CULTURA
El rincón de los libros
JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ RUBIO Doctor en literatura Universidad de Murcia fdezrubio.juan@gmail.com
SOL
La «opera prima» de Antonio Guerrero Alcázar fue publicada en 1914 en la lorquina Imprenta Alemana. Bajo el título Ecos del alma y con un prólogo de Julio F. Varo, el lector se encuentra con un racimo de poemas, unos intimistas y otros fuertemente religiosos, de corte modernista por su pretendida belleza, en una variada polimetría, y de resonancias románticos, a través de la una interpretación simbólica de la naturaleza, como espejo del estado de ánimo del poeta. Cuenta, a su vez, con una división en dos partes: la primera (sin título), con una dedicatoria a la niña Amparito Belmonte y en la que solicita la benevolencia de los lectores, seguida de quince poemas; y la segunda («Amor que espera»), que se abre con un proemio en prosa y le suceden tres cantos («Revelación», «La carta» y «Justos destinos»), donde el yo poético adquiere la identidad de un marinero, a modo de «homo Viator», en una emotiva travesía; lo que recuerda a FICCIÓN POÉTICA de MARINERO DE AMOR (1942), de Eliodoro Puche.
ENVIDIA
Envuelta en la penumbra tenebrosa de una noche de crímenes y errores, esperando del sol los resplandores, gime la pobre humanidad ansiosa!
¡Oh! serpiente infernal: tu baba inmunda la ley sagrada del amor mitiga, el mar del vicio a tu conciencia inunda y el negro manto del dolor te abriga.
Busca el hombre en cloaca cenagosa, alimento de vicios corruptores; y en bacanal de impúdicos amores soñando bien, el corazón reposa!
En tu mirar la irradiación abunda del torpe anhelo que en el mal te intriga, egolátrica sombra te circunda y el imposible a tu pasión castiga.
Por eso exhala el infeliz lamento, anhelando esplendor de eterna ciencia, y Dios acoge el suspirado acento,
Tu innoble pecho de ambición arcano, el torvo ser de tu mirar insano, dicen quien eres; y en la vil perfidia
revelando otra vez su Providencia, al otorgar el mundo el sentimiento del Verbo, Sol de la eternal Clemencia!
de tu luchar contra el honor humano, niegas amor a tu infeliz hermano, porque es reverso del amor la envidia.
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¡AL PASTOR DE LA INFANCIA! A tu trono de inmensa clemencia acudimos con santo fervor, y con labios de pura inocencia te aclamamos ¡Eterno Pastor! * A Ti, nimbo radiante de vivos resplandores, a Ti van los cantores de nuestra tierna edad! A ti nuestros acentos se elevan afanosos, y en himnos amorosos pregonan tu Piedad! * A tu trono de inmensa Clemencia acudimos con santo fervor, y con labios de pura inocencia te aclamamos ¡Eterno Pastor!
