3 minute read

REPORTAJE / Cántabros por el mundo

Julián Abascal Gómez

Propulsor en Méjico de una gran flota de autobuses

Advertisement

Julián Abascal Gómez es uno de nuestros transterrados a Méjico a donde llegó con 14 años en un barco de la naviera Comillas tras una serie de peripecias en la España de postguerra.

Ya en el Distrito Federal de la capital mejicana y después de seguir en el barco hasta Nueva York con su hermano Joaquín, puerto de final de travesía, ambos hermanos regresaron a Méjico en tren en un viaje de siete días hasta Texas, donde les esperaban sus padres. En Méjico estudió junto a su hermano Joaquín. El padre de Julián Abascal, natural de Durango y del mismo nombre que nuestro personaje, era director de la factoría Tornillos Cear, enclavada en Ramales donde daba trabajo en el primer tercio del siglo XX, a trescientos obreros. Al acabar el conflicto bélico del treinta y nueve, el padre de Julián por circunstancias familiares, emigró a Méjico. Allá creó una nueva fábrica de tornillos con unos 35 empleados.

Nuestro protagonista, Julián Abascal, poseedor de una gran flota de autobuses que desde su Central instalada en Méjico, Distrito Federal, comunica sus rutas con los estados de Querátaro, distrito turístico de

Julián Abascal, poseedor de una gran flota de autobuses en la Central instalada en Méjico

Cancún, Tejas y parte de los estados del sur de USA, da fe de este ramaliego emprendedor. Julián Abascal, natural del municipio de Ramales de la Victoria (donde el general cristino Espartero venció al carlista Maroto) y donde nació, el 1-10-1932. Por tanto con noventa años al escribir estas líneas, no fue óbice para que el primero de octubre 2022, tres decenas de amigos de Ramales le ofrecieron un almuerzo por su aniversario. Según contó Julián a Vivir en Cantabria, fue a partir de aquellos hechos -vívidos aún en su mente nonagenaria- ayudado en sus recuerdos por su esposa Nelly Cano, Julián rememora el viaje que en 1946 en uno de los barcos de la naviera Comillas que desde Santander cruzaba el Atlántico y se detenía en Veracruz. El navío fue recorrido de punta a punta por nuestro Julián y su hermano Joaquín. Tras su arribada al puerto mejicano de Veracruz, donde

426 años había desembarcado Cortés con sus poco más de quinientos españoles frente a unos diez millones de aztecas. Julián siendo el mayor de los hermanos, el último de ellos, con nueve meses de edad, pidió a sus padres seguir en el navío Comillas hasta Nueva York. “Espérese que le platico; papá nos sacó los boletos y mi hermano Joaquín de doce años y yo de catorce, nos fuimos a conocer la gran ciudad de los EE.UU. Nuestras imágenes de los vaqueros que habíamos visto en dos o tres película en el cine, nos habían fascinado y creíamos que aún había esos personajes de la ficción en la realidad de aquellos años. En siete días, regresamos en tren de N. York a Tejas, donde nos esperaban nuestros papás. A partir de ese momento mi papá, nos matriculó y comenzamos a estudiar en Los Salesianos. Yo entré en el sexto curso y mi hermano en quinto. Hicimos la Secundaria y seguimos el Curso de preparatorio antes de comenzar mis trabajos como conductor de autobuses. Pude montar mi empresa para llevar los escolares de la Escuela a sus casas. Hoy estoy jubilado y la gran flota la gestionan ya mis hijos. Entre otras cosas mi esposa Nelly, descendiente de un bisabuelo ramaliego emigrante a Méjico, y yo, hemos adelantado a nuestros hijos que deseamos quedarnos definitivamente en Ramales los años que nos queden y Dios quiera”.

This article is from: