A puntándole con la boca del fusil, avancé f{nac¡a el niño con aire amenazante. "iSabaidí pi mail" , grifé para anunciar la descarga. De su boca no salieron palabras porque sus ojos, rasgados y oscuros, fueron elocuentes: iNo a la agresión mutua, alianza, ataque coordinado contra el enemigo común! Un enemigo común que ni siquiera había notado nuestra existencia, pero estaba cerca, armado y con ganas de pelea. Me hice cómplice con una sonrisa. Orienté la mira hacia el nuevo objetivo. Hombro con hombro, mi compañero combatiente y y0 avanzamos como una máquina imparable disparando sobre el faláng, el hombre blanco, que abandonó su breve resistencia y su posición al huir sin valor ni orgullo. Mi pequeño camarada celebró la escaramuza golpeando mi palma en el aire, con un salto de casi un metro que me sorprendió. De nuevo sin hablar, ya que
él no maneja el inglés y yo no tengo idea idioma lao, acordamos unirnos de próximos combates.
del nuevo para
En Luang Prabang, segunda ciudad de Laos (un pequeño país sudasiático enclavado entre Vietnam y Tailandia), el que se ríe, se moja. Y el que no, también, porque los días previos al año nuevo lunar son de fiesta y quien vive o viene aquí sabe que sólo los monjes se salvan de la empapada, y a veces ni ellos. La gente saca mangueras de las casas e inunda bandejas y baniles, los vecinos y los paseantes corren a llenar de agua cualquier recipiente disponible, desde platos y janas hasta los depósitos tipo tanques de oxígeno para buceo que alimentan las pistolas de plástico, instrumentos bélicos de aparición reciente en estas festividades milenarias.
Bañar a Buda El día correspondiente al domingo 14 de abril, en
el calendario occidental, fue el primer día del año 2549, de acuerdo al sistema budista, basado en los ciclos lunares. Se trata de la fecha en que Gautama Sidarta, Buda, alcanzó la iluminación. Aunque el budismo es hoy
una religión, en principio es un
sistema de pensamiento,
de
ética y de liberación personal y
colectiva. Desde hace
1r
dos
milenios y medio ha sido un poderoso instrumento subver-
l:
ti
sivo contra religiones opresivas como el hinduismo, e incluso, en años recientes millones de miembros de las castas bajas de la lndia se han convertido a
él como medio de superación, ya que Buda mostró que todos tenemos el potencial de alcan-
zar a ser budas, a través del propio esfuerzo, no por derecho de nacimiento.
"Seguid mis enseñanzas, no a mi persona", dejó dicho Sidarta, en preclara anticipación de lo que harían con su imagen y sus símbolos los santos hombres de la religión. Bien lo sabía. Porque por siglos, decenas de monas-
terios de toda Asia, desde Afganistán hasta lndonesia, aseguran guardar un hueso, un dedo,
un poco de sangre del pobre Buda desmenuzado por sus fieles, repartido y comerciado. Por fortuna, él se supo alma y esencia sólo provisionalmente hospedada en carne. A partir del Dharma -el conjunto de sus
enseñanzas- surgieron interpretaciones y escuelas, y el infausto endiosamiento de aquél
que cuest¡onó la razón de dios, de Brahma, el único. En los templos, las imágenes del Buda se multiplican y la gente sigue a su persona, o
a lo que la secta que controla el templo cree que fue su persona. Los fieles se inclinan ante
los ídolos hasta tocar el piso con la
cabeza.
Musitan oraciones y le piden milagros a é1, que dilo que los milagros no valen más que un centavo. Y le confían la resolución de sus problemas a é1, que enseñó que la raíz de nuestras miserias está en nosotros mismos y que nos corresponde hacer el trabajo. Además, lo bañan. Mojan sus estatuas para congraciarse con él y lavar las tristezas. Con una frecuencia semanal, si es posible. Pero sobre todo en los días previos al año nuevo. El Songkran, o
Festival del Agua, que se celebra en todo el Sudeste de Asia, y que tiene en Luang Prabang y en Chiang Mai (norte de Tailandia) sus dos capitales (como Río es del carnaval), se origina en la costumbre de empapar al Buda, de manera coincidente -y refrescante- con los treintaymuchos y
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5F-r
"'Ffit.
tv
cuarentaymás grados de temperatura de abril, último mes de la estación seca.
FESTIVIDAD EN IAOS 67
Nadie se salva
el
último y el primer día del año se celebran desfiles a lo largo de Luang Prabang. La atracción más llamativa es la miss Songkran, la reina del festival, que es paseada en un alto trono y desciende en un wat (templo) para adorar al Buda. La parte principal, no obstante, son las largas columnas de monjes, en sus túnicas color naranja y marrón, provistos de paraguas para atajar el agua que, con respeto y devoción, les anojan los fieles. Cualquier hombre budista puede ser
enmascarados como monstruos.
El
bochorno. Cienan
la
procesión hombres
iAh, y policías! Agentes vestidos de verde milita¡ representantes del gobierno comunista lao que no parecen imponer mucho con su presencia: molados desde la gorra hasta las botas, imparten órdenes que nadie escucha. Mi aliado
lao y yo nos atrevimos a dirigir los chorros de nuestras pistolas contra el rostro de uno de ellos. Cenó los ojos, aguantó mientras terminábamos y contratacó con fieros ojos de regaño y complacida sonrisa de diversión. iSabaidí pi mail
monje. De hecho, se espera que lo sea en algún
momento de su juventud y que la mayoría de
ellos regrese
a la vida civil tras unos
años. Mientras lo son, experimentan el extraño estatus de ser objeto de veneración pero poseedores de nada más que sus sencillas vestimentas.
Los muchachos tocan tambores y cimbeles para marcar el ritmo de la marcha. Las autoridades monacales avanzan en tronos montados sobre camionetas. Los siguen chicas acompañadas por sus madres, que abanican apresuradas los rostros de las jóvenes para espantar
DIA SIETE 307
La batalla del Mekong Así te dicen cuando te empapan. iSabaidí pi mail iFeliz año nuevo! Es una manera de congraciarse contigo, de recordar que son las fies-
tas, que así es el juego, que se trata de agarrar la onda y divertirse todos. Y como sea. Tres noches antes del pi mai (año nuevo), para acompañar el concurso de la Miss Songkran (electa por aclamación popular
entre un grupo de concursantes que, para los ojos de nosotros, los falángs -occidentales-,
lucían todas idénticas en vestidos tradicionales
La guerra de verdad
-nada de pasarela en traje de baño- y bajo densas capas de maquillaje), se celebra una feria
Uno puede sumergirse en la fantasía del festival y sentirse feliz. Es una guena divertida. Es un juego en el que también cabe la tragedia simulada. Nada de
con juegos, comida y venta de chucherías. Con mi grupo de amigos -cuatro australianos y tres ingleses-, compramos máscaras de plástico y anillos salvavidas con motivos infantiles. Armados y uniformados, al día siguiente nos presentamos en el campo de batalla como la unidad de combate "Faláng Rangers" y lanzamos poderosos asaltos contra concentraciones enemigas emplazadas en cuarteles estáticos -casas, esquinas y bares- y móviles -camionetas pick up pintadas de colores, divertidas car-
cachas desvenciladas
y las camionetas
de
transporte público llamadas songtaw. Tuvimos bastante éxito. Las operaciones sorpresa, la coordinación exacta, la fueza de ocho FB refozados por cinco falángs amigos y un número cambiante de laos aliados, y sobre todo los ataques de risa que descontrolaban al enemigo -se carcajeaban al ver el montón de fieros turistas con salvavidas de patito y de cochecito-, nos dieron varias victorias. Del otro lado del Mekong -el famoso río protagonista de la guerra de Vietnam- se había montado una fiesta popular en la playa y allá fuimos, imparables, dejando un reguero. Literalmente. Hasta que nos topamos con los malos de verdad. Tenían
las manos negras, la cara roja, temibles sartenes saturados de hollín de años, bolsas de harina
y
bolas de grasa. Caminaban
entre la gente embanándola en la piel y la ropa con sustancias indeseables. Como bestias del
mal, divisaron nuestro
grupo
bienechor (bueno, más o menos) y se lanzaron rabiosos sobre é1. Resistieron las descar-
gas, rompieron nuestras líneas,
nos mancharon las camisas
y el honor.
iRetirada! Los aliados laos se borraron al confundirse entre la multitud. Los amigos extranjeros trataron de hacer lo mismo. Para los "Faláng Rangers" no fue tan fácil, prisioneros del uniforme. Algunos perdieron las máscaras. 0tros las armas. Los menos púdicos dejaron caer los salvavidas y huyeron semidesnudos. Yo, debo admitirlo, estoy entre estos últimos. Fue la noche triste.
importancia si uno quiere olvidar en qué país está. Las imágenes vienen de pronto, sin embar-
go. La memoria de éste, el país más bombardeado del mundo. Al ver a esta gente amable y
alegre, cuesta mucho trabajo imaginar que hasta hace pocos años se mataban unos a otros. Los niños empuñan hoy las pistolas de agua como los de ayer -sus padres- levantaban los fusiles y los morteros. Primero fue la ocupación japonesa, en la Segunda Guena Mundial. Después la lucha para independizarse de los franceses. Y la intervención extranjera, la llamada "guerra secreta" sostenida durante casi una década (1 964-1 973) por Estados Unidos, para impedir que la guerrilla comunista tomara el poder y que el Vietcong utilizara rutas en Laos para transportar suministros y tropas a Vietnam del Sur.
El paisito lao, que por siglos ha sido
el
más humilde y pacífico entre los agresivos pueblos de la región, fue destrozado sistemática y
extensivamente. Además de crear y armar un ejército local de 9,000 hombres, Washington lanzó operaciones aéreas masivas de tal dimensión (580,944 salidas) que superó en 50 por ciento las que realizó en 15 años en Vietnam. En promedio, a lo largo del conflicto dejó caer sobre Laos el cargamento completo de un avión bombardero cada ocho minutos, 24 horas al
día. Al final, había arrojado 1.9 millones de toneladas de metal, el equivalente a media tonelada por cada hombre, mujer y niño que vivía allí. Más enormes cantidades de armas químicas, herbicidas y defoliantes. Como era una guerra "secreta", los contribuyentes estadounidenses no se enteraron que la gracia les estaba costando dos millones de dólares diarios. Y de todos modos ganaron
los comunistas, que siguen en el poder sin que los laos parezcan incómodos por ello.
Es inevitable que uno se pregunte,
iy
si
Estados Unidos hubiera invertido ese dinero en construcción y no en destrucción? ZEn desarrollo, educación, salud, microempresas, industrias, trabalo? Tal vez los laos se hubieran
vuelto tan pro estadounidenses como los tais. 0 tal vez no e igual hubieran ganado los comunistas. Pero la memoria sería distinta, la vida de la gente, melor, más entusiastas y sinceros los esfuerzos de reconciliación y la conciencia del imperio, un poquitín más limpia. Como seguimos viendo, 30 años después, en Washington siguen sin aprender de los errores.
Socios y cómplices Es inquietante ver a mi pequeño aliado tan deci-
dido, tan valiente y arrolado con una pistola en la mano, aunque sea de agua. iOué pensarán
sus padres, si vivieron de niños la
guerra?
LCreerán que esto es sano para su hijo?
Pienso que sí. A pesar de tantas tragedias del pasado cercano, la gente no parece guardar traumas o grandes rencores. Podrían tratarnos mal por ser falángs, o sea, de la misma especie de los antiguos colonialistas franceses y de los aviado-
res de EU, pero la gente
es
buena onda y con frecuencia, cariñosa con el visitante. Después de todo, no está tan mal eso de bañar al Buda
para lavar las tristezas,
las ondas. Mucha agua ha conido en este
miserias
y
las malas
país, muchos años nuevos y muchos festivales del agua desde 1975, cuando los comunistas ganaron la guerra, y da la impresión de que se llevó las tragedias para sumergirlas en el Mekong y echarlas al mar.
La celebración "armada" tiene además un efecto de apro-
ximación, muy positivo
en
sociedades como ésta, donde
las jerarquías son muy vefticales e inflexibles (jóvenes-mayores, alumnos-maestros, pobresricos, servidores-clientes, locales-fa/ángs): son los días brillantes de la igualación. Salvo monjes
y policías, todos pueden mojar y saben que van a ser mojados, y que eso es bueno. Los muchachos mojan a sus padres, los meseros a los comensales y nada se disfruta más aquí que ver cómo un faláng que estaba seco corre empapado y, lo mejor, muerto de la risa, porque de eso se
trata. A los locales les encanta ver que agarramos la onda. Como el que se ríe se moja, los poli-
cías acaban convirtiéndose en objetivo. Y los monjes jóvenes, que no se aguantan las ganas de entrarle, son blanco legal en cuanto se los ve con un recipiente lleno de agua. Uno de los "Faláng Rangers" sostuvo un cara a cara memorable con un monje armado con una pistola. Tal vez la cosa más linda sea el rompimien-
to de las barreras de comunicación. Mi elemplo inmediato es el de mi joven aliado lao, Nos vimos y nos entendimos de inmediato, nos hicimos socios y cómplices de fechorías e insurrecciones. úPor qué no? iPorque yo tengo 35 años y él nueve? iPorque él es lao y yofaláng -uno de una rara especie llamada mexicana? iPorque no hablamos el mismo idioma? Por eso creo que los padres no se sienten nerviosos al verlo con una pistola. iOué bueno
f{"!
tlut,
que sea de agua y que no tenga que empuñar una
de verdadl iOué bueno que pueda crecer en un mundo mejor, donde gana confianza y se habla
-o se entiende- de tú con los extranjeros antes venían aquía reinar! iSabaidí pi
que
.
FESTIVIDAD EN LAOS 71