
Marta Venceslao
M. Carmelita Lapadula
Eveline Chagas Lemos
Violeta QuirogaEdición
UNIVERSITAT DE BARCELONA. ESCOLA DE TREBALL SOCIAL GRITS. Grup de Recerca i Investigació en Treball Social




Dirección e Investigadora principal VIOLETA QUIROGA
Investigadoras MARTA VENCESLAO, MARÍA CARMELITA LAPADULA EVELINE CHAGAS LEMOS
Asistente de investigación MARIANA ROMANO
Dirección de arte QUIM DEU
Fotografías NÚRIA PRIETO
Financiación
INTERREG POCTEFA

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DEDICATORIA
En primer lugar, quisiéramos agradecer a los jóvenes del centro PIL Alba Jussà, UN EQUIPO DE DIEZ , el modo en que nos han enseñado a reconocernos, escucharnos y repensarnos colectivamente para conseguir una sociedad más acogedora entre todos y todas, soñando que el cambio es posible tanto para sus vidas como para las nuestras.
En segundo, gracias al Equipo directivo de la Fundación Alba Jussà y al equipo educativo del centro PIL Alba Jussà que nos han permitido acompañarlas en el proceso social y educativo de arraigo de estos jóvenes en el territorio, mostrando que la motivación, la acción, la innovación y el compromiso son elementos esenciales para acercarnos a la transformación social.
En tercer lugar, gracias a los diversos agentes del territorio con los que hemos colaborado. Especialmente, a las dinamizadoras cívicas del Consell Comarcal, al responsable territorial del SOC del Pallars Jussà, al técnico de prensa y comunicación de la Delegación Territorial a l’Alt Pirineu i Aran, a la alcaldesa de Tremp y a los alcaldes de la Pobla de Segur, Talarn y Vilamitjana. Sin ellas y sin ellos tampoco hubiera sido posible tejer las imprescindibles redes de la inclusión y la ruptura de estereotipos.
En cuarto lugar, gracias a la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia, al Servicio de Ocupación de Cataluña y a la Agencia Catalana de Juventud por poner las bases de la construcción de un proyecto piloto de integración de estos jóvenes y creer en la innovación social para avanzar.
En el quinto y último lugar, gracias a la coordinadora del proyecto transfronterizo AVENIR por contar con nosotras y darnos la oportunidad de aprender de otras experiencias para caminar juntas en pos de una sociedad más igualitaria, equitativa y justa.
PRÓLOGO
El territorio de los Pirineos está experimentando un declive demográfico con el envejecimiento de su población y el éxodo rural. Por ello, es importante acoger a jóvenes para que puedan trabajar en los servicios, las tiendas, los negocios y, en general, para sostener el tejido humano, asociativo y cultural de estas regiones montañosas.
Al mismo tiempo, los jóvenes que migran llegan sin sus tutores legales a Europa. Sea cual sea su nacionalidad, la mayoría de estos menores no acompañados/as cuentan con el apoyo de los servicios sociales, que se ocupan de su educación y formación.
Con el proyecto de cooperación AVENIR , ideado entre Francia y España los agentes sociales, formativos y económicos se han comprometido a dar a estos/as niños/as migrados/as la posibilidad de un futuro mejor en los Pirineos para intentar revitalizar este territorio en decadencia. En efecto, estos jóvenes tienen la oportunidad de cubrir una necesidad laboral de las empresas para puestos de trabajo en tensión en nuestros territorios, particularmente en los sectores de la construcción, la alimentación u otros servicios. El proyecto ha mostrado que son jóvenes motivados/as y competentes, el contacto con los profesionales de la intervención social-educativa y los líderes empresariales que los acogen lo muestran.
Mejorar la acogida de estos/as jóvenes, ofreciéndoles un lugar en nuestra sociedad, aprovechando también su singularidad, significa dar futuro a nuestro territorio y nuestras empresas. Esto es lo que esperamos para todos/as con el proyecto AVENIR
Graziella Filoni
Coordinadora del proyecto AVENIR
Chambres de Métiers des Pyrénées
INTRODUCCIÓN
Las migraciones de menores no acompañados/as (MNA) se enmarcan en un escenario político, económico y social marcado por la globalización y la fluidez de las comunicaciones y los desplazamientos humanos. En este contexto, la comunidad internacional ha ido tomando conciencia paulatinamente de la importancia de la protección de los derechos de la infancia (Quiroga, 2003)
A partir de la aprobación del CDI en 1989 , se empezó a visibilizar la migración de menores de edad no acompañados/as en Europa. Aunque se trataba de un fenómeno presente a lo largo de la historia, contemplar esta nueva realidad fue el primer e imprescindible paso para revisar las políticas europeas en materia de protección. Sin embargo, pronto se vivió como un problema, principalmente a causa de unas leyes de control migratorio ajenas a los derechos de la infancia y adolescencia.
A finales de los años 90 , se identifican los primeros menores inmigrados en las calles de Barcelona y Madrid. Estos adolescentes, principalmente de origen marroquí, hacían el viaje solos, llegaban sin documentación y sin familiares o adultos de referencia después de haber pasado por la Comunidad Autónoma de Andalucía y otras Comunidades del Estado español. Desde los primeros años del fenómeno, Cataluña ha sido una de las CCAA elegida como destino. Son varios los motivos: la fuerte presencia de población marroquí en el territorio; la percepción de un mayor nivel de vida, oportunidades formativas y laborales; su dimensión cosmopolita; la presencia del Barcelona Fútbol Club en la ciudad; o, entre otros motivos, contar con un circuito de atención con mayores cotas de protección social (Quiroga et al., 2018)
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Del 1996 hasta el 2021 , se han registrado más de veinte mil llegadas de adolescentes a Cataluña y la evolución del fenómeno ha incidido de forma considerable en las adaptaciones del sistema de protección (Bravo et al., 2017; DGAIA, 2022) . Durante estos años, Quiroga y Chagas (2020) identifican cuatro etapas de la evolución del fenómeno y del circuito de atención:
Etapa Nº 1: Desconcierto al desajuste del sistema de atención (1996—2002) , Etapa Nº 2: Estabilización del fenómeno (2003—2009) , Etapa Nº 3: Declive ligado a la crisis económica (2010—2015) y la Etapa Nº 4: Remonte y redes ilegales (2016— 2021) . La cuarta etapa alcanza una dimensión nunca vivida antes. Ante este aumento, la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA, en adelante) incrementó los recursos destinados al colectivo, hecho que vino acompañado de una modificación en el modelo de atención planteando diferentes fases de intervención: emergencia, acogida, intervención e integración y emancipación (más allá de los 18 años)
Estos años de análisis del fenómeno también permiten identificar la movilidad entre diferentes CCAA y países europeos debido a situaciones de maltrato institucional en las Administraciones, las tensiones entre el sistema de protección y el control migratorio y/o al no cumplimiento de las expectativas iniciales (Jiménez et al., 2019) .
Asimismo, es importante señalar que la transición de la infancia a la vida adulta es organizada por cada sociedad de diferentes formas. En este sentido, son múltiples los estudios que señalan que la forma de concebir la (pre)adolescencia y/o la juventud son una construcción social y cultural de estas sociedades. Dicha etapa se caracteriza por una transición en la que se adquiere un nuevo estatus como adulto, transformando el paraguas de derechos y deberes que envolvía a la anterior etapa. Este cambio puede darse a través de ritos de paso que marcan la salida y entrada a la nueva posición. En este sentido, la migración forma parte de un ritual que muestra el paso hacia la adultez, y del cual se construye un imaginario social en torno a la migración de los jóvenes como un paso que permite aumentar su estatus social.
El hecho de emigrar encuentra su resorte en el deseo de escapar de situaciones estructuralmente desfavorables (contextos de pobreza, guerra, conflictos familiares, etc.) , o de posiciones subjetivas (construcciones culturales y sociales) (Quiroga, Alonso y Sòria, 2009) . El joven emprende su viaje desde el lugar privilegiado que le brinda el sentido de aventura propio de la adolescencia. El paso a la adultez es, con mayor frecuencia, el de la migración en la que se obtiene un nivel de autonomía personal y económica con respecto de la familia, al tiempo que acaban encontrándose en condiciones de máxima desprotección y precariedad en los países de acogida (Torrado, 2015) .
Casi 30 años después de las primeras detecciones por los sistemas de protección, estas personas siguen cruzando nuestras fronteras, entre ellas los Pirineos, poniendo en riesgo sus vidas y sus sueños. En este marco, surge el proyecto AVENIR con el propósito de elaborar y experimentar un enfoque abierto, global e inclusivo entre Francia y España, destinado a mejorar el acceso al empleo de jóvenes menores no acompañados/as en los Pirineos. Esta región se caracteriza por el envejecimiento progresivo de la población y una alta tasa de personas inactivas. De ahí la importancia de acoger jóvenes que trabajen y se vinculen al territorio. Se trata de una propuesta piloto que pretende dar respuesta a esta doble cuestión. Unos Pirineos cada vez más despoblados de población pueden ser una oportunidad para estos/as jóvenes, algunos/as de los cuales proceden de áreas rurales y pueden encontrar un lugar donde arraigarse en un entorno cercano, tranquilo y respetuoso.
En el caso catalán, la asociación Alba Jussà habilitó en la ciudad de Tremp un servicio residencial (PIL) al cual fueron derivados diez jóvenes desde otros centros. En la parte francesa, el proceso de inserción se llevó a través del Centre de Formation aux Mètiers de l’Ariege. En Cataluña, el acento está puesto en la dimensión social y educativa y, en Francia, en la dimensión formativa.
El proyecto está cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional a través del programa Interreg V-A España— Francia—Andorra (POCTEFA 2014—2020) . En Cataluña, se gestiona
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proyecto AVENIR y su impacto en el territorio; y c) la participación del equipo de la Universidad de Barcelona.
En su conjunto, este libro pretender ser una contribución a la mejora de los procesos de integración de los/as jóvenes que migran solos/as. Creemos que la experiencia recogida a lo largo del proyecto nos permite señalar algunos elementos claves que facilitan su arraigo, y que pueden servir de orientación y modelo para ser replicados en otros territorios.
El proyecto AVENIR pretende mostrar unas prácticas de acompañamiento de estas nuevas generaciones hacia la autonomía plena en el área pirenaica, de acuerdo con los valores europeos. Lograrlo significará convertir a dichos/as jóvenes en ciudadanos/as responsables, orgullosos/as de sus orígenes, y también del país de acogida que les dio la oportunidad de una vida digna.
CAPÍTULO 01: EL PROCESO METODOLÓGICO
El proyecto AVENIR consta de 5 acciones, cada una liderada por uno de los socios del proyecto europeo. El equipo de investigación de la Universidad de Barcelona fue el responsable de la acción número 5. Ésta tuvo como objeto evaluar el proyecto a partir del acompañamiento de sus diferentes fases.
La evaluación se centra en el proceso de aprendizaje y pretende identificar y comprender los efectos y las circunstancias en las que se desarrolla el proyecto AVENIR. En este sentido, fue clave tener en cuenta los saberes de los diferentes agentes, así como los significados e interpretaciones que hacen sobre el proyecto. El enfoque de la evaluación se sostiene en los postulados de la investigación evaluación participativa que detallamos a continuación.
LA EVALUACIÓN PARTICIPATIVA
La aproximación metodológica del proyecto se desarrolló utilizando la evaluación participativa que, como la investigación/ acción, la investigación/participativa o la investigación/acción/ participativa, incorpora a los agentes en las diferentes etapas del proceso de intervención (investigación, diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación) (Aguilar Idáñez, 2011, p.93) . Desde esta posición, no solo se realiza la evaluación, sino que también se asume la responsabilidad sobre los resultados para tomar una acción comprometida en consecuencia con ellos. La evaluación participativa implica la transformación de la metodología de investigación en un diseño flexible que se va modificando a partir de la propia dinámica de la investigación (Angulo, 1988) . Investigador/a e investigados/as se convierten conjuntamente en “sujetos de la investigación” y en referentes del proceso investigador entrelazando simultáneamente los procesos de investigación aplicada, intervención social, orientación y acompañamiento (Quiroga, 2015) . La evaluación del proyecto AVENIR se basó en un estudio previo con el propósito de detectar las mejoras que se podían llevar a cabo para generar un cambio positivo. El trabajo se realizó entre el Grupo de Investigación e Innovación en Trabajo Social (GRITS) de la Universidad de Barcelona, las entidades y administraciones del territorio y los jóvenes como participantes clave.
Esta modalidad de trabajo promueve y fortalece el trabajo en red entre los diferentes agentes implicados: Administración Pública (sistema de protección, local y supralocal), agentes del territorio (entidades, vecinos/as), así como agentes educativos, formativos, socioculturales y tejido empresarial. Se considera que la cooperación, como se ha demostrado, permite que los jóvenes se arraiguen al territorio. Al mismo tiempo, la investigación evaluativa se desarrolla y retroalimenta con la intervención. La relación entre el equipo de investigadoras y el equipo educativo evidencia este diálogo permanente que permite reflexionar sobre las actuaciones durante el desarrollo proceso (Santos Guerra, 2014) en un modo que la reflexión y el sentido crítico estén presentes en la reorientación y mejora continuas del proyecto (Bartolomé y Cabrera, 2000).
RECOGIDA DE LA INFORMACIÓN
La metodología utilizada ha sido mixta. No obstante, principalmente en las diferentes fases de la evaluación del proyecto, se utilizaron diferentes técnicas de recogida de datos, algunas de corte cualitativo como las entrevistas y los grupos de discusión, y otras de carácter más participativo, como las sesiones grupales y los talleres. El uso de estas metodologías ha permitido, por un lado, alcanzar un conocimiento del propio proyecto y del contexto en el cual se desarrolla y, por otro, adaptarse a su naturaleza dinámica y evolutiva. La evaluación participativa requiere de una transformación profunda e imaginativa de la metodología de investigación: diseños flexibles, emergentes y progresivos que surgen de la misma dinámica de la investigación (Angulo, 1988) . De este modo, la evaluación se inserta en la acción, convirtiéndose en una herramienta de programación y de facilitación de las actividades de comunicación y aprendizaje, produciendo recomendaciones en las propuestas de acción (Aguilar Idáñez, 2011, p.94) y generando un lenguaje común entre los actores implicados (Cassetti y Paredes-Carbonell, 2020)
Esta metodología cualitativa se complementó con herramientas de corte cuantitativo, a través de cuestionarios, para recoger información referida a los trayectos de cada uno de los jóvenes, así como de la valoración del proceso para la evaluación final.