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HERMANAS QUE SON AMIGAS Y CONFIDENTES
De un total de ocho hermanos, Ana cía, Elena y Ro Donoso se consi deran las más ‘compinches’. lo han demostrado en más una ocasión. Los gustos en mún, temas de conversación la cercanía de sus edades algunos de los factores que han mantenido unidas desde pequeñas.
En la niñez, por ejemplo andaban juntas para cualqu juego, travesura y una que ocurrencia. Una de las que recuerdan se remonta al tiem po escolar.
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Al terminar un día de escue la, las tres se dieron cuenta les alcanzaba dinero de colación para comprarse una losina a la salida. Pero eso no oblema para Ana Lucía menor), a quien se le ocuacercarse a saludar a una a que vendía mote y que paso las conocía.
Mientras Rosario y Elena (ambas hermanas gemelas) aban a la vuelta de la esAna Lucía se animó y fue donde la señora y probar suerreconocerla enseguida consiguió una funda de mote atis. “Pero verá que somos le dijo ella. “Yo siempre más avezada, y ellas solo me aban mientras caminaba los motes que ya no alcanen mis brazos”, recuerda risas Ana Lucía.
Como esas hay decenas de historias. Y si bien la adolescencia y la juventud las separó poco -por sus preferencias sus respectivos matrimonioshace un par de años se volvien a sentir más juntas que nunca. Actualmente tienen 58 (Ana Lucía) y Rosario y Elena tienen 61. “Hay mucha complicidad”, reitera Ana Lucía.
Tanunidassehanvuelto,que entre las tres se crearon su progrupodeWhatsApp–amás grupo donde están sus demáshermanos-parapasarselos últimoschismes.Aunqueclaro, discusiones también están la orden. Y aunque los demás hermanos a ratos se unen a ese mismo chat, para estar al día en novedades, siempre terminan las tres o incluso solo dos cuando hay una leve discusión. Desde hace más de una década, ya no hay fin de semana que no se junten las tres, algunos de sus hijos o al menos dos ellas. En el mismo chat se ponen de acuerdo para jugar tas –o pepitas como califican al juego de naipes- ya sea el ernes, sábado o domingo. En ocasiones son los tres días o al menos todo el fin de semana.F
GabrielaBalarezo
Es un día de inicios de enero en la Reserva Biológica Huilo Huilo, un área natural protegida, ubicada en medio de Los Andes araucanos y 860 kilómetros al sur de la capital chilena.Depronto,enmediodel bosque temperado, se escuchan unos gritos.
Se trata de Santiago Ron, biólogo ecuatoriano, que grita de alegría porque allí -en la hojarasca del bosque- encontró al finesetesoroquehabíadeseado ver en vivo y en directo durante tanto tiempo. Y su emoción tiene algo de ese regocijo infantil, del niño que se asombra por las criaturas que descubre en el jardín.
El tesoro es una ranita Darwin. “Fue una cosa maravillosa. Es una especie única y particular. Está en peligro de extinción así que es poco abundante en la naturaleza, no es fácil verle. Pero nosotros tuvimoslafortunadeencontrarle”, menciona el biólogo de la aventura que vivió acompañado de su esposa.
Esa experiencia inolvidable que vivió en Reserva Huilo Huilo fue posible porque un colega chileno le dio las coordenadas