Es posible que muchos barceloneses no diesen crédito a la noticia que apareció en los medios de comunicación el pasado mes de octubre sobre que Barcelona era la cuarta mejor ciudad de Europa para hacer o ubicar negocio. Esta información apareció en un estudio basado en una encuesta realizada a más de 500 directivos de grandes empresas de nueve países europeos. Su escepticismo puede venir dado por el hecho de que, desde que comenzó la crisis, la realidad económica de casi un 40% de los habitantes de esta ciudad haya cambiado a peor. Luego, entonces, es lógico que a un amplio sector de la ciudadanía no le cuadren esas aseveraciones, puesto que, para ese colectivo barcelonés, ello debería traducirse en un ambiente mucho más optimista y generador de riqueza, lo cual contrasta con el goteo casi constante de cierres de comercios o el paulatino aumento de las cifras de desempleo.