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UNA SILENCIOSA LABOR

Texto y fotos por Juan Carlos Gambarotta

LA ACCIÓN DEL SER HUMANO EN LA TIERRA HA RECRUDECIDO SU IMPACTO NEGATIVO, ESPECIALMENTE EN LOS ÚLTIMOS AÑOS. EL AVANCE DE LA DEFORESTACIÓN, EL CAMBIO CLIMÁTICO, LA CONTAMINACIÓN, HAN HECHO QUE MUCHAS ESPECIES DESAPARECIERAN. PERO DEL OTRO LADO, HAY PERSONAS QUE CON UN TRABAJO SIGILOSO ESTÁN OFRECIENDO RESISTENCIA: LAS Y LOS GUARDAPARQUES.

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Los grandes animales terrestres más carismáticos del planeta estarían extintos desde hace décadas si no fuera por el trabajo cotidiano de guardaparques. En un escenario mundial en que cada día se reducen los recursos naturales, el silencioso trabajo de guardaparques ha logrado que algunas especies cuenten con más individuos hoy que hace cincuenta años. Tal es el caso del rinoceronte blanco del sur, el rinoceronte Indio, la vicuña, el huemul, el gorila de montaña y el garial, por sólo dar unos ejemplos. Hasta hace unas décadas, era una profesión de hombres y en algún país se prefería que fueran caucásicos, pero actualmente hay muchas mujeres guardaparques (en Uruguay eso es notorio) y hay también muchísimos guardaparques de comunidades indígenas de todos los continentes. La profesión de Guardaparque es una de las más escasas del mundo y me atrevo a decir que la realidad laboral del “gremio” debe ser de las más dispares también. Los de los países nórdicos suelen estar muy bien equipados, pero llama la atención que los guardaparques cuya misión es -valga la

Patrulla de Guardaparques en P.N Kahuzi-Biega, Congo redundancia- proteger las áreas protegidas más ricas en biodiversidad, (léase países tropicales) son los que tienen las mayores carencias de equipo, salarios más bajos, condiciones a veces paupérrimas de vivienda y, como si eso fuera poco, precariedad laboral. Suelen estar muy bien capacitados, y muchísimos tienen tanta responsabilidad que suelen anteponer el cumplimiento del deber a la protección de sus vidas. He participado en patrullajes en muchos países y he constatado de primera mano las inimaginables dificultades de muchos colegas.

La Federación Internacional de Guardaparques lleva un registro, lo más completo posible, con los nombres y las circunstancias de la muerte de los guardaparques que fallecen durante el cumplimiento de sus funciones. Cada año las bajas superan con creces los cien. Duele leer sus nombres, los que muchas veces nos cuesta pronunciar. Los heridos de bala son incontables.

¿Quién puede matar a un guardaparque? La lista es larga, pero comienza con guerrilleros que operan dentro de las áreas protegidas, matones pagados por madereros y cazadores furtivos, accidentes por mal estado de vehículos, correntadas de ríos, malaria, animales silvestres etc.

La Declaración de Zakopane -de la que escribí el borrador- emanada del Primer Congreso Mundial de Guardaparques en 1995, resaltaba las tremendas carencias mencionadas más arriba, pero la situación no ha cambiado. Se suceden importantes reuniones internacionales que pretenden comenzar a revertir el deterioro de la biodiversidad, pero la situación de los guardaparques sigue sin cambios significativos. Se ha identificado que para el correcto desempeño de su labor, los guardaparques deben estar capacitados, equipados y motivados. ¿Usted seguiría motivado para trabajar, aún arriesgando su vida, sin ver a sus hijos durante la mayor parte del año, cuando el equipo no funciona y desconoce si el mes siguiente podrá cobrar su magro sueldo? Creo que todos sabemos la respuesta.

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