La cuenca del río Magdalena soporta gran parte de la vida de Colombia, abarcando 273,459 km2, un 24% del territorio nacional. The Nature Conservancy quiere proteger su rol cultural, económico y ambiental, a través del diálogo y la toma de decisiones concertadas, entre todos los actores que dependen de la cuenca y sus beneficios. El proyecto Magdalena, apoyando esta publicación, quiere los niños conozcan la importancia del cuidado del agua y de proteger los ecosistemas de los que depende la vida. Invitamos a todos los lectores a que pedaleen a través de estas páginas por la ruta del agua y la grandeza de la biodiversidad de nuestro país.
A todos los aventureros que se atreven a convertir sus sue単os en realidad.
Una historia por contar A Juana le gustaban las hormigas y los cangrejos. Podía pasar horas imaginando los túneles y laberintos subterráneos, siguiendo caminos de huellas diminutas o acurrucada junto a un agujero en la arena. Cirilo prefería mirar al cielo. Amaba las aves y las estrellas por igual. Eran amigos, y a pesar de sus diferencias compartían un gusto especial por las historias. Por esta razón visitaban con mucha frecuencia al Abuelo. Efra había sido maquinista del ferrocarril. Gracias a ese trabajo pasó muchos años de su vida viajando. Cuando cerraron el ferrocarril, volvió a su pueblo natal. Pasaba las tardes
sentado en su silla mecedora, contando
día y de noche mucho frío. Se refería a
historias de otras tierras y personas que
un desierto, pero ninguno de los niños
un día conoció. Por todo esto, por su pelo
había visto alguna vez uno.
cano y su voz ronca, se fue convirtiendo poco a poco en el abuelo de todos, el gran Abuelo del pueblo.
Era difícil para ellos, que vivían rodeados de agua, imaginarse un lugar tan seco y caluroso. Fue una gran revelación com-
Esa tarde, entre las historias y las risas
prender que no en todas partes se puede
hubo algo que los marcó profundamen-
encontrar la misma cantidad de recursos
te. El Abuelo mencionó un lugar en el
como el agua y los nutrientes.
que el agua es muy escasa, casi no hay vegetación y hace mucho calor de
Entonces algo nació dentro de ellos. Empezó como un cosquilleo que luego sintieron como se estiraba y se definía. Hasta que pasó de ser una sensación a ser palabras, una pregunta que pudieron comunicar. ¿De dónde viene el agua? Ese origen que buscaban, no se refería a una cañería o al acueducto. ¿De dónde viene el agua que viaja por los ríos, en la que navegamos, nadamos, en la que viven muchas criaturas como los peces?
La pregunta se volvió una especie de
Después de pronunciadas esas pala-
urgencia, la fuerza que los impulsaría a
bras, los ojos de los dos brillaron de
vivir una gran aventura.
emoción y dijeron al unísono.
-¡Vamos a averiguarlo! Dijo uno de ellos.
-¡Haremos nuestra propia vuelta a Colombia!
-Sí, pero, es un viaje largo. ¿Cómo hacerlo? -En bicicleta. -¿Es posible? ¿Viajar por Colombia en bicicleta? -Sí, existen muchas personas que lo han hecho. Es más, cada año, desde hace más de 60 años, se reúnen ciclistas de todo el mundo para competir en un circuito que se llama la Vuelta a Colombia.
Mira a tu alrededor Esa mañana salieron de sus casas con todo lo que necesitaban para el viaje. Después de decidir cual sería su próximo destino, uno cercano a su pueblo,
emprendieron el recorrido hacia el
nado con la cantidad de aves que cru-
humedal. Pedalearon por caminos de
zaban el cielo.
tierra, cruzaron un valle y encontraron a su paso grandes árboles repletos de flores amarillas. Se detuvieron frente a una gran superficie cubierta de agua. Allí se encontraron con Ramiro, un joven pescador que los llevó en su barca a recorrer el humedal. Cirilo estaba fasci-
-Muchas de ellas son de estas tierras, pero otras vienen de muy lejos, una vez al año, huyendo del frío. Les dijo Ramiro. Aves migratorias... tal vez era una señal para dos viajeros que apenas comenzaban su travesía.
Se escucha el canto de los pájaros y el croar de las ranas. La tierra y el agua se confunden; nacen flores sobre la superficie del agua y los árboles extienden sus raíces por los aires. Peces de todos los tamaños, algunos lagartos tomando el sol.
Los humedales son una mezcla entre ecosistemas terrestres y acuáticos. Son territorios inundables; el nivel del agua cambia mucho durante el día y durante el año, renovando el paisaje y las costumbres de sus habitantes. Hay humedales en el interior, en la costa e incluso los hay marinos. Esto hace que varíen muchas de sus características así como las especies que los habitan. Las casas de quienes viven en los humedales están construidas por encima del suelo, sostenidas por largos postes de madera para que puedan soportar los diferentes niveles del agua. La gente se transporta en canoas y lanchas, ¡incluso existen ambulancias-bote! Muchos de sus habitantes viven de la pesca.
Agua Los humedales funcionan como grandes esponjas que almacenan el agua lluvia y la liberan poco a poco; así controlan inundaciones y previenen la erosión. Debajo de la tierra existen reservas de agua que los humedales utilizan durante las épocas de sequía y recargan en tiempos de lluvia. Las plantas filtran y purifican el agua al absorberla. En este ciclo se limpia el agua, haciendo posible que los seres humanos la utilicemos en nuestras actividades cotidianas.
La importancia de saber No siempre se supo lo vitales que son los humedales. En algún momento se pensó que eran simples inundaciones, así que eran drenados y convertidos en terrenos para sembrar o construir. Esto ha hecho que muchos humedales de Colombia hayan desaparecido. Ahora que conocemos su importancia debemos protegerlos.
Se extienden frente a nuestros ojos territorios llanos, amplios pastizales. Algunos รกrboles resaltan a la vista, repletos de flores por temporadas. El cielo se llena de bandadas de pรกjaros. Mientras que las hierbas y arbustos caracterizan el paisaje, alrededor del agua, nacen frondosos bosques nativos.
Hasta donde llega tu mirada Después de pedalear mucho, el horizonte se abrió ante sus ojos. El vasto paisaje se presentaba imponente. Conocieron a un hombre que vivía cerca, por el que supieron que en ese lugar habitaban muchos animales como el venado, el chigüiro, el oso palmero, el ñeque, el zaino, el armadillo, el caimán y aves como el alcarabán, las cocoras blancas y rojas, y el garzón dorado. Era casi imposible llegar a nombrarlos a todos, porque además, muchos de ellos les eran completamente desconocidos. Entendieron que en cada lugar viven especies muy diferentes, ligadas al ambiente y entre ellas por una fina relación de equilibrio; relación en la que cada ser cumple un papel y aporta de algún modo al funcionamiento del ecosistema. Visitaron, guiados por su nuevo amigo, unas rocas que habían sido dibujadas y vieron también herramientas y pequeñas esculturas hechas en arcilla. El hombre les contó que han encontrado muchos utensilios y pinturas de las culturas indígenas que habitaron hace muchos años ese territorio.
Vivir en la sabana Actividades como la ganadería y la agricultura hacen posible el sustento de muchas personas de la región, pero si no son desarrolladas con responsabilidad, pueden amenazar el equilibrio del ecosistema. La agricultura, por ejemplo, es muy contaminante cuando se utilizan abonos químicos y otros productos tóxicos. Los monocultivos, es decir, las plantaciones extensas de un sólo tipo que se repiten una y otra vez en el mismo terreno, causan un desgaste en los nutrientes de la tierra y en muchos casos la erosión.
Agua Cuando llueve en las montañas, los ríos depositan en la sabana el agua que traen de las alturas. La lluvia, cuando se intensifica, desborda las cuencas de los ríos e inunda la llanura. Durante esta temporada, se recargan las reservas de agua que están debajo de la tierra para ser utilizadas durante la época de sequía. A veces se forman lagunas, salados o morichales en algún lugar de la gran planicie, alrededor de los cuales crece bosque nativo.
Por temporadas parecen sin vida, ĂĄrboles sin hojas, ramas retorcidas, un suelo cubierto de follaje ocre y naranja. El bosque espera la lluvia con paciencia; consume cautelosamente sus reservas de agua esperando ĂŠpocas de abundancia y cuando ĂŠstas llegan, el paisaje seco y anguloso se transforma en una fiesta de color.
Un bosque multicolor El bosque seco tropical es muchos bosques a la vez. Durante la época de verano, la vegetación pierde su follaje y el paisaje se presenta en tonos ocres; con las primeras lluvias el bosque florece y se convierte en un estallido multicolor, amarillos, rojos, magentas; durante el invierno el bosque se transforma en una densa selva verde; el ciclo se repite. Con la temporada de sequía llega de nuevo el ocre y las hojas caen.
Agua Estos cambios responden a los métodos naturales que tiene este ecosistema para enfrentar las largas épocas de sequía, una sorprendente habilidad para optimizar agua. También cumplen una función reguladora del ciclo del agua; en épocas de abundancia recogen mucha para utilizarla y liberarla después, poco a poco.
¿Quiénes viven allí? Los seres vivos que habitan estos bosques son resistentes a los cambios extremos. Al tener vivir algunas épocas de extrema sequía y otras de abundancia de agua han desarrollado mecanismos para conservar nutrientes y humedad. Las tortugas, las iguanas, las zorras, los monos capuchinos, la boa manglera, los gavilanes, son algunas especies comunes. La mayoría de la gente que vive en ellos se dedica a la ganadería, la agricultura o a la extracción selectiva de madera. Los suelos donde crece este tipo de bosque son tan fértiles que han sido muy intervenidos y afectados por los seres humanos. Las grandes extensiones de bosque seco que existieron en Colombia, ahora se encuentran reducidas a pequeños parches dispersos por todo el país.
Todos los tonos posibles de verde. Ă rboles altĂsimos, medianos, chiquitos, arbustos, musgo, hongos, flores: abundancia. Lluvia, llovizna. Los cantos y murmullos de los animales se mezclan formando la voz de la selva. Animales de todo tipo, aves coloridas, mariposas, ranas, monos... Esta selva siempre verde es el lugar mĂĄs diverso y hĂşmedo del planeta.
El espíritu de la selva -Tenemos que andar mucho para encontrar un árbol de la misma especie que otro. Dijo Cirilo sorprendido. Así es la selva húmeda. Tan diversa que pareciera inabarcable, imposible de conocer completamente. En ella viven más de la mitad de las especies de todo el planeta y su tamaño es, en proporción, muy pequeño. Hay incluso muchas especies desconocidas por nosotros o que todavía no han sido estudiadas. También guardan una gran diversidad cultural ya que en ellas habitan muchas comunidades indígenas. La forma en la que estas personas ven la vida, el mundo y la naturaleza está íntimamente relacionada con la protección de su entorno. La tierra, las plantas, los animales, el agua, son elementos sagrados para ellos. Las comunidades usan los recursos de la selva, siembran, cazan, pescan, todo partiendo de un principio de respeto y equilibrio. Tienen además un profundo conocimiento de las propiedades medicinales de las plantas y un entendimiento de los vínculos que existen y unen a todos los seres vivos del planeta.
Agua Las selvas húmedas son los lugares donde se almacena la mayor cantidad de agua dulce del planeta. Además de esto, tienen ciclos en los que se reutilizan recursos como el agua y los nutrientes. Al amanecer, la neblina formada por la transpiración de las plantas se acumula en el follaje. Se crea entonces un ciclo en el que se crean nubes y llueve sobre la selva, esa misma agua forma nuevas nubes. Los árboles limpian el agua al filtrarla; la selva se autoabastece una y otra vez. Por otro lado, las hojas secas que caen de los árboles son descompuestas rápidamente por muchos organismos que viven en el suelo de la selva. Así es como insectos, lombrices, hongos y microorganismos, transforman el residuo orgánico en nutrientes con los que se alimentan los árboles y las plantas. Son muchos los nutrientes producidos, como lo son los que necesita la vegetación para vivir. Estos ciclos mantienen un equilibrio tan delicado que de ser talada la selva, los terrenos se volverían desiertos rápidamente.
La vegetación cubre la montaña. Barbas blancas, orquídeas, helechos y musgos cuelgan de las ramas de algunos árboles. El sonido del agua contra las piedras mientras baja por la montaña en pequeños arroyos y cascadas, está presente a cada paso.
El agua está en el aire -El bosque de niebla es como el abrigo de la montaña. Dice Juana mientras mira la cordillera de los Andes. A medida en que van subiendo hace más frío. Entre los 1000 y 1200 metros de altura sobre el nivel del mar, se encuentra el bosque andino y a partir de los 1800 y 2000 metros, ese bosque suele estar cubierto de niebla. Allí viven muchas especies como tigrillos, venados, dantas, ardillas y otros roedores, osos de anteojos, cusumbos y gran cantidad de aves. Lo sorprendente de este bosque es que el agua está en el aire, casi que podría decirse que se respira agua. Cada árbol convive con muchas especies que crecen sobre su tronco y ramas, entre ellas bromelias, orquídeas y musgos. La labor de estas plantas es recoger las diminutas gotas que forman la neblina. Cada gota que se escurre por las hojas, ramas y troncos alimenta los ríos y quebradas o dan origen a nuevos manantiales. La capa vegetal también regula el flujo del agua para evitar la erosión y repartir los nutrientes.
Pobladores de distintos tiempos Desde tiempos precolombinos, los habitantes de la cordillera de los Andes han vivido y recorrido estos bosques. En aquella época se talaban pequeñas zonas para sembrar papa, maíz y otros cultivos de clima frío. También se utilizaban recursos silvestres como madera, plantas medicinales y comestibles. La llegada de los europeos a América generó un rápido aumento de la población de las montañas. Fueron cada vez más personas ocupando las tierras, talando porciones de bosque para suplir sus necesidades. A esto se le sumó la llegada de la ganadería, actividad que requiere de amplios territorios de pastizales. Muchos bosques han sido talados y otros destruidos por incendios. Sin embargo, existen también muchos esfuerzos por conservar los bosques que todavía existen. Algunas personas han creado zonas de reserva en fincas o en terrenos privados. Otras gestiones vienen de parte de instituciones que se dedican a la conservación.
Estando en el filo de una montaĂąa, las nubes te rozan la cara. Hace frĂo y la vegetaciĂłn se cubre de finos pelitos. Las plantas y musgos retienen el agua formando grandes colchones.
En la cima de los Andes Juana y Cirilo notaban cómo la vegetación cambiaba mientras subían la montaña. Cada vez el bosque era menos frondoso. Un inmenso paisaje montañoso se abría ante sus ojos: las cimas de los Andes, los páramos. No todas las montañas del mundo están coronadas por páramos. En realidad, Colombia es uno de los pocos países en los que existe este ecosistema. Después de recorrer tantos kilómetros encontraban lo que habían estado buscando. Mientras caminaban se sorprendían al ver como sus pies se humedecían. El suelo estaba cubierto por capas de musgo y de otras plantas que formaban colchones de agua. Los páramos son considerados por muchos, grandes fábricas de agua. Allí se acumula y se conserva este preciado líquido, que se libera poco a poco, permitiendo que las quebradas y los ríos tengan siempre afluente. La mayoría de las especies vegetales de páramo acumulan agua, muchas de ellas pueden absorber hasta 40 veces su peso en agua. En Colombia, las estrellas hídricas,
que son los lugares donde nacen manantiales y surgen muchas quebradas que luego se transformarán en ríos, se encuentran en los páramos. Estos ecosistemas también ayudan a regular el clima del planeta gracias a su capacidad para absorber gas carbónico.
Vivir en el páramo Los grandes mamíferos como osos, tigrillos y dantas suelen vivir en los bosques donde encuentran más protección y alimento, pero suelen habitar el páramo por temporadas. Es más frecuente encontrar roedores y animales pequeños como salamandras y ranas. El cóndor es un ave carroñera que llega a medir cerca a 3 metros con las alas abiertas. Es tan imponente que se conoce como el Rey de los Andes. Las personas que viven allí, suelen cultivar papa y practicar la ganadería para producir leche y queso.
El camino es la meta Pedalearon mucho buscando de dónde venía el agua. Y esa búsqueda los llevó a encontrar muchas cosas que no esperaban. Conocieron personas y lugares fascinantes. Especies de flora y fauna que nunca imaginaron que existían. Ahora que habían llegado a su destino sentían entre alegría y melancolía. Parecía que había llegado el final del viaje. Pero estaban equivocados, todo lo que habían aprendido era el esbozo de un nuevo viaje, en el que estaban destinados a compartir con otros sus conocimientos y a encontrar cada vez más formas de vivir en armonía con el entorno, con la naturaleza. El agua había sido el hilo conductor. Trazaron un recorrido guiados justamente por ese líquido que hace posible la vida; el hilo que guió el viaje es el mismo que conecta nuestra vida a las de todos los seres del planeta. Pudieron reconocer pequeños ciclos, que a su vez hacen parte del gran ciclo del agua, en constante movimiento y transformación. Cada ser vivo se nutre de ella y a la vez la transforma, la limpia, la transporta. El agua que bebemos llegará en algún momento a alimentar un oso en el bosque o a caer sobre la selva en forma de lluvia.
Todos hacemos parte del ciclo en el que el agua es reutilizada una y otra vez. Por eso, lo que suceda en un lugar, por aislado que parezca, afecta a todo el planeta. La contaminación no es un hecho local, perjudica de una u otra manera todos los ecosistemas y a todos los seres vivos que hacemos parte de ellos. La naturaleza nos ofrece recursos para nuestra subsistencia, pero es importante usarlos de forma que sea sostenible en el tiempo. Para eso debemos tener en cuenta el tiempo que cada recurso necesita para renovarse. La tala, la siembra, la ganadería, la minería, son actividades de las que muchas personas dependen y son sostenibles únicamente si se llevan a cabo responsablemente. Debemos recordar que la conservación de la diversidad nos brindará mejor calidad de vida. Somos parte del ambiente. Al destruirlo, estamos destruyéndonos a nosotros mismos.
Por un mundo verde, adelante chicos, ¡sigamos pedaleando!
Mar铆a Jos茅 se imagin贸 los ecosistemas y nos envi贸 estos dibujos.
Ahora dibújalos tú. ¿Cómo te los imaginas?
Buena Vibra Cycling System es un equipo de bi贸logos, conservacionistas y artistas aficionados al ciclismo y a la naturaleza. Su objetivo es incentivar el deporte y la conservaci贸n de la mega-biodiversidad de Colombia a trav茅s del ejemplo y la educaci贸n.
Equipo Buena Vibra
Martín Pedraza / Fredy Gómez / Sylvia Gómez G. Los que pedalean Carlos Pedraza/ La Amenaza Pedraza María Fernanda González/ La Speedy González Hernando González/ El Conejo Volador
Ilustraciones y textos:
Sylvia Gómez G.
Este trabajo está licenciado bajo Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-Compartirigual 3.0 Unported
Diseño:
Erika Díaz
Queremos que usted pueda copiar, distribuir y comunicar esta obra con fines no comerciales, pero le pedimos que si lo hace, reconozca nuestra autoría.
Corrección de estilo:
Manuela Fajardo
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Ilustraciones adicionales:
Avísenos si lo va a hacer; uno de los propósitos de compartir es generar vínculos. Si tiene ganas de usar esta obra de una forma diferente a la que esta licencia permite, escríbanos y nos ponemos de acuerdo.
María José García Revisión de contenidos:
Daniel Vásquez (Proyecto Magdalena, The Nature Conservancy)
Libro creado, desarrollado y editado en Colombia por:
Investigación:
María Fernanda González (Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt)
Carlos Pedraza (The Nature Conservancy)
Buena Vibra Cycling System y ¡RUGE! Mayor información y contacto: todoslosrugidos@gmail.com todoslosrugidos.blogspot.com buenavibracyclingsystem@gmail.com buenavibracycling.wordpress.com
ISBN: 978-958-46-2497-0 La editora agradece a The
facebook.com/BuenaVibraCyclingSystem
Nature Conservancy por el apoyo brindado para la publicación de
la primera edición de esta obra.