CLANDESTINIDAD Y VIOLENCIAS Esta conversación tuvo lugar el 17 de noviembre de 2020, fue virtual dado el contexto de pandemia. La organizaron Ileana Arduino, coordinadora del Grupo de Trabajo Feminismos y Justicia Penal INECIP y Paula Viturro, quien a su vez, participó del intercambio. Agradecemos aquí el apoyo a Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Sociales (INECIP) para la gestión de la actividad, la desgrabación y en un sentido más amplio, por alojar estos debates. La conversación, hasta la apertura al público asistente, fue compartida por las siguientes personas: Ana Alvarez, Profesora de CLACS-NYU, colaboradora de AMT y de Moléculas Malucas, Nueva York. Georgina Orellano, Trabajadora sexual feminista, Secretaria Generalde AMMAR , Sindicato de Trabajadoras Sexuales de la República Argentina, Buenos Aires. Pauline Skerra, Delegada sindical de la primer seccion sindical de la Intersindical Alternativa de Catalunya, IAC y asesora en derechos de trabajadoras del sexo para el ayuntamientos de Catalunia y otras instituciones estatales en España, Barcelona. Patislí Toledo, profesora asociada de género y justicia penal, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. Paula Viturro, feminista antiespecista, profesora adjunta filosofía del derecho, UBA, Buenos Aires. La edición es mínima, fue realizada con el solo objetivo de aligerar la lectura y fue realizada por Ileana Arduino y Lucía Sbriller (GT- Feminismos y justicia penal - INECIP).
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Paula Viturro: Buenas tardes a tod*s, les agradecemos la participación en este espacio a l*s panelistas y a quienes nos están escuchando. Les propongo empezar con lo siguiente. En general cuando se aborda la relación entre la violencia de género y el trabajo sexual, al menos en la forma en la cual se desarrollan los debates feministas más conocidos y que han tomado estado público, la caracterización más hegemónica y por lo tanto más extendida de este debate, sostiene que el trabajo sexual es una forma especialmente agravada de violencia de género, y que por lo tanto la única vía de gestión estatal de esta violencia es su abolición como práctica. Planteando el debate de esta manera, pareciera que la violencia institucional se minimiza o se reduce a la cuestión político - criminal, por ejemplo, a la cuestión de si existen códigos de convivencia o de faltas que persiguen el ejercicio de la prostitución. Sin embargo, esta forma de plantearlo invisibiliza algo que puede parecerse pero no es lo mismo, que es la cuestión de la clandestinización. ¿Qué tensión se establece, o qué diferencias podemos encontrar entre criminalización y clandestinización cuando discutimos violencias? ¿Alcanza con descriminalizar para erradicar la violencia contra las personas que ejercen el trabajo sexual? La pregunta en concreto sería: si ustedes tuvieran que explicar los efectos de la clandestinidad a una persona que a lo mejor no está al tanto de estos debates o sólo conoce el relato más hegemónico, considerando que las trayectorias de cada una de ustedes son muy diversas, muy distintas entre sí pero que todas tienen una experiencia sobre este tema, ¿Qué implica para ustedes la clandestinidad? ¿Cómo podríamos explicar los niveles de violencia que la clandestinidad genera a las personas que están en el trabajo sexual? “Pachi” ( se refiere a Patsilí Toledo) ¿Querés que empecemos con vos? 2
Patsilí Toledo: Muchas gracias por la invitación, a Ile y Paula que han organizado esto y a las que están participando y a quienes se han apuntado para escuchar y participar de esta conversación. Me da mucha alegría que con diferentes contextos, como es ahora el del 25 de noviembre, tengamos esta oportunidad de estar hablando de uno de los temas que -como dice Paulaqueda muy marginados de los discursos, las demandas y reivindicaciones en torno al 25 de noviembre y las violencias contra las mujeres. Me encuentro con esta pregunta o este dilema que plantea Paula, bastante a menudo porque yo hago clases en la Universidad en una diplomatura que se llama “Género y Justicia Penal”, y allí hay estudiantes que frecuentemente tienen esta visión de “el trabajo sexual es violencia”, y por lo tanto hay que eliminarlo. Eso exige una revisión respecto de qué son todas las cosas que supone esta idea de eliminar el trabajo sexual así caracterizado como una forma de violencia. Primero, creo que hay cosas que distinguir, empezando por la gran confusión que existe entre trata y prostitución. De hecho creo que hablar de prostitución forzada hace que se pierda el sentido de la prostitución, porque si es forzada ya estamos hablando de otra cosa. Es explotación, es un delito, es trata de personas. En cambio la prostitución voluntaria, ejercida, y que puede ser voluntaria dentro de los contextos en los que muchísimas personas ejercen su trabajo, es decir, son contextos socialmente condicionados también. Y más bien, por lo menos lo que hago en esta asignatura que está bastante enfocada en los impactos del sistema de justicia penal, es precisamente ver todos los problemas que generan los marcos legales que refuerzan esta clandestinidad a la que, independientemente de los cambios normativos en la gran mayoría de los impactos del sistema de justicia penal, es precisamente 3
ver todos los problemas que generan los marcos legales que refuerzan esta clandestinidad a la que, independientemente de los cambios normativos en la gran mayoría de los países que están en una zona gris, sostienen distintos niveles de clandestinización, aunque sea a veces a través de normativas que indirectamente castigan a las trabajadoras sexuales, o a algunas trabajadoras sexuales en particular, por ejemplo, a las que ejercen el trabajo sexual en la calle. Por ejemplo, el Estado español y sus normas de civismo o similares que se aplican a nivel local en las ciudades, basadas en criterios muy estéticos o higienistas, racistas además, que lo que buscan es tener unas calles “limpias” de personas que son consideradas indeseables. Entonces, yo creo, ahí hay un nudo para decir, ¿qué es lo que pasa? Con una justificación normativa u otra, el trabajo sexual termina estando en estas zonas de riesgo de ser considerada de alguna perspectiva como una actividad ilegal, porque o bien está prohibido totalmente o está prohibido en ciertas zonas o en ciertos horarios o a cierta distancia de determinado lugar. Cualquiera de esos dispositivos prohibicionistas lo que hacen es aumentar la vulnerabilidad a la agresión estatal sobre todo ejercida por los agentes de la fuerza pública, las policías, que son en términos prácticos quienes más intervienen directamente sobre las personas que ejercen el trabajo sexual sobre todo en las calles. De hecho, un estudio que se hizo hace unos años en el Reino Unido mostraba que las trabajadoras sexuales tenían unos niveles de victimización por múltiples delitos, y esa victimización más alta que otras mujeres de la misma edad o situación social estaba dada porque están en una situación de clandestinidad o ilegalidad que en el fondo lo que hace es reforzar que se pueden cometer ciertos delitos contra ellas porque al final ellas son las que no van a ir a la policía. 4
Eso al final es como una especie de garantía de impunidad para quienes pueden cometer diversos delitos contra personas que están en esta situación. Al dejar a personas en una situación de exposición al maltrato institucional, estas personas ante situaciones de otros tipos de violencias, como puede ser incluso violencia en las relaciones de pareja, muy a menudo no van a recurrir a las respuestas que otras mujeres utilizarían precisamente porque ya saben que pueden encontrar mayor violencia en manos de quien supuestamente debe brindar algún tipo de asistencia o protección en el sistema de justicia. Paula Viturro: Bien. Gracias, Patsílí. No sé Ana, Paulina o Georgine, si quieren... Pauline Ezkerra: Hola, Buenas tardes, buenas noches. También, agradeceros por haber organizado esto. Estoy súper contenta que esté Georgina, la Patsi, todas. Como habéis comentado antes creo que el feminismo y otros movimientos sociales provienen de las complicidades o de las confianzas que se van creando a lo largo de la historia y los procesos sociales atravesados por diferentes procesos políticos, sociales o migratorios. Es importantísimo considerar esto porque tienen que ver con la construcción global, desde mi punto de vista por lo menos. Dicho esto, así tan bonito, hablar un poco sobre la clandestinidad y los efectos sobre la criminalización, y cómo una vez más la jurisprudencia patriarcal a través del estigma perjudica, afecta o atenta directamente en este caso contra nuestro colectivo de trabajadoras sexuales. Lo que decía Patsi referente a la interpretación que las mujeres al ejercer el trabajo sexual estamos expuestas a una mayor violencia porque per se el trabajo sexual es violencia viene muy de la mano con todo el concepto de qué es lo que significa la 5
capacidad de decisión de las mujeres, porque en general de las mujeres somos quienes mayormente ejercemos el trabajo sexual, mujeres cis o mujeres trans, entonces tiene que ver con la construcción, el constructo social de qué lugar tenemos que tener las mujeres más allá de los avances de los movimientos feministas, pero que todavía nos queda muchísimo trayecto porque las trabajadoras sexuales todavía no podemos salir de este imaginario social de que nuestra profesión es un castigo impuesto. Uno de los argumentos continuos es que somos violadas una y otra, y otra, y otra, y otra vez. Entonces aquí, en esta negación de capacidades al decir que somos violadas, al clandestinizarnos, hay, por lo menos, una capacidad de los movimientos feministas abolicionistas u otros que todavía no tienen una postura clara sobre el trabajo sexual, en cuyo contexto aumenta la clandestinidad y la exposición a la violencia ejercida hacia nosotras. No es una violencia por ser trabajadoras sexuales directamente sino que es una violencia, desde mi punto de vista, ejercida con la complicidad del Estado y de la jurisprudencia patriarcal que tiene mucho que ver con el imaginario de las violencias. La clandestinidad o la jurisprudencia patriarcal lo que hace es negarnos a través del discurso feminista también, porque solidifican la idea de que nosotras no tenemos esta capacidad de decidir, porque estamos tontas, no entendemos lo que queremos, porque si nosotras afirmamos que sí sobrevivimos con la prostitución, que si nosotras creemos que estamos empoderadas, por decirlo de alguna manera, despatriarcalizadas como dicen otras, a través del trabajo sexual, eso es mentira. Entonces aquí, desde mi punto de vista, más allá de la clandestinidad que, por supuesto, los efectos de una persecución terrible hasta la muerte, la quita de hijos, la expulsión de países, la negación de procesos migratorios, la imposibilidad de construcciones de proyectos personales sobre ejercer trabajo sexual 6
y todo lo demás, justamente lo que hace es disminuir esta capacidad de decisión, de empoderamiento o de despatriarcalización y aumentar el estigma. Hace que las trabajadoras digan cada vez menos que son trabajadoras sexuales, que no hagan denuncias, que no se empoderen, que no digan: “Mira, yo soy trabajadora sexual y no es mi responsabilidad si alguien me quiere pegar, me quiere violar, me quiere maltratar”. Paula Viturro: Respecto de esto que justo señalas, hay algo que me parece que vos podés profundizar, y lo retomo para marcar una característica bastante especial. Cuando hablamos de clandestinidad, hay muchos registros pero me parece que hay uno muy particular que tiene que ver con las mujeres migrantes o de identidades femeninas migrantes, pueden ser identidades travestis, trans, mujeres trans y mujeres cis, gran parte de las trabajadoras sexuales son migrantes y por lo tanto ahí se junta un doble régimen de clandestinidad: el ligado a la persecución del trabajo sexual y el contexto migratorio, por ejemplo, como ocurre con gran parte de la migración de identidades femeninas latinoamericanas en Europa. Pauline Ezkerra: Si. No solamente las latinoamericanas, sino las mujeres africanas, las mujeres de Europa del Este. A veces nos creemos que solo pasa en Latinoamérica esto. No. Es verdad que existe el racismo, existe la cuestión de clase, pero también hay personas pobres gitanas, españolas, romanas, blancas. Por eso, sin invisibilizar o sin negar que exista otra persecución específica por la cuestión de raza, quiero decir que aquí como somos mujeres, somos pobres y ellos, los policías de migración en los aeropuertos, nos tienen controladas sabiendo que somos identidades de genero alternativas como no cis o cis, somos latinoamericanas o de donde seamos, pero sí que hay un control especifico. 7
De hecho hay muchísimas deportaciones y persecución dentro de la Ley de Extranjería hacia las trabajadoras sexuales. Ahora mismo nosotras tenemos un gran problema porque en Barcelona se acaban de abrir los CIE, que son los Centros de Internamiento de Extranjeros irregulares, no reconocidos por el Estado español, y nosotras estamos preocupadas en este entorno de pandemia, en la segunda ola en Barcelona, ¿qué va pasar con las compañeras que no están regulares en estos momentos en el Estado español, en Cataluña que es donde estamos nosotras, pero en el Estado Español en general? Sí que hay una persecución y hay excusas cuando no se puede ejercer la persecución directa por ser trabajadoras sexuales, hay como unas trampas siempre, como las drogas, la migración, o el mal comportamiento, que tiene que ver con esto de la criminalización y la mayor clandestinización en el abordaje de las trabajadoras sexuales. Paula Viturro: Aprovechando que Ana ha trabajado en Argentina, -aunque ahora vive en Nueva York- en un contexto donde todavía había alta expectativa respecto de la derogación de los edictos policiales, y con ello la posibilidad de una descriminalización y una legalización, o por lo menos una ampliación de derechos importante para el colectivo de personas que ejercen la prostitución, y Georgina es en este momento la dirigente del Sindicato AMMAR, el sindicato más importante en nuestro país con mucha participación también en el activismo internacional, me gustaría si entre las dos pueden caracterizar eso. ¿Cuáles son los costados que marcan la vida cotidiana en una situación de clandestinidad, que podría persistir incluso aboliendo normas punitivas, no? Si entendemos que la clandestinidad implica la privación de derechos, ¿cuáles son esas privaciones de derechos que tienen que ver la clandestinización del trabajo sexual, de privación de otro tipo de derechos que en general son 8
olvidados, como los económicos, sociales y culturales? Qué opinión tienen para compartirnos. Georgina Orellano: Buenas tardes y buenas noches para compañeras y compañeros que nos están acompañando. También agradezco la invitación, es un placer poder compartir este panel, así que muchas gracias a Ile y a Pau por el armado de esta actividad. La compañera Pauline habló muchísimo sobre cuáles son las consecuencias de la clandestinidad de nuestro trabajo y cómo se traducen estas consecuencias en la vida cotidiana. Eso tiene que ver directamente con entender por qué la policía nos persigue, comprender por qué tenemos que lidiar de manera cotidiana con la violencia institucional, armar estrategias que frenen esos atropellos policiales y también de operadores judiciales. Pero, ahora, mi respuesta va a ser un poco atravesada primero por la pandemia, con las cosas que nos fuimos encontrando nosotras al intentar darle respuestas a un montón de compañeras y compañeros que en contextos actuales se acercan al Sindicato pidiendo herramientas, protección y respuestas a un montón de demandas que van más allá del ejercicio del trabajo sexual. Producto de la criminalización y la clandestinidad una de las principales consecuencias es que nosotras no tenemos “existencia” social. Ya no solamente se violan nuestros humanos a la hora de ejercer el trabajo sexual, sino que se violan de manera sistemática en todo ámbito social o estatal, se vulneran constantemente nuestros derechos como ciudadanos y como ciudadanas. Muchas veces cuando hablamos de criminalización y clandestinidad o cuando se discute en ámbitos más feministas y académicos sobre qué política pública deberían desplegar los Estados y los gobiernos, se habla por ahí de miradas súper antagónicas como es la abolicionista, la prohibicionista, el regulacionismo, el reglamentarismo, y hablan de esas 9
posiciones, en algunas teóricas, en otras como modelos que pueden venir a resguardar los derechos de quienes ejercemos el trabajo sexual, o de las personas en situación de prostitución, un montón de terminologías a las que a veces acuden para también hacer un borramiento de nuestra identidad como trabajadoras y como trabajadores. Pero muy poco se habla de que las políticas que se implementan a nivel internacional, que muchas son políticas prohibicionistas, algunas también pensadas como políticas de reducción de daños, lejos de reducir el daño lo agravan, porque una de las cosas que hace la clandestinidad y la criminalización es generar mayor estigma social, y el estigma social no es solamente que la puta no puede ser visible y no le puede decir a su familia verdaderamente a lo que se dedica, si no que el estigma hace que la puta se aleje de todos los espacios, que la puta se resguarde en la clandestinidad con las herramientas que tiene a su alcance y que empiece a naturalizar todas las problemáticas y las violencias que la atraviesan justamente producto de esta clandestinidad y de esta criminalización. Entonces una de las cosas que hacen las compañeras por ejemplo cuando tienen algún problema, ya sea violencia de género en su vida diaria o el no acceso (ahora lo estamos viendo mucho) a una vivienda, o con desalojos inminentes o amenaza de los dueños de los lugares donde viven, de que “si no me pagás tanto te echo”, la compañera nunca denuncia esto porque justamente la consecuencia de la criminalización y de la clandestinidad hace que nosotras nos alejemos cada vez más de las instituciones estatales. Por un lado el Estado piensa en desplegar políticas públicas que protejan nuestros derechos pero por otro lado, lo que pasa en realidad, es que esos derechos nunca se protegen porque justamente las políticas que despliega el Estado y los gobiernos son políticas punitivas, de control migratorio, políticas con miradas 10
sanitarias, políticas con esta mirada de reducción de daños o políticas de maquillaje que disfrazan un poco la idea del Estado paternalista que viene a rescatar y darnos reinserción social. Cuando hablan de reinserción social quien aleja a la trabajadora sexual y al trabajador sexual del Estado es el propio estado. Quien aleja a la trabajadora sexual de ámbitos sociales son las consecuencias de estas políticas que además refuerzan en ciertas militancias feministas y académicas la idea de mayor estigma, de tener que sentir vergüenza y demás. Esto es lo que nosotras vimos y vemos en el contexto de la pandemia. Por ejemplo, las compañeras del colectivo migrante trans de nacionalidad peruana que se acercaron al sindicato con un montón de papeles, por ejemplo, de citaciones de la Dirección Nacional de Migraciones, pero nunca se presentaron. Entonces cuando nosotras les preguntamos “bueno, pero tu precaria venció, tu DNI temporario venció, lamentablemente no te vamos a poder inscribir o ayudar o acompañarte para que puedas ingresar a algún programa social como lo fue el IFE, o como lo es el Potenciar Trabajo”, que es un programa justamente destinado al colectivo travesti-trans, a las mujeres en situación de violencia de género o violencia económica y a las personas que fueron hace muy poco liberadas, las que estaban presas, a los liberados y liberadas. Entonces esa política, justamente pensada para abarcar al colectivo travesti trans, no tiene esa mirada tan amplia de pensar en lo que sucede en la vida de estas compañeras. La compañera para acceder al programa Potenciar Trabajo tiene que tener el DNI porque te tienen que bancarizar. Muchas compañeras se querían inscribir pero no lo podían hacer porque sus precarias estaban vencidas y porque sus DNI temporarios estaban vencidos, y las veces que fueron citadas justamente de la Dirección Nacional de Migraciones para que intenten regularizar su situación migratoria en el país, nunca 11
se presentaron por miedo a que las veces que la policía las paró, les hizo operativos desmedidos y ellas firmaron, y muchas veces las compañeras ni siquiera pueden leer lo que están firmando porque es una de las arbitrariedades y abusos que despliegan las fuerzas de seguridad de manera cotidiana en nuestras vidas. Entonces piensan que esa acta contravencional que firmó, donde se le aplica que esté ofreciendo servicios sexuales de manera ostensible, que es justamente lo que criminaliza el Artículo 86 del Código Contravencional de Faltas que sigue vigente aún en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y lamentablemente siguen vigentes estos mismos códigos en diferentes provincias restantes de nuestro país, hace que la compañera vea que el alcance de la criminalización no es solamente ese operativo, no termina ahí. No termina en ese operativo, en la firma y el pasar por “el pianito”, donde muchas veces tienen que ir o se tienen que presentar en la comisaría, o son llevadas detenidas para averiguar los antecedentes. Nunca termina ahí esa violencia estatal, sino que esa violencia estatal es transversal, lo que impide que esa compañera no solamente le genere temor a la policía, sino temor al Estado. No va a ir, no va a acudir nunca al Estado, porque justamente entiende que el Estado la está persiguiendo, la está criminalizando, y eso hace que estas compañeras, por ejemplo, fueron citadas un montón de veces para regularizar su situación, y no quieran ir porque tengan miedo a ser expulsadas del país, porque tengan miedo a que todas las veces que firmaron o todas las veces que fueron parte de estos operativos desmedidos policiales, haya figurado esto o traducido a antecedentes penales, que la expulsen, o que le apliquen algún tipo de multa que les genere mayor violencia a sus vidas.
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Al principio Pau hablaba mucho del compañero Enzo Aguirre1 que fue asesinado la semana pasada. También hay que hablar de cómo cuesta enunciar la identidad, porque rápidamente todos los medios de comunicación y también muchos colectivos LGBTIQ hacían mención a que era parte de la comunidad, que era gay, que se trataba de un compañero de la comunidad, pero a la vez sólo decían que lo mataron por gay. Lo mataron porque estaba ejerciendo el trabajo sexual en condiciones indignas, sin protección del Estado, muchos compañeros han pasado situaciones de violencia como la que el pasó, con otro desenlace, pero que nunca se acercaron a denunciar, o un caso que un compañero denunció lo que le había pasado pero nunca hizo mención en la comisaria o en la fiscalía que ese robo había sido producto de un acuerdo económico de un cliente que le había escrito a él y tomado el servicio a través de las plataformas digitales. Les dijo que lo había encontrado en Tinder, por ejemplo. Ciertas prácticas sexuales están naturalizadas y socialmente aceptadas, pero a muchos les cuesta poder comprender que eso terminó de la manera que terminó, lamentablemente, porque fue empujado por la precariedad porque fue alejado de las instituciones estatales y porque esa violencia económica que también produce no poder acceder a ningún derecho social como ciudadano hace justamente que nuestra vida se traduzca en todo tipo de violencias no solo en el marco del ejercicio del trabajo sexual sino en general en la vida cotidiana de las trabajadoras sexuales. Paula Viturro: Me gustaría retomar una cuestión de este tema que ya planteó Georgina sobre Enzo.
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Enzo Aguirre era trabajador sexual, correntino, fue asesinado en noviembre del 2020 en la Ciudad de Buenos Aires, pocos días antes de este encuentro. En julio de 2021 la fiscalía elevó a juicio por robo y homicidio en ocasión de robo . Más información en https://cosecharoja.org/crimende-odio-a-enzo-lo-mataron-por-gay-y-trabajador-sexual/
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Ana, en todo caso si querés intervenís respecto de las dos preguntas. Pero me gustaría retomar desde esto que señaló Georgina, que es el crimen de Enzo, que entiendo que mañana es la marcha reclamando justicia. A propósito de esto, me gustaría como feminista plantear que a veces hay un uso instrumental de la violencia de género y de las compañeras trabajadoras sexuales. Cuando se utiliza el ejemplo de la prostitución como el ejemplo máximo de violación de derechos humanos que puede atravesar una mujer, como el ejemplo máximo de violencia, como esto generaría estereotipos que después se replican a través de la producción pornográfica, o de estereotipos hacia otras mujeres que no están en el colectivo, pareciera que esto es una explicación circular que cierra sobre sí misma. Todo tiene que ver con cómo se generan formas de violencia, que van a ser denominadas de género, contra mujeres, y en general el debate se limita a mujeres cis, no se introduce ni siquiera la variable de otras identidades femeninas. Entonces me parecía que traer a colación la situación del crimen de Enzo nos permite reflexionar, y me gustaría saber la opinión de ustedes, aunque un poco ya la adelantó Georgina, respecto de con qué herramientas analizamos la realidad social ¿Qué les parece esto? Ana Gabriela Álvarez: Gracias realmente por la invitación. Un tema respecto a eso es, entiendo lo de los marcos legales, lo de pensarlo como crimen de odio o violencia de género y que se yo. Pero lo que hay que pensar es, justamente, la clandestinidad o la negación de los derechos o de la humanidad de las personas que están ejerciendo el trabajo sexual, permite o da permiso para que determinadas personas, cuando desde el Estado se permite a grupos o personas que ejerzan violencia contra otros. 14
Entonces la clandestinidad y el no reconocimiento también permiten, en el caso de acá (EEUU) obviamente es brutal porque es gente con armas, en grupo, parapoliciales digamos, milicias armadas, salgan a matar gente. No es una diferencia menor. Pero lo que estoy diciendo es que sólo pensarlo como crimen de odio, cuando en realidad lo que se está haciendo es permitiendo, canalizando, si se quiere, toda la agresividad hacia determinados humanos que están en la sociedad y que parecen estar en un escalón menor. Entonces me parece que estas categorías a veces son necesarias de mantener pero no son suficientes. Me parece que hay que pensar un poco más fuerte cómo justamente humanizar y no permitir… Hay una cosa central. Lo digo muy corto. Yo ahora estoy en Nueva York pero yo viví veinte años en Europa, en distintos lugares de Europa, con lo cual es más mi referencia, y digamos, más referencia a la vida de las migrantes, sobre todo las migrantes trans latinoamericanas. La victimización se da también cuando, - lo dijo Georgina en el Encuentro Nacional de Mujeres, te puedo citar Georgina de memoria porque conozco todo lo que dijiste- las trabajadoras o les trabajadores sexuales parece que no tienen ninguna decisión sobre el trabajo que están tomando. Parece que son víctimas y lo que a mí me alucina es que no se pueda pensar que esa persona, dentro de las pocas posibilidades que este sistema de mierda da y la precarización general que se está viviendo, eligen lo mejor que pueden elegir y son tan inteligentes como vos y como el resto del mundo. Paula, vos citabas que yo empecé con la militancia con los edictos, y cuando empieza el debate por los edictos policiales en el ’94 había dos organismos de Derechos Humanos que estaban interesados en el tema edictos: la CORREPI, y los otros que venían un poco, y si se ponían al lado de una travesti la miraban como si fuera el diablo, faltaba que nos traigan una cruz. 15
O sea, no había interés alguno por estas identidades, ni los edictos policiales eran un problema para los pobres, pero no eran un problema para las trabajadoras sexuales o para las travestis. Y las feministas no existían, me disculpo, yo no vi ninguna. Entonces estando afuera del país, y Paula me viene informando un poco de esto, que de repente empieza a haber un interés, no sólo un interés sino un tomar voz sobre otras personas, estas personas que han trabajado toda su vida y que van a seguir trabajando después de que vos dejes de decir boludeces, siguen pensando que tienen la capacidad de entender mejor que una propia trabajadora sexual o un trabajador sexual en lo que está haciendo. Eso me parece alucinante. Pero es un fenómeno global, digamos, y no quiero ser académica pero me parece una buena definición “feminismo carcelario”. Me encanta la definición porque me parece “in your face”, o sea sos feminista carcelaria, estás pidiendo que a esta gente la metan en cana. ¿Qué otro nombre le vas a poner? Patsilí Toledo: Quería comentar que a mí me parece muy acertado lo que se estaba diciendo también sobre la negación de humanidad. Hay un punto en el que todo esto está muy relacionado con cuestiones de clase y la clandestinización tiene que ver con los marcos normativos pero también con gran parte del contenido cultural que se da, incluso a la misma idea de “víctima”, la noción que tenemos de víctima. En ese sentido, corrientemente, perjudica a todas las mujeres a quienes se les pone esta etiqueta que tiende a negar agencia o autodeterminación en muchísimos otros ámbitos. Entonces, si ya desde una cierta perspectiva ideológica ejercer el trabajo sexual te pone en esa categoría de víctima, entonces ser víctima casi que contribuye a esta deshumanización que ya viene ocurriendo, porque están operando dispositivos desde morales, de clase, y normativos por supuesto, que lo que hacen es arrastrar 16
a ciertos colectivos a una marginación cada vez mayor, y esa marginación es la que permite, en esta escala de personas con más derechos o menos derechos, que a su vez estén más expuestas a la violencia. A veces son las discusiones con estudiantes de criminología: ¿es más fácil cometer un delito, un robo, robarle el bolso a una persona que tiene recursos, que tiene poder o que sea el profesor de la Universidad o la profesora de la Universidad, o es más fácil, en términos de menos riesgos para quien comete el delito, cometer el delito contra una persona que vive en la calle? ¿Cuál es en realidad la posibilidad de que vayas a ser “perseguido” por el delito? Obviamente que ahí hay muchísimos casos terribles de las trabajadoras sexuales que están en el ranking número uno, pero creo que también hay que pensar en particular en el ejercicio del trabajo sexual en la calle, aunque yo por lo menos no conozco suficiente sobre cómo están funcionando en contexto en que la negociación es más bien por plataformas electrónicas, etc. Pero la exposición hace que de vez en cuando haya casos, desde el famoso caso que tenemos en la cabeza de “Jack, el destripador”, y otros crímenes que tienen en común que no se investiga, en gran parte, que no se detienen, precisamente porque cuando es un determinado colectivo de personas que ya se consideran marginalizadas las afectadas, pues en realidad de pronto todo es menos prioritario. Los casos, por ejemplo, en Centroamérica, cuando se están investigando femicidios o feminicidios, sobre todo hace más años, ahora supongo que ocurrirá menos, pero incluso esta idea de dejar de investigar asesinatos cuando se comprobaba o alguien decía que la mujer era una trabajadora sexual. Entonces ya ni siquiera nos vamos a cansar tratando de investigar quién la pudo haber matado, porque casi como que por ser trabajadora sexual ya cualquiera la podría haber matado, la investigación no tendría 17
sentido, entonces ya esto va directamente etiquetado como “impunidad”. Y la impunidad sí que tiene efecto. El efecto de la impunidad es “el efecto llamada” diríamos, de decir en realidad agredir a determinadas personas no tiene ningún riesgo. Y yo creo ahí también están, por supuesto, las personas que viven en las calles, hay bastantes colectivos de quienes habitan esos márgenes de la humanidad, y creo que allí es donde, lamentablemente en el caso del trabajo sexual, es en gran parte a causa del Estado y de las políticas del Estado, es que se agrava esa situación de marginación, más todavía cuando quienes son trabajadoras sexuales son migrantes indocumentadas, personas que no tienen ni siquiera posibilidades de acceder a los derechos que pretendidamente se garantizan al resto de personas. Por ejemplo, ahora mismo aquí en el Estado español se está presentando una iniciativa de ley sobre violencias sexuales, una ley integral que se publicita como un gran avance para los derechos de las mujeres, claro, eso siempre que consideres que “las mujeres” no incluye a las migrantes indocumentadas ni a las trabajadoras sexuales porque la misma ley lo que hace es señalar expresamente que en caso de migrantes indocumentadas, si ellas no logran acreditar el delito, pues se va a reactivar la orden de expulsión que puedan tener por el hecho de ser personas indocumentadas, y que en el caso de las trabajadoras sexuales, hay un a criminalización además hasta en su entorno próximo. Todo metido terriblemente en una ley “de libertad sexual”. Entonces ¿de qué libertad sexual estamos hablando? ¿La libertad de quién? ¿Para qué? Esos son los problemas que agravan esta marginalización y casi empujan a ciertos colectivos de personas a quedar quedar fuera de la protección, no sólo de las leyes, si no casi como del ser personas con igualdad de derechos 18
frente a cualquier otro, igualdad de protección frente a las violencias que puedan estar sufriendo. Pauline Ezkerra: Quería hacer como un enfoque de lo que dijo Georgina, de lo que estaban diciendo todas, pero me parece muy acertado lo que dijo ella, sobre todo cuando como nosotras venimos de movimientos sociales desde muy pequeñitas. Es verdad que a veces nos metemos en la ola de la lucha del reconocimiento de derechos, que empezamos a tener un discurso un poco más intelectualizado, un poco más académico, por más que no seamos académicas como en mi caso, y a veces dejamos de lado cuáles son las realidades que nos están pasando día a día. Y es que a mí me pasa continuamente que como ahora mismo estamos llevando una investigación, aunque yo estoy aquí, estamos llevando una investigación entre todas las compañeras sobre las realidades del Covid y las trabajadoras sexuales ahora mismo, y todo lo que decía Georgina es verdad, o sea hay una negación del Estado de nuestra existencia. Yo como sindicalista lo que puedo decir es que lamentablemente en un sistema capitalista si tú no eres reconocida como trabajador o trabajadora, no tienes derechos de ciudadanía. Pero vamos más allá: dentro del feminismo podemos pensar que estos derechos de ciudadanía tiene que ver con el reconocimiento de tu autopercepción o de tus capacidades de decisión sobre tu propio cuerpo. Quiero decir, también cómo, ni aunque sea Europa, ni aunque sea Latinoamérica, ni aunque sea el país que sea, las trabajadoras sexuales somos asesinadas continuamente y somos negadas en cuanto a que somos asesinadas por ser trabajadoras sexuales, como en Francia, en Bélgica, países donde trabajé y donde vi pegar y asesinar a compañeras literalmente, no es que me lo esté inventando.
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Mismo en Argentina vi asesinar compañeras en la Panamericana cuando yo era muy jovencita, a manos de la policía, o sea, yo tenía catorce años cuando veía que la policía mataba trabajadoras sexuales en la calle. Imagínate, y hoy tengo cuarenta y nueve años y sigo viendo cómo algunos sectores se creen con el derecho de seguir pegando a las trabajadoras sexuales y con la complicidad o la negación o la invisibilidad del sector que está reconociendo, que es el trabajo sexual. Se atribuyen, por ejemplo, si es una trabajadora sexual que es trans o es de colectivos trans, si es gay o es del colectivo LGTB, etc., o de las violencias de género. Esto sigue pasando, este pensamiento abolicionista que ya viene desde muchos años pero que ha tenido su resurgir en una Ley Sueca que ha hecho como efecto dominó desde Europa, que está pasando por Italia, por Francia, donde se ha ido implementando, ante la que los movimientos de trabajadoras sexuales no han dejado de luchar por el reconocimiento de sus derechos y para parar, al menos, esta visión de negación de capacidad de decisión o derechos de trabajadoras sexuales, no ha tenido éxito. Quien ha tenido éxito ha sido el movimiento abolicionista con las leyes. ¿Por qué? Porque han crecido las restricciones hacia las trabajadoras sexuales, ha crecido enormemente la clandestinidad. Con la clandestinidad, los asesinatos. Con asesinatos viene que, es verdad que el trabajo sexual es transversal y tiene diferentes realidades, entonces hay mujeres, hay hombres cis, hay hombres trans, hay mujeres trans, migración, blancas, negras, etc., y cada vez que hay un asesinato de trabajadoras sexuales se toma, desde la otra transversalidad que no tiene nada que ver con el trabajo sexual, muy pocas hacen un reconocimiento especifico de la condición de trabajadoras sexuales.
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En Francia en los últimos meses hemos tenido creo que tres asesinatos en un lugar donde yo voy a trabajar normalmente, que es el Bois de Boulogne, y ha pasado exactamente lo mismo. Entonces quería humanizar un poco todo este discurso que sí es necesario, sí es imprescindible, pero que hasta a mí como activista empiezo solamente a pensar en la forma estratégica, académica o analítica de saber por qué esta expulsión hacia la posesión de derechos, de reconocimiento. Solamente quería decir eso. Ana Gabriela Álvarez: Quería decir, con respecto a lo del abolicionismo, que veo también que en Argentina está bastante discutiéndose eso, bueno, en todos lados, ¿no? Pero a mí lo que me parece interesante es otro tipo de discusiones. Primero, las discusiones lo primero que han logrado hacer es pasar de trabajo sexual a tráfico. Es decir, las discusiones sobre trabajo sexual desaparecen, va desapareciendo del debate y empieza a hablarse de esta figura de víctima y sobre todo de tráfico de personas. De tráfico de personas se pasa básicamente a tráfico sexual, porque el tráfico por ejemplo de “la paraguayita”, eso es tráfico. Si vos traés una chica paraguaya que tiene 16 años a trabajar a tu casa porque limpia mejor, eso es tráfico. Sin embargo no se piensa como tráfico, lo que se está pensando es sólo el tráfico sexual y esa pornografía de pensar lo sexual como estas series “Law and Order”. Entonces una cosa importante acá y lo que hay pensar, para mí es lo más terrible: las feministas han sido usadas por los Estados. Ellas piensan que serán el centro del debate, pero la realidad es que los Estados, sobre todo el Norte Global pero en todos lados, están cerrando fronteras y controlan la migración. El centro de este debate es controlar la migración y, justamente hablando de clandestinidad, volver más 21
clandestinas a las personas que migran, y hacerlas trabajar por menos plata y matarlas, o hacerlas trabajar en condiciones subhumanas, como se vio con el Covid cuando parece de repente en Italia 200 mil casos de Covid porque había 200 mil chinos pobres en sótanos trabajando en absolutas condiciones de horror y clandestinidad. Este tipo de debates no aparecen, lo que aparece es el debate de tráfico de niños y de mujeres. Entonces, insisto con Elizabeth Berstein2 porque me parece interesante, ella dice “un feminismo sin feministas”. Cuando sube Trump lo primero que hace, una de las primeras leyes que hace Trump es el FOSTA/SESTA, que es agarrar el trabajo sexual online, entrar a las plataformas online, e ir a las plataformas y agarrar las plataformas, es decir, lo físico de la plataforma. Entonces todxs lxs trabajadores sexuales que podían trabajar online, osea que podían trabajar en plataforma, y por eso están más cuidadxs , tiene que salir a la calle, en condiciones que, como bien sabemos, la policía se ha puesto mucho más terrible en la calle, en todos lados, particularmente en este país. Entonces eso no es que las feministas abolicionistas son tan piolas, son tan inteligentes que hacen a Trump trabajar para ellas. Esto es al revés, obvio, y a nadie se le ocurriría pensar de otra manera, salvo que tengas un complejo de ser un genio. Entonces el problema que tenemos, como decías Paula, eso pasó en 1900 y vuelve a pasar ahora. Hay una migración terrible y lxs trabajadorxs sexuales se vuelven transformadxs en víctimas y transformadxs en traficadxs, se vuelven el chivo expiatorio. Entonces me parece que también hay que dar un poco vuelta este discurso sobre las abolicionistas y pensar que ellas tienen tanto poder. 2
E. Berstein es la autora referente del concepto Carceral Feminism. Puede verse, para profundizar, https://elestantedelaciti.wordpress. com/2012/03/08/la-politica-sexual-del-feminismo-carcelario/
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Son usadas, y ellas están tan fascinadas con salvar, con ese complejo de salvar otras mujeres que caen en esa. A lo que voy es que no les veo tanto poder, creo que son usadas y que ganan, seguro, muchas de ellas en esto. Hay, como se sabe, como lo dice Laura Agustin, hay una industria del rescate, las Organizaciones No Gubernamentales que rescatan mujeres, rescatan una mujer y tenés 300 personas que están laburando de eso durante 20 años y que cobran un sueldo. Patsilí Toledo: ¿Yo puedo agregar algo sobre eso mismo? Estoy totalmente de acuerdo en que creo que el auge de esta ideología abolicionista viene de la mano de estas políticas antiinmigración promovidas desde los países del norte desde hace mucho tiempo. Pero que realmente han necesitado de los movimientos feministas para implementarse y ser efectivas, entonces no es solo que han sido “bobas”, es que han recibido dinero para implementar muchísimos proyectos de “desarrollo”. La cooperación al desarrollo ha sido destinada a la lucha contra la trata, ha encontrado un terreno muy fértil para divulgar discursos abolicionistas en los que tomando ejemplos extremos de violencia vinculados a la trata o tráfico de seres humanos como tú le llamas, hay temas conceptuales que cambian las traducciones en un país y en otro, con esos ejemplos se estigmatiza todo el trabajo sexual y se promueven visiones que son sumamente utilitarias. El abolicionismo es muy utilitario a posturas antiinmigración porque en realidad la inmigración siempre lleva oculto el riesgo de tráfico, y en ese sentido quiero recordar que hace no muchos años atrás una de las líneas que mantenía EE.UU. para dar fondos a la cooperación internacional en Latinoamérica era en base a sus pocos temas de DD.HH., ahí estaba la “lucha contra la trata”. Entonces ¡vaya!, ¿cómo es que a EE.UU. le interesa esta violación de derechos humanos en particular? 23
Bueno, en realidad lo que le interesa es prohibir la migración, es buscar maneras de evitar la migración en origen, evitar la migración de mujeres. ¿Y por qué en realidad evitarlo? Porque en realidad la clandestinidad, y ahí está el otro elemento, la clandestinidad también es muy lucrativa, y también es la mejor manera de hacer determinados negocios. Así estamos por ejemplo con otra cosa que está muy vinculada al trabajo sexual en determinados contextos y es el tráfico de drogas, que también es otra gran clandestinidad muy lucrativa y muy protegida, que se mantenga así para que siga siendo un estupendo negocio en el mundo, aunque siga muriendo un montón de gente, estos “prescindibles”, los prescindibles de Centroamérica, de Latinoamérica, etc. Paula Viturro: Gracias, Patsilí. Sí, de hecho en Argentina una cuestión que ha pasado en los últimos años es que, si lo miramos ingenuamente podríamos decir que tuvimos un gran avance legislativo con la derogación de los edictos policiales, la derogación de códigos provinciales, de faltas, o lo que fuera, y la redacción de códigos de convivencia un poco más garantistas, aunque igual criminalizantes, es que ha sido posible también porque se ha trasladado ese control a un control penal sumamente estricto a partir de la Ley de Drogas. El crecimiento exponencial de la detención de personas travestis en nuestro país y de mujeres por narcomenudeo (de hecho la población carcelaria travesti en nuestro país casi en su totalidad está por delitos de este tipo) tiene que ver con esa variable. Entonces a veces, vuelvo sobre esta idea de la complejidad de estas realidades sociales y cómo a veces hace falta una mirada menos ingenua, a lo mejor. Si les parece, dado que por lo menos para Patsilí es muy tarde, voy a hacer un repaso de lo que fueron las intervenciones. Algunas tienen preguntas de las personas que gentilmente están compartiendo este espacio hoy aquí con nosotrxs, y ustedes si quieren comentar 24
o contestar alguna hacia el final les doy la palabra y si no hacemos un cierre. Pedro Narváez señaló ya en un principio de la conversación: “Considerando los prejuicios en esta materia (supongo se refiere a prostitución), ¿cómo se asumiría evitar la victimización y se protegería la intimidad o la dignidad de las personas afectadas?“ Luis Giménez plantea que su preocupación está vinculada con lo que se denominó “Alegalidad”, que interpreta como “falta de regulación legal”, porque él observa que la ley penal argentina ,al suprimir la variable del consentimiento en el delito de trata, trata a la persona como una incapaz, y lo que él percibe en el último tiempo es un incremento en la criminalización de mujeres que se organizan para ejercer la prostitución, normalmente porque alguna es la que organiza la actividad y sí, tal vez, obtiene algún beneficio extra, donde es clave el concepto de explotación. Entonces, desde la perspectiva de la trabajadora, ¿qué o cuándo consideran que son explotadas y qué marco regulatorio debería darse para permitir el trabajo sexual sin consecuencias negativas para la trabajadora? Laura Contrera señala que tiene que haber una política integral del Estado que contemple las múltiples aristas del trabajo sexual interseccionalmente, para terminar con la gestión de la clandestinidad que beneficia a la policía, por ejemplo, y se paga con los cuerpos de las trabajadoras sexuales. Esta idea de “gestión de la clandestinidad” podría ser una buena clave para resumir algunos de estos debates. El Estado como gestor de la clandestinidad y cómo intervenimos en estos discursos para gestionar los niveles de clandestinidad y consecuentemente de violencia asociada.
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Caro Lebermann dice: “No sólo no se investiga cuando les pasa algo, sino que también se les acusa de crímenes que no cometieron como en el caso de Luz Aimé Díaz. Luz Aimé es una compañera travesti que vive en el Gondolín3, que fue acusada y estuvo detenida mucho tiempo, y después tuvo un proceso penal muy largo, en el cual fue asistida legalmente por Luli4 (Luli creo que está escuchándonos en este momento), y finalmente fue absuelta porque la fiscalía tuvo que reconocer que no había más que prejuicio sosteniendo esa acusación. Si no lo conocen pueden Googlear, es un caso dramático de nuestro país en los últimos años. Después Guillermo Muñes señala: “¿Están a favor de la penalización de la persona que se beneficie económicamente por la prostitución de otra? ¿O entienden que para evitar la clandestinizacion debe admitirse una actividad empresarial que se valga de la prostitución de otras personas? “. Esto, en otros términos, estás haciendo una pregunta respecto a la figura del proxenetismo y la gestión del trabajo. Bueno, no sé si alguna de ustedes quiere retomar alguno de estos hilos, alguna respuesta a estos planteos. Me parece, tal vez Georgina, que es una buena oportunidad para que nos cuentes. Quienes no lo sepan y que a veces les llega una versión tergiversada de otros grupos con interés. ¿Cuál es la propuesta legal que plantea AMMAR CTA para sus sindicalizadas? ¿Cómo entiende AMMAR CTA que debería ser una política que 3 El Gondolín es un hotel - casa - refugio trans - travesti en la ciudad de Buenos Aires, un buen recorrido para saber más pueden encontrar en Zellko, D. Reunión. Cuatro legendarias en el Gondolín, 2021, disponible para descargar en https://reunionreunion.com/Gondolin (las legendarias son Marlene Wayar, Marisa Acevedo, Zoe López y Viviana Borges) 4
Luli es Luciana Sánchez, abogada lesbiana, referente en defensas de personas lgbttiq en Argentina.
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traiga una reducción de la violencia para el colectivo, que traiga una mejora para las condiciones de vida de las compañeres y lxs compañerxs sindicalizadxs? Georgina Orellano: Primero, acá había anotado una de las preguntas de si estábamos de acuerdo en que se penalice a aquella persona que se beneficia de la prostitución. La verdad que me parece que hace falta todavía, que esto quizás quede para otra charla en un futuro no tan lejano, discutir qué se entiende por explotación. Porque nosotras en todo el camino que llevamos como organización sindical con 25 años y con muchas discusiones internas: si teníamos que sindicalizar solamente a las trabajadoras sexuales de la calle, que por ahí son las más castigadas por los códigos contravencionales, pero también cuando se fueron ampliando los dispositivos punitivos alcanzando a muchas otras formas donde se ejerce el trabajo sexual , ya sea en las plataformas, departamentos privados, compañeras que trabajan a través de la computadora, digamos webcamer, y muchas formas de organización. Nos parece que hay muchísima tela para cortar en cuanto a poder discutir ciertas denominaciones, que están súper instaladas no solamente en el Estado sino también dentro de los espacios de militancia, activismos, como el feminismo o la academia. Y hacemos una distinción no solamente entre trabajo sexual autónomo y la trata de personas, si no también buscar un intermedio en esas dos polarizaciones que se dan como blanco y negro. Hablar de la explotación laboral, de compañeras que ejercen el trabajo sexual de forma voluntaria, pero las condiciones en las que lo terminan realizando suponen ciertos grados de explotación, y que justamente ellas deciden porque no quieren lidiar con todo lo que se tiene que lidiar cuando se habla de autonomía y de autogestión.
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La autogestión tiene un límite, y la verdad que más allá de que yo estoy de acuerdo, yo personalmente, con que el trabajo sexual tiene que ser autónomo la realidad mía no es la realidad del resto de muchas compañeras que justamente no quieren ejercer el trabajo sexual en la calle por el estigma, por la discriminación, para seguir generando herramientas de redes de ocultamiento, justamente porque no quieren que su entorno, su familia y personas cercanas se entren verdaderamente a lo que se dedica, plantean otras formas de trabajo sexual que justamente se necesita, producto de la clandestinidad y de la estigmatización, de intermediarios, y que esos intermediarios no son lo que se supone responde a ese imaginario instalado socialmente a través del pánico moral y discursos punitivos. El proxeneta como persona mala, violenta que te castiga de manera permanente y se queda con un porcentaje de tus ganancias, sino que se supone de la necesidad de tener otras personas que garanticen tu seguridad. Por ejemplo hasta hace muy pocos años en provincias del sur de Argentina, Neuquén, Rio Negro, Tierra del Fuego, había compañeras que nos contaban que los días que tenían más demanda de clientela, que eran los jueves, viernes y sábados, ellas para buscar una forma de protección contrataban a personas que hagan de seguridad, que puedan cuidarlas, que puedan estar viendo quién ingresa, quién no ingresa. Y cuando comenzó toda esta ola de punitivismo, porque también creo que hay que dejar de hablar del abolicionismo como modelo estatal, porque el abolicionismo como modelo estatal ya no existe. El abolicionismo como modelo estatal, por lo menos en Argentina, fracasó. Hoy por hoy estamos frente a un modelo punitivista y un modelo prohibicionista. Lo único que quedó del abolicionismo es el discurso que sigue latente en muchos espacios, pero de modelo estatal rige el prohibicionismo. 28
Lo que quiero decir es esto, hay un montón de situaciones que se dan enmarcadas dentro del mercado sexual y tienen distintas formas de organización del trabajo sexual que a veces quitan autonomía. Pensaba también esto cuando dice “la persona que se beneficia de mi prostitución”: mi hijo, el único que se beneficia en mi caso es mi hijo. En el caso de otras compañeras, por ejemplo, me acuerdo como Pía Covre, una compañera de Italia que Pauline la debe conocer, también decía: “La única persona que se beneficia de mi prostitución son mis gatos”. Pero bueno, el imaginario instalado es que se benefician solo personas malas, violentas. Y a veces para desarrollar el trabajo sexual de una manera que te pueda cubrir ciertos mecanismos de seguridad se necesita de terceras partes, de personas intermediarias. Compañeras que trabajan en un departamento privado, a veces, contrataban recepcionistas para que sean las que atiendan el timbre y no pierdan el cliente mientras estén ofreciendo el servicio. Contrataban recepcionistas para que les puedan limpiar un poco el lugar, compañeras que estén ahí también controlando que el cliente cumpla con el acuerdo establecido. Me acuerdo que un mecanismo de gestión de ellas era que la recepcionista cumplía de controlar el tiempo. El cliente venía, te contrataba quince minutos. La persona que iba a tocarte la puerta era la recepcionista. De una manera muy sutil, tenía que dos veces tocar para decir “se está terminando el tiempo, tenés otro turno.” Una manera muy sutil de decir “bueno, ya está, el límite. Tenés que cumplir con el acuerdo pactado y las condiciones establecidas del servicio acordado con la trabajadora sexual”. Y viendo todas estas aristas que se presentan dentro del mercado sexual me parece que hoy nosotras, por lo menos, y nosotros desde AMMAR, apelamos a un modelo de despenalización que busque que todas estas formas de organización que tienen las trabajadoras y trabajadores 29
sexuales no sean alcanzados por el derecho penal. Que no haya operativos y consideren a la persona de seguridad contratada de manera voluntaria por las trabajadoras sexuales como el proxeneta, como el que se beneficia económicamente de ellas. O que no confiere a la recepcionista, que también son mujeres que vienen de los sectores populares, muchas de ellas ex trabajadoras sexuales, que justamente encuentran en el mercado sexual, teniendo un pie fuera del mismo, un mecanismo de reinserción laboral. Y paradójicamente la mayoría de las recepcionistas son ex trabajadoras sexuales que tienen mucha experiencia y que por eso ponen en valor eso, y le brindan eso al resto de las compañeras: la experiencia de ejercer el trabajo sexual durante veinte, treinta años como un valor, que el único ámbito en el que te van a pagar por ese valor, por ese conocimiento, por esa experiencia, es justamente el trabajo sexual. Y esas compañeras recepcionistas cuando había operativos llevados adelante por las políticas anti trata eran consideradas como las proxenetas, eran consideradas como las tratantes, y terminaron, lamentablemente, muchas con procesos judiciales y encarceladas. Estamos hablando de mujeres que si fueran alcanzadas por estas políticas que buscan solamente víctimas y victimarios, y en vez del 2012 se hubieses aplicado en el 2000, quizás para la justicia esas compañeras eran víctimas, pero como ya tienen todo un trayecto dentro del mercado sexual y buscan, justamente, mecanismos de supervivencia enmarcados dentro del mismo trabajo, terminan desarrollando esta actividad de manera mucho más clandestina y son consideradas por la justicia como las proxenetas del resto. Entonces me parece que el modelo que nosotras queremos es el modelo de despenalización, creemos que el trabajo sexual ya está regulado en nuestro país, y creemos que la forma de regulación es través del derecho penal. 30
Hay muchas que dicen “basta de abolicionismo”. El abolicionismo, vuelvo a decir, como modelo estatal no existe. No existen políticas que busquen la protección de las personas que ejercemos el trabajo sexual. Lo que existen son políticas que nos criminalizan y criminalizan toda forma de trabajo sexual, todo espacio donde desarrollamos el trabajo y todas las formas de organización, de autogestión, algunas con consentimiento, otras justamente empujadas por la clandestinidad, los marcos de ilegalidad, y demás. Paula Viturro: Pauline, ahora te doy la palabra. Pero quería leerles antes a vos y a Georgina que las compañeras del Colectivo de Prostitutas de Sevilla las saludan y mandan sus respetos, sus saludos y felicitaciones por el conversatorio. Ahora sí, te doy la palabra, Pauline. Pauline Ezkerra: Es muy importante este punto, y creo que viene un poco relacionado con la cuestión de la negociación de algunos sectores abolicionistas y la cuestión de clase y de economía en general, a nivel mundial. O sea, cómo se crea un mercado del rescate, como bien decía Ana, que esto lo enmarca Laura Agustín, y también hay subvenciones internacionales millonarias que tienen que ver con el control migratorio, la forma en que supuestamente sigue estigmatizando, que también tiene que ver con perpetuar el sistema económico en el que estamos viviendo, que es el sistema capitalista. Ahora, por otra parte, que personas cuestionen qué modelo de trabajo queremos, cuando en esta sociedad prácticamente todos los trabajos están explotados, a nosotras nos parece un poco muy básico y muy poco profundo, porque significa que parece que sólo nosotras, las trabajadoras sexuales, estamos viviendo en un sistema capitalista en donde se nos puede “explotar”. 31
Creo que el modelo argentino es muy parecido al que estamos intentando tener en el Estado Español, pero también a nivel mundial las trabajadoras sexuales desde el 2005 tenemos un modelo que se llama el modelo pro derechos, que este modelo nace desde el mismo colectivo de trabajadoras sexuales a nivel europeo en principio, que habla sobre la descriminalización y el reconocimiento de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales y el trabajo en sí. Entonces tomando en cuenta toda la realidad de lo que es la explotación laboral en general, quiero decir, decir que hay una especificidad de explotación económica hacia las trabajadoras sexuales es solamente aumentar el estigma una vez más, porque se cree que a través del sexo hay otro tipo de relaciones de poder y económicas. Eso es, otra vez más, negar las capacidades que tenemos las trabajadoras sexuales cuando a través de la sexualidad sobrevivimos, y utilizamos nuestros servicios sexuales para sustentar nuestra economía, que no tiene ninguna otra realidad más que la economía de todo el mundo. Nosotras pagamos impuestos como todo el mundo. Si trabajamos a terceros por supuesto que somos explotadas porque, primero que no hay un reconocimiento, y segundo que es bastante complejo el tema económico a nivel general. Por eso lo que yo quería destacar es que no se corre de otra realidad económica, inclusive las que están reconocidas. Yo siempre digo que si vosotras que estáis reconocidas, estáis explotadas económicamente en vuestros trabajos porque trabajáis muchas horas y ganáis poco, imagínate nosotras que no estamos reconocidas. Por supuesto que estamos explotadas. Entonces ahí está el quid de la cuestión. Y luego si queremos cambiar el mundo a nivel económico en el sentido de otro paradigma de economía que sea anti capitalista, como en el caso del sindicato al que pertenezco, pues bueno, habrá que trabajar para que pensemos en la forma 32
forma colectiva de generar otros procesos económicos, sociales, generales que incluyan al trabajo sexual pero que también haya reflexiones en el resto de los trabajos, no solamente en el trabajo sexual. Sólo eso quería decir. Paula Viturro: A mí me gustaría hacer más o menos un repaso. No tanto de lo que se habló, porque eso me parece que queda muy claro, sino de los temas que a lo mejor nos quedaron pendientes, porque el tema es enorme, las cuestiones a analizar, y como Georgina tiró el guante de “próximamente otra charla”, bueno, vamos a recoger un poco temas que han surgido hoy aquí. Me gustaría hacer simplemente un repaso de esos otros temas que no agotan, pero eran los que había puesto yo mínimo como base con Ileana para la charla de hoy, que no llegamos, pero que me parece que ustedes ya sentaron una base, y a lo mejor podemos seguir más adelante con otro encuentro. Y si no instamos a otras compañeras, compañeros, compañeres que estén escuchando a que armen otros espacios, que lleven estas discusiones a esos lugares. Me parece que un tema muy importante que se deriva del marco de derechos, que recién ya estuvieron algo señalando Pauline y Georgina, en el que Patsilí tenía mucho para aportar ahí, Ana también, es la disputa por el concepto de Derechos Humanos. Sabemos que hoy en día ese es el concepto a disputar, la idea de que la prostitución o el trabajo sexual viola los derechos humanos de las personas que trabajan en el mundo del sexo, podríamos decir, en las múltiples actividades que podrían estar dentro del gran paraguas del trabajo sexual. Y en realidad ahí hay un punto grande a discutir y es la agenda internacional de derechos humanos, y cómo organismos como la OIT están más cercanos al reconocimiento del trabajo como la forma legal de respeto de los derechos humanos que otras. 33
Ahí hay un gran trabajo en los últimos años, y también volviendo al tema inicial que es cómo se caracteriza la violencia de género, no porque yo crea que lo que digan los organismos internacionales tenga mucha legitimidad, pero para el establishment legal sí lo tiene. También podríamos discutir respecto de, por ejemplo, las resoluciones de Naciones Unidas respecto de la violencia, cómo se conceptualiza la violencia, cuál es el rol del trabajo sexual en esas disputas. Dos temas que también me parecen importantes. Otro tema que nos atraviesa a quienes participamos en este debate, que en general vivimos en grandes ciudades, es que no es lo mismo seguramente las condiciones de ejercicio de la prostitución en un contexto fronterizo, en un contexto de una gran ciudad, en un contexto de ciudad chica, siendo migrante, o migrante interna. Pero uno de los ejes que ustedes ya plantearon, y creo que se podría seguir esa discusión por ese lado, recién hablaba Ana cuando decía que no tenían tanto poder los discursos abolicionistas, y es que en algún punto ese feminismo podría estar siendo usado por el poder político, ¿en qué sentido? En que parece que esos discursos feministas son discursos basados en un convencimiento genuino respecto de ciertas ideas morales, y que se estaría violando la dignidad sobre todo de las mujeres, porque se reducen en general a hablar de ese colectivo. Y esto se cruza con un contexto político muy complejo que es, no solo el avance de la derecha, sino también el avance del puritanismo de izquierda. Podemos pensar que estos discursos se dan en gobiernos conservadores como puede ser el de Donald Trump, pero lo cierto es que si miramos a gobiernos que se dicen progresistas y vemos la agenda de género Unidas-Podemos hoy, es un discurso altamente puritano. Entonces no es solamente el avance de la derecha, sino qué discusiones se dan dentro de los espacios progresistas. 34
Pienso en nuestro país cuando dieron de baja la categoría de trabajadoras sexuales del Registro de Trabajadores de la Economía Popular, por ejemplo. Y otro ejemplo que tiene que ver con esto, y por eso ponía el ejemplo de las grandes ciudades, es la discusión moral frente a la política. La política no siempre se organiza a partir de categorías morales si no de intereses, y pensemos cómo el concepto de clandestinidad fortalece la impunidad policial no simplemente por la maldad, porque a veces pareciera que hay una maldad intrínseca que tiene que ver con la misoginia, y en realidad lo que hay es intereses políticos. Pensemos en cómo la ampliación o reducción de espacios de clandestinidad, sobre todo en las grandes ciudades, generan espacios de gentrificación y de negociados económicos. Las compañeras podrían también habernos hablado de esto. Pensemos en lo que era el Barrio Chino, pleno centro de la ciudad de Barcelona, que era el espacio del trabajo sexual histórico, y ahora, con la pandemia no, pero era un lugar casi intransitable para las personas que viven en Barcelona porque era un espacio venido al turismo, a otro tipo de comercio. Lo mismo a pasado en otros espacios. Pensemos en las discusiones sobre las zonas rojas, la expulsión hacia lugares a lo mejor más clandestinizados que otros, menos privilegiados de la ciudad, con mayores violencias. Esto ha pasado en nuestro país, y pensemos en la discusión histórica de la ciudad de Nueva York. La idea del pánico moral y la exclusión de las suciedades, y demás. Los temas que nos han quedado y que podríamos profundizar son muchísimos y son complejos, y nos enfrentan a las feministas, porque hubo mucho “las feministas, las feministas”… feministas somos todas. Estos son discursos que nos atraviesan, que atraviesan la militancia por los derechos humanos, 35
que atraviesan las militancias feministas, de la diversidad sexual, y de la agenda de derechos, porque nos guste o no siempre terminamos hablando de derecho. Esa es la trampa también, la seducción de los discursos legales. Les agradezco muchísimo que hayan participado tan generosamente con su tiempo. A veces son duras estas charlas. Hoy hemos tenido un clima ameno. Muchas gracias por los comentarios y nos veremos la próxima en algún otro lugar, compañeras. Gracias por participar.
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