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bajo otra bandera
from Tok Tok News N5
by toktoknews
Sohn Kee Chung
E L P R I M E R M E D A L L I S T A O L Í M P I C O C O R E A N O , Q U I E N F U E O B L I G A D O A C O M P E T I R B A J O O T R A B A N D E R A
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El año era 1936, el mundo se encontraba en una etapa de grandes innovaciones y cambios, la BBC dio sus primeras transmisiones, Billboard publicó su primer top de canciones de música pop, incluyendo nombres como Fred Astaire y Billie Holliday, incluso el Rey Eduardo octavo de Inglaterra abdicó al trono por amor. Por otro lado, Alemania encabezada por Hitler demostraba que no le temían a nada, la mirada del mundo entero estaba sobre ellos ya que las olimpiadas de ese año serían
- S o h n K e e C h u n g
Artículo por: Nasle Musa
no le temían a nada, la mirada del mundo entero estaba sobre ellos ya que las olimpiadas de ese año serían llevadas a cabo en Berlín.
En la clasificación del maratón de atletismo tres hombres se encontraban en el podio mostrando sus medallas, pero sólo uno de ellos portaba una sonrisa, los otros dos tenían la cabeza baja, habían ganado una medalla pero perdido sus verdaderos nombres y bandera. Al día siguiente, la prensa
baja, habían ganado una medalla pero perdido sus verdaderos nombres y bandera. Al día siguiente, la prensa felicitó al país de Japón por sus atletas que compitieron en el maratón: Kitei Son y Nan Shoryu pero la verdad es que no eran japoneses, ambos eran coreanos y sus verdaderos nombres eran Sohn Kee Chung y Nam Sung Yong.
Sohn nació en 1914 en la ciudad de Shinju (región que el día de hoy le corresponde a Corea del Norte), tan solo 4 años después de que Japón anexó el territorio de Corea a su imperio. Sohn aprendió el idioma japonés en la escuela, pero en secreto también estudió su verdadera lengua materna, coreano. Durante este periodo de su vida se divertía con sus amigos, jugaban a las carreritas de una manera particular: todos pedaleaban en sus bicicletas mientras que Sohn corría, fue de esta manera que sus maestros se dieron cuenta de su talento y potencial, entonces decidieron mandarle a estudiar a la ciudad de Seúl. Su nuevo entrenador le hacía correr cargando piedras sobre su espalda y bolsas de arena en su cuerpo, construyendo su gran fuerza y resistencia. Su disciplina y talento funcionaron y fue así como Sohn ganó su primer maratón a los 17 años, pero ahí no terminaría su éxito, en los siguientes 5 años correría otros 12 y ganaría 9 de ellos. En 1932 se había establecido el récord mundial en un maratón por el argentino Juan Carlos Zabala con 2 horas, 31 minutos y 36 segundos, pero tan solo 3 años después, Sohn concursaría en el maratón de Tokio, finalizando con un tiempo de 2 horas, 26 minutos y 42 segundos, rompiendo el récord de Zabala por 5 minutos. Este gran éxito lo llevó a competir en las pruebas olímpicas junto a su compatriota Nam, pero ambos debían portar una bandera que no les correspondía, la del imperio japonés. Sus grandes resultados provocaron que las autoridades japonesas presumieran a la prensa que en las olimpiadas de Berlín se llevarían por lo menos una medalla de bronce.
Imagen por: Sporlab - Unsplash
Una vez que llegaron a Berlín, iniciaron los intentos de Sohn de pedirle al mundo que no le catalogaran como japonés, se atrevió a firmar el roster olímpico y autógrafos con su nombre coreano, a un lado de su nombre dibujaba dos cosas: la bandera coreana o la figura de su verdadero país. Cuando le entrevistaban, Sohn decía una y otra vez que su nacionalidad era coreana y no japonesa, pero su traductor asignado se rehusaba a traducir sus palabras.
Durante el maratón de las olimpiadas de Berlín, el argentino Zabala llevaba la delantera por 90 segundos y 3 millas, fue ahí donde Sohn decidió apresurar el paso pero el competidor británico Harper se acercó para decirle que bajara el ritmo para esperar que Zabala se cansara primero, Sohn no entendía el idioma inglés pero entendió a qué se refería con sus palabras y durante las siguientes 14 millas corrieron juntos. Un par de millas más tarde Zabala tropezó exhausto dándoles la delantera, el cuerpo de Sohn estaba cansado pero fueron su corazón y su espíritu quienes lo llevaron a la meta, cuando subió la mirada para ver su récord no pudo encontrar su nombre ni su bandera, sino su nombre otorgado y la bandera de sus conquistadores. Sohn en 1936 durante las olimpiadas de Berlín.
Imagen de:
Desconocido (Asahi Shinbun), via Wikimedia Commons
Imagen por: Florian Schmetz - Unsplash
En el podio estaba Sohn con la medalla de oro, Harper con la de plata y Nam con la de bronce. Le dieron a Sohn un arreglo floral que usó para tapar la bandera japonesa que tenía en su uniforme, al escuchar el himno del imperio japonés tanto Sohn como Nam bajaron la cabeza en forma de resistencia y protesta. Cuando entrevistaron a Sohn mencionó nuevamente que era coreano y se declaró en contra de la ocupación de Corea, pero a los reporteros sólo les interesaba la carrera. Nam mencionó que sentía envidia por su compatriota, no por su medalla de oro, sino por tener algo para tapar la bandera de Japón. Los atletas japoneses les hicieron una fiesta, pero faltaron para ir a casa de un miembro de la resistencia nacionalista coreana, ahí vieron por primera vez en su vida la bandera prohibida de Corea con el símbolo del taegeuk. Gráfico de: Canva
La fotografía impresa en Japón y la imagen modificada por el periódico Dong-A Ilbo. Fotografía tomada de: Korean American Story
En Corea, al enterarse de la victoria de Sohn, el periódico Dong-a Ilbo (hoy conocido como The Korean Daily) fue el único que escuchó las plegarias del medallista olímpico. Realizaron un artículo para conmemorar la ocasión, pero al imprimir la foto de Sohn en el podio, decidieron borrar la bandera japonesa de su uniforme y fue con esta fotografía modificada que repartieron fotografía modificada que repartieron por todo el país la nueva edición de su periódico. Esta acción de resistencia no quedaría así, el imperio japonés decidió suspenderlos por 9 meses y arrestaron a 8 de sus reporteros para torturarlos, un gran precio que tuvieron que pagar para escribir la historia como era debido.
Sohn corriendo con la antorcha olímpica durante las olimpiadas de 1988 en Corea del Sur.. Fotografía tomada de: Korean American Story
Después de la independencia de Corea, Sohn se convirtió en entrenador de atletismo, en 1950 llevó a los primeros atletas que usaron en su uniforme la bandera coreana para competir en el maratón de Boston, después su pupilo más querido ganó la medalla de oro en las olimpiadas de Barcelona, dándole a su país la segunda medalla olímpica en esa clasificación. esa clasificación. En 1988 fue cuando su sueño finalmente se cumplió, los Juegos Olímpicos serían en Corea del Sur y fue elegido para cargar la antorcha olímpica, ahí pudo finalmente correr en su propio país con 80,000 de sus compatriotas festejando, esta vez no portaba una medalla pero pudo sonreír mientras corría.
“Los japoneses pudieron detener a nuestros músicos de tocar nuestras canciones, silenciaron a nuestros cantantes y nuestras voces, pero nunca pudieron impedir que corriera” .
Monumento que conmemora a Sohn en Corea del Sur
Fotografía tomada de:
German Road Races. ©Horst Milde Hoy en día, la base de datos de las olimpiadas aún lo nombra como Son Kitei y marcan su nacionalidad como japonés, aunque en su biografía hablan de su verdadera nacionalidad. Japón hasta este día se rehúsa a marcarlo en la historia como un coreano, en el museo olímpico de Japón se apropian de la victoria de Sohn como un triunfo para Japón a pesar de peticiones de la población y autoridades coreanas. Las autoridades japonesas mencionaron que decir que Sohn era coreano sería distorsionar la historia, recalcando su postura de que Corea no existía.
Tanto Corea del Sur como Corea del Norte tienen monumentos y festividades para conmemorar la victoria de Sohn y su gran acto de resistencia.
Recordemos que a pesar de que Corea estaba injustamente ocupada por Japón, el espíritu coreano nunca dejó de existir, la verdadera distorsión histórica es pensar que Corea no existía. El tigre de Asia nunca murió, hoy más que nunca podemos admirar su grandeza y la cultura que lleva consigo.