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AYUNTAMIENTO / Comillas
Comillas
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El Proyecto Comillas fue la justificación para cambiar de socio de gobierno en 2003 y ha sido el mayor fracaso económico, social y empresarial del gobierno de Revilla en sus 16 años como presidente.
El “Proyecto de la Universidad del Castellano en Comillas” se presentó por Revilla como “El proyecto industrial del Siglo XXI” para Cantabria, del que afirmaba iba a generar 200 empleos directos y otros 300 indirectos cuando estuviese a plena actividad.
Se presentaba como la panacea en la que, especialmente chinos y brasileños, vendrían a Comillas a estudiar español por miles, e incluso millones, según los cálculos de Revilla sobre los alumnos que se iban a inscribir.
De hecho, en un primer cálculo de impacto del proyecto, se afirmaba que asistirían a las clases 320 alumnos diariamente y, en computo anual, unos 3.250 alumnos pasarían por las aulas de dicho “proyecto industrial” con el objetivo de situar a Cantabria como una “Marca turísitica de enorme relevancia en el ámbito internacional”.
Y aquí es donde empieza la chapuza. Al considerar un proyecto supuestamente educativo como algo “turístico” y no como intrínsecamente interesante desde un punto de vista docente, se estaba reconociendo que lo que se quería es que los alumnos antepusieran su ”ocio” a su formación.
Y para ello el gobierno de Revilla no reparó en gastos, se compró un edificio en ruinas a una entidad bancaria, que no pudo creer la suerte que tuvo al poder quitarse de encima “ese muerto” por el coste que le suponía y el riesgo de ruina en el que estaba, en donde se han invertido solo para su reparación y adecuación, más de 100 millones de euros que todavía estamos pa-
gando los cántabros. Esos 100 millones eran solo para adecentar el edificio, a lo que hubo que sumar el equipamiento de lujo, se adquirieron sillas de despacho que costaban más de 1.000 € la unidad en 2007, y pizarras eléctricas que entonces supusieron un desembolso por unidad de más de 6.000 euros, por un importe de aproximadamente 15 millones más.
Pero el coste no era problema para Revilla, puesto que supuestamente el proyecto tenía el beneplácito del gobierno socialista de Zapatero, que era quien iba a financiar el mismo, y además, había empresas privadas que se convertirían en patronos generosos del proyecto que harían que fuese rentable esta locura megalómana.
Calculaban que el gobierno central aportaría cada año 6 millones, los patronos 5, el negocio de servicios 5 más y las matrículas de los alumnos 2 millones. 18 millones se iba a ingresar sin que le supusiese coste alguno al gobierno regional, ¡Que bonito quedaba en el papel!
Pero el problema comienza cuando el coste para rehabilitar Comillas se dispara, el gobierno de España solo aporta un año 2 millones y luego se aparta del mismo, y los patronos privados que al principio eran 5 a quién el gobierno regional “aconsejó” que aportaran cada uno 1 millón se fueron retirando al ver que no obtenían ninguna rentabilidad y que su aportación se parecía más a un impuesto exigido por Revilla que a un proyecto rentable.
El problema sigue vigente, ya que la estructura generada por ese descomunal e hilarante proyecto sigue generando costes anuales de 6 millones de euros, que es lo que ha tenido que presupuestar este año el gobierno regional en los presupuestos de 2022. ¿Y cuál es el estado actual de este “Proyecto industrial del Siglo XXI”?
Pues desolador, el propio gobierno reconoce que en 2021 hubo en total, todo el año, 98 alumnos para unas instalaciones de más de 6.000 metros cuadrados y de cuyos 98 alumnos 40 son estudiantes de master y solo 34 son estudiantes del grado de Estudios Hispánicos.
Por si esto no fuera suficientemente escandaloso el número de egresados, es decir, el número de estudiantes que terminan cada año la carrera ha sido de media en los últimos 10 años de 5 cada año.
Si tenemos en cuenta que el coste del proyecto anualmente es de 6 millones, y son 5 los titulados que salen cada año, aunque sea simplificando mucho las cosas, nos sale como resultado que cada licenciado que sale de Comillas cuesta al gobierno de Cantabria 1.200.000 de euros.
Es tal la estupidez de esas cifras y la insoportabilidad del proyecto que en 2020 la parte socialista del gobierno presentó a la Unión Europea las instalaciones de Comillas para que fuesen la sede del Centro Meteorológico Europeo, con el fin de darle utilidad a unas instalaciones sobredimensionadas y ruinosas para la economía de Cantabria.
El resultado de esas gestiones tuvo el mismo éxito que el proyecto inicial de Comillas, es decir, ninguno y nos encontramos en la actualidad con un edificio que costó a los cántabros 115 millones su reparación y adecuación, con unos costes de gestión y mantenimiento anuales que desde 2007 podemos calcular en unos 45 millones más para obtener como resultado 5 licenciados al año, la mayoría de ellos cántabros, y en donde no se ha visto ni un chino ni un brasileño desde el comienzo de este faraónico y absurdo proyecto.
Desde el gobierno regional, quieren maquillar las cifras incluyendo como alumnos las solicitudes de cursos de un día o una semana a distancia, o actividades culturales en los amplios salones del edificio para exposiciones de pinturas o relaciones sociales, que no os engañen, esas actuaciones jamás podrán justificar el gasto de más de 160 millones de euros* que lleva este fracasado proyecto en las espaldas de los cántabros y que está pasando desapercibido a todos menos a los que pagamos con nuestros impuestos esta locura megalómana de Revilla en lo que es, y ya es difícil, el mayor fracaso de gobierno de Revilla de todos los fracasos que ha tenido, y eso, son palabras mayores. * Si habéis leído bien, el Proyecto Comillas nos ha costado ya 160 millones de euros a Cantabria y no ha terminado.
Carlos Bedia Collantes, Economista