hay una la línea de trabajos políticos e investigaciones, además de publicaciones de diversos talleres de poesía realizados por Taller del libro. ¿Para qué editoriales manufacturan? Ediciones Mujeres de Puño y Letra (“Transmutaciones”, Amanda Varín; “Eva y sus cuadernos de gestos”, María

Rivera); Editorial Alto Horno (“Reconversión”, Daniela Guerrero), Poetikal Art Delicti (“Hilacha”, Jorge Ojeda; “Ad Mapu constituyente”, David Aniñir); Editorial Lenguas Negras (“El Weichafe”, Francisco Muñoz; “Miradas”, Alan González). ¿Cuál es su visión actual de la literatura en Concepción? Se instaló en los últimos años un nuevo concepto en la forma de entender

I N I C I A T I V A S

la fabricación de un libro, donde editoriales y personas en general se han dedicado a aprender y perfeccionar este oficio. Eso ha llevado a que muchos escritores logren publicar de forma independiente, que de alguna forma dialogan con aquel mundo dependiente de las instituciones y fondos concursables. Se percibe aún la indiferencia de algunos círculos tradicionales y herméticos que realizan una apropiación selecta y clásica de lo pueden concebir como literatura, pero se siente y se respira un nuevo movimiento que trae consigo nuevas formas y que viene para quedarse. Aparte se han generado espacios como la Feria del libro independiente local, ¿cómo fue esa experiencia? Taller del libro es parte de la Cooperativa de editoriales independientes Fío Fío, quien es la que ha dado vida a dos versiones de la Feria independiente del libro Fío Fío y que prepara para abril la tercera edición. La instancia que ha permitido visibilizar el trabajo de mujeres y hombres que han ido construyendo con esfuerzo y amor una serie de editoriales independientes dedicadas a la fabricación de libros. Es observable como también un grupo de autores y autoras destacadas cada vez van concretando sus trabajos con este tipo de editoriales, dándole más fuerza aún a esta propuesta política basada en el cooperativismo.


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grado cero

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PERDIDOS LEYENDO TRADUCCIONES

JOSÉ SBARRA (1950-1996) “Escribir un libro perfecto, matar un policía y morir de sobredosis” Por Cristóbal Gaete

“-¿Qué hace en un tugurio como éste? -¿Me recomienda otro mejor, oficial? -Cállese, las preguntas las hago yo. -Oh, Harry, qué duro estás hoy, no he hecho nada malo Harry, no soy un buscapleitos, sólo estaba tratando de divertirme con mi chica y mi navaja. -Deje de hablar de ese modo. -¿No le gusta mi voz? -No me gusta nada de usted, Sucia Rata Marc, ni siquiera su nombre. -Justo hoy oficial, qué pena. -¿Qué tiene de particular el día de hoy? -Que llueve y necesito un poco de ternura”. Fragmento de “Marc, la sucia rata”

S

i hay algo que puede darnos el periodismo cultural es luces: en octubre del 1992 salió una entrevista en la revista argentina “El cazador” al autor que hoy convocamos, hecha por Enrique Symns, que le permitió sobrevivir como mito por años, con el provocativo título “Coger, drogarme y escribir”. Sbarra aseguraba en ella -si bien reconocemos la vocación ficcional del entrevistador- haber sido taxi boy y, en un efecto mimético con su literatura, ser un niño de la calle que encontraba libros abandonados como sucede en “Marc, la sucia rata” (1991). La entrevista, reproducida hasta el hartazgo en internet, ha sido tomada como fuente casi única para la mayoría de los pocos artículos que existen sobre la vida y obra de Sbarra, y estiró o mantuvo la curiosidad hasta que fuera efectivamente releído fuera de su aura, como sucede hoy con las reediciones de “Dagas del

sur”. Esta pequeña editorial argentina ha contado con la cesión de derechos de la hermana y albacea del autor -que niega parte del mito maldito de la vida de Sbarra- y ya han editado “El mal amor” (póstumo e inédito, acompañado por una información biográfica, fotografías y manuscritos) y reeditado “Plástico cruel”, además de prometer la reedición de “Bang! Bang!”, “Marc, la sucia rata”, “Aleana”, “Obsesión de vivir” e “Informe sobre Moscú”, completando materialmente un puzzle liberado en internet. Perfectamente en esta página podría estar Osvaldo Lamborghini o Néstor Perlongher; ambos fueron editados por Fogwill en su editorial Tierra Baldía, algo que según relata Facundo Soto, en un artículo en el diario Página 12, casi pasa con Sbarra. Resulta llamativo como un giro aparentemente episódico tome tanta relevancia para dejar en el real underground la obra de Sbarra, que ni siquiera podría entrar al neobarroso que proponen los dos autores mencionados. Quizá una comparación más justa en su lugar queer es en el que combina la (in)sensibilidad de Copi y Manuel Puig; la aparición de personajes excéntricos –homosexuales, travestidos y ultraviolentos- del primero junto a la belleza que deja caer de esas bocas rozando la cursilería del segundo, para después azotarla en el asfalto. La acumulación de los nombres anteriores lo evidencian como una pieza perdida en la tradición alternativa del desparpajo argentino, que por supuesto es una respuesta al modelo borgeano, el que Sbarra detestaba. Hay una risa oscura allí esperando por nosotros, por ese pasillo oscuro de la literatura trasandina. Existe acuerdo que las dos obras más

significativas son “Marc la sucia rata” y “Plástico cruel” (1992), aún cuando faltaría por analizar su dramaturgia. La primera es una suerte de novela corta, si quisiéramos meterla en un molde acorde a su extensión pero ridículo para su estructura; es fragmentaria, intercala diálogos de un humor feroz entre un policía y hombre libre del sistema junto a la escritura de prosa poética del mismo personaje. En pequeños textos el argentino muestra su calidad densa, que siempre tiene momentos dispuestos a convertirse en bronce. Su montaña rusa está en pleno desarrollada en este libro. Uno de los momentos más hermosos es el tránsito de un niño en busca de contactar a un autor que halló en la periferia; ese es el niño que en aquella entrevista en “El cazador” afirma escribirle: “Humean montañas de basura a ambos lados de la carretera. Seres andrajosos suben y bajan por ellas. Un adolescente, recostado sobre una pila de cartones y trapos, lee. Ha encontrado un libro y lo lee con dificultad, pero hechizado. Para él ha desaparecido el basural, sus manos heladas y sucias pasan las hojas del libro”. “Plástico cruel” (1992) narra la típica historia del hombre que llega a la ciudad y es acogido por sus márgenes. Todo en él se mide en relación al falo, ese es el corazón del protagonista, amado y casi mantenido por un travesti que le dice cerdo. Él conoce una mujer de otra clase social a la que llama Plástico y la recibe en su periferia, en una casa que parece barraca, llena de insectos o ratas al igual que la de Marc.

Resulta una realidad opuesta a la familia de ella, acomodada y arribista. El anarquismo, la crítica al poder, está presente atravesando la obra sobre la emoción que consume esta relación. La ideología castiga también a la pareja monogámica: “Elegimos el ejemplar más exótico / nos enamoramos de su libertad / y empezamos a construirle una jaula”. “El mal amor”, libro póstumo, guarda la intensidad del despecho, el registro de la emoción dolorida, el reverso del cuestionamiento que se extiende en el resto de la obra. Revela otro armaje, fragmentos poéticos de sus libros de prosa son extraídos como si siempre se hubiese estado escribiendo “El mal amor”. A una literatura a punto siempre de desaparecer, en sus autoediciones financiadas con dinero prestado de los amigos, no habría por qué pedirle no ejercer la repetición y el montaje como lo hace hoy, con éxito, María Moreno. Como dice Nadia Sol en el epílogo de la edición: “el amor es el gran tema de la obra sbarriana, así como también la marginalidad. La obra de José es el testimonio de los vencidos por el mal amor”. Tratando de desintoxicarse, asediado por el SiDA, Sbarra escribió hasta que ya no pudo más: “Solo mis libros me pueden salvar. Sólo mis libros me van a salvar en todos los sentidos. No habrá amor ya. No creo que nadie merezca tantas oportunidades. Pero mis libros me van a salvar afectiva y espiritualmente. No hay otra salida para mí, La muerte me hallará escribiendo”.


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