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I Vidas reales
De Jujuy a Córdoba: una historia de reciclaje
Elga Velásquez creó la campaña “Recircular”, para promover y dignificar el trabajo de los recuperadores urbanos de materiales reutilizables.
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TEXTO MAIA PELMAN
La historia de ella está atravesada por la cuestión social y ambiental. Tiene 36 años y nació en La Quiaca, ciudad acostumbrada a la sequía, la escasez de agua y el respeto por la Madre Tierra. A los 17 se mudó a Córdoba para estudiar Administración y allí se encontró con una realidad distinta. “Cuando vine me shockeó ver a niños y familias recogiendo en la calle materiales reciclables y no poder entender la indiferencia de la gente. Y entonces decidí adentrarme a conocer el impacto ambiental de los recursos materiales reciclables y cuál era el rol de los recuperadores base”, cuenta a Tercer Sector.
Su interés por el modelo de negocio sostenible, una de las temáticas del último año de la carrera, la impulsó, en 2013, a participar de una plataforma cuyo objetivo era conectar empresas y emprendimientos con consumidores más conscientes. Gracias a los conocimientos que le dejó este proyecto, Elga acercó a Córdoba el movimiento “Green Drinks”, que surgió en Londres hace más de 30 años, para promover espacios de diálogo de propuestas enfocadas en el desarrollo sostenible. “En el 2015, nos adherimos a la Agenda 2030 y lanzamos varios pilotos, invitamos a los vecinos a hacer prácticas sustentables, como la separación diferencial, compostaje, la generación de huertas urbanas y plantación de árboles”, señala. Cuatro años más tarde, Elga creó la Fundación para el Desarrollo Sostenible, para poder canalizar recursos y equipos y coordinar proyectos y capacitaciones.
La ciudad de Córdoba genera 2.000 toneladas diarias de residuos. Esto significa que cada ciudadano genera 1,5 kilogramo de basura por día y solamente el 0,5% se recicla. Una de las acciones principales de la Fundación es visibilizar y fortalecer el trabajo de los recuperadores urbanos. Esta iniciativa se llama “Recircular” y Elga y 50 voluntarios invitan a las personas a separar los residuos reciclables de sus hogares.
En la campaña interactúan cooperativas, empresas, instituciones, OSC y ciudadanos, que están presentes en nueve barrios cordobeses: “La idea es que se genere una conexión directa del vecino o vecina con los recuperadores base. En este espacio pueden confluir diferentes actores para incrementar los índices de reciclabilidad, concientizarse, conocer cómo funciona la industria y empezar a entender que cada uno de nosotros podemos tomar buenas decisiones haciendo compras más responsables”, explica Elga.
Por su compromiso con el medio ambiente, Elga se convirtió en finalista del premio Abanderados de la Argentina Solidaria Solidaria 2021. Un reconocimiento al trabajo incansable para generar conciencia ambiental y ayudar a crear una sociedad más equitativa.
CÓMO CONECTARSE Fundación para el Desarrollo Sostenible:
Instagram:/fundaciondsok
Ucrania, hora cero
Un periodista argentino recorrió palmo a palmo ese país europeo antes de la invasión rusa y tejió vínculos con representantes de ONG internacionales. Una mirada sobre el costado social del conflicto que tiene en vilo al mundo.
TEXTO IGNACIO HUTIN
Un hombre busca a su esposa desaparecida. Primero se perdió su hijo, detenido por las autoridades de la República Popular de Donetsk, en el oriente ucraniano; su mujer fue a buscarlo y la retuvieron también a ella. Al hijo pudieron ubicarlo, pero no a la mujer. Hoy sigue desaparecida. Jana Bauerova es Delegada de Comunicaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Ucrania y dice que, antes del inicio de los bombardeos rusos, había alrededor de 750 casos registrados de búsque-
das de personas en todo el país. Aunque estima que tal vez hubiera más del doble de personas desaparecidas, considerando aquellas que no hicieron denuncias. “La búsqueda en sí es muy costosa y muchas familias han perdido su sostén económico. Es que, en Ucrania, a menudo es el hombre quien trabaja mientras que la mujer se ocupa de la casa, y alrededor del 80% de los desaparecidos son hombres, en general de 27 a 40 años. Un 40% de ellos son civiles. Pero también hay mujeres desaparecidas”, señala.
El Cicr tiene cinco subdelegaciones en la zona, tres del lado controlado por el gobierno ucraniano (Mariupol, Sloviansk y Severodonetsk), una en Donetsk y una en Lugansk, ciudades dominadas por separatistas. “Sabemos que muchas veces llaman a los familiares de desaparecidos y les piden dinero a cambio de supuesta información. Y ellos están desesperados, así que no es raro que terminen pagando. Nosotros advertimos que eso puede pasar, que es un fraude. Pero también consideramos este tipo de cosas entre los costos de la búsqueda”, dice Bauerova.
María Dolores Morcillo Méndez es la Coordinadora Forense Regional del Cicr. Es colombiana y llegó a Ucrania en enero de 2015, desde Chipre, en donde trabajaba en la identificación de cadáveres. Para ella, los familiares de
desaparecidos se acercan al Cicr porque “no tienen respuestas de las autoridades o de la Policía. Hay falta de respuestas, pero también falta de confianza. Cuando las respuestas tienen inconsistencias o discrepancias, las familias dejan de creer en el sistema y ahí es cuando empiezan a buscar a otros. También nos buscan para suplir necesidades varias, más allá de la necesidad de saber qué pasó con sus familiares. Existen necesidades económicas, legales, administrativas, psicosociales. Entonces trabajamos paralelamente para que las autoridades incorporen programas para ayudar a las familias y, al mismo tiempo, ayudando a
“Nos buscan para suplirnecesidades varias, más allá de la necesidad de saberqué pasó con sus familiares. Existen necesidades económicas, legales, administrativas, psicosociales.” María Dolores Morcillo Méndez, Coordinadora Forense Regional del Cicr.
“Muchas familias han perdido su sostén económico. Es que, en Ucrania, a menudo es el hombre quien trabaja, mientras que la mujerse ocupa de la casa.” Jana Bauerova, delegada de comunicaciones del Cicr.
las familias nosotros mismos.”
Bauerova aclara que el objetivo del Cicr no es sustituir al Estado, sino trabajar en donde no hay estructura estatal, “donde nos damos cuenta que hay un hueco, una brecha.” Pero en el trabajo forense no es tan sencillo ocupar ese espacio. Recoger muertos, encontrar personas desaparecidas o identificar cadáveres sí debería ser responsabilidad del sistema médico legal local. El problema, dice Morcillo Méndez, es que el alto número de fallecidos que hay en una guerra hace que un sistema no preparado colapse. Entonces hay falta de infraestructura, de coordinación, de información, de materiales.
Los miembros del Cicr y otras ONG no tenían mayores dificultades para cruzar de un lado al otro de la línea de contacto hasta el recrudecimiento de los combates. Morcillo Méndez dice que “en general trabajamos bien con las distintas autoridades, pero en lo que se nos permite. En el lado de Ucrania, las autoridades se han abierto poco a poco a escucharnos y permitirnos trabajar, pero hay limitaciones, existen estructuras muy burocratizadas que son difíciles de modificar. En el lado de Donetsk hemos tenido un poco más de aceptación. En Lugansk ha sido más complicado. El reto principal es lograr una aceptación de las recomendaciones que hacemos, pero no siempre es fácil. Por ejemplo, sabemos que hay nacionalidades que son más aceptadas que otras. Yo he tenido buena aceptación como colombiana, pero es más difícil para alguien de Estados Unidos”.
Roman, que prefiere no dar su apellido, vive en Kiev y trabaja para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Pero hasta 2019 vivía en Sloviansk, una de las ciudades más grandes del oriente ucraniano que se encuentra bajo control del gobierno de Kiev, y a la que había llegado desde su Donetsk natal a comienzos de la guerra, en 2014. Trabajaba con la ONG checa People in Need y viajaba casi todas las semanas a pueblos en el frente de batalla a llevar alimentos y medicinas.
Su visión del conflicto está marcada por la experiencia en el tercer sector y pone el foco en la relación entre gobierno y sociedad civil: “Creo que lo que está haciendo el gobierno ucraniano es exactamente lo contrario a lo que podría resolver el conflicto. Nadie entiende que hay ciudadanos ucranianos al otro lado de la línea de contacto, ciudadanos que tienen los mismos derechos que los que viven de este lado. Lo mejor que podría pasar es que las personas en Donetsk volvieran a sentir que Ucrania es su hogar. Pero en lugar de eso se están construyendo nuevas fronteras y hacen insoportable cruzar las que ya existen”. La invasión rusa sólo potenció esa distancia.
CÓMO CONECTARSE
CICR Ucrania:Twitter @ICRC_ua OIM Ucrania: iomkiev@iom.int
La luz de las Malvinas
Veteranos de la Guerra de 1982 realizan acciones solidarias a lo largo de todo el país. Aseguran que es una manera de devolverle a la sociedad su reconocimiento.
TEXTO SOFÍA MOURE
Lejos –o no tanto– quedó ese llamado, ese momento de enterarse que les tocaba ir a combatir por las Islas Malvinas, esa emoción al saber que irían a luchar por la Patria. Pero muy cerca continúa el sentimiento de hacer algo por el país.
A lo largo y ancho de Argentina, los ex combatientes llevan a cabo una importante labor solidaria, estando junto con quienes más lo necesitan. Coinciden en no considerarse héroes. Héroes, para ellos, son los 650 que dieron su vida peleando en las islas. En este informe, con motivo del 40° aniversario del inicio de la Guerra en el Atlántico Sur, Tercer Sector conoció en primera persona algunas de esas historias de solidaridad y entrega.
Patagonia malvinera
Miles de kilómetros y cada rincón de la provincia de Chubut llevan recorridos Gerardo Báez y Luis González, ex combatientes de Malvinas y parte de la Agrupación de Veteranos de Malvinas de la Policía de Chubut. En cada viaje, una camioneta 4x4 carga cosas de todo tipo: bicicletas, libros, instrumentos musicales, alimentos no perecederos, ropa, artículos de limpieza, frazadas… Lo que se necesita en las escuelas de los diferentes pueblos, ellos mismos lo llevan.
“Es como una devolución a la sociedad, porque a pesar de que cuando estuvimos allá en las islas las cosas no llegaron, la gente siempre estuvo”, explica Báez, hoy policía retirado, sobre los inicios de sus viajes solidarios; y relata que “como devolución de eso que la gente nos donó, de ese acompañamiento, empezamos a hacer este trabajo solidario”.
Todo comenzó en 2013, cuando se enteraron de que el comedor de la Escuela 79 con internado, ubicado en Colán Conhue –una aldea en la meseta chubutense– necesitaba insumos para darle de comer a las y los chicos. Ni Báez ni González lo dudaron, en ese afán de “devolver a la comunidad”, y con esa premisa salieron cada invierno, desde entonces, hacia los pueblos que necesitan ayuda.
“Recorrimos toda la provincia, trabajamos en plena pandemia para llevar donaciones, siempre tratando de colaborar, tanto con la gente, como con las escuelas, comedores y hospitales”, relata Báez, y señala que no tienen apoyo institucional: “El jefe de Policía nos dona el combustible, porque los vehículos son nuestros; y las donaciones las hace la gente, a medida que avisamos por Facebook o por la radio lo que necesitamos”.
Un mar de ayuda
Desde hace 2 años, la conciencia y la malvinización que promueven desde el Centro Ex Combatientes Islas Malvinas (Cecim) de La Plata, llegan a los comedores en forma de pescado. “Hace muchos años que venimos trabajando en tratar de hacer entender que la disputa con el Reino Unido no es sólo por las islas, sino por el Atlántico Sur”, señala Hugo Robert, vicepresidente de la agrupación. Según cuenta, de las 800 mil toneladas que se pescan por año en mar argentino, el país exporta hasta el 95%. Y así, se pierde el valor a nivel económico, productivo, alimentario y de soberanía que tiene esta actividad. “Veníamos negociando con algunas empresas pesqueras y ahí surgió la posibilidad de tener donaciones para hacer una prueba piloto en los comedores, para dar cuenta de que sí les gusta el pescado y que tienen el derecho a tener mejores alimentos”, relata.
“Como hijos sentíamos la necesidad de que este acto solidario siga fomentándose pornosotros en el pueblo matancero.” Daiana Paz, integrante de Legado Malvinas.
Con una primera donación de apenas 250 kilos de pescado a principios de la pandemia, comenzó la acción solidaria de la que se encargan unas 15 personas dentro del Cecim La Plata. Como cuenta Robert, “la respuesta de las organizaciones sociales y comedores fue muy buena, aunque siempre con la idea de que no es el camino la donación, sino que el Estado puede y debería hacer mucho más”. El Estado que, según la Ley Federal de Pesca 24.922, es dueño de todos los recursos entre las millas 12 y 200 del Mar Argentino, de los cuales puede hacer uso en caso de fines de alto interés social. “Decime si combatir el hambre no es un fin de alto interés social”, cuestiona el ex combatiente.
En ese sentido fue que nació el sueño y el objetivo de tener un “buque social”, un barco pesquero destinado exclusivamente a abastecer con este producto a los comedores. “Con un solo barco de entre 15 y 17 metros, podríamos tener más de mil toneladas al año, y con dos mil le das de comer a todos los comedores de La Plata, Berisso y Ensenada una vez a la semana, todo el año”, afirma.
El barco lo consiguieron, pero la licencia no. Mientras tanto, siguen luchando por conseguir donaciones.
Fe en la sociedad
“Te lo podría contar desde cualquier entidad de ex combatientes, porque el espíritu de ayuda y de dar a la sociedad está en todos”, responde Adolfo “Fito” Schweighofer, presidente del Centro de Ex Combatientes de Santa Fe, frente al pedido de que cuente su experiencia. “En particular, en Santa Fe, en todas las ocasio-
“Apesarde que cuando nes que hay emergencias hídricas o distintos tipos de acontecimientos, automática-estuvimos allá, en las islas, mente nos convocamos e iniciamos camlas cosas no llegaron, la pañas solidarias de recolección de alimengente siempre estuvo.” tos, ropa, útiles, cualquier cosa que le ha-
Gerardo Báez, ex ga falta a la gente”, cuenta. combatiente e integrante de Las acciones por el prójimo empezaron la Agrupación de Veteranos apenas terminó la Guerra. “A los pocos mede Malvinas de la Policía ses empezamos a agruparnos y así como de Chubut. buscábamos la inserción social, también teníamos ese espíritu solidario que nos dejó la gente que nos había ayudado a los que estábamos en el sur”, dice Schweighofer. Desde entonces, han organizado todo tipo de campañas. Una de las más importantes los tuvo como colaboradores, pero también como afectados, cuando la ciudad de Santa Fe se inundó gravemente en 2003. También llevaron voluntarios con los Cascos Blancos a luchar contra
los incendios en el Amazonas; y, recientemente, hicieron una movida solidaria para la gente de Corrientes.
“Estamos en campaña permanente, todo el año y desde hace años”, sostiene Schweighofer. Él, como tantos otros, considera que “es un modo de vida de mirar al que lo necesita, es el mensaje de amor por la Patria”.
La misma sangre
En La Matanza, la gesta de Malvinas está tan viva como aquel 2 de abril de 1982. Por un lado, el Centro de Veteranos de Guerra de esa localidad realiza campañas solidarias desde hace 22 años. “Empezamos a ayudar a unas escuelas del norte, cuatro en Santiago del Estero y una en Tucumán”, cuenta Alejandro Liébana, veterano y quien lleva la comunicación del grupo.
Hoy, y cada año, un grupo de ex combatientes lleva los 12 mil kilos de mercadería y las 300 bolsas de ropa que recolectan gracias a la colaboración de los socios del Centro, a algunas empresas que ayudan con medicamentos y alimentos, y un empresario del Mercado Central que presta su camión para viajar hasta las escuelas.
La entidad platense también vio nacer a Legado Malvinas, una organización que agrupa a las y los hijos de ex combatientes de la localidad. El 16 de noviembre del 2018 tuvieron la primera reunión. Hoy son alrededor de 15 hijas e hijos que trabajan conjuntamente, pero más de 60 que acompañan dentro de la agrupación con un fin solidario: “Los veteranos del Centro continuamente realizan actividades por el bien de la población en provincias del interior, y nosotros, como hijos sentíamos la necesidad de que este acto solidario siga fomentándose por nosotros en el pueblo matancero”, explica Daiana Paz, de la organización. Así fue que, en 2019, realizaron el primer festival solidario por el Día del Niño, para recolectar juguetes para tres merenderos de la localidad. Ya en 2020, y a poco de comenzada la pandemia, recolectaron alimentos en Virrey del Pino para un comedor ubicado en el Barrio Nicole. En ese entonces, no tenía nombre. Hoy, apadrinado oficialmente, se llama “Malvinas por lo niños”; y mes a mes recibe mercadería de parte de Legado Malvinas que, definitivamente, llevan el legado de sus padres.
Estado puede y debería hacermucho más.” Hugo Robert, vicepresidente del Centro Ex Combatientes
Islas Malvinas (Ccim) de La Plata. CÓMO CONECTARSE Centro de Ex Combatientes de Santa Fe:
0342 456-3827 | 0342 452-6342
Centro de Veteranos de Guerra de La Matanza:
www.veteranoslamatanza.com.ar| 011 4441-0519
Legado Malvinas:
legadomalvinas@gmail.com | 011 4654-2305
Cecim La Plata:
cecimsecretaria@gmail.com| 0221 422-8078