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COMPAÑÍA DEL SALVADOR
COLEGIOS MATER SALVATORIS
Madre María Félix Fundadora de la Compañía del Salvador
Abril
2005
PRIMERA COMUNIÓN
TESTIMONIO
En estos meses, muchos niños se acercarán por primera vez al altar para recibir la comunión. La M. María Félix, que recordaba su propia experiencia, era muy consciente de la enorme capacidad que tienen los niños para amar y sacrificarse por las personas que aman. También los sentimientos de amor y delicadeza hacia la Eucaristía pueden llegar a ser muy profundos en ellos, tal y como se nos muestra en esta anécdota, tomada de los escritos autobiográficos de la Madre: Y llegó el día de mi Primera Comunión. La hice en mi pueblo natal el 9 de septiembre de 1918, cumplidos ya los once años. Eligieron mis padres ese día por ser aniversario de su boda, y quisieron que fuese en el mismo altar, con igual ornamentación y con la misma música. ¿Fueron instrumentos de Dios para que en esos detalles entendiese después que el Señor tomó posesión de mi alma aquel día para siempre? […] Del día de mi Primera Comunión sí que recuerdo muchas cosas y todas buenas. Mientras me vestían no quise mirarme en el espejo. Por descuido abrí un instante los ojos y vi ante mí, en la luna del espejo, como un fardo blanco de tul y de lazos. “¡Qué bien queda!”, decían mis familiares. “¿Será verdad?”, pensé yo. Y abrí de nuevo los ojos. Un temor súbito y fuerte de faltar a mi promesa, un arrepentimiento doloroso me los hizo cerrar al instante, y antes de comulgar confesé mi tentación de vanidad y quedé tranquila, dichosa y deseosa de recibir al Señor. Música, flores, luces, plática, familiares… Todo quedó en el fondo, semidesvanecido, sin relieve, confuso.
Toda mi alma, todo mi ser, estaba absorto en Dios. Lloraba de dulzura; me sentía otra persona distinta; mis padres, cuanto me rodeaba, me parecía cosa extraña, nunca vista. Al llegar a casa pedí permiso a mis padres para dar el contenido de mi hucha a los pobres. Lo di todo y aún pedí por dos o tres veces más dinero a mis padres. Si no me contienen, aquel día no hubiese quedado nada en casa…
Conocí a la Madre Félix durante el curso académico 1997-98. Lo que al principio era un simple encuentro esporádico para saludar, al final –prácticamente hasta su muerte– se convirtió de hecho en una cita fija, ya que celebraba la Santa Misa todos los lunes para que ella, junto con las novicias y alguna otra religiosa, pudiera asistir a una hora que no afectase su descanso y no tuviera necesidad de salir del Rosalar (solía ser a las 5.30). Mis primeras impresiones sobre la M. Félix, superada la fase inicial novedosa de “conocer” a una fundadora, fueron la de estar viendo a una mujer que tenía una mirada buena y sencilla. Nada era extraordinario, salvo esa mirada tan misteriosamente ordinaria. Ella, algunas veces, me esperaba al acabar la acción de gracias de la Misa para saludarme y preguntar si había merendado o si necesitaba algo. En alguna ocasión pidió que la encomendara… No se podía concebir ella como el centro. Y la mirada buena, con frecuencia maternal, la acompañaba. Poco a poco me fui fijando en algunos detalles, fruto quizás de mirada curiosa y no exenta de cierta frivolidad por mi parte, pero que constato “orgullosamente” porque, a través de estos pequeños fragmentos, se revelaba la
belleza de un todo, es decir, la belleza de un alma puramente entregada al seguimiento de Cristo. Sin duda, lo que más tengo grabado, por penetrante y frecuente, de mi relación con la M. Félix, es su modo de estar en Misa. La que fuera de la capilla envolvía con su mirada alegre y risueña, en Misa sufría una transformación. Su rostro –incluida la mirada– daba la impresión de estar “sufriendo”; me atrevo a decir que parecía asistir “físicamente” a la Pasión. Cuando destapaba su rostro al quitar las manos, quedaba como marcado por un dolor… Daba la impresión como si estuviera más allá de los mismos signos litúrgicos. Nunca pude ver otra mirada y otro rostro mientras asistía a Misa. Rafael Hernando de Larramendi, Siervo de Jesús
PENSAMIENTOS
FAVORES
• Con toda nuestra alma hemos de agradecer a Dios nuestro Señor que quiera quedarse real y verdaderamente entre sus pobres criaturas bajo las especies sacramentales.
Mejora la relación familiar
(Carta a la M. Aige, 1946)
• Tengo una confianza ilimitada… Cada noche voy a tratar del asunto un ratito con Jesús Sacramentado y, ¡si Él quiere!… (Carta a la M. Aige, 1947)
• Esperaba mi turno de vela ante el Monumento con anhelo, y le pedía a la Santísima Virgen que acicalase mi alma para poder estar ante la presencia del Señor a gusto de Él. (Autobiografía, 1948)
El verano pasado iba a viajar a España. Me hacía mucha ilusión, pero al mismo tiempo me daba miedo por mis hermanos, ya que mis relaciones con ellos entre unas circunstancias y otras no eran muy buenas que digamos. Encomendé el encuentro con ellos a la Madre Félix, ya que siempre había encontrado en ella el apoyo y ayuda en situaciones difíciles con mi familia. El encuentro con mis hermanos no pudo ser mejor. Me recibieron con mucho cariño y con una serie de atenciones que antes no habían tenido conmigo. Doy gracias a Dios por la intercesión de la Madre, que una vez más estuvo allí poniendo esa paz y esa armonía que siempre irradió en vida. (M.T., San Juan, Puerto Rico)
• Muchas noches [se refiere a los años de la Guerra Civil en Barcelona] estando en la cama, tenía que levantarme a hacer vela al Santísimo Sacramento, porque me parecía una barbaridad descansar yo y estar Él tan perseguido. (Autobiografía, 1950)
• He de tener gran fe en la Eucaristía, en mi Jesús, y esperar en Él el cumplimiento de sus promesas. (Ejercicios Espirituales, 1990)
Consigue resolver el problema A mi regreso de los Estados Unidos me encuentro una factura de Telefónica, cuya cantidad no me correspondía pagar. Puse la correspondiente denuncia en la Policía y dos días mas tarde se comprobó que mi línea había sido manipulada. Dos desalmados habían alquilado una vivienda próxima a la mía y desviaron mi línea a la suya, consiguiendo hablar por teléfono a mi costa.
A partir de aquí el problema que se me planteó fue muy serio, puesto que ni la Justicia ni los propietarios de la vivienda ni Telefónica me ayudaban a salir de tal situación. Tuve que darme de baja del teléfono y salirme de mi casa, ya que los dos individuos no sólo continuaban utilizando mi línea, sino que su casa se llenaba de gente de mal vivir y no me dejaban dormir por las noches. Llamé varias veces a la Policía por los escándalos que cada noche tenía que soportar, y al final la misma Policía me aconsejó que, hasta que no resolviese el juicio, me trasladase a otro domicilio, puesto que ellos no podían hacer nada. Humanamente me sentí desamparada; sólo una ayuda del cielo podría sacarme de semejante problema. Entonces acudí a la Madre María Félix, fundadora de la Compañía del Salvador, y le pedí con insistencia que me ayudase. Después de todas las adversidades y muchos inconvenientes, el problema se ha solucionado. Por eso desde aquí doy las gracias a la Madre María Félix por su ayuda. Mi testimonio quiero que sirva para que otras personas que estén en situaciones difíciles acudan a ella. (P.S., Segovia, España)
normal. Como se puede imaginar, se nos cayó el mundo encima. Teníamos un niño precioso, pero con un problema atípico, y además sin solución quirúrgica. Fue trasladado a la UCI de neonatos, donde le trataron una infección con antibióticos. No parábamos de rezar porque empezara a funcionar la vejiga espontáneamente. Uno de esos días mi madre me hizo llegar una estampa de la Madre María Félix Torres. Teníamos muchas estampas y había empezado otras novenas, pero no sé si por el cariño que le tengo al colegio o por qué fue, empecé y acabé esta novena. Por eso yo estoy tan convencida de que fue un milagro que el mismo día que le quitaron a mi hijo la sonda, empezara a orinar espontáneamente. Cuando el doctor fue informado del avance, él mismo reconoció que era “asombroso”, que “las noticias no podían ser de momento mejores”. (A.P., Madrid, España)
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En la semana 34 de gestación de mi hijo detectaron en la ecografía que el niño tenía una vejiga con un tamaño unas tres veces más grande de lo
• Instituto Religioso Compañía del Salvador. Cta. n.º 1963961 El Señorial, Citibank, San Juan, PUERTO RICO.
DATOS BIOGRÁFICOS Nació en Albelda, Huesca, el 25 de agosto de 1907 y fue bautizada el 12 de septiembre en la misma villa. A los catorce años sintió la llamada a una entrega total a Jesucristo, y un atractivo irresistible hacia la espiritualidad ignaciana. La mayor gloria de Dios, siguiento a Cristo y unida a Él, se convirtió en la razón de su existencia. Entre tanto, obtuvo la licenciatura en Ciencias Químicas, para ser un instrumento más apto para su servicio. A través de un sorprendente y no pretendido paralelismo con el itinerario espiritual de San Ignacio de Loyola, el Señor la llevó a fundar la Compañía del Salvador, erigida en Congregación
Religiosa de derecho diocesano en 1952, y de derecho pontificio en 1986. Dios le asignó dentro de su Iglesia la parcela de la educación cristiana de la juventud, sobre todo universitaria, en cualquier parte del mundo. Con este fin surgieron los Colegios Mater Salvatoris, que tienen como misión propagar el carisma que Dios le concedió de adhesión al Papa, amor tierno a la Santísima Virgen y hacer de los jóvenes permanente fermento evangélico en la sociedad, para llevarla a Jesucristo. Murió santamente en Madrid, el 12 de enero de 2001, y sus restos descansan en el cementerio de la Compañía del Salvador en Mota del Marqués, Valladolid.
ORACIÓN para la devoción privada Padre misericordioso, cuyo Hijo, Salvador nuestro, te glorificó cumpliendo amorosamente hasta el fin tu voluntad. Tú suscitaste en tu hija María el deseo ardiente de glorificarte y de seguir de cerca a Jesucristo, cooperando a la redención del mundo mediante la Compañía del Salvador, por ella fundada. Concédenos por su intercesión la gracia que te pedimos, para que la Iglesia, a la que amó apasionadamente como a Esposa de Cristo, la eleve al honor de los altares, para tu mayor gloria. Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. De conformidad con los decretos del papa Urbano VIII, en nada se pretende prevenir el juicio de la Iglesia.
Se ruega comuniquen los favores recibidos por su intercesión a: Religiosas de la Compañía del Salvador Tapia de Casariego, 19 • 28023 Madrid (España) www.ciasalvador.org •e-mail: madre.felix@ciasalvador.org Con licencia eclesiástica