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MITOS Y LEYENDAS

SOLEDAD

Soledad no es estar solo. Es estar con uno mismo.

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Correr por montaña tiene, indudablemente, un componente social remarcable. Somos seres gregarios, tenemos necesidad de relacionarnos con los demás, y ahí radica buena parte del encanto de las carreras: su componente socializador.

Del mismo modo, entrenar suele ser más agradable, más llevadero e incluso divertido, cuando se hace acompañado. Es innegable.

Pero, en los tiempos que vivimos, tal vez es hora de valorar el concepto soledad. No como realidad impuesta, si no como opción en ciertos momentos de la vida. El llamado “distanciamiento social” tal vez se convierta en una excusa, si es que es necesaria una excusa, para que aquellos que no han disfrutado su soledad corriendo, se aventuren a hacerlo.

La soledad impuesta es un drama, pero la soledad voluntaria, aquella que se elige para un momento, un periodo concreto, es un lujo.

Correr solo por la montaña. Sentirse con uno mismo, oír únicamente los propios pasos y el ritmo de la respiración. Detenerse sin hablar a contemplar, sin dar explicaciones y con aquella sensación especial de que nadie nos observa, de que el mundo, más allá de nuestro aquí y ahora, es secundario.

En soledad, las sensaciones se multiplican por mil, las buenas y las malas. La actividad en soledad exige honestidad, demanda tener muy claros los límites y saberse siempre por debajo de las propias posibilidades. Dentro de lo razonable.

Los sentidos se agudizan, las dudas son mayores porque no hay con quien comentar, con quien consultar. Todo cobra otra dimensión.

Llegar donde sea, arriba, allí… Y detenerse en silencio, cerrar los ojos y sentir la brisa, o el viento, o el calor. O lo que sea. Pero con más intensidad, más profundamente.

La soledad se disfruta solo. Es una experiencia íntima, sin exhibicionismos. La actividad en soledad pasa a ser “en solitario” cuando la prioridad es proyectarlo a los demás. Cuando, más allá de la experiencia personal, está la finalidad de contar lo que hemos hecho, de forma que se nos otorgue un plus de reconocimiento. Una opción legítima cuando es cierta.

Porque no hay que perder de vista que “en solitario” implica “solo”, y “solo”, quiere decir sin nadie más.

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