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viaje desde Jeju-Do
from Tok Tok News N5
by toktoknews
Postales del camino:
Libreta de viaje desde Jeju-Do
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Existe un refrán que me gusta mucho que dice: “Uno siempre regresa al lugar donde amó la vida ” y si en algún momento la vida me hace regresar quisiera que ese lugar, sin duda, sea Jeju.
Ilustración por: @onedoodleperday
Más allá de la costa sur de Corea del Sur surge desde las olas, 제주도 (Jeju-Do), una de las islas más grandes de la península declarada Patrimonio Natural de la Humanidad. Pero más allá de que Jeju sea sinónimo de mandarinas todo el año, es un lugar donde coexisten sirenas de carne y hueso, hombres-piedra que resguardan toda la isla y caminos que atraviesan un volcán. Si me preguntaran cuáles son tres peculiaridades de Jeju, como todo local, respondería: las piedras, el viento y las mujeres.
Hay tantas historias que resuenan desde los pisos volcánicos de Jeju, desplazadas por el viento desde 성산 (Seongsan) hasta 동알오름 (Monte Dong-Gal) que narran crónicas de guerra, hambruna, desolación, pero también de mucha lucha y esperanza. Por eso no hay trayecto que no guarde un rastro de evidencia de la memoria de este lugar. Y existen 27 de ellos, bajo el nombre de 제주 올레 길 (Jeju Olle Trail).
Estos trayectos permiten que conozcas toda la isla, escalando pequeños y grandes 오름 (montañas o montes), cruzando bosques de árboles gigantes o granjas de molinos eólicos y si decides subir hasta su cima, encontrarte con una vista que divide de manera invisible, el norte y sur desde 한라산 (Montaña Halla).
Imagen por: Gabriela Romero
Imágenes por: Gabriela Romero
Una de las razones por las cuales me gusta contar sobre mi isla de aquel lado del mundo, es debido a que transitando sus caminos, pude conocer la cotidianidad de un lugar que me hacía recordar a casa, unas 14 horas de diferencia más hacia el futuro. Pero para mi yo del presente, usualmente los días de exploración los dejaba para los fines de semana.
Imagen por: Gabriela Romero Imagen por: Gabriela Romero
Tomar el autobús de las 8 de la mañana de manera soñolienta es la forma de empezar esta expedición. Mientras los carros pasan, te concentras en aquellos caminos estrechos y peatonales que usualmente desembocan en alguna playa. Antes de subirte a tu autobús te despides del gato que conociste en la parada y mientras ronronea te ve partir hacia tu siguiente destino.
Después de bajar del bus, te aseguras de que la entrada donde empieza tu camino sea la correcta, posiblemente un buzón de color azul en forma de caballo (algo abstracto) te reciba. Aquí hasta el coreano más coreano se vuelve extranjero ya que es momento de sacar un pasaporte azul, sellarlo y con flechas indicando el camino, avanzas hacia la ruta que trazaste para aquella mañana.
NOTA DE VIAJE
El pasaporte azul establecido por la comunidad del Jeju Olle Trail, lo puedes adquirir en su tienda de souvenirs o en sitios oficiales para su venta. Más allá de otorgar un certificado por haber completado todos los trayectos es sin duda un recuerdo maravilloso para añadir al álbum de tu memoria.
Imagen por: Gabriela Romero
Entre más caminas, logras distinguir casas de estilo y construcción antigua. Algún patio lejano aromatiza todo a hierba dulce, con un vientecito que te anuncia que se acaba la primavera.
En Jeju el verano es caluroso y el invierno frío, no tanto como en Seúl, pero siempre hay días que los describo como días de vaivén; los vientos de la isla son fuertes debido a la corriente y su posición en el mundo, por eso puedes encontrarte con una primavera fresca o un otoño cálido.
Pasas una hora y pico caminando cuando de repente un tesoro ante tus ojos: huertos y más huertos de mandarinas. Donde es más que seguro que alguna 할머니 (abuelita) te ofrecerá varias al verte pasar. Todo residente de Jeju en algún momento de su vida te obsequiará mandarinas. Es parte de ser de la isla, es parte de ser “제주사람” (persona de Jeju).
Aquellas mandarinas son suficientes para amenizar el viaje, pero no para callar el estómago. En algún lugar del camino, en especial si estás cerca de la costa, los 아저씨 (señores) te esperan con la pesca del día junto con más gatos isleños que también te invitan a ser parte de la mesa o esperemos que una 편의점 (tienda de conveniencia) nos pueda salvar. Ramen instantáneos o 도시 락 (bandejas con alimento) pueden ser una opción.
Después de la comidita, a medida que avanzas ya te familiarizas con el panorama. En el trayecto de hoy vemos cómo se rinde homenaje a nuestras mujeres del mar o 해녀, en paredes pintadas y estatuas doradas como un tributo a su significado divino. No hace falta ver a estos seres marinos en el agua, aquí aparecen junto a ti platicando en un dialecto antiguo. Las ves reír y quejarse sobre la marea, las estaciones y “ el maldito viento de Jeju. ”
Imágenes por: Gabriela Romero
Llegando el ocaso, el cielo se pinta en degradado y es momento de sentarse a admirar. Solo eso, no hay más. El tiempo se detiene y se diluye lentamente hasta que cae la noche. La cena auspiciada por nuestra “이모” (tía, pero en este caso refiriéndonos a la dueña) del local que siempre nos hace nuestro usual 순두부찌 개 (sopa picante con tofu) que después de odiar cocinar para uno por tanto tiempo, una sopita casera sabe a amor.
Imagen por: Gabriela Romero
Con el pasar del tiempo te acostumbras a las expediciones y das por sentado todos esos pequeños detalles, la forma de las cosas bajo mirada extranjera, el color del mar cuando se une con el cielo, deambular por las calles mientras ves edificios altos y pensar que el día de hoy es un material perfecto para un sueño. Durante mi corta estadía de casi dos años me atrevo a decir que no fueron lo suficiente para recopilar todo, queda en mi aún un sinsabor acerca de aquellos lugares que tantas veces vi pasar por la ventana del autobús 325, susurrando: “La próxima vez de seguro iré” .
Tal vez la próxima vez no llegue pronto pero de lo que sí estoy segura es que si alguna vez alguien me pregunta cuáles son tres peculiaridades de Jeju, esta vez responderé: los atardeceres, las memorias y poder llamar a otro sitio en el mundo, mi hogar.