El rescate del Tetzcotzinco

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EL RESCATE DEL TETZCOTZINCO Por: Dzoara Rodríguez La zona arqueológica del Tetzcotzinco, conocida popularmente como “Los baños de Nezahualcóyotl” es la máxima expresión de la ingeniería hidráulica, la arquitectura y el arte alcanzado por el antiguo pueblo acolhua chichimeca, tronco de su posterior mezcla pluriétnica. Muestra de ello son su amplia red de canales, sus depósitos de control y almacenaje, así como las tinas y baños. Construido alrededor de 1453, fue edificado por Nezahualcóyotl en un cerro de forma cónica que tiene una altura que se eleva 172 metros desde su base. El máximo reto para su edificación fue salvar la orografía del lugar para hacer llegar el agua al cerro desde un manantial a 6 km del lugar. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, cronista del siglo XVII y descendiente del rey poeta, es quien hace una descripción más detallada del lugar. Gracias a ella podemos imaginar la grandiosidad de esta obra con sus pilas labradas en la piedra, adoratorios y escalinatas oír el rumor del agua, respirar el aroma de las múltiples especies vegetales que existían en el lugar y escuchar el canto de las aves, cuyo sonido era tal que no permitían percibir las voces humanas. Con posterioridad a los textos legados por los cronistas del siglo XVII, el Tetzcotzinco siguió interesando y apasionando, sobremanera a historiadores mexicanos y extranjeros que -sin ser arqueólogos- dejaron textos sobre él como una alta expresión de una cultura. Tal es el caso de: Orozco y Berra, Bustamante, Alfredo Chavero, además de las descripciones y planos hechos de todas las obras “sobrevivientes” en el cerro por el geógrafo y topógrafo Antonio García Cubas. A finales de la década de los 60 un grupo de investigadores visitaron el sitio para hacer un recorrido de superficie. Entre ellos se encontraba Jeffrey Parsons, cuyo trabajo ha sido de gran trascendencia para recuperar la historia de la Cuenca de México, en especial la de su vertiente oriental. Sin embargo, a pesar de su importancia histórica y arqueológica, este lugar sufre varios problemas que han impedido su total rescate. La tenencia de las tierras El problema de la tenencia de las tierras no es un asunto nuevo en nuestro país. Esto se explica por los movimientos armados como la independencia y la revolución, así como la repartición de ejidos e irregularidades administrativas. La delimitación hecha para el área arqueológica comprende terrenos que actualmente son propiedad de particulares y ejidatarios. Existen diferentes posturas, desde aquéllos que aceptan los trabajos de investigación y excavación en el área, hasta quienes se rehúsan a otorgar el derecho de paso e impiden el trabajo de los arqueólogos encargados del proyecto de rescate.


Esta postura podría comprenderse dado que en los predios pertenecientes a la comunidad de San Dieguito Xochimancan no son evidentes las huellas de construcciones prehispánicas. Sin embargo, debemos recordar que no hace mucho tiempo lo que actualmente se conoce como la Fuente A y el Reservorio permanecían ocultos por el cerro Metécatl. Además, está el hecho de que las tierras no son del todo aptas para el cultivo, pues a pocos centímetros de la superficie se hallan la formación pétrea del cerro y los vestigios arqueológicos. El saqueo y la destrucción La destrucción de la que fue objeto el Tetzcotzinco por órdenes del obispo fray Juan de Zumárraga, y ejecutada por fray Domingo de Betanzos, sumado al saqueo y abandono de que ha sido objeto, han deterioraron en gran medida el esplendor de este sitio que Nezahualcóyotl dedicó a sus divinidades y al descanso. Posteriormente, durante la conquista y colonización, los españoles trataron de encontrar metales preciosos haciendo varias horadaciones de las que aún se conservan huellas. El olvido del que fue objeto permitió que gran parte de los edificios, canales y tinas permanecieran ocultos, devorados por el mismo cerro que lo albergaba. Muchos llegaron a creer que la voluntad de Juan de Zumárraga de devastar este lugar -que él calificaba como “dedicado al demonio”- se había cumplido. La indiferencia Sin embargo, no es el saqueo ni la destrucción de los colonizadores lo que más ha afectado al Tetzcotzinco. En gran medida, la falta de interés de autoridades y la indiferencia del público han contribuido para que no se le dé la importancia que este sitio merece. La escasez de presupuesto es un factor importante, pues de contar con lo necesario, en dos años de trabajo continuo podrían lograrse resultados impresionantes. Como visitantes también tenemos una gran responsabilidad, pues si en lugar de rayar los muros o dejar basura tratáramos de informarnos sobre la riqueza arqueológica y cultural del Tetzcontzinco, podríamos constituirnos en una pieza clave en la conservación de este sitio, orgullo de los texcocanos y de México. Bibliografía Alva Ixtlilxóchitl, Fernando de. Obras históricas. 1997 UNAM México García García, Ma. Teresa. “El señorío de Acolhuacan”. En: Arqueología Mexicana, 2002 Vol. X, núm. 58 . Fuentes vivas Contla R., Alejandro, Cronista municipal y Director de la Academia de Estudios Regionales de Texcoco.


García García, Ma. Teresa Arqueóloga Investigadora de la Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH, y Directora del Proyecto Tetzcotzinco.


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