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RETOS DEL DERECHO EN EL SIGLO XXI

FRANCISCO MANUEL GARCÍA COSTA MARÍA MAGNOLIA PARDO LÓPEZ Directores

Valencia, 2009


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A nuestros mayores



Índice PRÓLOGO .............................................................................................................. PRESENTACIÓN ...................................................................................................

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FILOSOFÍA DEL DERECHO Diálogo intercultural y ciudadanía ......................................................................... JUAN BENITO MARTÍNEZ

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The Right to Sacred Suicide: Sallekhana Among Jain Communities India and the United States of America ........................................................................................ WHITNY M. BRAUN

31

El desarrollo sostenible y la cohesión social como presupuestos para el desarrollo de los derechos de solidaridad: el derecho a la paz y los derechos ecológicos ........ TERESA VICENTE JIMÉNEZ

47

DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO Respuestas de la sociedad internacional ante los nuevos métodos del terrorismo internacional ........................................................................................................... MARÍA JOSÉ CERVELL HORTAL

59

Últimos desarrollos en la lucha contra el terrorismo internacional en el ámbito universal.................................................................................................................. EVA MARÍA RUBIO FERNÁNDEZ

81

CIENCIA POLÍTICA Y DERECHO CONSTITUCIONAL The Eighth Amendment dichotomy: the ethical and legal debate over prisoner´s constitutional right to healthcare and organ transplantation ................................ WHITNY M. BRAUN Algunos desafíos del Derecho Constitucional en el siglo XXI................................. FRANCISCO MANUEL GARCÍA COSTA La ingeniería política y los fundamentos del Derecho constitucional: una perspectiva comparada .............................................................................................................. ANTONIO GARRIDO RUBIA

133

153

179


ÍNDICE

10

La larga marcha hacia la democracia en Nepal (1990-2007) ................................ MARIO LÓPEZ AREU

207

La educación constitucional como reto de la legislación educativa española ....... ELENA MACÍAS OTÓN

225

Consideraciones políticas sobre un proceso pseudoconstituyente europeo ........... JERÓNIMO MOLINA CANO

239

Un caso difícil, una solución aceptable, un argumento inacabado: sobre la libertad religiosa y la objeción de conciencia en la jurisprudencia constitucional ............. MARÍA MAGNOLIA PARDO LÓPEZ

255

DERECHO ADMINISTRATIVO Retos del derecho administrativo en el siglo XXI en materia de ordenación del territorio, urbanismo y medio ambiente ................................................................. MARÍA FUENSANTA GÓMEZ MANRESA

287

La Administración electrónica como reto del Derecho administrativo en el siglo XXI .......................................................................................................................... ISAAC MARTÍN DELGADO

309

La responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas en la jurisprudencia reciente del Tribunal Supremo................................................................................ LUIS MEDINA ALCOZ

339

Los centros de intercambio de derechos al uso privativo del agua. Perspectivas actuales y retos de futuro ........................................................................................ TERESA MARÍA NAVARRO CABALLERO

361

Reflexiones dispersas en torno a algunos de los condicionantes y retos actuales del régimen jurídico de la cultura y del patrimonio cultural ....................................... LEONARDO SÁNCHEZ-MESA MARTÍNEZ

379

DERECHO PENAL El concepto de terrorismo y sus manifestaciones criminológicas.......................... DAVID LORENZO MORILLAS FERNÁNDEZ

421


ÍNDICE

11

DERECHO FINANCIERO Y TRIBUTARIO La residencia habitual en la Comunidad Autónoma ............................................. MARÍA DEL MAR DE LA PEÑA AMORÓS

441

DERECHO DEL TRABAJO Principales manifestaciones de la buena fe sobre el contrato de trabajo del siglo XXI .......................................................................................................................... ALEJANDRA SELMA PENALVA

475

DERECHO PRIVADO Las nuevas perspectivas del fraude de acreedores en los negocios a título gratuito.. JOSÉ CARLOS ESPIGARES HUETE

499

Las prácticas engañosas en la Directiva sobre prácticas comerciales desleales ..... CARLOS LEMA DEVESA PABLO FERNÁNDEZ CARBALLO-CALERO

511

Administrador de sociedad de capital: ¿una profesión de riesgo?.......................... MARÍA JOSÉ VERDÚ CAÑETE

527



Prólogo Prologar un libro es una tarea grata, pero también complicada, especialmente cuando se trata, como en este caso, de la presentación de un libro colectivo que reúne a más de veinte autores de diferentes ramas del derecho y cuyo contenido es tan sugestivo como variado al versar sobre cuestiones cuya importancia y actualidad hace que se nos revelen como algunos de los más significativos retos del Derecho en el siglo XXI. Prologar un libro como éste se convierte en un reto que, en cualquier caso, acometo con la satisfacción de quien se considera unida por razones de estrecha relación universitaria a los autores que firman los distintos capítulos de esta obra. Intervienen en el mismo Profesores de distintas Universidades, tanto españolas como extranjeras: Loma Linda (California), Complutense, Granada, Castilla-La Mancha, Vigo y Miguel Hernández. Sin embargo, la mayor parte de los participantes en este libro pertenecen al claustro de Profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia, lo que da buena prueba de la magnitud del compromiso de esta Facultad con el estudio y con el avance de nuestra Ciencia jurídica. Junto a los coordinadores, profesores de Derecho Constitucional, se encuentran mis compañeras de Derecho Internacional Público, las Doctoras Rubio Fernández y Cervell Hortal que fieles a su compromiso con el estudio y análisis de temas de actualidad se han preocupado, junto con el Doctor Morillas Fernández, del terrorismo. Además se han sumado a este esfuerzo profesoras de Derecho Administrativo, Derecho Financiero y Tributario y Derecho del Trabajo y, como no, la Doctora Vicente Jiménez, que nos ofrece una nueva muestra de su compromiso con los derechos humanos. Si hay algo que caracteriza a los autores es su juventud, la misma que les ha conducido a preocuparse por esas nuevas cuestiones clave que la evolución de los acontecimientos ha convertido en retos del Derecho en el siglo XXI y con las que muy posiblemente deban convivir durante buena parte de su trayectoria universitaria. Así, en este libro el lector encontrará tratadas muchas cuestiones que le serán de gran interés por múltiples razones. Desde los retos que ha generado la aparición de las actuales sociedades multiculturales hasta la cuestión del terrorismo internacional; desde la exigibilidad de los derechos sociales hasta la protección del patrimonio histórico-artístico y medioambiental; desde los retos vinculados a la emergencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación hasta las actuales transiciones constitucionales. Junto a estos desafíos, también acoge esta obra otros viejos retos que llegado este siglo XXI nos muestran nuevas dimensiones, nuevas perspectivas que les siguen confiriendo relevante actualidad: las actuales implicaciones de la li-


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PRÓLOGO

bertad religiosa, los nuevos supuestos de objeción de conciencia, la necesidad de incorporar al sistema educativo una adecuada educación constitucional, los nuevos desafíos en materia urbanística, los problemas actuales de la descentralización territorial del Estado en materia tributaria, etc... Se trata, pues, de un elenco representativo de los variados y diferentes retos del Derecho en el siglo XXI que se ofrecen al lector en el presente volumen. No quisiera terminar estas líneas introductorias sin manifestar mi agradecimiento a los coordinadores de esta obra por haberme invitado a prologar este libro y felicitar a todos los autores del mismo por sus excelentes contribuciones, felicitación que deseo hacer extensiva al Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia y a la editorial Tirant lo Blanch con el ruego de que sigan dedicando recursos a la publicación de obras como ésta que tanto contribuyen al beneficio de la Ciencia jurídica y de los jóvenes profesores universitarios. Esperanza Orihuela Calatayud Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia


Presentación El presente libro tiene su origen en el curso de la Universidad Internacional del Mar “Las respuestas del Derecho a los retos del Siglo XXI”, celebrado en Los Alcázares entre los días 17 y 21 de septiembre de 2007. Se recogen en esta obra parte de las ponencias que se presentaron en dicho curso, así como otros trabajos que se han añadido posteriormente sobre la misma temática, lo cual ha permitido trazar un cuadro lo más completo posible de los diversos desafíos del Derecho que se han presentado durante los primeros años de evolución de este siglo XXI. Hemos decidido agrupar los trabajos en distintos bloques temáticos: Filosofía del Derecho, Derecho Internacional Público, Ciencia Política y Derecho Constitucional, Derecho Administrativo, Derecho Penal, Derecho Financiero y Tributario, Derecho del Trabajo y Derecho Privado. Para acabar esta breve presentación nos gustaría mostrar nuestro agradecimiento a las distintas personas e instituciones que han hecho posible la publicación de este libro. Quisiéramos, en primer lugar, agradecer a todos los participantes en el mismo, así como a todos aquellos otros compañeros que intervinieron en el referido Curso de La Universidad del Mar y que no han podido intervenir finalmente en este libro. Igualmente, nos gustaría expresar nuestra gratitud a José Antonio Cobacho Gómez, Rector de la Universidad de Murcia, a Eduardo Osuna Carrillo de Albornoz, Director de la Universidad Internacional del Mar, así como a todo el equipo humano de dicha Universidad. Quedarían incompletos estos agradecimientos si en ellos no mencionáramos a Isabel Casanova Aguilar y a Fernando Navarro Aznar, verdaderos impulsores del presente libro, y a Esperanza Orihuela Calatayud, Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia, cuya generosa e ilimitada ayuda ha hecho posible que este libro vea la luz. Finalmente, nuestro reconocimiento a dos instituciones que han contribuido también decisivamente al patrocinio de este libro: el Excmo. Ayuntamiento de Los Alcázares y la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia. Los Directores



DIÁLOGO INTERCULTURAL Y CIUDADANÍA JUAN BENITO MARTÍNEZ Profesor de Educación para la paz y la ciudadanía Universidad de Murcia jbenito@um.es

I. INTRODUCCIÓN Aprender a vivir juntos, aprender a convivir con los demás, además de constituir una finalidad esencial de la educación, representa uno de los principales retos para los sistemas educativos actuales. Uno de los documentos más importantes de estos últimos años, por lo que se refiere al análisis del hecho educativo y más específicamente todavía a sus expectativas de futuro, es el Informe: “La educación encierra un tesoro” (Delors, 1996), realizado para la UNESCO por la Comisión internacional sobre educación para el siglo XXI. Se afirma en él que los cuatro pilares sobre los cuales debe fundamentarse la educación del futuro son: aprender a conocer; aprender a hacer; aprender a vivir juntos y aprender a ser. Los dos últimos adquieren, pues, una especial significación y relieve en este contexto de creciente complejidad cultural y de desigualdad social. Complementariamente, la Comisión Europea ha designado 2010 como Año europeo de lucha contra la pobreza y la exclusión social. En 2007 la Unión Europea celebró el Año europeo de la igualdad de oportunidades para todos y 2008 es el Año europeo del diálogo intercultural, como antes 2005 fue Año europeo de la ciudadanía a través de la educación. De acuerdo con la Decisión 1983/2006/CE de 18 de diciembre de 2006, relativa al Año europeo del diálogo intercultural (2008) (DOUE L 412/44), sus objetivos generales son contribuir a: – promover el diálogo intercultural como proceso que permite a todas las personas que viven en la Unión Europea mejorar su aptitud para vivir en un entorno cultural más abierto, aunque también más complejo, donde coexisten diferentes identidades y confesiones, tanto entre los distintos Estados miembros como dentro de cada Estado miembro; – poner de relieve que el diálogo intercultural brinda una oportunidad de contribuir a una sociedad variada y dinámica, no sólo en Europa, sino también en el resto del mundo, y de beneficiarse de ella;


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JUAN BENITO MARTÍNEZ

– sensibilizar a todos los que viven en la Unión Europea, y en particular a los jóvenes, ante la importancia de desarrollar una ciudadanía europea activa y abierta al mundo, respetuosa de la diversidad cultural y basada en los valores comunes de la Unión Europea, tal como se definen en el artículo 6 del Tratado UE y en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea; – destacar la contribución de las diferentes culturas y expresiones de la diversidad cultural al patrimonio y los modos de vida de los Estados miembros de la Unión Europea. Y sus objetivos específicos: – tratar de incrementar la sensibilización de todos los que viven en la Unión Europea, en particular los jóvenes, respecto de la importancia de comprometerse con el diálogo intercultural en su vida diaria; – trabajar para identificar, compartir y hacer que gocen de proyección europea las buenas prácticas en la promoción del diálogo intercultural en la Unión Europea, en particular entre los jóvenes y los niños; – fomentar el papel de la educación como vector importante de aprendizaje de la diversidad, mejorar la comprensión de otras culturas y de desarrollo de capacidades y buenas prácticas sociales, y destacar el papel central de los medios de comunicación en la promoción del principio de igualdad y comprensión recíprocas; – aumentar la visibilidad y mejorar la coherencia de todos los programas y acciones de la Comunidad que contribuyan al diálogo intercultural, promoverlos y garantizar su continuidad; – contribuir a la exploración de nuevos enfoques en materia de diálogo intercultural que impliquen la cooperación entre una amplia gama de interesados procedentes de distintos sectores. Sin olvidar el Decenio internacional de una Cultura de paz y no violencia para los niños del mundo 2001-2010, recordando que se proclamó el año 2000 Año internacional de la Cultura de la paz. Entonces, en el Manifiesto 2000 se recogía uno de sus principios básicos: “Escuchar para comprenderse. Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando la escucha y el diálogo”. Estos hitos y elementos discursivos nos sirven como referentes en el desarrollo de esta colaboración que intentará abordar los temas desde una perspectiva socioeducativa, entendiéndola como una “respuesta” ante “los retos de las actuales sociedades multiculturales” y, en todo caso, complementaria a “las respuestas del derecho”.


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II. EDUCACIÓN Y DIÁLOGO INTERCULTURAL La población extranjera en general ha ido aumentando paulatinamente en nuestro país en los últimos años. Los datos de la Revisión del Padrón municipal 2008 (INE, 2008) mostraban que en España hay 5.268.762 personas procedentes de otros países, sobre un total de 46.157.822. Los sistemas educativos de los países que conforman la Unión Europea fueron diseñados y creados para dar respuesta a las necesidades de unas sociedades mucho más homogéneas y cerradas que las actuales. Por ello, a distintos ritmos, y respondiendo a fluctuaciones migratorias caracterizadas de forma muy diferente en cada uno de ellos, todos los sistemas educativos han pasado en las últimas décadas por procesos de reforma entre cuyos objetivos principales se encuentra la apertura de los centros educativos a la diversidad y la complejidad de las nuevas sociedades pluriculturales. El sistema educativo español comenzó su reajuste a ésta y a otras nuevas demandas de la sociedad en los inicios de los noventa con la promulgación de la LOGSE. Desde entonces hasta hoy, la realidad social y la complejidad del mosaico pluricultural ha seguido cambiando vertiginosamente, de tal modo que construir un sistema educativo de calidad para todos y todas, que sirva de motor para la construcción de una nueva ciudadanía intercultural sigue siendo el reto del futuro, reto que sin duda ilustra la evolución de los datos que ofrece el dossier elaborado por el Centro de investigación y documentación educativa (CIDE, 2007) a partir de las “Estadísticas de las enseñanzas no universitarias. Datos avance del curso 2006-2007”, realizadas por la Oficina de Planificación y Estadística del MEC. En él se considera alumnado extranjero a aquél que no posee la nacionalidad española y se refleja que dicho fenómeno presenta características muy distintas si se tiene en cuenta la titularidad de los centros donde se han ido escolarizando estos alumnos, pudiendo establecerse que el incremento se ha producido fundamentalmente en los centros de titularidad pública. Los fenómenos interculturales afectan a todos los componentes de nuestras sociedades, y su análisis aparece como una condición inexcusable a la hora tanto de intentar comprenderlos, como a la de aportar propuestas de solución, democrática y respetuosa con los derechos humanos, a los desafíos que la actual pluralidad sociocultural plantea. A la elaboración de esos nuevos cimientos de una sociedad intercultural está convocada la educación, especialmente para capacitar a los ciudadanos para sentar las bases en un modelo de sociedad que, rompiendo con prejuicios y estereotipos que atentan contra los seres humanos y sus derechos, abra las puertas a una controversia intercultural enriquecedora y dispuesta a un diálogo libre y sin condiciones previas.


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Ello hace que la Educación intercultural sea también una educación política en un sentido amplio, en el que el principio metodológico puede ser una didáctica comunicativa, entendiendo que la Educación intercultural, cuando tiene que ver con condiciones sociales concretas, no puede realizarse sin que surjan conflictos, puesto que las necesidades y los intereses, que difieren según las personas y los grupos, y en función de su origen sociocultural, deben negociarse y, en su caso, ser objeto de un acuerdo, a causa de las múltiples diferencias existentes entre unos y otros, teniendo en cuenta que el objetivo es encontrar una base sólida para una convivencia en la cooperación. Conflicto, interés y solidaridad son, por lo tanto, categorías políticas que deben ser objeto de una Educación intercultural. No basta con tener algunos conocimientos sobre los conflictos en la sociedad, es necesario actuar. En estas circunstancias, la Educación intercultural es un entrenamiento para la democracia. La realidad multicultural de la sociedad actual es, por ella misma, conflictiva y la perspectiva intercultural, que exige el reconocimiento de la propia identidad cultural, se presenta como una alternativa idónea para solucionar los conflictos culturales. Para que el interculturalismo no se quede en retórica vacía y autocomplaciente debe asumir el reto de apostar por la convivencia en condiciones de igualdad y cooperación, frente a cualquier dinámica de exclusión. El “Informe sobre Desarrollo Humano 2004” está dedicado a “La libertad cultural en el mundo diverso de hoy” (PNUD, 2005), entendiendo que la democracia y el crecimiento equitativo no son suficientes para acoger las crecientes demandas de inclusión social y de respeto hacia el diferente. También se requieren políticas que reconozcan las diferencias, defiendan la diversidad y propicien la libertad cultural, es decir, que todos tengan la libertad de escoger quiénes son. En el capítulo 3, titulado “La construcción de democracias multiculturales”, se expone que “las políticas multiculturales no sólo son convenientes sino que además son factibles y necesarias; que los individuos tienen identidades múltiples y complejas; que las culturas distan mucho de ser estáticas, que —por el contrario— están en constante evolución; y que al admitir que existen diferencias culturales es posible lograr resultados equitativos” (PNUD, 2005: 47). Habitualmente, las preguntas a las que deben responder los educadores y otros profesionales del ámbito socioeducativo suelen ser de este tipo: ¿quiénes son los inmigrantes?, ¿de dónde vienen?, ¿cómo son?, ¿qué hacen? Otra propuesta se centra en preguntarnos por nosotros mismos, es decir, ¿qué representa un inmigrante?, ¿por qué sentimos miedo ante la llegada de inmigrantes?, ¿por qué existe un entorno social y cultural hostil hacia la inmigración? Operar de esta manera supone observar estos fenómenos como síntomas de un malestar social y, desde este punto de vista, el centro de atención recae sobre nuestro propio malestar y a partir de ahí es posible focalizar los problemas para actuar


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sobre sus causas, o al menos reconocer su idiosincrasia de cara a un diálogo. La inmigración, como todo fenómeno social, está simbólicamente construida; en torno a ella hay representaciones, ideas y cuestiones que afectan a nuestra forma de verla, de entenderla y de relacionarnos con ella, y al fenómeno mismo, puesto que todas esas ideas influyen en las relaciones, en el diálogo entre unos y otros.

III. EDUCACIÓN Y CULTURA PARA LA PAZ 1. Cultura de violencia La cultura de la violencia es “cultura” en la medida en que a lo largo del tiempo ha sido interiorizada e incluso sacralizada por amplios sectores de muchas sociedades, a través de mitos, simbolismos, políticas, comportamientos e instituciones, y a pesar de haber causado dolor, sufrimiento y muerte a millones de seres. La cultura de la violencia impregna todas las esferas de la actividad humana: la política, la religión, el arte, el deporte, la economía, la ideología, la ciencia, la educación... incluso lo simbólico, y siempre con la función de legitimar tanto la violencia directa como la estructural y, por supuesto, la guerra, buscando razones y excusas para justificar el uso de la fuerza y la práctica de la destrucción, y normalmente en nombre de algo superior, ya sea un dios o una ideología. Sirve también para paralizar a la gente, para infundirle el miedo, para hacerla impotente frente al mundo, para evitar que dé respuestas a las cosas que la oprimen o le producen sufrimiento. Porque, en definitiva, como expresaba Bettelheim (1982: 98), “la violencia es el comportamiento de alguien incapaz de imaginar otra solución a un problema que le atormenta”. En su expresión actual, algunos de los fundamentos esenciales de esta cultura de la violencia son los siguientes, siguiendo a Fisas (1998: 351-352): El patriarcado y la mística de la masculinidad. La búsqueda del liderazgo, el poder y el dominio. La incapacidad para resolver pacíficamente los conflictos. El economicismo generador de desintegración social y su principio de competitividad. El militarismo y el monopolio de la violencia por parte de los Estados. Los intereses de las grandes potencias.


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Las interpretaciones religiosas, que permiten matar a otras personas. Las ideologías exclusivistas. El etnocentrismo y la ignorancia cultural. La deshumanización (la consideración de otros seres humanos como ‘objetos’). El mantenimiento de estructuras que perpetúan la injusticia y la falta de oportunidades y de participación. De este modo se obvia que el elemento esencial de la supervivencia de nuestra especie ha sido siempre el diálogo, la cooperación, y no la lucha (Genovés, 1971). De esta forma, como ha señalado Sky (1997), los usos de la cultura de dominación han conocido una evolución y una mejora constantes, mientras que lo esencial de una cultura de cooperación ha quedado atrofiado.

2. Cultura de Paz Tomando como punto de partida lo humano, la persona, la Cultura de Paz se presenta como una aspiración por edificar, crear y construir nuevos marcos de relaciones humanas. De este modo se insiste no ya sólo en la importancia y el protagonismo de las personas para orientar y decidir sobre ellas mismas, sino también en el hecho de que abrigamos el convencimiento de que es en la mente de los hombres donde ciertamente se potencia o debilita las posibilidades de ejercer la violencia, la injusticia o la imposibilidad de conseguir regular los conflictos. Lo cual nos lleva a la urgencia de que los pueblos dominantes terminen con su arrogancia y lleven a cabo un “desarme cultural”, aceptando el hecho de la multiculturalidad y la riqueza de la diversidad humana. En estos temas, la Educación y la Cultura para la Paz deberían enseñarnos a perder el miedo a la diferencia del otro. Todo ello, sin duda, implica necesariamente unos retos, también para la Cultura de la Paz, definida, como lo hace la Declaración y programa de acción sobre una Cultura de Paz (ONU, 1999) del siguiente modo: Artículo 1 Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional


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c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futura f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.

El establecimiento de las bases de esa nueva realidad cultural no puede ser ajeno a la democracia moral, es decir, a la plasmación de los valores democráticos, ya que no será posible que vivamos en paz si no somos capaces de establecer acuerdos sociales mínimos que, partiendo del respeto a las diferencias y de la tolerancia entre culturas, ideologías y pensamientos distintos, articulen las relaciones y la solución de conflictos mediante reglas comúnmente compartidas. Y es precisamente desde la necesidad de una concienciación de los ciudadanos por la paz desde donde se podrá lograr llevar a cabo acciones tendentes a conseguir mayores cuotas de paz y de Cultura para la Paz, estando muy atentos a la actitud y al compromiso de los ciudadanos. Ello comporta un acicate para muchos de los educadores para afrontar el reto de contribuir al tránsito de una cultura de violencia a una Cultura de Paz. La comprensión de la naturaleza del poder requiere una conciencia de las estructuras que lo han creado y, al mismo tiempo, considerar el concepto del poder personal y el rol de la educación en la capacitación de los alumnos a la luz de las condiciones estructurales. La Educación para la Paz tiene que adoptar una perspectiva crítica y desafiar las estructuras de poder injustas. Este enfoque supone una disposición para oponerse a la injusticia (Benito y García, 2001) y abordar educativamente los conflictos escolares (García y Benito, 1999). Así pues, y a título de recopilación, los grandes ejes de la tarea para formar esta Cultura de Paz parecen ser los siguientes: . Recuperar valores perdidos para que los individuos sean más responsables, tanto en la esfera pública como en la privada y doméstica, en lo local y lo planetario. . Desarrollar una ética global para socializarnos en la humanidad, así como nuevos elementos normativos.


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. Mejorar, ampliar y universalizar los Derechos Humanos. . Desacreditar y deslegitimar la guerra, la violencia y el uso de la fuerza. . Potenciar el conocimiento y el diálogo entre culturas y religiones. . Superar la mística de la masculinidad a través de la empatía, el afecto, la ternura y la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos. . Satisfacer las necesidades básicas y las potencialidades de desarrollo y decisión de las personas, en un modelo de desarrollo que no esté disociado de su contexto humano y cultural. . Fortalecer la sociedad civil. . Atender al principio de sustentabilidad y cuidar el uso de los recursos limitados. . Actuar sobre las raíces de los conflictos, y no sólo sobre sus manifestaciones. . Mejorar la gobernabilidad democrática y aumentar la participación de la ciudadanía. . Desmilitarizar las políticas de seguridad, potenciar la prevención de los conflictos e invertir en la construcción de la paz. . Priorizar las inversiones educativas sobre las militares. . Una nueva mirada a los conflictos y una educación sobre la forma de regularlos y transformarlos positivamente. . Una educación para la crítica y la disidencia. . Unos medios de comunicación más responsables en la formación de las personas y menos transmisores de violencia. De forma sintética, podemos decir que una organización democrática preocupada por ser en sí misma fuente de irradiación de valores característicos de una Cultura de Paz, debe reflexionar y autoevaluarse de forma continua, entre otros aspectos, sobre la cultura colaborativa, que igualmente exige una Cultura de Paz, requiere que la propia colectividad debe impulsar, la participación como valor social.


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