Catalogo FOTO SADY, recuerdos de la realidad

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FOTO SADY ✦

B ANCO

DE

Recuerdos de la Realidad ✦

LA REPÚBLICA

BIBLIOTECA LUIS ÁNGEL ARANGO


Biblioteca Luis Ángel Arango (Bogotá) Foto Sady : recuerdos de la realidad / Biblioteca Luis Ángel Arango ; curaduría y textos Guillermo González, Margarita Carrillo. -- Bogotá : Banco de la República, 2014. 140 p. : il ; 22 x 26 cm. Exposición realizada en la Biblioteca Luis Ángel Arango entre abril y agosto de 2014. 1. González, Sady, 1913-1979 - Trabajos fotográficos 2. Biblioteca Luis Ángel Arango (Bogotá) - Exposiciones - Catálogos 3. Fotografía colombiana - Exposiciones - Catálogos 4. Fotógrafos colombianos Exposiciones - Catálogos 5. Colombia - Historia - Fotografías I. González, Guillermo II. Carrillo, Margarita III. Tít. 770.986 cd 21 ed. A1436157 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Foto Sady: recuerdos de la realidad Banco de la República Curaduría y textos: Guillermo González y Margarita Carrillo Coordinación: Juan Ignacio Arboleda Concepto gráfico general, diseño, edición y restauración fotográfica: Susana Carrié Museografía: Gabriel Carvajal Corrección de estilo: Elkin Rivera Preprensa e impresión: OP Gráficas ISBN 978-958-664-281-1 Contáctese con el Banco de la República www.banrep.gov.co y con la Biblioteca Luis Ángel Arango www.banrepcultural.org Bogotá, 2014 Catálogo de la exposición Foto Sady: recuerdos de la realidad, realizada en la Biblioteca Luis Ángel Arango entre abril y agosto de 2014.


contenido ✦ Presentación Por José Darío Uribe, gerente general del Banco de la República

Sady, la magia de otros tiempos Por Guillermo González Uribe

Años 30

Años 40

El Bogotazo

Años 50

cronología

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presentación ✦

Sady González (1913-1979) es reconocido como uno de los reporteros gráficos más importantes del siglo pasado en el país. Para sus contemporáneos, pero sobre todo para los colombianos relativamente jóvenes, sus imágenes han sido apoyos invaluables para comprender algunos de los acontecimientos más impactantes de la historia nacional, entre los que se destacan los sucesos del 9 de abril de 1948. Sus registros fotográficos de hechos que eran noticia se publicaron y circularon en los medios de comunicación más influyentes de su tiempo, como las revistas Cromos y Semana, y los diarios El Siglo, El Espectador y El Tiempo. Pero esas fotografías noticiosas no agotan por sí solas el gran valor del legado de González, cuyo mayor mérito fue ser un fotógrafo extraordinariamente multifacético. Fotos de la década de los treinta, inéditas hasta el día de hoy, lo consagran como destacado retratista. También fue fotógrafo callejero, y captó con gran sentido estético y algo de humor la cambiante Bogotá de los años cuarenta y cincuenta. Así mismo hay que recordar que Sady fue un fotógrafo social, que registraba con habilidad y estilo personal los más variados eventos: matrimonios, bailes, fiestas y reinados, y que realizó reportajes deportivos que incluían encuentros de fútbol, competencias de ciclismo (él mismo fue campeón nacional de este deporte) y peleas de lucha libre. Por último, no hay que olvidar que se destacó en la fotografía política oficial, e incluso se desempeñó durante dieciséis años como el fotógrafo de la Presidencia de la República de Colombia. Para comprender a cabalidad los logros y la figura de Sady González es indispensable verlo como una parte del equipo que conformó con su esposa, Esperanza Uribe. Poco después de que se conocieran, a comienzos de la década de los cuarenta, ella se convirtió en su principal aliado en el quehacer fotográfico; todas las fotos de Sady son, en este sentido, un trabajo a cuatro manos. Entre ambos fundaron Foto Sady, la primera empresa independiente de periodismo gráfico de Colombia, por donde pasaron y se educaron importantes reporteros gráficos del país; ello nos lleva a considerar una más de las facetas profesionales de Sady: la de formador. Entre los legados de Sady y Esperanza está uno de los archivos fotográficos más extensos y completos de Colombia, que cubre un periodo que va desde los años treinta hasta finales de los años setenta, y comprende una amplia variedad de temas. El archivo, preservado durante muchos años por los hijos de la pareja, lo adquirió en 2012 el Banco de la República; así, el álbum familiar de los González Uribe, que contiene algunas imágenes verdaderamente icónicas para Colombia, entró a formar parte de la colección fotográfica de la Biblioteca Luis Ángel Arango, abierta a todo el público. Se trata, por lo tanto, de un archivo que gracias al cuidado e interés de sus herederos pasa de ser recuerdo privado a convertirse en un activo público. Con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Sady González, es para nosotros un gusto compartir, en una exposición que consideramos del mayor interés, este archivo tan importante para la memoria del país. Esperamos que su obra circule por las calles, se integre a la imaginación de muchos colombianos y se constituya en objeto de investigación. La colección fotográfica de Sady González y Esperanza Uribe que reposa en la Biblioteca Luis Ángel Arango es un patrimonio que puede ayudarnos a entender mejor el presente a partir de la memoria que se conserva en estas imágenes. Por su calidad, originalidad y cobertura, se trata de un acervo de materiales gráficos cuyo interés no se restringe a Colombia, sino que tiene pertinencia para toda América Latina, lo que nos compromete aún más con su amplia divulgación. José Darío Uribe Gerente general del Banco de la República ➤9


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la magia de otros tiempos ✦ Por Guillermo González Uribe «No tomas una fotografía, la haces». Ansel Adams

«Una fotografía es un secreto sobre un secreto, cuanto más te cuenta menos sabes». Diane Arbus «… hemos observado a través de una lente de tres pulgadas toda la pompa y la vanidad de este mundo malvado y bello». D.P., columnista de Once a Week, citado por Susan Sontag

¿Quién es este personaje que en la década de los cuarenta se convirtió en uno de los pioneros de la reportería gráfica en Colombia? ¿Por qué las imágenes de su archivo, tomadas hace sesenta o setenta años, deslumbran a quien las observa? ¿Cuál es la importancia de su obra en la vida política, social, cultural y deportiva del país? ¿Cómo fue el trabajo con su esposa, Esperanza Uribe, quien dio vida a su archivo, manejó Foto Sady y, además, junto a él revelaba los rollos de negativos, copiaba las fotografías y preparaba los químicos del laboratorio, mientras educaba a siete hijos? La vida y la obra de Sady son una caja de sorpresas. Al pasar la mirada una y otra vez sobre sus registros, lo que encontramos es la historia viva de un país, de una ciudad y de sus habitantes, captada por un ojo avizor y artístico. El camino que anduvo en la vida lo llevó a ser artífice de las imágenes que hoy conforman el archivo más completo que se conserva sobre la Bogotá de mediados del siglo XX, y es el más valioso registro gráfico del levantamiento popular del 9 de abril de 1948, ocurrido a raíz del asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán. En las fotos de Sady de los años treinta, cuarenta y cincuenta se aprecian la moda, el deporte, los tranvías, buses y carros de la época; cómo era la gente de ese entonces y dónde se reunía; la vida pública y privada; lo cultural, lo político, lo social, y mucho más. Sady fue también presidente y fundador del Círculo de Reporteros Gráficos de Bogotá, y se desempeñó como fotógrafo de la Presidencia de la República de Colombia durante quince años, en los que trabajó con cuatro jefes de Estado. Adicionalmente, incursionó en el boxeo, el ciclismo y el toreo; un hombre polifacético, con don de gentes.

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Los orígenes Para conocer los orígenes de Sady hay que hablar de su padre, Teodosio González Castro, quien nació en Caracas (Venezuela) en la segunda década del siglo XIX. La familia de Teodosio tuvo que salir de Venezuela ante la incertidumbre política que afectaba al país y a su familia, porque su primo, Cipriano Castro, era un activo político que marchó al exilio en 1891, aunque luego, como general, llegaría a la presidencia al triunfar la Revolución Restauradora en 1899, y daría curso a una política independentista y nacionalista. La ruta escogida los llevó a Cuba, país en el que Teodosio desarrolló su carrera como cantante y pianista, y se vinculó a la compañía de Marina Huguetti, con la que viajó a Colombia, donde se enamoró de Mercedes Moreno Morales, natural de Toca (Boyacá), con quien se casó y tuvo cinco hijos, de los cuales sólo dos sobrevivieron a la niñez: Sady y Pedro. Teodosio y su familia vivieron por épocas en Venezuela, Cuba y Colombia. En Cuba, además de su actividad artística, era dueño de una fábrica de tabaco1. Por el lado materno, Sady también tenía familiares políticos; su tío fue el general Pedro León Moreno, compañero de Roberto Urdaneta y Rafael Uribe Uribe, generales igual que él. Las raíces profesionales de Sady se remontan a su adolescencia: «El oficio de fotógrafo estuvo ligado a los momentos más especiales de su vida. La primera vez que cogió una cámara fue cuando se la entregó Mercedes, su madre, porque deseaba conservar el recuerdo de Teodosio, que acababa de morir. Con la cámara de cajón, un adolescente Sady González tomó su primer retrato: el de su padre muerto»2. La historia de la vida de Sady tiende a convertirse en una suerte de novela. Al revisar álbumes, papeles y expedientes, se encontró que su nombre original no era Sady, sino Salvador Isidro. Se cambió el nombre a finales de los años treinta. Aunque era común en la época que periodistas y artistas usaran seudónimos —Leo Le Gris, Fray Lejón, José Mar, Laura Victoria, Klim, Calibán—, la diferencia fue que Salvador acogió el de Sady como nombre de pila. El día de su nacimiento fue el 15 de mayo, fiesta de san Isidro Labrador, y su abuelo materno se llamó Salvador Moreno; de ahí el Salvador Isidro, del que Sady es un apócope. Sobre el año de nacimiento también hay un enigma. Durante su existencia, y a la usanza de la época, sus hijos nunca supieron la edad real de Sady y Esperanza. Por su cédula, diversas publicaciones y documentos, se supo que Sady nació en 1913, pero revisando otros papeles se encontró un acta en la que aparece el año 1907 como su fecha de nacimiento. Pese a la incertidumbre que arrojó este dato, se sigue asumiendo como año de nacimiento 1913, el que Sady utilizó en vida: «González Moreno, Sady. Reportero Gráfico. Nació en Bogotá, Colombia, el 15 de mayo de 1913. Es casado con la señora Esperanza Uribe… Hizo estudios secundarios en el Colegio de La Salle, de Bogotá. Se ha especializado en la reportería gráfica, habiendo montado un laboratorio desde 1. Entrevista con Gilma González (81 años), sobrina de Sady, realizada por Esperanza y Guillermo González, 16 de diciembre del 2013 (archivo personal). 2. El saqueo de una ilusión. El 9 de abril: 50 años después.1.ª ed., t. 1, p. 17. Colección Memoria fotográfica de Bogotá, fotografías de Sady González. Bogotá: Revista Número Ediciones, 2007.

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Anónimo. Teodosio González Castro, padre de Sady.

Anónimo. Mercedes Moreno de González, madre de

Anónimo. Salvador Isidro (Sady) y su hermano Pedro

Sin datos. Archivo familiar.

Sady. Sin datos. Archivo familiar.

León González Moreno. Sin datos. Archivo familiar.

hace muchos años. Se inició como repórter gráfico de El Liberal, La Razón, Comandos y El Siglo. Es actualmente repórter gráfico del diario El Tiempo y de la revista Cromos. Ha sido así mismo colaborador gráfico de las revistas internacionales Time y Life, y de otras publicaciones nacionales y extranjeras. En 1949 asistió al Congreso de Periodistas de Quito. Fue delegado al Congreso Panamericano de Prensa, reunido en Bogotá en 1946, y delegado de El Tiempo a los III Juegos Bolivarianos de Caracas, 1951. Campeón nacional de ciclismo, ganador de la vuelta doble Bogotá-Tunja, en diciembre de 1929. Es miembro honorario del Círculo de Periodistas de Quito desde 1949 y miembro activo del Círculo de Reporteros Gráficos de Bogotá, entidad de la cual ha sido presidente y fiscal… Interrogado sobre cuál considera el hecho más notable de su vida, dijo: “Mis peripecias para obtener la información gráfica para el periódico El Tiempo (choses periodísticas internacionales) de los terremotos de Ambato y Pelileo en el Ecuador; la entrevista del general Bonitto y el general Vargas en el panóptico de Bogotá el 1.º de junio de 1946 con motivo del alzamiento de los presos militares de la Penitenciaría, etcétera”… Milita en el Partido Liberal»3.

Primeros trabajos Sady vivió la mayor parte de la infancia y la adolescencia en Bogotá, aunque su familia viajaba mucho. Tiempo después, su hermano, Ramón Teodosio Pedro León González Moreno, se radicó en Armero, pero luego retornó a Venezuela, donde había nacido. Los primeros datos sobre trabajos de Sady se remontan a mediados de la década de los treinta, cuando se desempeñó como fotógrafo cedulador. En 1935 se decretó por ley que la cédula era documento obligatorio electoral y de identificación personal. A Sady lo contrataron para hacer 3. Quién es quién en Venezuela, Panamá, Ecuador y Colombia. Bogotá: Oliverio Perry y Cía. Editores, 1952, p. 739.

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Sady González. Cedulación. Sin datos, años treinta aproximadamente. Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

las fotos de las cédulas en zonas rurales de Boyacá, Antioquia y Cundinamarca. Viajó por diversas regiones del país y, además de cumplir con su labor, hizo un registro de corte etnográfico por pueblos y veredas. En esa época aún se llamaba Salvador. Leonor Pinto de Ávila, hija de Luis S. Pinto, quien fue gobernador de Boyacá, relata pormenores de la época en que Salvador trabajó en cedulación. Cuando era pequeña pasaba las vacaciones en Las Tapias, la hacienda de su padre; una finca enorme que iba desde el río Chicamocha hasta Covarachía. Colindaba con Tipacoque, la otra gran hacienda de la zona; una conservadora y la otra liberal. Allá recibían a Salvador González, quien era el fotógrafo de cedulación: «Hasta tres meses ➤ 14


vivía en la casa de la finca, y recorría las veredas tomando las fotos. Llegaba y la gente decía “Llegó el cedulador, llegó el cedulador”. Él tenía que ir por los campos, porque la gente no se tomaba el trabajo de ir al pueblo a sacarse la foto, y además como era gratis; él tomaba las fotos, y ya con las fotos los campesinos iban al pueblo a sacar la cédula. Papá le prestaba el caballo a Salvador y él iba por las distintas zonas, pues la finca comprendía seis veredas que quedaban retiradas, y él volvía a dormir a la casa o dormía en la otra casa de la finca, que estaba en clima medio. Salvador era simpático, sencillo y, las maestras, que también se hospedaban en la finca, vivían detrás de él, se les iban los ojos, y papá se ponía furioso, las regañaba, les decía que cogieran juicio. Tiempo después, mirando el periódico El Siglo, que era el que llegaba a la finca, vimos una foto que decía Sady González, y a mí me sonó, y dije: “Es el mismo Salvador”. Y papá dijo: “Sí, es Salvador González; ahora se llama Sady”. Después se volvió famoso; sus crónicas y sus fotos y reportajes salían en El Tiempo y en todas partes»4. Leonor Pinto muestra algunas fotos familiares tomadas por Sady, en la hacienda Las Tapias, en la segunda mitad de los años treinta, algunas de ellas iluminadas por el mismo Sady.

Nace un artista De esta época provienen varios sobres de negativos, sin datos, encontrados recientemente en el archivo de Sady, que comprenden grupos familiares, escolares, retratos, así como vistas panorámicas de poblaciones. En ellos están también las pistas sobre la vida y las correrías de Sady en la década de los treinta, pues hay muchas imágenes en las que aparece él con personas que ha retratado. Hay una singular fotografía que lo muestra muy joven compartiendo un trago con campesinos en una tienda; en otra se le ve posando rodeado de diez mujeres en otras aparece pescando o navegando en el mar y en ríos, y con amigos compartiendo en sitios de diversos climas.En otra imagen se ve en una plaza con otros hombres que posan. Lo más importante de este hallazgo son sus primeros retratos, algo totalmente desconocido, que muestran ya su sentido estético de la composición, que desarrollaría más tarde en la reportería gráfica. En uno de ellos se aprecia una familia campesina de los años treinta, imagen en la que Sady cubrió —como en otras de estos tiempos— las paredes de adobe con telas, a la usanza de varios fotógrafos latinoamericanos de aquella época. Así mismo hay fotos de una celebración de comunidades negras —al parecer en la costa pacífica—, un impactante retrato del patriarca con sus allegados, así como una imagen en la que se ve a un particular grupo de músicos de pueblo. En varias fotos está Mercedes, la madre de Sady, con familiares. Rastros del proceso de crecimiento de un artista que dejó en este legado imágenes de un país y de gentes de otros tiempos; los orígenes de lo que hoy somos, y que ya no existe. A la muerte de Sady se reveló otro de sus secretos. A principios de esos años treinta, tuvo un primer matrimonio, e incluso estuvo preso por bigamia, pero el gran amor que Esperanza y él se profesaban hizo que esas primeras nupcias quedaran guardadas en el pasado. 4. Entrevista con Leonor Pinto de Ávila (83 años), realizada por Esperanza y Guillermo González, 16 de diciembre del 2013 (archivo personal).

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Sady González. Sady González con algunos maestros y un grupo de niños en el parque Caldas de Popayán. Sin datos. Archivo familiar.

Anónimo. Sady, probablemente en Turbo por la época de su trabajo como fotógrafo de cedulación. Sin datos, años treinta aproximadamente. Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

Reportero gráfico Elvira de Barreto, amiga de la familia, aporta algunos detalles sobre los comienzos de Sady como reportero gráfico: «Era una persona supremamente simpática, culta; sólo le hacía falta plata, como nos hacía falta a todos; era el único defecto que tenía. Era muy sociable, decente, amigo de todo el mundo y a todo el mundo le caía bien. Se conoció con mi marido Chepe Barreto en Guayatá (Boyacá), cuando Sady trabajaba en cedulación, en los años treinta. Luego se encontraron en Bogotá, cuando Chepe era fotograbador del periódico El Siglo; eso fue por allá en 1942. Entonces Chepe llevó a Sady a la redacción de El Siglo y le presentó a don Laureano Gómez, que era el director; Sady era tan simpático que don Laureano dio la orden de que de ahí en adelante le recibieran las fotos sólo a Sady. La única condición que le puso don Laureano a Sady ahí mismo —Chepe me contó— fue que, como su hija, doña Cecilia Gómez, estaba de novia con Daniel Mazuera Villegas, liberal; que cuando en reuniones sociales estuvieran los dos, que partiera la foto para que no saliera él, porque a él no lo publicaban en El Siglo. Del matrimonio de ellos salió en El Siglo sólo una foto, de lejos. Al poco tiempo Sady le sacó fotos a mi hijo, y nos presentó a Esperanza, su esposa, con quien fuimos amigas toda la vida»5. Por esa época la pareja vivía en la calle 17 con carrera 9.ª, en una habitación de una casa de familia. Luego se trastearon a la carrera 9.ª con calle 17. 5. Entrevista con Elvira de Barreto (92 años), realizada por Esperanza y Guillermo González, 10 de diciembre del 2013 (archivo personal).

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Elvira narra que su marido le dijo que cuando conoció a Sady se llamaba Salvador, y que por esos días recorrió también Moniquirá, Tunja y otras zonas de Boyacá y Cundinamarca trabajando en cedulación. Elvira recuerda que en la casa de un piso de la 9.ª con 17, la pareja habilitó el comedor como laboratorio de fotografía. Luego la parte dedicada a la fotografía se amplió, ocupando el espacio contiguo; allí nació Foto Sady, hacia 1944, en la carrera 9.ª # 17-43. Termina Elvira señalando: «El mérito de las fotos, claro, es de Sady, porque él las tomaba, pero Esperanza era la que llevaba el archivo».

El trabajo en pareja Cada vez que alguien habla de Sady, se refiere también a Esperanza Uribe, su compañera en la vida y en el trabajo, y al gran amor que existió entre ellos. Sady y Esperanza se conocieron cuando él trabajaba como fotógrafo cedulador en Antioquia: «Por aquella época, el 7 de diciembre de 1941, en la estación de Barbosa, Antioquia, un hombre alto, de bigote, ojos claros grandes y mirada dulce, que llevaba colgada con orgullo una cámara fotográfica, leía el periódico mientras llegaba el tren para Medellín. De tanto en tanto asomaba los ojos por encima de las páginas, y se ocultaba cuando una esbelta joven que sonreía con cierta picardía, le devolvía la mirada. Mucha gente esperaba el tren. Él subió rápido y guardó dos puestos. Al llegar a su destino, la suerte estaba echada. Permanecieron juntos para siempre»6. Sady y Esperanza se casaron en Medellín el 29 de agosto de 1942. Al poco tiempo comenzaron su trabajo conjunto en fotografía, labor que ya nunca abandonarían. En esa época los periódicos y revistas no tenían departamento de fotografía, así que Sady hacía las fotos de los eventos más importantes y las llevaba a los medios. Él anotaba en papelitos la información de las imágenes que captaba, y ella traducía esos papelitos y los convertía en la información que ponía en los sobres que, poco a poco, fueron conformando el archivo de Foto Sady. Cuando él no alcanzaba a escribir la información, se la transmitía verbalmente a Esperanza, quien muchas veces era la encargada de anotar los datos detrás de cada foto destinada a ser publicada en los periódicos. Esperanza fue aprendiendo de Sady a revelar los rollos de los negativos fotográficos en el laboratorio y a ampliar las imágenes. Juntos trabajaban en todo esto, y en la preparación de los químicos del laboratorio para procesar los negativos y las fotografías.

Inicio de Foto Sady Gilma González, sobrina de Sady, quien vivió con él y su abuela Mercedes en Bogotá, y luego del matrimonio con Esperanza y Sady, narra momentos de aquellos tiempos: «Cuando el tío se casó, trajo a Esperanza. Él era muy cariñoso y ella consentida. Vivían muy felices, muy enamorados. Él tenía un caballito de palo, y le decía a uno: “Venga, venga” y le tomaba fotos a uno en el caballito. Y lo llevaba al parque Nacional y tomaba fotos, eso me contaba mi abuelita. Él fue de todo; qué 6. El saqueo de una ilusión. Ob. cit., p. 17.

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fue lo que no hizo. Una vez viajó de Bogotá a Armero en bicicleta. Y antes de conocer a la tía, tenía novias por todos lados; como era tan bonito y tan simpático. Antes de Esperanza, vivía pique acá y pique allá. Era un hombre que cuando conocía a varias personas, se le sentaba todo el mundo a oírle la cháchara, porque hablaba en forma fluida, y muy agradable. Mi tío tenía tantos amigos; y hablaba con todo el mundo, y todo el mundo lo conocía»7. Gilma se refiere a los inicios del trabajo de Sady y Esperanza: «Él era el fotógrafo que cubría lo que pasaba en Bogotá; tomaba todo. Llegaron a tener cuatro o cinco empleados, Anónimo. Esperanza Uribe y Sady González. Bogotá, sin datos. y salían todos corriendo a cubrir los eventos, Archivo familiar. a buscar las chivas8. Yo estaba chiquita y los veía cómo se movían. Mi tía Esperanza se metía al cuarto oscuro a sacar todas esas cosas que ellos hacían. Ella también preparaba los químicos del laboratorio; compraban los elementos en roca y los molían; yo le ayudaba a veces. Me decía: “Venga, Tatata, y me ayuda aquí a moler”; ellos me decían Tatata. Él salía a cubrir los eventos el día y a la hora que le dijeran, como un médico. Así era mi tío». Gilma habla sobre la familia: «Mi abuelo Teodosio era cantante de ópera y pianista; sus hermanas también eran pianistas, trabajaban con la compañía cubana de Marina Huguetti, la mejor compañía de variedades que había en ese tiempo. Mi tío me decía “Venga, para que oiga a su abuelito cantar”, y me ponía un disco muy bonito en el que el abuelo cantaba: “Bailen coplas, bailen coplas sin cesar, que es el mayor placer, bailar y más bailar”. El abuelo tenía también una fábrica de cigarros en La Habana, con unos amigos. Pero se quebraron y quedaron sin nada». Señala Gilma que a Sady le gustaba mucho montar a caballo: «Iba al campo o en la finca que tenía el abuelo en Chapinero —mira una foto en la que aparecen Sady y Pedrito con alguna otra gente, debajo de una estatua de Rafael Uribe Uribe —; ahí están mi padre, mi tío Sady y Patiño, el amigo de parranda de ellos en Armero. Patiño tenía como once hijos; siempre estaba con la mujer embarazada. A él le fascinaba tomar trago y parrandear, y mi tío y mi padre se iban con él. Hay algo que nunca se me olvidará. Un día nos fuimos para Armero, con la abuelita Mercedes y los tíos Sady y Esperanza, a celebrar un san Pedro con la lechona que preparaba mi padre. Íbamos en carro con la abuelita y la tía, y el tío iba manejando. A la abuelita le dio un ataque de vómito, se recostó en nosotras y quedó muerta».

7. Entrevista con Gilma González. Ob. cit. 8. Primicias informativas.

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Desde que empezó el trabajo de investigación sobre el archivo de Sady, en los años noventa, quien se acerca a él admira el grado de organización que tiene. El arte de llevar un archivo y de clasificar la información posiblemente lo aprendió Esperanza en el almacén de telas y taller de costura de su padre, Manuel Uribe, y en el tiempo en que estuvo trabajando en la Caja Agraria de Andes (Antioquia), su pueblo natal. En buena parte, el valor de este archivo se debe a su estructura. Esperanza escribía la fecha y el lugar del evento, los datos de los participantes y el número de negativos que contenía cada sobre, tanto en los propios sobres como en los libros de archivo que llevaba,El archivo de Sady, organizado, data de poco después de su matrimonio con Esperanza; los negativos anteriores no tienen información.

Foto Sady «En los agitados años cuarenta, Foto Sady fue la primera empresa independiente de reportería gráfica en Colombia, en la cual trabajaron varios profesionales de la época. En ese entonces los reporteros gráficos se movían libremente y recogían su versión de los hechos. Sady iba a todas partes, era arriesgado y conocía gente. A diario captaba lo que ocurría en Bogotá, así como en otras ciudades y países, y enviaba material a los medios. Sus imágenes hacían parte de las crónicas y reportajes que se publicaban en la revista Cromos y en el periódico El Tiempo, principalmente, y a la vez colaboraba con otros medios, como El Espectador, El Liberal, las revistas Semana y Estampa, La Razón y El Siglo. Fueron los tiempos de los pioneros de la reportería gráfica como tal, entre ellos se contaban Carlos Martínez, Daniel Rodríguez, Carlos Jiménez, Ignacio Gaitán y Sady González»9. Inicialmente, Sady trabajó en reportería gráfica con Carlos Martínez, y luego, de manera independiente. Una vez montada Foto Sady, la pareja fue consolidando la empresa familiar, de tal modo que Sady y Esperanza no daban abasto para realizar todo el trabajo solos, así que fueron formando laboratoristas y fotógrafos, Pasaron por allí, entre otros, Luis Velasco, Luis Mirke, Alberto Sarmiento, Carlos Caicedo (quien luego fue jefe de fotógrafos de El Tiempo) y Manuel Uribe, hermano de Esperanza. Comenzaban de aprendices de laboratorio, luego de fotógrafos y posteriormente cogían su propio camino. Sady y Esperanza fueron también maestros de fotógrafos.

Sady y el 9 de abril En una entrevista hecha en 1997, Esperanza (1918-2001) habla de los sucesos del 9 de abril de 1948 y de la forma en que trabajaban en ese entonces: «Ese día entró una llamada de alguien que dijo ser de El Tiempo, pero yo no lo reconocí. Me 9. El saqueo de una ilusión. Ob. cit., p. 17.

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Sady González. Sin título. Bogotá,10 de abril de 1948. Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

preguntó: “¿Sady está?”. “No, no está”, le respondí. Me preguntó “¿Dónde anda Sady?”. Le dije que estaba con el presidente. Entonces el tipo me dice: “Él debía estar aquí, cerca de El Tiempo”. Fue a la una de la tarde. Nadie supo quién hizo esa llamada. Poco después, Sady llegó a la casa demacrado por lo que había visto en la calle, y se puso nervioso con la llamada. Pero ahí mismo se fue a tomar fotos»10. Cuenta Esperanza que Sady salía en el carro de la Cruz Roja, con doña Blanca Martí de David Almeida, que era la directora. Lo recogían en la ambulancia y «cuando volvían estaban acostados en el piso, y la ambulancia perforada por todos lados; les echaban plomo también a las ambulancias». Recuerda ella que les sirvió mucho que mantenían paquetes de rollos por montones, y el papel se compraba en cajas grandes, así que tuvieron suficiente provisión de material: «Todas las fotos que Sady tomaba se vendían, y los que habían venido a la Conferencia Panamericana me las pagaban en dólares; yo abría el cajón del escritorio y decía: “Tanta plata y uno sin qué comer”. La gente no podía salir de las casas. Yo tenía cuatro meses de embarazo, y perdí el niño». Rememora cómo destruyeron la zona en que habitaban. A la vuelta de su casa estaba la iglesia de El Hospicio, a donde iban a misa los domingos. «De esa iglesia sólo quedaron las piedras. Nosotros vivíamos en la carrera 9.ª con calle 17; en esos días nos tocó poner los armarios donde teníamos los archivos contra las ventanas, porque pasaban en las noches echando bala». Relata que comenzó a salir a la calle el 15 de abril, «cuando ya se sosegaron, a ver ruinas. Cuando íbamos por la séptima me tocó sentarme en unos ladrillos, porque la impresión no me dejaba ni caminar; lloraba 10. Entrevista con Esperanza Uribe de González (79 años), realizada por Ana Cristina Mejía, Liliana Vélez y Guillermo González, agosto de 1997 (archivo personal).

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al ver el estado de la ciudad. Había cosas quemadas por todos lados y olores terribles. El ambiente era pesadísimo: humo mezclado con niebla; como en una guerra». Ese día funesto marca aún los destinos del país, porque con el asesinato de Gaitán murieron las esperanzas de un pueblo que creía en él, un pueblo que destruyó parte del centro de la ciudad como venganza por su asesinato; esto es lo que se ve en las fotos de Sady, y la violencia sistemática no ha cesado desde entonces en Colombia como instrumento para ejercer poder político y económico.

Acoso policial Doña Esperanza relata momentos en los que fueron objeto de persecución. «Cuando la manifestación estudiantil en contra de Rojas Pinilla, nosotros nos subimos al edificio Murillo Toro; ocurrió el tiroteo y mataron a los estudiantes. Sady tomó todo, pero cuando llegamos a la Foto ya había allá detectives que le quitaron la cámara y le sacaron el rollo. Otra vez fueron a hacer requisa los del SIC (Departamento Administrativo del Servicio de Inteligencia Civil Colombiano, creado por Rojas Pinilla, y que después se llamaría DAS), y yo escondí los rollos en el coche de los niños, dentro de los pañales. Iban dizque a buscar armas y material subversivo. Entonces yo les dije a los tipos que allí no había nada, pero que si querían subieran a la terraza. Y se metieron al zarzo; cómo me puse de contenta cuando salieron todos tiznados. Claro, en esa época cocinábamos con carbón. Yo era muy alzada. En tiempos del gobierno de Ospina Pérez, Sady tomó la quema de unos ranchos por la policía; llegaron los detectives a la Foto a requisar y a llevarse la máquina de escribir. Al comienzo yo hacía los sobres del archivo y las leyendas de las fotos para los periódicos todo a mano, pero se me torció un dedo por recargar mucho la pluma; Sady me llevó entonces una máquina Smith Corona que yo quería mucho. Les dije a los tipos que si se querían llevar la máquina o los dedos que escribían sobre ella, y me respondieron que la máquina... por ahora. Se la llevaron, pero a los pocos días Sady habló con Ospina y logró que me la devolvieSady González. Esperanza Uribe de González con Fernando y Martha Lucía González Uribe. Bogotá, 1954. Archivo familiar. ran. Todavía la tengo».

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Sady González. El papa Pablo VI besa tierra colombiana, Bogotá, 22 de agosto de 1968. Archivo familiar.

Sady González. El papa Pablo VI besa tierra colombiana, Bogotá, 22 de agosto de 1968. Fotografía iluminada. Archivo familiar.

Su equipo y su trabajo Cuenta Esperanza que las cámaras que más se usaban eran la Rolleiflex y luego la Rolleicort. También la Speed Graphic para panorámicas, para grupos grandes. Sady tenía varias Kodak en las que se utilizaban negativos de distintos tamaños: «En una época llegamos a tener cuatro o cinco fotógrafos en Foto Sady, pero no siempre duraban mucho; aprendían y se iban. Sady tomaba cuatro o cinco fotos de un rollo, de aquellos que venían recubiertos de papel, y eso se tenía que revelar ahí mismo. Entonces me enseñó a cortarlos en el cuarto oscuro; pegaba con cinta la película al rollo de papel, luego de cortar. Yo me encargaba de muchas cosas mientras él trabajaba por fuera: del manejo de la Foto, de la compra de material, e incluso preparaba los químicos, el fijador con hiposulfito y el revelador con hidroquinona, metol, sulfito, carbonato y bromuro, en unas balancitas de las que todavía tengo dos. Revelábamos los rollos con canciones. Uno oía dos o tres, y podía mirar el rollo con una luz roja muy tenue. Sady siempre fue un enamorado de la fotografía. Casi no usaba exposímetro, pues él mismo calculaba la luz al ojo. Iluminaba las fotos con pincel, arte que le aprendí; luego Esperancita, la mayor de las niñas, comenzó a iluminar recortes de fotos ahí al lado nuestro. Tiempo después se dedicó a la pintura». Esperanza termina hablando de sus fotos preferidas: «Una de las fotos que más queremos es la del papa Pablo VI besando tierra en Colombia; fue la primera vez que un papa besó la tierra, y Sady fue el único que la tomó. Esa foto le dio la vuelta al mundo. Sady se la entregó a Guillermo Cano en exclusiva para El Espectador en Colombia, y por eso se le armó un problemonón con los otros medios».

Testimonio cercano Manuel Uribe, hermano de Esperanza, llegó a Bogotá el 6 de abril de 1948, procedente de Andes; conoció primero Bogotá que Medellín. Luego de hacer una absurda vuelta, que le hizo gastar tres

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días en el viaje, arribó y, de inmediato, empezó a acompañar a Sady en el trabajo. La entrevista data de 1997: «El 9 de abril veníamos con González del Coliseo de Exposiciones, a donde había ido Ospina Pérez a inaugurar una muestra pecuaria. Llegando ahí a Bavaria, en la carrera trece, los carros andaban a toda velocidad, y la gente estaba en la calle. Eran como las dos de la tarde. El conductor no quiso seguir, así que nos fuimos caminando hasta la Foto, en medio de eso que estaba pasando y que no sabíamos qué era. Allí prendimos la radio y nos enteramos. Ya equipados, cogimos para la clínica Central. Gaitán se encontraba malherido; con él estaba su amigo Pedro Eliseo Cruz, junto con otros médicos, bregando a salvarle la vida. Y la gente vociferaba. Todavía no comenzaban el levantamiento ni los saqueos. Como a la media hora bajaron y contaron que había muerto. Una foto de González muy famosa es la que muestra al profesor Pedro Eliseo sosteniendo la cabeza de Gaitán. Luego vino el desorden general»11. Cuenta Manuel que ellos estaban en el foco de la quema. A un lado se encontraba J. Glottmann, uno de los primeros almacenes que incendiaron y saquearon, y al otro, en la carrera 7.ª con calle 18, El Hospicio: «Una especie de reformatorio de niñas a las que mantenían rapadas; fue también de lo primero a lo que le metieron candela para sacarlas de allí y hacer su festín». Por esos días él subía mucho a la terraza del tercer piso de la casa, a mirar. Cerca quedaba otro gran almacén, El Emporio de Paños: «De ahí vi que venían un par de zorreros: uno traía un rollo de paño y el otro le pidió que le diera un pedazo, un corte. El que tenía el paño se negó, y de mala manera le dijo que fuera a sacar del almacén. El otro se enojó y se picaron ahí mismo. Llamamos varias veces para que se llevaran los cadáveres, pero nada, ahí se quedaron varios días». Manuel acompañaba a Sady porque a Esperanza le daba miedo que saliera solo en esos días. Iba con él para arriba y para abajo: «Cómo sería el susto mío, ya que las únicas explosiones que conocía eran las de los voladores de las fiestas de la patrona en el pueblo, y para llegar a semejante tronamenta, pues estábamos en el centro de los disturbios». Sady salía todos los días a tomar fotos y no había quién lo atajara. Lo recogía a veces un amigo suyo, el coronel Willy Hollman, director encargado de la Policía, con quien tenía un nexo especial, pues la misma partera que asistió a los primeros hijos de Sady, doña Elvira, atendía a su familia: «Un día el coronel Hollman llegó por Sady, para que fuera al cementerio a tomar fotos de las galerías llenas de cadáveres, como tres días después del 9 de abril. Esperanza insistió en que yo lo acompañara. Llego allá, veo una nube de moscas, siento esa fetidez, observo los muertos y me desmayé». Otro momento que no olvida Manuel Uribe fue cuando lo dieron por muerto: «Ocurrió en esos días que cuando el fotógrafo Parmenio Rodríguez estaba enfocando, un francotirador le metió un tiro a través del lente, con mucha puntería, y lo mató. Fabio Parra, hermano medio del periodista Tartarín Moreira, regó el cuento en Andes de que el muerto había sido yo. Entonces, la primera vez que nos vimos en Bogotá, me dijo: “Avemaría, Manuel Uribe, me debés un mundo de padrenuestros”». El suceso cogió a la familia en desabastecimiento, porque hacían el mercado a diario en la plaza de las Nieves, que estaba cerca. Tenían sólo galletas de soda, que pasaban con café con 11. Entrevista con Manuel Uribe (61 años), realizada por Guillermo González, agosto de 1997 (archivo personal).

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leche o chocolate, y esto gracias a que un amigo español de Sady, que trabajaba en Nestlé, los proveyó de unos tarritos pequeños de leche Klim. Hasta que empezaron a llegar aviones con ayuda: «Los primeros que arribaron fueron los enviados por Evita Perón. Mandaron cantidad de rancho argentino, enlatados y de todo: ese fue el desquite del paladar. Recuerdo que había unas lengüitas de cordero, que venían en cajas y eran mi deleite».

El reportero y los otros Por aquellos tiempos en los que Manuel era aprendiz en Foto Sady, trabajaban allí otros fotógrafos: «Estaba Luis Velasco, que duró mucho tiempo ahí, y Carlos Caicedo ayudaba como laboratorista. Estaba también Garrido. Pero la mayoría de las fotos del archivo son de Sady. Hubo algunos que no volvieron después del 9 de abril. No recuerdo muy bien si en un laboratorio le arreglaron cama a un laboratorista o a alguno de ellos. En ese entonces se les vendían fotos básicamente a Cromos y a El Tiempo. Todo se manejaba desde ahí, desde Foto Sady. Uno iba por la noche a El Tiempo y llevaba treinta o cuarenta fotos, entre cosas sociales, policíacas, deportivas. Allá seleccionaban y devolvían el resto. Por lo regular escogía don Enrique Santos, y otras veces don Hernando, que ya empezaba a hacer sus pinitos. Y el director era Roberto García-Peña. Eduardo Santos iba a dar vuelta o a charlar con sus amigos por la noche en el periódico; con Arciniegas, con don Roberto, y hacían sus tertulias. Ningún medio tenía Departamento de Fotografía. Foto Sady era la empresa de reportería más grande que había. Carlos Jiménez tuvo una muy grande también, que era Foto Press, y estaba Foto Gaitán, de Ignacio Gaitán. Y además tra-

Anónimo. Inauguración de la exposición de reporteros gráficos en el salón de la Sociedad Colombiana de Ingenieros. Sady González, quinto de izquierda a derecha. Bogotá, 30 de julio de 1952. Archivo familiar.

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bajaban como fotógrafos “Lunga”, Luis Gaitán, hermano de Ignacio, y Daniel Rodríguez, quien figuraba mucho; no tenía un estudio, pero a veces se metía por ahí y chiviaba». Sobre las cámaras utilizadas, Manuel recuerda que a raíz de la celebración de un evento tan importante como la IX Conferencia Panamericana en Bogotá, los fotógrafos cambiaron sus Rolleiflex por la Speed Graphic y por la Buch Pressman, una máquina alemana muy parecida a la Speed Graphic. Agrega que en el archivo se guardaban negativos de distintos tamaños, seis por nueve, cuatro por cinco, porque había una Speed Graphic grande y otra pequeña; igual pasaba con la Buch Pressman, que era como una copia de la Speed Graphic. Recuerda que tenían una transparencia con el sello de Foto Sady, que se sobreponía al negativo a la hora de ampliar, cuando querían que la foto quedara con el sello. Por último, Manuel dice que Sady era de los pocos que en ese tiempo la iban bien con todos, «hasta con los “hermanos” godos; tenía también buenas relaciones con Alzate Avendaño y con Silvio Villegas». Luis Alberto Acuña, reportero gráfico de aquellos tiempos, manifestó al morir Sady: «Todos recordamos a Sady, al maestro, en las mejores tertulias, en las lecciones que les daba a sus discípulos. Con él aprendieron Carlos Caicedo, Alfredo Pontón, Carlos García Rozo, Alberto Sarmiento. Una generación que también supo por él no sólo la disciplina del buen trabajo, sino la ecuanimidad. No es porque haya muerto que todo fue tan bueno con Sady, sino que siempre, en vida, él sirvió de ejemplo… Sady fue todo un profesional, un hombre serio, de hablar parsimonioso, un caballero que imponía respeto con su sola presencia, pese a que era parlanchín y dicharachero»12. Y José Yepes Lema, periodista de El Vespertino y El Espectador, agregó: «Sady González Moreno no sólo fue un reportero gráfico famoso, sino el maestro de los más prestigiosos fotógrafos de la prensa bogotana…»13.

Recuerdos fAMILIARES Desde comienzos de los años cuarenta, cuando se fundó Foto Sady, la familia compartió vivienda y oficinas de trabajo. En la casa de un piso situada en la carrera 9.ª # 17- 45, nacieron los dos primeros hijos del matrimonio; allí vivía la familia junto con Gilma, la sobrina, y en la puerta del lado abrieron el primer local de Foto Sady. Luego habitarían y trabajarían en otra casa de la misma cuadra, en la carrera 9.ª # 17-25, una edificación de tres pisos; donde nacieron otros tres de los hijos. Los dos restantes nacieron cuando la familia vivía en la casa del barrio Los Alcázares; allí también montaron laboratorio de fotografía. Los hijos recuerdan cómo era el trabajo y lo que les tocó vivir en Foto Sady, pues de una u otra manera, todos pasaron por la empresa familiar. Hablan de la afición de su padre por cubrir eventos deportivos y de cómo se llenaba de orgullo por imágenes como «Bisturí en peligro», su premiada toma de un velero; de aquellas fotos dramáticas como las que logró en un accidente de avión en El Tablazo; de su pasión por la poesía y las tertulias que organizaban en la casa; de 12. «Falleció Sady González». El Espectador, 25 de julio de 1979, p. 1. 13. «Murió Sady». El Vespertino, 24 de julio de 1979, p. 1.

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momentos boyantes y otros en los que pasaron penurias económicas; de su amistad con Carlos Lleras Restrepo desde los tiempos del colegio; de ese ser que con las manos resaltaba, en forma mágica, aspectos de las imágenes cuando tapaba parcialmente la luz de la ampliadora al trabajar las fotografías; de lo exigente y perfeccionista que era él con su propio trabajo y de ese gran romance y esa complicidad laboral que tuvo con Esperanza. Édgar Sady, el mayor, guarda algunos momentos de esas primeras épocas: «El 9 de abril entraron a la Foto a un fotógrafo que le ayudaba a papi, con la cabeza rota; un soldado lo había herido. Eran tiempo muy duros. Otra vez, yo caminaba con papi y nos cayeron encima unos hombres armados; él los repelió con una pistola automática; me dijo que no le fuera contar a mi mamá. En otra ocasión llegaron los de la policía secreta, la SIC, a la Foto —en el primer piso quedaban la recepción y la fotografía, y en el segundo la vivienda familiar—; y mami, con pistola en mano, los tuvo a raya y no los dejó entrar»14. Época de violencia política. Esperanza, la segunda hija, recuerda que varias veces pasaban militares en carros y destruían el aviso luminoso de Foto Sady. Cuenta también que una vez detuvieron a su padre, y Carlos Lleras fue a buscarlo por las comisarías; en una de ellas, Sady escuchó la voz de Lleras preguntando por él, así que lo llamó a gritos; Lleras lo escuchó y gracias a esto se salvó.

El ser humano Esperanza hija, quien ha mantenido buena parte de la memoria de Sady y su familia en cerca de cien álbumes de fotos, recortes, cartas y objetos, se refiere a la personalidad y a la forma de ser de Sady. Cuenta cuando él trabajaba en Presidencia y la llevaba de visita al Palacio de San Carlos: «Llegábamos juntos y a la entrada él saludaba al señor que le embolaba los zapatos: “Pedro, cómo me le va, mucho gusto en saludarlo”, seguíamos caminando y se encontraba con un ministro, y lo saludaba en igual forma, y al ver al doctor Lleras Restrepo, el presidente, también. Así mismo con la señora de los tintos. Podía saludar en un rato a cinco o diez personas; afable, cordial, exactamente en el mismo tono, con el mismo respeto; para él valía el ser humano, no le importaba el cargo que tuviera; y se trataba con todo el mundo, de arriba y de abajo. Tenía un don de gentes impresionante; nadie le cerraba las puertas; uno iba con él y entraba a donde fuera. Por ejemplo, él era casi el único fotógrafo que podía entrar a los clubes, sinagogas y casas judías»15. En relación con el trabajo conjunto de Esperanza y Sady, agrega Esperanza hija: «Papi llegaba con un rollo, mami lo metía dentro de un sobre y escribía de qué eran las fotos. A veces llegaba él y le decía: “Mija, esta es una chiva”, y de inmediato se metían los dos al cuarto oscuro. Mami tenía unas manos hermosas, preciosas, pero no le importaba preparar el revelador con los químicos; era una maga para eso. Y corrían a llevar las fotos lo antes posible, para que no los fueran a chiviar otros fotógrafos. A veces tenían mensajero, y a veces le tocaba a papi ir a llevarlos. Y cuando él viajaba, ella mandaba recoger al aeropuerto los paquetes con rollos que 14. Entrevista con Édgar González (69 años), realizada por Guillermo González, 17 de diciembre del 2013. 15. Entrevista con Esperanza González (66 años), realizada por Margarita Carrillo y Guillermo González, 5 de mayo del 2013 (archivo personal).

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Sady González. Édgar Sady, Martha Lucía, Manuel, Fernando y Esperancita con sus padres Esperanza Uribe y Sady González en el parque Nacional. Bogotá, sin datos. Archivo familiar.

papi le enviaba, y él le ponía un telegrama amoroso, con las instrucciones. Ella también era la encargada de los cobros, porque él regalaba mucho trabajo. Mami hacía las cuentas y enviaba las facturas. Ella manejaba la plata de la casa y de la oficina; era la administradora, la que cosía, bordaba y tejía y, además, siempre fue una señora muy elegante». Anota Esperanza: «Cuando venían personajes importantes, papi llevaba a mami; entonces hay fotos de ella al lado del rey Juan Carlos, de Luz Marina Zuluaga, o con De Gaulle y el papa. En Semana Santa, papi salía a tomar las fotos de los monumentos y al día siguiente la gente buscaba el periódico a ver cuál era el monumento más lindo. Y el 31 de diciembre él iba a los clubes, como el club de Los Lagartos, a hacer las fotos sociales, y llegaba a la casa a toda carrera para celebrar con nosotros. Nos llevaban a conciertos, a ballet, a ópera, a cine, al circo, al carnaval en el hielo, a zarzuela y a fútbol. Lo único que odié fue que me hubiera llevado a toros, aunque fue sólo una vez, y nunca quise volver».

La familia y la poesía Martha Lucía, la tercera hija, escribe sobre sus vivencias: «Nuestra casa de la 9.ª entre 17 y 18, el ajiaco bien cargadito de guascas y los frisoles aromando en la lumbre de la cocina de carbón; el sabor único de los huevos pericos con cebolla y tomate; la changua con su cilantro, las arepas con mantequilla, la mazamorra paisa, el agua de panela, la yerbabuena de mi papá y el café de mi mamá. Los olores y sabores de la cocina cachaca: papi. Los de la cocina paisa: mami. En aquella cuadra nacimos los primeros hijos. El día de mis cinco años cambiaron los aromas y los sabores, el paisaje por las ventanas. Nos pasamos a los Alcázares y al gas; a ver a la Virgen del monte de la 72,

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Sady González. Bodas de plata. Arriba, de izquierda a derecha, Édgar Sady, Martha Lucía, Esperanza Uribe, Sady, Manuel, Fernando y Esperancita. Abajo, de izquierda a derecha, Guillermo Alfonso y Carlos. Bogotá, 29 de agosto de 1967. Archivo familiar.

arriba de la primera, en vez de ver Monserrate al levantarnos de madrugada. Nacieron otros dos hermanos ya en la clínica Camero —se perdieron dos o tres; no nacieron—. Nos criamos cinco hombres y dos mujeres. Su canción Candilejas. Su restaurante El Gran Vatel, sus salones de baile El As de Copas y El Candilejas. Color preferido de los dos, el verde en todos sus tonos, que nos enseñaron a amar cuando en los paseos sabaneros de los domingos, él nos señalaba la diversidad de verdes en nuestras montañas, por las ventanas del Ford 53 (“modelo de aniversario”, añadía Sady)»16. Rememora las visitas a la sede de trabajo de sus padres: «Íbamos por turnos al centro, a Foto Sady, donde era delicioso jugar con los envases de los materiales fotográficos; si ella estaba de buen genio, me dejaba escribir algunos minutos en su máquina. Mi mayor ilusión, acompañar al padre o a la madre a revelar, extasiada ante el milagro que iba apareciendo, o a hacer copias o reproducciones, escuchando siempre boleros». Y se refiere a la poesía en Esperanza y Sady: «Además de haber sido un buen reportero gráfico, era un buen poeta y excelente declamador. Ambos gustaban de la lectura de poemas y también escribían desde pequeños sus diarios y poesías… Al morir mi mamá en 2001 y repartirnos las herencias materiales, sólo quise traerme a España un perrito de porcelana y unos sobres que tenían escritos de ambos; cartas, retratos antiguos, postales, algunos negativos en el maletín de cuero negro que usaba Sady para cargar sus cámaras, los bombillos para el flash, el teleobjetivo y demás instrumentos de su profesión. Hace un año lo abrí y empecé a clasificar esos recuerdos. Me encontré con la grata sorpresa de los borradores y bocetos de poesías de puño y letra de mi papá; escribía con lápiz o con pluma y tinta verde. Creo que desde que 16. Fragmentos de cartas enviadas por Martha Lucía González (65 años), editadas en enero del 2014 (archivo personal).

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nací escuché a diario sus versos, sus poemas propios y ajenos que, con naturalidad, en cualquier momento recitaba. Por ejemplo, alguien decía “perdona” y él contestaba “que te perdone Dios que no ha sufrido el inmenso dolor de tu abandono”. En las reuniones familiares nos declamaba los poemas que le pedíamos. Este es el poema que le escribió a mi mamá cuando la conoció en la estación de tren de Barbosa: Cultivando recuerdos. A mi esposa, Esperanza. 1. Una tarde feliz, cual una diosa / Te vi sonriente cariñosa y buena; / Esperábamos tren, era en Barbosa / Y al contemplarte se murió mi pena. / 2. Te hablé de amores, y correspondido, / Soñé esa noche con mi rubia bella; / Yo vi la casa que formaba un nido / Y tú arrullabas la primera estrella. / 3. Cultivando seguí con gran cariño / los recuerdos y sueños de mi amada; / florecieron después, color de armiño / y conquisté tu amor, reina adorada. / 4. Seguiremos unidos, nuestras rutas; / Arrullando los frutos del amor; / Tú les darás bellezas impolutas / Y yo conciencias fuertes y valor. / 5. Hoy que ya soy el dueño de Esperanza; / La más preciosa que naciera en Andes, / voy por la vida lleno de confianza / cultivando un amor, de sueños grandes».

Influencia inspiradora Fernando, el cuarto hijo y posiblemente el que estuvo ligado en forma más intensa a Foto Sady, tiene claro en su memoria el tiempo que pasaba en el laboratorio con Sady y Esperanza. «A ratos con él, a ratos con ella, a ratos estaban juntos, siempre con Radio Reloj, la emisora»17. Desde los doce años, Fernando ayudó activamente en Foto Sady. Primero como mensajero, distribuyendo las fotografías en papel a los medios: «Yo salía muy rápido de la Foto, por ejemplo, hasta El Tiempo, que era el sitio al que más iba en ese entonces, o al Palacio de San Carlos —entonces sede de la Presidencia—; tomaba muchos atajos en el centro; atravesaba los pasajes para entregar a tiempo las fotos. Así fui conociendo muchas cosas de él como fotógrafo». Hay momentos singulares que hacen que Fernando reviva experiencias de trabajo con su padre. Hace poco estuvo en Buenos Aires, en una zona en Puerto Madero donde hay una estatua en honor de Fangio, el campeón mundial de automovilismo: «La vi y dije ahí mismo: “Yo estuve al lado de Fangio y de su carro”. Recordé que acompañé a mi papá a cubrir las “Ocho Horas de Bogotá”, carrera en la que estaba Fangio; y mi padre me tomó una foto al lado de él y de su Mercedes-Benz. Fue una cosa espectacular, como una inspiración, pues a mí me gustaban mucho las carreras de carros y acompañarlo a él a tomar las fotos. Íbamos a la carrera, salíamos volando a revelar e imprimir, y en la noche, en la premiación, vendíamos las fotos». Su padre le enseñó a cambiar los rollos fotográficos —las cámaras funcionaban con rollos de papel que en su interior tenían una tira de película; esa película se revelaba y luego se imprimían las fotos a partir de los negativos—; él andaba siempre por lo menos con dos cámaras, y mientras su hijo le ayudaba a cambiar el rollo de una, utilizaba la otra. Cada cámara tenía especificaciones diferentes, juegos de lentes y el electroflash, luz artificial que funcionaba cambiándole el bombillo al flash cada vez que se disparaba. 17. Entrevista con Fernando González (62 años), realizada por Margarita Carrillo y Guillermo González, 23 de mayo del 2013 (archivo personal).

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Así como Sady vivía orgulloso de su profesión, a la que le dedicó la vida, de sus alcances y sus logros, otras veces hablaba de algo doloroso de aceptar, cuenta Fernando: «En momentos difíciles, llegó a decirme que él esperaba que ninguno de sus hijos fuera fotógrafo, porque sentía que el fotógrafo estaba en un nivel bajo; creo que se refería al pobre reconocimiento que a nivel histórico tenía la profesión». Pero Fernando siguió aprendiendo, y enamorándose de la fotografía: «Él me dijo algo que me impactó mucho: que hay que tomar miles de fotos para llegar a que salga una muy buena, y esa es una de las cosas que yo hago». Cuando Fernando estudiaba medicina, durante los cierres de la universidad trabajaba como corresponsal para Radio Caracas Televisión y para El Universal de Caracas; filmaba y hacía fotos: «Mi padre vivía orgulloso de que iba a tener un hijo médico, así que cuando me vio tan entusiasmado con la reportería gráfica, y ganando mucho dinero —llegué a conseguir quinientos dólares en un día—, me cortó el chorro. Me dejó sin contactos y me dijo que no más, que me dedicara a la medicina...». Fernando no sabe bien qué habría pasado si no hubiera ocurrido ese hecho; quizás habría llevado una vida muy diferente de la que ha tenido. El día de su grado como médico fue uno de los momentos más felices de su padre.

Un hombre arriesgado Manuel, el quinto, también aprendió de su padre: «Él me fue enseñando cómo cuadrar el diafragma y la velocidad, pero a veces me daba miedo acompañarlo, porque en un viaje a la represa de Prado, cuando todavía no estaba inundada, sino que estaba el muro de contención allí, él me decía: “Venga, mijito”, y yo que ni por el berraco, porque era un camino como de tres metros de ancho, pero con una altura por ahí de 150 metros, y mi papá salía corriendo sobre ese muro para tomar las fotos, y yo que ni de vainas»18. Al igual que sus hermanos, hizo el curso completo de preparar el revelador y el fijador, hasta ampliar fotos: «A veces no había laboratorista y mi mamá me contrataba. Le hacía las fotos y me quedaban bien. Entonces ella me comenzó a contratar también para ir a cubrir cosas. Cuando mi papá no estaba yo iba a tomar matrimonios y fiestas, al Gun Club, al Club Médico, a todas partes. Fue casi un trabajo formal, y yo ganaba muy bien, pero cuando comencé a estudiar en la universidad ya no me quedaba tiempo; una vez le dije a mi mamá que no podía ir a un evento y ella se puso como un tote, porque no tenían fotógrafo; ahí fue cuando más o menos se cortó el trabajo. Pero fue preferible, porque ese día me tocó ir de todas formas». Manuel iba a comprar materiales a Foto Morris y Agfa Foto, y a llevar fotos a La República, a El Siglo y a El Tiempo. «A El Espectador no, porque quedaba lejos; yo hacía el recorrido por el centro». Hace énfasis en lo arriesgado que era su padre. «Cuando estaba chiquito, nos subimos a un helicóptero en el parque Nacional, y fue sólo montarme y me puse a chillar del miedo, así que tuvieron que parar y mi papá me dejó con un edecán de la policía; pero fue lo mejor, porque él se montó en ese helicóptero burbuja a tomar fotos, por los lados del cerro de Monserrate, y el 18. Entrevista con Manuel González (60 años), realizada por Guillermo González, 26 de mayo del 2013 (archivo personal).

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Guillermo González. La familia González Uribe en el grado de Fernando. Bogotá, 14 de diciembre de 1977. Archivo familiar.

viento se llevaba el helicóptero de un lado a otro, como una pluma; después contaron que mi papá tuvo que tranquilizar al piloto». Sobre lo que vivió en sus tiempos de vinculación más cercana a Foto Sady dice Manuel que Esperanza contrataba los empleados, claro, de acuerdo con su esposo; y llevaba las riendas. «Mi papá decía en tono jocoso que ella era la que lo contrataba a él. Mi mamá les daba valor a las cosas; mi papá era demasiado generoso. Ellos compraron una ampliadora grande, rusa, verde, y la pusieron en el cuarto del estudio para hacer fotos gigantes; de tres por dos metros. Él pegaba el papel en la pared más grande, volteaba la ampliadora y proyectaba la imagen; después la bajaba con mucho cuidado, rápido, y se hacía todo el proceso de revelado en el piso, con esponjas, porque no había un recipiente donde cupiera». En concreto se refiere al proceso realizado para la ampliación de la foto de la iglesia de San Diego, una de cuyas copias está en casa de su hermana Esperanza. Dos cosas no podían faltar en Foto Sady cuando la pareja iba a trabajar: el caldo Maggi y un cuarto de brandy Domecq, que venía con la tapita plástica que daba la medida de un trago. Cuando hacía frío, unas veces se tomaba consomé y otras brandy: «La relación de ellos dos pasaba por encima de todo; tenían unos rituales especiales: no podía faltar la ida al cine los domingos, a vespertina, o sus caminatas por el centro de la ciudad, cogidos siempre de gancho, muy hermosos. Celebraban todo». Habla de cómo iban habitualmente a restaurantes como el Yanuba y el Félix, y de cómo se mantenían en constante comunicación. «Para mí. la profesión de mi papá siempre fue un motivo especial de felicidad; me ponía muy contento cuando iba al colegio a tomar las fotos para el anuario. Cargarle el maletín o poder ir al lado de él con su maletín, su trípode y sus cosas era lo máximo. Todavía me siento orgulloso de haber aprendido con él», termina diciendo Manuel.

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Anónimo. Sady con Primo Carnera, campeón mundial de peso pesado. Sin datos. Archivo familiar.

Sintonía total Guillermo, el sexto, quien nació ya en la casa de Los Alcázares, cuenta que la sintonía entre sus padres era tal, que a eso de las siete o siete y media de la noche, su madre le decía: «Mijito, vaya abriendo el garaje que su papá ya está llegando». Él le hacía caso y era nada más comenzar a abrir las puertas para que arribara el Ford 53, azul claro con azul oscuro: «Tenían una sintonía total; estaban comunicados en otros planos». Cada noche, sin falta, su padre llegaba con un detalle para su esposa; una manzana, una flor, un bizcocho. Y guarda en su memoria las imágenes del último paseo que hizo con ellos, a Flandes (Tolima), viendo cómo Sady empujaba a Esperanza en un columpio y caminaban luego cogidos de la mano por la ribera del río Magdalena. Relata Guillermo que a toda hora en su casa se comentaban las noticias, y que llegaban distintos periódicos y revistas; las preferidas suyas eran Life y Selecciones, que después de ser leídas

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duraban poco tiempo: sus hojas se convertían en municiones para las bodoqueras; las más aptas para este fin —lo dice en tono risueño pero lamentándolo— eran las Life, ya que su papel satinado permitía fabricar bodoques perfectos. Esta práctica terminó luego de un fuerte regaño de su padre. Los tiempos en el laboratorio eran los momentos íntimos por excelencia para estar con sus padres, donde se contaban historias sin afanes, con la complicidad de la oscuridad, y era el sitio perfecto para pedir permisos difíciles, para fiestas o paseos. Recuerda Guillermo que cuando iba a observar el eclipse de sol de 1977, su padre le prestó todo el equipo y le dio explicaciones precisas para lograr las imágenes: trípode, una cámara Rolleiflex, rollos de 120, disparador y le habló del tiempo de exposición que debía dar en cada momento del eclipse: «Nos preparamos con un grupo de amigos para el evento, leímos a Carlos Castaneda y su experiencia con el peyote, y conseguimos hongos alucinógenos. Los preparamos en mi casa; mi madre nos ayudó a cuidarlos mientras los hervíamos con agua de panela, sin saber ella muy bien de qué se trataba. Nos fuimos y en la avenida Caracas, rumbo al norte, echamos dedo, y la camioneta destapada que nos paró recogió también a un hombre que resultó ser profesor de física de la Universidad Nacional. Cuando nos bebíamos el agua de panela mágica, el profesor dijo que él también quería. Nos quedamos a la altura del tercer puente de la autopista Norte, en un potrero desocupado. Nos instalamos, monté el equipo (rollo, cámara, trípode, disparador), y el cielo se partió en mil colores mientras el profesor nos explicaba cómo habían comprobado la teoría de la relatividad de Einstein en medio de un eclipse. De vez en cuando recordaba las instrucciones de mi padre, y disparaba la cámara, dejando veinte, treinta, sesenta o más segundos abierto el obturador. Pocos días después nos encerramos en el laboratorio con mi padre para revelar los rollos; no fue fácil. Tomamos precauciones especiales y revisamos con esmero los tiempos de revelado; quedaron bien. Los secamos y volteamos la ampliadora para proyectar en el piso: entonces sacamos las copias, que aún conservo». Guillermo también iba a vender fotos, aunque esto no le apetecía demasiado, pues mucha gente esperaba que se las regalaran. Trae de la memoria el momento en que habló con Sady para contarle que pensaba retirarse de la carrera de ingeniería civil, para cursar periodismo. Su padre, muy triste, le dijo que respetaba su decisión, pero que ya iba a ser la tercera carrera que iniciaba, así que tendría dormida y comida, pero que le tocaba pagarse los estudios. Agregó: «Ay, mijito, usted no sabe lo que he tenido que sufrir con estas cámaras para sacar adelante siete hijos». Años después, Sady se sentía orgulloso cuando pasaba por El Espectador, a llevar fotos, y saludaba a su hijo, que trabajaba en la sala de redacción. Finalmente Guillermo, el hijo periodista, fue quien se encargó de trabajar sobre el archivo de Sady. Guillermo rememora con cariño cuando lo sintió muy emocionado mientras miraban en la televisión una pelea del campeón mundial de peso pesado Muhammad Ali (Cassius Clay). Sady le contó entonces que él también había sido boxeador y que había tenido la mano multada. Un momento triste, pero que después recordaban con humor, fue aquel día en que cinco de los hijos de Sady estuvieron en una manifestación estudiantil, y los detectives de Palacio, que los

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conocían, le contaron a él; en la noche, frente a su mujer y a sus hijos, en la mesa del comedor, tiró los cubiertos sobre la mesa y dijo: «Dios mío, yo qué hice para que mis hijos me salieran comunistas». Por último, recuerda la vez que acompañó a su padre en gira con el presidente Lleras Restrepo, por Boyacá, y Sady, un hombre ya adulto, con más de cien kilos de peso, y su inseparable maletín de fotografía, fue el único que se atrevió a subir a un elevado andamio a tomar fotos, el sitio preciso desde donde se visualizaba toda la escena.

Unas de cal, otras de arena Al igual que sus hermanos, Carlos, el menor, empezó de niño a incursionar en la fotografía al lado de sus padres: «Recuerdo mis primeras entradas al laboratorio, acompañándolos a preparar los químicos, viéndolos revelar, y luego ya aprendí a copiar fotos. Mi primer trabajo fue ayudarles a vender»19. En aquel entonces, cuando Sady entró a Presidencia en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, tenía un acuerdo por medio del cual, utilizando materiales de Foto Sady, podía comercializar imágenes tomadas en actos oficiales. Dice Carlos: «Cuando mi papá tomaba las fotos de presentación de credenciales de los embajadores, yo iba a los hoteles a donde se hospedaban a vender las fotos. Una vez le di el precio de las fotos en pesos a un embajador y me pagó en dólares; traté de explicarle, pero no entendió. Al comienzo yo tampoco entendí muy bien, pero luego, al hacer cuentas, resultó que gané mucho en ese negocio, pues me pagaban comisión sobre las ventas. Fue la primera vez que gané plata. Me acuerdo también de Fernando, el boxeador que era laboratorista. Trabajaba en la Foto durante la semana y los fines de semana entrenaba. Yo fui una vez a verlo boxear y luego entrenábamos con él». Carlos se refiere al mayor susto que ha pasado en su vida, precisamente acompañando a Sady en su trabajo: «Nos llevó a mi hermana Martha Lucía y a mí a tomar unas fotos desde un helicóptero; lo cogimos en Catam y había que hacer una vuelta por Sopó. Con la puerta abierta, mi papá se salía del helicóptero, agarrado sólo con un cinturón, a tomar las fotos con la Speed Graphic. A cada segundo sentía que mi papá se podía caer. Durante mucho tiempo les tuve miedo a las alturas, por el pánico que sentí ese día». Pero también hay recuerdos muy gratos: «Íbamos a almorzar a El Pollo Dorado, donde don Gabriel, quien tenía caballos de carreras, y mis padres eran aficionados a apostar al 5 y 6, como él. Allá almorzaba de vez en cuando el maestro León de Greiff; mi papá me lo presentó un día y hablé con él». Los recuerdos siguen aflorando en su mente, unos positivos, otros no tanto: «Otra vez, en la casa de la suegra de mi hermano Fernando, en Modelia, mi padre se tomó la reunión y se dedicó a recitarle a mi mamá toda la noche. Y las serenatas que le daba. Yo nunca los vi pelear en los diecinueve años que viví con ellos. Y cuando trabajaba en Palacio, uno iba a visitarlo y siempre sacaba tiempo para atenderlo, para estar con uno un rato. Hay muchas cosas; en cierta ocasión mi papá se quedó dormido del cansancio mientras manejaba, por los lados del aeropuerto El 19. Entrevista con Carlos González (53 años), realizada por Guillermo González, 26 de mayo del 2013 (archivo personal).

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Anónimo. Sady González y el presidente Carlos Lleras Restrepo. Bogotá, sin datos. Archivo familiar.

Dorado. Otra vez lo acompañé a vender una cámara, porque teníamos dificultades económicas; unas veces tenían mucho y otras veces se quedaban sin nada. Pero él era un personaje, todo el mundo le hablaba a uno de Sady con cariño. Ah, y recuerdo cuando, en un viaje con Lleras Restrepo, hubo un atentado; en la pierna le quedó la marca de una esquirla que lo hirió».

Fotografiándolo todo El historiador Herbert «Tico» Braun, estudioso de la Colombia de mediados del siglo XX, y autor del libro Mataron a Gaitán, el texto por excelencia sobre el 9 de abril de 1948, dice de la obra de Sady: «Unos grandes momentos públicos, conocibles y reconocibles, memorables, manifestaciones, discursos, la destrucción del 9 de abril, y miles tras miles de momentos diarios, cotidianos, más bien privados, de los que se acuerdan a duras penas algunos que los vivieron, pero que no se van

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transmitiendo de generación en generación. Ya van quedando en el olvido. Una cocina moderna, lujosa pero ni tanto. Una señora frente a un espejo, poco elegante. Gente bien vestida, casi todos, sin ser ostentosos. Loteros. Vendedores de periódicos. Caras contentas. Sonrisas. Una familia bien, pero como muchas otras, en un viaje de campo. Un domingo, un fin de semana. Años entre los treinta y cincuenta del siglo pasado. ¿Quién hoy todavía los recuerda? Casi todos los que vivieron esos años han fallecido. Era una sociedad, hemos pensado, de ricos y pobres. ¿Dónde están? ¿Escondidos los unos en sus grandes casas en el centro y en Teusaquillo? ¿Los otros por allá lejos, en el barrio Egipto, o más al sur? Aquí están también los vendedores ambulantes de dulces, en sus nuevos uniformes blancos, encorbatados, con sus cachuchas. Sombreros sobre una cabeza tras otra. Un niño elegantemente vestido, también con su sombrerito, frente a una casa algo humilde. Unos hombres del pueblo, mestizos, también formalmente vestidos. ¿Ricos y pobres? ¿Una sociedad urbana de clases medias, medianeras? Parece. Y quizá también las diferencias entonces entre unos y otros no eran tan grandes. Y un hombre fotografiándolo todo, metiéndose con su cámara por todas partes, mostrando lo que para él era lo obvio, miles y miles de momentos diarios, para nosotros ahora, sorprendentes»20.

Escáner de la sociedad El arquitecto e historiador Carlos Niño Murcia se refiere al trabajo del reportero gráfico: «Creo que Sady es uno de los grandes fotógrafos de Colombia, y en cuanto a la investigación su trabajo es invaluable; no sólo para la arquitectura sino para los historiadores del deporte, de lo social, de lo político, a todos nos sirve. Yo simplificaría lo que uno siente cuando ve una fotografía suya en dos cosas: la calidad fotográfica, la luz, el foco, el encuadre, y lo que es en sí el documento: el personaje, la ciudad, los hechos. Y esas dos cosas en él se funden muy bien. O sea, expresiones del momento, de la fiesta, del poder, de los deportes, muy bien encuadradas, muy bien compuestas, con mucha nitidez, con mucha luz. Es el cruce de lo que es un Fotógrafo, con mayúscula». Agrega el arquitecto que la documentación que dejó Sady, de los años treinta a los setenta, abarca la ciudad, el país, la Presidencia de la República, la política, las manifestaciones, los hechos sociales, los bares, los grilles, los deportes: «Esto es muy importante, más ahora que la historia contemporánea, como investigación, está dejando de basarse solamente en los documentos de papel que están en los archivos; que por supuesto siguen siendo fundamentales, pero que se enriquecen mucho con otro tipo de documentos, como las imágenes, que son quizás el otro gran documento». Destaca Niño que las imágenes son un documento histórico de una riqueza prodigiosa, que se está convirtiendo casi en más importante que el documento escrito, que generalmente es hecho por el poder. «El fotógrafo está documentando la realidad cruda; a veces el poder; a veces sale López Pumarejo, pero también sale el enfermo, el preso; sale el pueblo; es una manera de 20. Herbert Braun, nota para este texto, 22 de enero del 2014.

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que hablen otras voces. La fotografía es más cruda, más escueta, porque lo que salió ahí, salió. Ahora eso se está perdiendo, porque la fotografía hoy truca. Estas fotos de Sady son casi como un escáner en el que están todos los estratos, a veces mezclados»21.

De otro fotógrafo Sobre la obra de Sady, dice el fotógrafo Jorge Mario Múnera: «Sady era, en esencia, un reportero gráfico. Un reportero que poseía información visual del mundo de su época; se nota en sus fotos. Tenía un estilo propio. Maduro en su oficio, conectado con una tradición y una forma de ver el reportaje muy personales. La labor de Sady tiene conciencia. Se siente que conoció el trabajo de reportería gráfica que se hizo en la segunda guerra mundial; seguramente bebió en revistas y publicaciones de la época. Uno siente a veces en sus imágenes ecos de las ciudades europeas destrozadas. Aquí hay un ojo; un estilo. Tenía olfato para el instante»22. En relación con su labor durante el Bogotazo, agrega Múnera: «Sady y su cámara eran un blanco fácil. Él reconoció la importancia histórica del momento. Tenía la conciencia del instante decisivo, pese a que aún no se había popularizado lo que Henri Cartier-Bresson llamó “El momento decisivo”, que les costó la vida a sus compañeros de trabajo en la agencia Magnum, Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour, “Chim”, quienes murieron en actos bélicos. En otras palabras, sabía que lo que estaba ocurriendo era trascendente. Tenía una respuesta visual para la guerra; sabía qué hacer. Podríamos decir que tenía las cosas por lo menos tan claras como doña Bertha: ella no dejaba salir a Ospina de Palacio y Sady, presintiendo la importancia histórica del momento, se dedicó a cubrir toda la situación. Es impresionante el recorrido que logró realizar trabajando en esa Bogotá arrasada». Termina señalando: «Otro aspecto interesante es que su fotografía de personajes no es una mirada que refuerce o enaltezca la importancia del poderoso o del poder. Se acerca a las diferentes personas con la misma distancia. No le da un protagonismo especial a nadie».

Su lugar en el mundo El crítico de arte Eduardo Serrano, autor de los dos libros que existen sobre la historia de la fotografía en Colombia, escribió: «Sady González se destaca como uno de los reporteros gráficos más talentosos de mediados del siglo XX, y entre los más versátiles y omnipresentes»23. Añade Serrano que «si bien la reportería gráfica se inició como profesión en Colombia en 1924, en el sentido de que algunos fotógrafos comenzaron a especializarse en imágenes para la prensa, podría afirmarse que el 9 de abril de 1948 la reportería gráfica llega a su mayoría de edad en el país. El registro fotográfico de los acontecimientos desatados en esa fecha por el asesinato de Jorge 21. Entrevista con Carlos Niño, realizada por Guillermo González, 20 de enero del 2014 (archivo personal). 22. El saqueo de una ilusión. Ob. cit., p. 22. 23. Eduardo Serrano. Historia de la fotografía en Colombia. 1950-2000. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, 2006, p. 198.

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Anónimo. Sady González y su familia abordando un avión. Bogotá, finales de los años cuarenta. Archivo familiar.

Eliécer Gaitán hace patente la conciencia de las responsabilidades del oficio de un enjambre de fotógrafos que arriesgaron su vida con el ánimo de cumplir su misión. Entre ellos amerita especial mención Sady González, quien fue sin duda el más perseverante y el más versátil de ellos, y gracias a cuyos trabajos no sólo se conocen imágenes del líder asesinado, sino la magnitud de la revuelta, los desmanes del pueblo enfurecido y las medidas del gobierno para contenerlos». Señala además que «a juzgar por sus registros, Sady González no sólo fue un reportero alerta y arriesgado que dejó un testimonio vívido y sincero de su época, sino un fotógrafo dedicado a su profesión y como tal, consciente de que el fotoperiodismo demanda cierto conocimiento de las razones de los acaecimientos, una gran capacidad de reacción y la facultad de captar de un vistazo el sentido o las implicaciones de una determinada situación o circunstancia. Y fue sin duda esta comprensión de los requisitos y alcances del fotoperiodismo la que llevó a González a abrir la primera oficina de reportería gráfica en Colombia, por la cual desfilaron un buen número de los fotógrafos a través de cuyos registros participamos los colombianos de los eventos y acontecimientos del país en la segunda mitad del siglo XX»24. Agrega Serrano que en la época de Sady trabajaban también como reporteros, entre otros, el antioqueño Jorge Obando, que colaboraba con varias publicaciones; Manuel H. Rodríguez, al igual que Leo Matiz, Ignacio y Luis Gaitán, y Parmenio Rodríguez. En entrevista para el documental en preparación25, Serrano sostiene que Sady y su esposa tenían conciencia de la importancia histórica de su trabajo, y que fue maravilloso que el archivo de Sady sobreviviera, pues mientras otros archivos de la época fueron quemados, es 24. Eduardo Serrano, nota para este texto, 26 de enero del 2014. 25. Entrevista a Eduardo Serrano, realizada por Margarita Carrillo para el documental sobre la vida de Sady, 5 de febrero del 2014.

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fundamental que hoy podamos ver la historia de Colombia de ese periodo por medio de sus registros. Agrega que el hecho de haber organizado un archivo desde el año 1943 muestra además que él y su esposa fueron pioneros y visionarios sobre la trascendencia que tendría su trabajo. En relación con la ubicación de Sady dentro del contexto de la fotografía internacional, señala que hasta ahora en Latinoamérica se está empezando a valorar lo propio en su justa medida, porque antes se miraba siempre hacia Europa o Estados Unidos: «Pienso que eso es lo que ha pasado con fotógrafos como Sady, a los que no miraron en su momento en el contexto de la fotografía internacional, pero que si los hubieran visto en ese contexto, habrían ocupado un puesto de primera línea, al lado de los grandes fotógrafos europeos y norteamericanos». Precisamente Nicolás Ordóñez, director de fotografía de dicho documental, quien es cineasta, fotógrafo y escritor, considera que esta exposición en la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, la reedición y edición de nuevos libros, y el documental sobre su vida, contribuirán a poner a Sady en el lugar que le corresponde en los ámbitos nacional e internacional. Un paneo, una primera mirada de conjunto sobre la vida y la obra de Sady, un ser particular, fotógrafo etnográfico, reportero gráfico, maestro de fotógrafos, organizador gremial, reportero del poder político; y de su esposa, Esperanza, una de las pioneras en el arte de la archivística fotográfica en el país. Gracias a esta pareja, se cuenta hoy con este valioso testimonio gráfico, que recoge cincuenta años de imágenes de Sady sobre Colombia, y el cual está pasando de ser un archivo privado a uno público, pues en poco tiempo habrá acceso a sus registros en la Biblioteca Luis Ángel Arango, del Banco de la República.

bibliografía Bogotá, años 40, 1.ª ed., t. 2. Colección Memoria fotográfica de Bogotá, fotografías de Sady González. Bogotá: Revista Número Ediciones, 2007. Bogotá, años 50, 1.ª ed., t. 3. Colección Memoria fotográfica de Bogotá, fotografías de Sady González. Bogotá: Revista Número Ediciones, 2007. El saqueo de una ilusión. El 9 de abril: 50 años después, 1.ª ed., t. 1. Colección Memoria fotográfica de Bogotá, fotografías de Sady González. Bogotá: Revista Número Ediciones, 2007. Historia del teatro Municipal. Bogotá: Revista Número Ediciones, 1997. Quién es quién en Venezuela, Panamá, Ecuador y Colombia. Bogotá: Oliverio Perry y Cía. Editores, 1952, p. 739. Serrano, Eduardo. Historia de la fotografía en Colombia, 1950-2000. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, 2006, p. 198.

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Agradecimientos A Margarita Carrillo, con quien hace más de un año venimos inmersos en el archivo de Sady, preparando proyectos, y con quien hemos desarrollado varios de los planteamientos que aquí se exponen, así como el guion museográfico; los textos de cada década y la línea de tiempo son hechos por Margarita. A la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, en especial a Ángela María Pérez, Margarita Garrido, Alexis de Greiff, Diana Restrepo y Juan Ignacio Arboleda, pues gracias a creer en Sady y su labor, han sido posibles la exposición y el paso del archivo a la BLAA. A Susana Carrié, diseñadora; Gabriel Carvajal, museógrafo, y Elkin Rivera, corrector de estilo, quienes han sido parte fundamental para llevar adelante este proyecto. Al equipo de la hoy extinta revista Número, en especial a Ana Cristina Mejía, por su trabajo en el análisis y la selección de imágenes de Sady para los tres primeros libros que publicamos; a Consuelo Corrales y David Infante, quienes a lo largo de varios años, en diferentes periodos, contribuyeron al cuidado y a la organización del archivo de Sady, así como a Magda Sandoval. A los especialistas, al igual que a los hijos y amigos de Sady y Esperanza, gracias a quienes se pudo comenzar a reconstruir esta historia. Y a Claudia Alejandra Medina, por su paciente apoyo, sabios consejos y labor de edición.

El autor Guillermo González Uribe (Bogotá, 1955). Desde su empresa, El Ala de Arriba, se dedica a la escritura, así como al desarrollo de proyectos de edición, investigación y periodismo, campos en los que cuenta con más de treinta años de experiencia. Obtuvo el Premio Planeta de Periodismo 2002 por su trayectoria profesional y por su libro Los niños de la guerra. Premio Media 2001 de Lasa, Latin American Studies Association (Washington, septiembre del 2001). Medalla al trabajo de crítica cultural, Festival Internacional de Arte de Cali (septiembre del 2001). Premio Los 10 de la Cultura, Ministerio de Cultura (2007). Libros de la colección que editó, Memoria fotográfica de Bogotá, con imágenes de Sady González, obtuvieron en dos ocasiones el Premio Andigraf. Fue director de la revista Número a lo largo de dieciocho años; director de la revista Gaceta, del Ministerio de Cultura, por cuatro años, y editor del «Magazín Dominical», de El Espectador, durante seis años.

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El conjunto de obras que reúne esta exposición corresponde a una selecta y ardua elección de cien fotografías entre

9.000 negativos, que pertenecen al archivo fotográfico Sady

González, de la Biblioteca Luis Ángel Arango. La muestra fotográfica se ha delimitado a las décadas de los

y cincuenta,

treinta, cuarenta

así como también al magnífico fotorreportaje sobre uno de los

acontecimientos más trágicos en la historia del país, denominado

el Bogotazo.

El material fotográfico se ha organizado y cedulado, según datos provenientes del archivo creado por

Esperanza Uribe de González, desde 1943 hasta 1979.

En la selección de cada obra se tuvieron en cuenta la calidad intrínseca, capacidad de evocación, novedad y primicia, pertinencia histórica y su propia realidad ficticia.

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En 1935 se decreta por ley que la cédula sería documento obligatorio electoral y de identificación personal. El joven Sady González fue contratado como fotógrafo cedulador para los municipios de los departamentos de Cundinamarca, Antioquia y Boyacá. En cada lugar permanecía por largos periodos. Quienes lo conocieron en aquel tiempo cuentan que, a pesar del ambiente político que se vivía, caracterizado por pugnas partidistas, Sady entablaba fluida relación con liberales

Visitaba pueblos, haciendas, caseríos y rancherías, y en sus ratos libres, a la manera de los grandes etnógrafos, registraba por igual y sin distingos aquellos rostros, lugares y momentos que más lo conmovían.

o conservadores, gracias a su personalidad abierta y llana.

Esta selección de fotografías —inéditas hasta hoy— revela a un fotógrafo obsesionado en montar para su lente complejas puestas en escena. Grupos familiares, maestros y alumnos de escuela rural, domingos de mercado. Retratos que ilustran una época y plasman un incomparable paisaje humano que explica nuestro rico mestizaje.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Iglesia de San Juan Nepomuceno Covarachía (Boyacá), años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.


Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Sin datos, años treinta aproximadamente Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ Con frecuencia, Sady se incluía en las puestas en escena de las fotografías de grupo. En la fotografía de arriba se puede ver cómo Sady organizaba los grupos. En la de abajo, el grupo organizado listo para la toma final, en la que Sady se sitúa de pie a la derecha.

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A principios de la década de los cuarenta, Sady González conoce en la estación de Barbosa (Antioquia) a la mujer que será el gran amor de su vida, con quien formará una familia de siete hijos y quien ejercerá una influencia determinante en su carrera: Esperanza Uribe Correa. Se radican en Bogotá, ciudad que para entonces tenía apenas unos 340.000 habitantes. Sady comienza a reportar con su cámara, por encargo o por iniciativa propia, todo lo que la musa urbe le ofrece: clásicas fotografías de pequeños en el parque Nacional, monumentales tedeums en la plaza de Bolívar, carreras de caballos, tranvías atestados de gente, monumentos de Semana Santa, salones de té, matrimonios y bautizos, llegadas y partidas de políticos y famosos desde el antiguo aeropuerto de Techo. A mediados de los años cuarenta, una vez concluida la segunda guerra mundial, el país vive nuevos aires de progreso que se reflejan en su capital. Los medios impresos del momento —como las revistas Cromos y Semana, al igual que los periódicos El Siglo, El Tiempo y El Espectador— demandan foto-

Los esposos González Uribe crean Foto Sady, la primera empresa independiente de reportería gráfica en Colombia. Allí empiezan como aprendices de laboratorio, y luego de fotografía, Luis Velasco, Luis Mirke, Alberto Sarmiento, Carlos Caicedo y Manuel Uribe, entre otros, que hallan al poco tiempo su propio camino.

grafías que ilustren los acontecimientos.

A finales de la década, el país, atrapado entre idearios liberales y conservadores, y el surgimiento de otros de izquierda, es sorprendido con un acontecimiento que, al decir de muchos, divide su historia en dos. Sady González, aguzado reportero gráfico, tiene su cámara atenta para lograr el fotorreportaje más importante de su carrera: el Bogotazo.

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Sady González Desfile de tranvías y buses frente a la Gobernación, avenida Jiménez Bogotá, 23 de octubre de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Avenida San Martín, a la altura del Panóptico Bogotá, 10 de marzo de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Carrera séptima. Al fondo, la iglesia de San Francisco Bogotá, 11 de octubre de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Descubrimiento del busto del general Benjamín Herrera con motivo del aniversario de su muerte, avenida Caracas con calle 39. Bogotá, 1.º de marzo de 1947 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Palacio de Comunicaciones e iglesia de Santo Domingo Bogotá, 9 de enero de 1947 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Plaza de mercado de las Nieves en un día de difuntos Bogotá, 30 de noviembre de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Crónica sobre el precio de los víveres para la revista Cromos Sin datos, 24 de agosto de 1946 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Prueba de ciclismo La Doble a Chocontá Cundinamarca, 11 de noviembre de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Los pericos que adivinan la suerte Sin datos, 24 de julio de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Expendedores ambulantes de dulces con sus nuevos uniformes Bogotá, 18 de marzo de 1949 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Desfile militar y juramento de bandera Bogotá, 12 de agosto de 1949 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Crónica de salones de belleza y peluquerías Bogotá, 14 de febrero de 1945 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Meriche, Barola y Campitos, del circo del teatro Municipal Bogotá, 29 de junio de 1944 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Concurso Nacional de Belleza Cartagena, noviembre de 1947 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Carrera de caballos en el hipódromo Bogotá, 30 de julio de 1944 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Crónicas de loteros Bogotá, 23 de marzo de 1945 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Encuentros de lucha en el circo de Santamaría Bogotá, 10 de octubre de 1944 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Monumentos de Semana Santa: la Catedral Primada Bogotá, 31 de marzo de 1945 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Entierro del señor de Taxis Rojos, señor Simón Sáchica Bogotá, 11 de abril de 1944 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Crónica de la policía, 24 horas en una permanente Bogotá, 19 de septiembre de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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«¡Mataron a Gaitán!», «¡Mataron a Gaitán!», repetían los transeúntes que estaban en la carrera séptima, cerca de la avenida Jiménez. A la una y cinco minutos de la tarde, Juan Roa Sierra dispara su revólver. Sobre el pavimento cae el cuerpo aún con vida del jefe del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán. Es el 9 de abril de 1948. Sady González había fotografiado los hechos más relevantes del líder del movimiento gaitanista. La campaña para las legislativas en marzo de 1947, en el circo de Santamaría; los aguerridos discursos en el teatro Municipal; manifestaciones populares de tal magnitud que no tenían antecedentes en la historia de Colombia, como la Marcha del Silencio, cuando el caudillo pronuncia un discurso de tan sólo cinco minutos en el que suplica por la paz y el cese de la violencia. Capta incluso la que se considera la última fotografía en vida del jefe liberal, en su despacho, un día antes de su muerte.

Como los buenos reporteros de guerra, Sady arma su propia estrategia y mueve sus fichas. Conoce las calles, tiene contactos, es arriesgado y entiende que, pese a la balacera y los francotiradores, debe salir a la calle. Desde temprano recorre la ciudad, un día en el carro de la Cruz Roja, otro en uno de la Policía. No hay quien lo detenga. Muchos archivos fotográficos de la época se quemaron, otros se han ido perdiendo. Cerca de 150 negativos que durante esos días captó Sady González quedaron al cuidado de su esposa, Esperanza Uribe. Gracias a ello, las futuras generaciones podrán ver, casi oler, la destrucción producida durante el Bogotazo.

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Sady González Jorge Eliécer Gaitán en campaña, circo de Santamaría Bogotá, 14 de marzo de 1947 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González «Con Gaitán, capitán del pueblo, daremos la victoria en marzo», salida del circo de Santamaría Bogotá, 14 de marzo de 1947 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Manifestación liberal, plaza de Bolívar Bogotá, 2 de febrero de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Jorge Eliécer Gaitán en el teatro Municipal Bogotá, 10 de octubre de 1947 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Plinio Mendoza Neira, Roberto García-Peña y Jorge Eliécer Gaitán Bogotá, 8 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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➤ Gaitán. Todo indica que es la última foto de Gaitán vivo, tomada en su oficina un día antes de su asesinato.


Sady González Cadáver de Jorge Eliécer Gaitán, clínica Central Bogotá, 9 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ 95


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(En la página anterior) Sady González Machetes Bogotá, 9 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

Sady González Cadáver de Roa Sierra, cementerio Central Bogotá, abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ 98


Sady González Requisas y toque de queda durante los días y noches posteriores al Bogotazo Bogotá, abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ «En el barrio Ricaurte las patrullas del ejército libraron fuertes combates contra los francotiradores. La fotografía muestra el momento en que dos de ellos eran detenidos y registrados por soldados». El Tiempo, 17 de abril de 1948.

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Sady González Sin título Bogotá, 10 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Bogotá, 9 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Sin título Bogotá, 10 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Estas fotografías fueron captadas por Sady desde una de las *ventanas del periódico El Tiempo. La intervención de la diseñadora gráfica y fotógrafa Susana Carrié permite dar una mirada en mayor grado y perspectiva de lo que sucedía en el centro de la ciudad. Bogotá, 10 de abril de1948. Negativos.

➤ «En la avenida Jiménez de Quesada, las fuerzas armadas comienzan a dominar los grupos de saqueadores que ocupan las calles. Dos oficiales de infantería encabezan el pelotón que dispara sobre la carrera séptima. La escena tuvo lugar en las primeras horas del 10». El Tiempo, 9 de abril de 1949.

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Sady González Calle 16 con carrera 7.ª, el Hotel Regina en ruinas Bogotá, 11 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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➤ «En la mañana del 11 de abril los primeros ciudadanos comenzaron a recorrer la ciudad. El ademán de las manos en alto se hizo clásico y común en esos días. Ante las ruinas se observa un tranvía destruido al fondo. Grupos de ciudadanos, entre ellos jóvenes y niñas, cruzan afanosamente». El Tiempo, 9 de abril de 1949.


Sady González Levantamiento de escombros en la carrera séptima. Al fondo, la Catedral Primada. Bogotá, 10 de abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Remolcan por la avenida Jiménez uno de los tranvías destruidos Bogotá, abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Destrozos en la Gobernación Bogotá, abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Cementerio Central Bogotá, abril de 1948 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ «Uno de esos días el coronel Willy Hollman, director encargado de la Policía y amigo de Sady, llegó por él para que fuera al cementerio a tomar fotos de las galerías llenas de cadáveres. Llegamos allá, veo una nube de moscas, siento esa fetidez, observo los muertos y me desmayo». Testimonio de Manuel Uribe Correa, cuñado de Sady González.

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Sady González Multitud frente al edificio Agustín Nieto Caballero, lugar donde fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán Bogotá, 8 de abril de 1949 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Edificio Agustín Nieto Caballero, durante el homenaje a Jorge Eliécer Gaitán Bogotá, 8 de abril de 1949 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ «El liberalismo de Bogotá dio ayer la mayor demostración de su historia. Doscientos mil liberales rindieron tributo al doctor Gaitán». El Tiempo, 9 de abril de 1949.

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Sady González Tributo a Jorge Eliécer Gaitán, parque Nacional Bogotá, 8 de abril de 1949 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Tributo liberal al año de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, parque Nacional Bogotá, 8 de abril de 1949 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ «El liberalismo mostró ayer a la capital que para sus manifestaciones y demostraciones públicas, la plaza de Bolívar se ha quedado pequeña. El parque Nacional fue ocupado ayer por cerca de doscientos mil liberales». El Tiempo, 9 de abril de 1949.

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Los inicios de los años cincuenta sorprenden a los habitantes de Bogotá con sucesos que ya se habían gestado y anunciado mucho antes de ocurrir el Bogotazo, como el cierre definitivo del tranvía y la clausura de las últimas cuatro cuadras peatonales de la calle Real, entre la calle once y la avenida Jiménez, para permitir el paso vehicular, lo que eliminó de un tajo la acostumbrada tertulia callejera. La ciudad se extendía, a la par que aumentaba su número de habitantes debido, entre otras causas, al desplazamiento forzado de miles de familias por la Violencia. Durante este decenio, los medios impresos seguían adquiriendo las imágenes que ofrecían los reporteros gráficos independientes. Las fotografías de Sady González aparecían en las primeras páginas de la prensa local. Era tal su reconocimiento

Fueron tantos y tan variados los sucesos que durante esos años registró con su cámara, que es imposible clasificar su labor en un género específico. Sady lo fotografió todo y todo lo registró. Su extraordinario olfato periodístico lo llevó a estar, casi siempre, en el lugar de la noticia.

que incluso lo llamaban de otras latitudes para cubrir eventos especiales.

En 1966 el presidente Carlos Lleras Restrepo, amigo y compañero de colegio, lo seduce para que trabaje con él. Sady entra a ocupar el recién creado cargo de fotógrafo de Palacio, en el que se desempeñaría durante los siguientes cuatro periodos presidenciales. Desde allí continuaría siendo el reportero gráfico de primera línea, testigo de excepción de los principales acontecimientos nacionales.

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Sady González Concurso Nacional de Belleza en Cartagena, desfile de carrozas Cartagena, 10 de noviembre de 1953 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Bodas de plata matrimoniales de la pareja Corredor y fiesta de cumpleaños Bogotá, 8 de junio de 1952 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Matrimonio en la iglesia de San Ignacio, entre el doctor Camilo Casas y la señorita Inés Ortiz Bogotá, 27 de octubre de 1951 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Campeonato Nacional de Natación en Girardot Girardot, 26 de agosto de 1951 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Partido de fútbol entre Millonarios (el famoso Ballet Azul) y Deportes Caldas, que terminó con empate a tres goles Bogotá, 11 de noviembre de 1950 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Reinauguración del estadio El Campín Bogotá, 20 de julio de 1951 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango ➤ «Partidos entre las selecciones de Colombia-Paraguay y Argentina-Uruguay. A las dos de la tarde de ayer, setenta mil personas colmaban el estadio El Campín en delirante expectativa por el magnífico espectáculo que se le presentaba en la reinauguración del coliseo deportivo. Esta fotografía fue tomada por nuestro reportero gráfico Sady González desde el tetramotor de Lansa HK332». El Tiempo, 20 de julio de 1951.

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Sady González Maestro León de Greiff en el café El Automático Bogotá, 25 de noviembre de 1950 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González En un bar de Caracas Caracas (Venezuela), 3 de diciembre de 1951 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Carros y peatones pasando con dificultad por la carrera séptima debido al fuerte aguacero Bogotá, 8 de octubre de 1950 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Observadores de la competencia de motocicletas en el circuito cerrado de la carrera décima entre calle 26 y avenida Jiménez Bogotá, 29 de junio de 1952 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Inundaciones en el sur de Bogotá Bogotá, 24 de octubre de 1953. Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

➤ «Bajo el rigor del invierno, centenares de familias resultaron afectadas por las inundaciones. Más de 500 evacuados de los barrios del sur, al amanecer de ayer». El Tiempo. Bogotá, 24 de octubre de 1953.

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Sady González Desfile de antorchas con motivo de la proclamación del dogma de la Asunción Bogotá, 31 de octubre de 1950 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Instalación del I Congreso de Cirugía Bogotá, 28 de octubre de 1951 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Prueba de diez kilómetros de recorrido para carritos de madera, patrocinada y organizada por el Automóvil Club de Colombia Bogotá, 29 de octubre de 1950 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Carrera Grancolombiana. Bogotá,14 de enero de 1950 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Manifestación de los hombres por la paz Bajada del Señor de Monserrate, avenida Jiménez Bogotá, 10 de junio de 1952 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.


Sady González Manifestación al alcalde Mazuera Bogotá, el 18 de enero de 1958 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Concentración escolar en la plaza de Bolívar con motivo de las fiestas patrias Bogotá, 18 de julio de 1952 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Sady González Llegada a Techo de un nuevo contingente procedente de Corea Bogotá, 5 de agosto de 1952 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

Sady González Familia de refugiados de los Llanos Bogotá, 29 de agosto de 1952 Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Trazar la cronología de la vida y obra de Sady González Moreno (Salvador Isidro) no ha sido una tarea fácil. Aún hay preguntas sin responder, aunque se sabe con certeza que la primera fotografía la hizo a pedido de su madre: el registro de su padre muerto. Con el paso del tiempo, el joven Sady empieza a incursionar en el arte de tomar «vistas». Más tarde recorre parte del país como fotógrafo de cedulación y cumple con ese trabajo cuando el destino hace que conozca a Esperanza Uribe Correa en la estación de Barbosa (Antioquia). A partir de entonces ella se convierte en compañera imprescindible e inseparable de sus días, y madre de sus siete hijos, jefa, gerente y socia en el negocio de familia, Foto Sady. Durante las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta, Sady disparó sus cámaras sin descanso. Ya en los años setenta continuó con mayor serenidad, pero siempre sin tregua, hasta el día de su muerte.

Como tarea pendiente queda investigar más a fondo el trabajo de Sady en los treinta, y cómo fue su labor en esos años sesenta y setenta, cuando laboró en la Presidencia de la República. Su archivo fotográfico, que hoy reposa en la Biblioteca Luis Ángel Arango, y la investigación realizada para conmemorar el centenario de su nacimiento son el punto de partida.

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Sady González Sady González Moreno en medio de un grupo de mujeres Años treinta Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

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Anónimo. Sady y su hermano Pedro González. Sin datos. Archivo familiar.

Anónimo Esperanza Uribe y Sady González en su luna de miel.1942. Archivo familiar.

Esta es la primera fotografía tomada por Sady, por encargo de su madre, con una cámara de cajón, popular a comienzos del siglo XX.

Sady González. Su padre muerto. Sin datos. Archivo familiar. Esperanza Uribe. Con su primer hijo, Édgar Sady. Bogotá, 3 de diciembre de 1944. Archivo familiar.

Anónimo. Sady con 18 años aproximadamente. Sin datos. Archivo familiar.

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Sady González. Fachada de Foto Sady. Cra. 9.ª # 17- 45. Bogotá, 11 de noviembre de 1949 Archivo fotográfico El Ala de Arriba.


Los días posteriores al 9 de abril, toque de queda y requisas. Sady González, séptimo de izquierda a derecha, portando una de sus camaras.

Anónimo. Concurso Nacional de Belleza en Cartagena. Noviembre de 1947. Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

Anónimo. Sin título. Bogotá, abril de 1948. Archivo familiar.

De izquierda a derecha: Carlos Martínez, Daniel Rodríguez, Carlos Jiménez, Ignacio Gaitán y Sady González.

Anónimo. Pioneros de la reportería gráfica en Colombia. Bogotá, años cuarenta. Archivo familiar.

Anónimo. Roberto García-Peña, Enrique Santos y Sady en la Vuelta a Colombia en Bicicleta. Bogotá, años cincuenta. Archivo familiar.

Los niños González Uribe y sus padres en el parque Nacional con los regalos que recibieron en la Navidad.

Sady González. Sin título. Bogotá, diciembre de 1954. Archivo fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango.

Anónimo. El presidente Richard Nixon y Sady González durante la visita de Carlos Lleras. Washington, 12 de julio de 1969. Archivo familiar.

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Esperanza Gonzรกlez Uribe. Sady Gonzรกlez en el grado de su hijo Fernando. Bogotรก, 14 de diciembre de 1977. Archivo familiar.

Este libro se teminรณ de imprimir en marzo de 2014, con un tiraje de 700 ejemplares.


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