1_9788411835145

Page 1

ACCESO GRATIS a la Lectura en la Nube

Para visualizar el libro electrónico en la nube de lectura envíe junto a su nombre y apellidos una fotografía del código de barras situado en la contraportada del libro y otra del ticket de compra a la dirección:

ebooktirant@tirant.com

En un máximo de 72 horas laborables le enviaremos el código de acceso con sus instrucciones.

La visualización del libro en NUBE DE LECTURA excluye los usos bibliotecarios y públicos que puedan poner el archivo electrónico a dispocisión de una comunidad de lectores. Se permite tan solo un uso individual y privado

LOS DESVIADOS –estereotipos–

COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES

Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

M.ª Teresa Echenique Elizondo

Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales

016949.indb 4 22/2/23 8:59

Fernando Tocora

LOS DESVIADOS

–estereotipos–

tirant humanidades

Bogotá, 2024

Copyright 2024

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.

En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant Humanidades publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com

Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Tocora, Fernando, autor

Los desviados : –estereotipos– / Fernando Tocora. — Bogotá : Tirant Humanidades, 2024.

268 páginas.

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN 978-84-1183-513-8

1. Estereotipos (Psicología social) 2. Prejuicios

CDD: 303.385 ed. 23

CO-BoBN– a1135452

© TIRANT HUMANIDADES

EDITA: TIRANT HUMANIDADES

Calle 11 # 2-16 (Bogotá D.C.)

Telf.: 4660171

Email:tlb@tirant.com

www.tirant.com

Librería virtual: www.tirant.com/co/

ISBN: 978-84-1183-514-5

Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant. com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/ index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas.

Responsabilidad Social Corporativa: http://www.tirant.net/Docs/RSCTirant.pdf

“Creí que viajábamos en una nave azul, deslizándonos serenamente por el espacio…

¡Pero no, estamos sobre el propio lomo de la bestia!”

A mi amada esposa:

Ana María Ibarra Racines

Índice 9 Índice Introducción.................................................................................................................. 13 Capítulo uno Estereotipos.................................................................................................................. 25 1. El primer gran estigma de la humanidad................................................ 25 2. La dificultad de la alteridad 31 3. Medios de comunicación y poder 34 4. La noticia como construcción mediática de la realidad .................. 43 5. La gran etiqueta negativa 46 6. Un rotundo ejemplo: estereotipos de traficantes 52 Capítulo dos La desviación social .................................................................................................. 57 1. Concepto 57 2. La Escuela de Chicago ..................................................................................... 61 3. La emergencia del animal humano ........................................................... 65 4. El ser humano: de un ser biológico a un ser bio-sico-social 71 Capítulo tres Las mujeres: la caza de brujas ............................................................................ 83 1. Misoginia e inferioridad de la mujer 83 2. El paganismo 87 3. Los herejes también van a la hoguera ...................................................... 93 Capítulo cuatro Estereotipos raciales: negros e indígenas 101 1. El negro como “violador” y los linchamientos ...................................... 101 2. El negro como “vicioso” y la prisión masiva 105 3. El negro en la otra América 112 4. Los aborígenes como “salvajes, supersticiosos y bárbaros” y su genocidio sistemático ........................................................................... 114 Capítulo cinco Los estereotipos de los jóvenes........................................................................ 123 1. El “rebelde sin causa” ......................................................................................... 123 2. Los hippies: un movimiento contracultural 133 3. El sistema tutelar de los jóvenes ................................................................. 139
10 Índice Capítulo seis Feos, deformes, monstruos 143 1. La fealdad de los ‘bellos’ .................................................................................. 143 2. Lombroso y su bestiario desviado.............................................................. 146 3. Foucault y sus “anormales” 148 4. Las “leyes feas” ..................................................................................................... 152 Capítulo siete Estereotipos étnicos 159 1. Racismo étnico ...................................................................................................... 159 2. Los pueblos originarios americanos: “salvajes, caníbales, paganos” 159 3. El antisemitismo 165 4. De polacos a sicilianos ...................................................................................... 167 5. Los crímenes de odio 172 Capítulo ocho Los incorregibles y los delincuentes .............................................................. 177 1. El desobediente incorregible 177 2. El delincuente nato 179 3. Discursos estereotipados de la delincuencia de droga .................. 182 4. Estereotipia del delincuente 187 Capítulo nueve Homosexuales, intersexuales, transexuales ............................................. 191 1. Estereotipos de género .................................................................................... 191 2. El homosexual como un perverso polimorfo, un enfermo, un degenerado ............................................................................................... 193 3. La masturbación y el secamiento del cerebro ..................................... 200 4. Los hermafroditas y la ruptura del régimen binario 202 5. Transexuales ........................................................................................................... 203 Capítulo diez De los ‘locos’ y los ‘sicópatas’ 207 1. La antipsiquiatría y la crítica manicomial 209 2. Descifrando al sicópata .................................................................................... 211 3. El psicoanálisis y sus aportes 216
Índice 11 Capítulo once Estereotipos del éxito 221 1. El “hombre de mundo”: estereotipo ‘positivo’...................................... 221 2. La sociedad de consumo consume también estereotipos ........... 225 3. Estereotipos de la ‘gente de bien’ 229 Capítulo doce Conclusiones ................................................................................................................ 231 1. Estigmas-etiquetas-estereotipos 231 2. La función política de los estereotipos .................................................... 232 3. La tergiversación cognitiva ............................................................................ 235 4. El ‘labelling approach’ 238 5. Instituciones y prácticas selectivas 242 6. Los conflictos, la identidad, las diferencias ............................................ 245 7. El consenso en entredicho 252 8. La neutralización de la capacidad de pensar y de sentir 261 Referencias .................................................................................................................... 265

Introducción

Antes que ocuparse de los desviados hay que estudiar a los inquisidores, a los verdugos, a los etiquetadores. La etiqueta define más al estigmatizador y al persecutor que a su víctima. Estas definiciones pueden partir desde la misma mitología subconsciente de las “fornicadoras con el demonio” —las brujas—, hasta las categorizaciones ‘científicas’ de la siquiatría como la de “drapetomanía” de los esclavos estadounidenses del siglo XIX, renuentes a vivir en las plantaciones sometidos a la esclavitud. El público estigmatizador participará más tarde en la plaza pública de las quemas de brujas y herejes, o siglos después en los linchamientos de negros en el sur de los Estados Unidos o de su ejecución en la horca preparada bajo el roble más cercano, sin fórmula de juicio.

Tanto en un caso como en el otro, las etiquetas que se construyeron fueron indispensables para que la violencia de los inquisidores, dieran cuenta de herejes estereotipados como “adoradores del demonio, fornicadores desaforados, desconocedores de la verdad divina” o de las brujas, definidas como “seres inferiores, débiles, lujuriosas, ambiciosas, calculadoras y frías, mitómanas, histéricas”. Su físico —el de las brujas— era el de “viejas arrugadas, narizonas, desdentadas, medio ciegas, pálidas, repugnantes, flacas enjutas, con caras melancólicas y de asco”. Las sociedades se obcecaron sobre estas mujeres, generalmente pobres y viejas, sin ninguna posición social, que los más de los casos, vivían solas (viudas, separadas, quizás lésbicas algunas, pero en todo caso insumisas al poder de un hombre). Esa desviación era una altanería, un atrevimiento que la sociedad patriarcal no podía tolerar. Las ‘brujas’ solían dedicarse a la culinaria dados sus conocimientos de herbolaria —algunas vivían en los bosques de la periferia—, a la partería

Introducción 13

o a la curandería, pero pronto al tener cierto éxito terapéutico fueron acusadas de poderes sobrenaturales obtenidos por sus tratos con Lucifer. También fueron vinculadas con los desenfrenos sexuales realizados en orgías sigilosas, muchas veces lésbicas, en las que viejas lascivas se entregaban a los vicios de la carne, que podía incluir eventualmente jóvenes doncellas arrastradas por los arrebatos del placer y su carácter sugestionable, fiestas en las que podía participar el demonio, que podía aparecer en su forma original o disfrazado.

Sobre los negros operó un estereotipo de violadores o “depredadores sexuales” que los definía como violentos, inmorales, torpes, laxos sexualmente, y al mismo tiempo, como perezosos, haraganes, viciosos. Se necesitaban negros fuertes, trabajadores, disciplinados para cultivar las extensas plantaciones agrícolas y negros que no se fijaran en las jóvenes blancas que podían cruzarse en su camino. Hoy, luego de la esclavitud y del severo apartheid, los negros aún padecen la discriminación; ahora son ‘cazados’ como adictos, reseñados como presidiarios, y luego de purgar una pena desproporcionada, tirados a la calle con un doble estigma, de ‘negros’ y de ‘adictos’. El sistema penal cumple bien su función de estigmatizar la gente y cerrarles las puertas de una integración en la sociedad. Si bien, hoy hay negros descollando en las más altas posiciones (Obama, Condoleeza, Powell), la “guerra a la droga” que el mismo Obama se encargó de atizar, arrastró a gran parte de los negros atrapados por el vicio, consecuencia de sus condiciones de vida precaria y marginal. El nuevo sistema de segregación de los negros en los Estados Unidos es el de una justicia penal racista.

Los españoles se echaron a la mar en 1942 para buscar especias, pero se toparon en cambio con oro, plata y otros minerales preciosos, abundantes en un inesperado Nuevo Mundo. Entonces reportaron a la Corona que habían hallado esa fortuna, pero también a unos “seres sin alma, idólatras, bígamos, salvajes, supersticiosos, hechiceros”. Esa fue la etiqueta que crearon, la que les permitió legitimar todo un proceso violento de sometimiento del subcontinente, cuya puesta en escena más dramática la constituyó el descuartizamiento de sus líderes (Tupac Amarú)

14 Introducción

en las plazas principales para aterrorizar a su gente. La estratagema de “la cruz y la espada” se manejó a discreción, para dominar las mentes mediante la evangelización y los cuerpos mediante el doblegamiento físico.

Se interna este libro sobre los estereotipos de los desviados en el mundo de los jóvenes, particularmente después de los años cincuenta del siglo pasado, en que se construyó un estereotipo inicial de “rebeldes sin causa”, lo que no fue más que un intento de ruptura con una sociedad autoritaria y convencional, que desviaba los afectos de sus vástagos a los objetos más materiales del bienestar (Welfare State). El rechazo de una sociedad patriarcal, cuya doblez moral y su proclividad a las apariencias, no encajaba en las mentes juveniles, impulsó los nuevos movimientos como el de los hippies, el de los estudiantes contestarios de Berkeley o el del mayo del 68 francés. El poder construye entonces un estereotipo del joven rebelde como “indisciplinado, irreverente, iconoclasta, de ‘pelo largo’, consumidor de marihuana, infiltrado por el comunismo internacional’. Aunque gracias a su acción, los jóvenes logran echar abajo la “guerra del Vietnam”, denuncian el moralismo victoriano eurocéntrico, y reducen el valor del materialismo alienante del capitalismo. En el este de Europa ya tendrán lo suyo con la ‘primavera de Praga’ y otras protestas sociales cuyos más profundos efectos se verán hacia finales de siglo con la implosión de la Unión Soviética.

Los jóvenes habían sido sacrificados en las trincheras de ‘la gran guerra’. Fueron ‘carne de cañón’ triturada por unos tanques de guerra o atravesada por bayonetas y rematada por gases químicos. Luego, recién recuperándose el viejo continente, una nueva generación es llamada a las armas a una guerra aún más sanguinaria y bárbara. ¿En qué creer es la pregunta existencial? Sartre y Camus intentarán las respuestas, Simone de Beauvoir lo hará por su género. La juventud ya no quería tener héroes guerreros o políticos; quería seguir las canciones de Elvis o de los Beatles, o de los Rolling Stones; le cantaban al amor (“all you need is love”) o al deseo (“satisfaction”). Nada para la guerra, nada para la muerte. “Paz y amor” era el emblema, la etiqueta, la balada de la posguerra.

Introducción 15

A la humanidad no le ha bastado excluir los que la amenazan como grupo o clase, sino que la ha emprendido también contra aquellos que no le son gratos a su vista y a su gusto. No hablamos en este trabajo de aquellas discriminaciones diarias que puede sufrir una aspirante a ser secretaria de alguna oficina, pero que no logra el puesto porque según su entrevistador tiene poca gracia física y de pronto si, una famélica presencia. Hablamos más bien —aunque el caso de la secretaria también encaja en este estereotipo— de gentes y colectivos que han sido estigmatizados, porque su apariencia física no responde a unos cánones de imagen, de belleza, autoasignados por cada sociedad. Hablamos de la deformidad de muchos seres humanos que fue explotada en los circos y en las ferias internacionales; hermanos siameses, hidrocefálicos, personas con elefantiasis, hermafroditas, etc. O personas simplemente de baja estatura como Oto Benga, un pigmeo de 1.50 m. que fue encerrado en el zoológico de Bronx con un orangután, acosado y estresado por el público, quien después de ser liberado termina suicidándose; o como Toulouse-Lautrec que tuvo que exiliarse en los cabarés de Paris, para no sufrir los señalamientos por su cortedad de piernas y su baja estatura. Estos son desviados de los cánones físicos y eventualmente síquicos que fija una sociedad.

Desviados como las gentes que enfocaban las “leyes feas” (uggly laws) que se dieron las grandes ciudades de los Estados Unidos, porque no querían que esas gentes —miserables, mendicantes, mutiladas, deformadas, etc.— estuvieran en las calles afeándolas. No tuvieron piedad los miembros de los ayuntamientos ni los alcaldes, de aquellos mutilados de la guerra de secesión que no hacía mucho había terminado y que caminaban por las calles Nueva York, Chicago y otras metrópolis de los Estados Unidos. Aquellos que debían ser considerados como héroes de una guerra fratricida, deambulaban como zombis por calles inhóspitas y yermas.

De la fealdad tomó Lombroso mucho para su teoría racista criminológica; para construir su ‘bestiario’ de desviados. El delincuente nato era feo por naturaleza. Eran hombres pobres del sur de Italia, con cierto

16 Introducción

mestizaje. Los ricos del norte industrial no podían serlo. De estos, la elegancia y apostura física nos habla de que son gente de bien. Las leyes de “vagos y maleantes” de América Latina compendiaron prostitutas, alcohólicos, toxicómanos, vagabundos, desempleados, errantes, ociosos, tahúres, proxenetas, etc. Estas leyes estaban destinadas (proceso de criminalización secundario) a los racialmente imperfectos, gentes excluidas del mercado de trabajo, marginales y demás. Todo un bestiario de la miseria. El connotado médico-siquiatra italoargentino José Ingenieros escribía sobre esta taxonomía:

Toda la gama de la degeneración, en sus formas corrosivas y antisociales, desfila en las páginas de este libro, como si al conjuro de un maléfico exorcismo se hubieran convertido en pavorosa realidad los más sórdidos ciclos de un infierno dantesco. Son los parásitos de la escoria social, los fronterizos del delito, los comensales del vicio y de la deshonra, los tristes que se mueven acicateados por sentimientos anormales o sufren el carcoma inexorable de las miserias ambientales1

El discurso peligrosista sobre la “mala vida”, otro estereotipo negativo vehiculando la teoría de la degeneración, es un discurso infamante que lanza sobre los excluidos los anatemas de “escoria social”, “mal vivientes sociales”, “parásitos de la escoria”, “comensales del vicio y la deshonra”. Todo dicho por un socialista de la época, porque los extremos se juntan en esto del peligrosísimo tanto en las sociedades capitalistas como en las comunistas. Se siente en el texto del también criminólogo, Ingenieros el espíritu de Lombroso, para quien el delincuente es un monstruo parecido al mongólico y algunas veces al negroide. Los homicidas habitualmente tienen la mirada vítrea, fría, inmóvil, a veces sanguínea o inyectada; la nariz a menudo aguileña… siempre voluminosa; robusta la mandíbula, largas las orejas, grandes los pómulos; crespos, el cabello obscuro y abundante…”

Introducción 17
1. Tocora, Fernando, Política criminal en América Latina. (Bogotá: Ed. Librería del profesional, 1990), 127.

Los pueblos también han caído en la utilización de estereotipos negativos para referirse a otros pueblos. Así los sicilianos, un pueblo castigado por la cosa nostra, se le redobla el estigma etiquetándolos por el mundo como mafiosos, cuando la mayoría es un pueblo trabajador y sencillo. Los polacos han sufrido en diversos países el estatus de ‘quedados mentalmente’, solo porque son un pueblo agrícola y religioso, sin ínfulas de superioridad alguna. Los latinoamericanos son estigmatizados en España, como ‘sudacas’, una etiqueta de inferioridad por su origen americano. Hace pocas semanas, dos chicas argentinas se lanzan al vacío de un tercer piso, muriendo una de ellas; estas jóvenes sufrían las burlas de sus compañeras, por su acento gaucho siendo víctimas de acoso escolar. Sin embargo, donde más escalofrío produjo el drama fue en la tragedia del pueblo judío por cuenta de los nazis. Ya la mirada y el sesgo no fue tan coloquial y produjo el holocausto, la shoah.

En la estereotipia del delincuente se aprecia claramente el clasismo y hasta el racismo de lo que se debe imaginar como tal. Una persona bien vestida, de saco y corbata, tez blanca, buenas maneras, dicción educada, no debe tenerse como delincuente, ni siquiera como indelicado. En cambio, una persona de vestuario raído, zapatos sin lustrar, tez oscura, con algún diente que asoma quebrado, al menos es sospechosa. Hay que poner los objetos de valor en sitio visible, después se averiguará. De igual forma, apareció el sociólogo Sutherland y con su obra El delincuente de cuello blanco nos dijo que los directivos de las corporaciones también pueden realizar conductas criminales. A eso apuntó la denominación “white collar crime” que se confrontó con la de ‘crimen convencional’, la única de la que se ocupaban los códigos penales iniciales de la modernidad.

Por eso los mafiosos, tan pronto dan su primer golpe, se compran unos vestidos de elevado precio, y en la época de Al Capone y Lucky Luciano, añadían un sombrero borselino, para escapar a la imagen que la sociedad tiene del delincuente, es decir, al estereotipo. El inconveniente es que se pasan de la etiqueta convencional y el vestido es a rayas, va con chaleco, la corbata es llamativa, y el carro es un Lamborghini rojo, hasta

18 Introducción

que la nueva imagen pide con prisa reconocimiento de la identidad: somos mafiosos, pero capos ¡y mejor aún, cuando puedes decir “capo di tutti capi”! Hay un cierto atrevimiento, somos personas de empresa, jefes también, tenemos séquito, y dejamos un aura tras de nosotros.

De la imagen del loco tendríamos muchas versiones, pero quedémonos con aquella gótica expresionista del personaje con los ojos desorbitados, que agita hieráticamente sus brazos y manos, lanzando imprecaciones y moviéndose ansiosamente de un lado al otro. ¿Cuáles son los locos en una sociedad? ¿La que los ‘cuerdos’ deciden y definen? ¿La que la nomenclatura y los psiquiatras de la nómina soviética determinan? Es cierto que hay gente que sufre incesantemente, que hay gente que pierde su estabilidad sicológica, gente que pierde el contacto con la realidad o que finalmente pierde la capacidad del juicio, pero no se pueden inventar alteraciones mentales cuando la persona sea un estorbo para el poder, ya sea el poder familiar, el poder escolar, el poder religioso, el poder de cualquier otra institución o el poder del Estado.

Abordamos el estereotipo del ‘sicópata’ que sería el del loco que no lo parece. Aquel que los vecinos descubren con asombro en los diarios como el descuartizador de la región, pero que también puede ser el dictador de cinco soles que da la orden de la masacre y se acuesta enseguida a roncar. Puede ser aquel honorable padre de familia que lleva sus niños al colegio y de allí sigue a su oficina en los sótanos de la Gestapo, la Stasi o el FBI, o a la ESMA argentina a extraer confesiones a las buenas o a las malas. ¿Son todos los que van en la nave del Bosco —el bufón, los ebrios, el novicio, el errante, la monja o el cura— los locos? ¿O son apenas aquella humanidad pecadora, que bebe, come opíparamente, desea con ardor, parlotea y canta relajadamente? ¿Y aquellos que están fuera de la nave, recogiendo las migajas?

Con el onanismo abrimos la sexualidad. Con la imagen de ese principiante ‘pajizo’ que responde a la tempestad flamígera de las hormonas, con sorpresa y culpa. De esta le han llenado la cabeza en la escuela y la familia. Y con sorpresa vemos que el pobre logra sobrevivir, después

Introducción 19

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.