Philippe Juli~n
El manto de NoĂŠ Ensayo sobre la paternidad
/
Alianza Estudio
Alianza Estudio
Philippe·Julien · (
El manto de Noé Ensayo sobre la paternidad Traducción de Ana María Magaldi y Patricia Guthmann Revisión técnica de Hélyda Peretti
Alianza Editorial
Titulo original: Le manteau de Noé. Essai sur la paternité. Esta obra ha sido publicada en francés por Desclée de Brouwer
INDICE
Prefacio / 13
l. Un triple declinar / 17 11. Una triple dimensión / 35
III. Un triple discurso / 55 l . Decir el bien / 55 2. Decir la ley / 59 3. Un bien decir / 71 IV. Una _alteridad irreductible / 79
Conclusión / 89
<O 10
Dcsclée de Brouwer, 1991 Ed. cast.: Alianza Editorial, S.A., ·suenos Aires, 1993 Moreno 3362 - (1209) Buenos Aires l ~ ON : 950-40-0090-8 1l«dto e l depósito que marca la ley 11.723 l11 1p1cso en Argemina - Printed in Argentina
Para Emmanuelle Para Jacques-Henri
Noé, labriego, comenzó a plantar una viña, se embriagó y se desnudó dentro de su tienda. Cam, padre de Canán, vio la desnudez de su padre y habló con sus hermanos, que estaban afuera. Sem y Jafet tomaron un manto y poniéndoselo sobre sus hombros retrocedieron de espaldas a su padre y ~u.._Qesnudez. Con el rostro vuelto, no vieron la desnudez de su padre (Libro del Génesis, IX, 20-23).
l'Hl~FACIO
¿Qué ocurre actualmente con la paternidad? El hlcentenarto de la Revolución francesa nos ha re' ordado que, gracias a ella, una nueva fraternidad M11rgtó en el mundo, una fraternidad que desde entonces no se basa en ningún padre señalable. ¿No 11 IC la muerte de Luis XVJ un parricidio!j) kos f.rance~rt-t se re_ c_Qn_Qcen her_!Ilanos al volverse políticamen1r- huérfanos. - - - --- Es así como la imagen paterna se relegó a la vida privada. El padre es el hombre de la familia, 11q11el a quien el hijo llama papá. Ahora bien ¿qué ha sucedido en este siglo xx? 11:1 poder del padre sobre,, su pequeña familia -Ua--.:1111tcla nuclear- se vuelve cada vez más µmll.a.d.Q.. por ht nutoridad. finalmente reconocida. de la madre. y 1'111' la creciente ingerencia de la sociedad civil en 1111110 al hijo, en nombre de su interés. de su bien y 1 Ir m 1 felicidad. Historiadores y sociólogos concuert l11 n en esta comprobación. Pero ¿qué pasa con los hijos y las hijas? No es 1 n u al que precisamente en este contexto europeo 1 lt 11 na triple conmoción -política. religiosa, fami -
--
13
14
Philippe Julien -
1
liar- de la figura del padre. fuera posible este descubrimiento de Freud: a pesar de nuestras afectadas maneras de personas adultas. la sexualidad humana permanece siendo infantil. Y así, ~ anto rñás se debilita la imagen social oel padre ¡más- reclama el hijo una imagen grande, fuerte, bell(!! ¿Quién se la dará? ¿Quién se la garantizará? Extrafla paradoja de este siglo en el que Hitler no fue el único en provocar la adhesión de la juventud repitiéndole que había sido traicionada por sus padres y que heredaba las uvas verdes de sus claudicaciones y de sus cobardías. Hitler no fue el único en hacérselo creer: en efecto. en nuestra época más que en cualquier otra, la juventud ha sido objeto de solicitación y de seducción para mejor consagrarla a una causa. Tal es la paradoja que es preciso analizar. ¿Obtiene la paternidad su consistencia de la imagen que ofrece. fuerte o miserable? ¿;O, por el contrario. de la denominación del nombre del padre? ¡Padre! Un simple sustantivo de algunas letras colocado en el origen de algo inagotable. Micromégas no juzgaba por la aparente grandeza. Hoy. a través de estas páginas sobre el padre. se invita al lector a este encuentro. Junio de 1990
UN TRIPLE DECLINAR
- _-----::_----
. --~-·-·~---~-·- -·~·-···~·-- --·
--·--- -· -
·--~
¿Qué es ser un padre? Diversas respuestas se hnn dado a esta pregunta, y se sigue dándolas ... rvidentemente. Ahora bien, cualquiera sea la definición que se nclopte. sociólogos. historiadores. juristas concuerdnn en comprobar que durante el ~glQ )g{_s~ l?I~~u c t una declinacióR soGial de Ja paterniQ.ad. En efecto. a cada una de las definiciones del "''r-padre corresponde hoy un cancelamiento espe1•iflco. Para designarlo. nada mejor que hablar en t1•1·minos de derechos: derecho sobre el h ijo. dere1 llo deL hijo. derecho aL hijo.
1 rcl derecho sobre el hijo
¿Cuál es, en Occidente. la :QdW§J;ª:dÍf:}Jlaici.á.n 1lrl set-..12a.dl;e? Originariamente se considera padre 110 ul hombre de una mujer sino al4¡uv. es decir. al qtt • dtrtge la ciudad. Asi, la paternidad es al ca17
·-
18
mienzo política y religiosa. y no es familiar sino como consecuencia. 1 Como lo demostró Benveniste a propósito de las civilizaciones indoeuropeas, el adjetivo ·patrius "se refiere_no al padre fisico sino al padre dentro del parentesco clasificatorio" .2 Así, la patria Po~ es el poder de engendrar que instaura. a través del nombre propio, un linaje de tipo clasificatorio antes que de ser fisico o de consanguineidad. . . ~n efecto. la patria es la descendencia social y Jund1ca que proviene de los padres fundadores: y ser ciudadano formar arte del linaje..Qe los padres. De este modo, en la ciudad romana el emperador (Pater patriae). los senadores (Patres}, los patricios (Patricii) encarnan esta paternidad instauradora de un lazO:Snej.al .~n tantd que éste es determinado fundamental.mente~ sangi:~no por la ~ra, palabra Justamente llamada "paterña"- (sermo patrius).
Así también cuando San Pablo dice: "Me arrodillo en presencia del padre, del que toda patria (descendencia) recibe su nombre" (Efesios. m. 14). de1
El manto de Noé
Philippe Julien
Es lo que ha demostrado admirablemente la monumen
Htstotre des péres et de la patemtté, dirigida por Jean Delumeau y Daniel Roche (La,rousse, 1990, 475 páginas). El padr
es el Rey, es Dios. . 2 Emile Benvenlste, Le uocabulatre des tnstttuttons mdoeuro peénnes. Parts, Mlnult, 1969, t. 1, p. 272. Asimismo: wEn su ft guraclón original la relación de la paternidad fistca se excluye (p. 210).
19
signa un principio único generador que no tiene nada de fisico. Así, en razón de este significado de orden no .na.t.l.U1ll sino cultural. a la vez político y religioso:Se ha podido hablar en los Estados Unidos de los "padres fundadores". en la URS.5, de Stalin co.mo "padre de los pueblos". en el cristianismo de los "padres de la Iglesia" o del papa, de su nombre de Santo-Padre. Ahora bien. es de este sentido primigenio del Padre-en-tanto-amo que se desprende como consecuencia la paternidad familiar. Porque es el...ru:n.Q...Q.lítico y religioso. el Qadre es el amo de la casa. el d.ominus.~ELes el que toma mujer: desposar una m{i]er es con ucirla a su ca a (u.xorem ducere) y hacerla así acceder al matrimonium. es decir, a la condición leg~~~e. ESaeesta manera como el ame e vuetQ.e_Qadre de ta ro: se autoriza a sí mismo a ser el padre de un niño reconociéndolo como su hijo o su hija. En el origen de nuestra cultura europea. la paternidad era adoptiva y voluntaria: "En la Roma antigua -dice Philippe Aries- después del nacimiento. el niño era depositado en el suelo, delante del padre. y éste lo reconocía levantándolo; era como un segundo nacimiento. un nacimiento no biológico, comparable a la adopción. "3
3
p. 6.
"Le pere autrefols", en Les péres aujourd'hut, INED, 1982,
El manto de Noé 20
21
Philippe Julien
En efecto, un hombre engendra un hijo porque es padre y no a la inversa. Lo que define el_serpadre no es la coacción de la sangre. sino el a to de un amo que toma posesi{m de u_n niño y declara úblicamente: Yo soy el padre .. La_Qaternidad €S-aU.torreferencial, como todo a e.tu de...amo. A partir de esto se fundamentan los derechos del padre sobre el hijo: derecho de vida y muerte (cualquiera sea la edad del hijo o de la hija}, derecho de castigo, derecho de encarcelamiento, 4 y. sobre todo, derecho de decisión sobre el matrimoriio de su hijo y de su hija en atención a los intereses del patrimonio que hay que salvaguardar. Ahora bien, esta definición del ser-pa.Qre sufre un constante deterioro desde hace dos ~glas . En el siglo XVIII se inicia. en efecto. un gran giro: la sociedad se funda sobre la fraternidad y ya no sobre la paternidad. En Francia la ejecución de Luis XVI es el síntoma social de ello: ¿no fue acaso un parricidio? Este cambio se expresa claramente en la fórmula de Jean-Jacques Rousseau: "En lugar de decir que la sociedad deriva del poder paterno. habría que decir que, por el contrario. es de ella que ese poder extrae su fuerza principal" (Discurso sobre el origen de la desigualdad.).
-
-
4 Es así como Mirabeau estuvo en prisión por orden real hasta la edad de treinta y dos años por oponerse su padre a su casamiento.
. . . ha tenido una doble consecuenEsta mvers1on eta: 1. La autoridad paterna. que con:emía indi.v~sible mente a la sociedad política. religiosa y fanHhar. se centra exclusivamente en la farnilia con el Ideal bur-
gués del siglo XIX.
b
La patria potestas es solamente el poder del .~om re r una muj er y a travé s de ella h~J~S. De
de tene · · nd1co rom donde surge la nueva fuerza del a d agw ~u mano que define la paternidad: Pater is est q.ue 1 que el matnmonuptiae demonstrant. el pad re es e nio destgna.s Así, el hijo tiene por padre al marido de la madre. ¡ ® Es decir que~ derecho de ~~ida~ ~obre ~ 1 o ~ radica en el poder políti~o o reh 1.QSO sino ~ un lazo prealable: la conyu9afid~.6 El carnpdo sde .-art· lanza• pasan o ee mántico se restringe y se P ic~ 1 lo social-público a lo soclal-pnvado. pasando d amo fundador al h ombre de tal mujer.
s Digesto, 2, 4. 5.
1 l odujo el Este cambio radical llene relación con el que ~ r· i. !smo E 1 Grecia antigu a Zeus es e m Judeo-crlstlanlsmo. n a . • > todo oderoso- (Pater panto"Padre de todas las cosas , 1 adre p d re de un hijo lla crat.orJ. Por el contrario, Jehovd no deviene pat al Ftat de una . 1 al consenllmle n o, mado Jesus stno grac asl d de Is rael La teología trtnl. cumple os eseos · mujer. Mana. que . di te una ontología de relabo rará esta subverslon me a n ::es !~temporales. que prov1ene precisamente de los gentiles. 6
con Platón y Artstótdes.
22
Philippe Julien El manto de Noé 2. Pero este primer cambio no se produce sin generar otro. En efecto, con la monarquía son desechados al mismo tiempo el absolutismo político y la "realeza doméstica". No se trata so,amente de la limitación del campo del poder del Padre-en-tantoamo sino de una modificación cualitativa del poder en eL interior mismo de la familia
Este declinar no data del siglo XVIII. Se ha operado lentamente y durante numerosos siglos bajo la influencia de la Iglesia, antes de que el Estado moderno tomara poco a poco el relevo. En efecto, el cristianismo relativizó el derecho rom.a no del pater familias sobre sus hijos. Al pedir a la Igl.e sia el bautismo de sus propios hijos, el cristiano los introduce en otra filiación, de la que no es amo sino servidor. La Iglesia sabrá recordárselo: de la ley, el padre no es el legislador sino el representante: y en caso de conflicto con la Iglesia educadora del joven cristiano, el padre debe saber someterse. El caso más notable es el del matrimonio de sus hijos e hijas. al menos en la Iglesia latina. En efecto, la Iglesia lucha con sorprendente constancia contra el poder paterno para que el matrimonio se fundara sobre el solo consentimiento de los jóvenes esposos y no sobre el de los padres de sus respectivas familias. Este destronamiento progresivo de la "realeza doméstica" se basaba en un desafio importan te (en una táctica importante): apoyjl..f..se_e~l
23
consensualismo del derecho roQJjlllQ ~stente ara transformarlo y dar así al_ ma.tri!P2!11.Q. Ye!,~ de ~a cramento. Efectivamente, no hay sacramento sin el otorgamiento de una palabra libre por parte de cada uno de los contrayentes: condición necesaria puesto que son ellos mismos. el uno para el otro, los ministros del sacramento que indefinidamente se confieren para una unión indisoluble. Así, un matrimonio secreto entre bautizados a espaldas de sus padres es reconocido como perfectamente válido. Ahora bien, por esta tradición, que no dejó de crear conflictos con las familias feudales preocupadas por su honor y por la transmisión de su patrimonio, un tercero se introduce entre el padre y sus hijos o hijas y provoca el primer deterioro del poder paterno. No es sino lentamente que el Estado m..Qderno a partir del ~glo ~ reemplaz ~a g!esia en e~.t.a.fuoci.GR-de tercero que gar~ @sJiber.tades. -- civil no la ha cumplido sin algunas retiLa sociedad cencias, como si. más que la Iglesia, ella debiera proteger el derecho de los padres a controlar el matrimonio de sus hijos, y sobre todo de sus hijas. El Código de Napoleón da testimonio de ello. Pero. Iglesia o Estado. de cualquier manera y gracias a ello algo nuevo entra en juego: ya no más el solo derecho del padre $Obre el hijo sino el derecho del hijo.
---
-
24
Philippe Julien
Il.·.El derecho del hijo
Una segunda definición del §.el:=.pa~ más reciente. más burguesa, resulta del tomar en cuenta. sobre todo a partir del siglo xrx, los derechos del hijo. Iodo hijo tiene derechos cada vez más numero--~~ sos y precisos en función de su bien, de su interés y de su bienestar. Ahora bien, para la realización de éstos. todo hijo tiene derecho a una filiación paterna. Derecho universal que concierne tanto al hijo menor como al primogénito, tanto al hijo natural. al hijo adoptivo. como al hijo legítimo. De ello se desprende una nueva definición del ser-padre, concebida en términos de roles a desempeñar y de tareas a cumplir. Es padre el qµe se ocupa realmente del hijo. es decir, el que-F'e sponde-a. sus derechos -derechos no sólo a conservar Ja-vida sino a entrar en el mundo de la cultura y a iQtegrarse en la sociedad de los adultos. De esta manera, en el curso del siglo ·xvm y sobre todo del XIX, el hijo ya no es más aquel de quien se encarga-globalmente esa microsociedad que es la comunidad aldeana. Una bella imagen del padre-educador nace, exaltada por Diderot y JeanJacques Rousseau. Ella se encarna en el siglo XIX con la familia nuclear, urbana y burguesa. Se expande en el siglo xx con lo que se llama el "nuevo padre", el que lleva en brazos, cambia los pañales,
El manto de Noé
25
juega, habla babyisch con el recién nacido. Ya· no es más únicamente aquel de quien la madre habla (el oficial de marina que recorre los mares. el prisionero de guerra durante cuatro años en Alemania, etc.) sino aquel a quien el hijo habla y al que llama papá. Ahora bien, esta definición del ser-padre es frágil en la medida misma en que designa tareas o funciones a cumplir para el interés. el bien y el bienestar del hijo. En efecto, esta función puede ser desempeñada a justo titulo por otros igualmente capaces, si no más. de introducir al niño en la sociedad. en la educación nacional y en la cultura humana. Esa defini"Ción declina pues cada vez más en razón de dos factores: l. Por empezar. en nombre del interés del hijo. la sociedad civU interviene entre el hijo y el padre: me-
diante los representantes de la ley,: para salva~uarlos derechos de filiación del niño. mediante los pediatras. parac onstruir-el legajo médico. mediante los puericultores para inic iar al hijo en la socialización, mediante los tnstitutores e institutrices para formar al joven ciudadano en la República. etc. As í, un supuesto saber adquirido y poseído por aquellos y aquellas que intervienen en torno al niño constituye una opinión fonnada por datos médicos. pslcosociológicos, pedagógicos, que implican una ética subyacente. reconocida o no. Ese saber determina un trabajo de asistencia médica. maternal (nodrizas). social, educativa y juridica que justifica investigacio-
26
El manto de Noé
Phllippe Jullen nes, encuestas. legajos de todo tipo. El ejemplo más impactante es el de las exigencias requeridas para la adopción de un hijo: pero está lejos de ser el único. Asi, el hijo debe..~ protegido 9~1 gadre.Jle ése de ~ ....... ..._ g~ieI_!.ja escuela.o los veci[lOS sg_spech_an_g~erce violencias-físicas o abusa sexualmente de su hija~ -~ Todo ello por ~l bien supuestamente sabido del hijo. en fun ción de criterios cada vez má~ escribió una jurista: MDesde 1804, el poder paterno tal como lo entendía la ley se ha alterado progresivamente por la multiplicación de los controles judiciales o administrativos a los cuales puede dar lugar su ejercicio.''7 Este saber adquirido, supuestamente sabido, acerca del bien del hijo. deja atrás al llamado padre y reduce a una magra ración de dieta su competencia en caso de "dificultades" físicas, psíquicas o sociales del hijo. La paternidad "ocupacional" se ha vuelto social; es compartida. fragmentada, plural y, en consecuencia y por definición. intercambiable. 2. Pero, más aún, a esta relatlvízación del padre se agrega otra, mucho más radical. que proviene del lugar asignado a la madre por la ley civil.
--
En efecto. ¿qué hay mejor en el mundo para un hijo que eJ amor de la madre? Ella posee una intuición que proviene al mismo tiempo del corazón y de la experiencia fisica de la gestación, del parto y de 7 Cathertne La~rousse, MLa notlon de paternité en drolt", en Les peres aujourd'hut, op. cit., p. 22.
27
la lactancia. Tiene un saber que ningún hombre. ni siquiera el mejor del mundo, podría verdaderamente reemplazar o imaginar. Es por ello que. si el- padre es eminentemente inte~amblable en. su p~pel de educador, a- maare, porel contra~rio , no lo es. y !1º pue_de ser reemplazada por el padre. En consecuencia, debid9 a la creciente intervención del Estado y arpap~Í ir~emplazable a signado a la madre en lo concern!ente al hijo. se perfila un segÜndo_deterioro social de la p~~erniaad.
--- -
-........
-
......
III. El derecho al hijo
Pero en fin ¿no subsiste al menos una definición irreductible y necesaria del ser - padre? Es_pa"ºre, si_mplemente. el genitor d el hljo. ¿ No es éste un fundamento sólido y una roca in controvertible? Así es como se hablará d e "paternidad biológica". Y en nombre de ésta se verá entonces quebrantado el viejo pilar de la paternidad y de la filiación: Pater is est quem nuptiae d.emonstrant (g_ad!:.~~s~!~ que las nupcias designan). -¿Adónde nos conduce este camino? De hecho, ¿qué produjo? ~i se quiere fund a r la paterni.~ad en la "verdad" biológica, aparece más que nunca su fragilidad. En efecto, esta tentativa ha permitido la
ZB
El manto de Noé
Philippe JuUen
promoción de un derecho nuevo: ..el- dereeho-8.e-la_ ...T:1t: :_a1 t!.U.9· Dos tipos.de discursó lo sostienen. 1. En primera instancia. el discurso jurídico. Durante mucho tiempo la paternidad era presuntiva: legalmente el padre era el marido de la ' madre. A partir de la ley francesa del 3 de enero de 1972 ya no es así. La madr~. casada o no, tiene desde entonces el poder de declarar al hijo con su~nombre_,_de soltera y de retener para ella SQla.,..la_autoridad arental (art. 311-14 y 374). Basta con que diga que está sola para criarlo. Y es entonces el padre el que debe probar que no es así. La ley no sostiene más al hombre que estima ser el genitor. 2. Pero aún hay más. Con la ayuda del cuerpo médico las pr:ocreaciones llamadas "artificiales" permiten a una mujer tene-;- un hijo sin encuentro sexuaLcpn un genitor. T~cnicamente, esto es p9sibI_;.
Así. con la IAD (inseminación artificial con do-
nador) la noción de "paternidad biológica" se torna irrisoria. ¿Y por qué no? Robert Badinet decía en Viena el 20 de marzo de 1985. según criterios puramente biológicos: Si para procrear el hombre tiene necesidad de la mujer ¡la mujer podría no tener ya necesidad del hombre! (. .. ) El derecho a la vida parece implicar el derecho de todo ser humano a dar la vida, la libertad de elegir los medios por los cuales podrá dar la vida.
29
Que el Estado deje pues a la madre tranquila. H~ en ella un §.Q.ber.. obre_ lp qu~ le CO!}viene al nlñ<>- 1'.fue:uib · hombr~uede imaginar. En efecto, ¿qué mejor para un hijo que el amor maternal? ¡Se promueve pues el derecho femenino al hijo gracias al apoyo de los biologistas! Ahí es donde, con la ciencia, aparece claramente el punto en el que tropieza la paternidad cuando se la define por el supuesto genitor. ¿Qué es!;á en
-~
Para comprenderlo. debemos interrogar a la ciencia. Esta no es sólo de una creciente eficiencia para intervenir sino que tiene et°' poder de tornar inteligible lo que no Jo era. Así, ella explica el vínculo entre el encuentro sexual y la llegada algunos meses más tarde de un niño. Nuestros ancestros no eran tan ignorantes como algunos podríañ creer: ellos siempre supieron que había una relación entre estos dos acontecimientos. ¿Pero qué precisa y exacta relación? Sobre este punto. la biología hace maravill as desde las primeras inseminaciones a rtificiales r ealizadas desde 1780 por el abate Spallanzani. Es así como puede remediar las carencias de esta relación -digamos una esterilidad- aWique haya habido unión sexual. ¿Y entonces? ¿Por qué no habría de s er lo mismo cuando no hay unión sexual? ¡Pero lo más extraño no ~ nuestro tema: la paternidad. La ciencia de la reproducción de los seres vivos pone en evidencia más
30
Philippe JUlien
que nunca un saber de lo imposible. ¿Qué imposible? Cuanto mas el saber científico torna inteligible la relación entre el espermatozoide y el óvulo, más hace aparecer como imposible que lo verdadero de la paternidad sea del orden de lo que ese saber muestra. ¿Puede. en efecto, decirse que se es hijo o hija de un espermatozoide? Una grieta se abre aquí. Estaba ya allí. por cierto; pero cuanto mas avanza el saber, mas se _en_sancha }a grieta.y habríae ntonces abuso de lenguaje al hablar de paternidad bioló-
-~
La ciencia afecta, en verdad, a un real que de por si es sin-sentido, que carece del sentido instaurado por la relación paternidad-filiación. Antes .de ella. este sin-sentido se daba como pura contingen.~: resultó que una violación, por ejemplo. tuvo como consecuencia un nuevo ser vivo; este efecto hubiera podido no ser. Hoy . en día la biología intro-..., duce algo muy distinto: es del saber mismo acerca .de lo necesario para que haya fecundación de donde surge el sin-sentido, es decir, la imposibilid.a d de que la relación paternidad-filiación pueda hallar. su fund amento a partir de esta fecundación en tanto
-
taL
La ciéncia tiene como efecto la demostración de que el real que en cierta medida ella afecta e inscribe un imposible, el de la "paternidad" biológica~
es
--
.....
El manto de Noé
31
Conclusión
?9ué es sei:_ un padre? En la medida en que se ha pretendido dar una res puesta a esta pregunta planteada en términos de ser. oo se puede sino cqmprobar una decadencia, una insuficiencia , un obstáQ-!lo. Tanto sea que se trate del derecho sobre el hijo como del hijo o al hijo. de todas maneras el discurso social sostiene c.ada~v~z_menos el ser-padre. ¿Hay que lamentarlo por el cOñfrarTo. alegrarse de ello?
o:
II
UNA TRIPLE DIMENSION •
1
.....
Lo que has heredado de tus padres adquiérelo para poseerlo.•
¿Qué aporta. entonces. el psicoanálisis con Freud y con Lacan, su ~comentador". como se nombra a sí mismo?2 El psicoanálisis no frena ni acelera_es~movi mi.euto de dec_a51~!1cia social de lª imagen~paterna . -Se sitúa.en otra parte. en su lugar. no para decir el todo -de la- paternidad ·sino para permitir que se .Qiga si.,Qq_en su escándalo al menos en su flagran_cia.-al una verda_d importante siempre desconocida por el-discurso oficial y por la pslcosociología. El-.psicoanálisis revela que ante la pregun_ta: ~er-un padre? no hay una respuesta decisiva. Pero a esta pregunta el psicoanálisis la sustituye con esta otra: ¿qué es para un hijo. para una hija.
1 Goethe, Fausto. versos 682 -683. citados por Freud en Totem y Tabú. Obras Completas. Buenos AJres , Amorrortu Ed .. 1976.t.xm.p.159. 2 ·Por mi parte, he tratado de poner en evidencia la coherencia, la consistencia de lo pensado por Freud -soy un epígono. Es una obra de comentador" (Lacan, el 2 de noviembre de 1976).
35
36
Philippe Julien
tener un padre? _¿Qué p_eanile a t-m sujeto poder decjr que-Ra--tenide t.n;:i-padre? - - El analizante puede. si quiere. responder a esta pregunta. y lo hace con frecuencia, siguiendo las tres dimensiones según las cuales ha ·accedido a una filiación -tres funciones de una verdad paterna que se despliegan sucesivamente.
...I.Elp~ Lo que revela el psicoanálisis no es lo que ofi-
cialmente dice el discurso político o religioso. Originalmente. para el niño. el padre es instaurado como Nombre por la madre. Para el niño (¡no para la sociedad!) es la madre quien inscribe un lugar en el orden simbólico -lugar vacío que luego tal hombre podrá ocupar.. . a su manera. _ Dicho de otro modo, para el niño la falta de merito. la insuficiencia y la impostura se conjugan en el hombre que de él-mismo se declara padre: yo soy el padre . y no lo es. sino que viene a ocupar un lugar. Y puede hacerlo en la medida en que un lugar vacío esté ya ahL Veremos cómo a propósito ·del padre real. En pocas palabras, él no es padre como el jefe político o religioso que, identificándose con el significante que lo representa. se declara. en términos de ser, en el ejercicio de su jefatura.
El mFmto de Noé
37
¿No es acaso chocante afirmar que una mujer funda al padre como Nombre? En nombre del amor propio masculino se exclamará: ¡Ah! ¡Qué dependencia humillante la del hombre! ¿O bien se · concluirá. a Ja inversa. que es una linda manera de desligar al hombre de su responsabilidad? Adscribir a este pathos. 1colocarse en este terreno competitivo y concurrencia!, es no escuchar aquello de lo que se trata y no dimensionar lo que verdaderamente está en juego . La madre instaura un lugar en posición tercera entre ella y el hijo. Lo instaura en el hijo en ese lugar de inscripción. en esa estructura que Freud llama el inconsciente y La.can el Gran Otro. es decir el orden simbólico donde el padre tiene. o no. su lugar. ¿Qué está en juego para el hijo? Lo primigenio no son los avatares de la pulsión. según los cuales el hijo tendria inicialmente a la madre como objeto y luego la cambiarla por el padre. ¿Seria el hijo naturalmente monógamo e incestuoso? Lo que cuenta en primer lugar no es el deseo del.. hijo por la madre sino el deseo de la madre ... ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Cuál es la causa de su deseo? Tal es la pregunta original: ¿qué quiere ella? ¿Qué le falta? Ella va y viene. Se ausenta. está ahí. Ahora bien, el significado de esta alternancia de ausencia y presencia permanece enigmático, como sometido a la ley de lo arbitrario, del capricho y del sinsentido.
38
Philippe J ulien
La pregunta por el "¿qué soy yo, entonces, para ella?" queda sin respuesta. ¿Soy acaso todo para ella? Pero entonces ¡qué angustia! ¿Cómo respirar y tomar la distancia que pondría fin a fobias y pesadillas nocturnas? ¿Acaso no soy nada para ella? Entonces yo no cuento... ¡como no sea en tanto boca para llenar y ano para limpiar tres veces por día! Hay una alternancia sin fin. La respuesta proviene de la madre. Por el significante del Nombredel-Padre se da al sujeto un significado referido a lo que existe como falta en la madre. en el Otro. ¿De qué manera? El significante enigmático del deseo de la madre es sustituido por el significante del Nombre-del-Padre: se engendra así para el hijo un significado: el significado del falo. es decir. no el significado del órgarw que ella no tiene. ni de la imagen de un hombre. sino del significante de esa falta que es el deseo de la madre. Hay una producción de sentido por la sustitución de un significante por otro. es decir. por una metáfora, justamente llamada metáfora paterna. El Nombre-del-Padre es lo que permite al sujeto la realización misma de la metáfora paterna. y ello gracias a la madre en la medida en que ella funda al padre como Nombre. Esto trae aparejado una importante consecuencia. Puesto que el falo es el significado, entonces existe una posibilidad para el hijo: ·s er el falo del Otro, allí donde originalmente la madre se sitúa. Si, por el contrario. el Nombre-del-Padre es ex-
El manto de Noé
39
cluido, forcluid.o del orden simbólico, no habrá alternativa posible: ¡nada que ganar y nada que perder! Entonces. ante tal circunstancia, cuando se vuelve necesario, más allá de la rutina habitual. que el sujeto apele a ese lugar simbólico del Nombre-delPadre. nada responde. Habitualmente estamos sostenidos por la relación con nuestro semejante en una relación de espejo a espejo: yo soy por el otro. él lo es por mí. " La rejilla imaginaria"3 es suficiente para esclarecer nuestra conducta. Pero no siempre alcanza. En efecto. cuando, nombrado presidente de la corte de apelación de Dresde, Schreber tuvo que dirigir a colegas veinte años mayores que él; cuando un hombre se entera de que su mujer va a tener un hijo dentro de algunos meses; cuando un hombre sabe por su médico que será estéril para siempre ... entonces la relación de espejo con el semejante no alcanza. Se ab re en ella una grieta desde donde el sujeto apela a l Nombre-del-Padre. Pero si éste no responde. s i hay forclusión ¿qué hacer con este agujero en lo simbólico sino llenarlo con un delirio? Así es como se desencadena una psicosis. Si. por el contrario. gracias a la madre. el Nombre-del-Padre no está forcluido. él será el fundamento de una verdadera autoridad llamada paterna.
3
J. Lacan. Escritos. México. Siglo XXI Ed., 1984. p. 49.
40
Philippe Julien
El padre real podrá ser todo lo que se quiera. fuerte o débil. presente o ausente, gentil o tiránico. trabajador o negligente, fiel a su mujer o infiel... ¡poco importa! Sin el Nombre-del-Padre su palabra no tendrá otro efecto sobre el hijo que el de deslizarse como el agua sobre las plumas de un pato: "Sobre lo que queremos insistir, decía Lacan, es (... ) sobre el caso que la madre hace de la palabra del padre. digamos el término, de su autoridad, dicho de otra manera del lugar que ella reserva al Nombre-del-Padre en la promoción de la Ley. "4 No hay verdadera autoridad paterna sino aquella que se recibe de una muj~r. Allí es donde el amo se resiste con todas sus fuerzas: quisiera ser padre sin mujer y tener una descendencia a pa rtir de él solo. reducida la mujer a una pura ma triz biológica.
ll. El padre como imagen
El Padre como Nombre proviene de la madre. Pero el padre como imagen ¿de dónde viene? Proviene del hijo. El niño que todos hemos sido ... y que quizás ya
4
/bid .• p. 560.
El manto de Noé
4l
no somos (¡pero esto no es seguro!) ¿qué relación establece con el padre? ¡Que lo hayamos olvidado o no carece de importancia! De todas maneras. el analizante e n lo que a él respecta puede saberlo porque Je concierne directamente. En efecto. ese padre como imagen es. por definición. el obje to mismo del trabajo analítico. Hacia la edad de cinco o seis años. en el momento de la declinación del Edipo y de la interiorización del superyó, el hijo. varón o niña. borra al padre real. Lo desdobla recubriéndolo de un Parlre imaginario. Fomenta, fo~ja, una imagen pa terna de alta estatura. de fuerte estatus. de bella estatua. Se vuelve hacia esta imagen digna de ser admirada. Y la sustenta con tal o cual rasgo proveniente de un hombre hermoso. fuerte. viril, encontrado en la televisión, en el cine. en las historietas. en la literatu ra. o más simplemente en la escuela er.tre sus educadores. Basta con que encarne un poco esa a11toridad cuyo origen es de csencl« polillca y reli _gios n mucho más que familiar. Se suscita este padre en lanlo poderoso. El fin buscado es qu e un padre haga de contrapeso al deseo de la madre. Si la madre Llene una carencta ¡que esa carencia provenga sólo del padre y no de mí, el hijo, que no puede ser sino insuficiente! Tncapacidad del niño para colmar a la madre: su propio narcisismo · es puesto en tela de juicio. Al intentar ser el falo ·'de la madre. el hijo no logra s ino encontrarse con la impotenciq..
El manto de Noé 42
Phllippe Julien
¡Que exista entonces un padre que esté a la altura y que él sea la única causa de la privación de la madre! Tal es la apelación: ¡que la madre sea privada por ese padre solamente! Así. el hijo se vuelve hacia el padre en tanto privador-privador a doble titulo: l. Por empezar. éste es erigido como amo legislador. haciendo la ley (y no como su representante). Así es como Freud nos presenta al padre primordial. el Urvater. en su "mito cientificon de Totem y Tabú: él priva a los hijos no de una sino de todas las mujeres. Este padre mítico es la Imagen de un Padrecomo-amo. es decir. el que se corresponde con el de,;:;eo del niño: Este padre es bu scado. deseado. porque es promovido como digno de ser amado. Y es en razón de este amor que . en el momento de la declinación del Edipo, se produce una identificación con él. una incorporación, una Einverleibung, dice Freud, de su voz dictando la ley: ¡voz de la conciencia! A esta herencia Freud le ha dado el nombre de superyó. El superyó, nos dice Freud, es el heredero del Edipo. Y es así como el masoquismo moral saca de allí provecho.
2. Pero. todavía más. este padre no es sólo erigido como amo sino como creador del hijo. No es un padre entre otros sino el padre. ése que lo ha hecho a él. el htjo. Es responsable de lo que el hijo es y en consecuencia de lo que no es. ¡Ah!, allí está el reproche. la pregunta: ¿por qué. entonces. él me ha
43
hecho tan mal?5 Ciertamente. él es digno de amor: ¿pero por qué, entonces, no me ama tanto como yo desearía? A este padre creador tenemos en efecto muchos reproches que dirigirle. por no haber realizado todo, todo lo que él podría haber hecho .. . ¡si hubiera querido! Podía. ya que era todopoderoso. ¡Hubiera podido, pero no lo ha hec ho! Aquí se origina el proceso que Job intenta contra su Dios a partir de su infelicidad. ¿Por qué no ha querido? No hay respuestas para esta pregunta. Este reproche continuará por lo tanto mientras no se realice el duelo por ese padre ideal. Más exactamente: el duelo no podrá hacerse sino mediante el riesgo de decir todo lo que el hijo que crece tiene que reprocharle ... todo. hasta las heces. hasta el fondo de la copa de amargura. En efecto. la renuncia al amor por el poder de tal padre supone necesariamente pasar por un momento de odio hacia él. a fin d e qu e e l du elo s e realice. ¡Qué extraño! Pero lo que descubre el .analizante es esta observación: el duelo de ese padre se realiza mediante el reconocimiento de su propio odio por él. ¿Pero cómo es posible? ¿Bajo qué condiciones puede recorrerse este camino de desencanto?
5 Es por lo que nos preguntamos: ¿es posible contentarse con esta herencia? El padre real. como también el ps icoanálisis ¿no introducen a otra cosa?
44
El manto de Noé
Philippe Julien
III. El. hombre de una mujer
Responder a estas preguntas es abordar la tercera dimensión de la paternidad: el real del padre. Hemos definido como primera dimensión de la paternidad la del padre como Nombre. La madre instaura para el niño un lugar fuera de ella en posición tercera entre ella y su hijo. En efecto. el Nombre-del-Padre es la inscripción hecha por la madre . del significado de su falta. Nombre sin atributos, lugar vacío, de modo que un hombre pueda ocuparlo ... a su manera. En efecto, afirmar que el padre como Nombre es fundado por la madre no es decir que ese padre es designado por ella para cumplir tal función. para desempeñar tales tareas. No se trata de exaltar tamaño sojuzgamiento. ¿Qué se quiere decir cuando se habla de padre real? No se trata fuWmente del padre de la realidad empírica, ni simplemente del genitor. El padre real es otra cosa: es el que introduce lo imposible. Existe Jo no-demostrable y por ende el no-saber en lo concerniente al decir-verdadero. El real es la imposibilidad de que a toda verdad corresponda su saber, es decir, lo demostrable de aquello en lo cual ella es verdadera. De este modo el padre real es el real del padre, es decir, aquello que se llega a intuir de la imposibilidad de saber, que concierne a lo verdadero de la paternidad. Mater certissima. Pater semper
45
incertus, decía Freud citando el adagio jurídico. El padre es incertus, no en el crédito concedido a lapalabra que designa al padre. no en el firme asentimiento con que se supera la duda obsesiva. sino que es incertus en cuanto a lo que se puede probar en un saber explicativo. El real. decía La.can. es "la imposibilidad de demostrar lo verdadero en el registro de una articulación simbólica",s no de decir lo verdadero sino de demostrarlo mediante un saber articulable. Así, por ejemplo, el padre real, se puede decir, es el espermatozoide, es decir, justamente lo que no puede evidenciar lo verdadero de la paternidad y de la filiación. Esta verdad es de otro orden. como afortunadamente nos lo enseña la lengua. No se puede decir. en efecto: "Yo soy hijo o hija de un espermatozoide". El saber biológico fracasa a l demostrar lo verdadero de la paternidad; seria falso si no fracasara en eso. De este no-saber acerca de lo verdadero surge un paso hacia adelante en el sentido del decir-verdadero. Sin este saber de lo imposible se establece un falso saber de la paternidad, articulado en términos de fecundidad ftSica y de esterilidad. Así es como la procreática ha inventado ese monstruo idiomático de "paternidad biológica". Seminario del 1 O de Junio de 1972. Le Semtnatre. Ubro en L'enuers de la psychanalyse. París, Seuil, 1991, r. 201 (corrtjo la transcripción) .. 6
XVII,
46
Phillppe ,Julien El manto de Noé
Pero la procreática no es la primera. Los teólogos cristianos a partir del siglo IV hasta la escolástica quisieron fundar la paternidad de Dios sobre una definición de la generación: natural para Cristo. adoptiva para los hombres. Mediante un saber onto-teológico de la generación quisieron demostrar el decir-verdadero de la nominacion de Dios por el nombre de Padre. 7 Falso saber. que borró esta verdad: Dios engendra porque se lo nombra y se le reza con ese nombre de Padre. y no a la inversa; es la paternidad la que norma la generación y no a la in- · versa. Más radicalmente, ¿cuál es la función del padre real? El padre real para el hijo es el hombre de una mujer. No se trata en primera instancia de una relación vertical entre un hombre con su hijo. El ruño tiene un padre real en la medida en que este hombre es el que ha hecho de una mujer. de ésta a la que yo llamo mamá, la causa de su deseo y el objeto de su goce. Tal es el escándalo que revela el psicoanálisis: la única garantía real de la función paterna es la de un hombre vuelto hacia una mujer (habitualmente la madre. ¡pero no siempre!) que es la causa·de su deseo. 7
Desde ese supuesto saber sobre la ·naturaleza" de la generación se ha desprendido hasta nues tros días la doctrina sobre la sexualidad. Cf. el articulo de Joseph Motgnt MRellglon ~l paternlté". en la revista Uttoral. núm. 11/12, Du pere, Edlt. Eres. 1984, pp. 5 - 15.
47
En efecto. la verdad de un hombre es su mujer: "¡Cherchez la.jemme!", nos dice el buen detective en
las novelas policiales. Esto es verdad y no solamente en los libros. Si se quiere conocer a un hombre, basta con mirar a la mujer que ha elegido. Entre paréntesis agreguemos: no ocurre lo mismo a la inversa. pues para las mujeres no es tan simple; ellas son un poco más inasibles, más enigmáticas, más dúctiles en cuanto a su goce. Si la garantía de la función es un hombre padre-hacia, vuelto hacia una mujer, entonces ¿qué consecuencias se desprenden de ello en lo que hace a su relación con el niño? 1. El 1padre real es el que introduce para el niño una castración, esto es, un decir-no: tú no eres el falo de tu madre . no eres lo que a ella le falta. El es el agente de esta castración no porque sea e l gran lobo malo, que por celos castiga a l niño por gozar de la madre. No es por rtvaltdad retorcida o competitiva. En absoluto -al menos en el mejor de los casos ... El padre real es agente de la castración en tanto instaura una cortina, un velo. para el niño. un justo decir-a-medias en lo que concierne al goce de esta mujer. Establece para el niño un no-saber de su gozo de hombre de tal mujer. ¡Telón! Lo real e~ esta imposibilidad de demostrar mediante un saber la verdad de su goce. Y el padre es padre de lo real. de este real: W Este goce no te concierne. No es asunto tuyo. Puedes imaginar todas las escenas primitivas (en el sentido freudiano) que quieras: eso será tu
48
Philippe Julien fantasma. Sí, pero yo no me prestaré a ello con demostraciones o exhibiciones, sean las que fueren . Tu habitación es tu habitación y la mía es la mía." El real del padre es la imposibilidad de saber verdaderamente sobre el goce paterno. No se debe entonces analizar al padre real sino, por el contrario, al velo puesto delante de él. Esto es lo que. hizo decir un día a Lacan: MExcluyo la posibilidad de analizar al padre real. y más aún el manto de Noé cuando el Padre es imaginario."ª
El pádre real es el que Cam, el h~o . vio en su desnudez de padre ebrio y adonnecido en su lecho; el hijo sabe y quiere compartir su saber con sus dos hermanos, Sem y Jafet. Pero éstos recubren al padre con una capa retrocediendo... para no ver nada. Y Noé al despertar los bendecirá, no sin maldecir a Cam ... el que pretendía saber.9 2. El real del padre permite responder finalmente a la pregunta por el Padre imaginario que el hijo se plantea: ¿cómo hacer el duelo, más allá del amor y del odio, del padre ideal? Desde ahora podemos responder: podrá hacer ese duelo si tiene un padre real es decir, un hombre que no se casa con, que no endosa, que no se identifica con la imagen de un padre todopoderoso. de un amo, precisemos: de un educador que hace la ley, sobre todo. 8 Télévtston, Paris, Seull, 1973, p. 35. (J. Lacan, Pstcoanáltsts. Radiofonía & Televtsfón, Barcelona, Ed. Anagrama, 1977, pp. 102- 109.) 9 En Ja Bfblfa, Libro del Génests, capitulo 9.
El manto d e Noé
49
En efecto, el padre real es el que. encontrand o su goce junto a una mujer, no la buscará e n su relación con el niño. Dicho de otra manera, él no intervendrá todo el tiempo, y sobre todo, en lo tocante al hijo. Sobre todo no hará la ley volviéndose hacia el hijo, invadiendo el campo de su hijo o de su hija. Nada peor que el padre-educador que se torna omnipresente. omnividente, que grita ... en pocas palabras. que hace de sus hijos el objeto de su goce en lugar de encontrarlo junto a una mujer. Nada peor que el padre que en lugar de ser el representante de la ley se hace legislador. y hace la ley identificándose con ella. Es así como Lacan, en su articulo sobre el tratamiento posible de la ps icosis publicado en los Escritos, pudo decir en conclusión, en el epílogo: MLos efectos devastadores d e la fig ura pa terna se observan con particular frecu encia en los cas os donde el padre tiene realmente la función d e legislad or o se la adjudica, ya sea efectivamente de los que h acen las leyes. o ya que se presente como pilar de la fe. como parangón de la integridad o de la devoc ión, como virtuoso o en la virtud o el virtuosismo, como servidor de alguna obra de salvación, trá tes e de cualquier objeto o falta de objeto, de nación o d e n atalidad. de salvaguardia o de salubridad, de legado de legalidad, de lo puro, de lo peor o del imperio. todos ellos ideales que demasiadas ocasiones le ofrecen de encontrarse en posición de demérito, de ins u-
50
Philippe Julien ficiencia, incluso de fraude y, para decirlo de una vez, de excluir el Nombre-del-Padre de su posición en el significante."JO
¿Por qué efectos devastadores? Hemos visto cómo en el momento de la declinación del Edipo el niño se vuelve hacia un Padre imaginario para convertirse en el objeto de su goce supuestwnente sabido, es decir. un goce sádico de padre privador y fundador del superyó. Ahora bien, es imposible para el niño abando~ nar el masoquismo moral intrínseco al superyó si tiene verdaderamente frente a él a un padre privador que quiere corresponder al padre ideal que él anhela, es decir, a W1 hombre que está en posición de "falta de mé1ito, de insuficiencia, hasta de fraude". Se produce entonces complicidad en el goce: sádico del lado del padre, masoquista del lado del hijo (¡único caso, por otra parte, en que se puede hablar de relación sado-masoquista sin abuso de lenguaje y sin facilismo psicologista!). Encuentro perverso, encuentro demasiado bien logrado, en el sentido de que lo mejor que se puede esperar de un padre real es que este encuentro fracase. Y agreguemos ¡qué fracase definitivamente! En efecto, el padre del real es el que, instaurando para el hijo el duelo del Padre imaginario, le permite no
10
Lacan, Escritos, op. clt, p. 560.
El manto de Noé
51
buscarlo en otra parte: fuera de la familia, en tal líder social, en tal modelo político o religioso. A Freud le impactaba esta fascinación del ser humano por el Gran Hombre. Hay en ello, en efecto, una extraña facilidad, una turbadora debilidad en dejarse sojuzgar por aquel que aparece como siendo verdaderamente alguien. Algunos, en política o en religión, han sabido usar o abusar de esta irresistible inclinación representando sin vergüenza el papel tragicómico del "buen tipo". ¡Quizá el psicoanálisis sea el único que muestra actualmente esta constante fascinación y que la cuestiona para neutralizar sus efectos! Constante fascinación, que se ajusta a lo que Freud descubrió: lo infantil permanece en nosotros en razón de la sexualidad. Pero, sin un padre real ¿cómo poder hacer solo el duelo de ese padre? Precisamente es gracias a aquel escollo que puede un día realizarse la experiencia analítica con un analista que no se tome a sí mismo por un amo. Se torna así posible para el sujeto el análisis, no del padre real, sino del manto arrojado sobre él del padre imaginario.
52
Philippe Julien
III
Conclusión
UN TRIPLE DISCURSO El psicoanálisis no tiene nada que decir en cuanto a la declinación social del ser padre: por el contrario, le concierne directamente la posibilidad que se da a cada uno, a cada una. de decir sin dilaciones en qué medida él o ella tuvieron o no un Padre: l. Un padre como Nombre gracias a la madre. 2. Un padre como imagen ideal que él o ella ha erigido para hacer contrapeso al servicio sexual de la madre. 3. En fin. un padre real, como agente de castración, en tanto introductor de un no saber del goce de la madre (genitivo objetivo). Sin embargo. queda aún ' un interrogante: si el Padre imaginario es el que hace la ley. ¿qu~ relación tiene en cambio el padre real con la ley? ¿Y .de qué ley se trata? No podemos responder a esto sino abordando el discurso ético propiamente dicho.
1. Decir el bien Hemos visto las tres dimensiones de la paternidad, instauradas respectivamente por la madre. por el niño y finalmente por un hombre que ocupa el lugar del padre real. Estas tres dimensiones permiten responder a la pregunta no por el ser-padre. sino por el haber-tenido un padre. Pero por esto mismo, por el hecho de haber tenido un padre ¿qué ley ética se le transmite al sujeto? Para responder a esta pregunta es necesario presentar los distintos discursos éticos en los que la paternidad ocupa un lugar. Este lugar se diferencia en Occidente según tres posturas. El discurso más antiguo es el que nos legó la Antigüedad greco-latina. Conserva aún su actualidad pues posee a nuestro entender un gran sentido común y una evidente sabiduría. Lo que plantea ese discurso es decir el bien, a fin de desearlo y de realizarlo. Este decir se basa en un doble postulado. En primera instancia. tal o cual bien es promo55
56
Philippe Julien
vido en nombre de la felicidad De ahí proviene la forma a la vez gramatical y lógica del Wenn... so.. . , del si. .. entonces, si haces eso. entonces serás feliz. La argumentación se basa en este postulado: las vías del bien se indican ellas mismas mediante un signo que se les asocia necesariamente; este signo es un pathos. un sentir-se-bien. E inversamente. en lo que hace a las vías del mal con un sentir-se-mal. El bien hace feliz y el mal infeliz. a más o menos largo plazo. Obviamente toda la discusión se referirá a la naturaleza de esta felicidad o infelicidad: ¿es ésta fisica o psíquica? ¿Quién se siente bien o mal? ¿El cuerpo o el alma? Las distJntas escuelas se diferencian según la respuesta que dan a esta pregunta, por ejemplo, el epicureísmo y el estoicismo. Pero, de cualquier modo, el postulado sigue vigente: existe un vínculo de causa a efecto entre el bien o el mal y lo que éstos afectan en nosotros. ya sea el cuerpo o la psique. Este es el sentido básico de la palabra síntoma (sun-ptóma) como efecto padecido que tiene lugar, que "cae" con su causa. El segundo postulado es el de plantear que el Bien soberano existe. Es soberano en el sentido de que gobierna los bienes, de que se refleja en cada uno de ellos, considerados individualmente. y de que, con.s ecuentemente, nos atrae a través de ellos. Existe una predisposición universal de todo ser viviente hacia el Bien en la medida en que éste anima toda vida, física o psíquica. todo. cuerpo o toda alma. Esta finalidad es inherente al ser mismo; se
El manto de Noé
57
inscribe de partida en toda naturaleza viviente: vegetal, animal o humana. Ambos postulados -el vínculo entre bien y felicidad y una voluntad naturalmente determinada por el Bien soberano- fundamentan el discurso ético en la medida en que lo concierne no el fin último e indiscutible que es el Bien. sino el tema de los medios de este fin, esos medios que son los bienes particulares entre los cuales elegir. Es efectivamente con relación a la elección de los medios que se establecen estas tres clases de discursos éticos, basadas en su doble postulado común: -El discurso médico: el síntoma es el signo de un déficit. ¡Síntoma oportuno que nos advie rte sobre la presencia de un mal oculto en el que se origina! Este mal es disarmonía. ruptura del vínculo entre el bien de este mi crocosm os que es el cuerpo y los bienes que son los diferentes órga nos. La cura es un resta blecimiento. una restitución del estado anterior Ha maclo "na tura l". es decir según la naturaleza. constdcracla como causa fin al. -El discurso político: el j efe político es el que no solamente designa el bien a cumplir sino el que a través del arte de la retórica sabe persuadir a los ciudadanos acerca de los medios para realizarlo en nombre de su felicidad cívica. -El discurso teológico: no se conforma con escuchar la palabra de Dios y con dejarla actuar, sino
5 .a
El manto de Noé
59
Phllippe Julien
qve habla de ella para darle la razón. No se ·conforJllª con leer públicamente los textos sagrados y con hacer cumplir los ritos litú rgicos. Sabe mediante la argumentación deducir de ellos la necesidad de tal 0 cual acción para el cumplimiento de lo que fue leido en el texto y representado en el rito. Lo que está en juego en cada caso es lo mismo:
qtle el Bien soberano siga siendo soberano. es decir ·que dé sentido final a los bienes de tal manera que ~e pueda realizar a través de ellos! En cada caso, debe paliarse un déficit mediante un retorno al esw.do anterior. en donde en la causa primera se inscribe una finalidad natural. El bien, lo verdadero, el ser existen en una etnia piramidal que a la vez ca.usa y que da sentido final a los bienes relativos, ulJicados en dis tintos niveles de la pirámide, en función de su grado de ser y de acto. Ahora bien, ¿qu é pa ternidad se inscribe dentro de este discurso éUco? Hemos visto a propósito de la decadencia social de la imagen paterna lo que 0 currió en Occidente en el origen de la noción de paternidad: es reconocido como padre el amo, es decir el que dirige la Ciudad. Es exactamente esta mis ma paternidad, fundadora de un vínculo s ocial y principio de engendrarníento político y religioso, la que encuentra lugar y función en el decir el bien. El Padre-en tanto-amo se sustenta en este discurso ético. Porque es amo de sí mismo, es amo de la Ciudad. Porque su sabi-
duria soberana gobierna su cuerpo, puede gobernar otros cuerpos. Sabe cuál es el bien particular en el que se realiza el Bien, y lo dice en la relación médica, política o teológica. Pero. lo hace cumplir por otro porque él es el modelo de éste: mediante su imagen de amo presentifrca a los ojos del paciente, del ciuda dano, del discípulo, el ideal que éstos han de generar en su ser. En efecto, él ya es el bien y es por ello que aquel al que gobierna es llamado a convertirse un dia a su vez en un amo. Tal es la fuerza del Padreen-tanto-amo.
2. Decir la ley Este discurso en el que el Bien y el Ser se conjugan para fundar los bienes y los seres fue socavado por otro discurso.
l.
PRIMERA CRISIS
El primer cuestionamiento provino de la Ley mosaica. es decir de un discurso que no dice el Bien sino la Ley. No buscar un modelo qu e pueda esclarecer nuestra acción: la Ley debe ser s u ficiente. ASl,· el Evangelio según San Ma teo nos relata
60
Philippe Julien
aquel encuentro frustrado entre Jesús y un hombre rico. Este le pregunta: "Maestro ¿qué cosa buena debo hacer para tener la vida eterna?" Y Jesús le responde: "¿Por qué me preguntas acerca de qué es bueno? ¡Lo Bueno es único! Si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos: Tú no ... tú no .... etc." 1 Y Jesús le recuerda crudamente la lista del Decálogo. transmitido por Moisés. Hay que remitirse a escuchar la Ley y a realizarla. sin pretender saber más acerca de ella. sin ir a la búsqueda de un saber acerca del ser bueno o no bueno. La Ley fundamenta el Bien y no a la inversa. Pero. a partir del siglo IV, con el retorno de Platón, y más aún en la Edad Media. con el de Aristóteles, un saber onto-teológico en el que ser y amor se conjugan intentó edulcorar este cuestionamiento. Como decía Lacan en 1973 en su Seminario "Encore": "Todo el asunto de Aristóteles consisitió en concebir al ser como siendo aquello por lo cual los seres menos ser participan en lo más alto de los seres. Y Santo Tomás logró reintroducir esto en la tradición cristiana - lo que no debe sorprender. dado que. por haberse difundido ésta entre los Gentiles, no tuvo otra alternativa que la de formarse integralmente en ese contexto, de manera que no había más que jalar de las cuerdas para que volviera a funcionar." 1
XIX. 16- 19.
El manto d e Ntw
h1
Pero agregaba: "¿Se da uno cuenta de que todo en la Lracltclon judía va en contra de eso? En ella el cor~e no p~ sn de lo más perfecto a lo menos perfecto, lo me noH perfecto es simplemente lo que es. a saber. radicalmente imperfecto y no hay más que obedecer estricta y puntualmente. si se me permite la expresión. al que lleva el nombre de Jahvé. al que se suman otros nombres. Este eligió a su pueblo y no existe razón para oponerse . ~ No le queda entonces al pueblo elegido otra alternativa que la de '"traicionarlo eventualmente y es de lo que obviamente no se privaron los judíos". 2 Claro está: "¿Qué puede resultar más insoportable que el hecho de ser un elegido. un llamado a .... un nombrado para ... T Uno de los signos más evidentes de la manera en que el discurso ético del Bien se resiste al de la Ley lo constituye el discurso prolífico durante los siglos del texto bíblico acerca de la vocación de Moisés en el capítulo 3. versículo 14 del Libro del Exodo. Moisés le pregunta su nombre a Dios. e l nombre que diría su ser. Ahora bien. ¿Qué se le responde? "Ehyéh asher éhyéh". Pero, ¿cómo Lraducia Cada cual lo hace desde su postura ética. Según el discurso ontológico del Bien. se lo traduce como: "Soy el que es". el ser in2 Le Sémtnaíre, libro xx. Encore. Paris, Seutl, 1975, p. 9 1 (Aún. Barcelona-Buenos Aires, Paldós, 1981, p. 120).
62
El manto de Noé
Phillppe Julien
mutable y pleno, en la cima de la pirámide de los seres. el Ser en tanto ser. Por el contrarto. según la ética de la Ley, Moisés recibe lo que Freud llama una Versagung, es decir no una frustración (traducción psicologizante). sino l.ln rechazo. un decir no. una recusación: "Soy lo que soy ... ¡Soy el que soy!" ¡Mutis! Nada tienes que saber. Transmite a tus hermanos de Israel mi palabra como la del Dios de sus padres, el de Abraham. de Isaac y de Jacob. es decir el de la promesa, el que hace lo que dice, sin qu~ tenga que saberse lo que es. Y Lacan comenta así. a propósito de las mujeres ele los tres patriarcas: "El Señor de nombre impronunciable es precisamente el que vela en el a lumbramiento de las mujeres estériles y de los hombres entrados en años." Por eso agrega inmediatamente que el verdadero sentido de la paternidad implica un no-saber acerca de la naturaleza de la generación, es decir acerca de la relación paternidad-filiación. ·"El carácter f undamenlalmente transbiológico de la paternidad, sustentado por la tradición del desuno del pueblo elegido, posee algo que está originalmente reprimido. que resurge siempre en la ambigüedad de la renguera. del tropezón y del síntoma, del no encuentro, dustuchia, con el sentido que permanece oculto."3 3
Le Sémtnatre. libro XI, Les quatre concepts jondamentaux de la psychanalyse. París. SeuJI , 1973 . p . 224: y en la colección
11:1
Tal es el padre como Nombre. el Nombr~-dcl Padre. que conviene separar del Dios de los filosofos y de los sabios. como lo llamé'I P.ascal. sea del Otos de la onto-teología de la metafis1ca occidental.
?
ll.
SEGUNDA CRISIS
El segundo cuestionamiento (no desvincul~do del primero) de la ética del Bien provi~ne de la c1e~ cia galilea y newtoniana. contemporanea del nacimiento del sujeto cartesiano. La ontología de lo verdadero y de lo bue.no es~a ba sustentada en su discurso por un dualismo innato entre el mundo celeste de los astros Y el mundo sublunar. El primero. por su movimiento. llamado circular. de los astros (¡que destruirá Kepler con la elipse!) aporta la certeza del retorno a l mismo punto y la intuición serena del orden Y de la armonía. El segundo. sometido a la imprevisibilidad del surgimiento de la vida y de la muerte. es el lugar de lo efimero y de la contingencia. Con lo ~ual. l~ ética hallaba su sosiego en el primero Y su incertidumbre en el segundo. La ciencia moderna suprime esta oposición: as-
"Potnts", 1990. p. 276. (J . Lacan. Loscuatroconceptosfun<.la.· mentales del pstcoanáltsls, España. Barral Editores, 1977, p . 253.)
64
Philippe Julien
tronomía y física están sometidas no la una a la otra. sino una y otra a las mismas leyes. cuya letra. que las aJgebriza, no responde a ningún mensaje de finalidad. de sabiduría o de referencia ética. ¡Ah! pero si el cosmos exterior es silenciado por la ciencia ¿qué ocurre con la psique interior? ¿No es el psiquismo el lugar donde ante un mundo que se ha tornado cada vez más inhumano se puede refugiar el discurso del Bien y su ética? Y, en efecto. a la crisis cosmológica responde un retorno de la Antigüedad, por ejemplo con el nacimiento de la psiquiatría moderna. Así. con Pinel y Esquirol se produce un retorno revolucionario, en el sentido astronómico de la palabra. de la ética estoica de Cicerón, que permite fundar una cura del alma (una psiqu-iatría): la locura es un déficit. pero deja intacta una parte de la razón. Es por lo tanto curable gracias a la ayuda de este amo que es desde ahora el médico-filósofo aplicando un "tratamiento moral". Este amo puede decir el bien, porque sabe lo que es. y, más aún. puede imponerlo por su autoridad porque lo es por su razón soberana. Correlativamente. en la misma época. Jeremy Bentham. por su lado, rescata la ética del Bien aplicándola a la sociedad económica que está naciendo a la autonomía de las leyes del mercado. ¿No ha sido definido el Bien desde siempre por lo útil, o sea lo que está al servicio del hombre y de su felicidad? Si el Bien vacila en tanto tal, en cambio los bienes están ahí más que nunca. De donde. con respecto a
El manto de Noé
65
éstos, la extensión democrática por Bentham de Ja referencia aristocrática tradicional: "La mayor felicidad para el mayor número posible". Una finalidad ha de permanecer en esto. intacta. orientando producción y consumo. y valorizando cada bien particular. Con lo cual. frente al poder creciente del discurso de la ciencia acerca del Universo. el discurso ético del Bien intenta mantener el Padre-en-tantoamo. perpetuándolo en esas dos figuras que son el médico de la psique y el empresario capitalista. Pero el así mantenerlo resulta frágil y precario. En efecto, si no existe el Bien, los bienes psíquicos y económicos son configurados por la opinión. por la publicidad y, por lo tanto, por el poder de seducción y de sugestión. En consecuencia ¿qué prevalece .sino aquello con lo cual "el mayor número" debe ·cumplir? Sí, pero ¿cómo le es posible si no posee la sal>iduría de la felicidad? ¡El que supuestamente lo sabe de ahora en más es aquel que ticn~ la habilidad para fabrtcar la opinión con el poder de la palabra y de las imágenes! ¡Frágil respuesta, que varía según los momentos y los lugares! Es para una respuesta más sólida y más segura que tomó lugar el discurso de la ley con la máxima kantiana y su ética.
66
Philippe Julien
. III. EL
IMPERATIVO KANTIANO
Kant realiza un vuelco copernicano. La ley moral no se desprende del concepto del bien y del mal. ~ino a la inversa: bien y mal provienen de la ley misma; no advienen sino por ella. ¿De qué manera? . . La ley se impone por ella misma y no en func1on de la consecuencia benéfica que permite obtener: Si deseas eso. entonces ... obedece a la ley. No. la_ ley ~abla en forma imperativa: "Haz esto.. . ", ni mas. m menos. _Esto equivale a decir que la máxima se impone SP.gun dos principios: l . La maxi ma incondicionaL En efecto. todo lo que pertenece al orden de lo a~ect~vo. del palhos, de lo sentido, no nos aporta rn~gun escla rechnl ento acerca del deber. Amor u od10 del otro. y más a ún a mor y odio de uno mismo no tiene ninguna relación áe necesidad con el cumplimiento del deber. Mediante esta. ruptura se asegu~a a la m~ma cons tancia, estabilidad y universahdad: es ~ali.da en lodos Jos casos, si no en ninguno. La casmsüca, con su afán de particularidad de cada uno. no puede más que desorientar los espíritus y debilitar la determinación. 2. La máxima es cat.egórica La máxima habla en forma imperativa, sin agregar razones. En efecto, vale por su enunciación Y no por el contenido de su enunciado. Se trata en-
El manto de Noé
67
tonces de actuar no sólo en conformidad con Lo que dice (¡propuesta muy banal!) sino lisa y llanamente porque lo dice. Entonces concluyamos: según estos dos principios se fundamenta la autonomía de la ley. pues la voz interior de la conciencia es enunciada a la vez por el sujeto en tanto legislador y para el sujeto en tanto sujetado a la ley.
IV. EL PADRE EDIPICO
En este discurso ético ¿qué lugar ocupa el padre? Para que se instituya la autonomía de la ley ¿no debe haber un padre? A estas preguntas responde Freud. no para negar la m\\xima kantiana sino. por el contrario. para mostrar su instauración en el sujeto. ~El impe rativo categórico de Kant. escribe Freud, es la he r e n cia dlr ~cta del complejo de Edipo."4 Es obvio. Al declina r el Edlpo, el niño se aparta de la madre y se vuelve liada. el padre. En esa instancia interioriza la lt!y de Interdicción del incesto: renuncia al goce de la madre (genitivo objetivo y subjetivo). Y el resultado de ello es lo que Freud llama el superyó como ~heredero" del complejo de 4 En el articulo titulado "El problema económico del masoquismo", S. Freud, Obras Completas , Buenos Aires, Amorrortu Ed. , 1979, t. XJX, p. 173.
68
Philippe Julien
Edipo. es decir. en otras palabras. el imperativo categórico de Kant. Este fue el descubrimiento de Freud en cuanto a la instauración de la máxima kantiana en el niño hacia los cinco o seis años. El padre aparece como el que le permite al niño superar el complejo de Edipo. y de este modo heredar el superyó como lo que enuncia la voz de la máxima kantiana.
V.
FREUD DESCONSOLADO
Algunos años antes de su muerte. Freud escribe una obra sobre la ética. EL malestar en la cultura. Existe malestar no a causa de la cultura y de la ine. vitable represión. sino en ella. debido al superyó. Freud nota que esa instancia pesa mucho sobre la humanidad: más se la satisface y más exige. Mecanismo extraño: la voz del superyó es tanto más exigente cuanto que se la obedece. La conciencia moral, escribe Freud, "se comporta con severidad y desconfianza tanto mayores cuanto más virtuoso es el individuo".s ¡Triste 'observación! ¿Por qué esta ferocidad? ¿No existe en el ser humano cierta complicidad para sufrir esta crueldad? ¿No se acerca Freud al pensamiento de Kant. quien reconocía que la ley moral 5 El malestar en XXI ,
p. 121.
El manto de Noé
69
debe producir dolor como único sentimiento ligado a priori a la ley? ¿Por qué ese masoquismo moral? ¿Es a causa de un padre real? No. responde Freud: "La severidad del superyó desarrollado por un niño en modo alguno espeja severidad del trato que ha experimentado" .6 Freud descarta esta respuesta psicologizante demasiado sencilla. Al declinar el Edipo. frente a la madre. el nifw se vuelve hacia el padre. Pero ¿hacia qué padre? No hacia el ·padre real. sino h acia la imagen de un Padre que fomenta él mismo: un padre fuerte. todopoderoso. y por ende digno de ser admirado Y amado. ¡Extraño impulso! En otros términos. lo que reclama el niño es que la ley edípica esté ligada a la figura de un amo que la sustente. la promueva y la garantice. Y en efecto, esto es precisamente lo que cada pueblo cuenta a través de su tradición a sus h~jos en sus relatos y sus mitos originales como fundación de la ley. Hubo originalmente un legislador intransigente e inflexible. ¡Así la gran figura de Moísés! Al ver que el pueb lo que lo habia hecho salir del país de Egipt~ ~e había puesto a adorar un becerro de oro. Mo1ses hizo inmediatamente ejecutar por decisión propia a tres mil de ellos (cf. Exodo. cap. 32).
la cultura, en Obras Completas, op. cit.. t. 6
Ibid .. p . 126.
70
El manto de Noé
Philippe Julien
¡Así. la gran figura del Padre primordial! Freud la pone en el origen del nacimiento de la ley en el ~mito científico" de Totem y Tabú que él mismo crea. Este padre posee no una mujer. sino todas las mujeres: y se las prohíbe todas a sus hijos. Más aún. después de su asesinato por los hijos. éstos interiorizan su ley de interdicción del incesto por amor a él. Con lo cual, según el relato mítico. el amor por ese padre. por el padre todopoderoso. funda la ley para siempre. Y esto se repite desde entonces en cada generación con la gran figura paterna que crea cada hijo al declinar el Edipo. En otras palabras. la voz de la conciencia. la voz del "dentro" tiene como principio y garantía un "fuera". es decir "una voz. en primer lugar. vocal. y sin más autoridad que la de ser la voz estentórea" .7 Ese es el padre que aparece en el discurso ético en el que se dice la ley. Debemos entonces preguntar: ¿de la ausencia de mediación de qué otra Ley es la ley del superyó el reemplazo necesario? Y más aún: para la instauración de esta otra ley ¿por qué padre puede hacerse el duelo de esta grande y fuerte figura paterna?
7 J. Lacan, Escritos. México, S iglo XXI Ed., t. el a rticulo lltulado "Kant avec Sade".
11 .
p. 663, y en
71
3. Un bien-decir Freud decía que la neurosis es el negativo de la perversión. En efecto. la sexualidad humana no. es natural como el instinto: es perversa. en el sentido en que. en tanto humana y no animal. es "por naturaleza" deriva. desvío, sometida a lo aleatorio del goce del otro. no reductible a la genitali.dad . ya qu.e no está sometida a un objeto predeterminado y umversal que le otorgaría su unidad y su finalidad. Necesita entonces de una ley. Ahora bien. esta ley que se le impone llene como efecto la neurosis social como reverso y "negativo" de la perversión. Pero. ¿no existe otra ley? ¿ No existe otra vía más que la neurosis para transitar con la sexualidad como fundamental y "naturalmente" perversa? ¿Una ley que. lejos de ser su negativo. fuera el apoyo mismo de la sexualidad? ¿Una ley para transgredir apoyándose en ella como en un borde necesario para inventar caminos siemp!'e nuevos? La respuesta a estas preguntas. que se reducen a una sola. tiene como condición previa evaluar en su dimensión más amplia lo que Freud denominaba el malestar. no el malestar de. sino en nuestra civilización considerada moderna y de avanzada.
72
Philippe Julien El manto de Noé
l.
El malestar proviene del desafio que hoy le ~lantea~ al hombre el nacimiento y el desarrollo irreversible de la civilización científica. Esta no es un_sector más de la existencia; bien delimitado y localizable, es un nuevo discurso que, por sus consecuencias técnicas, abarca y estructura el conjunto de las relaciones llamadas humanas. Este discurso técnico-científico ordena un unive_rso abstracto en donde el s~jeto se olvida de sí · ~1smo Y pierde el sentido particular de su existencia Y de su muerte. El interrogante fundamental acerca de "¿qué soy yo, entonces?" es reemplazado por la preocupación del "¿cómo hacer esto?". El lenguaje no es ya el lugar donde en la fe d.ada se funda el ser del sujeto allí representado s~~o el lugar de un poder instrumental de transmis10~ de informaciones para una comunicación generalizada y sin límites. · El Horno technicus de hoy, en el anonimato de ~as ciudades nuevas y la abstracción de un lenguaje ms_trumental. es un desarraigado y un emigrante. S~eto a una superinformación por parte de los medios de comunicación masiva, está constantemente ~ant~ de cuanto sucede en el planeta, péro no dec1d1do el mismo a nada en particular. Cuanto más se aboca al proyecto común de la técnica y de la ciei:icia, más sufre esta consecuencia: aislamiento social en la nivelación de su lugar en el mundo.
ª.'
73
EL MURO DEL LENGUAJE
En otras palabras, tropieza con el muro del lenguaje. de un lenguaje que se opone a la palabra, en la medida en que el sujeto es allí hablado, más que lo que él mismo habla.
11. LA EXALTACION
DEL YO
Como reacción contra ese universal abstracto más que nunca se afirma en tonces el yo de cada uno. de cada una, su "yo ... " en una reivindicación paranoica de su querido narcisismo. Pero el yo no es el sujeto. En efecto, contra la alienación del lenguaje la "palabra" del yo no es más que nostalgia de un arraigo espacio-temporal, exhibición de rasgos identificatoi'ios. celosa defensa de privilegios. retraimiento de la vida privada, cierre de fronteras culturales y religiosas. instauración de segregaciones sexuales, todo ello con miras a fuertes fraternidades en las que cada yo pueda hallar un espejo donde reflejarse. ¡Pero es en vanol Este discurso no hace más que acentuar el desorden denunciándolo. Pues el yo se mantiene impotente ante el muro del lenguaje. ¿Cuál es. entonces. la palabra del sujeto que podría derribarlo?
El manto de Noé 74
75
Philippe Julien
Ill. lJNA ETICA DIFERENTE
Derribar este muro supone tener en cuenta otra dimensión del lenguaje, ésa que restablece la fuerza jamás agotada del poder poético del lenguaje. Este poder no es privativo de aquellos o de aquellas a quienes se llama artistas. Reside en cada uno, cualesquiera sean su edad y su situación social. Este poder promueve un discurso ético que no se limita a decir el bien o la ley. Es el de un biendecir cuya ley. lejos de ignorar el goce o de oponerse . a él. constituye a la vez su sostén y su camino. ¿Cómo se transmite esta ley al sujeto? Le es transmitida por un hombre cuya paternidad no es primera. sino segunda. por estar subordinada a su posición de hombre frente a una mujer, la que él eligió. Lo que hijos e hijas reciben realmente no proviene en un comienzo de lo que este hombre quiere otorgar como bueno, sino de su manera a él de dirigirse a esa misma mujer. En esto hay un arte, el de sostener su deseo originándolo sin cesar a partir de lo desconocido del deseo del Otro. Este arte es de palabra. La literatura. la canción, el cine nos dan una idea de ello pero no son más que efectos de otra cosa: de lo que se dice cotidianamente entre tal hombre y tal mujer. en la felicidad o el dolor, en el esparcimiento o la preocupación. Esta apuesta no implica demostración para los hijos. menos aún una mostración; pero ella concier-
ne al goce que un hombre se arriesga a encontrar ante aquella que es la causa de su deseo. 'Goce disimulado, que se expresa sólo a medias. y como a pesar suyo ... en la equivocidad misma del significante, equivocidad que mantiene el juego amoroso volviendo a dar un senUdo metafórico a las palabras demasiado usadas de la comunicación puramente informativa y utilitaria. Esto es lo más seguro que los padres transmiten, como por añadidura. a sus hijos e hijas . La madre, en tanto mujer, ocupa aquí su lugar tanto como el padre en tanto hombre. Efectivamente, esta ética del bien-decir sólo puede ser sostenida por un hombre en la medida en que su mujer acepte el riesgo de ser su objeto y la apuesta que ella implica. Si ella se opone, se genera entonces entre los padres una rivalidad recíproca. que se instaura en relación a un ideal de roles a cumplir y de tareas a realizar ante el hijo: ¡a ver quién hará o deberá hacer más o mejor! En este contexto se hablará doctamente de carencia paterna: padre-en-el-bar, padre-de-viaje. padre-que-calla. padre-que-lee-su-periódico, etc. Pero sólo existe catencia en relación a este ideal supuesto, ideal que sólo sirve para nutrir los efectos de prestigio de cada uno a los ojos del hijo. Así es como permanece velado para el hijo el verdadero problema: el del enigma de lo que une o desune a ese hombre y a esa mujer. Una ética del bien-decir erótico y amoroso es precisamenle lo q1.w
76
IV
Philippe Julien
permite sacar esa máscara ... al menos a medias, es decir sin volverse hacia el hijo y caer en la comedia de la exhibición o la impudicia de la obscenidad.
1
> .. . J
f
(
••
• ,·
i
i.
'
'
UNA ALTERIDAD IRREDUCTIBLE
¿Cómo puede una ética del buen decir, una ética que asocia una erótica a una estética, hallar su lugar? Responder a esta pregunta es recorrer las distintas figuras del destino del amor y del deseo entre el hombre y la mujer. 1. Muy temprano. desde la infancia, los padres indentifican al recién nncldo para el estado civil según la presencia o lu ouaencJa de un órgano Visible y eréctil. el pene. ¿Si~nlfica esto que nacemos hombre o mujer? No. cadu CJCr humano tiene que devenir, poco a poco, hombre o mujer. identificándose él mismo con ciertos rasgos. según el discurso del Otro. En éste, a cadn uno de los dos significantes iniciales. macho o hembra, se agregan, se adjetivan una multitud de olros s ignificantes que le permiten al niño dar una significación concreta a cada uno de los dos primeros significantes por los que está prendido. Ser un varón. ser uh hombre. es co.m portarse de esta determinada forma. Ser una niña, ser una mujer, es comportarse de esta otra forma, etcétera. A partir del discurso del Otro. cada uno, cada 79
80
Philippe Julien
una se identifica con ciertas características que constituyen lo que Freud llama el Ideal del yo. Lo hace según lo que está expresado en el discurso corriente. en ese decir que sostiene y realiza más o menos (más menos que más) la imagen del adulto: el padre y sus sustitutos para el varón. la madre y sus sustitutos para la niña. Y como respuesta el entorno apr~eba o desaprueba aseverando: M¡Ah! es un verdadero varón, él. ... él. .. " o "¡Oh! todavía es un bebé". Y por otro lado: "¡.A..hl es una verdadera niña. ella.... ella.. . " o "es un varón fallido!" (sobreentendido: "fallJdo" para decir que la nina que hace fallar al varón ya está ahí, en ella). Y el resultado de esto es la segregación. En efecto. cada uno se identifica por su lado. en masculino o en femenino. Es lo uno o lo otro. no existe término medio. He ahí adonde nos conduce el amor. por cuanto amar es querer ser amado. identificándonos con ciertos rasgos ... ¡queriblesl 2. Este escándalo segregador que revela el psicoanálisis debe ser acallado. diciendo que la identificación conduce a una diferenctación de feliz complementariedad: todo lo que no es masculino sería femenino. todo lo que no es femenino sería masculino. Con lo cual, teniendo cada uno lo que el otro no tiene, y careciendo de lo que el otro tiene, el amor sería plenitud lograda mediante la unión de dos mitades. Ya Aristófanes, en el Bwiquete de Platón, nos presentaba su mito sobre el origen de la bestia de
El manto de Noé
81
dos espaldas para explicar lo que es la vocación del amor: reencontrar una unidad perdida. La configuración de los órganos llamados sexuales y las imágenes de pulsar el botón o de llave y de cerradura que ellas evocan nos llevan natural mente en esta dirección.1 En consecuencia, según este esquema genital. el macrocosmos que es el universo y el microcosmos que es el cuerpo viviente no son sino uno. en la medida en que están sometidos a dos principios. activo y pasivo. El primero engendra. el segund? hace crecer. El primero produce la energía. el segundo lo conserva en tanto matriz. El primero da forma. el segundo es in-formado. cte. Ahora bien. durante siglos el significado de estos dos principios psico-biocosmológicos fue alrlbulclo n estos dos significantes. lo masculino y lo fcmc111t10. Estos dos polos complementarios estaría11 lnscrlpto8 en h-1 Naturaleza Y ordenarían toda finalidad . Sln ellos. no habria más que decadencia. muerlr y cslC'rllldad. 3. Esa visión fracasó. habiendo pcrciido la batalla en dos frentes . Del Indo del macrocosmos. la ciencia galilea en el siglo de Descartes. al destruir la Fisis aristotélica. tornó vana la distinción formamateria. acto-potencia. justificando una finalid ad como fundamento causal de loda génesis. Del lado del microcosmos. más recientemente. 1 Y. por añadidura, ¿no nos provee un argumento fácil. demasiado fácil, contra la homosexualidad?
82
Philippe Julien
la antropología social mostró que ese discurso precientífico sólo debía su prestigio a la bipolaridad complementaria de las funciones y de los roles. asignada al trabajo del hombre y de la mujer en el contexto de una cierta cultura. En los umbrales del siglo XXI, al extenderse poco a poco en el planeta. la igualdad profesional y doméstica (¡casi adquirida!) entre hombres y mujeres pondria en evidencia lo ridículo de la distinción tradicional de lo mascuJino y lo femenino. Sólo quedaría ¡desafortunadamente! el .. peñasco biológico" de los nueve meses de gestación.
1. Un amor de amistad
Pero la inves tigac ión culturalista, al indicar que, siendo la compleme ntariedad de orden cultural y no natural no puede por lo tanto ser más que un momento contingente de n uestra historia, va más lejos. Cuestiona· toda dislinclón El porvenir de la pa reja es la semejanza. ¿No es lo que ya pensaba uno acer ca de las parejas de edad? S_e qu ieren, se comprenden ¡tienen un conocimiento acabado el uno del otro! Pero de ahora en más, desde hoy, uno es el otro.2 2
Tal es la tesis de Elizabeth Badlnter en su libro L'un est
l'autre . París , O. J acob, 1986.
El manto de Noe
80
Esta amistad que los antiguos, griegos o lo.Unos, según las páginas tan admiradas en Aristótc· les, reservaban para la ciudad de los hombres. se refiere ahora a la pareja que constituyen un hombre y una mujer. Cada uno es el espejo del otro. Lo que el Libro del Génesis decía de Eva. que era u na "ayuda semejante" a Adán. se torna también cierto para Adán. La similitud funda la reciprocidad y su reflexión en el sentido óptico del término. Así, en la amistad el narcisismo del amor finalmente halló su velocidad de crucero y su medida gracias a esta sabiduría que la pasión le negaba con sus ansias, sus sufrimientos y sus eternas reivindicaciones. Pero entonces , si el porvenir está ahí. la identificación desde la infancia con tal rasgo según el Ideal del yo ya no produce segregación. los varones por un lado. las niñas por el otro. Los rasgos se han vuelto comunes. Con el cuestionamiento de la complementa riedad ¿se habrá vuelto inconsistente la dl ferencia misma hombre- mujer? ¿Está el escándalo de la segregación que revela el psicoanálisis superado con la igualdad de función y el nacimiento de un nuevo universal que aba rca n la vez a mujeres y hombres? Nada de eso. Si la relatividad de las tareas y dr las funciones permite cada vez menos una ld entlH cación que las distinga , no por ello ésta dcjn <Ir• existir. Si es cierto que está sometida más q11 r nunca a las contingencias de nuestra his toria. p1·1 manece indestructible porque es capa a la pa11opll11
84
Philippe Julien
de las tareas y de las funciones, .Y la supera ampliamente. Cada uno, cada una sigue aprendiendo del discurso del Otro, de su discurso comente, lo que puede significar comportarse como un verdadero hombre, como una verdadera mujer. Los puntos de referencia cambian, desde luego, a una velocidad desconocida hasta ahora pero, concretamente, no por ello sojuzgan menos. No obstante, sus fluctuaciones modernas dejan entrever actualmente, má~ rápidamente que en el pasado, que la identificación ideal no lo es todo. Hay un más allá. Sin duda el psicoanálisis freudiano nació justamente en un siglo en el que la fragilidad de estas identificaciones en masculino o en femenino nos obliga finalmente a interrogar a este más allá.
II. La declaración de sexo
Hemos visto cómo el amor es el resorte de la identificación ideal con cie rtos rasgos, e n tanto amar es querer ser amado. Así, lo masculino y lo femenino se distinguen, dejando a cada uno, a cada una. de su lado. Ahí es donde aparece lo no sexual del amor. Ir más· allá de este requerimiento de ser amado es salvar esta separación entre lo masculino y lo fe-
El manto de Noé
85
menino mediante un acto. Este nace de ese vacío que es el entre-dos, el dos que no hace uno. Tal es el acto por el cual cada uno se declara al otro mediante el Tü: 'Tu eres mi mujer... Tü eres mi marido". Esta declaración no es puramente una comprobación, es un acto performativo según el cu al cada uno deviene su propio mensaje bajo la forma invertida del Yo: "Yo soy tu marido ... Yo soy tu mujer". Cada uno se declara al otro mediante un decir Yo desde un sexo. Cada un.o se declara hombre o muje r mediante un "hacerse hombre" , o un "hacerse mujer". que hace u na señal al otro. Ahora bien, esta declaración de sexo no está dentro de la línea de la identificación idealizante. Va más alla. En efecto, a l arriesgarl a. cada uno. negando el auto-erotismo, postUviza el cuerpo del otro como teniendo valor de ~oce : "Tú eres mi mujer... Tü eres mi martelo" porqrn-.: .. . "'T11 ·res mi cuerpo". Pero. mediante es Tu, 1111 Yo se dlrc en el consentir al otro. dándol<· clcred10 y poder sobre su propio cuerpo: "Yo soy tu rn nrldo ... Yo soy tu mujer", es decir "Yo soy lo q11 c le falla a tu goce". Por lo cual hay pérdicln, uo Hólo del auto-erotismo. sino de la libre disposición del propio cuerpo. Segün la afirmación de San Pnblo: "La mujer no dispone de su cuerpo, sino el marido. Asimismo el marido no dispone de su cuerpo. sino la mujer" (primera Epístola a los Corintios, xn, 4). Estricta igualdad en esta servidumbre deseada. en la que cada uno s e remite al otro, deviniendo lo que le falta.
·¡ 86
Ph111ppe Julien
Ahí se revela la verdadera alteridad que es la diferencia llamada sexual, una alteridad que es de un orden totalmente distinto al de esta segregación que resulta de la identificación. En efecto, nos encontramos con esto: el goce que uno tiene del cuerpo del otro no es el que el otro tiene del cuerpo de uno. ¡Ah! Por cierto, la conjunción genital lleva a creer esto. al menos puntualmente. Pero no es más que una creencia. No existe un acto sexual que una dos goces en uno; sigue existiendo una separación ei:itre el cuerpo del otro · del que gozo y el goce que experimenta el otro con mi cuerpo. Esta separación ofrece la dichosa posibilidad de preguntarse: aquello de lo que se goza ¿goza? No existe respuesta para este interrogante. El acto de declaración de sexo es típicamente un acto fallido en el sentido freudiano. debido a un nosaber del placer del otro. Este saber es uroerdrdngt, algo reprimido que es irreductible, indefectiblemente y sin remedio. Se dibuja una abertura, nos sorprende la extrañeza; no-Uno, sino dos. Arna a tu prójimo, ama a tu prójima... ¡como a U mismo! No es hacer uno. sino consentir la reciprocidad de ese no- saber del goce del otro: dos carencias, dos yerros se enmiendan . En eso mismo es en donde el acto fallido es un acto acertado. Entonces. ¡que el reír juntos prevalezca sobre los lamentos solitarios!
El manto de Noé
87
Este reír se basa en una ética del buen-decir, la de una erótica regida por el arte secreto del lenguaje -popular o sofisticado ¡poco importa!
El manto de Noé
89
Conclusión
No existe un acto sexual que una dos goces en uno. Esta negación se basa en esta alteridad que es la diferencia hombre-mujer. y manti ene abierto el interrogante: aquello de Lo qu.e se goza ¿~oza? sin que exista una respuesta. Ahora bien. la verdad que toma en cuenta el psicoanálisis es que sólo existe sexualidad en la medida en que no se formule esta pregunta. O sea. la sexualidad es eternamente infantil. Es perversa o no lo es. La perversión, en el sentido analitico y no médico. consiste en no plantear la pregunta sobre el goce del otro. porque éste es un saber supuestamente sc;Wido. No se pregunta, se sabe. La sexualidad nace de ese saber mismo según el cual se realiza un whacerse objeto" del goce del otro, de manera que dos goces se hagan uno. La perversión consiste en dedicarse y consagrarse. como un cruzado, al goce del otro. No es aberración o desviación con relación a la Naturaleza. pues no existe en el sujeto humano una sexualidad según la naturaleza. en'el sentido de una finalidad inscripta en algún lado, como nos lo hizo creer la sabiduría greco-latina. La neurosis es querer negar la perversión en la esperanza de una sexualidad que no· fuera perversa. ¡Pero en vano! El escándalo del psicoanálisis no consiste,
90
Philippe Julien
como lo repiten sus detractores. en decir que todo es sexual. Freud siempre mantuvo una dualidad de las pulsiones. A la pulsión sexual le agregó su otro. no libidinal. En cambio, nunca cedió en cuanto a lo ·siguiente: en todo acto humano. la sexualidad está presente. · Está presente de un modo perverso. Pero ella no es todo; existe un más allá del goce fálico que abre el no-saber sobre el goce del otro. y que permt~ te interrogar acerca de él. En Occidente, la literatura amorosa. desde el amor cortesano del siglo XII hasta nuestros días, hizo que la. pregunta fuera formulada por el hombre acerca de la mujer. La hetera-sexualidad es lo otrode-lo-sexual. lo otro de la perversión. Existe un goce "que se experimenta y del que nada se sabe" 1 acerca del ·q ue se interroga a la mujer. Lo cual no quiere decir que a ella no le ataña, tanto como al hombre. el goce fálico. Pero hay un más allá. Hay en ella un enigma que le plantea al hombre. Este enigma se transforma en un vacío sin fondo que los poetas no cesan de cercar girando alrededor con su arte de cantar y de escribir. Ciertos hombres se pusieron del lado de la mujer. Son los que denominamos los místicos. Ellos no se llaman así salvo que sean falsos místicos. Por-
1 J. Lacan, libro xx. Encore, Palis, Seuil, 1975, p. 71 (Aún, España, Patdós, 1981, p. 93) .
El manto de Noé
91
que no son perversos. lo que nos dic~n no puede explicarse por el goce fálico. como quena Charcot. Nos hablan de un goce que experimentan Y del que nada saben. del mismo modo en que los poetas hablan del enigma del goce de la mujer. No hablan de la mujer; pero esto no impide que sean ellos también poetas. para decirnos el "sin porqué" del goce de Dios. Por lo que ~ste vi~jero del siglo XVII que fue Angelus Silesius pod1a escribir: "Dios es todo por sí mismo. su cielo. sus delicias. Entonces ¿por qué nos creó? No lo sabemos."
Hstoriadores y sociólogos concuerdan en que el poder del padre sobre su familia se vuelve cada vez más limitado por la autoridad -finalmente reconocida- de la madre, y por la creciente ingerencia de la sociedad civil en torno al hijo, en nombre de su interés, de su bien y de su felicidad. Pero, ¿qué pasa con los hijos y las hijas? ¿qué significa ser padre?. En la medida en que se pretenda poder responder a esta pregunta planteada en términos de ser, no puede sino constatarse, hoy más que nunca, una declinación, una insuficiencia, un demérito, incluso hasta una impostura. Sea que se trate de derechos sobre el niño, del niño o al niño, el discurso social sostiene cada vez menos el ser padre. ¿H .. que lamentarlo o alegrarse por ello? Por el contrario, un hijo, una hija, puede responder a la pregunta ¿qué significa haber tenido un padre? Y es de su decir de lo que testimonia el psicoanálisis con Sigmund Freud y Jacques Lacan. Tal es la paradoja que Phlllppe Jullen, psicoanalista francés, analiza en su libro.
Alianza Editorial
} Cubierta: Pablo Darra¡¡~n
1