1_9788411832816

Page 1



El contrato social a prueba Ensayos sobre filosofía política aplicada


Comité Científico De La Editorial Tirant Humanidades Manuel Asensi Pérez Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València Ramón Cotarelo Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia M.ª Teresa Echenique Elizondo Catedrática de Lengua Española Universitat de València Juan Manuel Fernández Soria Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València Pablo Oñate Rubalcaba Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València Joan Romero Catedrático de Geografía Humana Universitat de València Juan José Tamayo Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales


Sergio A. Bárcena Juárez Emilio Méndez Pinto

Autores

El contrato social a prueba Ensayos sobre filosofía política aplicada

tirant humanidades Ciudad de México, 2024


Copyright ® 2024 Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor. En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant Humanidades publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com/mex/ Esta obra fue sometida a proceso de dictaminación académica bajo el principio de doble ciego. © Sergio A. Bárcena Juárez Emilio Méndez Pinto

© EDITA: TIRANT HUMANIDADES DISTRIBUYE: TIRANT LO BLANCH MÉXICO Av. Tamaulipas 150, Oficina 502 Hipódromo, Cuauhtémoc CP 06100, Ciudad de México Telf: +52 1 55 65502317 infomex@tirant.com www.tirant.com/mex/ www.tirant.es ISBN: 978-84-1183-281-6 MAQUETA: Disset Ediciones Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant. com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant. net/index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas. Responsabilidad Social Corporativa: http://www.tirant.net/Docs/RSCTirant.pdf


Índice Prefacio.............................................................................................................................

9

Introducción...................................................................................................................

13

Capítulo 1 La teoría del contrato social: una aproximación......................................

25

Primera digresión: explicación vs justificación..........................................

32

Capítulo 2 Hobbes o la faceta egoísta del contractualismo político...................

41

Una tesis hobbesiana y su contrastación.....................................................

47

Capítulo 3 Spinoza o la faceta democrática del contractualismo político.......

81

Una tesis spinoziana y su contrastación ......................................................

85

Capítulo 4 Locke o la faceta individualista del contractualismo político..........

109

Segunda digresión: un reparo humeano.....................................................

114

Una tesis lockeana y su contrastación...........................................................

116

Capítulo 5 Rousseau o la faceta universalista del contractualismo político....

133

Una tesis rousseauniana y su contrastación ..............................................

136


Capítulo 6

8

Kant o la faceta constitucionalista del contractualismo político...

157

Tercera digresión: la teoría contractualista de Rawls según nuestro modelo...............................................................................................

160

Una tesis kantiana y su contrastación (I).......................................................

163

Cuarta digresión: sobre la teoría de las formas de gobierno ............

164

Una tesis kantiana y su contrastación (II)......................................................

174

Índice


Prefacio Los fenómenos políticos son perentoria y deliciosamente complejos. M. Hinich y M. Munger, Teoría analítica de la política Practical problems are different in various respects from purely mathematical problems, yet the principal motives and procedures of the solution are essentially the same. Practical engineering problems usually involve mathematical problems. George Pólya, How to Solve It: A New Aspect of Mathematical Method Alrededor de 2015, los autores de este libro empezamos a impartir, juntos, cursos de filosofía, ciencia, y teoría políticas a alumnos de primer semestre de algunas licenciaturas del Tecnológico de Monterrey (en su momento, propusimos la creación de la asignatura de Teoría política a fin de instruir y discutir asuntos que, dicho toscamente, no pertenecieran ni exclusivamente a la filosofía política ni exclusivamente a la ciencia política). Una buena parte de estos cursos ha estado dedicada al estudio de la que, a nuestro parecer, tanto por cuestiones metodológicas como históricas (entre otras), es una de las teorías más relevantes de la filosofía política y moral: la teoría del contrato social. Al paso del tiempo, y mediante las muy fructíferas interacciones con algunos de nuestros alumnos, fuimos refinando “nuestro método” para enseñar dicha teoría. Lo que fuimos descubriendo – o inventando – lo plasmamos inicialmente en un libro titulado La ilegítima autoridad de Adán: Ensayos sobre contractualismo político, publicado en 2019 por la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey/Porrúa.


El libro que el lector tiene en sus manos se originó también en esos cursos. Sin embargo, en esta ocasión no pretendemos exponer lo que – para bien o para mal – fuimos afinando al enseñar la teoría del contrato social, sino lo que fuimos afinando al enseñar su instrumentación, por así decirlo, a diversos problemas políticos contemporáneos. Puesto en otros términos, el propósito principal de este libro es aterrizar algunas tesis filosófico-políticas contractualistas en la vida política cotidiana, con el propósito ulterior (o paralelo, si se quiere) de corroborarlas o refutarlas relativamente a ciertos contextos y/o situaciones políticas específicas. Detrás de nuestro criterio de selección de los autores de los ensayos que siguen no hay mucho misterio: son autores que hemos enseñado en nuestros cursos universitarios y sobre quienes hemos escrito en otros lugares (Bárcena y Méndez Pinto 2019; Bárcena y Méndez Pinto 2021; Méndez Pinto 2014; Méndez Pinto 2021; Méndez Pinto 2023). Para los propósitos de este libro, hemos elegido alguna(s) parte(s) de sus respectivas doctrinas que, creemos, pueden contrastarse empíricamente – sin mucha dificultad, pero al mismo tiempo sin caer en trivialidades – con algunos fenómenos políticos reales, y ese ha sido el criterio de selección de los temas que siguen.1

1.

10

Nos percatamos que nuestro proyecto perdió mucha de su originalidad cuando mientras escribíamos este libro descubrimos que Seabright et al. 2021 igualmente se propusieron evaluar, empíricamente, algunas de las tesis de la teoría clásica del contrato social. Empero, nos queda el consuelo de que, a diferencia de Seabright y sus colegas, nosotros no evaluamos la validez empírica de las teorías del contrato social a partir de una única concepción de las ciencias sociales (v.gr., la teoría evolutiva), como hacen Seabright et al. 2021. En el último capítulo de Boix 2016 hay una contrastación entre algunas tesis de las filosofías políticas de Hobbes, Locke, y Rousseau y lo expuesto por Boix respecto de los orígenes del orden político y los efectos de éste en la desigualdad. Empero, en este libro no recurrimos a los conocimientos antropológicos, arqueológicos, e históricos a los que recurre Boix para contrastar sus tesis ni, por otra parte, consideramos los mismos problemas que él, a saber, si la cooperación es factible bajo la anar-

Prefacio


Como sin duda comprobará rápidamente el lector, este libro contiene notas por todas partes (algunas de ellas, más largas de lo que se acostumbra). Creemos que las notas aquí contenidas son útiles para matizar alguna afirmación, o para remitir al lector a otros puntos de vista, etc., pero de ninguna manera son indispensables para la comprensión de los temas del libro. Ante esto, hacemos nuestra la sugerencia que hizo Derek Parfit en su Reasons and Persons: léanse las notas, si acaso, al final.

quía, las condiciones que llevaron a la formación de los primeros Estados, y las consecuencias económicas y distributivas de las instituciones políticas (Boix 2016, pp. 21; 243-268). Por último, en Lindauer 2023 hay una serie de importantes y novedosas contribuciones a la filosofía política experimental contemporánea, y en la introducción al mismo libro se encuentran cuatro argumentos prima facie convincentes a favor de dicha empresa. Empero, no parece haber argumentos convincentes a favor de una filosofía política empírica (o empíricamente informada), no obstante que Lindauer (véanse esp. pp. 1-2) parezca tratar a la filosofía política experimental y a la filosofía política empírica como sinónimos intercambiables.

Prefacio

11



A la memoria de mi mamá, Margarita Pinto Gil. Vivo por ti y por ti. EMP

Introducción The estimation of a theory is not simply determined by its truth. It also depends upon the importance of its subject and the extent of its applications, beyond which something must still be left to the arbitrariness of human opinion. George Boole, The Mathematical Analysis of Logic Try as they may, many philosophers find it hard to take literally the things that nonphilosophers say. Jerry Fodor, The Language of Thought A lot of philosophical problems take the form: Such and such has GOT to be true. But how CAN it be? Stephen Yablo, Aboutness En un sentido amplio del término, el experimento es un recurso (casi) tan viejo como la propia filosofía occidental, pues ya en su alegoría de la caverna Platón recurrió a un experimento mental para mostrar una plétora de cosas: desde las posibilidades y las limitaciones de nuestro conocimiento hasta la distinción entre lo real y lo aparente, pasando


por varias lecciones más.1 Y quienquiera objetar que los experimentos mentales no son experimentos genuinos – ya sea porque no se refieren al mundo real, o porque son meros artilugios de los filósofos para “mostrar” sus argumentos, o porque contemplan escenarios poco realistas – se enfrenta, respectivamente, a las siguientes respuestas. En primer lugar, los experimentos mentales son acciones epistémicas que, a diferencia de las acciones pragmáticas – que realizamos para cambiar el mundo (como mover un libro de una estantería a otra) – realizamos para cambiar lo que conocemos acerca del mundo. Pero cambiar lo que conocemos acerca del mundo – mediante un experimento mental, por ejemplo – tiene efectos sobre cómo es el mundo. En segundo lugar, Galileo recurrió a un célebre experimento mental para mostrar –aunque, desde luego, no para demostrar – su principio de relatividad.2 A fin de mostrar este principio, según el cual las leyes físicas fundamentales son invariantes en todo sistema de referencia inercial, Galileo, en boca de Salviati (el personaje que en sus Diálogos acerca de dos nuevas ciencias representaba al científico que llega a conclusiones mediante la observación y la experimentación), propuso a Simplicio (el personaje que encarnaba la tradición aristotélica que Galileo combatía) imaginar el siguiente escenario hipotético: Ciérrese usted con algún amigo en la estancia más grande bajo la cubierta de algún gran barco y allí encierre también mosquitos, moscas y otras pequeñas criaturas aladas. Lleve además una gran artesa llena de agua y ponga dentro ciertos peces; cuelgue también una botella que gotee su agua en otra botella de cuello estrecho colocada debajo. Entonces, estando el barco quieto, observe cómo estos pequeños animales alados vuelan con parecida velocidad hacia todas las partes de la estancia, cómo los peces nadan indi-

1. 2.

14

En realidad, el experimento mental es un recurso casi tan viejo también como la propia filosofía oriental; al respecto, véase De Cruz 2022. En la historia de la física, el caso de Galileo no es excepcional, pues otros notables físicos como Laplace, Maxwell, Einstein, o Dirac, también hicieron uso de experimentos mentales cruciales para mostrar algunas de sus hipótesis.

Sergio A. Bárcena Juárez / Emilio Méndez Pinto


ferentemente hacia todos los lados y cómo todas las gotas caen en la botella situada debajo. […] Haced ahora que el barco se mueva con la velocidad que usted quiera, siempre que el movimiento sea uniforme y no oscile en esta dirección y en aquella. Usted no será capaz de distinguir la menor alteración en todos los efectos citados ni podrá colegir por uno de ellos si el barco se mueve o está quieto.3

En tercer lugar, en la filosofía contemporánea hay experimentos mentales que contemplan escenarios hipotéticos tan realistas que, incluso, pudieron haber sido realmente experimentados. Un ejemplo paradigmático es el experimento mental de David Christensen (2007) ideado para mostrar que, en casos de desacuerdo entre pares epistémicos, la respuesta racional ha de ser reducir la confianza que tenemos en nuestras creencias. Bajo una de sus versiones, el escenario hipotético de Christensen es un restaurante al que van a cenar dos amigos igualmente inteligentes, igualmente virtuosos (epistémicamente), y con el mismo acceso a la evidencia en cuestión. Deciden dividir la cuenta en partes iguales y, cuando ésta llega, cada uno de ellos calcula, mentalmente, cuánto corresponde pagar a cada quien. Pero, mientras que uno de los amigos llega a la conclusión de que les toca pagar 400 pesos por cabeza, el otro llega a la conclusión de que les toca pagar 420 pesos por cabeza. Si yo soy uno de los amigos, y teniendo en mente que mi amigo es igualmente inteligente a mí, igualmente virtuoso (epistémicamente), y con el mismo acceso a la evidencia en cuestión (en este caso, la cuenta del restaurante), ¿cuál debe ser mi reacción racional ante este desacuerdo? La respuesta de Christensen es que mi reacción racional debe ser reducir la confianza que tengo en mi creencia acerca de cuánto nos toca pagar a cada quien. (Desde luego, entre los epistemólogos hay desacuerdo acerca de la actitud que deben tomar los agentes en un caso de desacuerdo epistémico como el planteado por Christensen.) Nuestro punto es que hay claros contraejemplos a las afirmaciones de que los experimentos mentales son espurios en virtud de que no se 3.

Pasaje (de Galileo 2003) tomado de Gamow 1971, p. 47.

Introducción

15


refieren al mundo real, o de que son meros artilugios de los filósofos para “mostrar” sus argumentos, o de que contemplan escenarios poco realistas.4 En los últimos 20-25 años ha surgido, particularmente en la filosofía analítica, toda una literatura dedicada a la experimentación empírica en filosofía, auxiliándose, principalmente, de la psicología y de las ciencias cognitivas. El cambio de enfoque es relevante, porque el tipo de experimento para evaluar nuestras intuiciones filosóficas ya no es el experimento mental tan socorrido (y útil) en la filosofía, sino el experimento empírico.5 Esta corriente pretende someter, a contrastación experimental empírica, algunas de nuestras intuiciones filosóficas acerca de, por ejemplo, la relación entre el libre albedrío y la responsabilidad moral. ¿Tenemos responsabilidad moral en un universo determinista, un universo en el que cualquier evento es predecible desde los eventos pasados y las leyes que los gobiernan? La respuesta suele variar entre los llamados “filósofos compatibilistas”, que han argumentado a favor de la compatibilidad entre el libre albedrío y el determinismo, y los “incompatibilistas”, que han argumentado en contra de dicha compatibilidad.6 Para “dirimir” esta cuestión, la filosofía experimental empírica

4.

5.

6

16

Otros ejemplos de experimentos mentales que contemplan escenarios realistas son el de Parfit (1987), relativo al noble ruso, y el de Lackey (1999), relativo a la maestra creacionista. Podrían añadirse ejemplos ad lib. Por lo general, los experimentos mentales en epistemología o en filosofía moral/ política son más realistas que los experimentos mentales en metafísica o en filosofía de la mente. Para algunas consecuencias de esta diferencia véase Williamson 2016b, pp. 219-220. Es importante tener clara la distinción entre hacer filosofía vía investigación empírica y el recurrir a investigaciones empíricas para hacer filosofía. Lo segundo es práctica común y sana en la filosofía de la mente, la filosofía de la percepción, la filosofía del lenguaje y, desde luego, en la filosofía de la ciencia. Antes de los llamados “casos de Frankfurt” solía creerse que la existencia de posibilidades alternativas para un sujeto S era una suerte de condición necesaria para el libre albedrío y la consecuente responsabilidad moral de los

Sergio A. Bárcena Juárez / Emilio Méndez Pinto


propone una salida fácil (y simplista, en nuestra opinión): hágase una encuesta, y si resulta que los encuestados responden mayoritariamente por la opción compatibilista (o por la incompatibilista), entonces esa es la opción más intuitiva.7 Creemos que es simplista dirimir la intuición correcta acerca de una cuestión filosófica mediante una encuesta porque, entre otras cosas, en tal encuesta están ausentes, al menos de manera explícita, cualesquiera argumentos filosóficos.8 Más allá de este vicio metodológico propio de la

7. 8.

actos de S. Empero, mediante una suerte de receta para producir contraejemplos, Harry Frankfurt (1969; 1971) mostró que S puede ser moralmente responsable de sus actos incluso si carece de posibilidades alternativas. Véase Nahmias et al. 2005. Un experimento mucho más sofisticado se encuentra en Nahmias et al. 2014. Los mismísimos argumentos filosóficos que, por ejemplo, llevaron a Strawson (1992) a la conclusión de que, respecto de la dicotomía determinismo/ no determinismo, hay una opción correcta si la modificamos radicalmente. Esta modificación radical está expuesta a lo largo de Strawson 1992, y una encuesta, por su propia naturaleza metodológica, no es capaz de capturar ningún tipo de modificación relevantemente similar. Pues supongamos que Strawson está en lo cierto respecto de la dicotomía determinismo/no determinismo (para los autores de este libro, está en lo cierto, aunque ello es irrelevante para lo que sigue). Y supongamos que, al realizar una encuesta que cumpla con todos los criterios para ser una encuesta válida, la mayoría de las personas encuestadas decide a favor de Strawson en cuanto a la dicotomía determinismo/no determinismo. ¿Habríamos de contar los resultados de esta encuesta favorable a Strawson como argumentos/razones favorables a Strawson? Tenemos serias dudas para decir que sí, pues tales respuestas favorables no capturan las razones que tuvo Strawson para decidirse a favor de una de las opciones, razones que son determinantes para su toma de postura respecto de la dicotomía entre determinismo y no-determinismo. Para una conclusión similar a la nuestra, aunque esta vez respecto del valor de la filosofía experimental-empírica para problemas epistemológicos, véase Nagel 2014, cap. 8. Para la postura pragmaticista según la cual el debate entre el

Introducción

17


naciente “filosofía experimental empírica”,9 creemos que someter algunas de nuestras intuiciones filosóficas a contrastación empírica puede, no obstante, ser una tarea fructífera. En particular, creemos que algunas de nuestras intuiciones filosófico-políticas pueden ser sometidas a contrastación empírica, y en este libro proponemos contrastar, empíricamente, algunas tesis centrales de la teoría clásica del contrato social (y no sólo contrastarlas vis à vis un experimental mental, como suele hacerse en la tradición de la teoría del contrato social). Hay algunas diferencias importantes entre nuestra propuesta y la propuesta de la filosofía experimental empírica que describimos arriba. En primer lugar, la que quizá sea la diferencia más obvia, ya insinuada en las líneas anteriores: nosotros no estamos haciendo filosofía política experimental, sino, más bien, contrastando, empíricamente, ciertas tesis clave en la historia de la teoría del contrato social.10 En segundo lugar, nosotros recurrimos a métodos propios de las ciencias sociales, y no a métodos que – como los de la psicología y las ciencias cognitivas – tienen un pie en las ciencias sociales y otro en las ciencias naturales. En tercer lugar, nuestros fenómenos bajo indagación, siendo fenómenos políticos reales, ya están ahí, listos y dispuestos a ser contrastados vis à vis cualesquiera teorías o cualesquiera intuiciones pre-teóricas, por lo que no hace falta estipularlos (como, por su parte, parece requerir la filosofía experimental arriba descrita para decidir, por ejemplo, entre el compatibilismo y el incompatibilismo). En cuarto y último lugar, con nuestras observaciones empíricamente contrastadas no pretendemos dirimir – ya sea en el sentido de resolver o de disolver – las cuestiones filosófico-políticas que consideramos (como, por su parte, parece suge-

9. 10.

18

determinismo y el indeterminismo es irrelevante para propósitos de nuestra inteligencia práctica, véase Shook 2023 (esp. el cap. 10). Véase Williamson 2016a para una defensa de la filosofía experimental siempre y cuando ésta refine su metodología. La diferencia no puede establecerse diciendo que nosotros recurrimos a, mas no hacemos, experimentos, porque tampoco hacemos lo primero.

Sergio A. Bárcena Juárez / Emilio Méndez Pinto


rir la filosofía experimental arriba descrita acerca de la disputa filosófica entre el compatibilismo y el incompatibilismo, por ejemplo).11 ¿Es verdad que la paz de la sociedad civil depende de que el Estado tenga poder de vida y muerte sobre sus súbditos, como sostuvo Hobbes? ¿Es verdad que la libertad de pensamiento es fundamental para la democracia, como sostuvo Spinoza? ¿Es verdad que, a fin de ejercer plenamente algunas de nuestras libertades y de nuestros derechos individuales, es necesaria la existencia de un poder político limitado, como sostuvo Locke? Recurriendo a diversas herramientas cuantitativas propias de las ciencias sociales, en este libro hemos sometido a contrastación empírica estas y otras tesis de la teoría clásica del contrato social. Hemos, pues, intentado contrastar empíricamente algunas tesis de los filósofos contractualistas clásicos mediante datos e información sobre la ocurrencia de algunos fenómenos políticos en el mundo contemporáneo. ¿Significa todo esto que sugerimos adoptar una postura realista respecto de la filosofía política? Si nuestra propuesta supone suscribir ciertas tesis de las filosofías políticas realistas desarrolladas en las últimas décadas por Bernard Williams y Raymond Geuss12 – como adoptar al hobbesianismo como la explicación correcta de la naturaleza humana y de la naturaleza de la política, o ser escépticos de la teoría y la práctica del liberalismo – entonces nuestra respuesta es negativa. Si, en cambio, nuestra empresa supone abordar algunas tesis filosófico-políticas desde una postura empirista que tiene, à la van Fraassen, una actitud positiva

11.

12.

Ciertamente, alguien podría decir que aquí hemos caricaturizado a la filosofía experimental. Ante esta genuina posibilidad, remitimos al lector a una defensa de la misma (Knobe y Nichols 2008, esp. el primer capítulo) y a una caracterización mucho más ecuánime que la nuestra (Ichikawa y Jarvis 2016, pp. 319-334). Véanse, respectivamente, Williams 2012 y Geuss 2008.

Introducción

19


hacia las formas y las prácticas de la investigación científica, y nada más, entonces nuestra respuesta es afirmativa.13 Otra manera de decir lo anterior es que una filosofía política sujeta a contrastación empírica no es necesariamente equivalente a una filosofía política realista: en su Philosophy and Real Politics, Raymond Geuss sostuvo que la filosofía política, a fin de ser realista, debe ocuparse no de cómo deberíamos actuar ideal o racionalmente, sino de cómo operan realmente las instituciones políticas y sociales y de qué es lo que, realmente, nos hace actuar como actuamos.14 Quizá esta sea una propuesta metodológica encomiable, no obstante que en ella queda muy poco – o nada – de filosofía y mucho – o todo – de etnología, antropología, economía, psicología, etc.15 Pero mucho menos encomiable es la postura hobbesiana que, según sugiere Geuss, hemos de adoptar a fin de dar cuenta de una concepción realista de la filosofía política, pues, tal

13.

14. 15.

20

Suscribir una postura empirista para estudiar la política no necesariamente significa suscribir lo que algunos autores han llamado, a partir de la obra de Burke 2013, “empirismo político”, empirismo que consiste, grosso modo, en que la política debe ajustarse a nuestra naturaleza (i. e., a cómo realmente somos), pero no a nuestra razón (i. e., a cómo, de acuerdo con ella, podríamos llegar a ser). Los orígenes de este “empirismo político” se encuentran en Hume 2005 (esp.) pp. 447-451, y en menor medida en Hume 2011, y su defensa y desarrollo contemporáneas se encuentra en Oakeshott 1998. La más célebre réplica al “empirismo político” burkeano es Paine 2008. En Méndez Pinto 2021 se encuentra un análisis del “empirismo político” de Hume en relación con sus posturas acerca de la teoría del contrato social. Geuss 2008, p. 9. Para una exposición crítica de la filosofía política realista de Geuss, véase Méndez Pinto 2023. Sobre este punto, coincidimos con Isaiah Berlin cuando, en su conferencia “La política como una ciencia descriptiva”, pronunciada en 1952, dijo que “[l] a filosofía política es lo que es y no es igual a ninguna otra forma de reflexión sobre cuestiones humanas. Sus fronteras pueden haberse difuminado y el establecimiento de barreras artificiales puede parecernos academicismo estéril, pero eso no significa que carezca de una esfera propia” (Berlin 2014, p. 25).

Sergio A. Bárcena Juárez / Emilio Méndez Pinto


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.