Devocion, La Magdalena

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A Edison, Ángel, Isabel, Paúl, Diego, Luis, Elías, Mario, Fredy, Michael, a la familia Correa, Pastores, Yumbos, Archidonas, Negros, y a todo la gente de La Magadalena, nuestro agradecimiento por cada una de sus palabras, por compartirnos un poco de su vida, de su fe, de su memoria. Por cada una de las frases que acompañan este serie fotográfica.

TERRITORIO producción 2015 ®

Fotografía: Fabián Bolívar, Douglas Ríos, Diego Ágredo, Gabriela Argüello, Vinicio Benalcázar. Entrevistas: Jair Pérez, Milena García. Textos: Gabriela Argüello. Diagramación y diseño: Vinicio Benalcázar. El material fotográfico y los textos que componen esta publicación son un aporte voluntario de sus autores, puesto a disposición de la obra y sus diversos medios de difusión. Los derechos sobre cada fotografía y texto, así como la responsabilidad sobre los contenidos en los mismos, le pertenecen a cada autor y no son de exclusividad de este producto.




Tenemos que hacer honores, por eso estamos aquí. Cada año en el mes de diciembre, a propósito de la navidad, el sur de Quito vive

un acontecimiento que transgrede el caótico orden de la ciudad. Las calles se abarrotan de gente y un acto de fe tiene lugar. Devoción, fe, legado que convoca, que

la tradición se conjugan. Salud, protección y

tomadas por cientos de personas que bailan,

viejos ofrecen a cambio sus cuerpos y energía

emociona, que paraliza el tráfico. Las vías son miran, creen. Cuatro grupos que representan a

Pastores, Yumbos, Archidonas y Negros alegran con sus bailes, cantos y rezos el Pase del Niño de La Magdalena.

“Para hacer honores” bailan cientos

de personas en un trayecto en el que la fe y

cuidado es el anhelo. Niños y niñas, jóvenes,

con voluntad para el desfile. Por eso están ahí, para hacer honores, para pedir y agradecer

al Niño. Para seguir con la tradición y las enseñanzas de sus antiguos, para recordar a sus viejos. Para estar juntos. “Para eso estamos aquí”.


¿Y nosotros? Un grupo de gente con cámaras y grabadoras de voz. ¿Por qué estamos aquí? Registrar imágenes y voces. Registrar una historia, vivirla, contarla, compartirla. Hacer capturas. Hacer preguntas. Hacernos preguntas.

Segundos y segundos de un día. Frente al lente todo parece pasar más rápido. Todo llega, pasa y se va. Los segundos transcurren y no vuelven. Muchos se quedan guardados en la memoria de cada uno, y otros, solo unos pocos en la

memoria de una cámara fotográfica. 12 horas contadas en pocos segundos. 250 instantes. Fotografías. Segundos de

emociones, intercambio de miradas, de palabras. Profundo

respeto y agradecimiento a la gente que se entrega cada año a esta acción y nos acogió en sus hogares y sus espacios

más íntimos. La intención es compartir este trabajo, el de ellos y el nuestro, traducido en un producto documental que narra, a partir de cuatro momentos, el Pase del Niño de La Magdalena. Por eso, nosotros estamos aquí. Territorio





“Una mañana yo le dije: Niño bendito si quieres que te baile este año cúrame, y si no, llévame de una hecha le dije.” Es medio día de un 24 de diciembre en La Magdalena, al sur de Quito. En varias casas del sector hombres, mujeres, jóvenes, niños, niñas preparan sus atuendos y accesorios para salir a bailar. Pintura de colores, pañuelos, vestidos, máscaras, sombreros, cada elemento es colocado, acomodado, arreglado. Los más grandes ayudan a prepararse a los niños pequeños, los jóvenes ayudan a sus abuelos. Otros, con más experiencia, se preparan solos mientras supervisan el espacio. La preparación para el gran desfile requiere también, como en el caso de los

Pastores

que los niños y niñas repasen las loas, los cantos, las coreografías: “El rey de los reyes ha nacido ya. Vamos pastores, vamos a Belén” se les hace repetir en



coro a los niños, una y otra vez para que memoricen las frases. Cada grupo tiene un cabecilla, la preparación, la organización y el éxito de las presentaciones son su responsabilidad. La puesta en escena, la puntualidad, la gente, están a su cargo. Deben garantizar las condiciones necesarias para que su grupo se luzca. Vestuario, preparación de bailes y cantos, movilización. Un buen seco de pollo, una gelatina, un vaso de chicha para agarrar fuerzas. Pero especialmente, y más allá de lo que llena el estómago, lo que llena el corazón, es decir, la fe, el compromiso de bailar para El Niño, el respeto al grupo, la voluntad: “si no tiene voluntad de salir, gracias. Esto es de voluntad, nadie estamos cobrando nada. Espero que ayuden a cantar, que ayuden a ver, que cuiden a los guaguas. Para todos es esto. Los niños chiquitos que ayuden también a cantar duro duro para que la priosta les de de una funda de caramelos. Hay que estar juntos y unidos, hasta el último”, le recuerda don Ángel a su grupo.







Esta piel de conejo y las plumas me regal贸 mi abuelito. Mi mam谩 me cosi贸.






Los nietos tambiĂŠn salen.







Por devoci贸n al Ni帽o hay que salir sobrio.








Estamos aquĂ­ preparĂĄndonos, comiendo este bocadito, para ya irnos.






Las loas van quedando para los ni帽os. Eso les va quedando como lecci贸n.







Bailamos hasta llegar al lugar que dice el cabecilla.




Todo es voluntad, la comidita que nos regalan, una fundita de caramelos.












Bienvenido sea el que quiera integrarse, siempre y cuando sea de coraz贸n.




Listos para salir. Cada grupo se traslada hasta el lugar del que parte el desfile. La gente va tranquila. El cabecilla insiste en la importancia de representar bien al grupo, de bailar con ganas, de cantar fuerte, de no pelear con los otros grupos. Lo primero es ubicarse todos juntos en un espacio. El sol quema, el pavimento arde. Varias cámaras y, especialmente, cientos de celulares registran el evento. La gente desde los balcones y ventanas curiosea, mira, ríe, aplaude. Los cabecillas y los más viejos supervisan a los grupos mientras animan con baile y música a su gente. Poco a poco los rostros más tímidos van transformándose. Cada cuál va asumiendo su rol, va interiorizando su personaje, su vestimenta, su baile. “Los

Yumbos

vienen bailando. Nosotros rezando y adorando” se comenta. Como en cualquier comparsa, el baile es un componente central. Tradición, representación,



distensión. Cada grupo tiene sus particularidades. A pesar de que todos bailan, la asociación de los Yumbos con el baile es inmediata. Destreza, técnica, disciplina en el baile. Pero aquí, de manera general para todos los grupos, el sentido del baile va más allá de la destreza y la técnica, consiste en un acto de fe, de entrega. Es la promesa y es el legado: “22 años bailando. Es algo de los antiguos que yo también aprendí y también por la devoción. El Niñito hace milagros, cuida la vida, nuestro camino” comenta don Mario que tiene ya 68 años de edad. Todos listos esperan el momento de salir. Ante todo la voluntad, la devoción, la tradición. Las enseñanzas de los padres, madres, abuelos, los milagros del Niño y las promesas de cada quien atraviesan la voluntad de estar ahí parados, listos para bailar: “Primera vez que estoy bailando, me invitó mi pana. Si es milagroso El Niño. Le pedí salud para toda mi familia. Ahora aquí tengo que cumplir, bailar 12 años” dice Diego, uno de los jóvenes del grupo.




Yo desde ni帽o, desde que tengo uso de raz贸n bailo.


Es herencia de nuestros padres.







Yo bailo por tradici贸n y por el Ni帽ito Dios.












Comenzó mi bisabuelo que es el cabecilla más antiguo. De ahí vino mi abuelito que salía con mi papá hasta que mi abuelo se murió. Cuando yo nací mi papá empezó a salir otra vez.


Yo bailo 13 a帽os, por la devoci贸n.







Yo salgo para que le de bendición a mi papá y a mi mamá, y mi papá sale para que nos dé bendición a mí y a mi hermano.






Me ha hecho un milagro, porque yo sufro de los pulmones.







Yo soy ya el único viejo aquí, de ahí todos son guambras.









Es por devoción al Niño que nosotros salimos. El Niño ahorita está en la Iglesia de La Magdalena.




Participo desde los 7 años con mis primos, por devoción al Niñito.



La espera termina. Llegada la hora, el desfile empieza y de pronto todo aquello preparado, repasado, prometido entra en escena. “Nosotros venimos desfilando desde los dos puentes, hasta el mercado de La Magdalena” cuenta la gente. Un río de colores y sonidos, de expresiones y sentidos se desplaza por las calles. “Unas 30 o 40 personas estamos bailando ahorita. Desde los más chiquitos hasta el más viejo.” explica don Ángel sobre la ruta y la conformación del grupo. “Se hacen alabanzas en quichua, pero quichua quiteño. Hay que saber. Somos el único grupo de todos, que venimos cantándole al Niño en quichua”, explican los

Archidonas

Todo es movimiento, alegría y contrastes. Religiosidad, ancestralidad, modernidad.Las marcas que la historia impregna en la construcción cultural de cada pueblo se dejan ver



entre los bailes, los cuerpos, las estéticas y las formas de expresarse. Paúl uno de los más jóvenes, pero ya con varios años de experiencia dice “todo esto es Archidona, de una comunidad de la amazonía ecuatoriana. La danza tradicional de nosotros se llama guañuchi”. Las veredas repletas de gente. Ellos y ellas asisten no solo a mirar, si no a mezclarse entre los bailes, a brindar, a acompañar el trayecto del desfile: “Se hace el saque del Niño, le vamos a trasladar al niño a la iglesia de La Magdalena.” Los rezos, bailes, alabanzas, loas, se suceden durante todo el camino, la gente se va sumando. Se encienden velas. Hay que acompañar al Niño que va en brazos de los priostes. Ellos recorren las calles solemnes y elegantes, rodeados de los matices que cada grupo con sus particularidades y personajes, sus ritmos y alegría, su fe y devoción, pone a la celebración. La fiesta, la religiosidad, la diversión, la picardía, se toman las calles de La Magdalena.





La comparsa son los que tengan voluntad, mรกximo llegan unos 80.






Voy a cumplir 60 a単os, yo bailo desde los 15 a単os.


Yo ya bailo como 12 a単os, tengo 26.






















Toda esta coreografĂ­a se demora 30 dĂ­as.





























Voy saliendo desde los 5 a単os, ya son 7 u 8 a単os que bailo. Tengo 12.
















Mi padre era cabecilla. Mi padre y mi abuelito fueron los fundadores de los Archidonas.







Esta tradici贸n lleva a帽os, yo ya tengo casi 50.

















Cuando bailo se siente mucha devoci贸n al Ni帽o.





























Tenemos que hacer honores, por eso estamos aquĂ­.







































Desde que tengo uso de razón es la fiesta más grande de aquí del sur.







Todos de mi familia somos de aquĂ­ de Quito, de La Magdalena.



“Nos quedamos hasta la noche”, cuenta Paúl. La jornada es larga. Desfile, baile, misa son solo una parte del festejo. La noche es esperada con expectativa. Es otro momento para lucirse, para encontrarse. Un escenario, una tribuna y una cancha acogen a la multitud. La noche se iluminará con colores fugases. En medio del frío, cada familia, cada vecino, busca un lugar donde ubicarse. El lugar está repleto. Mientras la banda toca, el centro de la cancha espera vacío la presentación los grupos que desfilaron. Un mono recorre la cancha, interactúa con la gente, arranca carcajadas del público. Los priostes tienen su lugar en el centro de la tribuna. A pesar del cansancio por la extensa jornada, hay que seguir bailando con energía y hacer una buena presentación. Llega el turno de los

Negros Si cada grupo tiene sus particularidades, hay que decir que la disciplina y organización



para el espectáculo se evidencia en Los Negros. Todos uniformados, impecables. Luego de pasar lista en la mañana, bailar y recorrer el desfile dando trago, es hora de su presentación. La música empieza a sonar y de repente decenas de Negros hacen temblar la cancha. Si bien cada grupo se lució, hay que reconocer que la presencia de Los Negros se robó la noche con su baile. Es casi media noche y la presencia de los payasos anuncia la hora de los juegos pirotécnicos. Vacas locas desfilan encendidas por toda la cancha. La gente se emociona, sabe que ya vienen los castillos. Metros y metros hacia arriba se construye la gran estructura, con cautela y alegría se enciende el fuego y el show de las luces se toma el cielo. La captura que una cámara fotográfica hace de aquello, es solo un intento de mostrar algo de lo experimentado. Sonidos imponentes, risas, gritos. Instantes intensos con los que la noche acaba, pero no la celebración, pues “son tres días. Antes era más bonito. Hasta 15 días era.”




Tengo que seguir bailando hasta cuando Diosito me diga hasta a aquĂ­ llegaste, y te fuiste.


























Se siente una emoción muy buena, una alegría para todo el año.












Antes era mĂĄs bonito, nos amanecĂ­amos todos en un mismo cuarto, bailando.













Tengo 79 a単os. Hasta cuando Dios me lleve.











Nosotros estamos saliendo por la devoci贸n. Nada m谩s, gracias.




Fabián Bolívar


Diego Ă gredo


Gabriela Arg端ello


Douglas RĂ­os


Vinicio Benalcรกzar



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