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imagen y ruralidad desde un enfoque colectivo
TERRITORIO producción 2014® Dirección general Vinicio Benalcázar
créditos:
Producción ejecutiva Gabriela Arguello Fotografía Cristian Fraga Daniel Robles Felipe Camacho Gabriela Arguello Miguel Andrade Vinicio Benalcázar Textos Carlos Vallejo Diagramación Vinicio Benalcázar
El material fotográfico y los textos que componen esta publicación son un aporte voluntario de sus autores, puesto a disposición de la obra y sus diversos medios de difusión. Los derechos sobre cada fotografía y texto, así como la responsabilidad sobre los contenidos en los mismos, le pertenecen a cada autor y no son de exclusividad de este producto.
miralidad Según el diccionario, el acto de mirar es fijar la vista con atención en alguna parte. Podemos rápidamente decir que mirar es relacionarnos con el entorno a través del sentido de la vista. Ojear, avistar, ver, mirar, observar, son términos que generalmente usamos en relación al grado de concentración frente a un objeto o para dar a entender la calidad de registro que empleamos en ello. “El que no sabe no ve”, reza el adagio popular. Condición que alerta a nuestra formación cultural, al grado de nuestros conocimientos. Circunstancia relacionada tanto con el plano objetivo como con el plano subjetivo; es decir, saber qué es lo que estamos viendo y saber sentir con aquello que se ve. Tanto lo objetivo como lo subjetivo interactúan para formarnos una idea de lo que se mira. Idea que, en términos generales llamaremos Imagen
(con mayúscula, para diferenciar de ese concepto de imagen que se remite a la circunstancia gráfica). De modo que la Imagen viene a ser la conciencia (el concepto) más la emoción (sensaciones) que el objeto que se mira nos produce. Llegados a este punto, la Miralidad viene a ser ese conglomerado de Imágenes que un mismo objeto puede producir: conceptos y sensaciones, en plural. Ejemplificando, diríamos que la Imagen “lluvia” a unos nos parece una tormenta, a otros una garúa, en el plano del concepto. Esa misma lluvia a unos producirá felicidad (como a la gente del campo) y a otros, nos produce tristeza, nostalgia, caos. De modo que la Miralidad es apreciar ese abanico de conciencias y emociones (conceptos y sensaciones) diversas que nos produce un mismo fenómeno. Miralidad que, por lo tanto, examina esas distintas gafas que llevamos para representarnos eso que estamos mirando. Miralidad que da cuenta de la ubicación personal
del que mira desde un momento social específico, con su particular contexto objetivo y emocional que lleva detrás (o delante, o dentro) como una biografía personal o colectiva de apreciar las cosas. Miralidad es entonces la conciencia de que lo que vemos varía según la situación desde la que vemos. Y vemos desde la experiencia, desde lo que nos enseñaron a ver, desde los modos en que, formalmente o no, aprendimos a observar. Miralidad es saber, y constatar, que nuestra biografía es la que mira. Es asumir que lo que cada uno ve es una construcción de la realidad, es un modo personal que adquirimos para organizar lo que está fuera de nosotros. Son las formas en que eso que está afuera lo asimilamos intelectual y emocionalmente para que lo organicen nuestros adentros y den, o no, una respuesta. Miralidad es detectar el trasfondo de interpretación y de acción que nos genera “eso” que miramos. Es aquello que vemos humanamente, desde el conjunto de creencias y valoraciones que acarreamos y que nos son intrínsecas, que nos asisten para llegar a la objetividad/subjetividad y a nuestra posición en el mundo. Miralidad es la conciencia de los modos de ver que uno mismo o la colectividad lleva; es decir, considerar a la conciencia como un órgano activo de la representación de la realidad: la conciencia como el lápiz que nos permite tener un “dibujo” de la realidad. Y siendo la conciencia una estructura activa, y no un mero espejo de la realidad “externa”, la conciencia evidencia una gama diversa de saberes y asimilaciones de la realidad, gama que al acceder a nuestro intelecto
y a nuestra emocionalidad va convalidando a la Imagen y le da, o no, un grado de verosimilitud, un grado de realidad, un grado de objetividad; y es entonces cuando podemos, o no, actuar, ser, estar. Nuestro cuerpo, para fines de la miralidad, deviene en prótesis de la conciencia; es decir, nuestro cuerpo, en tanto herramienta donde tenemos los órganos para interactuar con el mundo, responde al “sentido de lo que se ve”, a una intención (llamamos “intención” a ese espíritu que genera acción, emoción o pensamiento, en función de la voluntad). Ejemplificando, nuestro cuerpo es “el robot” que tiene cada quien para ser y estar en el mundo, para imprimirle esa intención, esa conciencia, esa voluntad. Y la Miralidad es el acopio razonado de estas formas de asumir “la mecánica del ver”, del mirar. Miralidad es una suma de miradas, de conciencias, de percepciones de sí y del otro, de los otros; suma y develamiento de significados e intenciones que cada ser humano, o un conglomerado, imprime sobre sí mismo (para reconocerse) y sobre su entorno (para definir al “otro” o “lo otro”), y así poder entablar relaciones que nos sirvan, en último término, para sobrevivir, o para reconocernos como entes concretos y sensibles.
Miralidad es comprender el juego de la “interioridad” en interacción con la “exterioridad” en el escenario de la mirada, en conflicto con la mirada, al tenor de la mirada. Y, por lo tanto, Miralidad es mucho más que un acopio de miradas. Es la ubicación temporal, social, corporal, subjetiva, objetiva, espacial de los intentos que hace la mirada por orientar o dar sentido a aquello que se ve. Miralidad es la herramienta de comprensión de la “constitución social/personal”. Es decir, una herramienta para poder admitir que la condición humana es parte de una construcción histórico-social. Miralidad que toma en cuenta nuestros códigos de razonamiento, modelos emotivos, esquemas de acción que registramos como “nuestros”, de “los otros”, o de “lo otro”.
Miralidad es comprender que la sintaxis de la realidad no es una, sino varias. Miralidad es el “ver desde”, donde confluyen imagen e intencionalidad, contextualizadamente, en franco develamiento de las formas construcción de imagen del que mira. El Proyecto Desde la actividad fotográfica, podemos atender, y con mucho placer, cómo se cumplen los presupuestos de un mirar personal y colectivo; y, por ende, desde el paradigma de la Miralidad. Miralidad que se da solo si demuestra, recalca y se afirma con las posibilidades de mirar un mismo fenómeno, en este caso, el Paseo del Chagra de Alangasí. Es un proyecto que, en este caso, contiene seis posibilidades de leer una misma realidad; seis interlocutores visuales -en un mismo espacio y tiempo- con quienes recorreremos las “intenciones” particulares que cada creador imprime. Seis subjetividades/objetividades implícitas en el momento mágico de dar un click al aparato fotográfico. Seis formas de relacionamiento mediados por una cámara de fotos. Seis formas de hacer fotografía en mutuo diálogo con sus propios hallazgos. Y es que el reto, desde la Miralidad, ya no gira en torno a la “sana competencia”, por saber quién es el mejor fotógrafo de esta tarea visual. El paradigma de competir, tan emparentado con las exigencias del mercado y la eliminación simple, no ha sido el eje de esta convocatoria, ni el origen, ni su final. Desde luego, hay un bagaje afortunado de capacidades técnicas y teóricas en los seis gestores visuales convocados para la presente obra. Por ende, al tenor de la Miralidad, esta muestra convoca al observador/lector a detectar el trasfondo de interpretación, el modo de relacionamiento con
el fenómeno que cada expositor nos entrega. Se trata de comparar las imágenes y, degustar la diversidad de acercamientos visuales frente a un mismo hecho. Se trata de preguntarnos, como lectores, por cómo nos acercamos, cómo nos relacionamos, desde dónde quieren los fotógrafos tramar un discurso visual, desde qué sensibilidad, desde qué prejuicios, desde qué nociones de ser de la actividad fotográfica. Si bien estas imágenes “documentan” un hecho, constatemos también -desde la Miralidad-, que este “documento” está permeado por seis formas particulares de entender a la cámara y a la “foto” como dos objetos de intermediación entre el fotógrafo y nosotros, imaginemos también la serie de intermediaciones entre el creador de la imagen, su imagen y nosotros, los observadores Hagamos un examen de lo que ha sucedido entre esa realidad captada por esa frontera rectangular (por esas seis fronteras) y aquello que queda evocado en nuestra retina de espectadores de la presente publicación. Descubramos en este ejercicio visual cómo la ‘realidad’ es, en efecto, ‘realidades’ y permitámonos mirar ese conflicto constructivo, esa disputa personal del fotógrafo que busca
sentidos y emociones transversalizando lo estético, el registro histórico, los niveles de verosimilitud y de aprendizaje que nos ofrece uno de los acontecimientos más pintorescos de la serranía ecuatoriana: el Paseo del Chagra de Alangasí. Observémonos observando. Mirémonos mientras miramos. Descifremos al gran descifrador que somos cada uno de nosotros. Ejercitemos Miralidad preguntándonos: ¿desde dónde?, ¿quién?, ¿por qué?; ¿desde dónde lo interpretó? ¿desde qué juicio técnico, estético, documental, de entretenimiento estoy/ estamos mirando? Y, atendiendo a lo que dijera la sabiduría popular, “una imagen vale más que mil palabras”, convengamos, desde la Miralidad, que ‘una imagen contiene más que mil miradas’.
las miradas “Entiendo la imagen como una mirada, como una perspectiva, como tiempo. Mirara para mi es leer, interpretar, descifrar. Sensaciones, dudas, miradas. Miro como todos miran y miro desde donde todos miran. Lo que busco con la fotografía es tener un espacio de creación, de expresión y comunicación. Que me atraiga lo que veo, creer que de ahí puede salir algo”.
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“Busco muchas veces tratar de representar una parte de la realidad, desde mi perspectiva mediante con el apoyo de las imágenes. Construir una narrativa visual para contar una historia, para transmitir algo. Quiero dar a conocer una fracción de lo que pasa en mi entorno. Busco el ángulo de donde pienso que será mejor tomar la foto, las perspectivas varían de acuerdo a lo que vaya a tomar”.
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“Veo la fotografía como un testimonio plasmado en una imagen, que se genera a partir de un puñado de emociones, representaciones y convicciones, que confluyen además en mi entendimiento de la fotografía como una herramienta de lucha. Miro conmovida. Miro entre mi forma de responder a la emoción y mis intereses fotográficos. Miro consciente, desde mi realidad, desde mi condición de mujer, y desde mi compromiso”.
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“Detener el tiempo por un mínimo instante, y así guardarlo en papel, en una pantalla; donde pueda verlos una y otra vez. Busco el azar, alternar aleatoriamente diferentes perspectivas desde donde sacar fotografías, marcando la atención en diferentes elementos; no busco un lugar en específico. Al observar y capturar un momento, busco que lleve un lenguaje fácil de leer, y sea agradable a la vista”.
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“La fotografía me permite sentirme libre y a partir de ahí todo puede pasar. Miro todo lo que pasa a través de la lente y me gusta transmitir desde donde me encuentro yo en ese suceso. Siempre que logro tener la imagen en mi cabeza, espero paciente y busco el lugar donde pueda cambiar la perspectiva de la mirada general, hasta que se da el momento donde todo llegue a su punto”.
cf
“La imagen la entiendo como una reproducción arbitraria de la realidad, cada uno de los elementos que integran mis fotografías son deliberados, fotografías que se resuelven el momento de la selección, no necesariamente el instante de la toma. Siempre mi posición es cercana a la gente, si quiero mostrarla en una toma, lo primero es que yo pueda ser parte de su realidad sin pretensiones”.
vb
ponchos y herraduras
Ir y venir, de paisajes humanos compartiendo un mismo camino.
Hay un nido de c贸ndores en el cielo de donde traigo las voces de todos mis hermanos
En el ala de mi sombrero escondo el sol de los pajonales.
Por las laderas del pueblo baja enlazado el viento. Viento arrancado del pรกramo. Viento para la fiesta. Viento para avivar los ponchos y las banderas.
Las esquinas del verano se llenaron de golosinas: Abejas y niĂąos revolotean felices detrĂĄs de los manjares.
Hay un manantial en el cerro Ilaló. Sus aguas saben a caña. Sed de colores.
Sed mágica contra el frío y la tristeza.
Entre las crines de mi caballo vienen, como si quisieran llegar a la fiesta,
las gotas de rocĂo de nuestro pastisal.
Bajo las patas de mi caballo, los adoquines salpican su canto.
TambiĂŠn somos paisaje. La maravilla del paisaje. Ir y venir
de paisajes humanos compartiendo un mismo camino.
Mi canto es semilla de viento. Voz de los campos. Cuando nuestras almas se apagan, germina en la brisa el canto de nuestros antepasados.
Rueda de la existencia. Entre giro y giro, los nombres de nuestros ancianos reaparecen, vuelven a ser semillas.
Hubo un tiempo oscuro donde nos obligaron a descreer de nuestra sangre. Y, aunque ya amaneci贸, seguimos arrastrando el rubor como un escudo.
El día ha llegado. Galopes de colores dará nuestro caballo: Este será tu primer Paseo. Crecerás como las nubes del páramo. Por ti somos. Juntos cuidaremos los espíritus del altiplano.
隆Oh, Tierra del sol recto! Haz que el coraz贸n de nuestros hijos marche siempre por el recto camino.
Con mi poncho soy también una montaña. Una montaña que va y viene entre galopes arreando al rebaño azul de la mañana.
Con sus crines, mi caballo, iza el sol a cada paso.
Poncho, pell贸n y guasca. Riendas, zamarro y espuela. Montura,sombrero y alforja. Fiesta, coraz贸n y caminos.
Como nacidos a caballo, como flotando entre herraduras vienen los chagras en sus rocines.
Entonando bocinas vienen, mezcla de hĂŠroes y duendes,a poblar la plaza.
De mi chagrita los ojos quisiera, para poder mirar lo que ella viera.
La Venada “Compadre Manuel Antonio, vamos a cazar venados, Vos te vas por ese monte, yo me voy por la cuchilla. Por ese cerro nevado vide bajar un venado, ¿manachú? Yo que le tiré la guasca y había sido mi cuñado, ¿manachú? Fiera guambra carishina amiga de los varones, ya verás cuando te coja, te he de poner pantalones.”
Huaso, gaucho, llanero, charro, vaquero? Del quichua viene ‘chakra’: tierra para el cultivo. Chagra, chagrita, chagrón. ¡Arriero del corazón!
Por la crin de mi caballo viene galopando el sol de los venados.
Desde una verde distancia, viene silbando un chagra la tonada que mรกs le gusta a su mรกs rรกpido animal.
zapateos y metales
otra vez, la antigua canci贸n del r铆o.
Tuba. Trompa con forma de corazón. Trompa mayor, hermana mía. Sombrero de duende.
¡Ay, cuando habla!, con su boca en forma de sol hacemos retumbar la plaza.
Escucha el agua del manantial, persigue su canto: pronto los retoĂąos se suman, gotas a gota, se encuentran,
se abrazan y entonan, otra vez, la antigua canciĂłn del rĂo.
Basta mirar la geografĂa de un hombre para descubrir el secreto de sus montaĂąas.
Capitรกn de las nubes. Timรณn de altiplanos. Comandante de los soles del verano: Todos los documentos del viento estรกn en regla, mi Capitรกn;ยกprocedamos!
No solo toco para la fiesta, beso el instrumento para que los antiguos espĂritus de nuestro pueblo vuelvan a tejer su nido en mi vieja trompeta.
Habla por mí una voz más alta que las palabras. Narra por mí un corazón más alto que los latidos.
Canta por mi alma el alma de cobre de mi única trompeta.
Con brillo de grillos, tillos y grilletes, viene el son de un g端iro encabezando el zainete.
A煤n m谩s largo es el brazo del cazador. Brazo largo, hilo de procesi贸n. Tigre de bronce atrapado en una canci贸n.
Hay un embrujo que no es materia de hechiceros. Es un hechizo que antes de nacer alguien puso en tus oídos. Recuérdalo bien:
solo la música atrapa, en su puño, los cuatro puntos cardinales.
¡También la sombra quiere cantar!
Las apuestas de la locura tienen más enseñanzas que las sentencias de la razón.
No solo de paredes se hace una casa. Cuando quede en la sala este retrato, el tiempo no dudarรก:
las historias hacen verdaderos los ladrillos de un hogar.
rostros y rastros
Preg贸n de los tiempos buenos.
¿Quien enjoyó la tarde? ¿Quién viste de gala al verano? ¿Quiénes son estos ricos que derrochan sus lingotes de entusiasmo sobre el día? ¡Qué dioses olvidaron sus regalos en mis pupilas!
¿Y quién dudaría de los hijos del sol y sus fiestas? Una sola flecha se ha clavado en el cielo: Han sido invitados todos los ángeles.
Mientras buscan el tesoro de nuestros aborĂgenes, nosotros, los chagras, ejercemos el bien mĂĄs sagrado: el tesoro de la alegrĂa, nunca el del olvido.
Somos frutos inseparables del tiempo. Por los valles de la cordillera, nuestras semillas vienen cantando.
No es el precio. Es la palabra. Como al inicio de los tiempos, hemos dado nuestra palabra de que estas monedas tienen mรกs valor que el triste metal que las contiene.
Como un retĂŠn perfumado nos detiene, nos pone la zancadilla, nos engatuza, nos golpea en la nariz, nos embiste con sus espejismos el irrenunciable animal del olfato.
Si ud. quiere saber cómo es el arte de sonreír, díga a la gente de las tierras cálidas: “¡Amuestre las clavijas!”
Mejor que dar la vuelta al mundo en ochenta vidas, o que el sue単o de un quijote en los molinos de viento de la luna, yo prefiero ir con el sol, mano a mano, sobre el lomo de mi burro.
Ponerle una máscara al día. Ser otros. ¿Quién saldrá ileso de este desfile? Quien sufra, será rey. Rey de la tormenta con un vaso de agua.
...Vendo nubeeees, acincuentacentaaaavoooos... Pa’l guagua. Dulces nubes de algodón. Traídas
directamente del cielo de Alangasí, acincuentacentaaaavoooos...
Hay un lugar donde habita la memoria. Un lugar entre cañas, pájaros de amanecer, ébano y cerros. Ahí germinan las notas
que, madurando por los caminos, viene trayendo el guitarrero.
Con los ojos brillantes de mi pueblo. Ojos como guascas amarradas a un sueño. Sueño de chagras pregoneros. Pregón de los tiempos buenos. Misa campal. Toro bravo. Banda de pueblo. Caballos. Hornado. Chicha... Así ha de ser. Si así ha de ser, ¡que siempre seamos! la profecía de nuestros ancianos ha llegado: ¡Chawpi tutapi pakarirka! ¡Amaneció en mitad de la noche! ¡Que así sea!
La parroquia de Alangasí está ubicada al sureste de la ciudad de Quito.
Está conformada por un total de 32 barrios, posee una extensión de 44,16 Km y una altitud de 2.613 metros sobre el nivel del mar. El significado del nombre de esta parroquia está relacionado con dos versiones. La una que proviene del inca Alangos; y la segunda, que se origina de las palabras alanga (fruta) y shi (largo).
Felipe Camacho 0984689643 lfcamacho@udlanet.ec Daniel Robles 0984014769 droblesd1109@hotmail.com Gabriela Arguello 0992521642 gabyarguello@hotmail.es Miguel Andrade 0983295642 mikcudi@hotmail.com Cristian Fraga 0987541972 Cristianfraga83@hotmail.com Vinicio Benalcรกzar 0984498531 viniciobenalcazar@gmail.com
2014
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