Teoría de la Educación
DIMENSIÓN MORAL- COMPONENTE ÉTICO DE LA EDUCACIÓNLa escuela no sirve para nada Publicado por Miguel Ángel Santos Guerra 20 Junio, 2009 Este es el llamativo título de un artículo que publicó hace tiempo Phillipe Perrenoud en un periódico suizo. Me alarmé cuando lo leí aunque, conociendo al famoso sociólogo, pensé de inmediato en el tono incisivo e irónico del aserto. En efecto, cuando comencé a leer caí rápidamente en la cuenta de las pretensiones del autor. .Así comienza el artículo de Perrenoud: “Bin Laden y los terroristas son personas muy instruidas. Como muchos tiranos y fanáticos. Como la mayor parte de quienes organizan el crimen. Como los dirigentes de las multinacionales que juegan con el dinero de los accionistas y se burlan de los usuarios tanto como del bien público. Entre los doce dignatarios nazis que decidieron crear los campos de exterminio más de la mitad tenían un doctorado. Los acontecimientos que agitan el mundo prueban una vez más que un elevado nivel de formación no garantiza nada en el orden de la ética”. Es decir, que uno puede tener un altísimo nivel de instrucción y ser un perfecto sinvergüenza. Los “pájaros” de la operación Malaya, que tenemos tan cerca, no son tontos, no son analfabetos. Saben mucho. Sabrán burlarse de las justicia, de sus expoliados y de la ciudadanía en general. Saldrán de la cárcel. Disfrutarán del dinero robado. ¿Están bien instruidos? Sí. ¿Están bien educados? No. Porque la educación tiene una inexcusable dimensión ética. Fueron médicos bien preparados, ingenieros muy bien formados y enfermeras muy capacitas en su oficio los profesionales que diseñaron las cámaras de gas en la Segunda Guerra Mundial. ¿Sabían mucho? Claro que sabían. Se han hecho estudios de lo bien que funcionaban los hornos crematorios. Pero sus víctimas no se alegraron mucho de todo lo que sus verdugos sabían. En mala hora lo habían aprendido. Si el conocimiento que se adquiere en la escuela y en la Universidad sirviera para engañar más fácilmente a los demás, para oprimirlos mejor y para manipularlos de una forma más eficaz, ¿podríamos estar satisfechos de la tarea realizada en ellas? ¿No sería mejor no contar con ellas? Si los grandes triunfadores del sistema educativo, que son quienes gobiernan los pueblos, no están muy preocupados porque disminuya en el mundo la injusticia, el hambre, la opresión, la ignorancia y la miseria, ¿por qué hablamos de éxito del sistema educativo? ¿Qué decir del ejemplo que brindan algunos, como recientemente se ha sabido del presidente Berlusconi, que dilapida bienes públicos para sus fiestas privadas, que lleva a jovencitas a su finca de Cerdeña para su particular disfrute, que se rodea de golfos para montar sus saraos? El escándalo tiene en sí mismo su miseria pero, además, genera un clima de corrupción. Se ha sabido que algunos personajes de la vida política se acercan al Cavaliere no con sus esposas sino con sus hijas. Por si el jefe tuviera a bien echarles un ojo. Qué depravación. ¿A qué llamamos éxito del sistema? ¿Cuál es el fin que persigue la escuela? ¿Qué tipo de ciudadanos y ciudadanas queremos sacar como resultado de la acción educativa?
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