FANDIÑO revoluciona MADRID

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FANdi単o

Revoluciona MADRID



Fandiño, un respeto Iván Fandiño hará en unas horas su quinto paseíllo en Madrid en 2012. De la mano de Iñigo Crespo, he querido repasar sus números esta temporada en plazas de primera categoría. Sinceramente impresionan. Si cualquier otro de la elite del toreo contase con semejante balance, hablaríamos y no pararíamos. Fandiño no sé si algún día alcanzará ese estatus, esa consideración, ese trato. Al margen de que uno mismo considere como errores estratégicos los gestos en solitario de Bilbao y Valencia, su año en España y Francia se salda con un recorrido que merece el respeto, la consideración y una llamada de atención aunque sea como simple y justísimo reconocimiento. Y si en Las Ventas la fuidez de ideas de otras tardes hubiera brotado con las corridas de Alcurrucén y Adolfo del mismo modo, otro gallo cantaría. Ojalá que hoy, 6 de octubre, la suerte, el corazón y la cabeza acompañen para que su toreo clásico se reedite como en los triunfos de Fallas, Sevilla, Pamplona, Málaga, Bilbao, Dax, Bayona, Mont de Marsan... Un total de 21 orejas en 19 tardes en cosos de peso y responsabilidad, entre un abanico de fuenteymbros, alcurrucunes, adolfos, jandillas y victorinos, se merecían estas líneas, pase lo que pase sobre la arena venteña a la lorquiana hora de las cinco de la tarde. Zabala de la Serna


Fandiño, torero de Madrid Hay toreros valientes, toreros artistas, toreros técnicos e… Iván Fandiño. El vasco es de los que no se rinden en la batalla ni aunque se le acaben las balas. Gracias a esta condición, esta tarde se ha proclamado definitivamente como “torero de Madrid”. La corrida de Valdefresno ha tenido de todo. Completo, ninguno. Pero todos han tenido alguna buena condición, como por ejemplo la de humillar o atisbos de nobleza. Al sexto le habría tocado África en el sorteo, si hubiera entrado en quintas. Y de cantinero, porque para la lucha no tenía ni intenciones, aunque fueran malas. Fandiño ha desarrollado una solidez e inteligencia que le van a dar buenos réditos sin necesidad de pedir el rescate. La prima de riesgo se la pasa Iván por el arco de triunfo. Ese ver desde lejos un toro que nadie veía ni de cerca le ha permitido darle la vuelta al mal humor del gentío, disgustado por la poca gracia del toro, y conseguir las ovaciones más fuertes de la tarde. Ya había cortado una oreja en su primero y de haber asaltado el blocao manejando el sable con acierto, el público madrileño se le habría rendido sin condiciones. Así y todo ha quedado nominado para la medalla de la Virgen de Montetoro, patrona de Menorca, que tiene un morlaco a sus pies. Los otros dos espadas, Mora y Aguilar, como los molinos serios como los molinos quietos, tal cual escribió Rafael Duyos de Pedrés. Que por cierto los vio desde el tendido. Salud maestro… Paco Mora



“Puedo entender que la gente esté en discrepancia, pero valorando la faena al completo creo que ha sido redonda para la condición del toro. La afición te exige y eso es bueno. Pero hay que pedir viendo lo que el torero tiene delante. El toro ha tenido fondo porque le he apretado desde muy pronto”,señalaba el vizcaíno a los micrófonos de nuestros compañeros de Canal Plus Toros. De la faena al quinto dijo: “Esto sí es más rotundo, aunque algunos no quieren verlo. Cuando te exigen de esta manera, mucho mejor. El toro no lo veía nadie, pero dándole tiempo al final me ha dejado dar espectáculo”. Iván Fandiño















El factor sorpresa de Iván Fandiño Lo del quinto fue producto de la fe. La suya. El empeño de Fandiño para sacarnos del atolladero en el que nos habíamos metido. Se le protestó al toro, de apabullantes pitones, por flojo. No perdió las manos, pero tenía poco ímpetu en la arrancada. Comenzó Fandiño la faena de muleta. Una oreja cortada ya. Media puerta grande de Madrid abierta. La meta del año, de años en el horizonte. Se le había protestado la primera. No fue unánime. Comenzó Fandiño la faena tibia, parecía todo relatado, desplazándose el toro, con el fondo justo quizá y con parte del público en contra. Y ahí tiró el torero vasco de la fe. Apostó por el toro, por la faena, como inventada, fuera del patrón, tomó muchísima distancia. Casi de punta a punta. Y el toro fue. Y el de Valdefresno fue a más. Lo que faltaba intentó Fandiño sumarlo con la distancia, con los espacios, creando una expectación en el público y buscando la profundidad en su toreo. Fue poco a poco metiendo a la gente en la faena, forzando, carreras excesivas para salir de la cara del toro y tomar distancia de nuevo. Tuvo el mérito de sorprender con los mimbres justos para pasar en Madrid desapercibido. Volcánicas las bernadinas de colofón en la distancia también. Otro concepto. Personalidad. Se volcó con la espada. Ese cañón que no ve salida cuando se vuelca sobre el morrillo del toro, pero necesitó de descabello. Se enfrió la cosa. No hubo petición mayoritaria y dio una merecida vuelta al ruedo. El factor sorpresa es un bien al alza en tiempos de vulgaridad. Faltaron pañuelos para ser oreja unánime en el segundo pero el presidente la concedió y parte del público mostró su disconformidad. Ahí sí que fue efectiva la estocada. Ponía punto final a una faena asentada un toro bueno al filo de rajarse siempre, pero que se empleó en el engaño por abajo. Ligó una tanda diestra muy profunda y más livianas las restantes en ese equilibrio de ajustarse con el toro ante la tendencia del animal a abrirse. Al no quedarle la faena tan compacta, se le protestó. Patricia Navarro La Razón










Un gran Iván Fandiño roza la gloria en Madrid Iván Fandiño paseó una oreja del que hizo segundo, un ejemplar noble y de buena condición al que acertó a torear en paralelo. Tiró bien del toro por el pitón izquierdo y anduvo más enfibrado por el derecho. Lo llevó siempre tapado en faena inteligente, medida y ligada, que si bien tuvo altibajos, hubo hondura sobre la diestra. Mató de una estocada que necesitó de un golpe de descabello. El quinto, serio y hondo como toda la corrida, blandeó en los compases iniciales y fue protestado por el respetable. Tuvo movilidad pero ninguna clase. Fandiño lo entendió a las mil maravillas. Muy fresco de ideas el torero, estuvo inteligente poniendo al toro a distancia, de punta a punta de la plaza, para aprovechar la inercia y cuajar cuatro series soberbias -tres con la derecha, limpias, y una con la izquierda-. Todo fue muy emotivo en una labor inventada por el torero vasco. Cerró por bernadinas, también citando de largo, en el mismo platillo del ruedo. Dos golpes de descabello le quitaron la gloria. Iñigo Crespo Aplausos




Iván Fandiño, oreja y vuelta al ruedo Iván Fandiño firmó en Madrid una tarde de figura. A la altura de una temporada sobresaliente que es la mejor de su carrera. Se le resistió, de nuevo, la Puerta Grande, porque una oreja y una vuelta al ruedo no son suficientes para abrirla, pero sí para dar la medida de su entrega, su inteligencia y su toreo. Le acompañaban en el cartel David Mora, que también fue todo disposición y Sergio Aguilar, correcto en todo momento. La corrida de Valdefresno, sin terminar de romper, fue variada de matices. Iván Fandiño sorteó en segundo lugar un toro algo falto de empuje, pero con nobleza y calidad. Tras brindar a los novilleros heridos en los últimos días y a Adolfo Martín, comenzó su trasteo sobre la mano izquierda. Fue capaz de ligar los muletazos dejando la muleta puesta al tiempo que perdía un paso y así logró dos series sobresalientes. Sumó a esas dos otra sobre el derecho, templada, limpia, profunda. Mató de un estoconazo y cortó una oreja, protestada por parte del público pero merecida. El público también jugó su papel en el quinto, pues se opuso al toro. El de Orduña tuvo pues que imponerse a su enemigo y al descreímiento de la afición. Lo logró, con una faena inteligente y entregada, en la que aprovechó lo que nadie había visto en el toro. Tras otra estocada, dio una vuelta al ruedo. Mundotoro




Iván Fandiño redondea una buena tarde en la Feria de Otoño

Iván Fandiño redondea una buena tarde. Ante todo, no perdona un quite. El segundo es soso, parado, pero humilla. Iván, muy firme, consigue ligar series por los dos lados, mandando mucho, aunque el toro se apaga. Mata con gran estilo, perfilándose muy de frente, como mandan los cánones: oreja, que algunos protestan. El quinto, poco rematado, se tapa con la cara. Es manso, sin casta y claudicante, cocea en el caballo: hay bronca porque no lo devuelven. ¿Qué hace un diestro poderoso como Fandiño con un toro así? Usa su inteligencia: le da mucha distancia, inicia cada serie llamándolo desde el otro extremo del ruedo; así, consigue muletazos lucidos y unas bernadinas emocionantes. Vuelve a matar muy bien pero el toro tarda en caer y no fructifica la petición: si se hubiera concedido la oreja, hubiera sido una Puerta Grande muy polémica. Mejor así. Andrés Amorós ABC











Fandiño suma y sigue: oreja y vuelta al ruedo Iván Fandiño hacía su quinto paseíllo esta temporada en Madrid. Su tarde número 20 en plazas de primera. Y volvió a puntuar con un toro zancudo, movido también de carnes como el anterior y serio por delante. Verónicas entonadas de saludo y un puyazo en el pico de la paleta. Un quite de David Mora de verónicas codilleras de amplio vuelo y una media achenelada. El toro de Valdefresno, ‘Cigarro’ por nombre, en los vuelos de Mora marcó cómo era. Bueno en el límite, como sus miradas a tablas indicaban en las series de naturales que siguieron a una apertura adornada de faena. Por ello, Iván Fandiño le dio tiempo entre series. Las zurdas habían sido embrocadas y asentadas, interrumpidas por la recolocación. Por la mano derecha el asiento y la templanza aún mayores. A cámara lenta una, sin terminar de soltar otra y otra más de brillos clásicos. Una trincherilla entre los de pecho y un espadazo sensacional con todo el gas consumido. El puntillero se coló y levantó al toro. Ganaban tiempo los que habían protestado absurdamente fases de la obra. Los que protestaron también la oreja bien ganada en este ambiente otoñal que hace falta un mundo para calentar. Fandiño fue capaz de darle la vuelta a la tortilla al toro más feo y peor andado probablemente del mundo. Y a la plaza que lo protestó en serio. A base de distancia y consentirlo sobre la mano derecha, el feo se venía y metía la cara. Iván de Orduña se embrocaba. Y con los mismos metros de por medio citó por bernadinas cambiadas. Qué fe la de Fandiño. Y qué entrega, macho. La espada por defectuosa lo emborronó. Pero ahí queda eso. Chapó. Vuelta al ruedo final tras dos descabellos. Zabala de la Serna El Mundo

















Alberto de Isidro Alvares

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