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El cuento tradicional hoy. Del simbolismo a la literalidad
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES
Manuel Asensi Pérez
Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València
Ramón Cotarelo
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
M.ª Teresa Echenique Elizondo
Catedrática de Lengua Española Universitat de València
Juan Manuel Fernández Soria
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València
Pablo Oñate Rubalcaba
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València
Joan Romero
Catedrático de Geografía Humana Universitat de València
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid
Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
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Susana Gala Pellicer Editora y coordinadora
El cuento tradicional hoy. Del simbolismo a la literalidad
tirant humanidades
Valencia, 2024
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ISBN: 978-84-1183-089-8
Depósito legal: V-3585-2023
MAQUETA: Tirant lo Blanch
Ilustración de Arthur Rackham
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Índice 7
El sentido de los cuentos en la sociedad contemporánea ............... 9 Susana Gala Pellicer El rescate de los cuentos populares españoles (Breve historia de una recuperación inesperada) 21 Antonio Rodríguez Almodóvar Cuento, leyenda y rumor. La presencia del mito en el mundo contemporáneo 41 Luis Díaz Viana Los “cuentos de largo recorrido” y la narración oral en el tercer milenio. Los casos de Ascanio Celestini e Ignasi Potrony 65 Marina Sanfilippo Las cabañas de la realidad 89 Gustavo Martín Garzo Lobos, osos y ratones en el cuento popular. Tres historias de cruces y ambivalencias en el imaginario colectivo ................................ 107 María Victoria Sotomayor Sáez Voces en los medios de comunicación contra la tiranía de lo políticamente correcto ........................................................................................... 137 Adrián Cordellat Martín En torno a la traducción de los cuentos tradicionales ......................... 149 Carlos Fortea Tejiendo cuentos por la igualdad: versiones españolas con protagonistas empoderadas .............................................................................. 159 Pilar García Carcedo La presencia del cuento tradicional en las aulas de enseñanza secundaria: análisis de la situación, propuestas de debate y de rescate ........................................................................................ 201 Francisco José Martínez Morán La recepción del cuento tradicional en las aulas universitarias 213 Susana Gala Pellicer M.ª Carmen Encinas Reguero Elisa Martín Ortega
Índice
El sentido de los cuentos en la sociedad contemporánea
Susana Gala Pellicer
UAM
La interpretación de los cuentos tradicionales sigue siendo hoy motivo de controversia entre los investigadores que tratan de dilucidar su significado1, dificultad que, en buena parte, radica en el reto interpretativo que supone el conocimiento de su contenido simbólico2. Pero
1. Sirva como ejemplo la aportación de Bengt Holbek quien, en su obra magna Interpretation of Fairy Tales (1987), se pregunta qué significan los cuentos de hadas (p. 8), interrogante que le llevará a establecer una serie de métodos y paradigmas destinados a dilucidar su significado.
2. Dundes advierte en el prólogo a su obra Interpreting Folklore (1980, p. viii): “A folktale may be tale typed, morphologically dissected, or mapped without regard to the fact that it is told by one human being to another. In contrast, I submit that the folk should be put back into folklore. I am interested in folklore because it represents a people’s image of themselves. The image may be distorted but at least the distortion comes from the people, not from some outside observer armed with a range of a priori premises. […] It should also be kept in mind that much of folklore is fantasy. […] The apparent irrationality of much folklore poses problems for literal minded, historically oriented folklorists”. “Un cuento folklórico se puede tipificar, diseccionar morfológicamente o cartografiar sin tener en cuenta que lo cuenta un ser humano a otro. Por el contrario, yo sostengo que el pueblo debe volver a ser folklore. Me interesa el folklore porque representa la imagen que el pueblo tiene de sí mismo. La imagen puede estar distorsionada, pero al menos la distorsión proviene de las personas, no de un observador externo armado con una serie de premisas a priori. [...] Se debe tener en cuenta, asimismo, que buena parte del folklore es fantasía. [...] La aparente irracionalidad de gran parte del folklore plantea problemas a los folkloristas de mentalidad literal y orientación historicista” (Dundes, 1980, p. viii). Traducción de la autora.
quizás los cuentos, más que significado, tienen sentido. Sentido para el receptor que se conmueve con su lectura.
El potencial de los cuentos tradicionales para emocionar al lector (esto es, para conmover su ánimo)3 constituye uno de sus valores más relevantes y explica, como veremos a continuación, que el género se sitúe hoy en el foco de interés de determinados sectores de la sociedad. Los cuentos entusiasman, impresionan, alteran, inquietan e incluso perturban a quien se aventura a introducirse en su universo simbólico, y ello es posible gracias a la existencia de un proceso de identificación del lector con aspectos determinados del relato y de sus personajes. Las dinámicas de identificación pueden adquirir múltiples formas (tantas como veces se transmita el texto) y no necesariamente han de ser conscientes para el lector.
Simonsen (1985, p. 30), en una reflexión tan esclarecedora como sugerente, explica que el cuento no tiene un significado oculto que ha de ser revelado, sino que la verdadera vertiente oculta del cuento es el proceso mental, inconsciente (Dundes, 1980, p. 36; Vaz da Silva, 2002, p. 243), misterioso e ininteligible que se desencadena mediante su lectura: Meaning does not lie in the story, nor does it lie in the interpreter’s head. Meaning is not a thing […] meaning is a process, a dynamic relationship between a situation (a tale, heard or read in a certain context) and the person who experiences it. In a way, one could say that there never is a meaning, but only one (or several) mind(s) engaged in the process of creating meaning out of a story4 .
3. Según definición del Diccionario de la lengua española de la RAE: “Conmover el ánimo, causar emoción” (s.v. emocionar).
4. “El significado no reside en el relato, ni reside en la cabeza del intérprete. El significado no es una cosa [...] el significado es un proceso, una relación dinámica entre una situación (un cuento, escuchado o leído en un contexto determinado) y la persona que la vive. En cierto modo, podría decirse que nunca hay un significado, sino tan solo una (o varias) mente(s) involucradas en el proceso de crear significado a partir de una historia” (Simonsen, 1985, p. 30). Traducción de la autora.
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En el momento en el que el lector establece una conexión con el contenido del relato, este pasa a formar parte de su experiencia vital (p. 30). Desde este punto de vista, la lectura del cuento constituye una vivencia única y dinámica que está condicionada, entre otros factores, por el contexto y situación en que se produce. Así, un mismo sujeto puede vivir experiencias radicalmente diferentes a partir del contacto con un mismo texto, como le sucede a la persona que lee el cuento durante la infancia y, posteriormente, repite la experiencia en la etapa adulta. Aunque se trate del mismo individuo, incluso del mismo entorno cultural, niño y adulto pueden encontrar sentidos completamente diversos en el mismo relato (Bettelheim, 2006, p. 20). Como también es frecuente que el adulto pierda la capacidad de emocionarse con el cuento que le conmovió siendo niño, indicio de su dificultad para establecer una vinculación con los ingredientes simbólicos del relato.
Por eso, interpretar un cuento no puede consistir únicamente en individualizar los aspectos literales que configuran su estructura externa: para alcanzar un análisis suficientemente complejo del texto se ha de considerar también la relación existente entre el espacio subjetivo y la narración.
La interpretación literaria de los elementos del cuento depende del tipo y grado de vinculación que se establece entre el texto y la realidad, esto es, del análisis de las dinámicas que rigen la relación entre el significado literal y el contenido latente.
Las aproximaciones académicas al cuento tradicional pueden dividirse en dos líneas interpretativas en función de la metodología escogida (Jorgensen, 2012)5: por un lado, encontramos las escuelas que fundamentan su análisis en la teorías psicológicas (como, por ejemplo, las 5. Para un resumen sobre las diversas modalidades de interpretación del cuento se recomienda la lectura del artículo “Shorting out Donkey Skin (ATU 510B): Toward an Integrative Literal-Simbolic Analysis of Fairy Tales” en el que se basa la presente síntesis (Jorgensen, 2012).
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elaboradas por Holbek, Vaz da Silva, Dundes y Tatar, cuyos principios teóricos sirven de punto de partida para dar respuesta a la cuestión planteada en este volumen); por otro, las que basan sus hipótesis en una interpretación literal del cuento (Delarue, Zipes, Darnton), entre las que destacan las corrientes historicistas y feministas. De modo sumario, puede decirse que las primeras establecen conexiones entre el folklore y determinados aspectos de la psicología humana, y asumen que los símbolos contenidos en los cuentos remiten a problemas humanos universales (Bettelheim, 2006, p. 12) que trascienden la concreción temporal y geográfica; por su parte, las segundas ven en los cuentos de hadas un producto cultural que refleja los comportamientos y actitudes de un grupo social determinado y defienden, en consecuencia, que su análisis adquiere sentido solo cuando remite a una comunidad específica. No necesariamente han de ser entendidas estas posturas como contradictorias (Jorgensen, 2012, p. 99). Al contrario, la complejidad intrínseca del género literario invita a combinar propuestas tomadas de ambas metodologías (Swann Jones, 1987, p. 98):
Each approach can produce valuable results concerning human beings and their social and psychological activities. The cross-cultural nature of the psychological approach can show us why the same narratives can appeal to different audiences and what that says about the shared psychology and sociology of those audiences. The culture-specific nature of the ethnographic approach can show us what is unique to individual ethnic groups and how they adapt and modify the broader folk tradition6 .
6. “Cada enfoque puede aportar resultados valiosos sobre los seres humanos y sus actividades sociales y psicológicas. La naturaleza transcultural del enfoque de tipo psicológico puede mostrarnos por qué las mismas narraciones pueden resultar atractivas para distintos públicos y qué revela esta condición sobre la psicología y la sociología compartidas de esos públicos. La naturaleza culturalmente específica del enfoque etnográfico puede mostrarnos qué es exclusivo de los grupos étnicos individuales y cómo estos adaptan y modifican la tradición folklórica más amplia” (Swann Jones, 1987, p. 98). Traducción de la autora.
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Conviene aclarar, sin embargo, que si bien ambas metodologías ofrecen posibilidades de análisis valiosas para alcanzar una mejor comprensión de los cuentos, la aplicación exclusiva de la perspectiva literal plantea problemas metodológicos de difícil resolución: en primer lugar, ha de tenerse en cuenta el valor transcultural del cuento de hadas. Se conocen testimonios de cuentos como Caperucita o Cenicienta, por citar solo dos ejemplos, al menos desde la Antigüedad Clásica, y sus versiones orales y escritas se transmiten hoy en zonas geográficas y contextos culturales distantes (García Carcedo, 2023); en línea con este argumento, se puede observar que el contenido de los cuentos no remite de forma prioritaria (a veces, ni tan siquiera directa) a la comunidad local, sus usos y costumbres, sino que alude a experiencias y fantasías compartidas por culturas pertenecientes a diversas épocas y lugares (Swann Jones, 1987, p. 100). En último lugar, debemos recordar que, en el cuento tradicional, realidad y fantasía forman una unidad indisociable (Dundes, 1980, p. viii; Zipes, 1988, p. 11). Los aspectos maravillosos del cuento, que difícilmente podrán relacionarse con un contexto sociocultural específico, constituyen un ingrediente consustancial al relato.
Posiblemente, la condición misteriosa de los procesos psíquicos motivados por la lectura explique el temor generalizado hacia el efecto que el cuento pudiera producir en el niño. Como consecuencia de este temor, la literatura infantil y juvenil en general y el cuento tradicional en particular son hoy motivo de preocupación para amplios sectores de la sociedad que tratan de someter a control su forma y contenido7 . Una mera observación del panorama literario actual permite constatar la actuación de padres, educadores, editoriales y creadores, entre
7. Resulta particularmente reveladora la propuesta de transformación y censura de las obras de Roald Dahl por parte de la editorial que gestiona sus derechos. El caso ha despertado el interés mediático, y son muchas las personalidades, incluyendo políticos, que se han manifestado en contra de la conveniencia de manipular las obras del novelista británico.
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otros grupos, que consideran conveniente intervenir los cuentos de hadas con el fin de adecuarlos a las supuestas necesidades infantiles. Su propuesta de modificar, resignificar e incluso de limitar el acceso a los cuentos tradicionales se sustenta en dos suposiciones: la primera consiste en la conjetura de que el niño, que aún carece de capacidad crítica, podría verse afectado por los elementos violentos contenidos en el cuento. Lejos de contemplar la posibilidad de que tales elementos pudieran propiciar una elaboración psíquica de signo positivo, las referencias simbólicas son vividas por estos sectores como una suerte de peligro o agresión; en consonancia con esta hipótesis, se presupone también que el cuento podría producir en el niño un efecto imitativo que, en el caso más extremo, le llevaría a replicar las conductas y los comportamientos representados en los personajes.
Pero estos temores pertenecen al adulto prescriptor, y no al niño receptor. El adulto, al contrario que el niño, encuentra dificultad para establecer una conexión con el lenguaje simbólico del cuento, carencia que, siguiendo el planteamiento propuesto en estas páginas, le impide encontrar sentido al relato. La ruptura de la conexión entre el espacio subjetivo y el contenido de la narración se traduce, desde el punto de vista simbólico, en la imposibilidad de introducirse en el espacio maravilloso.
Al lector que se ve afectado por esta condición solo le queda un recurso frente al texto: la interpretación de sus referencias más próximas a la realidad. Es entonces cuando el adulto, alarmado ante el contenido de un relato que ni le conmueve, ni comprende en su complejidad, siente la necesidad de transformarlo en un código para él inteligible y de valor educativo. Entre las muchas advertencias que existen en torno a este problema, las palabras de Maria Tatar en su introducción a la obra Off With Their Heads! resultan particularmente elocuentes (1992, p. xvii):
Children’s literature in general ‒but fairy tales in particular‒ has traditionally addressed itself, broadly speaking, to two very different interpretative communities, each with its own vested interests and each in periodic conflict with the other. I refer, of course, to adults and children and, more specifically, to parents and their children. With a few notable exceptions, nearly every study of chil-
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dren’s fairy tales published in this century has taken the part of the parent, constructing the true meaning of the tales by using the reading strategies on an adult bent on identifying timeless moral truths, folks wisdom of the ages, and universally valid developmental paradigms for boys and girls8 .
La “búsqueda de verdades morales eternas” y la construcción de “paradigmas de desarrollo universalmente válidos” a los que alude la autora conllevan una importante intervención en los aspectos consustanciales al género literario que, en no pocos casos, deriva en la ruptura de sus características definitorias: los elementos simbólicos propios del cuento de hadas son progresivamente sustituidos por otros tomados de la realidad, referencias que resultan fácilmente identificables y, también, menos evocadoras. Se privilegian, en definitiva, los aspectos externos frente a los internos, la literalidad frente a la fantasía.
El adulto, ahora alejado del recuerdo de su niñez, olvida la verdadera función que el cuento tuvo durante su infancia y, transformado en agente educador, reescribe las historias que un día posibilitaron su participación en un espacio maravilloso:
As adults, we may never be able to get the stories just right for the child, but once we begin to recognize the ways in which we have failed to rewrite old stories –or failed in our rewritings of them– we may also be prepared to drop the pretense of being preachers, educators, or therapists, and to give
8. “La literatura infantil en general —y los cuentos de hadas en particular— se ha dirigido tradicionalmente, a grandes rasgos, a dos comunidades interpretativas muy diferentes, cada una con sus propios intereses creados y cada una en recurrente conflicto con la otra. Me refiero, por supuesto, a adultos y niños y, más concretamente, a padres e hijos. Salvo excepciones notables, casi todos los estudios sobre cuentos infantiles publicados en este siglo se han posicionado del lado de los padres, construyendo un verdadero significado de los cuentos mediante la utilización de estrategias de lectura de un adulto empeñado en identificar verdades morales atemporales, la sabiduría popular de los tiempos y paradigmas de desarrollo universalmente válidos para niños y niñas” (Tatar, 1992, p. xvii). Traducción de la autora.
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our children stories in which they truly figure as heroes and heroines” (Tatar, 1992, pp. xxvii-xviii)9.
Quizás el problema no deba buscarse en el deseo del adulto de proporcionar a los niños el mejor tipo de literatura posible, sino en su incapacidad de darse cuenta de que el sistema por él escogido interrumpe la naturaleza evocadora del cuento de hadas.
Dado que el cuento constituye un fenómeno cultural complejo susceptible de lecturas de muy diversa naturaleza, su interpretación ha de abordarse desde una perspectiva múltiple. En este libro, autores provenientes de ámbitos de especialización dispares aportan las claves para comprender cómo percibe el cuento el lector actual a partir de su observación multidisciplinar.
Inicia este volumen con la contribución de Antonio Rodríguez Almodóvar, escritor y compilador de cuentos tradicionales, autor al que debemos algunas de las colecciones de cuentos infantiles más notorias en España. Su trabajo pone de relieve la trascendencia que tienen los esfuerzos por rescatar el patrimonio literario oral para el panorama cultural europeo y revela, asimismo, la resistencia del ámbito académico a incluir el cuento en el canon literario. El recorrido por la historia de la recuperación, tratamiento y publicación de los cuentos editados por Almodóvar da una idea de las dificultades a las que ha de hacer frente el estudioso del cuento.
9. “Puede que los adultos nunca logremos que las historias sean adecuadas para el niño, pero una vez que empecemos a reconocer en qué nos hemos equivocado a la hora reescribir las viejas historias –o cómo hemos fracasado en su reescritura– podríamos estar preparados para abandonar la pretensión de ser predicadores, educadores o terapeutas, y darles a nuestros hijos historias en las que realmente figuren como héroes y heroínas” (Tatar, 1992, pp. xxvii-xviii). Traducción de la autora.
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A continuación, Luis Díaz Viana, profesor e investigador de la antropología especializado en culturas populares, plantea la complejidad de la división en géneros de los relatos orales. El afán clasificatorio de las narraciones y la consecuente búsqueda de los rasgos definitorios de géneros y subgéneros literarios facilitan la catalogación de los relatos, pero también contribuye a ocultar una realidad: que un mismo tema puede aparecer en forma de cuento, leyenda o mito, condición que evidencia que los testimonios que aquí estudiamos como cuentos maravillosos constituyen, en muchos casos, un estadio particular de una narración compleja.
El tercer capítulo del volumen se dedica al análisis de la evolución de las prácticas narrativas en la actualidad. Marina Sanfilippo, estudiosa de la oralidad artística y popular, da cuenta de la transformación sustancial que han sufrido los contextos narrativos, ahora convertidos en artefactos culturales complejos cuyas características se presentan muy diferentes a las de los entornos tradicionales. Los casos de Ascanio Celestini e Ignasi Potrony, narradores contemporáneos de cuentos, servirán para analizar el tratamiento de los materiales tradicionales en su adaptación a la escena contemporánea.
La visión del escritor queda representada en este volumen en la propuesta de Gustavo Martín Garzo quien, con la sensibilidad propia del artista, nos invita a recorrer una serie de cuentos tradicionales para mostrarnos los sueños, las pasiones y las enseñanzas profundas que se esconden en ellos. Y, al hacerlo, nos recuerda que el lenguaje de los cuentos no es el literal, sino el evocador de lo que él mismo denomina las “fantasmagorías del corazón”, aquel que permite al lector conectar con un espacio misterioso poblado por criaturas de la fantasía.
Las variaciones en la percepción de los animales que pueblan los cuentos constituyen un indicador privilegiado para observar la alteración de su contenido simbólico. María Victoria Sotomayor, investigadora especializada en el conocimiento de la literatura infantil y juvenil, ofrece un análisis de la evolución de la representación de lobos, osos y ratones en los cuentos tradicionales a lo largo de los siglos. Y, a través de este análisis, subraya la transformación de la simbolización de la relación del hombre con la naturaleza en el imaginario colectivo.
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En los últimos años, la literatura infantil y juvenil, su producción y divulgación, son objeto del interés de los medios de comunicación. El tratamiento que la prensa hace de la literatura destinada a niños y jóvenes ha de ser considerado como un medidor de excepción para analizar la configuración social y cultural del cuento tradicional. En este contexto, el periodista Adrián Cordellat reflexiona acerca del preocupante incremento de la cultura de lo políticamente correcto. Como periodista especializado, entre otras cuestiones, en educación y fomento de la lectura, señala la existencia de casos de censura practicada en bibliotecas escolares y advierte de los riesgos inherentes a la creciente tendencia a la alteración de los cuentos tradicionales en pro de su acomodación a criterios revisionistas.
No podía faltar en una obra de estas características la perspectiva del traductor, aquí representada por Carlos Fortea. Dado que conocemos los cuentos tradicionales en sus versiones traducidas, conviene analizar las particularidades que afectan a la traducción de este género literario de características singulares. Tales diferencias derivan, en buena parte, de la descrita instrumentalización didáctica del cuento. Así, al traductor de la literatura infantil y juvenil, frente al que se ocupa de la literatura dirigida al adulto, se le pide en ocasiones que intervenga los textos. Pero los cuentos tradicionales, como bien reivindica Fortea, han de ser tratados con el mismo respeto y profesionalidad que el resto de géneros literarios.
En el octavo capítulo, Pilar García Carcedo, profesora e investigadora de la literatura infantil y juvenil, plantea la posibilidad de utilizar los cuentos tradicionales como punto de partida para reflexionar sobre la igualdad de género. Para tal fin, nos invita a conocer las versiones de Blancaflor y Barbazul, dos cuentos representativos del folklore peninsular caracterizados por su contenido violento; y a observar, a partir de su lectura, la representación de sus protagonistas femeninas que, en muchos de los casos, encarnan un rol activo.
Los dos últimos apartados de este libro están dedicados a la influencia del ámbito educativo en el proceso de modificación del cuento tradicional. En el primero, el investigador y profesor de enseñanza secundaria Francisco Martínez Morán, analiza el tratamiento que se da al cuento tradicional en
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las aulas de educación secundaria y bachillerato. El cambio de las narrativas orales, ahora sometidas a los formatos tecnológicos, afectan particularmente al cuento tradicional que, despojado de su valor iniciático y prácticamente restringido al formato de la pantalla, corre el riesgo de desaparecer.
Por último, M.ª Carmen Encinas, Elisa Martín Ortega y yo misma, formadoras de los futuros docentes de Educación Infantil y Primaria en las universidades del País Vasco y Autónoma de Madrid, respectivamente, consideramos la incidencia que tienen las facultades de educación en la transformación contemporánea del cuento. Dado que el contacto de los niños con estas narraciones orales se producirá casi exclusivamente en contexto escolar, el conocimiento que los profesores tengan sobre el género determinará su evolución posterior. Las universidades, además, tienen una responsabilidad directa sobre la conformación de las corrientes didácticas que tanto están afectando a la transformación del contenido simbólico del cuento tradicional.
Para concluir. La aparición de las variables descritas ha alterado los cauces de evolución del cuento tradicional, propiciando como consecuencia una profunda alteración del género. El cuento, frente a otras manifestaciones literarias, constituye un caso de análisis particular: sometido a estrictos principios educativos y a una rigidez estilística ajenos a su naturaleza, está obligado a subsistir en un entorno de transmisión que mira con recelo a la fantasía y a la imaginación. Paradójicamente, la aparición de las nuevas formas de control se corresponde, por un lado, con un aumento hasta ahora desconocido de la producción editorial y, por otro, con un incremento del interés de los estudiosos del género.
La complejidad de este panorama invita a abordar la situación actual del cuento desde una perspectiva múltiple y abierta a nuevas consideraciones. Las conclusiones, pues, no deben darse por cerradas; muy al contrario, esta obra pretende ser una invitación a la reflexión sobre el devenir del cuento tradicional y sobre las posibilidades de su adaptación a la cultura contemporánea.
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