COMPENDIO SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y FACTORES DE DISCRIMINACIÓN EN LA MUJER CON DISCAPACIDAD
PEDRO FERNÁNDEZ SANTIAGO
tirant lo b anch Valencia, 2009
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ÍNDICE PRÓLOGO ............................................................................................. DRA. MARÍA SOLEDAD CAMPO Profesora de Historia del Derecho de La Facultad de Derecho de la Universidad de Castilla La Mancha
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INTRODUCCIÓN ..................................................................................
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1. LA MUJER A LO LARGO DE LA HISTORIA 1.1. La mujer en la antigüedad ...................................................... 1.2. La mujer en la edad medieval ................................................. 1.3. La mujer en la edad moderna y contemporánea ...................
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2. FEMINISMO Y GÉNERO 2.1. Género y trabajo ......................................................................
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3. CONCEPTO DE DISCAPACIDAD 3.1. Deficiencia, Discapacidad y Minusvalía ................................. 3.2. La mujer discapacitada y la doble discriminación ................
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4. EMPLEO Y DISCAPACIDAD 4.1. La organización empresarial .................................................. 4.2. Industrialización y desarrollo económico.............................. 4.3. El mercado de trabajo ............................................................. 4.4. El trabajo ................................................................................. 4.5. Integración laboral de las personas con discapacidad .......... 4.6. Factores que entorpecen la incorporación al mercado laboral de las mujeres con discapacidad ....................................... 4.6.1. Factores personales...................................................... 4.6.2. Factores familiares....................................................... 4.6.3. Factores sociales ..........................................................
5. AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA 5.1. Tipos de violencia .................................................................... 5.2. Ciclos de la violencia ............................................................... 5.3. Perfiles del agresor ..................................................................
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ÍNDICE
6. COMPENDIO SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y FACTORES DE DISCRIMINACIÓN EN LA MUJER CON DISCAPACIDAD. OBJETIVOS, METODOLOGÍA Y ANÁLISIS DE RESULTADOS 6.1. Objetivos .................................................................................. 6.2. Metodología ............................................................................. 6.3. Análisis de resultados en función de la discapacidad ........... 6.3.1. Las mujeres con discapacidad física ........................... 6.3.1.1. Análisis de los resultados de las entrevistas semiestructuradas realizadas a mujeres con discapacidad física ........................................ 6.3.1.2. Análisis de las entrevistas en profundidad realizadas a mujeres con discapacidad física .................................................................... 6.3.2. Las mujeres con discapacidad auditiva ...................... 6.3.2.1. Análisis de los resultados derivados de las entrevistas semiestructuradas realizadas a mujeres con déficit auditivo.......................... 6.3.2.2. Análisis de la entrevista en profundidad realizada a la representante de personas sordas .. 6.3.3. Las mujeres con discapacidad intelectual .................... 6.3.3.1. Análisis de los resultados derivados de las entrevistas semiestructuradas realizadas a mujeres con discapacidad intelectual .......... 6.3.3.2. Análisis de la entrevista en profundidad realizada a una mujer con discapacidad intelectual ................................................................. 6.3.3.3. Análisis y resultados de la entrevista en grupo realizada a mujeres con discapacidad intelectual ..........................................................
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7. PROPUESTAS DE MEJORA .........................................................
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8. BIBLIOGRAFÍA .............................................................................
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PRÓLOGO Algunas preguntas, como ¿Quiénes leen los prólogos?, ¿porqué se leen? o ¿qué función cumplen? deben estar en la reflexión previa de todo prologuista novato; es el caso que soy más lectora de prólogos que autora, de esta suerte, las respuestas estarán determinadas por mi propio interés, espero coincidir con el de alguien más. Un prólogo es un pequeño escenario donde se representan el ambiente que recrea el autor, con el fin de orientar e impulsar la lectura de la obra. Presentar al autor me resulta fácil y grato, no en vano el único mérito que aporta esta prologuista es la activa amistad que la une a él. Pedro Fernández Santiago es investigador valiente y experimentado, el primer adjetivo se lo dedico por defender brillantemente una tesis doctoral en el año 2003, titulada violencia familiar. Perspectiva de las mujeres en casas de acogida de la Comunidad Autónoma andaluza, en la sede de la Facultad de Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca, todos estos ingredientes mezclados le otorgan, a mi modo de ver, tal carácter; por otra parte, al tesón y esfuerzo investigador, indudable dada la acumulación de publicaciones en tan breve espacio de tiempo, hay que añadir una vocación que podría definirse como tardía, aunque más bien creo que refleja una aptitud por la observación temprana, nata, que ha encontrado la forma de expresar sus atesoradas experiencias vitales con método científico sociológico; de ahí que, el producto aparezca maduro y, que venciendo algunos prejuicios, se haya forjado, por méritos propios, de manifiesto en su brillante curriculum, un puesto entre la mejor doctrina española sobre la materia de la que versa este Compendio. Antes del acto principal, que es la presentación del libro. Quiero agradecer al autor la invitación a prologar este magnífico trabajo, más que un halago es un honor y, aquí conviene explicar el porqué de la activa amistad antes mencionada, que ha motivado tal deferencia. Hace casi un año, el azar nos hizo coincidir en el viaje hacía un congreso en la Universidad de Messina, el primer fruto común de ese encuentro académico fue la publicación en la Revue Européenne Du Droit Social de un trabajo que, bajo el título “Análisis integrador de los aspectos históricos, jurídicos y sociales de la discapacidad” presentamos en el congreso internacional en la Universidad de Va-
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lahia (Rumania) el pasado mes de junio. Este no será nuestro único trabajo al alimón, al menos eso espero, porque la conexión en la materia, de la que Pedro Fernández es un experto, como se percibe de la lectura de las páginas siguientes y, yo sólo una entusiasta aficionada, es fundamental. Si la doctrina en general apunta al aspecto socio-cultural como clave en la discriminación de la mujer y, especialmente de la mujer discapacitada, es necesario abordar el problema en su origen, esto es desde una perspectiva histórica. Así lo entiende también el autor, porque abre la obra con un estudio sobre la evolución del tratamiento social de género. El tema se amplia significativamente, no tanto en el objeto, como en cuanto a las áreas metodológicas implicadas y, sobre todo al tiempo. Éste análisis se completaría si le aplicamos el rigor jurídico. En este mundo del Derecho Histórico tengo mi casa y cuando bebo en sus Fuentes, encuentro un significativo paralelismo entre el trato discriminatorio que la norma escrita le ha dado a la mujer y al sujeto discapaz, con independencia del género. El fundamento se encuentra, es mi opinión, en la concepción patrimonialista del Derecho Romano, base del sistema jurídico español y, en general de nuestro entorno cultural. Aunque no es ajeno este argumento a otros usos forenses foráneos también basados en la posesión. En distinta línea se encuentran, los primeros textos jurídicos que se conservan del Derecho Mesopotámico que definen la justicia como la protección del débil frente al poderoso. Tal vez sea ésta la revolución pendiente que mueva los sustratos del la legislación patria. El estudio Iushistórico no tendría aplicación práctica sin un análisis sociológico que le conecte a la realidad y sirva para fundamentar las propuestas de cambio en aras de lograr la deseada eliminación de cualquier barrera discriminatoria. De eso va el Compendio que Pedro Fernández Santiago, con el patrocinio del Instituto de la Mujer de Castilla la Mancha, publica y recoge no sólo con anteriores textos del autor actualizados, sino que aporta interesantes novedades de conocimiento vivencial. Hay quienes escriben con el propósito de ser útiles, porque realmente tienen algo que decir, como en este caso, escogen con cuidado los capítulos, como flores con las que tejen un collar, efímero, tal vez, pero sobre todo buscan sensibilizar al lector sobre un tema candente. Compendio sobre violencia de género y factores de discriminación en la mujer con discapacidad, se encuadra dentro de ésta lógica, al menos así me lo parece.
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En el índice de ésta obra se encuentra un sistemático tratamiento de los temas; mujer, discapacidad y, violencia. A lo largo de sus siete capítulos, estructurados en subapartados, el autor va desgranando un contenido construido de forma piramidal; en la base, como primer capítulo la evolución histórica, esto es, la consideración social de la mujer en nuestro entorno cultural. La mujer protegida, la mujer tutelada, como el menor y el discapaz, constituía la actitud general, pero para que una sociedad respetase ese orden era preciso que quedase regulado por el derecho. Éste apartado tiene para mí especial interés y, desde estas páginas le propongo al autor continuar con algún trabajo de investigación más concreto que responda al porqué del mantenimiento de ésta discriminación en los Códigos decimonónicos liberales, trabajo que con gusto compartiré. Si en el siglo de las luces, de la ilustración, un pensador de la talla de Rousseau consideraba que “la docilidad de la esposa haría al esposo menos duro”, que a nadie le extrañen las posturas feministas más radicales. Las circunstancias determinaron que a final de la centuria la mujer alcanzase su mayoría de edad, al menos biológica, interna; me refiero al despertar de la lucha común con la Revolución francesa, en lo que podría denominarse prefeminismo; Las ciudadanas que “salieron a protestar por los precios de los alimentos terminaron pidiendo derechos políticos y de intervención en las asambleas”; abortadas las asambleas femeninas, el primer Código Civil, de base patrimonialista romana, las relegó a la sumisión del hogar. En el segundo capítulo. La semilla que había quedado invernando bajo los artículos de la declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano daría sus frutos. A la aparición del feminismo, el paradigma de género con sus diferentes acepciones, su concepto y tendencias le dedica el autor este apartado; refiere el pensamiento feministas universal en su evolución temporal y, las diferentes perspectivas o enfoque, en concreto el caso español. Si el objeto del movimiento feminista es la consecución de la igualdad, esta no es posible sin el acceso en ídem condiciones al mundo laboral, con esta reflexión concluye esta sección. La pirámide se va estrechando y del acceso al mundo laboral por parte de las mujeres, asciende a las que se encuentran en situación de discapacidad en el tercer capítulo. Siempre partiendo de la teoría, dejando claros los conceptos y clasificaciones, interés especial merece su reflexión sobre la doble discriminación; la mayor dificultad de la mujer discapacitada para acceder al mercado de
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trabajo, a la formación, a la cultura o al ocio. La cuestión es honda y en ésa línea sigue trabajando el autor. Al empleo y la discapacidad le dedica el siguiente punto; como empleados, empleadores o como autónomos, las discapacitadas siguen luchando contra criterios asentados en leyes de la historia reciente, como el art. 24 de la Ley de Funcionarios Civiles del Estado que exigían al candidato no padecer enfermedad o defecto físico para ejercer. No es esa hoy la tendencia, pero queda grabada, incluso —tengo algún ejemplo— en la propia discriminada, así factores personales, familiares, sociales o económicos aumentan su propia restricción. Pasado el ecuador del trabajo, nos encontramos con un capítulo duro que, si en un principio le parece al lector fuera de lugar, rápidamente queda justificado por los siguientes. Es un puente entre la teoría y la praxis. Agresividad y Violencia relacionadas con diferentes ópticas, los factores que las facilitan y su tipología. La cadencia temporal en que aparecen y los perfiles del agresor. Aquí desarrolla el autor una suerte de micro-compendio sobre el tratamiento que recibe el tema en otras disciplinas científicas, con manejo de fuentes originales y contrastadas. A partir del punto sexto, el trabajo de campo va afinando la pirámide; entrevistas y encuestas a mujeres con discapacidad física e intelectual. El tratamiento riguroso, pero en gran medida divulgativo, pensado en lectores no avezados en técnicas sociológicas estrictas, algo que yo y, seguramente muchos lectores, que se acercan a esta obra con variados intereses, ajenos al puramente científico, agradecen. Me ha resultado original la mirada sobre la violencia en mujeres con discapacidad; “privación de libertad, independencia e intimidad” que se dan en el entorno más cercano son valoradas como muestras de violencia porque limitan el derecho de la victima a desarrollarse plenamente como persona. No discute el ánimo del legislador integrar, pero pone de manifiesto carencias importantes que se dan en la propia administración por parte de personal funcionario y profesionales que; por falta de formación específica, de control en el seguimiento de la aplicación de las medidas legislativas y, falta de medios materiales o humanos hacen ineficaz el texto. La necesidad de aplicar, evaluar y asesorar a los poderes públicos con el fin de que la norma no quede incumplida. Especialmente evidencia las carencias de la administración de justicia española. Las mujeres con discapacidad necesitan una atención especializada y específica ajustada a sus necesidades si se pretende realmente in-
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tegrar. Finalmente, dentro de los factores discriminatorios, la discapacidad hace a las personas más social e individualmente invisibles, en muchos casos —llama la atención— no se considera la especial vulnerabilidad de las mujeres en esta situación. Tras la última frase de libro yo me pregunto ¿se da la autodiscriminación?, en caso de respuesta afirmativa ¿cómo se puede corregir o evitar? Lector de prólogos, si has llegado hasta aquí, no te desanimes, lo mejor está por venir. Te invito a recorrer la rica, dramática, sorprendente y, siempre vital historia de la mujer en su lado más duro; la falta de libertad, la discriminación, la violencia que sobre ella ejerce la sociedad, el individuo, la familia y, también la Administración pública y sus agentes.
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INTRODUCCIÓN Afrontar una información sobre violencia de género y discapacidad supone siempre comenzar por decir que la mujer con discapacidad ante todo es mujer, que también es más que lo que se ve, y que como consecuencia de su discapacidad sufre doble discriminación, es decir sufre discriminación como mujer y como discapacitada y a su vez, también, sufre violencia de género; que es esa violencia que se produce sobre la mujer por la simple razón de serlo. Es importante apuntar que “el género abarca todos los rasgos que la cultura atribuye e inculca a hombres y mujeres, es decir, el género se refiere a la construcción cultural de las características masculinas y femeninas”. Posiblemente uno de los actos de mayor violencia que sufren las mujeres con discapacidad es la negación del género. Se conocen pocas personas de relevancia que tengan alguna discapacidad. Muy pocas personas de preeminencia en el plano político y social que sean discapacitados/as son conocidas por la opinión pública. Sí los tenemos como representantes de organizaciones de estos colectivos e incluso desarrollando actividades económicas relevantes en organizaciones afines, pero no en los planos de poder y decisión política y social. Pero cuando existe un cierto grado de poder entre las personas con discapacidad, es el hombre quien lo ostenta mayoritariamente. Esta situación se reproduce en las organizaciones de personas con discapacidad, en las que tanto en los órganos de representación como en los de poder de las mismas, son mayoritariamente los hombres quienes tienen las mayores cuotas de representación y responsabilidad de las mismas, situación que choca aun más si cabe cuando sabemos que el mayor porcentaje de discapacidad se produce en la mujer. Cuando hablamos de discapacidad, deberíamos pensar que discapacitados podemos llegar a ser todos, factores biológicos, psicológicos y sociales, nos pueden afectar y como consecuencia acercarnos a la discapacidad. Se valora la discapacidad y, por el contrario, no la capacidad. La discapacidad es un tema relevante y de gran importancia social. En Europa se calcula que el diez por ciento de la población padece alguna discapacidad, en España según datos
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aportados en la Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud, (INE, 1999) el número total de personas con discapacidad es de 3.528.221 personas lo que en esos momentos suponía, el 9% de la población. No obstante no aparecen, no se les ve en las calles, en los lugares de ocio y culturales, no se les/as ve reflejados/ as en los medios, dan la sensación de no existir en la sociedad de la imagen, es decir tienen un alto grado de invisibilidad. Es difícil reconocer una necesidad si no se ve. Es difícil adaptar recursos a las necesidades si no se les da la palabra a las personas a las que irían dirigidos estos recursos para que puedan exponer qué es lo que necesitan. Puede parecer que si escondemos una realidad, ésta deja de existir. Cuando hablamos de malos tratos hacia las mujeres olvidamos en estos casos a las mujeres discapacitadas, en nuestro planteamiento omitimos la existencia de éstos los ignoramos, como si no existieran. La violencia de género no distingue niveles económicos, culturales, ni edades. Los maltratadores, de forma general, intentan que las mujeres maltratadas adquieran un amplio grado de dependencia emocional, económica y social. Eso pone a las mujeres en una situación de sumisión y desamparo que es la que utilizan para poder ejercer el dominio y control necesarios, para poder realizar actuaciones degradantes como son los actos de violencia y malos tratos. Si imaginamos a mujeres discapacitadas con una total dependencia de los seres que las rodean, es fácil deducir que son susceptibles, o al menos, están en mayor disposición de ser objeto de los mismos, con esto, no me refiero sólo al ámbito familiar, sino también al social, cada limitación para ser y tener las posibilidades que tenemos los demás es un acto de violencia contra ellas. Tenemos una imagen única para las personas con discapacidad, puesto que todo lo que no se ve y no aparece en los medios de comunicación no existe, ésta va asociada a nuestra imaginación y desconocimiento. Realmente no sabemos cómo son, cómo sienten, qué opinan, qué necesitan. Vemos la discapacidad como un gran “almacén” donde se puede incorporar cualquier patología que conlleve una o varias discapacidades, sean estas de índole físico, psíquico o sensorial, esto que podría definirse como una visión desde lo global y no de lo particular, es mirar a las personas y no a la persona, es mirar sin querer ver. Vemos a personas con discapacidad en los medios de comunicación con más asiduidad últimamente (dadas las reivindicaciones que se están produciendo sobre todo en fun-
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ción de la movilidad), e incluso en el siglo XXI y después de años de democracia, y como acto puntual se ha adaptado las estancias del Congreso de los Diputados, para que pueda acceder al mismo el único diputado, que representa a los ciudadanos, y que a su vez usa silla de ruedas, es decir, que trabaja allí. Este libro “Compendio sobre violencia de género y factores de discriminación en la mujer con discapacidad”. Está basado en diferentes investigaciones y publicaciones dirigidas por mí y que a continuación se relacionan, como una aproximación a los factores de violencia y discriminación que sufren las mujeres con discapacidad. Se aborda en dicho material los tres grupos en los que se ha dado en englobar el amplio abanico de discapacidades, es decir, la discapacidad física, psíquica y sensorial. Las publicaciones en los que se basa este compendio son: Fernández Santiago, P., Ramírez García, Mª. J. y Ramiro Collar, P., “Diagnóstico social sobre violencia de género y discapacidad en la ciudad de Madrid”, Edit. Área de Gobierno de Empleo y Servicios a la Ciudadanía. Dirección General, Madrid, 2005, DL. M.32.806-2005 Fernández Santiago, P., Martínez Quintana, V., Ramírez García, Mª. J. y Ramiro Collar, P., “Necesidades de las mujeres discapacitadas que han sufrido violencia de género”, Edit. Área de Gobierno de Empleo y Servicios a la Ciudadanía. Dirección General, Madrid, 2006, DL. M.44.070-2006 Fernández Santiago, P., “La mujer con discapacidad Física en la Comunidad de Madrid. Incidencia de la violencia de género, malos tratos y desempleo como factores de discriminación”, Edit. Coordinadora de Minusválidos Físicos de la Comunidad de Madrid, 2006, ISBN 84-934135-8-5 Fernández Santiago, P., “Violencia familiar. La visión de la mujer en casas de acogida”, Edit. Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, ISBN 978-84-8456-966-4 Fernández Santiago, P., Primer premio en IV Certamen de Ensayo sobre Igualdad y Género, convocado por el Observatorio de Género de Instituto de Derecho Público Comparado de la Universidad, “Mujer y Discapacidad. La violencia diaria”, Edit. Copy Red, S.A., Madrid, 2007, ISBN 978-84-933934-1-X
1. LA MUJER A LO LARGO DE LA HISTORIA Cómo el hombre ha adquirido preponderancia sobre la mujer y la ha llegado a anular de la historia, es algo de lo que todavía no tenemos datos como para poder expresar de una forma categórica que fue de un modo u otro. Los estudios e investigaciones al respecto no han logrado descifrar el momento concreto en el que el hombre comenzó a detentar el gobierno de la sociedad. La historia está construida por hombres y mujeres, la ausencia en muchos casos de éstas se puede deber fundamentalmente a que está escrita por hombres. La ausencia de la mujer en la historia y que esta se incline hacia un lado concreto, puede parecer raro, irreal y desnivelado. (Woolf 1980). Los desafíos de la historia de las mujeres son: Convertir a las mujeres en sujetos de la historia que narramos; sacarlas del limbo del pasado; inventariar las fuentes con las que contamos a pesar de una aparente escasez inicial; reconstruir las vidas de las mujeres en toda su diversidad y complejidad, mostrando cómo habían actuado y reaccionado dentro de las circunstancias que les había sido impuestas, y dar un sentido diferente al tiempo histórico, subrayando lo que fue importante en la vivencia de las mujeres. (Perotin-Dumon, 2002). Se ha llegado a afirmar que: las primeras mujeres en indagar sobre el pasado de las mujeres han sido feministas de formación universitaria, sin ser historiadoras, (Rowbothan, 1973), otras pioneras de la historia de las mujeres insisten en que “se debe ver el pasado, a través de los ojos de las mujeres, recurriendo a los esquemas mentales de la sociedad a la que pertenecen y así ser capaz de comprender la historia en mayor o menor grado; percibiendo claramente adonde conducen sus emociones y las necesidades más inmediatas de su vida, desafiando y transformando las concepciones que le han sido inculcadas”, (Beard, 1969; 56). Se puede detectar la presencia de las mujeres a lo largo de la historia en otros muchos títulos (Farge, 1992 y Sapriza, 1993), que les otorgan claramente un proceso de sujetos activos y actores de su propia vida e historia, mujeres que se defienden ante la justicia, mujeres en huelga, mujeres obligando a reabrir iglesias, mujeres
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que ocupan puestos vacantes de los hombres. En adelante en el desarrollo de este capítulo intentaré dar una visión amplia de la mujer a lo largo de la historia. El género como categoría histórica ha generado una nueva forma de interpretar la historia. Los historiadores prestan una mayor atención a los cambios en el significado cultural de los conceptos de masculino, femenino y género, considerándolos como elementos clave en la historia de la formación de estados, naciones, en la ciudadanía, en la vida laboral, política y económica, y en la vida doméstica y familiar.
1.1. LA MUJER EN LA ANTIGÜEDAD Para los griegos la diosa primordial era Gea (la tierra). Otra diosa como es Atenea, nace de la cabeza de Zeus, con esto se demuestra como el elemento masculino puede dar a luz el femenino; Atenea es una diosa con caracteres masculinos; Artemisa es también una diosa virgen y masculinizante. En una edición sobre la obra de Platón, se pone en boca del autor la siguiente afirmación: “Luego si nos encontramos con que la naturaleza del hombre difiere de la de la mujer con relación a ciertas artes y ciertos oficios, inferimos que tales oficios y artes no deben ser comunes a los dos sexos. Pero si entre ellos hay otra diferencia que la que el varón engendra y la mujer pare, no por eso consideraremos como cosa demostrada que la mujer difiere del hombre en el punto que aquí se trata, y nos sostendremos en la creencia de que no debe hacerse ninguna distinción respecto a los oficios entre nuestros guerreros y nuestras mujeres”, (Candel, 1994; 75). Esto hace que Platón se haga eco de una evidencia que queda muy claramente especificada en estas apreciaciones. Cuando hablamos de Grecia antigua, nos referimos a la ciudad de Atenas. El mundo Heleno giraba entre dos ciudades estado Atenas y Esparta. Después de esto y siguiendo a Diez Celaya, 1997, debemos decir que la mujer griega nunca deja de ser un individuo tutelado, primero por su padre y luego por su esposo e hijo si el marido faltaba, era monógama mientras el marido tenía concubinas y las esclavas eran utilizadas también por sus amos, las mujeres eran entregadas como trofeos a los vencedores en las guerras; las
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mujeres estaban obligadas a cumplir tareas en las casas, incluso las mujeres de clases superiores hilaban, servían los alimentos, cocinaban... aparte estaban obligadas a cumplir con las tareas de esposas, madres y cuidadoras del hogar, en ausencia de sus maridos asumían y poseían el mando económico. En Esparta los espartanos y espartanas estaban sometidos a unas leyes diferentes de las restantes ciudades griegas. En esta ciudad estado prima la guerra y como consecuencia el mundo que gira en su entorno: la mujer abastecía al estado de nuevos guerreros, no existía ceremonia nupcial propiamente dicha, la mujer era “raptada”, cuando los padres de la misma ya estaban informados, los jóvenes esposos no vivían juntos hasta que el marido no cumplía los treinta años, no se podían ver durante los primeros doce años del matrimonio; si la novia no se quedaba embarazada se rompía el matrimonio sin escándalo, con lo cual, la mujer quedaba en disposición de volver a casarse. La legislación espartana contemplaba la posibilidad del adulterio legal, las mujeres podían celebrar encuentros extramatrimoniales con otros hombres, siempre que el marido consintiese, no solamente se relacionaban con hombres fuera del matrimonio, también lo hacían con los esclavos, en algunas ocasiones la legitimidad de los nacidos de estas relaciones era puesta en entredicho, pero sólo cuando al estado no le interesara por factores demográficos. Como consecuencia de la ausencia de los hombres por las guerras continuas de los espartanos, las mujeres adquieren poder económico y social siendo ellas las que llevan las haciendas, incluso haciendo gala de las riquezas. Aristóteles alabó, en su Ética a Nicómaco, el amor conyugal, afirmando que no habrá mayor impulso para la virtud que este afecto y cariño mutuo, defiende también una fidelidad y una responsabilidad igual y compartida para los dos cónyuges. (Diez Celaya, 1997) La separación de los sexos fue para la mujer espartana un aliciente para poder gozar de mayores cotas de libertad. Estas costumbres se fueron cambiando a partir de la época clásica y en el siglo IV a. C. ya se habían homologado con el resto de la Grecia Clásica. En Atenas la mujer era considerada una menor jurídicamente, apenas poseía derechos, pasaba de los padres a los maridos y si faltaran éstos a los hijos, debía permanecer en el hogar y estaba mal visto que saliera por la calle e hiciera ostentación de riquezas, la compra la realizaban las esclavas; las mujeres atenienses de clases inferiores trabajaban en diferentes oficios y actividades, en las
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casas griegas las mujeres ocupan al igual que las esclavas lugares diferentes que los de los hombres, normalmente esta zona era la interior. Un célebre orador Esquines dice que la mujer sorprendida en adulterio no debe ostentar adornos, ni visitar los templos públicos, para que no pueda corromper a las mujeres honradas, pero si acude al templo o se adorna, el primer hombre que la encuentre puede rasgar sus vestidos y arrancarlos de su cuerpo, quitarle los adornos e incluso pegarle pero no puede matarla ni dejarla tullida, bastándole el convertirla en una mujer deshonrada y privándole de todo placer en la vida. El papel de la mujer era el de la procreación, era muy difícil para ella separarse de su marido, tenía que ser en circunstancias muy complicadas y apoyadas por un varón; si la mujer era pillada en adulterio, se podía llegar a vender en el mercado de esclavos, y el divorcio era obligatorio para el marido, el varón implicado era severamente castigado y el marido tenía derecho a matarlo. El marido sólo estaba obligado, si repudiaba a su mujer, a devolver al padre de la mujer la dote aportada por ésta, esta dote el marido podía utilizarla, pero tenía que mantener a la mujer con los beneficios de la misma. La mujer romana. El derecho romano desde las llamadas leyes de Rómulo hasta las leyes de Augusto, se basa fundamentalmente y con relación al tema que tratamos en la noción de “Potestas”; es decir, autoridad casi ilimitada del padre de familia, el pater familias gobernaba y era dueño de todos los bienes y poseía el derecho de vida y muerte sobre sus hijos, mujer y esclavos, si éste faltaba, la autoridad pasaba a manos del tutor o familiar varón más cercano. Esto hace que las mujeres en Roma estén plenamente sometidas al varón y como consecuencia de ello sean condicionadas e inferiores. En las leyes de Rómulo, incluso se contemplaba la no-sanción en caso de que se produjera infanticidio en los niños nacidos con deformaciones o enfermedades, y con preferencia se debían salvar a las niñas primogénitas, siendo obligatorio criar a todos los varones. Las mujeres romanas podían participar del ocio y de actividades culturales y aunque las tareas del hogar eran de ellas, las mujeres con destrezas culturales eran preferidas a las que no. Cuando se conquista el Oriente Mediterráneo, el concepto de autoridad marital va a cambiar drásticamente, las mujeres comienzan a tener y ostentar sus riquezas, en el año 215 a. de C, se promulgó la ley Oppia con la que se pretendía detener el incremento de lujo de las mujeres, esta demostración y acopio de riquezas se debió a
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que la ausencia de sus maridos y tutores inmersos en las guerras y conquistas, le dio a la mujer poder sobre sus tierras, producción y riquezas; con la llegada de la República las mujeres van a poder vestirse de hombres y asistir a los baños públicos, ejercieron el derecho, actuaron como procuradoras, pero esta situación no obstante duró poco, el matrimonio se convertía en tal si se podía demostrar por medio de dos testigos que el hombre y la mujer convivían por lo menos durante un año, como en Atenas si el hombre se divorciaba tenía que devolver el dinero de la dote a la familia de la mujer. De igual modo la Lex Julia no trata de igual manera al hombre y a la mujer; ésta es culpable de adulterio si mantiene relaciones sexuales con un hombre que no sea su marido; mientras que el hombre sólo es declarado adúltero si la mujer con la que se relaciona está casada. El marido engañado debe llevar a su mujer ante un tribunal en los sesenta días que sigan al descubrimiento del delito. Detalle curioso, si el marido que descubre la infidelidad de su mujer no la denuncia, puede Ser acusado de proxenetismo. La mujer reconocida como adúltera por un tribunal, entra en la categoría de las prostitutas después de la sentencia, y carece de los principales derechos cívicos. (Adriansens, 2001). Las esclavas podían ser vendidas y utilizadas sexualmente por los maridos romanos, siendo esto consentido por sus esposas.
1.2. LA MUJER EN LA EDAD MEDIA La Edad Media es un momento histórico largo y oscuro como podría deducirse de las crónicas, quema de brujas, labradores esquilmados por los nobles, Inquisición; y un largo etcétera. Para poder afirmar una cosa u otra con relación a la mujer, como en el resto de la historia salvo contadas excepciones, la mujer estuvo bajo el yugo del hombre y de los valores que contiene una sociedad patriarcal. (Lorente, 1998). La enseñanza deliberada de la violencia doméstica, combinada con la doctrina de que las mujeres por naturaleza no podían tener derechos humanos, llega a tener tal auge en la Edad Media, que los hombres llegan a tratar a sus mujeres peor que a sus bestias. Los caballeros de la Edad Media eran tan asiduos a pegar a