Artefactos 07 (Reseñas)

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artefactos Exomologesis

Revista de la elp

artefactos

Jean Allouch • [Escritos]. Eso no aguanta Franco Bifo Berardi • La infosfera sensitiva César González • Neologistas sin diploma Patricia Garrido Elizalde • Escritos: Pliegue barroco Alberto Sladogna • Exomologesis: estallido del inconsciente

Locuras con textos

Alberto Carvajal • Ni sabe cómo se llama Rose-Marie Mariaca Fellmann • Le parlem, lalangue de Lortie George-Henri Melenotte • Una escritura de muchachos Patricia Garrido • Breve introducción al texto de Jacques Nassif Jacques Nassif • Intervención en el seminario de Jacques Lacan

De un Otro al otro el 19 de marzo de 1969

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Exomologesis: no hay retorno a…

No. 7


artefactos 7

Julio/Agosto 2017


Exomologesis: no hay retorno a… [Escritos] Eso no aguanta. Jean Allouch

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La infosfera sensitiva. Franco Bifo Berardi

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Neologistas sin diploma. César González

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Escritos: Pliegue barroco. Patricia Garrido Elizalde

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Exomologesis: estallido del inconsciente. Notas incoherentes Alberto Sladogna

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Locuras con textos Ni sabe cómo se llama. Alberto Carvajal Le parlem, lalangue de Lortie. Rose-Marie Mariaca Fellmann Una escritura de muchachos. George-Henri Melenotte

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Breve introducción al texto de Jacques Nassif. Patricia Garrido Elizalde 143 Intervención en el seminario de Jacques Lacan De un Otro al otro el 19 de marzo de 1969. Jacques Nassif 147


El comité de redacción de artefactos quiere agrader a quienes, mediante la compra anticipada de este número, posibilitaron de forma activa su salida al público. Son lectores solidarios de: Argentina: Córdoba, Rosario, Santa Fé, Mendoza, CABA, La Plata, Corrientes • Brasil: Río de Janeiro, São Paulo, Salvador do Bahía • Chile: Santiago • Colombia: Medellin, Cali • España: Madrid, Barcelona • Francia: París • Italia: Roma, Florencia • México: Ciudad de México, Guadalajara, Guanajuato, León, Monterrey, Morelia, Puebla, Querétaro, Saltillo.


Exomologesis: no hay retorno a‌


[Escritos] Eso no aguanta1 Jean Allouch

El ruido no conviene al psicoanalista y menos aún al nombre que lleva, no debe permitirlo. Jacques Lacan

¡Aquí está el ejemplar de mis Escritos! Encuadernado, aunque lo hice hace mil años, hoy parecerá contravenir todo aquello que estoy a punto de decir. Para comenzar, una declaración de Henri Michaux: Liberarme de la cantidad de páginas de antaño, suprimir, reducir en lugar de acumular, esto sería mi ideal, en lugar de la expansión de todos mis textos, que con seguridad me repugnaría y en un plazo breve, me paralizaría.2

¿Podría Lacan haber sostenido estas palabras como respuesta a una propuesta de las ediciones Gallimard 3 de entrar en su prestigiosa colección de la Pléiade? Se trata de una constelación (de autores, d’hauteurs)4 que favorece la ilusión según la cual, a cada una de las estrellas así distinguidas les está prometida una vida eterna… 1  El texto fue presentado en el Coloquio En 2016: qu’en est-il des «Écrits»? Cinquante ans d’Écrits, propuesto por L’École Lacanienne de Psychanalyse, en París el sábado 26 y domingo 27 de noviembre de 2016. 2  Henri Michaux, Donc c’est non, Lettres réunis, presentado y anotado por Jean-Luc Outers, ed. Gallimard, París, 2016, pp. 178-179. [N de T.: No hay traducción al español.] 3  El rechazo de Michaux en 1984, no impidió —en realidad— la publicación de sus obras completas de manera póstuma. 4  N. de T.: Neologismo intraducible.

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Michaux está atormentado por el encierro (la eternidad es uno de ellos) y, por eso, según su editor, “suprimir, reducir en lugar de acumular”. Ya que no hay razón alguna para pensar que el encierro hubiera asustado tanto a Lacan, de todos modos habría podido haber hecho suya esta fórmula. Sólo damos como indicio el neologismo “poubellication”,5 inventado a propósito de los Escritos un año después de su aparición y cuyo posible referente más cercano: Qué no se me ponga. No hago nada aquí [en Roma] que cumplir con lo que le debo a un compañero [Daniel Lagache]6 en la extensión de mi audiencia: porque fue el origen. Así como este éxito vale la atención de la audiencia aquí presente, vuelve paradójico que me presente delante de ella en calidad de fracaso. Porque al mismo tiempo no quise un éxito de librería, ni su acometida sobre el batido alrededor del estructuralismo ni lo que es para mí sólo poubellication… El caso es que pienso que el ruido no conviene al psicoanalista, ni al nombre que lleva, no debe permitirlo.7

A este éxito de los Escritos, aun cuando Lacan no lo haya querido, al menos contribuyó, tan sólo con su publicación.8 Además, incluso antes de su aparición en librerías, sabía que algo ahí no le convenía. Jacques Derrida, a quien se lo dijo, testimonió: “Usted verá, me dijo, haciendo un gesto con la mano, eso no aguantará”.9 ¿Por qué ver, pues, en esas palabras, derivadas de Derrida y de Elizabeth Roudinesco, no se sabe qué inquietud o angustia, no se sabe qué preocupación o insatisfacción? Y, sin embargo, si estos afec5  Ver la lista de ocurrencias de este término y aquellas de sus acólitos (—pubellicatore, poubellique— donde resuena belliqueux, poublication, p’oublier, donde se escucha “oubli”, en: 789 néologismes de Jacques Lacan, Marcel Bénabou, Laurent Cornaz, Dominique de Liège, Yan Péllisier, París, Epel, 2002, p.72. 6  La identificación de este compañero está sugerida en el contexto, que comprende un juego de palabras poco agradables sobre el nombre propio “La gâche” [Lagache] debo esta indicación a Danielle Arnoux y aquí se lo agradezco. [N. de T.: la gâche en español: el desperdicio]. 7  “De Rome 53 à Rome 67: la psychanalyse, raison d’un échec”, conferencia al magisterio de la Universidad de Roma, 15 décembre 1967, Scilicet, n° 1, 1968, p. 42-50. 8  Al publicar su ladrillo en la colección “Le Champs freudien” lanzado en 1964, hizo saber “que él no estaba tan solo”. Le dedicó a Philippe Sollers (Prefacio, p. 27): “A P. S. no se está tan solo, somos todos”. [N. de T.: Esta dedicatoria no aparece en las últimas ediciones de los Escritos en francés, por supuesto, tampoco en español]. 9  Jacques Derrida, “Pour l’amour de Lacan”, en Lacan avec les philosophes, París, Albin Miche, 1991, p. 407. [Lacan con los filósofos, Siglo xxi Editores, México, 1997.]

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La Infoesfera sensitiva Franco Bifo Berardi

La piel humana de las cosas, la dermis de la realidad […] Antonin Artaud, El cine

El organismo sensible ¿Qué entendemos por sensibilidad? En su libro sobre Francis Bacon, Deleuze escribe: La sensación es vibración. Se sabe que el huevo presenta justamente ese estado del cuerpo ‘anterior a’ la representación orgánica: ejes y vectores, gradientes, zonas, movimientos cinemáticos y tendencias dinámicas, en relación con las cuales las formas son contingentes y accesorias.1

La sensación es la apertura al mundo que le permite al huevo tántrico del cuerpo sin órganos vibrar. Un CsO [Cuerpo sin Órganos] está hecho de tal forma que solo puede ser ocupado, poblado por intensidades. Solo las intensidades pasan y circulan. Además, el CsO no es una escena, un lugar, ni tampoco un soporte en el que pasaría algo. Nada tiene que ver con un fantasma, nada hay que interpretar. El CsO hace pasar las intensidades, las produce y las distribuye en un spatium a su vez intensivo, inextenso. Ni es espacio, ni está en el espacio, es materia que ocupará el espacio en tal o tal grado, en el grado que corresponde a las intensidades producidas. Es la materia intensa y no formada, no estratificada, la matriz intensiva, la intensidad; pero no hay 1  Gilles Deleuze, Francis Bacon. Lógica de la sensación, Madrid, Arena Libros, 2009, pp. 50 y 51.

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nada negativo en ese cero, no hay intensidades negativas ni contrarias. Materia igual a energía. Producción de lo real como magnitud intensiva a partir de cero. Por eso nosotros tratamos el CsO como el huevo lleno anterior a la extensión del organismo y a la organización de los órganos, anterior a la formación de los estratos, el huevo intenso que se define por ejes y vectores, gradientes y umbrales, tendencias dinámicas con mutación de energía, movimientos cinemáticos con desplazamiento de grupos, migraciones, y todo ello independientemente de las formas accesorias, puesto que los órganos solo aparecen y funcionan aquí como intensidades puras. El órgano cambia al franquear un umbral, al cambiar de gradiente. “Los órganos pierden toda constancia, ya se trate de su emplazamiento o de su función, […] por todas partes aparecen órganos sexuales, brotan anos, se abren para defecar, luego se cierran, […] el organismo entero cambia de textura y de color, variaciones alotrópicas reguladas a la décima del segundo…”. Huevo tántrico.2

El organismo es la sedimentación específica de las vibraciones por las cuales se actualiza la potencialidad del huevo y naturalmente retiene la habilidad de volver al estado del cuerpo sin órganos, siempre que encuentra el potencial para cambiar nuevamente. Un organismo está condenado a perder sensibilidad y su habilidad para vibrar cuando anquilosa sus obsesiones, sus códigos de interpretación y lo que Deleuze y Guattari llamaron su ritornello o refrán.3 La sensibilidad puede ser definida como la facultad que le permite al organismo procesar signos y estímulos semióticos que no pueden ser verbalizados o codificados verbalmente. En general, de alguien incapaz de comprender los estados de ánimo, las emociones, las alusiones y lo no-dicho (una gran parte de lo que constituye la comunicación y la vida cotidiana social y afectiva) se dice que le falta sensibilidad. La sensibilidad les permite a los seres humanos unirse y conectarse a través de relaciones de empatía, como una fina película que registra y decodifica las impresiones no-verbales; en otras palabras, les permite regresar a un estado no-específico y no-codificado en el que los cuerpos sin órganos 2  Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 2015, pp. 158 y 159. 3  En el lenguaje de Guattari, un ritornello es una concatenación semiótica recurrente que vincula al sujeto con el ambiente que lo rodea y con el cosmos. Una canción, un eslogan, un ritual, un símbolo, un mensaje viral pueden ser vistos como refranes.

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Neologistas sin diploma César González

Los dialectos, la jerga, lo que antes se llamaba el lunfardo, lo que hoy se denomina berretines, son una máquina milagrosa contra el capital. Que aún subsistan lenguas y códigos discursivos es una victoria, porque si hay algo que quiere el capitalismo es la homogeneidad expresiva de los seres. Pero es solo una victoria en una batalla. La guerra sigue. Adonde vayas existen los “Equipamientos colectivos capitalistas” (F. Guattari) armados de toda la educación, para tratar de barrer toda palabra que sea ajena a lo enciclopédico. La excusa siempre es que se busca que los pibes hablen bien, pero en realidad se enmascara que si se pretende eliminar esos vocabularios autóctonos es porque son palabras que se las considera improductivas, que carecen de valor de uso y de cambio. Que no sirven. Que no producen ni nadie las quiere consumir. Aunque esto último es una mentira. Siempre se representan a los lunfardos de cada época barnizados de ridiculez. Utilizándolos como nombres para alguna agrupación de niños clase media, o en estos tiempos, en los múltiples formatos gráficos de chistes que circulan por las redes sociales. Se lo banaliza y declara bárbaro y por dicha razón se merece la humillación constante. No hay una reflexión así sea la más elemental sobre los orígenes y las posibilidades de los dialectos actuales de la calle. A lo sumo se menciona las letras del tango, de un siglo atrás, que los pibes de hoy desconocen. Letras de una época donde la población marginal en su mayoría vivía en otros espacios. No existían la cantidad de villas, asentamientos y cárceles de hoy en día. Pareciera que los que podrían investigar estos temas sienten que perderían parte del refinamiento de su formación si se rozaran con el lunfardo contemporáneo. Es más cómodo analizar evocando al pasado, que aceptar la falta de tacto para acariciar las novedades en el presente. Como un acto de defensa se ridiculiza lo que me desborda de original, autentico, moderno y socialmente diferente. “Esos pibes hablan así porque no son como yo. En45


tonces puedo reírme de como hablan. Me respalda mi clase, que es la dueña del saber, por ende, de las palabras y en consecuencia es la que garantiza y preserva el hablar-bien”. Pero un villero o un “convicto” resplandecen cuando se expresan en su verdadera lengua, sin avergonzarse, sin pedir permiso, sin arrodillarse ante nadie, sin agradecer entre lágrimas las migajas epistemológicas que les arroja una universidad, una cámara del cine o la televisión. Esa jerga propia es el único capital cultural y simbólico (P. Bourdieu) con el que cuentan los pibes de las villas, los que están en la cárcel, los que viven en el campo, la minoría representativa que se nos ocurra. Es muchas veces la única posibilidad que tendrán los pobres de hacer arte alguno. Al no tener el dinero suficiente para poder estudiar música u otro arte, les queda como consuelo la lengua, su lengua y en ese plano pueden desarrollar un talento mágico, lleno de música, de teatro, de danza. Le darán un ritmo sinfónico a la frase más vulgar. Pero el ingenio no se agota en lo expresado, también son inventores, descubridores, técnicos de la palabra. Wikipedia define el significado de Neologismo, como “palabra o expresión de nueva creación en una lengua” y continúa dando un ejemplo “Los neologismos pueden surgir por composición o derivación, como préstamo de otras lenguas o por pura invención, el lenguaje científico y técnico utiliza gran cantidad de neologismos”. Es interesante observar como la versión oficial del concepto está llena de política, aclara que la capacidad neologista suele ser virtud de los miembros de la ciencia. ¡Como alguien de la villa puede crear un neologismo si es hasta analfabeto, en muchos casos, y en el sexo del saber siempre ocupa el rol de pasivo! En esta tiranía de las “buenas palabras” contra las malas palabras, casi no existe distinción partidaria, aparece más allá de los apetitos ideológicos. Es más, son aquellos que más se identifican con los símbolos más progresistas y hasta de extrema izquierda los que terminan actuando como reclutas de los diccionarios, al ser ellos efectivamente los que están más presentes en los barrios de clase baja, en villas miseria y cárceles, serán la mano de obra semiótica que ejecute la masacre de tanta poesía. En sus talleres, en sus charlas, en el “tratamiento” que hacen con los pibes no pueden evitar generar interferencia en el canal cada vez que entre dos pibes hablan con algún neologismo. Cómo ofendidos de no ser parte de ese mundo, despechados por no hablar esa lengua, se comportan como simples educadores. Inmediatamente manifiestan la necesidad, pareciera hasta vital, de corregir, de normalizar, de remarcar que se está “hablando mal”. Com46


Escritos: Pliegue barroco Patricia Garrido Elizalde1

El festín barroco nos parece, al contrario, con su repetición de volutas, de arabescos y máscaras, de confitados sombreros y espejeantes sedas, la apoteosis del artificio, la ironía y la irrisión de la naturaleza, la mejor expresión de ese proceso que J. Rousset ha reconocido en la literatura de toda una “edad”: la artificialización. Severo Sarduy Barroco: “bizarrearía chocante” Littré verba volant, scripta manen Lacan replicaba en forma de voto, a este proverbio latino: ojalá los escritos permaneciesen, lo cual es más bien el caso de las palabras: pues de estas la deuda imborrable por lo menos fecunda nuestros actos por sus transferencias.“ Jacques Lacan, Seminario sobre la Carta Robada2

Entre voz y escrito La enseñanza de Lacan comprende un corpus de referencia que abarca sus escritos, lo “hablado” (los seminarios, a veces registrados en grabaciones disponibles hoy en la red; la gran mayoría, transcritos), y las “ocurrencias” (Bon 1  2

Practica el psicoanálisis en México. Miembro de L’École Lacanienne de Psychanalyse. Jacques Lacan, Escritos i, Siglo xxi ,1984, p. 21.

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mot)3 que circulan a través del rumor en el “se dice…”; que atestiguan, en primerísimo lugar, la práctica de Jacques Lacan, sin por eso aislarlo de su doctrina, en permanente construcción y modificación, ni tampoco de los contratiempos institucionales que la práctica y la doctrina suscitaron. Lacan y otros fueron expulsados de la ipa (International Psychoanalytical Association). A esa manera en la que quedó definitivamente fuera, Lacan le llamó excomunión,4 luego de la publicación del Informe Turquet 5 que sellara en archivo oculto y clasificado la salida de Lacan, José Attal puso en discusión el tema y le llamó no-excomunión.6 Lanzado de la ipa, un año después del acontecimiento, Lacan funda en 1964 lo que llamó una escuela: L’école freudienne de Paris (efp). De la cual Les Écrits, no eran su programa, ésta surgió de las dos escisiones que se produjeron al interior del grupo psicoanalítico de París. Contingencias y rupturas que tuvieron cosas curiosas, en la época del Estadio 3  Jean Allouch, Les impromotus de Lacan. 543 bons mots recueillis pas Jean Allouch, Ed. Mille et une nuits, 2009. [Hay una versión en español que es una edición corregida y aumentada de un primer libro que sólo contenía 213 ocurrencias, Hola…¿Lacan?, claro que no. Epeele, México, 2005]. 4  Jacques Lacan, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, traducción de Juan Luis del Monte Mauri y Julieta Sucre, Paidós, España, 1987, pp. 9-21. 5  El informe Turquet. Prefacio de José Attal, Introducción y Notas de Luc Parisel, traducción de Mercedes Remondino y Santiago Ramírez, Ediciones Literales, Córdoba, Argentina, 2015. Una vez dada la primera escisión de la spp (Societé Psychanalytique de Paris) filial de la ipa, cuyo desacuerdo principal versaba acerca de las nuevas condiciones para la “formación de los analistas”. Surge la sfp (Societé Française de Psychanalyse), sin ser rápidamente reconocida esta nueva sociedad por parte de la ipa se acordó que esta tendría el estatuto de “grupo de estudio”, y en el congreso de Edimburgo se formularon algunas recomendaciones (agosto, 1961) —órdenes— para ponerla en armonía con las prácticas de la ipa, recomendaciones absurdas y el llamado —por parte de Ana Freud a solicitud de la princesa Marie Bonaparte— no menos absurdo, de la separación definitiva de Lacan y de Dolto. Para dar por concluida esta solicitud de anexión de la sfp a la ipa, la International pidió una investigación a través de encuestas a los analistas, pero también a los analizantes, teniendo como mira esencialmente a Lacan y su práctica. El Informe elaborado por la comisión encabezada por Pierre Turquet, era una comisión de corte policiaco. Durante muchos años el Informe estuvo clasificado y archivado sin que fuera posible consultarlo. Los esfuerzos de Attal en ese sentido fueron infructuosos hasta que, de una manera bastante imprevista, el informe se hizo público en inglés en un libro escrito en francés a cargo de Alain de Mijolla, cuyo título es La France et Freud. Extraña aparición, ya no había más censura, pero solo para la lengua oficial de la ipa. Como bien anota Parisel, un nuevo modo de censura se gesta: “si ha aparecido en inglés, ¡es para que no se lo lea! o sólo algunos elegidos”. Una vez abierto el closet las consecuencias no pueden medirse. Más de cincuenta años después, ¿qué lecturas pueden hacerse, tanto del informe, como del archivo clasificado, primero a 30 y luego a 10 años más. ¿Qué enseñanzas pueden dejar para el psicoanálisis? “Acceder a ciertos archivos, no va de suyo, lo sabemos, pero pedir que se abra un closet…”, p. 7. 6  José Attal, La no-excomunión de Jacques Lacan, traducción de Guadalupe Marando, El cuenco de plata, Buenos Aires, 2012.

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Exomologesis: estallido del inconsciente Notas incoherentes1

Alberto Sladogna2

Es precisamente por esto que en un tiempo en el que no era sin motivo que yo había elegido este tema de la angustia —lo había elegido porque sabía que eso no duraría, porque tenía algunos “fieles” que se ocupaban de suscitar las mociones de orden que luego podían volverme declarado inapto para transmitir la teoría analítica. Jacques Lacan, 17/12/1974

Escribo estas notas a partir de estar afectado, desde hace un tiempo por la siguiente pregunta: ¿Cuál es el lugar funcional, práctico de los despliegues teóricos en la experiencia analítica? Para avanzar con alguna respuesta, encuentro un horizonte temático: cómo operar en el análisis con los tres registros subjetivos (real, simbólico e imaginario) al mismo tiempo sin privilegiar uno sobre los otros dos. Una vía para explorar es pensar sin el “orden simbólico” —término empleado por Lacan y dejado de lado en 1970/1971. El registro o consistencia o dimensión del simbólico no requiere del “orden simbólico”; un análisis desplegado en las tres dimensiones cuenta a su favor con el simbólico. Lacan realizó un seminario (1955/1956) analizando las “Memorias de mi malestar 1  Esta escritura es el resultado, entre otras cuestiones, de una exposición oral efectuada en Querétaro, Querétaro, el 24 de septiembre del año 2014, la misma fue transcripta por Raquel Ribeiro a quien agradezco su gesto y colaboración; luego conserve notas de una exposición efectuada en octubre del año 2016 en el coloquio de la elp: “¿Despsicopatologizar?” 2  Alberto Sladogna, sladogna@gmail.com

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nervioso”3 sin dar cuenta que no existía ningún impedimento “simbólico” para leerlas, en ellas operaba el registro simbólico, registro excluido por un “orden simbólico” normativo. ¿Cómo analizar sin ese “orden”? Para localizar los inicios de esta forma de analizar sin privilegios corresponde tomar apoyo en el seminario oral de Jacques Lacan del año 1974/1975, heresia. ¿De qué se trata? Veamos:

Solo tomo apoyo en una “escritura” de la versión estenográfica de la sesión del 17 de diciembre de 1974. La misma no figura en otras versiones. Esa imagen contiene una columna que reúne tres elementos desplegados en esa sesión —como antecedente, entre otras, está la sesión del 10/12/1974—. ¿Cuál tema? Cada uno de los hilos o los toros, o las cuerdas o los anillos tiene un tejido de tres componentes: existencia, agujero y consistencia. El año anterior, el 13 de noviembre de 1973 proponía: Vamos a tratar de distinguirlas, de conservar aún una onda de distinción entre las tres categorías [real, simbólico, imaginario], señalando lo que ahora pongo 3  Cfr.: Alberto Sladogna, Presidente Schreber: “LA” teoría una in-g-erencia divina, en artefactos 4, otoño, 2013. Lacan leía el texto de Schreber en alemán: Denkwürdigkeiten eines Nervenkranken [Memorias de mi malestar nervioso, hay varias versiones en castellano, una de ellas en Sexto piso Editores, México].

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sobre el tapete, a saber: notar bien que, como dimensiones de nuestro espacio —nuestro espacio habitado como seres hablantes— esas tres categorías son estrictamente equivalentes.

Si son equivalentes, entonces la preeminencia del “orden simbólico” sobre los otros dos registros se acabó como concepto. Añadimos la equivalencia puesta sobre el tapete, va a indicar que cada categoría está compuesta por su existencia —real—, su consistencia —imaginario—; y su agujero —simbólico. Cada categoría del real, del simbólico y del imaginario tiene una composición trinitaria de real, de simbóloco y de imaginario. Así lo que se toma, en forma ligera, como siendo la imagen de un nudo borromeo de tres lazos, o círculos, o anillos, muestra algo más: se trata de un nudo de nueve elementos: el real construido por su imaginario y su simbólico + el simbólico conteniendo su real e imaginario + el imaginario compuesto por su real y su simbólico. Así 3+3+3 hacen un nudo borromeo, es un nudo no anudado de nueve componentes. Esta composición abre el lugar del análisis para intervenciones: reales, simbólicas e imaginarias a condición de aceptar que cada uno de los registros al ser tomado desde esa perspectiva presenta una novedad: los registros han cambiado y cambian en su articulación respecto del “pasado” del cual habla Lacan al inicio de esta sesión. Reitero. Las tres consistencias son equivalentes. Cada una está constituida por su existencia (real), por su agujero (simbólico), por su consistencia (imaginaria). Cada consistencia es trinitaria, debido a eso no guardan articulación con las formas anteriores del real, del simbólico y del imaginario. Desde ese momento un nudo borromeo es una heresia de nueve consistencias, lo cual abre el análisis a múltiples cambios, a múltiples perspectivas rizomáticas. En 1953, cuando Lacan presenta su conferencia “Simbólico, imaginario, real” esos componentes no se presentan anudados, habrá que esperar veintiún años a su seminario heresia en que el objeto del seminario estará constituido por sus tres consistencias anudadas. Estos seminarios se ubican de forma temporal en cercanía con los temas abordados por Michel Foucault en los años de 1979-1980, editados en el año 2014 bajo el nombre de Del gobierno de los vivos. Considero pertinente anotar que el “orden simbólico” constituyó una forma de la exomologesis– confesión. 69


Locuras con textos


Ni sabe cómo se llama Alberto Carvajal1

La previa En esa hiancia que lo aparente inaugura intentaremos hacer un diálogo negativo, es decir, un hablar “a tontas y a locas” (un hablar a la cantonade, Porge, 1995); de una línea paralela a otra discontinua; de una oblicua a otra transversal y así, generar un movimiento que intente caminar en el filo de una discusión con el no-sostén de intervenciones desatinadas, pues no habría, de entrada, ningún punto a llegar. Orientarse por lo que un texto discurre, vivaz, crítico, casi cantado, cuál sino el comentario/contestación que Derrida le asestara a la obra regia de la Historia de la locura en la época clásica, de Foucault y que, éste, al intentar responder, no hace sino evidenciar el golpe… sin embargo, si hay algo que logra transmitirnos Foucault… pensador, abollada su Historia…, es el método cartesiano: ¡el que piensa, no puede estar loco! Quizá llegue un día en que no se sepa ya bien lo que ha podido ser la locura (Foucault, 1982:328). Así inicia el gusanillo[d] que advierte la precisión de un golpe. Y somos advertidos que en ese dislate entre la lengua y la palabra que se auto-implica, hasta no decir nada: ausencia de obra, signará el pensador, su obra —arqueología del silencio— habrá de perdurar como el eco de metáforas: […] palabra corriendo indefinidamente fuera del silencio reflexivo de la razón…

que lo que hacen no es sino lo que anuncia, ¡ay! el intento de hacer un epitafio coral, temor mediante, a la experiencia febril de la locura. 1  Practica una clínica donde un análisis se produzca. Profesor e investigador titular, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Miembro Extranjero de la Sociètè Médico-Psychologique de Paris, Francia. carvajalberto@gmail.com

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Y alguien se asombrará, sin duda, de que hayamos podido reconocer un parentesco tan extraño entre lo que durante largo tiempo fue temido como un grito y lo que, durante largo tiempo, fue esperado como un canto (Op. cit, 1982:339).

El recurso al resto del método En sus Meditaciones, Descartes parece dar lugar a un desenlace funesto al juego amoroso y bélico entre razón y locura: la locura, la extravagancia, la demencia, la insania parecen despedidas, excluidas, condenadas al ostracismo (Derrida, 1989:48). El Cogito cartesiano, no podría estar loco. Cuerpo dentro y fuera pensando que tenemos un alma Alejandro Interno del Hospital Psiquiátrico Samuel Ramírez Moreno) en diálogo con Anabel (estudiante de filosofía, unam) en la lectura de las Meditaciones

Foucault al escribir la Historia de la locura, opta por lo que quedó en el ostracismo, es decir, por el silencio. No hará la historia del lenguaje policiaco de la razón cuya herramienta es la psiquiatría y otras tantas “psis”, sino de la locura misma antes de la captura por el saber. El lenguaje de la psiquiatría, que es monólogo de la razón sobre la locura, sólo ha podido establecerse sobre un silencio así. No he querido hacer la historia de ese lenguaje; más bien la arqueología de ese silencio… (Derrida cita a Foucault, 1989:52). […] aquí vivimos, a no querer vivir… vivimos aquí… Socorro Interna del Hospital Psiquiátrico Adolfo M. Nieto, 2001

Murmullo obstinado sin sujeto hablante, sin interlocutor, aplastado a la garganta… Raíz calcinada del sentido (Op. cit., 1989:53).

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Le parlem, lalangue de Lortie Rose-Marie Mariaca Fellmann

No se puede pasar por alto que lo político-social jugó un papel importante —junto con otros factores particulares— en el pasaje al acto de Denis Lortie. La situación política del Canadá con sus complicaciones de lenguas y las decisiones que se tomaron (se toman) y que se implementaron a partir de allí, tuvieron efectos. La lengua vehiculiza significantes que interpelan de manera particular a los sujetos, y digo particular porque no todos son interpelados de la misma manera y por los mismos significantes, es decir no todos los quebenqueses hicieron un pasaje al acto, como Lortie. La pregunta es como se da éste anudamiento entre lo político-social y la singularidad de un sujeto o a la inversa, creo que Lortie aporta algo al respecto al decir lo que le estaba pasando y en relación a lo que estaba pasando en su entorno. El 8 de mayo de 1984 (hace ya 31 años) un cabo militar quebequense de 25 años, fuertemente armado, irrumpe en la asamblea Nacional de Quebec matando a tres personas e hiriendo a trece. Eran las diez de la mañana hora en la que, según le habían informado, estaría la asamblea en plena sesión de trabajo. Su intención era matar a todos los asambleístas, principalmente a René Lévesque, Presidente del partido quebequense y Primer Ministro de Quebec. Un día antes de los hechos, el lunes 7 de mayo, se procuró tres cassettes que grabó con su voz, y por la noche solicitó a los guardias de la Citadelle hacerle llegar uno al Coronel Arsenault de Valcartier. Por la mañana del 8, desayunó en su motel vestido de soldado en combate ‘camuflado’, cargó sus armas y sus municiones a su coche, depositó el segundo cassette en el correo junto con algunos efectos personales dirigido a su esposa y se detuvo en una estación de radio para entregar el tercer cassette a un locutor, a quien le pidió explícitamente que el cassette fuera difundido a manera de hacerlo público y devino en un asunto público. 115


Luego se fue a la Citadelle,1 balaceó la muralla bajo la sorpresa de los soldados que fueron a ocultarse para escapar de las ráfagas. Se dirigió posteriormente al inmueble de la Asamblea Nacional por la puerta lateral, disparó a la recepcionista, hirió a un guía y disparó en seguida sobre todo aquello que se movía en su camino hacía el Salón Azul, en la que otras dos personas murieron. Al llegar a dicho salón se dio cuenta —contrariamente a lo que esperaba— que la sala estaba semivacía, sesionarían ese día a las dos de la tarde. Fue en dirección de la silla del Presidente de la Asamblea, se sentó en ella con la metralleta en mano y disparó. Es necesario precisar que (apuntó expresamente la sexta silla de la primera línea a la derecha, silla del Primer Ministro de Quebec, Lévesque; se encontraron varias marcas de bala)2 se quitó la prótesis dental y la lanzó.3 Se le aproximó una persona quien se identificó —mostrando su credencial— como un militar retirado, no armado, que le habló y lo convenció de rendirse. Sin embargo, Lortie se negó a rendirse a la policía a la que detestaba, pero aceptó hacerlo con las autoridades militares, no sin antes tratar de comunicarse nuevamente con el Coronel Arsenault, sin lograrlo. Entregó sus armas y la policía lo arrestó. El Coronel Arsenault era alguien importante para Lortie —él y el significante arsenault (arsenal)—. Aquí se presenta una de las primeras dificultades de la traducción, Arsenault juega con el apellido del comandante de las Fuerzas Armadas, mientras que ‘arsenal’ no. Lortie quería destruir a René Lévesque, Primer ministro de Quebec, y a miembros del partido quebequense por el mal hecho al francés.4

1  Conocido bajo el nombre de Gibraltar de América, es un lugar histórico nacional situado en el Cap Diamant, lugar por excelencia para tener un conocimiento con el pasado militar de la ciudad de Quebec, antigua guarnición militar. La Citadelle de Quebec es igualmente una de las residencias oficiales del Gobernador General desde 1872. Fuerte, estructura defensiva. Es también el lugar donde tuvo lugar la última batalla entre los franceses y los ingleses en 1759. 2  Fournier Dominique. J´était la femme du tueur. Édition des Nations, p, 271. Quebec, 1996. «Disparó dos salvas de metralleta, una frente a él en dirección al reloj, la otra hacia los asientos de los diputados. Se ven claramente los agujeros de bala en el respaldo de los sillones normalmente ocupados por el Primer Ministro Lévesque y por el de su vecino en ése momento. M. Camilla Laurin, La Presse, 10.01. 85. 3  Lortie tenía tendencia a hablar muy rápido, incluso en francés y este nuevo problema con su dentadura ciertamente no lo ayudaba a hacerse comprender. Op. cit., 101, 1996. La traducción es mía. 4  La Presse, 19.01.1985.

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Una escritura de muchachos George-Henri Melenotte1

Recordemos la discreta observación de Georges Bataille en El erotismo. Estamos en 1957. Bataille decía que el erotismo no podía ser el objeto de ninguna ciencia. Escribía lo siguiente: “creo que el erotismo tiene para los hombres un sentido que el enfoque científico no puede alcanzar”. (Georges Bataille, El erotismo, Minuit, 1957, p. 12). Y Bataille prosigue con esta observación con un toque enigmático: El erotismo sólo puede ser abordado “si el hombre está contemplado”. Este punto de vista implica dos consideraciones. Primero, el erotismo no es inaccesible. Podemos acceder a él por diversos medios: el arte, la poesía, la invención literaria. Pero hay un dominio para el cual permanecerá cerrado: el de la ciencia. El erotismo se encuentra así dotado de un doble aspecto, uno abierto, el del arte y el otro cerrado, el de la ciencia que no sabría abordarlo, ni menos aún absorberlo. Quizás ustedes lo sepan ya: hacer uso para sí mismo de sustancias es una modalidad del erotismo humano. No solo porque se trata de ver en dichas sustancias un adyuvante útil para tener relaciones caracterizadas por la búsqueda de una mayor intensidad de placer. Ese fue a menudo el caso y sigue siéndolo, por ejemplo, con el uso de los poppers. Gayle Rubin hará mención de eso en su obra Vigilar y gozar. Era la época del Catacombes, un club gay de San Francisco, en el barrio de South of Market, a fines de los años 70. Sin embargo el adyuvante no es el placer mismo. El lugar de los estimulantes más diversos no implica en absoluto que su uso ataña de pronto a una práctica erótica. El erotismo ligado al uso de sustancias está escasamente descrito en la literatura científica. En el corpus psiquiátrico francés del siglo xix al xx, 1  La presente conferencia tuvo lugar en Bs. As. el 21 de abril de 2016, a partir de las actividades de Andamiajes Lacanianos Nómades en el marco de la École Lacanienne de Psychanalyse.

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el estado inducido por el uso de sustancias psicoactivas ha sido vinculado a menudo con las perversidades, las perversiones, hasta con las psicosis tóxicas. Impera un silencio ensordecedor en esa literatura en cuanto al erotismo ligado a las drogas. Ha contribuido, y mucho, a la idea dominante del carácter patológico de su uso y a la necesidad de tratarlo como una enfermedad neurocerebral de las dependencias. Sin embargo, sabemos que tal enfermedad no afecta más que a una minoría de utilizadores de sustancias. Como suele ocurrir a menudo en el caso de la historia de las ciencias, desde el momento en que una noción —como el uso de sustancias con una finalidad de disfrute erótico— es rechazada por la medicina y más allá de ello, por la ciencia, esta noción entonces se desplaza. Se corre hacia otro lugar. A partir del siglo xix, ese erotismo encuentra refugio en la literatura y particularmente en la poesía. No nos referiremos al Club de los consumidores de hachís, fundado en París en 1844 por Moreau de Tours y Théophile Gautier, junto a Alexandre Dumas, Charles Baudelaire, Gérard de Nerval, Eugéne Delacroix. Ni del otro lado del Canal de la Mancha, a Thomas de Quincey en sus Confesiones de un consumidor de opio inglés o a Samuel Taylor Coleridge. Nos detendremos un siglo más tarde, en 1964, en Henri Michaux y una de sus experiencias con la mescalina, la experiencia vi informada en El infinito turbulento. Dicha experiencia toma la forma de una experiencia particular. Bajo el efecto de esta sustancia, el poeta informa una relación sexual con una joven mujer de quien no veía más que el rostro en fotografía en la página de una revista. Ella no estaba ahí realmente, lo que no impide que la experiencia erótica fuera llevada hasta su término. Michaux la califica de reificación. Mientras que su partenaire no tiene ninguna existencia, he aquí que aparece con toda la fuerza de su atractivo por el efecto combinado de su imagen y de la mescalina. El acto sexual tuvo lugar. Tuvo lugar con nadie. El texto del poema da fe de la fuerza del verbo que allí se despliega. Con esta experiencia, Michaux convoca no solamente la imagen sino también a la droga y a la escritura, lo que atestigua el texto de El infinito turbulento. Bajo la triple influencia de la mescalina, de la escritura y de la imagen, la fotografía se sale de su soporte de papel para entregarse como partenaire en el acto sexual. Pasa a ser aquello que Allouch llama un personaje. Todo sucede como si aquella mujer inexistente hubiese estado más presente que en la realidad. La mescalina, estima Michaux, estimula la fe en la presencia real de la ausencia. El erotismo que él llama “eléctri134


Breve introducción al texto de Jacques Nassif Patricia Garrido Elizalde1

I. De los textos escribibles2 ¡Ah! ¡Quién se ocupará de todo esto! Jacques Lacan3

De una acción que continúa: sobre el trabajo de las transcripciones de los seminarios. En esta ocasión presentamos la transcripción4 traducida al castellano de la intervención que —a solicitud de Lacan a su público asistente al seminario del año 68-69— hiciera Jacques Nassif. Uno, de los más activos participantes en el seminario; de ello se tiene noticia por la circulación en francés y en castellano, de los resúmenes y transcripciones que realizara en el transcurso de su asistencia. En esta ocasión se trata de la presentación de su lectura del libro de Gilles Deleuze, Lógica del sentido, suprimida en la publicación de la versión oficial del seminario. Lacan ostensiblemente, en cada ocasión, rindió homenaje a las transcripciones de sus seminarios cualquiera que fuera la forma y su resultado. Sus elogios no tomaban en cuenta la calidad del trabajo en cuestión ni ponía mala cara en la circulación de las estenotipias de sus seminarios. Nume1  Practica el psicoanálisis. Miembro de L’école Lacanienne de Psychanalyse. 2  Roland Barthes, en el campo literario había aplicado una división que atribuía el carácter de ilegible, a los textos que habitualmente llama así: textos aplicados a una retórica de connotaciones previsibles y de representaciones de lo “verdadero”, con la expectativa de alcanzar el acuerdo del lector. Y, Barthes reservó el nombre de los textos Escribibles a aquellos sin orden interno manifiesto, indecidibles, inconclusos plurales, cuya organización —no es una estructura de significados, es una galaxia de significantes—. ¿Qué entendía por su diferencia?, en S/Z, Siglo xxi, México, 1980, pp. 1-12. 3  Jean Allouch, “Sobre las transcripciones de los seminarios, conferencias e intervenciones orales de Jacques Lacan”, en Opacidades, revista de psicoanálisis, 4, La Falla Sexual, Buenos Aires, junio, 2006, pp. 143-179. 4  Transcripción originalmente presentada en francés en la versión del seminario De un Otro al otro (1968-1969), propuesta por la encomiable y muy recomendable versión del seminario presentada por Staferla en el sitio web de Patrick Valas: http://www.valas.fr/IMG/pdf/s16_d_un_autre._.pdf

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rosas transcripciones circulan en forma de apuntes, de versiones e intentos de establecimiento. No se desconoce que los seminarios son publicados por la editorial francesa Seuil y que, a partir de ahí, se realizan las traducciones oficiales ampliamente difundidas en nuestra lengua castellana por la editorial Paidós. Bajo la responsabilidad de Jacques Alain Miller abanderado por la figura del coautor. Esa ‘coautoridad’ fue decidida conjuntamente por Jacques Lacan y Jacques Alain Miller. Decisión inobjetable. Sin embargo, esta figura de coautor hace cuestión, para comenzar, por el coautor mismo. Por otra parte, genera preguntas, ¿cómo la función misma de coautor orienta el trabajo? En principio, y para esta contribución, ¿qué criterio o qué decide que algunas de las intervenciones de los asistentes a lo largo de los años, sean incluidas o excluidas en las versiones oficiales? Sin duda que se advierte —y esta presentación lo atestigua— que la función coautor ofrece una libertad bastante amplia de intervención para el establecimiento de los textos.5 En la entrevista de François Ansermet6 a J. A. Miller, a propósito del establecimiento del seminario de Jacques Lacan, responde: “esta redacción podría ser diferente —es la mía— es aquella que ha convenido a Lacan”. En efecto, convenir a Lacan no quiere decir que sea conveniente para el lector. De la misma manera, J. A. Miller nos advierte, “cuando decido el sentido, digamos que voy hacia lo peor”. Incluir las intervenciones —así como los tropiezos, el equívoco, los lapsus, las vacilaciones— no son para —decir la verdad de la verdad— sino que algunas de entre ellas se presentan no sin valor a reflexión.

II. La voz en escena: “yo, la verdad hablo”7 En este seminario De un Otro al otro (1968-1969), en particular de la sesión del 12 de marzo de 1969, ¿de qué trataba la solicitud de Lacan a su asistencia? 5  Cf. En este mismo número de la revista el trabajo de Jean Allouch, sobre la función del Interpres, p. 14. 6  Jacques Alain Miller, François Anserment, “Entretien à propos de l’etablissement du séminaire de Jacques Lacan”, en el Bloc-notes de la psychanalyse, Nº 4, Ginebra, 1984, pp. 12-14. 7  J. Lacan, “La cosa Freudiana, o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis”, en Escritos, t. i, Siglo xxi editores, 2013, pp. 379-410. De la prosopopeya como una manera de sostener “No hay metalenguaje”.

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Intervención en el seminario de Jacques Lacan De un Otro al otro, el 19 de marzo de 1969 Jacques Nassif

Con el tiempo que me queda, debo ir muy rápido a lo esencial. La única cosa que me hubiera gustado decir tiene que ver con la demanda que Lacan hizo en lo que respecta a una nota situada casi en la última página del libro de Deleuze, página 289,11 es decir, al final de varias series, como lo expresa. Yo me pregunto cómo es posible. Si Deleuze pone esta nota al final es sin duda porque verdaderamente todas las series que desarrolló convergen. Es, pues, prácticamente imposible, sobre todo con el tiempo que me queda, intentar responder a Deleuze en lo que concierne al texto que él cita. Yo les releo al menos esta nota (página 289): No podemos seguir aquí la tesis de Jacques Lacan, al menos tal y como la conocemos referida por Laplanche y Leclaire en ‘L’Inconscient’ (Temps Modernes, julio, 1961, pp. 111 y sigs.). A partir de esta tesis, el orden primario del lenguaje se definiría por un deslizamiento perpetuo del significante sobre el significado, suponiendo que cada palabra no tenga sino un solo sentido y remita a las otras palabras por una serie de equivalentes que este sentido le abre. Por el contrario, en cuanto que una palabra tiene varios sentidos que se organizan a partir de la ley de la metáfora, deviene en cierto modo estable, al mismo tiempo que el lenguaje escapa al proceso primario y funda el proceso secundario. Es, entonces, la univocidad lo que definiría lo primario, y la equivocidad la posibilidad de lo secundario (p. 112). Pero la univocidad es considerada aquí como la de la palabra, no como la del Ser que se dice en un solo y mismo sentido para cualquier cosa, ni tampoco del lenguaje que lo dice. Se supone que lo unívoco es la palabra, aunque al final haya que concluir que una palabra semejante no existe, no tiene ninguna estabilidad y es una “ficción”. 11  El texto en español corresponde a la p. 291 en Deleuze G., Lógica del Sentido, Paidós, España, 3era reimpresión, enero 2016 (N. de T.).

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Nos parece, por el contrario, que la equivocidad caracteriza propiamente a la voz en el proceso primario; de haber una relación esencial entre la sexualidad y la equivocidad, habrá de ser bajo la forma de este límite en lo equívoco, de esta totalización que hará posible lo unívoco como verdadero carácter de la organización secundaria inconsciente.

Y para intentar ver lo que está en cuestión aquí, creo que lo mejor sería, muy rápido, intentar retomar frente a ustedes el análisis que hace Deleuze en su tercera serie —empleemos su palabra— que concierne a la proposición. Yo voy a intentar, a propósito de esta serie, explicitar de una nueva manera lo que Lacan presenta como axioma cuando él dice que no hay metalenguaje.12 Intentando introducir en el mismo paso la categoría del sentido, o la categoría de acontecimiento que están articulados uno con el otro y que permitiría justamente ver en qué punto el texto de Laplanche —que releí— pasa de lado algo que el libro de Deleuze permite, al contrario: ver y poner en su lugar de manera completamente nueva y, para nosotros fundamental. De hecho, Deleuze escribe también, en algún lugar de este libro, que “el psicoanálisis debería hacerse ciencia del acontecimiento”. Es esta fórmula —que me di permiso en el Congreso de Estrasburgo— que voy a intentar comentar siguiendo este capítulo. Él comienza en efecto por este postulado: pertenece a los acontecimientos el ser expresados o expresables. Estos acontecimientos son expresados en las proposiciones. Pero hay muchas relaciones en la proposición. ¿Cuál es el que conviene a los acontecimientos? Y entonces Deleuze analiza diferentes categorías de esta relación. La primera es la designación. Es la relación de la proposición a un estado de cosas exterior. La designación, en segundo lugar, opera por asociaciones de palabras con las imágenes que deben representar más o menos bien lo que está en cuestión al exterior, el datum, que es individualizado, lo que implica pues la necesidad de una selección que permite decir, es esto o no es esto, a nivel del lenguaje. En tercer lugar, hay indicadores, que permiten designar y son como formas fijas para la selección de imágenes a las cuales se les relaciona. 12  En relación con las cursivas que el lector encontrará a lo largo del texto, se respetaron todas aquellas ubicadas en el texto original. Sin embargo, hay otras palabras que por ser extranjerismos, se pusieron en itálicas (N. de T.).

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