2 minute read
IVA SE ENAMORÓ DEL MAR Y DEL SURF EN ECUADOR C
uando Ivana (Iva) Riffel está en el mar, encima de su tabla de surf, se siente como en casa. Cada vez antes de surfear, después de atravesar la arena caliente y llegar a la orilla, repite: “Hola mar, te respeto, cuida- me hoy...”. Y solo después se monta sobre su tabla para coger buenas olas.
Iva nació en un pueblito de Argentina que no tiene mar. “El océano se convirtió en mi elemento cuando vine a Ecuador”, recuerda. Antes, en su país natal, hacía ‘skate’ y ‘longboard’ de ruedas. El surf llegó después.
Advertisement
Hace 10 años, en una viaje con amigas de la universidad arribó a Montañita y conoció este deporte Aunque para ella es más que eso, es una pasión que le conecta con el mar. “Me paré a la primera vez y me encantó. Ahí creo que me picó el bichito”, confiesa.
Además del surf a Iva le encandiló el clima cálido y ese estilo de vida pausado de las playas del país. Así que decidió probar suerte y se mudó. Por un tiempo vivió en Gua- yaquil y todos los fines de semanas iba a la playa. En ese entonces no surfeaba a menudo, “lo que más gustaba era el contacto con el mar”. Pronto los fines de semana no fueron suficientes y se fue a vivir definitivamente frente al océano
Desde 2017 que se dedica totalmente a este deporte No monta olas todos los días, pero sí entre 3 y 4 veces por semana porque es una actividad exigente y por las condiciones climáticas.
Iva, que se mueve por la zona de las playas de Puerto Rico y Ayampe (en Manabí).
También en Las Tunas que es donde aprendió a surfear y ahora hace de instructora y enseña a otras personas. Iva es la mente detrás del grupo Sirenas del Surf, creado para compartir con otras mujeres esa pasión, a través de retiros o salidas colectivas a surfear.
Aunque han pasado algunos años, la surfista todavía recuerda vívidamente cuando montó su primera gran ola. Fue en Galápagos, apenas un año y medio después de haber aprendido a surfear. Llegó a las islas en un temporada de mucho oleaje y cuando finalmente se animó a coger una gran ola cuenta que sintió una adrenalina indescriptible.
Con el surf desconectas de la ciudad, del estrés, del caos. El mar es algo que cura de por sí. El surf es una terapia”.
Dice Iva que el océano y las olas pueden ser intimidantes así que surfear le ha enseñado a vencer miedos. Le ha dado sustos y alegrías, le ha permitido hacer amigos y también le cambió la vida. Antes, asegura, era una persona muy de ciudad y vivía como en piloto automático “Ahora soy muy consciente de mi mente, cuerpo y de mi alma”. Por eso siempre está muy agradecida con el océano y no se lleva nada de él. F
Pam incrementa suconocimientoprofesional y personal.
Actualmente es candidata al doctorado en Turismo en España.