Ganiceros de tequexquinahuac

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Sólo Dios hace llover Por: Martha Beatriz Velázquez Valdés

Timoteo Hernández Valdéz, granicero originario de Tequexquinahuac

La familia Hernández Valdéz es originaria de la comunidad de Tequexquinahuac en el Municipio de Texcoco, Estado de México. Para esta familia en particular la vida transcurre de manera especial; ellos son los encargados, por mandato divino, de continuar con el legado de una de las más complejas y antiguas actividades prehispánicas aún vigentes en nuestros días: controlar el temporal. Ellos son graniceros. En náhuatl granicero se dice Tezihutecatl. No son magos, ni brujos, y aseguran que “El que manda es Dios, solo él hace llover” son sabios en el arte de la meteorología prehispánica. A Doña Marta Valdéz, madre de Timoteo Hernández, le cayó un rayo mientras estaba embarazada. Su esposo. Don Anastasio Hernández, cabeza de la familia, narró para Texcoco Cultural cómo fue que su hijo Timoteo se convirtió en granicero aún antes de que él y su esposa supieran siquiera que Timoteo iba a nacer. Don Anastasio comenta que percibió que algo pasaría:“Primeramente nos hicieron saber lo que nos iba a suceder, se puso la nubería aquí arriba, se cerró del suelo al cielo, venía yo del monte creí que ya se iba a perder el mundo, tronaba, tronaba y tronaba. Pensé que ya no iba a encontrar a mi familia; Después se quitó la nublazón, salió una lumbrada pero grande al cerro que está allá, se llama Tecampano”. Tres meses después, sucedió: “Tras encaminar a una visita del Distrito Federal llegué con mi mujer a casa, ella se metió para el cuarto y sacó las llaves, yo a la cocina por la cusquería de comer y beber un pulque, entonces se oyó el tronidazo que pegó, parecía


Sólo Dios hace llover como llovizna pero de pura lumbre, y salgo a verla. Ya estaba tirada, tuve que ir a ver a los vecinos para que me acompañaran a cuidarla en lo que yo iba por el granicero, porque dicen que no es bueno tocarlos luego, luego…” El granicero que acudió en ayuda de Doña Martha fue Don Julio Balcazar, de la comunidad de Nativitas. De acuerdo con Don Anastasio, el granicero comenzó a rezar y pidió permiso a las deidades que en su tradición alaban; luego recostaron a la señora y notaron que ésta no tenía ni una sola herida. La madre de Timoteo usaba una ligera faja, cuando el granicero la revisó vió que bajo ésta tenía unas maderitas “en manojitos”, estas maderitas eran astillas de la puerta de madera que el trueno había derribado, “…Le pusieron estas señales, ¿por qué se las pondrían?; Vamos a ver. Le sobó el vientre y dijo: -No, lo que le sucedió no es por ella, es por la criatura que viene. Tiene cuatro meses de embarazo la señora, es niño y está vivo. Es hombre la criatura y va a ser compañero mío y muy mi compañero, pero el va a ser el más bueno porque es granicero de nacimiento…” Don Anastasio cuenta que cuando su esposa volvió en sí, no reconocía nada ni a nadie y no hablaba. El granicero le dijo: “-no le hable, a ella todavía la tienen los de arriba y hasta que baje su espíritu bien. No se espante, los de arriba van a trabajar por ella para que regrese su espíritu”. Don Anastasio recuerda que su esposa comenzó a hablar un mes después del incidente. Los chaneques, los chalanes. A temprana edad Timoteo tenía experiencias y sensaciones poco usuales. Comenta su padre: “se le iba la vista, se ponía la nube encima de la casa y él se ponía en el piso, hincadito se meneaba pa´ allá y pa´ aca. Cuando se iba, ponía los ojos en blanco y regresaba le decía come hijo. No –decía-, ya me dieron los chalanes, estaban comiendo y ya me dieron de comer allá arriba. Decía que los chaneques, o chalanes como les llamaba él en su inocencia, le daban a veces calabazas, a veces chicharos, bien barrigoncito que quedaba.-Se privaba otra vez como a la una, una hora. Me subieron a darme de comer. Y a las seis otra vez, tres al día”. Tlaloques, chaneques, chanates, niñitos, duendes… Muchos nombres se les han dado a los seres que Timoteo durante su niñez llamaba chalanes. Según Timoteo estos chalanes son como bolas de fuego de colores que no se pueden ver y que entran a su casa para incitarlo a trabajar cuando él no quiere salir a disipar las nubes. "Cuando no quiero salir a trabajar viene la nube. Debo espantar la tempestad, se meten los traquelazos en forma de bolas de lumbre hasta mi cuarto y salgo, entonces ya me dejan en paz" A los 14 años de edad Timoteo fue llevado a Amecameca por su padre y el granicero Balcazar para ser recibido en el pueblo de San Pedro, “allá se estrenó para trabajar, el


Sólo Dios hace llover señor Luis Conde y su hija Hermelinda Conde, ellos son los que lo enseñaron a trabajar, pusieron la nube en aquella cañada”. Más de quince graniceros estuvieron presentes durante este acontecimiento.

El señor dice que te vas a enseñar de granicero. “Sí, porque los chalanes ya me dijeron que tengo que trabajar, disolver la nube cuando esté fuerte, fuerte…” Rituales de Herencia Prehispánica. El tres de mayo está marcado en el calendario católico como el día de la Santa Cruz. Esta misma fecha corresponde al día azteca Huey tozoztli que significa "la gran vela o vigilia" en el cual se lleva a cabo los rituales de adoración a Tláloc. Un granicero tiene como tarea organizar la festividad del día de la cruz, enflorar el sitio y tributar. Ese día la cruz sale de casa de Timoteo, en caravana, la gente del pueblo camina hacia el paraje de las Mercedes, que está a las orillas de Tequexquinahuac, a mitad del camino hacia Coatlinchán. En este paraje, que antaño fuese una hacienda, se pone la cruz de madera, bajo un pirul, sobre una aglomeración de piedras. Se engalana con la ofrenda de flores, fruta, comida, semillas, bebida y dulces que el mismo Timoteo pone. El ritual es minucioso: al llegar a Mercedes Timoteo limpia y coloca la cruz: enciende el sahumador con copal y carbón, pide para que las lluvias no falten, agradece el año, las cosechas y la vida. Enseguida comienza a tributar poniendo todo lo que se preparó para la ocasión. Las flores adornan y enmarcan la cruz. Las frutas y demás atavíos tornan multicolor la ofrenda. Al finalizar, la ofrenda se deja ahí para que las deidades y espíritus


Sólo Dios hace llover tomen su sabor, su aroma y esencia. Al mismo tiempo se da paso a la comida de los asistentes, que consiste en tortillas, arroz, frijoles, chiles, agua, refrescos, pulque y mole. Tras la convivencia se dejan pasar aproximadamente dos horas antes de levantar la ofrenda de la cruz. Por último, Timoteo reparte, con ayuda de los comensales, lo que se ofrendó, parten la fruta, la comen entre todos y guardan sus dulces y galletas.

El granicero Timoteo Hernández Para la mayoría de las festividades que se celebran en el pueblo, ya sean patronales u oficiales como el 15 de Septiembre, los delegados le piden a Timoteo que haga que esos días no llueva. Él les pide, únicamente, que le lleven agua bendita de la iglesia, palma y veladoras para pedir o desviar la lluvia. “Ser granicero es hacer llover, o no hacer llover, si quieren que caiga para que llueva y si me dicen no queremos que llueva, pues también, saco mi palma, mi sahumador y empiezo a trabajar para un lado y otro para que se vaya la nube. La Cruz la tenemos en las Mercedes allá me indicó mi madrina, la que me enseñó de Amecameca, la que me recibió de granicero que la pusiera aquí, cada año vamos a enflorarla y a pedir que llueva.”


Sólo Dios hace llover Los graniceros saben manejar la lluvia, el viento, la tormenta y el granizo. También saben curar los males que esos fenómenos provocan. La mayoría, como en el caso de Timoteo, adquieren su don alcanzados por un rayo. Don Anastasio y su hijo Timoteo aseguran que han curado a muchas personas de su pueblo y de otras comunidades como Coatlinchan, San Pablo Ixáyoc, San Dieguito, San Andrés Rivapalacio y Belem. Ellos aseguran que, afortunadamente, nunca se les ha muerto nadie en sus manos. “Nos dieron el don para curar, curamos a los que se rayan, si están quemados. Primero ponerles la clara de huevo, después bálsamo”. Timoteo debe controlar toda clase de nube, relámpago, viento o granizo, armado con sus utensilios: palma, agua bendita y un sahumerio. El método para despejar los nubarrones del horizonte parece sencillo pero requiere de las habilidades especiales y únicas del granicero: primero traza una cruz en aire con el sahumador, después apunta a los cuatro puntos cardinales y finalmente mueve las manos como si paseara la nube. “Visto la cruz, la adorno, la floreo. Mi papá y los que nos acompañan están rezando, y llueve después. Algunos días después.” La cruz que Timoteo tiene en su casa es azul y está adornada con flores. A sus alrededores están colocadas imágenes de Cristo, la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Rayo, San Martín de Porres y San Miguel Arcángel, entre otros. Don Anastasio tiene también su altar, en la casa contigua a la de Timo, imágenes y veladoras con flores casi todo el año. Las investigadoras Johanna Broda y Beatriz Albores definen así a los graniceros: ''Son especialistas en rituales de origen prehispánico y forman parte de una compleja tradición heredada.


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