LA HISTORIA DE BOTURINI Y SU MUSEO HISTÓRICO INDIANO Martha Beatriz Velázquez Valdés La colección de documentos mexicanos, formada en el siglo XVIII –y no siempre honestamente- por el italiano Lorenzo Boturini Benaduci, fue llamada en su tiempo Museo Histórico Indiano. Ella ha sido la de mayor significado para la antropología y la historia de México, que incluye los primeros textos pictografiados de la cultura acolhuachichimeca, por lo que tiene especial relevancia sobre el pasado texcocano. Dicha colección tiene una larga historia que se inicia a partir de la llegada de Boturini a la Nueva España en 1736. Esta compilación junto con la formada por Carlos de Sigüenza y Góngora fueron las más ricas de la época colonial. Boturini vino a la Nueva España contratado por la condesa de Santibáñez para que le cobrara unas rentas. Escribe él mismo que llegó “sin tener licencia alguna, porque ignoraba las leyes de España”. Al parecer, esto de lidiar con cuentas no era su vocación pues, recién llegado, se interesó más en conocer a fondo la historia de las apariciones de la Virgen María en México: “habiendo corrido muchas provincias de los indios para indagar las pruebas contemporáneas del portentoso milagro de sus apariciones”[1]. Todo indica que maravillado por la diversidad de la cultura originaria de nuestros pueblos ya en 1737 comenzó a compilar documentos mediante pesquisas por los archivos del virreinato y en visitas por el territorio de la Nueva España. Boturini tuvo acceso a las colecciones que había formado el sabio Carlos de Sigüenza y Góngora, conservadas en la Biblioteca del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo. El mismo confiesa que “tuve la dicha, que ninguno puede contar, de haber conseguido un museo de cosas tan preciosas en ambas historias, eclesiástica profana”[2]. Boturini, quien primeramente tuvo un apasionado deseo de coronar a la virgen de Guadalupe, buscó apoyo en Roma y en la Nueva España y, para su desgracia, lo encontró. Dio participación de su éxito a la Real Audiencia con la súplica de que participaran de este asunto al Arzobispo. Pero la más alta autoridad eclesiástica del virreinato respondió que no podía ejecutar nada, aunque la licencia proviniera de Roma, “si no lleva el pase del Supremo Consejo (de Indias)”[3]. A causa de ese ímpetu y la falta de permiso para permanecer en las Indias, pues se le consideraba extranjero, fue investigado por orden del virrey el conde de Fuenclara y encarcelado en febrero de 1743. Además, se le decomisó su Museo Histórico Indiano y fue expulsado a España. Una vez establecido y reivindicado en la Metrópoli allí se dedico a la búsqueda de su archivo confiscado en la Nueva España y comenzó a redactar Idea de una nueva historia general de América Septentrional, la que publicó en 1746; como apéndice le incluyó el “Catálogo del Museo Histórico Indiano” La colección de Boturini corrió accidentada suerte y fue inventariada por diversos motivos siete veces, entre 1743 y 1918. Primero, por orden del fiscal de su majestad al ser confiscada, depositándose todos sus documentos en la Real Caja donde permaneció hasta 1745, cuando fue nuevamente inventariada y transferida a la escribanía de gobierno.