Segunda revista Tamasma Cultural de diciembre

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Es Navidad

REVISTA CULTURAL CANARIA

DICIEMBRE 2021 NÚMERO 21


Índice

Editorial: Luisa Chico

COLABORACIONES

Contraportada: J. Miguel Granados

Directora de Tamasma Cultural

Portada: John Leandro Gómez Belenista de El Escobonal Artesano

BELENES: John y Donaban Leandro Gómez POEMAS NAVIDEÑOS: Nativitatis, de Jonay Cabrera Mientras, de Álvaro Rodríguez Un nuevo amanecer, de Arnoldo Rodríguez La Vida consentida, de Elena Cabrera Días de Navidad, de Julia González Flor de Pascua de Rosario López Armonía de Domingo Santana Por si nadie te espera de Tino J. Prieto Aguilar

CUENTOS DE NAVIDAD; Si el Niño hubiera nacido en Canarias, de Luisa Chico La Navidad en el cielo, de Cándida Medina Las estrellas de Belén, de Balbina Rivero El regalo, de Pilar Blanco Recuerdos de las navidades de tu infancia, de Isabel González Un cuento de Navidad, de Isa Hernández Recuerdos navideños, de Isa Hernández Noche de Reyes, de Albertine Orleans El indigente, de Luis Alberto Serrano La magia, de Helena Herrera Te espero, de Angie Hernández Navidad a la vuelta de la esquina, de María de la Luz La Navidad de las mil caras, de Matale Arozena Hada madrina en paro, de Eva Castillo

ArteSanos: J. Miguel Granados

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Editorial El mejor regalo de Navidad que alguien nos puede realizar es hacer que nos sintamos valorados y acompañados. En mi caso no puedo quejarme, mi familia y mis amigos están siempre ahí cuando los necesito para arroparme y apoyarme en todo. Prueba de ello es este magnífico regalo de Navidad que me han hecho aportando sus trabajos para que yo pudiera elaborar este presente navideño para todos los seguidores de Tamasma Cultural. Mis múltiples ocupaciones me llevaron a pensar en cerrarla hace poco, al menos por un tiempo, pero es imposible. No quiero quedarme sin un espacio en la red en el que poder dar visibilidad al trabajo de tanta gente como se dedica a hacer Cultura en Canarias, personas de las que aprendo cada día. No importa el tiempo que me quite su diseño, todo será cuestión de reorganizar mi tiempo y trabajo. Lo importante es estar ahí cuando alguien me necesite. Les dejo aquí el segundo trabajo que hemos realizado entre todos. Cada aportación tiene un trocito del alma de quienes me hicieron llegar su obra dedicada a la Navidad que nos inunda en estos días, a través de una simple invitación en la red social de Facebook. Diciembre ha contado con dos números de Tamasma Cultural para poder dar cabida a todos. Mil gracias por su generosidad. Seguiremos adelante en 2022 avanzando y compartiendo CULTURA.

Luisa Chico Directora de Tamasma Cultural

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Belenes La tradición belenista está muy arraigada en las islas. Tamasma Cultural no podía dejar de ofrecer una parte del trabajo de estas personas que ponen todo su amor en cada detalle para revivir el nacimiento de Jesús año tras año. En esta primera ocasión nos hemos acercado hasta El Escobonal, en el municipio de Güímar, para ver el que hacen los hermanos John y Donaban Leandro Gómez y que aquí les dejamos en imágenes. Un trabajo maravilloso.

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¿Qué les motivó para hacer los belenes? Somos los hermanos gemelos John y Donaban Leandro Gómez y realizamos cada año un portal de Belén de temática canaria en el pueblo de El Escobonal en el municipio de Güímar - Tenerife. Nuestra pasión por los belenes comenzó desde que éramos muy pequeños. Siempre, al llegar la Navidad, nos daba mucha curiosidad las figuras del portal, en especial las que forman el nacimiento. Recuerdo que en nuestros primeros años ya hacíamos un pequeño Belén en el armario de la despensa de la cocina. Nuestra madre y nuestra abuela nos compraban figuras cada año para engrandecer más el Belén. Con el paso de los años, se convirtió en una afición y cada año lo hacíamos mayor, hasta tal punto que hemos tenido que cambiarlo de ubicación en la casa porque el espacio era insuficiente, (a día de hoy el Belén mide más de cuatro metros y medio y está realizado en cuatro pisos diferentes). Un año decidimos abrirlo al público ya que algunos familiares y vecinos nos lo recomendaron. En estos últimos años nuestro Belén se ha enriquecido por las elaboraciones realizadas artesanalmente por nosotros, como diversas miniaturas (frutas, verduras, quesos, embutidos, panes, cerámica, cestería...) Como vegetación (palmeras, bejeques, parrales, dragos, piteras,...) y casas tradicionales canarias además de su decoración interior.

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Lo más destacable del belén es el pequeño homenaje que hemos querido realizar a nuestro pueblo en la que hemos elaborado las figuras de la Danza de las Cintas de El Escobonal actual, figuras de 8 centímetros realizadas con pasta de arcilla, modeladas y pintadas a mano. También destacar la maqueta de la Iglesia Vieja de San José, destruida en el incendio del año 1942, la muestra de calados realizados por nuestra bisabuela Josefa. Y por último como peculiaridad las figuras del pesebre de San José y la Virgen María están vestidas con el traje típico de la Rondalla de El Escobonal. Te invitamos en estas fechas navideñas a descubrir todo lo citado anteriormente y otros detalles en nuestro Belén elaborado en la Calle Lomo de Montijo, Nº 76 en El Escobonal Güímar.

Les animamos a todos a decorar sus hogares para estas bonitas y especiales fechas que vamos a celebrar, aparte del pino de Navidad a montar el tradicional Belén, aunque sea solo la pieza del nacimiento, ya que estamos perdiendo el verdadero significado de la Navidad que es el nacimiento del niño Jesús. Además el Belén representa a la familia y es un símbolo de esperanza que necesitamos ante ésta pandemia que estamos viviendo y que nuevamente este año estarán marcadas por el covid.

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Vivamos éstas fechas con gran ilusión y alegría y sobre todo mantenimiento todas las medidas de seguridad e higiene. Muchas gracias a todos y Felices Fiestas". Fotografías realizadas por John Leandro Gómez

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Nativitatis Apuntan pasos hacia guirnaldas y hogares, con más hambre que sed, con más llanto que vida. —Nativitatis—, el rico orea sus riquezas, el pobre esquiva miradas, pesebres ahora sin vacas, ni asnos, huyen hacia las calles donde las coloridas luces no se aprecian. El niño; aquel niño hecho muerte, bebe de los pechos de la «Santa Madonna», el padre de carne y metal, hace una vasija de madera, los tres dueños de la magia del mundo, se miran entre sí, escudriñando en sus ojos el sentido de la vida. —Yo, que siempre usé camisa prestada—, no tuve guirnaldas, ni luces erguidas acordes con los suaves roces de la noche. Sí que tuve un asno, bueno más bien un pollino famélico y cansado parecido al que entró en Jerusalén entre ramajes y “Hosannas”.

Jonay Cabrera 11

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Mientras Parece que el tiempo se ha paralizado hay un olor a flor de Pascua la lluvia cae despacio eterniza los bosques hasta la madreselvas sonríen de paz. Las luces parpadean y nos dan esperanza. Todo parece más tranquilo, los hombres tenemos sosiego en nuestro interior y han vuelto los abrazos. Mientras haya unos labios que hablen de amor mientras haya unas manos cuidando una flor. El amor se ha apoderado del mundo, es que llegó navidad. Pastores Ángeles Reyes Magos Belén niño Jesús camellos Todo parece diferente, hasta el volcán sosiega sus rugidos. ¡Es que llegó NAVIDAD! Mientras haya un futuro hacia dónde mirar mientras haya ternura habrá NAVIDAD.

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Álvaro Rodríguez

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Un nuevo amanecer Ya de mayor, sentado en la terraza, observo como las calles se iluminan, con arcos de colores, como las enredaderas suben por los troncos de los arboles, por las palmeras, serpientes multicolores que hacen destellos, en las esquinas grupos de músicos improvisados, ambulantes, cantan villancicos, los padres con los niños sujetos a los bajos de sus trajes, contemplan con inocencia unos, los otros con añoranzas recordando su juventud, su infancia y a los que se fueron, y sienten las ausencias, cuanto ajetreo en las calles, aunque hoy es un tiempo diferente, en estas fechas el corazón sensible se llena de amor, y con ganas de dar y recibir, y ser parte de los que aún conservan los deseos y se dejan llevar por el niño que escribe la carta a los Reyes Magos, o al Papa Noel, que traerá pronto regalos.

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Arnoldo Rodríguez 13

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La vida consentida Y si contando caigo en la cuenta, del contar cómo lo cuentan, o es que algo me estará contando, aquí adentro, sí, donde pongo mi mano,

Sabes? El alma a veces me navega, con los sentires, de una larga humanidad, y hace impacto en mis entrañas, cada ser que encuentro,

es él, mi pecho izquierdo, que ahora está cantando entre cuencos,

en este largo recorrido, en este camino a veces sudoroso, y otras de zapatitos de colores.

acelerados a contra tiempo a veces. ¿Es ella tan coqueta y presumida? Una mente parlanchina y juguetona con la noche… Galaxias de un mar de estrellas, en movimientos nobles, donde habitan los bellos artistas.

Sí, así te veo y siento mi niña, a ti hoy que deseo hablarte tanto, por siempre fuiste y serás, mi vida consentida.

Que no soy poeta cariño, que no traje los libros de versos, para un ahora y un aquí.

Visita su canal en YouTube https://www.youtube.com/watch?v=YzxW2JpdY5M

Elena Cabrera 14

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Días de Navidad Aquí estoy un año más Jesús haciéndote versos hoy que todos recordamos el día de tu nacimiento porque tu eres mi Señor Rey de la tierra y el cielo.

El dolor y la desesperación de toda esa gente que emigra tratando de buscar un lugar mejor para su familia y son engañados y utilizados perdiendo a veces hasta la vida.

Rodeados de la familia con una buena comida donde no falta el turrón ni truchas ni peladillas y nos hacemos regalos conmemorando aquel día en que en un humilde portal Nuestro Salvador nacía.

La pandemia del covid que el mundo está padeciendo donde la cifra de enfermos cada segundo va creciendo y a pesar de las vacunas todavía siguen muriendo.

Y a pesar de la alegría que significan estas fechas yo no puedo evitar que me invada la tristeza de ver lo que está sucediendo en esta nuestra querida tierra. Reflexionando y pensando cual sería hoy mi plegaria si en el mundo están pasando ahora tantas cosas malas por eso deseo que tú Señor nos llenes de esperanza. La bravura de un Volcán que en la Isla de La Palma hace a todos padecer y a mi me salen las lágrimas viendo a tanta gente sufriendo al quedarse por él sin nada

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Las guerras la desigualdad la avaricia y la prepotencia que hacen a unos morir de hambre y a otros amontonar riquezas por no ser más solidarios y acabar con la pobreza. Por la intolerancia y discriminación veo padecer a mucha gente que por su ideología o condición se ven aislados muchas veces. Por estas y otras desgracias hoy Jesús yo a ti te pido que intercedas ante Dios para que cese el martirio y con su mano poderosa saque al mundo del abismo.

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Pero tampoco quiero hoy ser pesimista y negativa ya que estas fiestas deben ser unos días de alegría porque también nos pasan a diario muchas cosas bonitas y disfrutamos del regalo más hermoso que es la vida. Y tú nos das siempre tu amor prometiéndonos que contigo tendremos la salvación por eso hoy a todos pido que no perdamos la ilusión como cuando éramos niñosQue en éstas navidades brindemos con esperanza y en torno a una misma mesa revivamos la confianza de que tú siempre estarás llevándonos de tu mano y entre todos conseguiremos vivir juntos como hermanos.

Julia González

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Flor de pascua Pongamos la flor de pascua este año en nuestro hogar, y demos un toque alegre a esta nueva Navidad.

La flor de pascua aparece en todo pueblo o ciudad, alegrándonos la vista que mucho bien nos hará.

Pues quisiera elogiarla

Por eso serán ellas

Por estar un año más, floreciendo para todos con su esplendor natural.

el motivo a destacar, que con sus bellos colores podremos felicitar.

Rojas, rosas, bicolor, frondosas se ven brotar, coloreando con gracia cualquier parte o lugar.

Rosario López 17

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Por si nadie te espera Pasa la página una brisa, huele a mar y en sus gotas, siento un roce de otra piel que intuyo. Leo con gafitas, esas de nadar, ajustadas, -hago un selfiey ante el mar que me mira, hacia otro capítulo margullo libre en esta historia con título de acordes sonoros. Es el Libro de las Olas, nada quieto, sincero vacío y luz.

Tino J. Prieto Aguilar 18

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Domingo Santana 19

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Si el Niño hubiera nacido en Canarias Corría el invierno en las islas, la noche se presentaba despejada y fresca, aún así muchas personas permanecían a la intemperie disfrutando de la contemplación de un cielo estrellado como nunca antes habían visto. Cubiertos con sus tamarcos más abrigados, los guanches se reunían en la entrada de las cuevas que les servían de vivienda o se sentaban en la orilla de las eras y caminos charlando plácidamente.

A lo lejos se escuchaba el sonido de un tambor que alguien hacía sonar entreteniendo así las horas de vigilia que antecedían al sueño. De pronto, una de aquellas estrellas que miraban embelesados comenzó a desplazarse rápidamente dejando tras de sí una estela de brillante polvo dorado. Sus corazones se sobrecogieron al sentir en su interior la voz de sus antepasados, los cueles siempre les hablaban de que un día una estrella, como ésta que ahora contemplaban, cambiaría la historia, porque anunciaría la llegada al mundo del hijo de Dios. Sin dudarlo se pusieron en pie disponiéndose a seguirla allá donde fuese, hasta que uno de los ancianos les hizo caer en la cuenta de que debían pedir permiso al mencey antes de emprender el viaje, todos estuvieron de acuerdo y partieron raudos en su busca para comunicarle sus intenciones. Éste no sólo les concedió el permiso sino que se ofreció a acompañarles en el incierto camino, ya que no sabían a donde les podría llevar la imponente estela luminosa. Aquella noche los senderos de las islas se llenaron de caminantes que avanzaban en pos del astro luminoso. En las cuevas-vivienda solamente permanecieron los niños pequeños al cuidado de los ancianos que no podían permitirse emprender tan largo viaje. Al llegar a la orilla del mar volvieron sus ojos una vez más hacia el cielo, comprobando que la estrella se había detenido sobre una de las islas, desde Achinech, Benahoare y Esero podían ver la isla sobre la que el astro brillaba, era la pequeña isla redonda que ellos llamaban Gomera, sin embargo, los habitantes de Tamarán, Maxorata y

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Tyterogakaet solo podían ver que lo había hecho sobre una de las islas más occidentales, aún así no dudaron ni por un segundo, tanto unos como otros, en comenzar a preparar las balsas y barcas de madera que pudiesen trasladarles hasta allí, y antes de medianoche ya se hacían a la mar. Los vientos alisios se confabularon con el arriesgado pueblo guanche ayudándolos a empujar las improvisadas embarcaciones rumbo a su destino, y el bravo Océano Atlántico no quiso ser menos, y sus aguas invernales se calmaron como por encantamiento convirtiendo la travesía en una balsa de aceite. Las estrellas brillaron aún más si cabía, sirviendo de antorchas celestes que alumbraban el camino de los ilusionados isleños. Antes del amanecer comenzaron a desembarcar los primeros viajeros en las orillas de la privilegiada isla que acogía en sus tierras al hijo de Dios. Cargaron con los presentes que llevaban para él y, sin detenerse a descansar, pusieron rumbo al lugar que les indicaba la estrella guía. Al llegar comprobaron que los aborígenes de la isla, como era natural debido a la cercanía, se les habían adelantado, y que en el exterior de la cueva que servía de refugio al Niño Dios se reunía un inmenso gentío.

La alegría se manifestaba en todo su esplendor, por doquier sonaban pitos, chácaras y tambores, y se ejecutaban danzas de todo tipo con las que los guanches pretendían demostrar su felicidad. Cada comitiva que iba llegando se acercaba prestamente a llevar sus presentes al Niño y a su familia, mostrando así su regocijo. Al frente de cada grupo iba siempre el mencey que les regía, con lo que la adoración al Niño se revestía de ceremonia y seriedad, pero luego se integraban todos juntos en el sentir popular participando de las fiestas que se celebraban en el entorno.

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Los isleños compartían el queso de Tyterogakaet, el de Tamarán o el de Maxorata; los higos pasados de Achinech se intercambiaban con las almendras de Benahorare; los burgados y lapas de Esero servían de desayuno a los guanches de Gomera. Todo se compartía, la música, la comida y la dicha de poder estar todos juntos festejando el mayor acontecimiento de la historia. Los menceyes se reunieron en el tagoror, Tinguaro, Tanausú, Doramas, y el resto de ellos intercambiaban opiniones y noticias, todos estaban de acuerdo en que debían dar gracias a Acorán por haber elegido, a pesar de su humildad, a las islas afortunadas como lugar de nacimiento de su hijo. Aquella noche, fresca y despejada, del 24 de diciembre, quedaría para siempre en la memoria de los isleños, y la dicha de cuantos participaron de ella ha llegado hasta nuestros días, navegando entre leyenda y leyenda, arropada de los sonidos de la música que durante siglos ha impregnado los corazones de los canarios, quienes cada año al llegar estas fechas vuelven a reunirse en torno al pesebre del Niño al son de las chácaras y tambores.

Luisa Chico 23

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La Navidad en el cielo Cuando nos sentamos en la mesa en los días más señalados de estas fechas, solemos pensar en los seres queridos que ya no están. Quiero imaginar que allí donde están, tendrán preparada su mesa, sin ninguna silla vacía pues para ellos... No existen las ausencias. Veo a la familia, vecinos y amigos alrededor de una gran mesa cogidos de la mano, formando un hermoso rosario de estrellas dónde seguramente alguien empezará la parranda, otro contará chistes y hasta habrá alguna que otra obra de teatro, donde pueda participar quien quiera, las madres harán para esos días los postres más ricos, los vinos corren a cuenta de los parranderos, que para eso son los mejores catadores nosotros tenemos la posibilidad de brindarles nuestra alegría, pero estamos muy ocupados llorando esos lugares vacíos o buscando cualquier excusa para no celebrar, ya sean malos entendidos, falta de espacio, etc... Nos escudamos muchas veces diciendo que las navidades ya no son lo que eran... Si, eso es cierto, ya no pensamos en hacer felices a los que aún tenemos la suerte de poder abrazar. Me gustaría volver a ser una niña, para vivir las navidades como cuando la mayoría de los que ya no están, nos dedicaban su tiempo, cariño y alegría. Sé, que les faltaban muchos seres queridos, pero eso no era motivo para no celebrar. Al menos mis ojos de niña, no vieron la desgana o el desapego que veo hoy a mi alrededor. Quizás sea porque he crecido y de mayor las cosas se ven de otra manera, aunque mi ilusión siga siendo la de esa niña que fui.

Cándida Medina 24

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Las estrellas de Belén En las calles, el bullicio había cesado. Seguro que las familias estarían reunidas en torno a una mesa repleta de exquisitos manjares, o bien junto al árbol navideño para abrir los regalos. La arboleda de la rambla, como cada año, resplandecía. Estaba adornada con diminutas bombillas blancas, semejaba la bóveda celeste cuajada de estrellas. Belén sintió el relente de la noche, cruzó la calle Comandante Sánchez Pinto, con sus piernas de palillito, enfundada en unos pantalones de pitillo que la hacían más delgada si cabe. Caminaba con paso vacilante y un poco encorvada como si las cadenas y latones que llevaba al cuello le pesaran demasiado. Se detuvo delante del escaparate de Martínez. No supo con certeza si su vista le estaba gastando una broma o ciertamente todos los televisores expuestos emitían la misma imagen. Se estremeció al ver aquel rostro, que en otro tiempo, no muy lejano, fuera terso y alegre, ahora, Belén lo veía surcado por largas arrugas y velado por la tristeza; no halló la sonrisa tantas veces envidiada y, después, mucho después, añorada siempre. Durante unos instantes puso atención a las palabras de la mujer de la pantalla e hizo un mohín de fastidio. “Aún sigue esperando la infeliz”, masculló Belén. “Que se quede con su Rodolfito, su niño bonito. No me faltará un lugar donde pasar otra Navidad”, se dijo. Apuró un largo trago de vino del tetrabrik que llevaba en la mano. Quería seguir su camino, pero las inseguras piernas se negaban a obedecer y no pudo evitar escuchar las últimas palabras de la llorosa mujer de la televisión. “Belén, hija, llámanos si es que no quieres regresar a casa. Necesitamos saber que estás bien. No olvides que te queremos y te echamos de menos. Te quiero, hija”. Belén bebió hasta apurar la última gota de su Don Simón y con manos temblorosas rebuscó en los bolsillos de la chaqueta y en la mochila. Tardó en encontrar el chocolate que no necesita cocción ni taza para tomarlo. Cruzó hacia la rambla y eligió un banco cualquiera, todos estaban vacíos. Mientras liaba su porro, unas lágrimas rebeldes le brotaron sin su consentimiento. Miró las estrellas y le pareció que estaban cercanas.

Balbina Rivero

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El regalo Vuelvo a mirar el reloj, (el que me regalaste en nuestro último aniversario). Solo ha pasado 1 hora y me parece una eternidad. Estoy muerta de frio y cansada. Anoche soñé contigo y me costó dormir. Siempre me ocurre lo mismo por estas fechas. Miro la calle completamente adornada de luces de colores y motivos navideños, tras los grises y empañados cristales del coche. Observo cómo la gente pasa por mi lado con caras sonrientes, distendidas, cargadas de bolsas y regalos. Mientras un nudo de angustia se retuerce en mi interior. ¿Por qué tardan tanto? ¿Por qué no me dicen ya la verdad…? Dos golpes fuertes y secos en el cristal del coche, le cortaron la respiración. -Perdone. ¿Usted es la señora Luján Jiménez, la del vuelo 8567? -Sí, sí. ¿Se sabe algo más? –Pregunté angustiada- mirando con recelo a la auxiliar de tierra. -Sí, por supuesto. La hemos estado buscando. Tranquilícese, ya los hemos localizado. Todo ha sido un error. -¿¡Cómo dice…!? -Su familia cambió de vuelo a última hora debido a un inesperado retraso. Pero ya están aquí, acaban de llegar en otra compañía aérea. -Pero ustedes me dijeron que… -Por favor señora salga del coche y permítame que la acompañe. Todos la están esperando. Por unos segundos odie con toda mi alma a la auxiliar, a la gente, a la navidad…Al mundo entero. El dolor de la espera había sido insoportable. -¡Mamá, mamá, estamos aquí! Tranquila, todos estamos bien. Perdimos el vuelo porque se nos olvidó coger tu regalo de navidad. -¡Dios mío, bendito sea ese regalo! -Si abuela, no queríamos venir sin la última foto que te hiciste con el abuelo y que tanto te gustaba –me gritó me nieto sonriendo- mientras me enseñaba “el regalo”.

Pilar Blanco 26

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¿Qué recuerdos tienes de las navidades de tu infancia? Las navidades de mi infancia se componen de retazos, de frágiles recuerdos conservados como quien conserva una preciada reliquia. Mis recuerdos, son como esos viejos y delicados paños de otros tiempos que se guardan con mimo; débiles, evocadores, incompletos… pero se grabaron con tal fuerza en aquel pequeño corazón mío que, ni aunque lo deseara con todas mis fuerzas, podría deshacerme de ellos. En ellos, en mis recuerdos, aparecen muchas personas que ya no están, y un fino tul violeta los cubre sin remedio. Y mientras sonrío al rememorarlos noto cómo por dentro algo se rompe en un sordo e intemporal desgarro. Pero son pequeños recuerdos inmensamente felices, como sólo pueden serlo los de los niños de aquella época en que se disfrutaba sin necesidad casi de nada. Recuerdos felices, familiares y sencillos, carentes de opulencias o extravagancias. Tras muchos años, hoy sé que parte de la persona que soy y parte de la felicidad que hoy siento proviene del recuerdo dejado en mi alma por aquellas hermosas sensaciones y vivencias infantiles. Aquella sencillez, aquella cercanía, aquella bendita precariedad que nos proporcionaba suficiente de todo y mucho de nada… Quizá sólo mucho de cariño y cercanía, de amor por las tradiciones y por la familia. Aquellas navidades de mi infancia las recuerdo entrañablemente familiares, con un especial calor humano, envueltas en sencillez, no existía tanto lujo, ni eran tan comerciales, tampoco había tecnología, ni móviles que interrumpían conversaciones, ni maquinitas, pero nuestra imaginación jugaba un papel esencial en nuestras vidas, con poco nos conformábamos pero... ¡qué felices éramos!

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Eran tiempos de ilusión, de magia, alegría, risas, olor a comida casera, panderetas, villancicos, juegos de mesa, adornos sencillos con bolas que fácilmente se rompían. DICIEMBRE 2021 • NÚMERO 21


La Navidad es la dulzura del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro. Es el deseo más genuino de que cada copa se rebose con bendiciones ricas y eternas, y de que cada camino nos lleve a la paz, a disfrutar de la vida con las pequeñas cosas que ésta nos ofrece, a dar lo mejor de ti. Tiende tu mano al desamparado, ofrece tu hombro al acongojado, tú sabes que dar es lo que realmente muestra la grandeza de tu corazón. Se nos da la oportunidad perfecta para dar amor a todos, ayudar a los que lo precisan y para posibilitar una transformación en el mundo en la navidad. Hoy es el día para sembrar tu semilla y que con ella siembres un nuevo día. Aprovecho esta entrada para desearles unas felices fiestas navideñas, ojalá que vengan tiempos mejores para todos, pero sobre todo, que intentemos no desanimarnos en estos tiempos tan difíciles que nos está tocando vivir, y que la llama de la ilusión y esperanza, nos acompañe, no solo en estos días, sino siempre. ¡¡FELIZ NAVIDAD!!

Isabel González 28

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Un cuento de Navidad Rudolph, el reno líder, fue corriendo a llamar al Jefe. —¡Santa! Aquí hay tres señores que quieren hablar con usted. —¡Quien cojones me viene a molestar ahora! ¡Esta misma noche tengo que empezar el reparto, carajo! En la puerta del Claus’ Palace se plantaron tres monarcas, cada uno con su escolta de seguridad. Los tres grupos de soldados se apostaron prestos a proteger a cada uno de los Reyes Magos. Ante semejante despliegue militar, Santa se alarmó. —¿Qué cojones pasa aquí? ¿Un golpe de estado? Uno de los reyes se adelantó, protegido por cuatro hombres vestidos de caqui y con chaleco antibalas, armados con enormes fusiles ametralladores. —Tranquilo, Santa, soy Melchor. Es que de donde venimos hay que tomar todas las medidas de seguridad posibles, los de ESES están dándonos por culo. Disculpa a nuestras escoltas, pero por el camino nos han molestado bastante. —Vale, ahora lo entiendo, pero aquí no hay peligro. Me ponen nervioso todos esos soldados. Melchor hizo un gesto, sus dos compañeros asintieron y la escolta militar se apartó. La mayoría salió del edificio. Santa Claus respiró aliviado. —Bien, ¿qué se les ofrece? Esta noche es Nochebuena y tengo trabajo, como imagino que sabrán ustedes, majestades. —Claro que sí, y de eso queríamos hablar. Nos estás quitando el trabajo, cabrón, pues los niños prefieren pedir los regalos al principio de las vacaciones y no al final como es nuestro caso. —Yo no tengo la culpa, majestades. No puedo hacer nada. —Lo harás —concluyó Melchor e hizo un nuevo gesto. Los soldados tomaron sus armas y entraron de nuevo, ahora en tromba, en el palacio de Santa Claus.

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—Estás secuestrado —anunció Melchor—. Revisaremos todas las cartas que has recibido y verificaremos que a todo el mundo le queden pendientes la mayor parte de los regalos para el 6 de enero. Tú sólo repartirás las chucherías que mantengan entretenidos a los críos hasta que lleguen nuestros regalos. Baltasar y Gaspar se acercaron. —¡Y como protestes no te dejaremos ni siquiera repartir las chucherías! —exclamó el rey negro. —O mejor protesta, así me podré comer a tus renos —añadió Gaspar, mirando con gula a los animales. Rudolph defecó en la nieve. Estaba asustado.

Félix Díaz 29

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Recuerdos navideños Cada año cuando se aproximaba la Navidad, la mente de Sara volaba a los recuerdos del ayer cuando se reunía con el grupo de la escuela para ensayar la Nochebuena. Los chicos se vestían de pastores y en las filas se colocaban por tamaño en un lado los chicos y en el otro las chicas. Dos alumnos hacían de José y María y se situaban en el portal junto a una cuna con un niño Jesús de escayola que, junto a la vaca y la mula, eran lo único no viviente del belén de la iglesia del pueblo. Dos niñas se vestían de ángel con un traje de raso blanco y unas alas de algodón llenas de purpurina enganchadas a la espalda, que parecían de verdad y una diadema dorada que adornaba sus melenas rubias como el trigo y les daba un aspecto de belleza angelical. Sara era el tercer ángel, parecía un ángel genuino, el Ángel anunciador, y desde el púlpito recitaba con voz de sorpresa para despertar a los pastores y anunciarles el nacimiento. El acontecimiento acaecía a las doce de la noche del día 24; entonces los guiaba hasta el portal y los pastores que permanecían dormidos se levantaban con premura, júbilo, y asombro, y tocaban con alegría las panderetas, las palmas y las guitarras, recitaban poesías navideñas y bailaban al son de la música. Sara era el ángel anunciador y, aún recuerda de algunos versos: "Pastores, de las alturas por veros bajo y os anuncio la vida", “el alma estaba dormida y ya es hora de que despierte” , “venid conmigo, ... “, y los guiaba por todo el pasillo de la iglesia del pueblo, mientras la virgen de la Luz, desde su lugar en el retablo, contemplaba la celebración como si cantara junto a los vecinos y acompañara a la celebración año tras año. Esas vivencias de la niñez quedaron grabadas en la memoria de Sara como si una estrella de plata se fundiera con sus pensamientos y pareciera que acercara los bonitos recuerdos de esa época lejana difuminada en el tiempo vivido.

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©Isa Hernández DICIEMBRE 2021 • NÚMERO 21


Noche de Reyes El bullicio llega hasta mi cama en esta víspera de Los Reyes Magos. La Noche de Reyes en Triana me rodea, me cuesta respirar, la tos me tiene mareada, no paro de dar vueltas entre sábanas revueltas. ¡No puedo dormir! ¿Qué hago? ¿Una locura? El alboroto es más fuerte, parece que hay un grupo tocando tambores, ¿tambores a las doce de la noche? Me levanto, ¡ya está! Voy a zambullirme entre la muchedumbre, saldré bien abrigadita…

Me he vestido con falda y blusa vaqueras, unos leotardos negros y botas azules. Me faltan el pañuelo para el cuello, la boina rosa y la chaqueta acolchada blanca. Todo listo, me lanzo hacia la Noche de Reyes a pesar de que la cobardía y cierta negligencia, se han unido para intentar inutilizar mis esfuerzos aunque, a renglón seguido, no contaron que con el tesón, reforzado por la esperanza de olvidarme de la dichosa gripe, vencería todo impedimento quedando como una anécdota en ciernes. La Calle Mayor de Triana está a reventar de gente, camino y camino hacia adelante, sorteo a personas desconocidas; los adornos navideños sobre nuestras cabezas dejan caer su rojo colorido, es espectacular, parecen venas brillantes forjando veredas en el aire. En este ambiente de cuento infantil voy flotando, de repente mis pies son etéreos, me rio hacia dentro, soy feliz dentro de esta marea humana con cara de día de fiesta reflejada en los escaparates iluminados… Me paro unos segundos delante de Novedades Domínguez, la tienda de mi querida amiga Mercy. Veo al gentío de un lado a otro, hacia el sur, hacia el norte, con vasos de plástico que beben sin control, y sigo flotando encima, con la sonrisa bobalicona. Sus pensamientos me llegan, me gritan en los oídos, sus pensamientos me elevan, me mecen acostada de cara al cielo nocturno de luna casi llena, luna que a menudo ha acompañado mis sueños de vigilia durante las altas horas de la noche, sueños que deseo experimentar hasta que me doy cuenta de que ya he ascendido aproximadamente seis metros.

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Es increíblemente asombroso, ningún mortal ha observado que floto recostada en los miles de pensamientos como en un mar sin olas… — Me percato de que es la primera vez que no me influyen—. Sigo escalando el aire cien metros más. Una luz apenas suficiente y casi imperceptible, me guía hacia la salida de unos recuerdos que me han atormentado en el pasado y hasta hace apenas unos instantes. Me pertenece el mundo, la ilusión, el tiempo fantasmagórico y sin retorno… Mis ojos se pierden en las estrellas, la vida fluye helada a mil metros, la agonía fluye en su océano de fuegos indecisos. ¿Dónde está el sentido…? Creí que sola volvería a la calle negra para contemplar mi resurrección, la muerte de mis recuerdos maltratadores. El rojo navideño palpita, las voces se han apagado. El interés, el asombro y las expectativas de mi recorrido concluyen con una sencilla revelación: sólo hay que soltar para dejar atrás, y si los recuerdos regresan, habrá que cambiarlos por una nueva y alegre memoria, segura, y llena de esperanza. ¡Uf! ¿Será tarde para comenzar…? Llegando a los mil quinientos metros, parece que me estoy congelando.

DEL LIBRO FICCIÓN PARA DORMIR

Albertine de Orleans

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El indigente Se había ido hace tres años, así, sin más. Tras una absurda discusión sobre quién hacía más tareas en la casa, di un portazo y salí a tomar el fresco. Me indignó que me dijera que él colaboraba conmigo en las tareas de la casa más que los esposos de las vecinas. Y ya lo habíamos hablado muchas veces, cosa que me encolerizó más, que él no colaboraba conmigo; él simplemente hacia su parte de las tareas. Concepto que es muy diferente, como entenderán. Cuando volví de mi paseo para calmarme, se había ido. Nada de rastro en todos estos años.

Hasta el día de hoy que aquí lo tengo, sentado en la mesa comiendo como si le fueran a quitar la comida. No sé si llorar de la pena que me da verlo. Indigente, sucio, abandonado. Todas esas palabras me pasan por la cabeza al verlo, un día de Navidad, sentado en una mesa en la que había comido infinidad de veces, tan cómodamente, años atrás. Además, se sentó en su sitio preferido, dando la espalda a la televisión que tanto odiaba. ¿Y qué hago ahora? En este tiempo, yo me he rehecho de la soledad y la incertidumbre que dejó. No se lo merece, pero le he preparado un poco de la sopa que le encanta. A veces, entre cucharada y cucharada me mira. Yo sé que él sabe lo que pienso. No entenderé nunca como un hombre tan recto y con ese coeficiente intelectual ha podido llegar a ese estado. Es más, ¿me interesará saberlo o mejor ignorarlo y creerme mi propia película? A veces, auto engañarnos nos cura las heridas más profundas. Pero les aseguro que, cuando decidió volver a casa, sabía de sobra lo que yo pensaría.

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Cuando le conté que había recuperado mi vida y mis ilusiones con otro hombre, no levantó la cabeza. Se limito a seguir comiendo, echando trozos de pan en la sopa, como había hecho siempre. Le di una muda de ropa limpia y una toalla para que se duchara en el baño. Me sonrío y lo agradecí. Por mucho que pasara entre nosotros, es una persona que siempre estará en muchos de mis mejores recuerdos. No puedo, ni quiero, sacarlo de mi corazón. En lo que se aseaba, yo llamé a mi pareja para contarle todo. Al marcar, oí la llamada de su teléfono porque estaba, justo, entrando por la puerta. Y nos pusimos un wuisquito, como solemos hacer el último día de trabajo de la semana, y le relaté con pelos y señales lo acontecido. Era el día de Nochebuena. Él me preguntó si yo quería que cenara esa noche con nosotros. Vendrían sus padres y un hermano soltero a celebrar, pero seguro que lo entenderían. Me alegré porque no me hubiera gustado que esa noche la pasara solo y en la calle. De hecho, acabó durmiendo en el sillón. Al despertarme, los encontré desayunando mientras hablaban. Decidí dejarles hacer, sin intervenir. Sólo me enteré del resultado de la conversación: pasaría el fin de semana en casa, el lunes lo llevaría al trabajo, que siempre hace falta mano de obra y pedirá un adelanto para que pueda alquilar una estancia cerca del mismo, para que no tenga que usar transporte. Y me dijo que le contó que era el mejor regalo de Navidad que le habían hecho nunca. Y no se refería al trabajo, sino al haberle perdonado su falta de respeto en el pasado. Cuando a la noche mi chico me quiso contar lo que le había sucedido a mi marido el día que salió de casa, le dije que no me lo contara. Me conformo con saber que si él lo perdonó es porque se lo merecía y que valía la pena pasar unas navidades en el calor de esta familia. Que me da, que en adelante, habrá crecido en uno más.

luisalbertoserano.wordpress.com @luisalserrano @MiPropiaLuna

Luis Alberto Serrano DICIEMBRE 2021 • NÚMERO 21


La magia Cada jueves por la tarde acostumbro a dar un paseo por los jardines y rincones del Parque García Sanabria, hasta alcanzar la terraza de su entrada principal. A la derecha, hay un original reloj plantado con las flores de temporada que siempre da la hora exacta. Sin duda, es suizo. Este lugar es uno de mis favoritos, bajo la refrescante sombra que proyecta su arboleda, el bullicio de los niños, el trasiego de la gente y el ruido de los coches al circular por la calzada. Al llegar, me senté en la única mesa libre que encontré. Busqué con la mirada y haciendo un gesto con la mano, llamé a uno de los camareros que se acercó enseguida. —Buenas tardes. ¿Qué desea joven? —Una caña y unas aceituna, por favor. —Marchando una caña y unas aceitunas. Empecé a observar a la gente de alrededor y me fijé, en que a un metro de mí, estaba sentada una guapa señora entrada en años. En esto se acercó un caballero casi de su misma edad que llevaba un estuche con un instrumento que parecía una guitarra. —Disculpe mi atrevimiento señora. —Le dijo— ¿Podría sentarme a su lado? No quedan sillas libres. La mujer lo miró de arriba abajo, dándole su aprobación con un gentil ademán. El hombre agradecido se presentó: —Mi nombre es Mario y soy concertista de guitarra. Siempre paso por aquí cuando finalizo mi jornada y al verla tan etérea en medio del bullicio, sentí unas ganas imperiosas de acercarme. La señora sorprendida, pensó de inmediato que era un adulador. Pero él muy seguro de sí mismo, se sentó a su lado y siguió hablándole. —Quizás piense que soy un intrépido, pero si me permitiera que tocara una pieza musical para que usted me escuchara, me haría muy feliz.

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Esta tarde no era una tarde cualquiera. Era la tarde del último día del año, la Noche Vieja. Adornada de fiesta e ilusión por empezar a vivir un nuevo comienzo, siempre con la esperanza de que sea mejor que el que dejamos atrás. La bella señora asintió gustosa. Mario sacó su guitarra y ante el asombro de todos los allí presentes, tocó una melodiosa canción provocando entre ambos una recíproca empatía. Tras los aplausos de la gente que pedían otra y otra más, se miraron fijamente y en total armonía caminaron juntos envueltos por el arrebol de la tarde. Llena de estupor no supe si todo aquello era real, o solo lo había imaginado. A mí me pareció tan verdadero, que decidí escribirlo.

Helena Herrera 35

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Te espero Querida Navidad: Estimadas Fiestas Navideñas: Hola, Navidad: Antes que nada quiero pedirte disculpas por los tachones del saludo pero es que no tenía muy claro cómo comenzar esta carta ni a quién dirigirme. Espero que cuando acabes de leerla hayas entendido mi indecisión. Llegaste como siempre, adelantándote a tu cita. Desde los primeros días de noviembre ya estaba preparado el habitual despliegue de luces y adornos multicolores en las calles y los escaparates de los comercios. En los lineales de los supermercados apareciste como un tsunami no apto para diabéticos ni para los que, como yo, debemos mantener el colesterol a raya. Un tsunami acompañado del estrepitoso chirrido de villancicos en bucle que los empleados de esos establecimientos deberían utilizar para exigir un plus de peligrosidad en su sueldo. Tu presencia viene a menudo acompañada de una agitación rayana en la histeria que culmina en un desmadre consumista; claro que esta sensación se transforma en abatimiento para los menos favorecidos económicamente (“daños colaterales”, dirán algunos). ¿Y qué decir de la hipocresía que invade las redes sociales con tanta felicitación que va y viene como un bumerán cargado de supuestos buenos deseos y que muchas veces solo esconden soledad o la amarga necesidad de no sentirse excluido de un grupo? Por lo dicho hasta ahora, pensarás que soy de esa clase de personas a las que no les gustan estas fiestas, pero no es cierto. Lo que ocurre es que tu llegada hace que me debata entre un terrible sentimiento de orfandad y el más entusiasta agradecimiento. Este año el hueco de las ausencias se ha agigantado como un monstruo que va mordiéndome la nuca a cada paso que me acerca hasta ti. Y es que me pregunto cómo voy a afrontar ese momento en el que no escuche la voz ni la risa de mi hermano, ni sienta su abrazo deseándome felicidad y todo lo mejor. Te aseguro que no se trata de cobardía, he tenido que enfrentarme a esta situación muchas otras veces, y quizás por eso mismo sé cómo duele.

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Sin embargo, siempre te estaré agradecida. Desde muy pequeña aprendí a disfrutar de las cosas buenas que te acompañan y que hoy casi se han perdido. Yo era la encargada de la decoración navideña de la casa y eso me ayudó a dar rienda suelta a mi creatividad utilizando adornos que hacía con mis propias manos. El ambiente de aquel piso de un barrio obrero se llenaba de una alegría especial y de olores inolvidables. Una semana antes de Nochebuena, mis hermanas y yo ayudábamos a mi madre a hacer truchas de batata. “Don Alfonso, deme un cuarto de kilo de almendras. Mi madre dice que se lo apunte”, le decía yo tímidamente al tendero del final de la calle cada vez que faltaba algún ingrediente. Pasábamos tardes agotadoras extendiendo la masa y rellenando bandejas y bandejas de ese exquisito postre. Después de colmar con ellas una caja para la familia, llegaba el momento de intercambiarlas con las vecinas del barrio y con mis tías, que nos dejaban un plato de su especialidad. Alguien siempre daba las gracias a papá, haciéndole llegar un cabrito y una garrafa de vino desde Taborno, y mamá invariablemente se quejaba por lo bajo de la pena que le daba ver los ojillos del pobre animal. La música también llenaba aquellos días con villancicos tradicionales. Yo desafinaba con la flauta, papá deslizaba su pulgar sobre la piel de una pandereta y los demás cantaban y reían. Así podría seguir contando muchísimas más cosas pero no quiero cansarte.

No sé qué tipo de sortilegio utilizas porque lo cierto es que lograste que los cinco hermanos nos transformáramos en niños durante estas fiestas para el resto de nuestras vidas. Por eso te digo, Navidad, que te agradezco que vuelvas. Aunque hace tiempo que mis padres no están aquí, aunque ya no seamos cinco, sé que por dentro seré otra vez la niña en la que cada año me conviertes. Te espero.

Angie Hernández 37

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Con la navidad a la vuelta de la esquina los misterios vuelven a rondar Desde hace tiempo he aprendido, gracias a Dios y al universo, a transformar la Navidad. Y a esa conclusión he llegado, es lo mejor y lo más sano, que cada quien construya su propia navidad, que cada quien descubra su propia magia o la cree de acuerdo a sus circunstancias y prioridades del momento, que si o si, cambian año tras año. Repito, he descubierto que esta es una manera muy poderosa de evitar o al menos minimizar decepción, frustración, tristeza o nostalgia. Me encuentra este diciembre leyendo la afamada y archiconocida obra literaria de Louisa May Alcott ,“Mujercitas”, y en su capítulo 22 que se titula Agradables praderas se puede leer el siguiente texto: Con la Navidad a la vuelta de la esquina, los misterios volvieron a rondar la casa. Jo no paraba de proponer ceremonias disparatadas o claramente imposibles para festejar una Navidad que prometía ser la más feliz de sus vidas. Laurie se mostraba igual de fantasioso y, si de él hubiese dependido, habría habido fogatas, cohetes y un arco de triunfo. Debido a mi circunstancia personal los misterios vuelven a rondarme esta Navidad, tal cual como lo he leído en “Mujercitas”, frase con la que me he identificado, ¿casualidad?, ¿misterio de la magia de los libros?, no lo sé, lo que si estoy cierta de saber es que la Navidad debe ser propia, debemos tomar la Navidad para nosotros, apagar un poquito, porque al completo es imposible, el ruido publicitario, debemos menguar en la medida de lo posible el afán consumista, apartar de nosotros lo exacerbado, y adaptar a nuestro contexto esta época del año, que en el sentido de felicidad materialista nos atropella a todos, sin perder el norte y sin sacar de quicio las cosas.

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Para ello nuestra imaginación y creatividad puesta en escena debe ayudarnos a sobrellevar la realidad, y en las cosas simples que nos aportan comodidad y placer diario construir nuestra propia y particular Navidad, la que necesitamos, aunque los misterios ronden por allí. En el mismo capítulo de “Mujercitas” vuelvo a leer: De vez en cuando, en este mundo rutinario, las cosas se dan como en un cuento y eso supone una gran alegría Una vez más me siento identificada con la lectura que me ocupa, estar lejos del hogar materno, sin posibilidad cierta de reunirme con mis padres a corto y mediano plazo y después de una expectante espera que las circunstancias mundiales, que todos conocemos y sufrimos, han dilatado y siguen dilatando más tiempo del esperado, no hacen mella en mi empeño de invitarme a mí misma y a todos a construir una Navidad propia, disfrutemos a pesar de las circunstancias, empleemos nuestra creatividad e imaginación, que si la tenemos, recreemos una atmósfera personal con nuestros invaluables recuerdos, hay quienes no los tienen o porque nunca los vivieron o porque simplemente los han perdido para siempre, con nuestras fotos, con los afectos de los que nos acompañan en estos momentos, con las conversaciones largas y tendidas que a través de una videollamada, bendita tecnología, podemos llevar a cabo con nuestros seres queridos que físicamente están muy lejos de nosotros como es mi caso, démosle una patada a la Navidad superficial y vivamos una Navidad personal y a medida, donde creamos firmemente que de vez en cuando, en este mundo rutinario, las cosas se dan como en un cuento y eso supone una gran alegría y supone también construir caminos de esperanza, aunque los misterios ronden por allí. Feliz Navidad personal para todos.

María de la Luz 39

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La Navidad de las mil caras Parece que la Navidad está pisándonos los talones. No nos podemos abstraer a ella, pues todos son reclamos: anuncios, luces, música, ruidos, algarabías y yo que sé cuantas cosas más. Todo ello me produce un sinfín de sentimientos como aquellos aflorados en mi más tierna infancia que fueron adornándose a medida que en mi camino fue encontrando experiencias, gentes y tantas influencias directas e indirectas que ahora, aún conservando en mi interior la semilla primera de momentos un poco lejanos en el tiempo, comparo y veo que las circunstancias que se viven en cada momento, le dan un matiz distinto. La Navidad despierta en mí muchas sensaciones placenteras como el olor a comida especial, rica y distinta a la del resto de los días del año. También el color; esos colores verdes y rojos que pintan esos árboles repletos de luces y figuritas colgantes. También esos colores ocres de papel pintado y arrugado que crea montañas, valles y campos sembrados de alpiste germinado, de ríos de platina donde los habitantes del portal pescan tal vez un pececito de Play Mobil que un niño en su afán de ayudar en la elaboración del portal, ha colocado ilusionado sobre el torrente plateado; y hasta el Caganet que papá, pícaro, ha depositado semiescondido en una esquina por fuera del palacio de Herodes. Animalitos aquí y allá pastando a sus anchas. La cuevita con San José, la Virgen y por supuesto la mula y el buey. El Niño vendrá en Nochebuena. Sonidos de canciones navideñas que los niños y los padres cantan juntos. Luces de colores en unas calles atiborradas de gente que miran ilusionadas todo aquello que sugiere Navidad y hasta la naturaleza contribuye a pintar el cuadro navideño con sus flores de pascua, adornando calles, caminos, jardines y casas. El tiempo ha seguido su curso y la navidad me sigue sugiriendo calor de hogar, amistad y buenos deseos para todos sin distinción.

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En mi tiempo navideño actual hay por añadidura, como dije anteriormente, otras sensaciones, la de ausencia triste pero serena que trae a mi lado a aquellos que formaron parte de mi vida y por tanto de los momentos navideños mas entrañables. La de la alegre presencia de las nuevas personitas que vienen a llenar de ilusión estos momentos familiares. Ahora dentro de mi madurez observo el mundo y veo que a pesar de tanto cambio todo se repite, en una misma huida de la intolerancia y la crueldad. Si traemos a nuestra actualidad todo el contexto histórico que dio origen a esta celebración, ¿qué es lo que ha cambiado? Solo se ha sustituido el burrito por la patera, en una huida idéntica de la intolerancia y la crueldad. No hemos aprendido nada y es lo que más ensombrece mi pensamiento en estos tiempos. Seguimos sin vestir nuestros corazones con colores, olores, rumores de amor y calor humano. Que estas fechas y nuestros buenos recuerdos nos hagan reflexionar y decidir qué mundo queremos y dirijamos nuestro camino hacia un futuro mejor. ¡Feliz Navidad, que los buenos deseos y acciones florezcan como la flor de Pascua!

Matale Arozena 41

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Hada madrina en paro Maldita la hora en la que escogí ser hada madrina y no ángel de la guarda. Ahora ellos están en huelga, defendiendo sus derechos a vacaciones retribuidas y pidiendo que contraten más personal, y resulta que nos toca a nosotros cubrir sus puestos. Y yo que estaba tan tranquila, porque apenas quedan ya personas que crean en nosotras y nos invoquen, a las puertas de jubilarme por fin. Encima me ha tocado una mujer de esas de cuentito de Navidad, una tal Marisa: sola, mayor, con las articulaciones hechas gofio y sin familia aparente. Y claro, la jefa me ha dicho que tengo que aparecerme y llevármela a dar una vuelta por su pasado, su presente y su más que probable futuro, porque no es normal que, en plenas Navidades, no haya comprado ni un triste turrón del duro. Así que para allá voy, con el frío que pela en Nochebuena, a ver si la asusto y de la impresión cambia de actitud. —Marisa, Marisaaaaaaa—le grito-¿No me oye mujer? ¿Está usted sorda? —Uy, no me grites, que ya te veo. ¿Tú quién eres? ¿Mi ángel de la guarda? —No, hija, esos están de huelga, así que vengo yo, tu hada madrina. —¿Y eso existe? ¿Tú no vendrás a robarme y a darme un mal golpe, no? Porque la llevas clara, aquí no hay nada que rascar. —Puff. Mira, mejor vamos al grano. Soy como los fantasmas del pasado, del presente y del futuro juntos, porque no tenemos presupuesto para tanta gente. Así que arreando, que tenemos que irnos hacia atrás. La cojo al vuelo y nos vamos, porque si espero a que se levante del sillón nos dan las uvas y ese ya es otro cuento. En seguida llegamos a la casa terrera, con sus dos huertas a los lados. Marisa sonríe al reconocer su primer hogar, ese en el que vivió hasta que los chiquillos cumplieron diez años. Entramos, llegamos al salón y allí están todos. La verdad es que los organizadores se trabajan mucho estos escenarios. Están los abuelos, los tíos, los primos, todos cantando (bastante mal) un villancico. Marisa ríe. Pero es que esa no es la reacción que yo busco. Debería llorar y echarlos de menos.

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—¿No te ahoga la nostalgia?—le pregunto con ansiedad. —Bueno. Fueron unas Navidades muy bonitas. Las disfrutamos. Pero todo va cambiando y está bien que así sea. A los abuelos los cuidamos hasta que murieron, con una pila de años los cuatro. Los niños han construido sus propias familias, trabajan muy duro. —Sí, pero ninguno te vendrá a ver en estas Fiestas—me enfado. —Y, ¿para qué? Están fuera, lejos, no hay necesidad de que se crucen medio planeta, con el estrés de estos días. —Pero a ver si nos entendemos… Bueno, mira, mejor nos vamos al presente, este viaje a tu pasado ha sido un fracaso. —No te lo tomes así, mujer—tiene el atrevimiento de decirme. Le muestro su presente. Sola. Ni un polvorón, ni un pequeño árbol de Navidad. La miró con el ceño fruncido. —Ay, mira, es que todos los adornos sintéticos esos me dan alergia y tanto verlos por todas partes me tiene provocada… —Está bien, Marisa. Tú te lo has buscado. Vamos a tu futuro, a ver si te das cuenta de lo triste que es tu vida—le gruño. Aquí estamos. Mirándola en una mecedora, con la tele de fondo para hacer bulla y leyendo un libro. Un gato en el regazo. Otro gato en los pies. Un tercer gato en el quicio de la ventana, hipnotizado por la lluvia. —Mírate, es Navidad. ¿Ves cómo estás?—le digo, con dulzura, de pronto me ha dado pena. —Ay, sí, ¡es terrible! Por fin lo ha entendido. Miro a los cielos y doy gracias. —¿Cómo es posible que yo tenga la televisión encendida? Pero si en estas fechas no dan más que tonterías y esa música enlatada horrible. No, no, en cuanto llegue a casa quito el televisor. La miro con horror y tomo una firme decisión. Yo ya no estoy para estos trotes. —Marisa, no sé qué hacer contigo. Renuncio. Me voy al paro. Prefiero que me quede menos pensión, yo esto no lo soporto— grito, con las manos en la cara, es que no quiero ni mirarla.

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—Oye. ¿Y tú qué haces esta Nochebuena?—la oigo preguntarme, bajito. Abro un par de dedos para observarla con el rabillo del ojo. Encojo los hombros. Un hada madrina ni siquiera suele trabajar en estas fechas. —Pues acompáñame—suelta con alegría—esta Navidad soy voluntaria en el albergue de animales que está aquí cerca. Tienes que haberlo sobrevolado al venir hasta casa. Así los trabajadores de guardia pueden pasar la noche con sus familias y yo tengo a todos los perros y gatos para achucharlos. Te aseguro que serán las mejores Navidades de tu vida.

Ilustraciones de Verónica García

Eva Castillo 44

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ArteSanos Nuestros artesanos también trabajan para la Navidad. Cerramos este último número de la revista Tamasma Cultural del año mostrándoles algunas piezas del trabajo de un artesano del norte de Tenerife, J. Miguel Granados, gran colaborador de esta publicación. Recuerden que regalar artesanía en estas fiestas ayuda a nuestra economía insular.

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Desde Tamasma Cultural queremos desearles a todos unas felices fiestas y una entrada de año espectacular. Dejaremos atrás los malos momentos que nos ha tocado vivir en este año. Un recuerdo especial para nuestros hermanos palmeros. Ojalá la vida les permita restaurar pronto las heridas producidas por el volcán. Un abrazo también para todas y cada una de las personas que han sufrido en sus familias la "mordida" directa del covid. La vida sigue y tenemos que recomponernos para avanzar sin prisa pero sin pausa. Nuestro agradecimiento a todas las personas que han colaborado en estos dos números especiales de Navidad con su maravilloso trabajo y su cariño. Les esperamos en el próximo número de Tamasma Cultura.

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Muy agradecida a todos los que han colaborado en esta última revista del año. Sin sus aportaciones Tamasma Cultural no sería posible.

Visítanos en: https://luisachico.wixsite.com/tamasmacultura https://www.facebook.com/tamasmacultural DICIEMBRE 2021 • NÚMERO 21


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