Pesca Bonilla Nº 5

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Pesca Bonilla

Tu revista de pesca en Lanzarote

Julio y el viento, pareja indisoluble

Una salida en embarcación... ¡y en julio! Y además... Historias de Suso Capítulo V

Nº 5 Año I Julio de 2012

Pescando entre garugones


STAFF Manolo Hernรกndez Francisco Hernรกndez ร scar Hernรกndez


Editorial

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o parece, en toda la memoria recopilada de quienes estamos cursando los cuarenta y los cincuenta años de edad, haber existido un mes de julio en donde el alisio no haya reclamado su protagonismo. Propio como es en estas latitudes atlánticas durante el verano, una y otra vez protagoniza su despotismo anticiclónico. Más también es sabido que la mar, paradójicamente, reduce su potencial contrario al ejercicio de la pesca. El viento allana la mar, dicen los pescadores experimentados. Y bien es cierto, pero aunque la peligrosidad se reduzca en sobremanera, también es verdad que el viento impide su realización en las mejores condiciones. Este julio de 201 2 ha sido especialmente virulento en cuanto a la intensidad y la frecuencia del mismo. ¡Y a ver quién aguanta una caña en estas condiciones! De todas formas, ciertos pesqueros permiten la pesca, pues conceden el suficiente socaire, a costa de reducir significativamente el potencial de capturas, al ser recursos utilizados en exceso. Pero si hay que ir a pescar, a pescar se va a ellos. ¡Es muy grande el vicio! Pero, por otro lado, la barca Sara esperando en tierra...

Sumario 2-3 4-5 6-7 8

Julio y el viento, pareja indisoluble Pescando entre garugones

Una salida en embarcación... ¡y en julio! Historias de Suso (y V)

Arrecife, julio de 201 2

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Julio y el viento, pareja indisoluble

i nos atenemos a las estadísticas eólicas registradas en Lanzarote, el séptimo mes del año debería llamarse Vientulio. Y para más inri, en este año da la impresión de que el alisio se ha extremado, pues ha alcanzado una virulencia extrema que no solo ha dificultado el ejercicio de la pesca, sino que también ha dañado a las explotaciones vitícolas. Sin embargo, siempre existirán algunas piedras que puedan ser pescadas, aprovechando la peculiaridad insular. Por esta razón, aunada al hecho de que en verano los rebosos suelen desaparecer de la costa, estos pesqueros han ido extremadamente explotados, por lo que las perspectivas de pesca se reducen. Pero por la parte de barlovento de la isla... como que se amplían. Así que julio, con su inseparable compañero del viento, es realmente pescable. Si

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disponemos de la suerte de que el viento nos llegue desde atrás o, incluso, algo oblicuo, es posible intentar la pesca en este mes y en el tipo de pesqueros que discretamente hemos descrito. Como ejemplo, damos las referencias de tres salidas de pesca que hemos podido realizar en julio, a pesar del viento intenso. A alguna pesca más realizada en este mes le daremos un tratamiento diferenciado en otro apartado de la revista. La primera de ella se realizó el 7 de julio, y en ella se refieren tres sargos, dos bocinegros, una morena negra y una vaquita. El documento gráfico se puede observar en la imagen negruzca. Una segunda salida se realizó al sábado siguiente, 1 4 de julio, y en ella se obtuvieron ocho sargos y una vaquita. Verdaderamente una pesca discreta, pero... ¡vaya vientito reinaba!. Su documento gráfico corresponde a la imagen en violeta. Otra tercera pesca la


llevamos a cabo Francisco Hernández -este que suscribe- y esposa, concretamente fue el diecinueve de julio, sin que en esta salida nos exigiéramos una amanecida bizarra ni mucho menos y, por otro lado, sin engodar lo más mínimo. En ella cayeron cinco bocinegros, una galana y una vieja de las dos que comieron. La imagen en sepia es el legado documental que acompañamos. En todos lo casos, la costa suroeste de Lanzarote es la que ha permitido defenderse de los embates del tiempo para poder llevar a cabo la pesca. Muchos pesqueros hay en la zona en donde se establece una relación inversamente proporcional entre socaire y perspectivas de capturas. ..."Sin embargo, siempre existirán algunas piedras que puedan ser pescadas, aprovechando la peculiaridad insular."...

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Pescando entre garugones FRANCISCO HERNÁNDEZ

norte, en Punta Ginés, pero no antes de pillar unos cuantos sargos que Manolo o es muy fácil conjugar cobró, algunas vaquitas, una las ganas de pescar con buena morena negra y un las condiciones lance que demostró que las meteorológicas que reinen en un perspectivas eran las momento determinado. Teniendo correctas: ¡un hermoso muy en cuenta que nuestro bocinegro de kilo y medio! equipo de pesca siempre conserva como máxima de un bocinegro. Ya en el Así que acudimos a Punta referencia la seguridad, se nos pesquero, al que llegamos Ginés, pero... ¡vaya garugón presentan, y en cualquier sobre las cuatro y media de que se nos metió desde que estación del año, días en que la la mañana, nos encontramos llegamos! Tanta fue su decisión es difícil de tomar. que el mar templado virulencia que nos obligó a Salvada la ineludible observación permitía la pesca y el soco volver a buscar soco. Y tras caminata... ¡otra como decimos de la seguridad, era el adecuado; sin la encalmada! No volveríamos las dos variables enfrentadas que embargo, solo acudía a la cotejamos son la del viento y la carnada pescado pequeño. hacia atrás, pero... ¿para de las mayores o menores De hecho, al amanecer solo qué? ¡Volvimos a coger perspectivas de capturas. El habíamos cogido dos sargos pescado! Destacable un sábado 21 de julio se nos y un chucho que fue, como lance que hice con dos presentó una situación de éstas. siempre, devuelto al mar. Ya bocinegritos. Al final, entre Desde el viernes se había claro el día, llegados con los tanto garugón, la pesca instalado en la isla un tiempo que garugones, hasta cayeron ascendió a tres bocinegros, por aquí denominan de varias unos gruesos goterones. Y, seis sargos, seis vaquitas, maneras: tiempo moro, siroco o tras ello, una encalmada una cabrilla y dos morenas de garugones. Se trata de un propia del tiempo. Ello nos negras. En total, ocho kilos y fenómeno habitual, pero gracias a animó a intentarlo más al medio de pescado. Dios no frecuente, en donde el calor asfixiante y vientos duros llegan desde el continente africano. La noche del viernes se medían vientos del NNE de casi 30 nudos de intensidad. Pero las webs de páginas referentes al estado de la mar indicaban que no habría mar de fondo, sino obviamente, de viento. Así que decidimos ir a pescar, pero eligiendo un pesquero que nos garantizara soco. Y nada mejor que El Roquito para probar. De anteriores ocasiones, podíamos prever algún sargo por la noche y, al amanecer, la posible entrada

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Bocinegro

(diplodus pagrus) Uno de los peces mรกs apreciados por los pescadores, tanto profesionales como deportivos. Y mucho mรกs en la mesa.

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Una salida en embarcación... ¡y en julio! FRANCISCO HERNÁNDEZ

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a hemos enfatizado, y con disgustada profusión, en este mismo número que julio es, por excelencia, el mes del viento en Lanzarote. Sin embargo, ya casi pidiendo paso a linotipias el número, a partir del veintidós del mes se declararon unas encalmadas extrañas, pero bien recibidas, desde luego. Curiosamente, esta irregularidad llegó tras unos garugones de los que también hacemos referencia en el capítulo anterior. Antes de la salida en barco se pudo echar unos lances en el Nido del Cuervo, concretamente el miércoles, 25. La bondad del tiempo era irrefutable. Y aun así, no se dio del todo mal, aunque fuera pescado pequeño: tres viejas, dos chamorros, dos vaquitas, una chopa y un jurelito. En total, tres kilitos de pescado. Pero vayamos a la salida en el Sara, llevada a cabo el sábado, 28, arramblada bien tempranito como siempre: a las seis de la mañana. Tras un pequeño problema de encendido -no suele arrancar un motor si no se conecta el sistema eléctrico...-, partimos hacia Bonilla. Habíamos contemplado la posibilidad de comenzar frente a Pechiguera mientras durara el oscuro, pero Óscar, a la sazón el patrón oficial, la rechazó aduciendo que las expectativas de pesca en la zona eran bien flacas. Así que para Bonilla. Se trata de un pesquero que da pescado solo cuando las circunstancias de la corriente reinante sean muy particulares, las cuales no estaban ni estuvieron presentes durante el rato que allí permanecimos. ¡Y con la mar tan buena que había! De hecho, la pesca en Bonilla se redujo a una cabrilla y un saifío. ¡Pero no hay que desfallecer ni abrumarse por las precariedades! Hay que partir del pesquero y buscar otro, y otro, y otro... es decir, potaleando -como habitualmente dicen los marinos- para intentar hacer una pesca cuando menos decente, y declarar que a

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veces ni eso se consigue. Y así procedimos, decidiendo dirigirnos hacia Comisiones, sin que se discutiera por nadie la cuestión. En el trayecto, de aproximadamente tres millas, echamos el curricán. Debemos reconocer que el montaje no era el mejor logrado e, incluso, la muestra no estaba en buen estado. En las inmediaciones del Faro de Pechiguera se tiró un bicho que, ¡mala suerte!, pudo librarse de las poteras. -¡Bien pesado que era! -dijo Manolo, que fue el encargado de pelearlo. Ya en Comisiones tampoco encontramos gran pesca allí. Debe, pensamos, estar a estas alturas algo

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quemadito el pesquero. Así que a probar más hacia arriba. Concretamente, a las inmediaciones del bajo del Muro y probando varias profundidades. Al final, entre potalazo y potalazo, salieron diez kilos de pescado, entre cabrillas y chamorros, especialmente. No muy grandes ni unas ni otros, la verdad, salvo algunas excepciones. Sí que fue destacable la captura de dos hermosos cantareros. ¡Qué librea tan espectacular tienen!, especialmente cuando afloran a la superficie. También es proclive a ser referida la captura de unas bogas -que por cierto, infestaban el fondo- de unas dimensiones notorias para lo que es habitual. ¡Gracias, encalmada de julio!

"...Al final, entre potalazo y potalazo, salieron diez kilos de pescado, entre cabrillas y chamorros, especialmente. No muy grandes ni unas ni otros, la verdad, salvo algunas excepciones. Sí que fue destacable la captura de dos hermosos cantareros. ¡Qué librea tan espectacular tienen!,..."

No es para nada normal contemplar calmadas en julio; la coyuntura hay que rovecharlas y acudir udos a la mar. Más... tras circunstancias e pueden llegar a ser escrutables son las que disponen los volúmenes de capturas. PB 5/201 2

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¡Mira tú este!

The ending page: Historias de Suso (V)

A Suso le gusta que se le hable de veras. Con total honradez y que, si se terciara, las mentirijillas declararlas con una sonrisa necesitada de complicidad. Mejor ocultemos algunos pasajes que tienen que ver con lugares de dudosa reputación. Sí, en aquellos en donde dices llamarte Juanita cuando realmente te llamas María Inmaculada. Igual esas ocultaciones pudieran tener cabida en estas historias de Suso, aunque se desvíen en cierta manera del ámbito pesquero. Pero vayamos ya a la historia que nos concierne, en donde también la veracidad cobra una importancia radical. Resulta que Suso, acompañado de Vicente y el Perico, cuyo verdadero nombre es también Vicente, lo que lleva a recurrir al nombrado hipocorístico por duplicidad presencial, fueron a pescar a Caleta de Caballo. Los tiempos que contamos eran aquellos en donde solo habría una cuarta parte de las casas que actualmente están construidas en el pago y, por supuesto, de luz eléctrica y otras infraestructuras, ni hablar. Decidieron probar en la caletilla que hay inmediatamente por encima de la piedra de Mejías, lugar este que ahora mismo ya es prácticamente intransitable, a tenor del volumen de casetas y chabolas que de último se erigen en verano -y desde mucho antes, también- que, por cierto, le dan un aspecto de lo más... pónganle el lector el adjetivo que le parezca, si por allí ha pasado recientemente. Los tres pescadores habían acudido de madrugada al pesquero y, al poco de hacerse el alba, observaron que la marea estaba bien baja, cuestión que se da en los episodios de mareas vivas; es decir, bajamar al despuntar el día. Y observaron al poco, mientras pescaban, que se les acercaba un paisano que se les antojó procedente de Caleta de Caballo, el cuál evidenciaba dedicarse al pulpeo -nada mejor que la fisga que blandía verticalmente para demostrarlo-. Cuando llegó a ellos, fue con nuestro Suso con quién entabló conversación, que es menester habitual y por lo demás de buenas costumbres por estos lares. Así lo observaron los dos Vicentes y, tras irse el pulpeador nativo a escudriñar la existencia de cefalópodos de ocho rejos en los charcos intermareales, advirtieron como Suso se les acercaba y... - ¡Mira tú este!, espetó como exabrupto incontenido Suso. - Va el tío -continuó- y me dice que nos fuéramos de aquí, porque de todos los pesqueros que hay en las cercanías de Caleta de Caballo, habíamos elegido el peor. Y que no se conocía a nadie que hubiera hecho pesca aquí, me dijo. - ¿Eso te dijo? -le inquirió el Perico. - Sí, y no veas tú, se me paso por la cabeza mandarle un talegazo de revés con el bocinegro de cuatro kilos que había cogido. Y que antes de que cogiera resuello tirarle a la cabeza los veinte sargos que también cogí... ¡en el peor pesquero de Caleta de Caballo! Pero... ¿A quién pretendía engañar? ¡Mira tú este!...

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Francisco Hernández, julio de 201 2


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