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¿Por qué no hacemos críticas cinematográficas?
Cuando surgió la idea de crear esta revista y acordamos los apartados de la misma, queríamos crear una sección de reseñas literarias y cinematográficas. Pero había algo que no nos cuadraba en la parte de las reseñas cinematográficas: aquella frase de “Ningún animal sufrió daños durante el rodaje”. Y es que cuando yo, personalmente, veo una película y sale un animal, prefiero no terminarla, porque seguramente el animal morirá. Quizás no en la vida real, solo en la película, pero yo prefiero no ser testigo de ello.
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Para paliar esa excesiva sensibilidad mía empecé a investigar y mis peores temores fueron confirmados. Pues aunque desde el 1877 existe la Asociación American Human que se dedica a monitorizar y dar fe del bienestar y cero maltrato de los animales en los rodajes y otros eventos similares, resulta que no tiene en consideración para atribuir aquella aliviadora leyenda a aquellos animales que perdieron la vida en el proceso de rodaje o de ensayo, siendo sustituidos por otros idénticos o incluso utilizándose sus imágenes para crear el producto cinematográfico final.
La industria del cine no es un lugar para los animales, ni para los perros, ni para los caballos, ni siquiera para las ardillas. Ese no es su hábitat. Y solo por el hecho de ser antinatural, nos negamos a ver más películas con animales y hacer reseñas de las mismas.